martes, 7 de abril de 2020

No Repetir Lo Mismo


En algún momento, esa estrategia, recurso o solución que estás aplicando ahora a ese problema o dificultad te sirvió para obtener buenos resultados. En aquel momento, en el que estabas perdido, desolado y casi sin recursos para seguir, apareció de la nada, la aplicaste y funcionó. Por eso, has decidido utilizarla de nuevo ante esta dificultad, aunque ahora parece que los resultados no son tan exitosos.

Si bien es cierto que muchos problemas pueden solucionarse con las mismas estrategias que ya te dieron buenos resultados, hay otros en los que precisamente esta opción los complica. Así, repetir el procedimiento que ya nos sacó de una situación complicada es una forma de proceder inteligente.

Lo es siempre y cuando no lo hagamos de manera automática y contemos con que va a funcionar. Siempre que sepamos parar a tiempo y busquemos una alternativa cuando observemos que no funciona. Así, en este artículo, te propongo una visión diferente para observar tus problemas. Tú decides si seguir haciendo más de lo mismo o probar cosas distintas. Reflexionemos.

“Levantamos primero la polvareda y luego nos quejamos de no poder ver”
-Berkeley-

No hay mayor experto en un problema que la persona misma a la que le corresponde, ¿te suena raro o puede que te encaje? La persona que tiene un problema es la mayor experta en el mismo porque suele ser la que más tiempo ha convivido con esa dificultad o malestar. Incluso, la que sin querer a veces ha mantenido la situación a través de sus intentos de soluciones ineficaces, con el propósito de hacer desaparecer cuanto antes la experiencia o los resultados desagradables.

Tú eres el mayor experto en tu problema, la persona que más sabe sobre él, aunque quizás no te habías dado cuenta.

En ocasiones, quedamos “atrapados” en intentos de soluciones pasados, que quizá alguna vez surtieron efecto, pero que en otras situaciones, aunque creamos similares no tienen tanto éxito. La cuestión es que no nos damos cuenta y ahí nos estancamos

Lo hacemos repitiendo de manera sistemática lo que creemos que puede ser efectivo, pero que resulta inútil para resolver el problema en su forma actual. Inmersos en un círculo vicioso difícil de romper.
Así, hay casos en los que los problemas comienzan cuando una solución ineficaz se hace reiterativa en el tiempo y, lejos de encontrar la solución, lo que ocurre es que se perpetúa el problema y los resultados insatisfactorios.

Te propongo que observes al problema como si mantuvieras con él una relación de pareja. Cuando hay dificultades o discusiones, ¿qué sueles hacer para obtener resultados diferentes: seguir actuando de la misma manera o intentar llegar a un pacto o negociación con tu pareja? Normalmente, la opción es la última y ¿qué suele implicar este pacto? Algún cambio… ¡Pacta con tu problema!

De esta manera, si te paras un momento y reflexionas sobre lo que ocurre podrás identifica qué es lo que llevas intentando durante tanto tiempo y que a pesar de ello, no ha resuelto nada. Por lo tanto, en lugar de mantenerlo, puedes modificarlo o descartarlo.

Prueba a relacionarte con tu problema. Me refiero a observar y analizar tu forma de actuar. Te descubrirás en muchas ocasiones atrapado en el mismo agujero generado por hacer siempre lo mismo. Por ejemplo, si tienes un problema y siempre te quejas, ¿crees que solucionarás algo?, ¿no crees que existen varias alternativas como para enfocarte siempre en la misma?

Haciendo más de lo mismo, no esperes resultados distintos. Dale una vuelta, ¿no sería mejor optar por realizar algo diferente? Piénsalo… ¿O es que esperas que por quejarte de que las cosas no son como deberían la situación cambie por arte de magia? Cuando haces un bizcocho y se te quema, 

¿seguirás poniéndolo a la misma temperatura la próxima vez?

“Si lo que haces no funciona, no creas que eres incapaz, simplemente prueba a hacer algo diferente y observa lo que ocurre” 
-Giorgo Nardone-



Lo Que La Mente Nos Crea


Las emociones conocidas como primarias (miedo, sorpresa, aversión, ira, alegría y tristeza), son reacciones que pueden surgir de forma automática.
Son intensas y de corta duración.
Si cualquier emoción se prolonga, es porque está siendo "alimentada" por nuestros pensamientos.
Cada persona vive y expresa sus sentimientos de una forma muy personal.
Esto sucede por su carga genética y por las experiencias vividas, que hacen que perciba e interprete la realidad de manera diferente a los demás.

Las experiencias vividas, son como un cristal de color a través del cual vemos el mundo.
Esta percepción influye en nuestras emociones.
Ciertas experiencias nos hacen ver todo a través de un lente sumamente oscuro y otras, a través de uno claro y lleno de luz.

Sin embargo, nosotros podemos quitar ese cristal que distorsiona y afecta nuestra manera de ver al mundo y de reaccionar ante él.
Cuando ese cristal empezó a ser parte de nosotros mismos, no teníamos la capacidad, herramientas y fuerza necesarias, para evaluar y calificar adecuadamente lo que vivimos y nuestra forma de reaccionar.

