martes, 30 de mayo de 2017

Apariencias


Los humanos somos seres complejos, polimorfos, con actitudesemociones y comportamientos poco coherentes entre sí, --- si no abiertamente contradictorios --- en muchas ocasiones --- lo que hacemos para lograr la supervivencia en un modo hostil.

Llegamos a estar enamorados de dos personas a la vez, a odiar y apreciar al mismo tiempo a un mismo individuo, a prodigar auténticas ceremonias de hipocresía con nuestra pareja, amigos, compañeros de trabajo o familiares.

Cada día pensamos una cosa y hacemos otra bien distinta. Unas veces actuamos así por no hacer daño a los demás, otras por pura conveniencia, por comodidad...

Vamos modelando nuestra manera de ser en función de lo que los demás esperan de nosotros. Pero las cosas no suceden así por casualidad. Al cabo de los años, vivimos circunstancias en que es más sensato y conveniente "maquillar" nuestro comportamiento, adecuarlo al contexto, ocultar nuestros verdaderos sentimientos, moderarnos en nuestras respuestas o amordazar nuestra espontaneidad en aras de una supuesta convivencia armoniosa --- en otras palabras; nos volvemos manipuladores e hipócritas. Puede decirse, que porque lo hacemos sin prestarle la atención más mínima, que la mentira es tan ubicua, que es habitual e irrefrenablemente inconsciente.

Lo peligroso de este juego, el de las apariencias --- el de los secretos y mentiras --- es que muchos naufragan en él. Entonces, sobreviene el vacío: "¿quién soy yo en realidad?". Este fracaso, este desencuentro con uno mismo, puede deberse tanto a la pérdida de la propia identidad personal, como al desconcierto y el temor que nos asolan ante las situaciones difíciles. Lo que no debe de parecernos extraño, porque las reglas, muy sutiles, no están escritas, y las experiencias ajenas difícilmente nos sirven.

Estas representaciones actuadas, asumidas con naturalidad por casi todos, no serán perjudiciales si mantenemos la cabeza fría y sabemos distinguir lo que pensamos, lo que hacemos y lo que, en definitiva, somos de verdad. Conocer a fondo el juego de las apariencias puede resultar entretenido y muy instructivo, además de que aprenderemos mucho sobre el género humano, y sobre nosotros mismos.

Pero, no olvidemos que es juego sin reglas y que es también, juego peligroso.
Crear nuestra imagen y consolidarla ante el exterior y ante nosotros forma parte del aprendizaje para la vida. A medida que crece la competitividad, lo hacen las comparaciones; de ahí la trascendencia de que cumplamos con el prototipo que entendemos se nos ha asignado. La duda surge cuando nos preguntamos si mi imagen exterior y mi comportamiento, son, exactamente, los que los se esperan en mí. O, aún peor, cuando nos interrogamos si cumplimos nuestras propias expectativas, si nos gustamos realmente. 

fuerza de creer que si no soy ese alguien que los demás "exigen" no seré nada, no me querrán o no me aceptarán, puedo interiorizar esa imagen–modelo, y acabar comportándome sin discernir si quien así actúa soy yo o mi proyección ficticia.

Es como si mi yo y mi réplica se entremezclasen de continuo consiguiendo una fusión. La trampa radica en que, al final, esa mezcolanza me resulte ajena, no sepa quién soy y, aún peor, qué quiero ser yo. O que la imagen que los demás se han hecho de mí --- con mi colaboración y consentimiento --- sea tan distinta de lo que soy en realidad que surjan esos contrastes que pueden sumirnos en las dudas, o propiciar alguna crisis de identidad. La imagen que he fabricado me protege de mi yo auténtico y me impide el encuentro con él, obligándome a vivir constantemente desde el sentir ajeno.


Mi comportamiento, en suma, llega a no depender de lo que quiero, siento o pienso, sino de lo que creo que en cada situación se espera de mí. Una manera de actuar que en lugar de regirse por el "yo así, lo entiendo y así obro", se guía por el "quedar a la altura de las circunstancias", de las expectativas que hemos alimentado en los demás. El qué hacer queda supeditado a lo que intuyo que es "lo que ellos creen que debo hacer".

De ese modo, caemos en el engaño psicológico de adoptar a fondo el sentido de la Personalidad Mimética con todas sus complicaciones.
Pero, a veces entra la vanidad, causa de malestares psicológicos y de torturas interminables, para quienes caen como sus víctimas.

Pero, antes de ponderar el vicio de la vanidad, hablemos de la belleza, su precursor.
Lo que es bello, por supuesto, está sujeto a corroboración por normas establecidas social y culturalmente.

Existen métodos de medida de la belleza basados en conceptos que fueran avanzados en el 1883 por Francis Galton, primo del famoso naturalista Charles Darwin.

Una medida que se mantiene constante para la mujer es la de la relación de cintura a cadera de 0.70, como viéramos en otras ponencias. Este concepto se cree que es debido a que es índice de la fertilidad óptima para la hembra de nuestra especie.

Para el hombre moderno asimismo existen ideales establecidos de belleza que hoy se combinan con los femeninos creando la noción del "metrosexualismo".

Aunque en nuestra especie, con sus tendencias artísticas más desarrolladas que las de otros animales. La poesía y las artes cantan las glorias de la belleza, tanto como ideal interno y el externo, lo que hace que nuestras selecciones, a veces, no se ajusten a lo que se considera promedio. O que algunas de nuestras pacientes --- anoréxicas entre ellas --- aprecien, lo que a otros pude serle repelente.
Parece ser posible que la noción de la belleza externa, a veces, triunfe sobre la interna --- lo que a la larga socave las fundaciones emocionales de una pareja cualquiera.

Conceder demasiada importancia a la imagen, a cómo nos verán los demás, quebranta la autoestima y propicia miedos e inseguridad, además de incidir (muy negativamente) en la pérdida de referencias sobre uno mismo. A todos nos aísla del mundo, puesto que tan sólo permitimos que se nos conozca desde una perspectiva, la única que proyectamos hacia los demás cuando nos relacionamos.

Muchas parejas, tras convivir durante décadas, descubren que no se conocen en lo mínimo, o en lo íntimo, aunque sepan al dedillo las manías y costumbres malas del otro. Para proyectar nuestro verdadero ego, tenemos que conocernos. Lo que no es fácil, porque requiere la introspección y formular preguntas, a veces complicadas, a las que hay que responder sinceramente.

