“La educación puede definirse como
el proceso de socialización de los individuos. Al educarse, una
persona asimila y aprende conocimientos. La educación también implica
una concienciación cultural y conductual, donde las nuevas generaciones
adquieren los modos de ser de generaciones anteriores.”
Podemos afirmar que el grado de evolución de la
sociedad que todos constituimos nos ha deparado la imperiosa necesidad de
mantenernos asidos a un derrotero cuyo apartamiento del mismo implica la
pérdida del rumbo adoptado con la consecuente marginalización social que impida
su inclusión y acceso a toda proyección de sus posibilidades de futuro.
Es responsabilidad de todos transmitirnos ciertas
certezas por las cuales podamos incursionar con posibilidades de alcanzar
nuestros objetivos en la vida y lograr el grado de integración social que nos
permita una proyección acorde con los desafíos que la propia sociedad en su
conjunto nos exige para que podamos desarrollar al máximo posible nuestras
habilidades.
Antiguamente era aceptable que los mayores
incentivaran a las nuevas generaciones a vivir dentro de los requisitos propios
de la época considerando que una de las exigencias básicas para labrar un
futuro promisorio era “contar con brazos fuertes y ganas de trabajar”.
Lamentablemente en nuestros días (este concepto
fuertemente adquirido por las familias de emigrantes que llegaron a éstas
latitudes con la firme voluntad de afincarse y permanecer tanto ellos como sus
descendientes) decíamos, que hoy ya no es suficiente, simplemente no basta con
la “voluntad de trabajo” necesitamos incorporar “nuevas herramientas” para
asegurarnos un lugar, nuestro lugar en una sociedad que se proyecta al
futuro.
La educación es el único camino a recorrer que nos
conducirá a los más variados destinos, cuánto más y mejor nos eduquemos mayores
serán nuestras oportunidades de desarrollo.
“La educación puede definirse como
el proceso de socialización de los individuos. Al educarse, una
persona asimila y aprende conocimientos. La educación también implica
una concienciación cultural y conductual, donde las nuevas generaciones
adquieren los modos de ser de generaciones anteriores.”
Podemos afirmar que el grado de evolución de la
sociedad que todos constituimos nos ha deparado la imperiosa necesidad de
mantenernos asidos a un derrotero cuyo apartamiento del mismo implica la
pérdida del rumbo adoptado con la consecuente marginalización social que impida
su inclusión y acceso a toda proyección de sus posibilidades de futuro.
Es responsabilidad de todos transmitirnos ciertas
certezas por las cuales podamos incursionar con posibilidades de alcanzar
nuestros objetivos en la vida y lograr el grado de integración social que nos
permita una proyección acorde con los desafíos que la propia sociedad en su
conjunto nos exige para que podamos desarrollar al máximo posible nuestras
habilidades.
Antiguamente era aceptable que los mayores
incentivaran a las nuevas generaciones a vivir dentro de los requisitos propios
de la época considerando que una de las exigencias básicas para labrar un
futuro promisorio era “contar con brazos fuertes y ganas de trabajar”.
Lamentablemente en nuestros días (este concepto
fuertemente adquirido por las familias de emigrantes que llegaron a éstas
latitudes con la firme voluntad de afincarse y permanecer tanto ellos como sus
descendientes) decíamos, que hoy ya no es suficiente, simplemente no basta con la
“voluntad de trabajo” necesitamos incorporar “nuevas herramientas” para
asegurarnos un lugar,
nuestro lugar en una sociedad que se proyecta al
futuro.
La educación es el único camino a recorrer que nos
conducirá a los más variados destinos, cuánto más y mejor nos eduquemos mayores
serán nuestras oportunidades de desarrollo.
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