Hoy ya no somos esos niños o adolescentes vulnerables.
Hoy podemos ver las cosas desde un punto de vista diferente, porque somos más fuertes y capaces.
Podemos solucionar los problemas o buscar ayuda, si la necesitamos.
Podemos manejar el dolor y nuestras emociones "negativas".
Cuando expresamos una emoción, es importante hacerlo en primera persona (yo me siento…) y no atacar o culpar al otro.
También es necesario ser claros y concisos, sin darle muchas vueltas, para que los demás entiendan fácilmente lo que estamos expresando.

Recuerda que luchar contra nuestras emociones, aumenta nuestro malestar y hace que nuestra atención y energía se centren en la emoción y no en la solución del problema.
Lo mismo sucede cuando nos enfocamos en negarlas o en quejarnos de ellas.

Conoce más detalladamente, la relación entre nuestros pensamientos y nuestras emociones y de la importancia de ciertas ideas y creencias, que nos pueden estar afectando.

Para controlar y disminuir las emociones que nos están perjudicando, necesitamos reconocer y aceptar los pensamientos que las mantienen o incrementan y modificarlos.
Esto no significa simplemente cambiarlos por un pensamiento contrario.
No se trata de cambiar el "no puedo, soy incapaz", por "si puedo, soy muy capaz", si no me creo esto último.

Se trata de hacer un análisis objetivo y detallado del porqué de dicho pensamiento y del motivo por el que es un pensamiento erróneo.

Recuerda que todo pensamiento que mantiene una emoción innecesariamente, es erróneo y por lo tanto es necesario modificarlo.


lunes, 6 de abril de 2020

La Sana Convivencia

Como todas las facetas de nuestras vidas, la convivencia necesita un aprendizaje. Desde que somos pequeños estamos relacionándonos con otras personas, tanto en el ámbito familiar como en el colegio o el vecindario. Vamos aprendiendo una serie de normas que van a regir nuestras relaciones sociales.

Los niños suelen ser egoístas e intentan satisfacer sus deseos y caprichos en cada momento. Al tener contacto con otros niños es cuandotienen que acostumbrarse a ceder y no pensar solamente en ellos. Para poder convivir con los demás, empiezan a adquirir una serie deconocimientos y reglas, que proceden tanto de sus padres y profesores como del propio contacto con otros pequeños. Es lo que denominamos educación.

Este concepto de educación es fundamental en la convivencia y comunicación con nuestros semejantes, y no debe entenderse únicamente como una serie de normas y convencionalismos sociales que debemos utilizar al tratar conextraños o con personas que no pertenezcan a nuestro entorno más próximo. Por eso, también en el ámbito familiar o con nuestro grupo de amigos y compañeros, debemos aplicar conceptos tales como tener paciencia, saber escuchar, respetar las ideas y opiniones de los demás, hablar con respeto, etc.

Elementos para una buena convivencia

El respeto: Cuando establecemos cualquier tipo de comunicación con otra persona, la primera premisa es aceptar la dignidad de esta persona como tal, sin prejuicios ni discriminaciones, y entender que puedan tener pensamientos y opiniones distintos a los nuestros. Esto no implica que no podamos discutir o combatir estas opiniones, pero siempre respetando a la persona.
La afabilidad: Entendiendo ésta como una actitud positiva en nuestra relación con los demás. Un ambiente de cordialidad facilitará nuestras relaciones con los demás pero si nuestra actitud es recelosa o indiferente, difícilmente nos llevará a una convivencia satisfactoria.
La inteligencia: En las relaciones sociales, las buenas intenciones no son siempre suficientes. Cuantas veces hemos visto a personas que tienen el dudoso don de la impertinencia y molestan continuamente sin ser conscientes de ello. Para tratar con inteligencia a los demás, es importante saber escuchar e intentar conocer a la otra persona y, en caso contrario, saber callar en determinados momentos. Una persona socialmente inteligente sabe estar y comportarse con personas muy diversas, social y culturalmente, aunque haya tenido quizá menos formación en la infancia.

La educación: Es una de las bases de una buena convivencia, y la podemos considerar como un compendio de los puntos anteriores.

El Enojo


Una de las expresiones faciales más reconocibles en las personas, por muy sutil que sea, es la que refleja el enojo o el enfado como consecuencia de alguna inconformidad. Ceño fruncido, barbilla proyectada hacia adelante, movimientos evidentes de los fosas nasales, labios apretados, entre otras, son las señales más evidentes de este estado que todos los humanos hacemos sin que nadie nos lo enseñe, es puramente instintivo. ¿Te has preguntado qué sentido tiene esta expresión y por qué ha evolucionado hasta tal punto que todas las personas la hacemos parecida? Veamos que dice la ciencia.
La expresión de facial de la ira

La expresión de la ira de la que hablamos, a diferencia de gestos que hacemos con las manos o con el resto del cuerpo, es una expresión que se repite en todas las culturas del mundo por muy diferentes que estas sean, es lo que se dice, un gesto universal. Como mayor prueba de que es un reflejo innato y no aprendido, se ha comprobado que incluso los niños con ceguera congénita repiten la cara de enojo sin siquiera haber visto esa expresión en toda su vida.

La cara enfadada es la respuesta a la acción de siete grupos de músculos distintos que se contraen de una manera altamente estereotipada, y los científicos han intentado comprender por qué la evolución eligió esas contracciones particulares para señalar el estado emocional conocido como ira y su sentido biológico.