Atendernos, evaluarnos y apreciarnos. Entonces, desde ese punto de partida, relacionarnos con los demás. Ya que, aunque muchos recurren al remedio temporal de las cirugías plásticas, siendo los mismos, cambiamos a medida que envejecemos --- aunque lo resistamos.

Ahora bien, ser yo no significa ignorar las reglas sociales que cada espacio y grupo de personas requiere. Sin dejar de ser yo, no me mostraré de la misma forma cuando solicito un trabajo, hago el amor con mi pareja, leo, escribo un artículo, o ceno con amigos. Sin arrinconar la conciencia de quién soy, adoptaré las maneras que entiendo convenientes; pero siendo y sintiéndome artífice de mi vida. La mejor fórmula para que me quieran es queriéndome yo como lo que soy: una persona auténtica, íntegra y real.

Ser y aparentar lo que somos…


lunes, 29 de mayo de 2017

Si Hay Algo Virtuoso .., A Esto Aspiramos.


Una buena base para triunfar en la vida es aspirar a lo mejor en todo, porque existe suficiente abundancia para que cada persona obtenga aquellas cosas que le satisfacen.
Muchas personas viven limitadas porque aspiran a muy poco:

La expectativa que una persona va construyendo a lo largo de su vida luego se vuelve una profecía hecha realidad, quienes aspiran a muy poco, al final obtendrán poco, porque así trabajaron en su programación mental.

Una buena base para triunfar en la vida es aspirar a lo mejor en todo, porque existe suficiente abundancia para que cada persona obtenga aquellas cosas que le satisfacen.
Muchas personas viven limitadas porque aspiran a muy poco:

La expectativa que una persona va construyendo a lo largo de su vida luego se vuelve una profecía hecha realidad, quienes aspiran a muy poco, al final obtendrán poco, porque así trabajaron en su programación mental.

Ante cualquier dificultad que encontremos en la vida, podemos reaccionar llenándonos de ansiedad, de frustración y de resentimiento o podemos responder de una forma más serena y equilibrada. No es fácil que se despliegue nuestra creatividad si previamente no nos encontramos con un muro que parece insalvable y, a pesar de ello, no nos damos por vencidos. 

Si no somos más creativos a la hora de encontrar nuevas oportunidades de mejora, no es porque nos falte la capacidad para serlo, sino porque o no creemos lo suficientemente en nosotros mismos, o porque nos falta hambre por triunfar. La fe no hace que las cosas se resuelvan como por arte de magia. Lo que la fe hace es que, por largo y difícil que sea el camino, sigamos esforzándonos y buscando soluciones sin desfallecer.

No podemos estar constantemente recordando fracasos pasados y pensar que vamos a triunfar en el presente Muchos conocemos historias de seres humanos que se encontraron con dificultades en su vida, que parecían del todo imposibles de superar. Sin embargo, lo hicieron, las superaron. La pregunta es ¿por qué las superaron? Posiblemente, porque todos ellos tenían el convencimiento de que podían aspirar a una vida mejor y, estaban dispuestos a hacer lo que hiciera falta hacer, para lograr ese tipo de vida al que aspiraban. 

Muchos de nosotros nos hemos acomodado y ya no tenemos ambición. La ambición por mejorar es saludable. Lo que no es saludable es la avaricia. La ambición deja espacio para que los demás crezcan y prosperen, mientras que la avaricia no permite que esto suceda.

No podemos estar constantemente recordando fracasos pasados y pensar que vamos a triunfar en el presente. Hay que enfocarse casi con obsesión en la propia meta y saber poner distancia con el pasado. La duda y el miedo no pueden ser nuestros compañeros de viaje. Con ellos no se llega a ningún sitio al que valga la pena llegar.

Quien queda amarrado por su pasado, no puede crear un nuevo futuro. Las personas que tengan una mentalidad derrotista tendrán que resignarse a que su futuro sea una simple prolongación de su pasado. No crearán nada nuevo. Por eso, enfóquese en lo que de verdad quiere lograr y conviértase en lo que en potencia ya es: un ser excepcional. No se conforme con menos. 

Usted no tiene que deslumbrar a nadie, pero sí puede sentirse orgulloso de sí mismo. Son las decisiones que hoy tome, lo que hoy resuelva, lo que va a variar el rumbo de su vida. Hoy en una sociedad en la que hay tanta desesperanza, hay muchas personas que piensan que tener un estado de ánimo positivo es una utopía o un lujo. No hay manera de salir de la oscuridad sin un poco de luz. No hay forma de encontrar un camino si no hay nada que lo ilumine. 

Dejemos de esperar a que lleguen una serie de “salvadores” que nos muestren el camino. Los “salvadores” ya han llegado y somos cada uno de nosotros, haciendo lo que podamos para llevar ilusión, alegría y confianza donde no existe. Si no lo hacemos nosotros no lo va a hacer nadie. 

Recuerde que en la vida podemos elegir entre tener excusas o tener resultados. Esta es una decisión personal que le corresponde a cada uno tomar. 

Hugo W Arostegui


domingo, 28 de mayo de 2017

El Manejo De La Motivación


La motivación es fundamental para el éxito…
Sin ella, es casi imposible que nos sintamos capaces y deseosos de realizar ciertas actividades necesarias para el cumplimiento de objetivos.

Estar motivado y tener automotivación significa que el nivel de resistencia hacia cierta actividad o tarea es mínimo o prácticamente cero. En otras palabras, la motivación es aquello que ocurre cuando de hecho te gustaría hacer algo.
Pero, ¿Qué tal una Super-Motivación?

La Super-Motivación no es un concepto formal y existente, sino más bien una forma que personalmente utilizo para denominar a la motivación extrema.

¿Alguna vez has tenido pereza de estudiar? ¿Has tenido ganas de dormir, jugar, salir de fiesta, etc.? ¿Has sentido alguna vez un deseo ardiente de realizar cierta actividad, no necesariamente de trabajo o estudio?
Eso es Super-Motivación. Aquello que queremos hacer por encima de todas las cosas.
Muchas personas equivocadamente dicen que existe la “desmotivación” pero en realidad no hay tal cosa. Ellos se olvidan de que en todo momento nos sentimos motivados, sólo que no siempre hacia las mismas cosas.
Algunas veces nos sentimos motivados a descansar, otras veces a jugar, otras veces a salir, otras veces a cantar… etc.
La pregunta es: ¿Será posible alcanzar un nivel de Super-Motivación para lo que yo quiera? Y la respuesta es , y No.
Sí, porque tenemos a la mano la psicología humana, que nos enseña múltiples facetas de nuestra personalidad y actitud, con base en lo cual podemos tomar ventaja para actuar de forma óptima.

