martes, 14 de enero de 2020

Lo Que Nos Demuestra La Impronta





Se conocen varios tipos de aprendizaje. Los más conocidos son el condicionamiento clásico y el condicionamiento operante. Ambos tienen en común que requieren la capacidad de asociación. En el primero, el ejemplo más sencillo podría ser cuando sacamos al perro. Antes de salir a pasear, escucha el sonido del llavero, y termina asociando este sonido con el hecho de salir a pasear. Es decir, aprendió. El segundo caso es cuando después de emitir una conducta, se recibe un premio. Ejemplo muy simple: el niño cuelga el uniforme y la mamá le da un premio. El niño asocia que por colgar el uniforme recibe un premio, y si esta asociación se repite, el niño aprende.

Pero además de estos tipos de aprendizaje, existe uno particularmente interesante, y que es el aprendizaje por impronta. Una impronta es una marca o señal muy firme que deja una cosa en otra.

El aprendizaje por impronta es muy especial, porque se adquiere "a la primera", y porque prácticamente nunca más se borra. Descubierto por Konrad Lorenz, el ejemplo más conocido es la conducta de algunas aves recién nacidas, como los gansos. En condiciones naturales, lo primero que ven los gansos al romper el huevo es a su madre. Y como pueden ya caminar y además tienen el instinto de seguir a su madre, comienzan de inmediato a seguirla a todas partes.

Pero, ¿qué pasa si se reemplaza a la mamá gansa por otra cosa? Pues bien, los polluelos de ganso siguen a esa nueva forma, cualquiera que sea. Lorenz escondió a la mamá gansa, y se puso él mismo al lado de los huevos que se abrían.

Por increíble que parezca, los gansos comenzaron a seguirlo a él. Para estos gansos, el científico era la mamá. Para los recién nacidos gansos, y para siempre, su mamá fue Konrad. Y por increíble que parezca, si a los gansos se les pone un objeto, como una pelota al nacer, tomarán a esa pelota por la mamá.

Pero lo dramático de este aprendizaje es que queda tan grabado en la mente, que nunca más se borra. En el caso de los gansos, quedaron improntados con la figura que reemplazó a la mamá, y nunca más volverán a seguirla, aunque se les traiga de nuevo y se les ponga delante. Este aprendizaje es muy útil en la naturaleza, porque le garantiza al ganso su supervivencia, ya que la madre lo protegerá de cualquier agresión.

Hay muchos casos de impronta y se siguen descubriendo otros. Si a un ave le venda la vista, y no puede comer durante las primeras horas, se morirá de hambre, porque la coordinación entre el ojo y el pico debe establecerse las primeras horas después de haber nacido. No hay vuelta atrás, porque no recibieron la impronta cuando debían. En los animales superiores al parecer también estaría operando este aprendizaje, aunque es mucho más sutil.

Un ejemplo estudiado es la socialización de los perros, que ocurre entre los veinte y sesenta días. Si en esa etapa no tienen relación con humanos, serán siempre salvajes.

Un caso de impronta en el ser humano podría ser la personalidad psicópata, pues según una teoría se trata de niños que no recibieron el amor necesario en la primera etapa de su vida. Después de eso, aunque reciban muchísimo amor, ya no se podrá revertir la conducta psicopática, y ese niño jamás desarrollará capacidad de amor ni empatía.

Otro tanto parece ocurrir con conductas humanas tan obvias como el caminar y el hablar, que si no se desarrollan en el momento propicio jamás se instaurarán con normalidad.

El aprendizaje por impronta está todavía en estudio, y es probable que se vayan conociendo nuevos casos de este tipo.

La Imaginación

Una imaginación fértil es clave para una vida plena y exitosa. Sin embargo, muchas personas creen carecer de esta habilidad. Observan a otros individuos más artísticos, más libres, más creativos y sienten que a ellos les falta esa chispa, esa capacidad de imaginar realidades distintas. 

Lo cierto es que todos y cada uno de nosotros nacemos con potencial imaginativo. Cuando somos pequeños este se expresa libremente, más cuando crecemos y desarrollamos nuestras capacidades cognitivas, progresamos al mundo del realismo. Es en este momento cuando muchas personas reprimen o desconectan su imaginación. Quizá comenzamos a pensar que esta es cosa de niños y otorgamos un excesivo valor al pensamiento lógico.

Como en muchos otros ámbitos de la vida lo saludable se encuentra en el punto medio. Crecer no ha de significar volverse rígido o inflexible. Ceñirnos a lo puramente tangible nos priva de la capacidad de innovar, de fantasear y trasladar a la realidad esa idea fresca y diferente.

El papel de los padres es crucial es este momento del desarrollo evolutivo. Mientras algunos restan valor a la capacidad imaginativa de sus pequeños, otros les animan a encontrar alternativas adecuadas a su edad en las que poder canalizar su fantasía.

Pues, en realidad, la imaginación vive en cada ámbito de nuestra cotidianeidad. No se encuentra restringida a la pintura, la escritura y la danza. Esta forma innovadora y original de concebir el mundo puede aplicarse a la cocina, a los negocios o a la tecnología. Cada persona tiene sus pasiones y sus propias áreas en las que destaca, y en todas ellas, la imaginación es un valor añadido.

A través de ella podemos expresar nuestra individualidad y plasmar aquello que nos hace únicos. Si el conocimiento fuese lo único importante, la inteligencia artificial nos desbancaría por completo. Pero es la imaginación la que hace avanzar el mundo, la que permite que surjan nuevas ideas, nuevas perspectivas, caminos diferentes e intransitados.

Por tanto nunca menosprecies esa inspiración tan única con la que naciste y que guardas en tu interior. Al contrario, déjala salir, desarróllala y aplícala en tus pasiones y en tu vida cotidiana. El mundo la necesita y tú también.
Creando el futuro

Pero desde una perspectiva más personal, la imaginación también constituye un recurso de gran valor. ¿Por qué?, porque nos permite anticipar el futuro que deseamos experimentar y nos motiva a tomar acción para materializarlo. Por lo general, las personas más exitosas son quienes se atreven a soñar a lo grande, quienes no tienen miedo a probar algo distinto. Pero ese camino propio estuvo en su mente antes de tomar forma.

Como dice aquella frase: «a veces hay que vivir de fantasía para no morir de realidad». Y es que, si somos arquitectos de nuestra propia vida, la imaginación nos proporciona el espacio ideal para diseñar los planos. Quien genera una visión en su fantasía, encuentra la motivación para arriesgarse a hacerla realidad.

La persona que carece de esta capacidad se limita a vivir según lo establecido. A seguir las normas, a conformarse con el camino que se le ha asignado. Imaginar nos hace libres para elegir y nos permite hallar los caminos para alcanzar la realidad que deseamos para nosotros.
Potencia tu imaginación

Por tanto, comienza hoy mismo a trabajar y desarrollar tu imaginación dormida. No existe un método único y universal, se trata de ir derrumbando barreras. Sin embargo, algunas ideas que pueden ayudarte son:


· Relájate. La imaginación ha de ser algo fluido y divertido, la imposición es la antítesis de la fantasía. Por tanto, trata de adoptar un enfoque despreocupado y ayúdate de prácticas de meditación para dejar la mente en blanco. En ocasiones, el ruido mental nos impide escuchar la voz de la intuición.

