En nuestras acciones diarias, principalmente cuando
se sigue el “rastro de nuestra impronta” es factible que se nos pueda
identificar y que de tal identificación surja espontáneamente el valor
intrínseco que cada uno de nosotros tiene como conceptos firmemente adheridos a
nuestro comportamiento tanto individual como colectivo.
Entendimos como un aporte interesante el que
podamos adjuntar a este trabajo que exponemos algunas definiciones que son obra
del “pensamiento filosófico” en el abordaje de tan trascendentes valores.
“Algunas corrientes filosóficas establecen la
diferencia entre lo extrínseco y lo intrínseco. Lo extrínseco no es
característico de algo y lo intrínseco sí lo es. Esta distinción resulta útil
para comprender las propiedades de ciertos conceptos. Así, el principio
intrínseco de algo es aquello que lo define, su elemento sustancial y sin lo
cual no podría existir. Por el contrario, el principio o valor extrínseco de un
concepto tiene un carácter accidental y secundario.
A lo largo de la historia del pensamiento humano los filósofos han reflexionado sobre qué es lo intrínseco de la naturaleza, de la razón humana, de la voluntad o del amor. El motivo de este tipo de reflexiones es evidente: descubrir lo genuino y lo auténtico para diferenciarlo de lo superfluo o accesorio.
A lo largo de la historia del pensamiento humano los filósofos han reflexionado sobre qué es lo intrínseco de la naturaleza, de la razón humana, de la voluntad o del amor. El motivo de este tipo de reflexiones es evidente: descubrir lo genuino y lo auténtico para diferenciarlo de lo superfluo o accesorio.
Dicho con otras palabras, los filósofos buscan lo
fundamental, aquello sin lo cual lo demás no podría existir.”
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