Según un estudio reciente, la cara de enojo parece haber evolucionado como un mecanismo intimidatorio ya que la misma otorga una percepción de fortaleza extra que es percibida por el contrario, lo cual puede ser un detonante para que este evite el conflicto, ya que el individuo enojado puede aparentemente ser capaz de provocar daños si no se apacigua.

Para comprobar sus teorías, los científicos diseñaron unas caras masculinas por ordenador en las que mostraron por separado expresiones faciales típicas de una cara de enojo, en especial aquellas en las que participaban las cejas, los pómulos, los labios, la nariz o la barbilla. En todos los casos, aunque no se identificara por los voluntarios que el rostro era de enfado, sí les dio la impresión directa de que estos correspondían a hombres físicamente más fuertes que las caras sin estas expresiones. 

Por lo tanto, dado que las personas que son juzgadas como más fuertes tienden a salirse con la suya con más frecuencia que otras en igualdad de circunstancias, la conclusión para explicar la evolución de la cara de ira en los humanos es simple según el estudio: se trata de una exhibición de fuerza.


Esta, por supuesto, es solo una apariencia que exagera la capacidad de lucha, lo cual no se corresponde siempre con la realidad, como ocurre en otros animales, por ejemplo en las ranas que se hinchan o los babuinos que enseñan largo tiempo sus caninos. Sin embargo, suele funcionar, por lo que con el paso de los siglos la selección natural hizo lo suyo y se fijaron las características que favorecían a aquellos que tenían mayor éxito en la resolución de los conflictos a su favor, en este caso, los que expresaban mejor la ira en sus rostros.


Diferencias


El ser humano es un animal desde el punto de vista biológico, la única diferencia entre éste y los antropoides es el número de cromosomas, los humanos tienen 23 pares y los monos tienen 24. También desde el punto de vista anatómico, los humanos tienen dientes y mandíbulas distintas, posición erguida y tamaño del cerebro más grande.

Sin embargo, esto no es lo único que nos distingue de los animales. El ser humano es diferente en su comportamiento, por su vida cultural y por su inteligencia humana.

Diferencias de comportamiento:

Capacidad de simbolización. El ser humano es capaz de comunicarse a través de símbolos mientras que el animal solo puede mediante signos naturales.
Vida en la realidad. Los humanos pueden ver la realidad del mundo y su propia realidad, mientras que los animales solo captan lo que los rodean como estímulos a responder.
Conciencia del propio cuerpo. Es conocer que sabemos de nuestra existencia,  situación,  impulsos, pretensiones, límites y  poder. Los animales en cambio, tan sólo viven sin ser conscientes de su libertad.
Libre albedrío. Es el único animal capaz de elegir, de poder decir no.
Inconclusión. Siempre tiene el deseo de más o de otra cosa. De proyectar hacia al futuro.
Ensimismamiento. Actuar desde sí mismos y no por factores externos, por eso se dice que los que actúan debido a las circunstancias o por los demás, han dejado de ser humanos.
Imaginación. El ser humano puede soñar, fantasear y tener ideales.
Razonamiento.  El ser humano puede pensar, reflexionar, analizar y evaluar.

Vida Cultural
Al lado del comportamiento, la vida cultural, es la característica más distintiva del ser humano. El ser humano puede comunicar y transmitir experiencias vitales, imaginar, anticipar el futuro y explorar opciones.
Inteligencia humana
A menudo se dice que él animal más inteligente es el delfín o que cierto perro domesticado es muy inteligente. Pero entonces si un perro es muy inteligente ¿porque no puede aprender hablar? Aparte de las características biológicas esto se debe a que el ser humano posee una inteligencia distinta a la  del animal. Se distinguen entonces dos tipos de inteligencia: la animal y la humana.

La inteligencia animal es la capacidad de modificar el medio o utilizar algún instrumento para satisfacer necesidades vitales. (Cortina 17) Por ejemplo las aves construyen su nido utilizando ramas y las chimpancés utilizan dos cañas para alcanzar una banana de un alto árbol.

La inteligencia humana es la capacidad de aprehender las cosas como reales, de convertir signos en símbolos y concebir ideas universales y abstractas. (Cortina 17) Los humanos también construyen instrumentos para sobrevivir, pero los animales se limitan a una determinada situación y el hombre construye para situaciones similares,  sin límites de espacio y tiempo.


Ética ;Lo Bueno Y Lo Malo

Resulta difícil escribir sobre ética y lo que es bueno o malo, no porque yo no tenga claro lo que debo o no debo hacer, pero creo que es un tema difícil de encarar porque todos tenemos nuestra propia opinión formada sobre lo bueno y lo malo y que, con certeza, su percepción difiere entre una y otra persona. Lo que algunos jamás se atreverían a hacer, otros lo hacen todos los días, pero lo esconden o maquillan para que no se sepa.


Evidentemente, hay cosas obvias en las que se diferencia lo bueno de lo malo fácilmente. Pero hay muchas situaciones en que esa diferencia depende del punto de vista de cada quien y de la situación particular del momento (el contexto), y ese punto de vista puede llevar a las personas a cometer actos que pueden ser ilegales o, en el mejor de los casos, poco éticos. 

Como ejemplo podemos citar el caso reciente de Volkswagen y quien hasta el viernes pasado fue su presidente (Martin Winterkorn), al que la fiscalía alemana está acusando de fraude. Supuestamente, de acuerdo a la información en los medios de comunicación, Volkswagen engañó a las autoridades de varios países y a sus clientes con respecto a las emisiones reales de algunos modelos de sus motores diesel. De ser cierto lo que se ha informado, Volkswagen usó un software que manipulaba la información de las emisiones de gases para hacer ver que sus motores cumplían con las leyes de regulación ambiental.