· No censures tus ideas. Estamos muy acostumbrados a ser críticos y exigentes con nosotros mismos, pero de este modo nos privamos de posibles ocurrencias brillantes. Por tanto, cuando enfrentes un dilema realiza una tormenta de ideas, plantea todo lo que se te ocurra sin censura. Muchas de las opciones tal vez no tengan sentido, pero te ayudarán a comenzar a pensar de un modo diferente.

· Prueba actividades nuevas y divertidas, sin ningún propósito en específico. Pinta aunque creas que no lo haces bien, cocina por diversión, canta y baila mientras realizas las tareas. En definitiva, deja que salga tu niño interno, él sabrá qué hacer.

Saber Y Conocer



SABER Y CONOCER, DIFERENCIA

Conocer indica un contacto consciente con el objeto conocido a través de la experiencia y, en concreto de la percepción, en oposición a “saber” que es un conocimiento por conceptos o ideas. Saber es así exclusivo y propio del hombre mientras que, tanto los hombres como los animales conocen: se conocen cosas se sabe verdades o proposiciones verdaderas.

Conocer es además un proceso perceptivo directo e inmediato, que se justifica por sí mismo; saber en cambio es un proceso indirecto, mediato e inferencial, esto es apoyado en razones.

El conocer es propio de lo animal, se da de manera pura. El saber es propio del ser con razón que tiene la capacidad de razonar y de aprender.

La Imagen Que Irradiamos


“Cuando irradiamos lo que somos, preguntándonos a cada instante si lo que hacemos es lo que deseamos hacer y haciéndolo sólo cuando la respuesta es afirmativa, nuestra actitud rechaza automáticamente a quienes nada tienen que aprender de lo que somos y atrae a quienes sí tienen algo que aprender, que son los mismos de quienes nosotros a la vez aprendemos”

Cuando somos verdaderamente nosotros mismos, resplandecemos. Cuando hablamos y actuamos a partir de una convicción profunda, el entusiasmo que nos habita contagia a los demás. Una palabra cálida genera como por arte de magia una sonrisa en el rostro. El aliento o un elogio dan alas. La generosidad invita a la generosidad, es un antídoto contra la amargura y el negativismo.

El contagio se opera también en nosotros. Las cualidades que descubrimos amplían nuestra propia autoestima. Aumentan nuestra solidez personal. La experiencia de un éxito desarrolla confianza. 

Llegamos a ser más creativos. Unas buenas relaciones nos impulsan a ser más nosotros mismos, en otras relaciones. Cada paso hacia una vida auténtica da el gusto de volver a ello y nos provoca el avance. Esto es el crecimiento.

Esta dinámica de crecimiento nos hace integrar nuestros talentos y nos incita a desplegarlos más eficazmente. Nuestra vida está más equilibrada, más feliz. Nos sentimos más libres y hacemos más fácilmente unas opciones ajustadas. Y es contagioso. La autenticidad llama a la autenticidad. La vida invita a la vida. La solidez interior incita a la solidez.

Irradiar la vida pone a las personas en movimiento y contribuye a construir un mundo más humano


Sentirnos Aptos


La vida es el conjunto de cosas que nos pasan. Así expresado puede dar la sensación de que podemos ejercer poco control sobre esas cosas y sin embargo ese control puede ser extremadamente grande, pues podemos en gran parte elegir nuestro destino cada instante de nuestra vida. Ahora, puede el lector elegir entre seguir leyendo o no, entre hacer una cosa u otra. La vida está llena de decisiones.

Pero además de controlar esas múltiples decisiones, también podemos modificar nuestra percepción de esas “cosas que nos pasan”. Decía el filósofo estoico que llegó a ser emperador romano Marco Aurelio (121-180), en su obra “Pensamientos”, que “si te sientes dolido por las cosas externas, no son éstas las que te molestan, sino tu propio juicio acerca de ellas. Y está en tu poder el cambiar este juicio ahora mismo”.

Por tanto, podemos modificar la primera frase para adaptarla más a la realidad: la vida es nuestro personal sentimiento de las cosas que nos pasan, estando éstas supeditadas a nuestras actitudes y decisiones. Esas actitudes, esas decisiones y esos sentimientos hacia las cosas que nos pasan forjarán nuestro éxito en la vida Pero este éxito no sólo es medido desde el punto de vista social o profesional, sino también y principalmente desde el punto de vista personal.

En este artículo se proponen un elenco de actitudes que son una guía para alcanzar el éxito personal y la felicidad y disfrutar de nuestra breve existencia en este Mundo. También se hablaremos sobre la llamada “Inteligencia Emocional”, su importancia y cómo aplicarla para resolver problemas de carácter general, y unas reflexiones sobre la felicidad, máximo exponente del éxito en la vida. Como conclusión de esto se enumeran un conjunto de reglas prácticas de actuación a nivel global.

La importancia del optimismo ha sido demostrada, por ejemplo, a partir de pruebas efectuadas por el psicólogo C.R. Snyder de la Universidad de Kansas, entre alumnos universitarios de Estados Unidos. En ese estudio se concluyó que el rendimiento académico universitario de un alumno depende más de la actitud de éste que de su Coeficiente Intelectual (C.I.). Así, vieron que unos buenos resultados académicos eran obtenidos más por alumnos con una actitud positiva y optimista (evaluados a través de test especiales) que por alumnos con una buena nota en el S.A.T., un test con una elevada correlación con el Coeficiente Intelectual. 

El S.A.T. (Scholastic Aptitude Test) es el examen de aptitud escolar que realizan los estudiantes estadounidenses que acceden a la Universidad (el equivalente a la prueba de Selectividad en España).
Según Snyder, “los estudiantes con un alto nivel de expectativas se proponen objetivos elevados y saben lo que deben hacer para alcanzarlos. El único factor responsable del distinto rendimiento académico de estudiantes con similar aptitud intelectual parece ser su nivel de expectativas”.

Goleman añade que el optimismo y la esperanza impiden caer en la apatía, la desesperación o la depresión frente a las adversidades. Los pesimistas consideran que los contratiempos constituyen algo irremediable y reaccionan ante la adversidad asumiendo que no hay nada que ellos puedan hacer para que las cosas salgan mejor y, por tanto, no hacen nada para cambiar el problema. 