Y no, porque motivarte a ti mismo a hacer algo que odias es muy, pero muy difícil.
Habiendo dicho eso, existen básicamente 4 componentes fundamentales de la motivación que deberías tener en cuenta:

1. Sentimiento De Capacidad
Esto significa pensar y creer que soy capaz de hacer algo. ¿Cuántas veces, sólo por temor a no ser capaz de hacer algo, has dejado de hacerlo? La motivación está del lado de quien se siente capaz de lograr las cosas. O en otras palabras, de quien cuenta con autoeficacia.
Si no te sientes capaz de hacer algo, o de llevarlo a cabo efectivamente, entonces la solución es aumentar tu nivel de preparación, ya sea estudiando, practicando, investigando, viendo a otros hacerlo, etc.

2. Valor Y Disfrute
¿Crees poder motivarte a hacer algo que odies con toda tu alma? No es posible, a menos que haya castigos u otras cosas parecidas, pero en ese caso no hablamos de motivación sino de obligación (como los empleados que trabajan por dinero y no por vocación).
Es simple: Si quieres estar motivado, lo que vas a hacer debe tener valor para ti y debes poder disfrutarlo. Si no es algo divertido, al menos debes poder llevarlo a cabo en un entorno ameno y debes poder disfrutar la experiencia. Para esto, es bueno tener a la mano una buena bebida, quizás algo de música, una temperatura adecuada, un entorno libre de distracciones y desorden, etc. Es fácil ver estudiantes super-desordenados que no tienen motivación para estudiar.

3. Control De Impulsividad
¿Qué tantas otras cosas quieres hacer en este momento aparte de leer este artículo? Si son muchas, quizás no te sientas tan motivado a leer. La impulsividad es el deseo de estar haciendo otras cosas en determinado momento, y la buena noticia es que esto es bastante fácil de controlar, pues la mayoría de impulsos provienen de interrupciones del entorno.
Estas interrupciones vienen en forma de notificaciones de redes sociales, llamadas telefónicas, mensajes de texto, amigos o familiares, etc. Si controlas las cosas que pueden interrumpirte y sacarte de tu camino en determinado instante, será casi imposible que quieras hacer otra cosa, por tanto, estarás motivado.

4. Percepción De Tiempo
¿Qué es más fácil para ti? ¿Bajar 30 Kilos en 12 meses? ¿O subir a la bicicleta 30 minutos hoy? A pesar de que lo segundo lleva a lo primero, lo primero parece infinito, lo segundo termina en un rato.
Cuando percibimos que cierta actividad durará para siempre, nos motivamos a hacer otras cosas y nos da pereza. Pero si logramos organizar el tiempo de manera que lo percibamos distinto y mucho más corto, la motivación se mantendrá intacta.

Esto lo vemos claro en personas que quieren leer un libro de 800 páginas. Probablemente con sólo ver el libro ya no lo lean. ¿Por qué? Por qué la percepción del tiempo les dice que tardarán demasiado. La solución puede ser más bien leer 1 hora diaria, o 1 capítulo diario. Cuando distribuyes el tiempo de esta manera, sabes que HOY, sólo tendrás que leer una hora. No importa cuánto avances, y no importa cuánto te falte. Lees una hora y listo.

Así es como asumen su tarea las aves de corral, comienzan a picotear los granos uno por uno constantemente y sin pausa hasta llenar sus buches y sentirse satisfechas.

Hugo W Arostegui



El Principito


La frase “lo esencial es invisible a los ojos” se encuentra en el capítulo 21. En este capítulo, el principito, que se encuentra explorando la Tierra, se topa con un zorro.

 Empiezan a conversar y entrar en confianza. Entonces el zorro pide al principito que lo domestique, y le explica que ser domesticado significa que él será único para él, que serán amigos y se necesitarán y que, al momento de despedirse, se entristecerán y luego se echarán de menos.

Ambos, el zorro y el principito, trabarán amistad. El zorro dará al principito lecciones sobre la vida y el amor. El principito le contará sobre su rosa, a la cual ha dejado en su planeta para hacer su viaje por el universo, le referirá que la ha cuidado y regado, y que ahora la extraña.

El zorro, entonces, invitará al principito a ver una multitud de rosas que hay un jardín. El principito se da cuenta de que ninguna de ellas podría reemplazar a su rosa, aunque todas ellas sean idénticas a ella. Entiende el principito que su rosa es única porque la ha domesticado, y lo que la ha hecho importante para él ha sido todo el tiempo que ha pasado con ella.

El zorro, entonces, se da cuenta de que el principito está listo para oír su secreto, una enseñanza muy importante que hará al principito comprender lo que le ha pasado. Le dice el zorro: “solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”.

Esta frase es, pues, una reflexión sobre el verdadero valor de las cosas, su verdadera esencia.

Los ojos pueden engañarnos, no así el corazón. El corazón es capaz de diferenciar una rosa entre mil. En este sentido, la frase nos invita a entender que debemos mirar más allá de las apariencias, a valorar las cosas por aquello que en realidad son, y no por lo que parecen.

De allí la importancia de esta sentencia en el libro El principito, porque es una obra que llama constantemente a ver más allá del aspecto de las cosas. Recordemos el pasaje del astrólogo turco, cuyo descubrimiento solo es celebrado por la comunidad científica cuando este lo anuncia vestido con un atuendo occidental, pero que fue ignorado cuando lo hizo con la vestimenta tradicional de su país.

Vea también Corazón.
Sobre Antoine de Saint-Exupéry
Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944). Aviador y escritor francés. Autor de una de las más célebres narraciones para niños, El principito (1943). Su experiencia como aviador le sirvió de inspiración para su obra literaria, de la que podemos destacar la novela Vuelo nocturno (1931).



Lo Mejor Que Puedas



“Lo mejor que podemos hacer por otro no es sólo compartir con él nuestras riquezas, sino mostrarle las suyas.”
Benjamin Disraeli

Bajo cualquier circunstancia, hagamos siempre lo mejor que podemos, ni más ni menos. Sin esfuerzo. Si intentamos esforzarnos demasiado para hacer más de lo que podemos, gastaremos más energía de la necesaria, y al final nuestro rendimiento no será suficiente.