¿Qué hace que una persona se comporte de esta manera? ¿Cómo es posible que personas de tan alta posición en sus correspondientes organizaciones tengan comportamientos poco transparentes? En defensa de estas personas, dándoles el beneficio de la duda, se puede pensar que no fueron directamente ellos los que cometieron esos supuestos delitos pero entonces queda cuestionado inmediatamente su liderazgo, su influencia y su capacidad de dirección dentro de la organización, lo cual no es menos grave.

Las personas nos movemos por prioridades y por incentivos. Tratamos de lograr aquello que nos es prioritario, bien sea por una satisfacción personal, por una obligación contractual o moral, o porque nos sentimos responsables de las consecuencias de no lograr las metas prioritarias. Generalmente, ese logro viene asociado a algún incentivo monetario, a alguna satisfacción personal o a alguna obligación con la sociedad, con nosotros mismos, con nuestra comunidad, etc. (el incentivo de muchos voluntarios es simplemente la satisfacción de ayudar a los demás). Muchas veces, en mi opinión, se presentan conflictos entre lograr los objetivos prioritarios y la manera cómo lograrlos.

Muchos pueden pensar que se debe lograr esos objetivos a cualquier costo, particularmente cuando el incentivo es económico. Sin embargo, ese costo debe estar dentro de las leyes, los principios y valores tanto personales como de la empresa donde se trabaja y el compromiso por no hacer nada que cause daño a los demás. Las personas nos movemos por prioridades y por incentivos. Tratamos de lograr aquello que nos es prioritario, bien sea por una satisfacción personal, por una obligación contractual o moral, o porque nos sentimos responsables de las consecuencias de no lograr las metas prioritarias. 

Generalmente, ese logro viene asociado a algún incentivo monetario, a alguna satisfacción personal  o a alguna obligación con la sociedad, con nosotros mismos, con nuestra comunidad, etc. (el incentivo de muchos voluntarios es simplemente la satisfacción de ayudar a los demás). Muchas veces, en mi opinión, se presentan conflictos entre lograr los objetivos prioritarios y la manera cómo lograrlos. 

Muchos pueden pensar que se debe lograr esos objetivos a cualquier costo, particularmente cuando el incentivo es económico. Sin embargo, ese costo debe estar dentro de las leyes, los principios y valores tanto personales como de la empresa donde se trabaja y el compromiso por no hacer nada que cause daño a los demás.


domingo, 5 de abril de 2020

Frases para motivarse y luchar por nuestros sueños

Piénsalo, después motívate, inténtalo y lucha hasta conseguir lo posible e imposible en la vida.
Algún día diré "no fue fácil, pero lo logré".

Si lo puedes soñar, lo puedes hacer. Todo depende solo de ti.

La única persona que estará contigo toda la vida, eres tú. Así que ámate, considérate, cuídate y vive orgulloso de ti.

MANTÉN en tu vida gente que de verdad te quiera, te anime, te inspire, te motive, te haga mejorar, te haga feliz...

Si estás con personas que NO hacen nada de lo anterior: ¡Deja que se vayan!
La vida te va a poner piedras en tu camino. Depende de ti lo que haces con ellas, una pared o un puente.

No te conformes con lo que necesitas, lucha por lo que verdaderamente te mereces.
Ningún soñador es demasiado pequeño, ni ningún sueño es demasiado grande.

Esta es tu VIDA, haz lo que te gusta y hazlo seguido...
l
A VIDA ES CORTA, vive tus sueños y comparte tu pasión.

Un día brillante depende más de TU ACTITUD, que del Sol.


Seguro Alguien Tiene Razón



Me ataca la inquietud: la sospecha de que siempre hay, en algún lado, alguien que entiende y que lo dice. Que alguien, en algún lugar, tiene razón.

Leo y lo releo y me ataca de nuevo esa inquietud: la sospecha de que siempre hay, en algún lado, alguien que entiende y que lo dice. Que alguien, en algún lugar, tiene razón.

Y la zozobra y la impotencia de no saber cómo distinguirlo de los millones de tonterías que escribimos los demás. 

Es horrible pensar que nadie entiende nada; mucho peor es saber que hay alguno que sí pero uno no es capaz de descubrirlo. Por suerte, me digo, si lo descubriera no podría estar seguro de que tiene razón hasta tanto después. 

Pero ése es otro asunto. Algún día vamos a discutir qué significa estar seguro. Algún día vamos a saber qué significa saber. Lo brutal es que hay alguien, en algún sitio, en algún texto, que ya lo sabe. 

Desalineados


Cuando somos sinceros, nos comunicamos con transparencia. No fingimos y llegamos al otro sin corazas. Esta sinceridad se fortalece cuando estamos alineados en pensamientos, palabras y acciones. En cambio, cuando nuestras palabras expresan un mensaje mientras nuestro cuerpo está transmitiendo otro, estamos desalineados. Esto indica que nuestro diálogo interior no es claro, ni fluido. Quizá ni siquiera nos planteamos esa conversación entre corazón y mente, entre intuición y lógica.