Los pesimistas y pusilánimes deberían tener en cuenta que esa actitud no es algo con lo que se nace y por lo que no se puede hacer nada, sino que es una actitud que podemos cambiar a cualquier edad. Uno mismo es responsable de sus propias actitudes y, aunque puede no ser fácil, pueden cambiarse. Uno debe estar siempre dispuesto a mejorarse a sí mismo.


lunes, 13 de enero de 2020

Lo Ineludible


Para aportar al mundo, lo tienes que hacer desde el vacío que te ha dejado aquello que perdiste. Para que quepa un sentimiento, tiene que haberte dejado espacio algo o alguien que ya no está.
Risto Mejide 

Comienzo a escribir esta entrada sintiendo un aleteo incómodo en la punta de la lengua. Me ha pasado ya en alguna otra ocasión. Signo inequívoco de que quizás esté comenzando algo que no sé qué sensación me dejará una vez lo termine. Como quien con suma cautela, desempaqueta el regalo de reyes dejado por la persona que en 100 años no ha acertado ni una sola vez. Y ahí estás tú, apretando el estómago, palpando el paquete, sonriendo de todo a cien, confiando en que no se note demasiado la desilusión acumulada. Pensando en que te va a tocar otra vez cambiar algo que no querías por algo que no quieres o tal vez como en los últimos años, relegarlo al olvido.

En definitiva, queriendo acabar el trámite antes de empezar.

Todo empezó ayer por la noche tras ver por segunda vez una película estremecedora que hace poco más de un año tuve la oportunidad de descubrir en el festival de cine de Gijón, The invitation. Una película incómoda, que exige prestar atención desde el minuto uno. Un guión genialmente tramposo en el que todo importa y nada sobra. Una tensión calma que te hace preguntarte cómo aún no pasando nada puedes estar sintiendo la llegada de la catástrofe.

No pretendo contaros la película, sí os recomiendo verla, especialmente a los que estáis interesados en lo que algunos llaman la «nueva religión del siglo XXI» o la filosofía de la autoayuda. Sí quiero contaros la reflexión que me trajo tanto la primera vez que la vi como en esta ocasión y que tiene que ver con esa frase tan bonita y a la vez tan ingenua (al menos para mí lo es) que dice que el dolor es inevitable, el sufrimiento opcional. Digo que es bonita porque lo cierto es que es pura poesía. Digo que es ingenua porque la negación del dolor y lo que el dolor provoca, sufrimiento, no se puede meter debajo de una alfombra sin pretender que la alfombra acabe pareciendo un sombrero, como si fuera una ilustración de El Principito.

Pero que no cunda el pánico, no esperes que este post sea un valle de lágrimas, nada más lejos de mi intención. Hoy el día está pintado de naranja aunque haya amanecido gris. Quizás ese sentimiento de entusiasmo me haya empujado sin yo saberlo, como sucede con casi todas las decisiones que tomamos, a abordar este tema desde el lugar que pretendo. Pero para empezar, necesito hacer algo y es modificar la frase en cuestión. Yo me he permitido construirla a mi medida y el resultado es este: El dolor es inevitable, el tiempo que te permites sufrir por ese dolor lo decides tú.

Hace tiempo que dejé de regodearme en la pena, hace tiempo que ya no le pongo ojitos al sufrimiento buscado, exacerbado, aquella devastación interna para mi era promesa de un alma tan atractiva como atormentada. Los infelices que deciden serlo como una pose o elección de vida ya no me ponen, lo siento. Y no negaré que hay belleza en el tormento y la tristeza porque lo cierto es que la hay. Pero yo sólo la percibo cuando actúa como un puro impulsor que te llevará a otro lugar mejor. Algo momentáneo, algo endiabladamente efímero, algo que ha aparecido para que descubras que existe que tiene su momento, pero que mejor no quedarse ahí para siempre. La permanencia, la eternidad es lo que va pudriendo todo, supongo que eso ya lo sabes.

Ese es el instante en el que uno decide dejar de sufrir, pero porque irremediablemente ya ha sufrido. Sí, lo ha hecho, sin opción porque no la hay. Ha permanecido por un tiempo en ese estado y entonces decide no estar más. Así que, que ninguna frase bonita me diga que uno elige sufrir, que no me digan que los que no podemos evitar el sufrimiento somos más idiotas o más cobardes o menos capaces que los que no sufren porque lo cierto es que el no sufrimiento no existe. Y esto es lo que viene a contar la película. Lo que existe es el engaño, lo que existe es la boa bajo la alfombra, que un día estalla como en la peor de las pesadillas.

Y nos guste o no, hay sufrimientos que no se van a ir, aunque quieras. Aunque te gustaría ponerle fecha de caducidad o darle boleto como al invitado que lleva demasiado tiempo instalado en casa. Hay sufrimientos innegociables como puede ser la pérdida de un hijo y de esto habla la película. Yo no he perdido a un hijo. Pero mis padres, sí. Con eso se vive y se pueden pintar los días de naranja y de malva y ponerle purpurinas a las tardes de domingo. Y sacar la fuerza necesaria para ser dos en uno, el que decide ser arcoiris aún sabiendo que una parte de sí mismo nada en tinieblas.

Y esa es la verdadera victoria sobre el sufrimiento. En realidad, esa es la verdadera victoria sobre la vida. Y esas son el tipo de personas que ahora me fascinan. Las que han sabido dar cabida y espacio a todo pese a todo. Las que no renuncian al sufrimiento pero deciden no instalarse en él, las que tampoco reniegan de sufrir y deciden acoplarlo a sus días como a un figurante en escena. Alguien dijo en alguna ocasión que ser feliz es una muestra de inteligencia. Como ya he llegado hasta aquí me voy a permitir darle también una vuelta a esta frase; aprender a vivir integrando la vida misma es una muestra de sabiduría.

Y una sociedad empeñada en ocultar el dolor y en buscar mil y un subterfugios para mostrarnos nada más que el lado brillante de la vida, es una sociedad ingenua, naíf y falsaria, condenada a vivir en un parque temático que erizaría la piel al mismísimo Huxley.

No te pierdas esta película, y si quieres, una vez la hayas visto, me comentas que te ha parecido y si a ti te ha inspirado en relación al sufrimiento algo parecido a lo que me ha inspirado a mi.

Gracias por seguir ahí.

Los Imponderables


Esto, que en apariencia es un contrasentido, en esencia no lo es: la eventualidad de un acontecimiento que ha sido programado, no reside en la falta de previsión de lo que pudo y debió ser previsto; un organizador que está planificando un encuentro al aire libre por ejemplo, no podría no prever que el día en que dé comienzo pueda llover. Lo eventual de un evento es un intangible que excede al organizador. 
Qué es entonces lo eventual de un evento. La respuesta comienza en el momento en que los actores desarrollan los contenidos programados y en este punto, quienes organizamos no tenemos injerencia ni responsabilidad alguna.