Cuándo nos excedemos en lo que hacemos  nos agotamos y por consiguiente nos resulta más difícil y más duro alcanzar nuestros objetivos. Por otro lado, si hacemos menos de lo que podemos hacer, nos someteremos a nosotros mismos a frustraciones, juicios, culpas y reproches. Por ello limitémonos a hacer lo mejor que podamos, en cualquier circunstancia.

Pero si hacemos lo mejor que podemos, no nos juzgaremos a nosotros mismos en modo alguno. Y si no nos juzgamos, no nos reprocharemos ni nos culparemos ni nos castigaremos.

Pero además si hacemos lo mejor que podemos, viviremos con gran intensidad. Estaremos actuando porque amamos hacerlo, no porque esperamos una recompensa. Emprender acciones cuándo esperamos una recompensa, es el motivo por el que no hacemos lo mejor que podemos. En cambio, si emprendemos la acción por el puro placer de hacerlo, disfrutaremos de cada cosa que llevamos a cabo. Es posible que incluso lleguemos a conseguir más de lo que hubiésemos imaginado, además de divertimos.
Se trata de hacer, de actuar lo mejor que podemos y de intentar todo lo que podemos.

Debemos tener en cuenta que puede que tengamos grandes ideas en la cabeza, pero lo que importa es la acción.

No se trata de soñar despierto ni de sentarse varias horas a soñar mientras meditamos. O sea que, en principio, debemos ponernos en pie y actuar; y luego, aunque podemos fracasar, debemos levantarnos y recomenzar la acción y seguir adelante. No debemos compadecernos de nosotros mismos ni debemos ser duros con nosotros  mismos.

Levantémonos y establezcamos la siguiente regla: “Está bien, empezaré otra vez desde el principio. Voy a mantener lo acordado sólo por hoy. Hoy haré lo mejor que pueda”.

Empecemos de nuevo cada mañana y de nuevo al día siguiente. Al principio será difícil, pero cada día nos parecerá más y más fácil hasta que, un día, descubriremos que dirigimos nuestra vida hacia el desarrollo pleno como personas capaces de descubrir todo lo bueno que hay en mundo, gozarlo y defenderlo.

Hagamos siempre lo MEJOR QUE PODEMOS.
Piensa bien y saldrá bien!

Hugo W Arostegui



sábado, 27 de mayo de 2017

Inspiración


Esta acepción del término que estamos abordando es lo que da lugar a la llamada inspiración artística, la cual tiene su origen en la cultura helénica. En ella existía la figura de la musa que se consideraba que era la diosa que “llevaba” a los artistas a realizar sus distintas composiciones y trabajos.
En concreto, en Grecia tenían nueve musas que eran las fuentes de inspiración para poetas, músicos o pensadores, entre otros. Así, aquellas eran las siguientes:

Calíope, la musa de la poesía épica y la elocuencia.
Erato, la de la canción amatoria.
Melpómene, la de la tragedia.
Talía, la fuente de inspiración para la poesía bucólica y también para la comedia.
Urania, la musa de la astronomía y las ciencias.
Clío, la de la epopeya.
Euterpe, la de la música.
Polimnia, la de la poesía sacra y los cantos sagrados.
Terpsícore, la inspiración para la danza.

Más allá de lo espontáneo de la inspiración, el sujeto puede contribuir a que ésta aparezca. Cada persona tiene sus rituales o costumbres que lleva a cabo con el deseo de hacer surgir a la inspiración. Preparar un espacio en la casa, escuchar música, aromatizar el ambiente, visitar un determinado lugar o viajar son algunas de las conductas habituales para fomentar la inspiración.

La inspiración se valora de una forma especial en cualquier proceso creativo en el que surge la chispa, es decir, brotan las ideas de una forma espontánea y natural. Cualquier escritor saca el máximo partido a sus momentos de inspiración, a esos momentos de trabajo que son totalmente imprevisibles, es decir, no surgen de una planificación previa porque la mente no es una máquina. 

Un escritor puede tomar ideas para inspirarse en su trabajo cotidiano a partir de situaciones de su día a día, a través de una película, mediante un buen libro, en una conversación con amigos… La inspiración muestra que el ser humano necesita salir de sí mismo para seguir aprendiendo constantemente de otros.

Una inspiración es aquello que evoca en ti algo especial. Un gancho que conecta con una gran idea. La inspiración es agradable, sin embargo, cualquier artista descubre que existen muy pocos momentos de inspiración en comparación a las largas horas de trabajo frente al folio en blanco. Por eso, la mejor filosofía que tiene cualquier artista es: “Que la inspiración te encuentre trabajando”. Es decir, podríamos decir que para estar inspirado también es recomendable tener una buena predisposición de trabajo en relación con unos hábitos de horarios regulares, un entorno de trabajo acogedor, una rutina profesional concreta…

Dentro de los escenarios que son ideales como punto de inspiración conviene destacar que la naturaleza es un marco perfecto de bienestar que produce sensaciones y emociones muy agradables. Al estar en contacto con la naturaleza, la mente se siente desbordada por la perfección de tanta belleza, además, al respirar aire puro, cualquier persona se siente más relajada y tranquila. Conecta más consigo misma. Y en este entorno de bienestar absoluto, también fluyen mejor las ideas porque para tener una buena inspiración es fundamental estar bien descansado y relajado.

Las personas que arrastran altas dosis de estrés y de cansancio tienen pocos momentos de inspiración porque el estrés es agotador en sí mismo. Un momento de inspiración es una especie de momento mágico a través del que una persona puede dar rienda suelta a toda su creatividad gracias a ese chispazo de luz que da lugar a una idea brillante, original y genuina.

La cantidad de estrés que vivimos en esta sociedad, la mochila emocional que cargamos en la espalda o los reveses pueden hacer que nos alejemos de nuestro bienestar emocional… pero todo ello no deja de ser, al mismo tiempo, una parte imprescindible de nuestro viaje. Recordemos que, tanto las circunstancias positivas como las negativas, nos hacen ser quienes somos hoy.

Para poder saber qué camino quieres seguir no debes dejar que otros marquen el sendero de tu vida. Después de recoger toda la información del exterior que pienses necesaria,deberás ser capaz de mirar en tu interior para descubrir cuáles son tus pasiones. La pasión es la compañera perfecta de la inspiración, la persigue allá donde acude y la secunda sin dudar.

Para conseguir esa inspiración necesaria que estimule tu motivación, solo tienes que sentarte y anotar en una lista cuáles son tus pasiones. Deberás ser sincero contigo mismo, porque a medida que vayas escribiéndolo te darás cuenta de hacia dónde quieres dirigirte.