Decirse la verdad a uno mismo es difícil. Según Epicuro, los tres pilares de una buena vida son la cultura, la amistad y el diálogo basado en la palabra. Esta debe ser profunda y verdadera para que todo tenga sentido y contenido. La dificultad radica en la falta de diálogo sincero con uno mismo. Las causas que nos lo dificultan son varias:

"Hay voces internas que nos hablan: el miedo, el ego, la avaricia, los deseos, el pasado... ¿a qué decimos sí y a qué decimos no?"

- Nos parece complicado mirar hacia nuestro interior. No se nos ha educado en ello. La sociedad del consumo y del entretenimiento provoca estímulos que nos distraen, y nos olvidamos de nosotros mismos. Es lo que buscan muchas personas, mirar hacia fuera antes que ordenarse por dentro. 

Muchas caen en un consumismo fácil, que les arrastra además a una carga económica adicional.
"La mayor parte de las personas occidentales son más testigos que ciudadanos que participan y reaccionan", me dijo recientemente Federico Mayor Zaragoza. Si mantuviéramos un diálogo sincero con nosotros mismos, adoptaríamos posturas más radicales, más transformadoras de la realidad. Dejaríamos de ser espectadores para ser actores que inciden en el mundo y lo transforman. 

Para ello, Gandhi ya nos dijo que "debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo". El cambio empieza en cada uno de nosotros y se basa en ser sinceros con lo que queremos.

Hablarnos con honestidad
"El diálogo más difícil es el que debemos mantener con nosotros mismos" (Epicuro)
- Tememos ver nuestras sombras interiores, nuestros miedos y nuestra vulnerabilidad. Huimos de ello viviendo hacia fuera. "No te entregues a tus miedos -dice el alquimista en la obra de Paulo Coelho-; si lo haces, no podrás hablar con tu corazón".

- Dedicamos poco tiempo a la reflexión y al auténtico diálogo. Tenemos conversaciones pendientes con nosotros mismos y con otras personas. Al irlas posponiendo, funcionamos más con el piloto automático, con patrones de comportamiento "habituales". Las conversaciones sinceras nos facilitan ver con claridad lo que tenemos que conservar, mejorar o modificar. Hagamos una lista de conversaciones pendientes y dediquemos un tiempo para tenerlas. Dejemos de posponer y abrámonos al diálogo.

- Nos preocupa excesivamente la opinión de los demás. Nos evaluamos basándonos en la visión que el otro tiene de nosotros. Pero seríamos más felices y tendríamos una mejor autoestima si nuestro sistema de autoevaluación se rigiera por nuestros valores, nuestra ética de la responsabilidad y nuestro diálogo interior. Sin embargo, desde jóvenes aprendimos a depender de la aprobación ajena. 

Cuando hacíamos algo correcto según su mirada, se nos consideraba buenos. Y confundimos esa mirada de aprobación con amor. Pero cuando hacíamos algo erróneo según su mirada, se nos etiquetaba de "malos" y se nos negaba esa ola de energía apreciativa. Así aprendimos desde la infancia a creer en "ser bueno" o "ser malo" y creció en nosotros el sentimiento de culpa, cuya esencia es el autorreproche moral. Aunque preferimos culparnos que cambiar un patrón. Ser sinceros con nosotros mismos es ir a la raíz de lo que debemos arreglar. La culpa nos avisa de ello. Si nos disponemos a verlo, a dialogar y a aclararlo, vamos bien encaminados.

Estamos constantemente conversando con nosotros mismos. Incluso cuando no somos conscientes de ello, nuestra mente está en una cháchara constante. Cuando los pensamientos que creamos son inconexos entre sí, las palabras provocan ruido mental, que supone una polución de pensamientos inútiles y sin sentido. En esos momentos es bueno pararse, respirar profundo, centrarse y conectar con lo que sentimos. Así recuperaremos la sinceridad de la palabra que surge del corazón.

Ser sinceros con nosotros mismos implica escucharnos. Hay muchas voces internas que nos hablan, como son la voz del miedo, del ego, de la avaricia y los deseos, del pasado, de la autoestima, de los valores, de nuestros anhelos más profundos, además de las voces de las personas que tienen relación con nosotros y que nos dan su opinión. Para tomar decisiones adecuadas es necesario tener un buen discernimiento. ¿A qué decimos sí y a qué decimos no? Necesitamos estar centrados. Eso se consigue meditando.

 También nos ayuda a decidir el tener claros nuestros objetivos. Así podremos evaluar cuáles de las oportunidades que se nos presentan nos acercan a lo esencial y cuáles nos alejan. Aunque en nuestra conciencia sabemos que a veces deberíamos decir "no", decimos "sí" por miedo a ofender, a parecer incapaces, por vergüenza, para evitar un enfrentamiento o incluso por culpabilidad de no estar ahí para alguien. Entonces es un "sí" con sumisión, en el que nos dejamos llevar por la inercia. Gandhi escribió: "Debemos negarnos a dejarnos llevar por la corriente. 

Un ser humano que se ahoga no puede salvar a otros".


La Mejor Disposición

De pronto, y sin que sepas muy bien cómo, el universo entero parece hilar sus dedos artesanos para traerte cosas buenas, aquello que esperabas, aquello que sin duda mereces y que tu propia esperanza había dado por perdida.