Está, por ejemplo, en la inspiración, predisposición e impronta de los disertantes en una conferencia o congreso; en la creatividad, entrega y dedicación de un deportista en una justa; en la empatía de actores y espectadores durante un espectáculo teatral o artístico, en un contexto socio económico adverso producto de variables no controlables que afectan la capacidad de compra de los potenciales asistentes a una feria o exposición; en la apreciación, percepción e impacto que las obras de arte expuestas generan en el público asistente a un vernissage. Todas éstas son parte del abanico de posibilidades de lo “eventual”.
Son justamente los imponderables mencionados los que transforman cualquier acontecimiento especial en un evento. Y qué bueno que así sea, qué poco atrayente sería un acontecimiento en el que pudiera preverse lo que debiera surgir naturalmente. Qué poco afortunado sería, por ejemplo, el intento de planificar las sensaciones del auditorio frente a un hecho programado. Qué fútil sería la intentona de condicionar emociones frente a un acontecimiento artístico.


Finalmente, la definición, la demostración empática y la ilustración por la negativa, nos muestran que un evento es tal porque sus artífices y protagonistas son los actores y no los organizadores. Por eso, es necesario que los que somos profesionales en esta materia (e incluso aquellos que, sin conocimientos ni capacitación, incursionan en este ámbito) no nos confundamos ni confundamos más al público diciéndole que lo que ellos llaman un evento en realidad no lo es, ya que son ellos los que lo constituirán en tal, y no es nuestra tarea aleccionarlos sino lograr que así sea.

Saber Y Comprender


Estudiar la evolución humana es una lente a través de la cual los estudiantes, y la gente en general, puede ver cómo estamos conectados con el mundo. Somos primates, igual que los animales que llamamos simios y monos, aunque nuestro propio camino evolutivo nos recompensó haciendo que camináramos sobre dos piernas y teniendo un cerebro realmente grande. La evolución no es direccional; no se esfuerza para mejor. 

Los animales que están mejor adaptados a su ambiente sobreviven el tiempo suficiente para reproducirse y dejar sus genes a su descendencia. Los rasgos únicos que nos definen como humanos no nos hacen mejores que nuestros parientes primates— simplemente nos hacen diferentes. Los chimpancés están bien adaptados a los ambientes en los que viven y prosperan; de ninguna manera son “menos evolucionados” que nosotros. Es cierto que los seres humanos hemos dominado y alterado el mundo que nos rodea, pero si entendemos nuestro lugar evolutivo en el mundo, se hace más difícil justificar la idea de que somos mejores que los organismos con los que compartimos el planeta. De este modo, el estudio de la evolución humana nos enseña humildad, y hoy en día, todos necesitamos un poco de humildad.

Nos enfrentamos a un cambio climático de una escala sin precedentes a causa de nuestras acciones, poniendo en riesgo la Tierra tanto para nosotros como para el resto de plantas y animales que viven aquí. Debemos empezar a utilizar bien nuestros grandes cerebros para detener los cambios que podrían significar el fin de nuestro camino en este planeta. Hubo especies de homínidos, 
como Australopithecus afarensis, que vivieron durante unos 900.000 años, casi cuatro veces más de lo que hemos existido nosotros, pero finalmente se extinguieron. 

Estos ejemplos enseñan a los estudiantes que nuestra especie no es el sine qua non de la evolución humana. No somos inmunes a las fuerzas que pueden causar la extinción. Ahora podemos ver lo vulnerables que somos a enfermedades epidémicas como el ébola, el VIH, e incluso la gripe común.

Los desastres naturales —en aumento debido al cambio climático— pueden dejarnos indefensos y vulnerables. La tecnología nos puede ayudar, pero no podemos dar por sentado que nos salvará.

Tenemos el deber de enseñar a la próxima generación de dónde viene, evolutivamente hablando, y luchar contra la idea de que somos de alguna forma invencibles y omnipotentes. Los estudiantes deben comprender cuál es nuestro lugar biológico en el mundo. 

La enseñanza de la evolución humana es demasiado importante como para eludirla por miedo a la controversia que la rodea. He visto el momento en el que un estudiante comienza a entender la imagen general de dónde venimos, y es increíble contemplarlo. 

Tenemos que darles más oportunidades para que vivan momentos como este, que pueden cambiar su perspectiva y mostrarles una nueva forma de pensar. Sólo cuando eso suceda será cuando esta generación vea lo precario que es nuestro lugar en este mundo, quizás esto les motivará para hacer todo lo que pueda por evitar que el cambio climático cauce estragos en el único lugar que nosotros, y el resto de la vida en la Tierra, llamamos hogar.



Tomar Las Riendas


Son muchas las personas que debido a determinadas experiencias vitales se sienten indefensas ante los vaivenes del destino. Vivir y sobrevivir no son términos intercambiables y, por desgracia, muchos seres humanos se limitan a cumplir rutinas y obligaciones sin reparar siquiera en qué es lo que verdaderamente desean lograr. En este artículo te contamos cinco verdades que te ayudarán a comprender que está en tus manos tomar las riendas de tu vida.

Las personas que poseen un locus de control interno tienden a ser más responsables y a realizar un mayor esfuerzo. Por ello obtienen mejores resultados a la hora de alcanzar sus metas. En cambio, quienes creen que los eventos se producen en función de la suerte o el azar, se sienten menos motivados a participar activamente en cambiar sus propias circunstancias.

Si este es tu caso, has de recordar que tú eres el único dueño de tu propio destino. Que tus pensamientos y acciones tienen un impacto en la realidad pero sobre todo en tu bienestar emocional. Sólo tú puedes proporcionarte la vida que deseas.

La gran paradoja del miedo consiste en que la evitación que provoca en nosotros es, precisamente, lo que lo refuerza. Cuando evades una situación por no enfrentar tus miedos, ellos están ganando poder y tú lo estás perdiendo. Cada evitación te hace percibirlos como más atemorizantes y a ti como más incapaz.

El día que decidas plantar cara a tus miedos, comenzarán a desvanecerse. Con cada exposición a los mismos irás ganando confianza y comprobando que lo peor sólo ocurría en tu mente. Nunca serás verdaderamente libre si tus temores condicionan tu vida. Toma las riendas y afróntalos, no temas pedir ayuda profesional si es necesario.

Es fácil sentirnos afectados por las circunstancias o las conductas de los otros. Si no trabajamos la regulación emocional el clima, el tráfico o un comentario de nuestra pareja pueden dominar nuestro estado de ánimo. Pero cuando permites que elementos externos generen en ti ira o tristeza estás perdiendo el control sobre ti mismo.

Esfuérzate en ser tu propio centro emocional. Cuando hayas construido un lugar seguro y pacífico dentro de ti, ninguna persona o circunstancia podrá quitártelo. No siempre puedes elegir lo que ocurre pero siempre está en tu mano decidir cómo sentirte.

Si quieres tomar las riendas de tu vida has de darte a ti mismo el lugar de capitán del barco. Cuando cedes constantemente a los deseos y peticiones de otros, te haces pequeño. Cuando ignoras a tu voz interior y traicionas tus principios y necesidades por miedo a ser abandonado, te vuelves indefenso. Recuerda siempre que ninguna relación saludable requerirá que te anules para ceder tu poder a otro.