Una vez que tengas claro qué quieres alcanzar, no te pongas límites y recuerda que si quieres conseguir algo realmente, sólo tendrás que buscar los medios necesarios para lograrlo. 

Con motivación e inspiración suficiente alcanzar tus sueños no será un problema para ti.

“Consideremos a las dificultades como peldaños para una vida mejor.”
-Ludwig van Beethoven-



Cualquier Semejanza Es Nuestra Realidad


Erase una vez unos habitantes, una ciudad y un reino muy lejos de aquí y que se parecían muy poco a nosotros. Vivían al principio en paz, rodeados de cosas sencillas como el sol, aire puro, pájaros y plantas, las buenas y sencillas plantas, que en gran variedad había existían en aquella tierra, y que los ancianos del lugar usaban para hacer tizones medicinales, plantas cuyos secretos pasaban las abuelas de generación en generación. 

Cuando se necesitaba alguna planta, alguna abuela sabia salía a la montaña y volvía con un buen puñado de ellas, justo las que necesitaban para cada caso. Pero eso sólo ocurría de tarde en tarde, en los raros casos en que alguien se ponía enfermo, por lo común viejos a los que ya se iba aproximando su hora de partir de este mundo. Así es que había muchos ciudadanos saludables y longevos. 

Pero un día triste de un año maléfico llegó a la ciudad un hombre malo, y se quedó en el mejor hotel, maquinando cómo hacerse rico con tan confiados e ingenuos ciudadanos. Se llamaba Manson y era en realidad un estafador desaprensivo que había tenido que huir de otro reino por una gran estafa que él hizo. Aunque, como suele ocurrir con todos los estafadores, vestía con mucho empaque y parecía una persona muy honorable y digna de crédito. Todos le cedían el paso cuando él entraba en los lugares importantes de la ciudad. 

Manson tenía el corazón negro y se rodeó, por la ley de la semejanza, de un pequeño círculo de hombres con el corazón asimismo negro, y empezó a maquinar cómo estafar a gran escala, sin que esta vez tuviera que huir ni le quisieran llevar ante la justicia. 
Pronto creo una estafa perfecta que, como sería a gran escala, sería muy poco detectable. Decidió vender a los ciudadanos de ese reino simultáneamente venenos y contravenenos para de esta forma hacerse muy rico. 

Así es que, ayudado de su íntimo círculo de secuaces, pasaron a la primera fase del proyecto. Pusieron a la venta un veneno en bajas dosis para aguas y alimentos, veneno al que sin embargo llamaron «Aditivo Colorante Conservante» pues daba color y sabor atractivo a los manjares e impedía que aguas y alimentos se llenasen de algas y microbios (incluso a temperatura ambiente) o, como ellos dijeron en su publicidad, impedía que las aguas se «pudriesen». Como los efectos de esos venenos eran a largo plazo, sólo los previnieron algunos biólogos expertos, que fueron convenientemente sobornados (y en algunos casos eliminados). 

En vista de que nadie señalaba inconvenientes importantes y en vista de las indudables ventajas, muchos hombres buenos acogieron y financiaron a ese hombre de corazón malo, que fundó una gran empresa que llamó «Aditivos Co.» que creció un 500% durante muchos años, e hizo muy rico a Manson y a los Bancos que le ayudaron. 

Pero la naturaleza no entendía de mentidas y sobornos. Así es que las células de los hígados de los habitantes de esa ciudad y de ese reino se desvitalizaban y morían... a la misma velocidad que las algas que antes enverdecían las aguas de los estanques y que las bacterias que antes fermentaban los alimentos; y los colorantes y saborizantes que tanto realzaban (y hacían vender) los manjares... envenenaban en igual proporción poco a poco los hígados y riñones de la mayor parte de los habitantes del reino. 

Los sistemas inmunitarios de los habitantes de la ciudad se deprimían lentamente y los hepatocitos morían uno tras otro, vertiéndose sus contenidos necróticos en los conductos intra y extrahepáticos y en la sangre, los cuales se llenaban de extrañas proteínas, trozos de ADN y ARN dañados. No es de extrañar que, tras algunas semanas, proliferara entre toda esa materia muerta algún que otro microbio «oportunista» o «basurero», microbio que era rápidamente fotografiado e identificado por los biólogos a sueldo de Manson. 

Para encubrir su oculta pero detectable mala acción, Manson y sus desaprensivos hacían decir a los «expertos» a su servicio que las extrañas proteínas y trozos de ADN y ARN dañados que aparecían en la sangre y biopsias de los afectados pertenecían en realidad a los microbios que aparecían en la mayoría de los hígados afectados. Y, presentando diapositivas de los microbios y del material genético hallado, decían con gran solemnidad que habían por fin descubierto a los verdaderos "responsables" de los daños hepáticos encontrados. 

Y como esa mentira se decía con palabras muy serias y complicadas en revistas muy serias y complicadas... pues resulta que todos los letrados y «científicos» del reino dijeron que así era, en efecto, pues temían confesar que no habían visto nada de todo eso, y que en realidad ignoraban la base que estaba detrás de toda aquella fraseología. Y como ellos dijeron que era así, los mejores periodistas y dibujantes hicieron amplios esquemas que publicaron en las revistas más «serias» y expléndidos documentales que emitieron en la Gran Cadena Televisiva del reino. 

Y, como eso hicieron los periodistas, todos creyeron esa gran mentira que, paradójicamente, recibió el premio Pulitzer de ese año. Es más, hartos de ver crecer el número de enfermos y muertos que cada semana se registraban en el desolado reino, el clamor de las gentes forzaron a que la Seguridad social del envenenado reino financiase la lucha contra esos perversos microbios. 

Manson fundó un gran holding diversificado de empresas que ascendió rápidamente en Bolsa. Además de «Aditivos Co.», Manson y sus desaprensivos fundaron también «Inhibitoria Farmacéutica Co.», que desarrolló potentes antimicrobianos e inhibidores de los procesos de expresión y catabolismo celular. De esta forma lograban frenar durante algunos meses (e incluso años) los alarmantes resultados que en los organismos envenenados los «test detección» iban mostrando. Cierto es que ese frenado se producía a costa de importantes efectos secundarios. Unos y otros eran puestos en el mercado... tras patentarlos, por supuesto. 