¿Por qué no? Algunos lo llaman suerte, otros designios, unos pocos hablan de ley de la atracción, pero en realidad… ¿Quién puede negarte que tu esfuerzo, dedicación y voluntad haya tejido su propia cuerda para que al final de la misma se hallara aquello que esperabas?

“Las cosas buenas llegan a quien sabe esperar y a quien disfruta por fin de esa suerte que se ha ocupado en forjar jornada tras jornada. Es el destino, es la oportunidad y la fuerza interior de uno mismo conjugadas para traernos las cosas maravillosas que dan vida a nuestro corazón”

Si eres una persona que suele ver con gran escepticismo eso “de que las cosas buenas llegan de improviso si uno sabe esperar”, merece la pena que reflexiones con nosotros sobre estos sencillos aspectos. La magia, la suerte, la providencia y las cosas hermosas de la vida están a la vuelta de muchas de nuestras esquinas. Solo hay que sabe doblarlas, saber recorrer el camino con la mente abierta y el corazón dispuesto.

Como puedes intuir hay muy poco de magia en estos conceptos. Tampoco es una idea sacada a la fuerza de los manuales de autoayuda con los cuales, vender un slogan vacío.

La creencia en uno mismo mueve montañas y es nuestra auténtica fuerza vital. ¿La tienes tú? Te invitamos a poner en práctica estos sencillos consejos para permitir que las cosas buenas, lleguen a tu vida con la sutileza de quien por fin, ve el amanecer en su vida.













La Inagotable Capacidad De Dar Más


Todos los días hay que esforzarse para sacar adelante el trabajo. Si fuese fácil quizá no se llamaría trabajo. Aún cuando hagas algo que te apasiona, siempre habrá tareas que exijan un poco más de ti, y que por lo tanto te desgasten. Sin embargo, sin importar las múltiples cosas que hayas hecho en el día y lo cansado que estés, siempre da un poco más.

Por lo general se tienen labores que hay que hacer durante la jornada laboral, y por muy sencillas que parezca, siempre va a costar trabajo hacerlas cuando se tiene interrupciones en la agenda, o cuando hay que cambiar completamente las actividades del día, por el motivo que sea. Y esto es bastante común, pero dar un poco más a pesar de ello vale la pena.

Hay que alejarnos del conformismo, porque hacer únicamente lo que nos corresponde hacer no nos llevará a ningún lado. Es decir, mira a tu alrededor, muchos hacen sus labores esperando que el reloj marque la hora de salida, para huir inmediatamente. Esto es el resultado de un conformismo laboral muy generalizado.

No digo que tengas que quedarte más tiempo en el trabajo, lo que digo es que no te conformes. A lo que hagas ponle un plus, para que tu trabajo destaque de la media. Esta es la única forma válida que conozco para sobresalir del promedio. ¿Y sabes que le pasa a la gente que sobresale? Se le presentan mejores oportunidades laborales.

enfoco en la cuestión laboral porque es donde por lo general suele complicarse eso de poner un poco más aparte de lo que se exige. Sin embargo, eso de dar un extra es válido para cualquier actividad, y con el tiempo dicho esfuerzo te será retribuido. Si haces ejercicio da un extra corriendo un minuto más, por ejemplo.

Si vas a estar con tus amigos para divertirte da un extra, que también en este aspecto es válido. No digo que todos los días se pueda poner un poco más de nuestra parte, porque hay veces que lo único que se quiere es llegar al final del día para comenzar otro, todos sabemos que a veces es así. 

Pero muchos días más si que se puede, y te invito a hacerlo.


sábado, 4 de abril de 2020

Hazlo Tu Mismo


Dicen que quien mucho espera, se decepciona y que quien nada espera, se sorprende. Es por esto que me parece mucho más atractivo vivir asombrado. Sin embargo, es verdaderamente difícil no esperar nada de nadie…

Si quieres sentirte defraudado, entonces pon toda tu ilusión en que suceda algo o en que alguien haga algo. Tus expectativas tienen mayor poder para hacerte daño cuanta más esperanza pones en ellas. Así de simple.

Lo cierto es que la vida es un misterio que merece ser vivido. En este sentido, lo recomendable es no estar pendientes de manera constante de lo que va a suceder o de cómo se van a comportar los demás con nosotros.

Estamos cansados de que nuestros planes al final nunca salgan bien, o de que sentir que nuestros amigos, nuestros compañeros, nuestra pareja o nuestra familia nos han fallado. Pero es muy complicado dejar de esperar que tu pareja esté en cada momento a tu lado o que tus amigos estén siempre disponibles es harto difícil para la gran mayoría. 

Si nos paramos a pensar sobre esto, nos daremos cuenta de que no es algo que solo nos afecte a nosotros porque nos sentimos defraudados, sino que estamos coaccionando a los demás y privándolos de su libertad de acción.

Esto se acaba convirtiendo en la pescadilla que se muerde la cola; es decir, que entramos en modo bucle, no avanzamos y enquistamos más el problema.

Para darnos cuenta de esto deberíamos de pensar lo que nos sucede a la inversa, o sea, cuando alguien espera algo de nosotros y así nos lo muestra. ¿Verdad que cuando esto ocurre te sientes con cierta “obligación moral”?

Como consecuencia de ello acabamos quemándonos y, en no pocas ocasiones, actuando en modo rebote. Es decir, que cuanto más esperen de nosotros y más hagamos por cumplir esas expectativas, más probabilidad habrá de que nos rebelemos y actuemos como nos plazca.