Gran parte de nuestra realidad comienza a gestarse en nuestra mente. Si antes de comenzar una actividad o afrontar un reto no paras de repetirte que fracasarás, ten por seguro que es muy probable que falles. Ese constante diálogo interno negativo te dejará sin motivación, adoptarás una actitud pasiva y derrotista con la que es muy difícil avanzar.

Por el contrario, si te mantienes optimista y confiado realizarás tu mejor esfuerzo para lograr tus metas. Desarrollarás tus habilidades y mejorarás cada día. Quizá no alcances tu objetivo pero las posibilidades serán mucho mayores que en el primer caso.

La decepción, la frustración son parte inevitable de la vida. No obstante, muchas veces las adversidades esconden un mensaje muy valioso: no vas por el buen camino. En ocasiones el dolor nos ayuda a movernos de personas y situaciones que no nos convienen, que no nos permiten ser nosotros mismos. Trata siempre de encontrar el aprendizaje y seguir creciendo, no te estanques en el dolor.

Empieza a tomar las riendas de tu vida

Tu vida es una fascinante oportunidad que únicamente se te ha entregado a ti, no renuncies a hacer de ella una aventura. Conócete, compréndete y mejórate cada día. Visualiza tus objetivos y trabaja por ellos. Recuerda que tú eres el protagonista y el director de tu propia película, conviértela en una obra maestra.



La Capacidad De Comprender


Es evidente que el mundo en el que habitamos es complejo y se hace presente la incertidumbre, el cambio, usos y costumbres, la pluralidad social y cultural, política, económica, inseguridad, pobreza, marginación, el crecimiento vertiginoso de las redes sociales, la forma de comunicarnos y aproximarnos con los demás, de convivir, de actuar, de pensar, de sentir y así mismo, la manera de percibir y vivir los diferentes acontecimientos de nuestro entorno afecta continuamente nuestra vida cotidiana y nuestra historia.

Ante este entorno complejo así como sus estructuras subordinadas que lo conforman y cómo todo ello construyen y transforman el conocimiento humano y la forma de desarrollo individual y colectivamente es una manifestación relativamente nueva dentro del esquema del pensamiento contemporáneo.

La incertidumbre surge con las siguientes preguntas ¿Qué clase de ser humano se esta formando en este siglo XXI? ¿Qué significa ser humano? y ¿Qué es la comprensión humana? Edgar Morin (2001:23), en su texto titulado Los siete saberes necesarios para la educación del futuro menciona que la enseñanza de la comprensión humana es una relación de empatía que intenta ver en la subjetividad del otro.

Sin embargo, qué ironía, desarrollamos conocimientos científicos, se habla de economía, política etc., y que por algún motivo, esto no se aplica a la relación entre los seres humanos y su entorno natural para construir un mundo de paz y armonía. Difícilmente nos damos el permiso de ser el primero quien tome la iniciativa de romper el espacio de silencio para entablar un diálogo o más aún, para pedir una disculpa o aceptar alguna sugerencia del otro.

Si no propiciamos el diálogo no puede haber entendimiento, esto es un problema social. Aprendemos, conocemos por medio del entendimiento de la observación, vivimos en un mundo que emerge en la dinámica de nuestro comportamiento como seres humanos. Debemos entender en vez de dominar, aceptar al otro en la convivencia implica no exigir y la exigencia es anular la legitimidad de la otra persona para que actúe con responsabilidad.

Humberto Maturana (1996:28), en su obra denominada El sentido de lo humano, sostiene que "las cosas no pasan afuera de  los seres, sino adentro de ellos", es decir que el propio individuo con su historia, educación, cultura, pensamiento es el responsable de construir un mundo más habitable usando como arma ideológica su capacidad de diálogo y educarse para la comprensión humana entre las personas como condición y garante de la solidaridad y del bienestar de la humanidad.

Nuestro Intelecto

Wallace y Darwin en el p roblema del intelecto humano.

La Teoría de la Evolución de las Especies, tal y como la enunció Charles Darwin, sirvió para despejar una serie de misterios sobre la naturaleza y fue revolucionaria por eso.

Sin embargo, precisamente por hacer saltar por los aires un montón de ideas ilógicas que antaño se daban por sentadas, abrió la compuerta a un aluvión de nuevas preguntas sobre el mundo.
Es lo que tienen las revoluciones, incluso las científicas, que después de destrozarlo todo, hay que volver a construir con calma y laboriosidad. 

Uno de los problemas más complejos al respecto, se dieron en el viejo problema del intelecto humano. 

Antes de Darwin, la situación estaba clara: el intelecto era una manifestación del alma, y el alma era un don de Dios. Después de Darwin, empero, cabía la siguiente pregunta: ¿puede haber surgido el intelecto humano meramente por evolución?
Charles Darwin y Alfred Russell Wallace, que por vías separadas habían los dos arribado a una Teoría de la Evolución consistente, y que estaban de acuerdo en muchas cosas, se enfrentaron aquí: mientras que Darwin, cristiano por salvar las apariencias y en el fondo agnóstico convencido, se inclinaba por una respuesta positiva (el intelecto humano es producto de la evolución), Wallace, irónicamente evolucionista a ultranza... se inclinaba por la negativa (¡el intelecto humano es creación de una potencia superior!). ¿Qué había ocurrido allí?

Lo que pasaba era un desafortunado cruce de dos ideas distintas. En primer lugar, se enfrentaban dos concepciones distintas de la evolución. Resulta irónico que se asocie a Darwin tanto con la selección natural, y en realidad sea Wallace el más fundamentalista en la materia. 
Para Wallace, la selección natural lo era todo, mientras que Darwin admitía la posibilidad de que existieran otros mecanismos evolutivos aparte de la selección natural (de hecho, el tiempo le dio la razón, aunque la selección natural sigue siendo probablemente el mecanismo evolutivo más importante de todos). 

En el fondo, había también una línea de fisura más profunda: Wallace entendía que cada adaptación tendía a producir una mejora, y el resultado era siempre, por lo tanto, una criatura "mejor". 
Esta idea estaba muy en consonancia con el optimismo decimonónico según el cual el mundo siempre "marchaba hacia adelante", por decirlo así, pero Darwin estaba en desacuerdo.

Para Darwin, una adaptación no necesariamente implicaba una "mejora" de la criatura como un todo, sino que simplemente mejoraba sus oportunidades de reproducirse y propagar sus propios cambios (quizás esta idea repugnara profundamente a Wallace y los suyos, prisioneros del puritanismo sexual del victorianismo decimonónico).