Pero la pieza clave del Holding la constituía «Multimedia Co.» empresa de «publicidad y publicaciones científicas» que hizo periódicas y «muy serias» campañas «de sensibilización» en este sentido, poniendo siempre «a disposición de la prestigiosa clase médica» las «valiosas ayudas descubiertas». 

Los envenenamientos de «Aditivos Co.» continuaron, y los subsiguientes daños hepaticorenales también. Convenientemente publicitados, el uso de los productos de «Inhibitoria Farmacéutica Co.» fue creciendo, y pronto pudieron hacerse estadísticas de resultados. 

Como consecuencia, las revistas «científicas» se fueron llenando de sesudos trabajos (estadísticos y aleatorizados, por supuesto) que ilustraban de mil formas distintas la «alta asociación» que existía entre los microbios sospechosos y el daño hepático de los pacientes; y manifestaban bien claramente la dependencia que se producía entre el uso de los fármacos bioinhibidores y la eficaz inhibición de los molestos signos y síntomas que se producían por la destrucción de los hepatocitos y la aparición de microbios. 

La mayor parte de los (ya enriquecidos y afamados) «expertos», y la cohorte de periodistas y cameramans que les seguían, no dudaron de la versión que impulsó Manson, pues había «consenso general» entre todos los «expertos» y, además, las «correlaciones» eran «muy altas y pausibles». 
Como suele ocurrir en la mayor parte de las buenas estafas, los estafados participaron con ganas y ahínco en dejarse estafar: los que participaron en la creación y mantenimiento de los aditivos, test y farmacoinhibidores, obtuvieron dos beneficios: El primer beneficio era el oropel que adquiría la pléyade de médicos y farmacéuticos en financiados «Congresos Científicos» donde la autovanidad que necesitaban alcanzaba dimensiones verdaderamente coreográficas; 

El segundo beneficio era los inesperados y buenos beneficios que el uso de los test y fármacos les dejaba a cada uno de ellos. Para lavar su consciencia «Multimedia Co.» les decía que además de ejercer una loable y sacrificada labor de «prevención» al usar los test de «diagnóstico precoz» en la asustada población... sólo ellos «estaban autorizados» y sabían emplear esos tests. 

En todas las generaciones, desde entonces, existía también ese «terapeuta disidente» que curaba a sus enfermos envenenados, con hierbas medicinales y pócimas simples de las antiguas abuelas, y contraindicaba el uso de los productos de «Aditivos Co.» en las aguas y alimentos, desaconsejando también los potentes fármacos de «Inhibitoria Farmacéutica Co.», millonariamente patrocinados por Manson por los forajidos que le continuaron. 

A pesar del uso universal de «Aditivos Co.», los enfermos que atendía el terapeuta disidente dejaban pronto de empeorar y solían mejorar sorprendentemente pronto y bien, sin apenas secuelas. 

Con estos terapeutas contestatarios, Manson y sus descendientes sabían muy bien lo que hacer, y siempre hacían lo mismo: el terapeuta disidente era rápidamente tildado de charlatán, desacreditado y destituido por quienes tenían mucho que perder. Debido a ello, los periodistas y colegas que antes de ser destituido lo acusaban de ser un «buscador de notoriedad», pasaban a decir en un segundo tiempo que actuaba por «resentimiento» cada vez que, con menos fuerza y más desolado en cada ocasión, seguía el disidente advirtiendo a todos del «gigantesco error»; y lo encerraban en un psiquiátrico (o lo dopaban con psicofármacos, que era más fino). 

Esta es la historia de esa distante ciudad de ese remoto reino que, como ves, tan poco parecido tiene al nuestro.

Ciudad y reino que perduran hasta nuestros días, y en los que durante muchos más años han continuado envenenándose mucho más hígados. Y han continuado muriendo muchos más sufridos ciudadanos. Y han continuado haciéndose ricos y famosos muchos más científicos, médicos y farmacéuticos. 

Y, sobre todo, han continuado haciéndose mucho, más multimillonarios y respetados los desaprensivos estafadores. Cada uno de los que enfermaban y cada uno de los que morían estuvieron siempre muy agradecidos por todo los que, en su triste situación, aquellos estafadores «hacían por ellos». Les dieron premios y títulos y bendijeron el día en que providencialmente llegaron a la ciudad, poco antes de que la epidemia de «microbios rompehígados» comenzase. Y en el Parlamento decidieron erigir una gran estatua de bronce en el centro de la Plaza Mayor, en memoria de Sir Manson, al que llamaron «El Gran Benefactor»; pero que, como tú ya sabes muy bien, querido lector, fue en realidad el primero y más astuto de todos los timadores, el creador de la nueva saga de los biogánsters vendedores de venenos y contravenenos. 

Estas cosas son las que pasan en reinos en donde suspobladores no cuestionan a las autoridades.... 

Y colorín colorado, este «cuento»... "aún" no se ha acabado. 
 



jueves, 25 de mayo de 2017

Egocentrismo

La psicología afirma que el ego es la instancia psíquica que permite que un sujeto sea consciente de su propia identidad y se reconozca como yo. El ego media entre los deseos del ello y los mandatos morales del superyó para que el individuo logre satisfacer sus necesidades dentro de los parámetros sociales.

Se conoce como egoísmo al amor excesivo que una persona tiene sobre sí misma, el cual la lleva a atender solamente su propio interés, sin interesarse por el bienestar ajeno. El egoísmo es, por lo tanto, lo opuesto al altruismo.

El egocentrismo, un término que hace referencia a centrarse en el ego (es decir, el yo), es la exagerada exaltación de la propia personalidad. El egocéntrico hace de su personalidad el centro de la atención.

Los psicólogos resaltan que el egocentrismo consiste en creer que las opiniones y los intereses propios son más importantes que los pensamientos de los demás. Lo que el egocéntrico pretende es, según su óptica, lo único que tiene valor.

Diversos pensadores han expresado sus ideas acerca del egocentrismo y sus consecuencias, y resulta muy interesante observar que se trata de un comportamiento extremo, el cual priva a una persona de la felicidad tanto como lo hace su contracara, la entrega absoluta a los demás, la negligencia de las propias necesidades. 

En una de sus citas célebres, el filósofo suizo Henri Frédéric Amiel expresó que “una manera laboriosa de no ser nada, es serlo todo… de no querer nada, es quererlo todo“; esto resume de forma muy explícita el vacío que acarrea el egocentrismo.