A veces llegamos incluso a actuar en contra de nuestra voluntad solamente por reafirmarnos. Esto ocurre con mucha frecuencia en las relaciones de pareja y es que, cuanto más se solicita, más probabilidades de saturación tenemos.

Lo ideal es que para no defraudarnos y no agobiarnos no esperemos nada de nadie, sino que dejemos que la vida fluya como corresponda.

Cuando dejemos de ponernos este tipo de trabas notaremos que todo se vuelve mucho más simple, que podemos decirle adiós a las necesidades y que hemos descargado piedras de nuestra mochila.
El objetivo último es enmarcar nuestras expectativas en nosotros mismos y no en los otros, 
pues además de que muchas veces somos injustos nos conduce a la decepción.  Este desencanto o desilusión suele producir cierta desconfianza y, por lo tanto, estados emocionales indeseables y actitudes poco saludables.

Estamos tan enfermos de certeza que no conseguimos tolerar la incertidumbre en nuestras relaciones. Por esta razón, la única medicina que puede evitar que nos sintamos abandonados o defraudados es trabajar nuestros miedos y nuestros aspectos emocionales más íntimos de tal manera que no dependamos de los demás para ser felices.

Es decir, es muy angustiante pensar que la persona que amas puede dejar de hacerlo, pero cuida que ese miedo no vaya unido a inseguridades e idealizaciones.

Que alguien no esté pendiente de ti a cada segundo o que no tenga el detalle que tu hubieses tenido no quiere decir que no te quiera. Simplemente significa que sois personas diferentes.

Ahora bien, si alguien no te atiende nunca no se trata ya de una cuestión de expectativas, sino de falta de respeto y de interés. Aunque por suerte o por desgracia esto solo se aprende a base de golpes, o sea, con la experiencia.

Volviendo al tema principal, si no quieres decepcionarte, no te esclavices esperando a que los demás actúen como tú consideras adecuado o esperas. 

No estés continuamente pendiente de que los demás muevan la ficha, pues hay partidas en las que tenemos que jugar solos.



Proyección Ciudadana

Tiene identidad. Conocer la historia del lugar donde se vive sirve para estar identificado con él. Sin embargo, eso no significa aprender una historia sesgada, como suele ocurrir cuando es escrita por los vencedores. La versión de los derrotados también es importante. Así mismo, es necesario conocer lo bueno y lo malo, las fortalezas y debilidades del municipio, el departamento y el país.


Está informado. No basta con saber qué significan los colores de la bandera, quién escribió el himno nacional o cuántas constituciones ha tenido Colombia. Hay que saber cuáles son los derechos y los deberes que señala la Constitución Nacional, qué es el Derecho Internacional Humanitario, qué leyes se están tramitando en el Congreso, etc.

Es deliberante. El que delibera examina atentamente pros y contras de una decisión. No traga entero, analiza y pide razones y explicaciones, y las da cuando quiere convencer a otros.

Participa. Estar informado y ser analítico obliga a no quedarse con ese conocimiento. El buen ciudadano comparte sus saberes con los demás y toma parte de acciones que sirven a la comunidad. Además, está pendiente y alerta de los mecanismos de participación que existen en su entorno: colegio, empresa, conjunto residencial, etc.

Se rebela. Indignarse ante la arbitrariedad es una de las características más importantes de un buen ciudadano. Si se tienen claras las reglas del juego y estas se incumplen sin justificación, es obligación oponerse a ello. No se trata de recurrir a las vías de hecho sino a las de derecho o mejor, a las institucionales. Para ello es indispensable conocer cómo operan la tutela, las acciones populares, los derechos de petición y otros mecanismos que ayudan a las personas a ser oídas o incluidas.

Es ético. La moral es una cuestión complicada. Los narcotraficantes, por ejemplo, trastocaron valores como la amistad, el honor y la honestidad. En nombre de ellos asesinaron a cientos de personas. Por eso, es importante identificar los valores que son reconocidos por todos y después seguirlos al pie de la letra. La ética precede la técnica, la ciencia y el poder.

Vela por el bien público. Sus conocimientos, su posibilidad de participar, de rebelarse ante las arbitrariedades, lo obligan a buscar que prime el bien público sobre el particular. De igual forma, vela por el bienestar de los más débiles.

No basta con cátedras y clases de ciudadanía, enseñar a los niños a ejercerla de manera ejemplar resulta más eficiente con la práctica. Los gobiernos escolares, los espacios de deliberación en el aula y la creación de proyectos que tengan impacto en la comunidad sirven para que los menores entiendan el significado de esa palabra.


Por ejemplo, los proyectos que buscan cuidar el medio ambiente o proteger a los más débiles (ancianos, huérfanos, etc.) ayudan a los niños a entender qué es ser buen ciudadano. No solo pueden hacerse, es obligación hacerlos, señaló Helen Haste, doctora en psicología de la Universidad de Bath (Inglaterra).Haste también propuso que se les enseñe a manejar sus emociones para que no se dejen llevar por ellas.

Asumir El Comando

 ¿Quién no ha visto alguna vez en la televisión, periódicos, libros…. un ángel y un demonio discutiendo entre ellos para convencer a la persona para que realice o no una acción?

El neurólogo Sigmund Freud describe un esquema mental a partir de tres instancias denominadas Ello (el demonio), Yo (la persona, Homer) y el Superyó (el ángel).