Por otra parte, estaba el racismo decimonónico. Alfred Russell Wallace había pasado muchos años de su vida viviendo en Indonesia (desarrolló su propia Teoría de la Evolución independiente basándose en sus observaciones de la flora y fauna de Indonesia, así como Darwin hizo lo propio a bordo del Beagle y en sus observaciones posteriores en su invernadero de Inglaterra), y estaba convencido de que todos los seres humanos eran iguales. 
Se requería de valor para afirmar esto en una época en que muchas personas respetables opinaban que la raza europea era biológicamente superior a todas las demás, pero esto le jugó a Wallace una mala pasada. 
Porque Wallace observaba, eso sí, que la cultura europea era con mucho, muy superior a la de muchos nativos. Wallace señala, con la encantadora jerga racialmente condescendiente del siglo XIX: "La selección natural sólo podría haber dotado al hombre salvaje de un cerebro en mínimo grado superior al de un mono, mientras que por el contrario posee uno que es poco inferior al de un filósofo". 

¿Para qué diablos querían los "salvajes" un cerebro tan grande y voluminoso como el que tenían, equiparable a los sesos de un europeo caucásico de toda la vida, si es que su cultura era tan ínfima, su horizonte de vida tan reducido, y su arte tan primitivo? 

La conclusión de Wallace era obvia: habían recibido cerebros grandes y capaces en previsión de que, en un futuro, aquellos nativos deberían llegar a usarlo. Pero entonces, la selección natural no tendría absolutamente nada que ver en aquello, porque ésta sólo produce adaptaciones útiles para responder a las presiones del medio ambiente, según la visión de Wallace. ¿Cómo salir de semejante callejón sin salida?

La solución de Wallace: "La inferencia que yo haría a partir de esta clase de fenómenos es que una inteligencia superior ha dirigido el desarrollo del hombre en una dirección específica y con un propósito específico".

Listo: Alfred Russell Wallace había llegado a la conclusión de que Dios mismo había creado el intelecto humano, apenas disfrazada por la expresión "inteligencia superior". Y sin embargo, estaba equivocado en un punto de su razonamiento.

Porque olvidaba algo que Darwin tenía muy claro: las adaptaciones no surgen para atender a una determinada función. 

En vez de ello, las adaptaciones surgen al azar, y las que mejor se presten para la supervivencia son las que prevalecen... sin que dicha adaptación se ajuste necesariamente como un guante a la necesidad que resuelven. Así, una adaptación que resulta útil para una determinada función, puede más adelante resultar útil para otra función diferente. 

El cerebro humano resultó útil para que los primitivos humanos pudieran cazar mamuts y osos cavernarios, pero no surgió exclusivamente para eso, sino que quienes desarrollaron tales cerebros quedaron en mejor posición para dicha caza, sobrevivieron... y sus descendientes descubrieron que ese mismo cerebro podía servir, además, para otras nobles funciones, tales como componer sinfonías o inventar la penicilina. 

He aquí el error elemental de Wallace, error nacido, eso sí, de su propia honestidad científica y de sostener ideas que eran valientes para su época.

Con permiso para reproducir, siempre y cuando se enlace adecuadamente con un link a http://vidacotidianitica.blogspot.com


domingo, 12 de enero de 2020

El Placer De Aprender

Pero Qué Es Aprender?

Podríamos decir que aprender es el proceso por el que una persona o un grupo social adquieren conocimientos, capacidades, habilidades, bagaje cultural, lenguajes, normas, creencias, reglas de conducta, inteligencias, ….

Aprender significa «adquirir el conocimiento de algo por medio del estudio o de la experiencia o la vivencia. Si nos fijamos en la etimología apprehendere significaba «coger», «tomar». Este concepto de tomar nos lleva a una primera reflexión: Aprender es una acto de voluntad. Cuando tomamos algo: tomar decisiones, tomar compromisos, incluso tomar una bebida, …) hacemos un ejercicio de tomar partido, de haber elegido algo. Por lo tanto el aprendizaje cotidiano depende de la actitud que tenemos ante la posibilidad de adquirir nuevos conocimientos. El motor es el hecho de optar, de tener conciencia, desde la curiosidad.

Sólo aprendemos lo que queremos aprender, lo que no fijamos desde el aprendizaje es fugaz y no lo incorporamos en nuestros comportamientos ni acciones. Querer aprender es un hecho indispensable en la construcción del conocimiento propio que vivimos cada día. Para optar, para tomar una decisión necesitamos saber y tener conciencia, por tanto aprender es una forma de hacer consciente la vivencia, la experiencia, desde la voluntad desde la comprensión «comprender»

Sólo aprende quien quiere aprender, aprender nos pide unos comportamientos específicos que nos han de encaminar el aprendizaje significativo en el que los contenidos nuevos se relacionan con conocimientos previamente adquiridos por la persona y que por lo tanto son la base nuevos aprendizajes significativos, por lo que quedan asimilados a la estructura cognitiva personal. Es un cambio metodológico que implica que la capacidad de aprender es el eje vertebrador del progreso personal Somos protagonistas de nuestro proceso de aprendizaje.

Aprender nos pide no tener un rol pasivo, nos mueve a tener flexibilidad y mente abierta para vivir la experiencia. Este hecho que nos permite profundizar en lo que conocemos. Aprender requiere un compromiso claro y exigente que facilita que podamos alcanzar aprendizajes potentes y perdurables que no nos permiten volver atrás.

Para aprender debemos ser como una esponja. Debemos observar y absorber y exprimir los conocimientos adquiridos. La capacidad de aprender nos pide que seamos capaces de observar, en el sentido de prestar atención. Podríamos definir la observación como la mirada atenta y continuada que nos permite descubrir, la realidad del entorno que nos rodea. Esta mirada nos ayuda ampliar la visión y por tanto a conocer, vivir y reconocer nuevas posibilidades que se traducen en aprendizajes que podemos aplicar en nuestra vida cotidiana.

También debemos ser capaces de absorber. Absorber información nueva constantemente nos ayuda a descubrir un abanico de posibilidades. La capacidad de absorber se fundamenta en la curiosidad, querer conocer, querer saber. Cuanto más sabemos, más queremos saber. La curiosidad nos activa la capacidad de escucha, ya que es escuchando cómo podemos saber más.

Pero el aprendizaje no tiene sentido sino se traduce en acciones de utilidad, en acciones de valor hacia el entorno social o personal. No debemos hacer un uso egoísta de los aprendizajes que logramos, es necesario que desde la generosidad, entendida como capacidad de generar oportunidades en los otros, seamos capaces de exprimir el conocimiento para hacer que éste se traduzca en mejoras tanto a nivel personal como en la relación con los demás. El aprendizaje aplicado al mundo laborar nos permite ser creativos pero nos pide el compromiso, la exigencia de compartir lo que sabemos para construir una sociedad más justa.

Seamos esponjas !!!!

La Disposición De Servir


Si tienes vocación de servicio, tienes que saber que este aparte de ser un valor, en sí, es todo un arte. Es la cualidad sincera que puede nacer de ti para servir. Es cuando tienes empatía con el resto. Es cuando tienes ese compromiso real de ayudar desinteresadamente a los demás. También, significa que eres proactivo, es decir, que no esperas a recibir indicaciones para realizar alguna acción que cumpla las expectativas del otro. Por lo contrario, te adelantas a los hechos.