Cuando una persona centra toda la existencia en sí misma, la repercusión más evidente es la desconexión con el resto de los seres vivos, la falta de compromiso e interés hacia los demás; sin embargo, se pasa por alto que el egocentrismo es también una forma de aislamiento.


Al enfocarse exclusivamente en las propias necesidades, se elimina la presencia de las potenciales amistades.

Muchas veces se define a los individuos egocéntricos como seres que sólo pueden amarse a sí mismos; esto puede significar también que se consideren demasiado buenos para ser apreciados por los demás, dado que no pueden comprender su superioridad.



Vale La Pena


Hay momentos que sentimos que todo está mal, que nuestras vidas se hunden en un abismo tan profundo, que no se alcanza a ver ni un pequeño resquicio por el que pase la luz.

En esos momentos debemos de tomar todo nuestro amor, nuestro coraje, nuestros sentimientos, nuestra fuerza y luchar por salir adelante.

Muchas veces nos hemos preguntado si vale la pena levantarnos de nuevo, y solo puedo contestar una cosa; hagamos que nuestra vida valga la pena.

Vale la pena sufrir, porque he aprendido a amar con todo el corazón.

Vale la pena estar en la oscuridad y caer hasta lo más profundo, porque ya no puedo ir hacia más abajo, de ahí en adelante todo va a ser hacia arriba hasta que vea la luz.

Vale la pena agachar la cabeza y bajar las manos, porque al levantarlas seré más fuerte de corazón.

Vale la pena una lagrima, porque es el filtro de mis sentimientos, a través de ella me reconozco frágil y me muestro tal cual soy.

Vale la pena cometer errores, porque me da mayor experiencia y objetividad.

Vale la pena volver a levantar la cabeza, porque una sola mirada puede llenar ese espacio vacío.

Vale la pena volver a sonreír, porque eso demuestra que he aprendido algo más.

Vale la pena acordarme de todas las cosas malas que me han pasado, porque ellas forjan lo que soy el día de hoy.

Vale la pena voltear hacia atrás, porque así sé que he dejado huella en los demás.

Vale la pena vivir, porque cada minuto que pasa es un oportunidad de volver a empezar.

Todo esto son solo palabras, letras entrelazadas con el único fin de dar una idea. Lo demás, depende de cada uno de nosotros. 

Dejemos que nuestras acciones hablen por nosotros.

SE FELIZ Colaboración de María Fernanda Muñoz Tostado.


Entre Ignorantes


Frases:
Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas. 
Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán nacionalizado estadounidense.

Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse.
François de La Rochefoucauld (1613-1680) Escritor francés.

En la amistad y en el amor se es más feliz con la ignorancia que con el saber.
William Shakespeare (1564-1616) Escritor británico.

El primer paso de la ignorancia es presumir de saber.
Baltasar Gracián (1601-1658) Escritor español.

Si te parece que sabes mucho y entiendes mucho, ten por cierto que es mucho más lo que ignoras.
Thomas De Kempis (1380-1471) Teólogo alemán.

La enfermedad del ignorante es ignorar su propia ignorancia.
Amos Bronson Alcott (1799-1888) Filósofo y profesor estadounidense.

Todo lo que se ignora, se desprecia.
Antonio Machado (1875-1939) Poeta y prosista español.

El ignorante, si calla, será tenido por erudito, y pasará por sabio si no abre los labios.
Salomón (970 AC-931 AC) Rey de Israel

Los cántaros, cuanto más vacíos, más ruido hacen.
Alfonso X el Sabio (1221-1284) Rey de Castilla y León.

Nada perturba tanto la vida humana como la ignorancia del bien y el mal.
Cicerón (106 AC-43 AC) Escritor, orador y político romano.

La ignorancia es la noche de la mente: pero una noche sin luna y sin estrellas.
Confucio (551 AC-478 AC) Filósofo chino.

Lo peor de la ignorancia..es que.. a medida que se prolonga, adquiere confianza.
Anónimo

Hugo W Arostegui





El Autodominio


No siempre sabemos discutir. En lugar de escuchar y dialogar con ánimo constructivo, a veces queremos imponer nuestra opinión a toda costa.

Mezclamos lo afectivo. No debemos dejar llevarnos solamente por simpatías o antipatías. En el trabajo somos personas que cumplen una función.
Para ser escuchados debemos saber expresar nuestras necesidades, y la inteligencia emocional puede ayudarnos a mejorar nuestra vida laboral.

¿Cómo podemos saber si alguien tiene o no inteligencia emocional?, pregunta Carlos Mateo, psicólogo clínico y especialista en psicología positiva.

El mundo laboral se ha ido haciendo progresivamente más exigente y a la hora de seleccionar y contratar personal no solo se tienen en cuenta el curriculo, el coheficiente intelectual y la experiencia profesional, sino también las competencias emocionales.

Lo que se busca son personas que sean capaces de enfrentar emocionalmente diversas situaciones, o de aprender a hacerlo si se requiere. Por tanto la flexibilidad, la capacidad de aprendizaje y la tolerancia a la presión, son cualidades cada vez más valoradas por los empresarios y gerentes.

La inteligencia emocional es un término creado por el psicólogo norteamericano Daniel Goleman, y consiste en utilizar positivamente nuestras emociones y orientarlas hacia la eficacia del trabajo personal y las relaciones con otras personas.

En el trabajo cada vez tiene más valor. No en vano pasamos más de ocho horas diarias en el trabajo, cinco días a la semana, compartiendo espacio, competencias, toma de decisiones y responsabilidades con diferentes personas a las que no hemos elegido. No es raro que los conflictos estén a la orden del día.

Muchos de los conflictos en el trabajo se deben a una mala comunicación debido a malentendidos que surgen, hasta suposiciones no siempre fundamentadas, pasando por el afán de llamar o por abuso del poder. Otras veces surgen de nuestros ataques personales, invasión de competencias o por incumplimiento de funciones, señala Miguel Silveira, psicólogo clínico experto en estrés y ansiedad.

Estos malentendidos hacen que se debilite el clima de convivencia. Si suponemos en los demás una intención que no han tenido, se falsea la relación y, por lo tanto, el trato que les damos no está justificado. El origen de la situación está en que no sabemos manejar correctamente nuestras emociones.

Nos dejamos llevar demasiado por los impulsos que nos surgen y como estamos demasiado irritables, la agresividad se impone en nuestras reacciones. No estamos debidamente educados para meditar, de antemano, las consecuencias que se derivan de nuestro proceder", añade Silveira.

