Vivimos en el mundo de lo absurdo, y las noticias
que sacuden a la llamada “opinión pública” nos remiten a que nos sintamos como
si estuviésemos inmersos en medio de un gran caos donde todo puede ser y nada
no concuerda con nada.
Como decimos lo absurdo se ha instalado en medio de
los acontecimientos más trascendentes y nuestro “sentido de la justicia” parece
que ha ingresado en un verdadero laberinto, que no solo confunde a nuestro
malogrado ”sentido común”, sino que además, y esto es lo grave, nos despoja de
toda certeza en medio del total descrédito de las instituciones.
Considero interesante que recordemos algunos viejos
dichos populares que nos dicen, por ejemplo: “cuando el rio suena…” y vaya que
suena este rio cuando vemos la cantidad de procesados por delitos de lavado de
dinero, malversación, dinero cantante y sonante, en bolsos de mano, detenidos
en un convento, monjas que arguyen de que “no saben lo que pasa” etc. etc.
Otro de estos dichos también sentencia: “a rio revuelto
ganancia de pescadores” vale decir que en medio del caos que mencionamos, donde
no podemos pasar por alto el contrabando y tráfico de efedrina, asesinatos,
denuncias de implicados que han ocupado altos cargos en el gobierno y algunos
otros puntos que mejor no ahondamos para no “entreverar más las cosas” nos está
indicando la presencia de “pescadores” que han realizado, ¿y aún realizan?
pingues ganancias a costas de la impunidad institucionalmente establecida.
Cuando vemos que alrededor de ciertas personas
vinculadas a la política, personajes que han ocupado “cargos de particular
confianza” desfilan por los estrados judiciales y algunos están “cómodamente
instalados” en distintos centros de reclusión, las figuras centrales,
incluyendo todo su entorno familiar, todos adultos, bien informados y gozando
de buena salud, indiscutiblemente no se puede desconocer el alto grado de
implicancia que les salpica.
Confiamos que para bien de quienes asumen la
responsabilidad de la conducción de los asuntos públicos, las
instituciones, la política, el poder judicial y por supuesto, todos nosotros
que somos parte de “esta masa circundante” podamos encontrar el debido refugio
moral que necesitamos y recuperar la confianza que seguramente debe estar
convaleciente..
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