Si generas empatía, ya sea con un conocido, amigo, pariente, compañero de trabajo, clientes entre otros, tienes la mitad del camino ganado. Pero, ¿qué es tener empatía? Es cuando te pones en el lugar del otro. También, es cuando tratas a los demás como te gustaría que te traten, entre otros puntos.

Tener vocación de servicio significa cuando tienes siempre el compromiso necesario, esa disposición para servir al otro, en cualquier contexto y sin hacer ningún tipo de diferencias, superando cualquier tipo de “barrera” ya sea personal o social. Es cuando eres servicial aquí y allá, es decir en todos lados.
Vocación de servicio es cuando consideras al otro sin esperar nada a cambio. Es una cualidad que logra identificarte como ser humano por lo cual eres bien considerado tanto por los demás como por ti mismo. En conclusión, tener vocación de servicio es cuando tienes una actitud de vida y de colaboración para con los demás.

Servir implica ayudar a alguien de una forma espontánea, es decir adoptar una actitud permanente de colaboración hacia los demás. Una persona servicial supone que traslada esta actitud a todos los ámbitos de su vida: en su trabajo, con su familia, ayudando a otras personas en la calle, cosas que aparecen como insignificantes, pero que van haciendo la vida más ligera y reconfortante. Es posible que recordemos la experiencia de algún desconocido que apareció justo cuando necesitábamos ayuda, que luego después de ayudarnos, se perdió y no supimos nada más.

Las personas que son serviciales están continuamente atentas, observando y buscando la oportunidad para ayudar a alguien. Siempre aparecen de repente con una sonrisa y las manos por delante dispuestos a ayudar, en todo caso, recibir un favor hace nacer en nuestro interior un profundo agradecimiento.

La persona servicial, ha superado barreras que parecen infranqueables para las otras personas:

– El miedo a convertirse en el que “siempre hace todo”, en el cual, las otras personas, descargarán parte de sus obligaciones, aprovechándose de su buena predisposición. Ser servicial no es ser débil, incapaz de levantar la voz para negarse, al contrario, por la rectitud de sus intenciones sabe distinguir entre la necesidad real y el capricho.

– Muchas veces nos molestamos porque nos solicitan cuando estamos haciendo nuestro trabajo, o relajados en nuestra casa (descansando, leyendo, jugando, etc).

En estos momentos pensamos ¡Qué molesto es levantarse a contestar el teléfono, atender a quien llama la puerta, ir a la otra oficina a recoger unos documentos… ¿Por qué “yo” si hay otros que también pueden hacerlo?

Cada vez que ayudamos a alguien, por pequeño que sea, nos proporciona esa fuerza para vencer la pereza, dando a quienes nos rodean, un tiempo para atender otros asuntos o simplemente, descansar de sus labores cotidianas.

Esperar a recibir atenciones tiene poco mérito y cualquiera lo hace, para ser servicial hace falta iniciativa, capacidad de observación, generosidad y vivir la solidaridad con los demás, haciendo todo aquello que deseamos que hagan por nosotros, viendo en los demás a su otro yo.




Tropezar Nos Enseña

Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.

Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añoraras terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado.

Con el tiempo aprendí que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo…. ante una tumba…, ya no tiene ningún sentido…

Pero desafortunadamente…esto solo lo entendemos con el tiempo.
Maduramos más con los daños que con los años

No es el tiempo el que nos hace entender que las derrotas merecen que miremos de frente y nos sintamos orgullosos de nosotros mismos. Son los daños y las punzadas en el estómago los que le dan la vuelta a nuestro mundo y desmantelan nuestra vida.

Con los daños aprendemos a resistir a lo que nos aprisiona, a pelear contra la fuerza de nuestros prejuicios, a dejar de lado nuestras ganas de rendirnos, a abandonar la queja, a hablar con nosotros mismos, a comprender la envidia, a deshacernos de modas y a descansar.

Cuando tropiezas y cuando sufres te das cuenta de que todo llega, todo pasa y todo se transforma. Y es que, por paradójico que resulte, el momento en el que empezamos a cambiar coincide con aquel en el que empezamos a aceptarnos tal y como somos.

Confianza Psíquica


“Aprender a usar la energía psíquica de manera sabia permite darle un mejor manejo a las adversidades que día a día enfrentan los humanos”

El cerebro es una estructura disipativa especialmente potente. Opera con la energía difusa de los entornos en los que se encuentra; una energía que parte del Sol, después pasa a los alimentos y, por último, llega al sistema digestivo. El cerebro convierte esa energía en energía psíquica (influjos nerviosos en el cerebro) para sentir, pensar, solicitar acciones al cuerpo y estructurar el entorno.

El cerebro es capaz de crear el orden y, potencialmente, joyas tecnológicas u obras de arte de una complejidad fuera de lo común.

Pero por supuesto, como todo sistema complejo, el cerebro humano puede permanecer también en un estadio yermo, estéril y desorganizado, incluso perjudicial.

Puede ser como un poderoso río que irriga las tierras fértiles y hace brotar culturas, jardines, ciudades y monumentos. Pero también puede ser como un impetuoso e incontrolado torrente montañoso que destruye todo a su paso.

En el primer caso, usted es el dueño de sus pensamientos y emociones:

Usted es capaz de movilizar su energía psíquica para tareas útiles que le aporten felicidad, serenidad y satisfacción. Va cada vez más lejos en el desarrollo de sus capacidades creativas y contribuye a mejorar el mundo a su alrededor.
Es apreciado en su entorno y los demás le tienen presente. Mantiene relaciones armoniosas con sus allegados y evita las situaciones complicadas y conflictivas.
En caso de decepción, problema o inconveniente, usted es capaz de reponerse y adoptar una estrategia transformadora.
La expresión “estrategia transformadora” fue creada por el psiquiatra George Vaillant en oposición a la idea de “estrategia regresiva”.
Adoptar una estrategia transformadora consiste, en caso de problema o accidente, en ajustar los objetivos a las nuevas restricciones y fijarse un nuevo fin realista, así como retomar tan pronto como sea posible la construcción, el avance y el progreso.
Esta capacidad de resiliencia, de acuerdo con la expresión consagrada por Boris Cyrulnik, le ofrecerá una felicidad auténtica y duradera, tanto ante los éxitos como en las adversidades.

En el segundo caso, en el que sus pensamientos son como torrentes salvajes que destruyen todo a su paso, usted se convierte en una víctima de sus emociones:
Pasa de una idea a la otra y de una exaltación excesiva al abatimiento más profundo con facilidad. Patalea sin aprender nada nuevo y perdiendo el tiempo, y haciéndoles perder también el suyo a los demás.
Cultiva pensamientos sombríos, pesimistas y que generan ansiedad. Deprime a los que le rodean, que tratan de evitarlo. No obstante, la primera víctima es usted mismo, ya que se impone un mundo interior que supone una prisión oscura y llena de criaturas hostiles e inquietantes.
Invierte demasiado tiempo en actividades que no le llevarán ni a ser más grande ni a progresar, como por ejemplo ver pasivamente la televisión, hojear las revistas sin interés, navegar por la red en busca de divertimento, vagar por las calles o los centros comerciales, pasar el rato en los bares o simplemente sentarse y no hacer nada.
A la mínima contrariedad usted explota o se hunde en una resignación enfermiza. Los desafíos le perturban e inquietan y prefiere huir de la realidad, por ejemplo, “ahogando” sus penas en alcohol u otros medios destructores. 

