viernes, 26 de julio de 2019

Generosidad Altruista


El que podamos compartir lo poco que tengamos con todos aquellos que por razones que no vienen al caso ni nos corresponde averiguar, golpean a nuestra puerta en procura de nuestra solidaridad,  nos sitúa en una posición de privilegio que debería doblar nuestras rodillas y despojarnos de toda altivez para comprender y agradecer las oportunidades que nos da la vida para que el estado de cosas por la cual transitamos nos permita extender nuestras manos en un gesto de generosidad para quienes nos necesitan y solicitan nuestra ayuda.

“La generosidad puede ser entendida como una de las virtudes y características más puras y nobles del ser humano ya que implica siempre acceder a ayudar o asistir a otro que lo necesita de manera voluntaria y sin que nadie fuerce a nadie. La generosidad, al mismo tiempo, puede suponer entrar en una situación de menor confort o comodidad a la hora de mejorar la situación de otro, por ejemplo cuando se donan diferentes elementos que son de uso común para una persona pero que son más necesarios para otra.

Hay diversas maneras de realizar actos de generosidad, ya sea donando tiempo, objetos, dinero o cualquier tipo de asistencia o contención. En este sentido, uno puede ser generoso en diferentes espacios, situaciones y momentos, tanto de manera organizada y preestablecida (por ejemplo, cuando se forma parte de una organización caritativa) o en la vida cotidiana, de manera espontánea y repentina (como por ejemplo cuando se ayuda a cruzar la calle a un anciano o no vidente).

Lo opuesto de la generosidad y del altruismo es el egoísmo, aquel rasgo que se basa en la extrema importancia dada a uno mismo por sobre los demás. Si bien las sociedades actuales muestran un alto índice de egocentrismo e individualismo (causado por el interés en lo material y en la satisfacción de las necesidades propias), también hay significativas muestras de solidaridad que pueden expresarse en eventos específicos (ante una catástrofe) o en hechos simples de la vida cotidiana.”

Siempre habrá un espacio más en nuestra canasta de alimentos, un plato más en nuestra mesa, un abrigo, ropa que ya no usamos, alguien que nos ayude a cuidar de nuestro jardín, etc.

La actitud generosa para ser genuina debe “estar presente” en cada una de nuestras  acciones, si lo que nos motiva es la consecuencia de un “impulso fugaz” que cual si fuese una centella luminosa que rápidamente cursa y se pierde en el firmamento de nuestra indiferencia, poco y nada lograremos, la generosidad es un valor que se manifiesta a dos puntas, reconforta a aquel que “puede dar” y alivia las carencias de “quien recibe”

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