Ello
El Ello se refiere a la parte más profunda, primitiva, desorganizada e innata de la personalidad. 

El Ello  se presenta de forma pura  en nuestro inconsciente y está presente desde el nacimiento (el ello no es sinónimo de inconsciente). Representa nuestros impulsos, deseos y necesidades más elementales y primitivas  del ser, de cubrir sus necesidades fisiológicas inmediatamente sin considerar las consecuencias.

Está constituido por impulsos tan básicos como la tendencia natural a satisfacer el hambre, la sed y la sexualidad, las que Freud llamó pulsiones de vida, alimentados por el libido. Mas tardé Freud descubrió y matizó la pulsión de la muerte, responsable de las conductas de tendencia agresiva y destructiva.

Yo
El Yo tiene como fin cumplir de manera realista los deseos y demandas del Ello y a la vez conciliándose con las exigencias del Superyó. Todas las acciones ejecutadas son analizadas por el Yo amenazando con el castigo en caso de incumplimiento. 

El Yo nos permite reconocer las acciones que realizamos, a elegir el camino a seguir, y razonar los impulsos con tal de no ceder lugar a la liberación libidinosa, y velar por la integridad general de la realidad. Es el primer paso del reconocimiento, para afrontar las alegrías, culpabilidad o castigo.

Superyó
El superyó es la parte que contrarresta al Ello, representa los pensamientos morales y éticos adquiridos y aprendidos por la cultura. Consta de dos subsistemas: la consciencia moral se refiere a la capacidad de la autoevaluación, la crítica y el reproche.


En algunas publicaciones en el idioma español se puede encontrar los términos ello, yo y superyó en latín, como id, ego y superego, respectivamente. 

Estas formas fueron adoptadas en un principio por James Strachey en su traducción de la obra de Freud al inglés, titulada Standard Edition y publicada entre 1953 y 1974. Los términos originales utilizados por Freud se encuentran en idioma alemán: das Es, das Ich y das Über-Ich —respectivamente, el ello, el yo y el superyó (literalmente sobre yo)—. 

Freud tomó prestado el término "das Es" de Georg Groddeck, un médico alemán por cuyas ideas no convencionales Freud estuvo muy atraído (los traductores de Groddeck traducen el término desde el inglés como «el ello»).


Los Tiempos Del Tiempo

Reloj no marques la horas… rezaba la letra de una conocida melodía ya un tanto añosa en la que se enfrentaba la inexorabilidad de la duración del tiempo físico con las necesidades de un corazón sufriente y es que el concepto de tiempo no estaría completo si no lo viéramos también desde el punto de vista personal, como vimos que algunos sostienen. 

Este es un tiempo elástico, de cronología incierta, de períodos no uniformes ni iguales, cuya duración está determinada por las circunstancias que atraviesa el medidor. 

No es, sin embargo, un tiempo ficticio ni artificioso porque asienta su realidad en las honduras del alma en donde se manifiesta como sensación palpable e influyente. Es el tiempo tal cual lo sentimos en nuestro yo único y personal. Por eso decimos que los años de la infancia transcurren lentos y largas son las extensiones de su marcha mientras que los de la edad adulta, cortos y veloces, corren en desaforado galope hacia su inexorable y azaroso final. 

Para su mejor estudio, los historiadores han dividido la historia del mundo en eras para la remota antigüedad geológica y en edades para épocas más cercanas. Ambas son mensuras del tiempo, pero mientras en la primera se basa exclusivamente en el tiempo físico (el tiempo de los astros que pueblan el universo, podríamos decir), en la segunda entran tanto este último como el tiempo de los hombres, es decir, el tiempo que viven los hombres según su propia subjetividad. 

Como el hombre es por naturaleza gregario, lo que supone que sólo puede vivir y desarrollarse dentro de las comunidades que conforma, cuando hablamos del tiempo de los hombres, estamos refiriéndonos al tiempo de las sociedades que los aglutinan, llámense tribu, clan, nación, en épocas que van desde la remota prehistoria hasta la creación del Estado Moderno, entre los siglos XlV y XV, cuando los reyes respaldados por la burguesía aprovecharon la crisis del feudalismo para retomar su poder, conformándose una nueva forma de organización de la sociedad occidental que cuenta entre sus componentes constitutivos fundamentales el territorio, sus fronteras geográficas y el elemento síntesis por excelencia, la soberanía nacional. 

Operan en el Estado Moderno organismos que son fundamentales para materializar el poder soberano de los mismos y que desempeñan funciones de interés público como son las Fuerzas Armadas asignadas a la función Defensa. Reina actualmente entre los estudiosos e investigadores de las diversas disciplinas un palpable espíritu de convergencia, alejado de toda exclusión y refractarias soberbias. Hasta la filosofía y la religión encuentran fronteras comunes al igual que las ciencias llamadas duras con las sapiencias humanísticas. Esto viene a reactualizar lo sostenido por el presocrático Anaxágoras cuando decía que todo tiene que ver con todo, que nada puede existir aislado. 

He aquí, por un extendido carácter transitivo, como se conectan el vago concepto de tiempo con el concreto de Defensa y Fuerzas Armadas, lo cual justificaría de algún modo la inclusión en los textos navales de la materia de un breve análisis de la esencia del tiempo antes de encarar el específico de su medición.