Vive en un estado de miedo, yendo desde la tristeza a la desesperación. Lo que usted sigue es una estrategia de regresión, y su vida parece dominada por el absurdo y el caos.

Si usted ha vivido episodios similares o se siente más identificado con el segundo caso, le invito a que siga leyendo. Está a punto de descubrir la fuerza de las estructuras disipativas en su cerebro para instalar en su mente el orden en lugar del caos.

Podrá convertir el torrente salvaje de su energía psíquica incontrolada en un tranquilo y poderoso río que le devuelva al camino del progreso y la felicidad.

Avanzar Paso A Paso


Seguro que a ti no te ha pasado pero, a que conoces a alguien que habiendo intentado algo una, dos o quizás tres veces, ha dicho algo parecido a: esto no me sale….yo no valgo para esto….. Esto no es para mí…… esto es imposible….. Estoy harto/a de fracasar….. Podría seguir pero creo que ya es suficiente y nos hacemos una idea.

Pues bien, esto que le pasa a gente a la que conocemos, es bastante común y me atrevo a decir que peligroso para cualquier tipo de avance o transformación personal.  En la vida real, las cosas no suceden al toque de una varita mágica, más bien requieren planificación, adquisición de herramientas y conocimientos, entrenamiento y perseverancia.

En los procesos de coaching hacemos mucho hincapié en la importancia de avanzar paso a paso. De hecho la mayoría de las veces lo más importante es dar el primer paso. Para dar ese primer paso en busca de un sueño o de una vida más plena y consciente, tenemos que traspasar un umbral.  Tenemos que cruzar esa línea imaginaria que nos enfrenta a nuestros miedos, que nos hace tomar conciencia de los obstáculos que vamos a encontrar.

Uno de esos obstáculos es el miedo a que como alguna vez lo intenté y no salió, ya nunca voy a poder hacerlo. Y yo me pregunto: ¿acaso tenemos una bola de cristal que nos indica el futuro? ¿quién te ha dicho que porque una vez o dos no salió es que nunca saldrá?

Tirar la toalla, y fingir que ya no nos interesa algo, puede salvarnos la cara delante de los demás, pero te aseguro que el daño interno es mucho más profundo.

Otro obstáculo muy común es proyectarnos a un futuro en el que todo ya está conseguido y olvidarnos de que para llegar allí, tenemos que avanzar paso a paso. Lo contrario será vivir de espejismos.

 ¿Podrías decirme cómo caminas? ¿Qué es lo que haces exactamente para caminar?

Ah!, pues va a ser lo mismo que yo, avanzar paso a paso, primero un pie y luego el otro y si te fijas y lo haces despacio, te darás cuenta de que pierdes un poco el equilibrio y parece que te vas a caer, pero no… sigues y das otro paso.

Pues esto mismo ocurre con todo en la vida real, esa que experimentamos instante tras instante.

En esta vida avanzamos paso a paso, nos caemos y nos volvemos a levantar, que nos miran y nos ven caer, pues genial, pero que nos vean también levantarnos, re-inventarnos, y darnos todas las oportunidades que necesitemos. 

Y si las cosas no salen a la primera recuerda que lo importante siempre es dar el siguiente paso.


Destraba Lenguas



 Los destrabalenguas se han hecho para destrabar la lengua. 

Para jugar a los trabalenguas con los niños se comienza diciendo lentamente cada frase y luego se continúa repitiéndolas cada vez más rápido.

Los trabalenguas son un juego de palabras con sonidos y presentan dificultad de pronunciación.

Puede ser muy divertido introducir los destrabalenguas en las actividades que tienen el propósito de enriquecer el lenguaje y favorecer la expresión oral de los niños. Permiten adquirir rapidez del habla, con precisión y sin equivocarse.

Los destrabalenguas permiten ejercitar y mejorar el lenguaje y la forma de hablar de los niños

1) Pablito clavó un clavito. ¿Qué clavito clavó Pablito?

2) Como poco coco como, poco coco compro

3) Tres grandes tigres tragones tragan trigo y se atragantan.

4) Me trajo Tajo tres trajes, tres trajes me trajo Tajo.

5) El hipopótamo Hipo está con hipo.
¿Quién le quita el hipo al hipopótamo Hipo?

6) Pepe Pecas pica papas con un pico.
Con un pico pica papas Pepe Pecas

7) Teresa trajo tizas hechas trizas

8) R con r cigarro, r con r barril,
rápido ruedan los carros,
cargados de azúcar del ferrocarril

9) Poquito a poco Paquito empaca poquitas copas en pocos paquetes.

10) ¿Usted no nada nada? No, no traje traje.

11) Juan junta juncos junto a la zanja.

12) ¡Qué ingenuo es Eugenio!
¡Y qué genio tiene el ingenuo Eugenio!

13) Cuca cose en casa de Coco Suca

14) Había un perro debajo de un carro,
vino otro perro y le mordió el rabo.

15) Las ruedas son redondas de aquel ferrocarril,
las ruedas son redondas para rodar sin fin.

16) Yo compré pocas copas, pocas copas yo compré,
como yo compré pocas copas, pocas copas yo pagué.

17) Cuando cuentes cuentos, cuenta cuantos cuentos cuentas,
porque si no cuentas cuantos cuentos cuentas, nunca sabrás cuantos
cuentos cuentas tú.


18) En el juncal de Junqueira juntaba juncos Julián.
Juntóse Juan a juntarlos y juntos juntaron más.


19) Si tu gusto gustara del gusto que gusta mi gusto,
gustaríamos los dos del mismo gusto.
Pero como tu gusto no gusta del gusto que gusta mi gusto,
disgusto se lleva mi gusto al saber que tu gusto no gusta del
gusto que gusta mi gusto.

20) María Chuchena su techo techaba, y un techador le pregunta:
“¿Que techas Maria Chuchena? O techas tu choza o techas la ajena?”
“No techo mi choza ni techo la ajena. Yo techo el techo de María
Chuchena.”

21)Erre con erre, guitarra; erre con erre, carril:
rápido ruedan los carros, rápido el ferrocarril.

22) Un podador podaba la parra y otro podador que por allí pasaba le
preguntó: Podador que podas la parra. ¿Qué parra podas?
¿Podas mi parra o tu parra podas?
Ni podo tu parra, ni mi parra podo, que podo la parra de mi tío Bartolo.

23) Mariana Magaña desenmarañará mañana
la maraña que enmarañara Mariana Magaña