Sanear las emociones:

Teresa, de 42 años, recuerda el mal ambiente que había cuando se incorporó a su nuevo puesto: Nadie hablaba con nadie, la tensión flotaba en el ambiente y aunque a nadie parecía gustarle la situación, llevaban tanto tiempo aguantándola que no sabían cómo enfrentarse a ella.

Todo cambió cuando llegó una nueva directora: convocaba reuniones de trabajo efectivas, escuchaba a todos, y comenzó a solucionar los conflictos existentes. Nos hizo a todo participes del proyecto. Como arte de magia, el ambiente empezó a mejorar.

Si la inteligencia emocional es tan apreciada en el trabajo es porque nos ayuda a limar asperezas, acabar con tensiones soterradas y a mejorar la comunicación.

Gracias a ella interpretas mejor tu entorno y te comportas de manera más justa. Dejas de culpar al otro y te permite desarrollar las emociones adecuadas para relacionarte, añade el psicólogo Juan Carlos Álvarez.

Todos podemos aprender a manejar correctamente nuestras emociones. De lo que se trata es de desarrollar las emociones adecuadas para relacionarnos y expresar lo que tenemos en la cabeza.

Debes trabajar con dos emociones básicas como son el miedo y la ira. El miedo está en la base de todo lo que nos pasa. Reaccionamos con agresividad porque nos sentimos inseguros. Hay que cambiar las emociones negativas. Para ello se tiene que tener una imagen clara del beneficio que vamos a obtener por el cambio, y estar motivado para hacerlo, concluye Álvarez.



miércoles, 24 de mayo de 2017

El Valor De La Vida


Nada debe valorarse más que la vida humana, de la misma manera que no hay justificación para que un ser humano se considere superior a otro. Sin embargo, nos encontramos inmersos en un sistema deshumanizante que otorga valor a las personas por el dinero, posesiones o logros. Esto nos crea la necesidad de redescubrir el valor del ser humano.

Tenemos un valor incalculable; no somos el resultado de la evolución, de un accidente cósmico o una forma de vida biológica elevada que por casualidad adquirió conciencia. Fuimos creados como seres racionales, con moralidad, voluntad y discernimiento, únicos sobre la tierra con cuerpo, alma y espíritu, capaces de obrar para bien. Somos obra de un creador que con sabiduría e inteligencia nos hizo con un propósito, que no consiste en acumular posesiones o riqueza, sino en que tengamos como prioridad el cuidado y desarrollo integral de todo ser humano desde el momento de su concepción, utilizando para ello todos los recursos disponibles.

La racionalidad y moralidad nos da la capacidad de obrar para el bien, no solo para sí mismo, sino también para los demás. ¿Qué ha ocurrido entonces que hemos desvalorizado la vida, perdiendo la sensibilidad ante la necesidad y el dolor ajeno? Los grandes desafíos que tenemos en nuestro país, como la desnutrición infantil, carencia de atención en salud primaria y preventiva, el hambre y la miseria, el analfabetismo, la violencia que produce muerte y dolor a millares de familias o la desintegración familiar, exigen de cada uno de nosotros una respuesta concreta, comenzando con los gobernantes, puesto que han sido puestos en autoridad para servir, para buscar el bien común, no el beneficio propio.

Con frecuencia argumentamos que somos un país pobre, dependiente y limitado para enfrentar estos desafíos. Sin embargo, somos un país rico en recursos y potencial humano, con capacidad de generar oportunidades para el desarrollo integral de todos sus habitantes. El verdadero problema radica en que no estamos valorando la vida en la dimensión correcta, nos hemos vuelto indiferentes ante el drama de nuestros semejantes. Esto se evidencia, por un lado, en la forma como se administran y distribuyen los recursos públicos (actos de corrupción o en la priorización de cosas que no buscan satisfacer las necesidades primarias de la población) y por el otro, en la negativa o evasiva de cumplir a cabalidad la responsabilidad de pagar impuestos. Tanto lo uno como lo otro es inmoral y condenable.

La valoración del ser humano es un desafío ético para todos los que formamos parte de la sociedad. La riqueza y las posesiones son instrumentos que deben servir para el beneficio de los demás, no para fines egoístas.

Cada vida es única y valiosa en sí misma. Más allá de la indispensable cobertura de nuestras necesidades básicas, la felicidad no se encuentra en el consumo o la acumulación de bienes materiales, como trataron de hacernos creer, sino que la hallamos en todo aquello que no tiene precio: el amor, la amistad, la naturaleza… Apreciar y valorar los grandes regalos de la vida, es un primer paso para amarla y protegerla, uniendo nuestras fuerzas con las de todas las personas cuya sensibilidad humana haga palpitar su corazón al unísono con el de la humanidad.

El valor de la vida es una vida con sentido y con valores. Los valores como la generosidad, la bondad, la sabiduría, la integridad o la valentía nos hacen humanos. Casi todo el sufrimiento que padecemos nos lo causamos nosotros mismos y los unos a los otros, por causa de la falta de valores humanos que permiten la extensión de la codicia, la maldad, la envidia, el rencor… Tras cada vulneración de los derechos humanos hay alguien que hizo incumplimiento de sus deberes o valores humanos. Hasta que no comprendamos esto, nada cambiará. 

Y, para que cambie, tenemos que comenzar por cambiar cada uno de nosotros, cultivando lo mejor de nosotros mismos para ofrecerlo a los demás.


Comenzar Ahora


Dejar de lado lo que se ha sido para reinventarse no es una tarea fácil, entre otras cosas, porque se deben derrotar temores, replantear ideas, transformar objetivos y tomar la decisión de volar hacia mundos desconocidos.

Hay personas que están anquilosadas en el tiempo. Como prefieren permanecer en terrenos ya trajinados no avanzan y, lo que es peor, no tienen la más mínima posibilidad de cruzar los trayectos que les corresponden.

Son seres que no han aprendido a manejar bien la cotidianidad, ni han asumido el vuelo hacia destinos mejores o más gratificantes.

¿Es su caso?
Haga una sencilla reflexión sobre estas aseveraciones y pregúntese qué tanto de estas palabras retratan su estado actual.

De pronto detecta que todavía hay circunstancias de su realidad que necesitan de una intervención más franca y decidida de su parte.

Es probable que tenga pensamientos negativos que ha dejado anidar en su cabeza y que, en el fondo, lo único que han logrado es cultivar su inseguridad.

Suele ser muy fácil acomodarse a las viejas rutinas diarias lo que, de alguna forma, hace que sus días y los años pasen sin pena ni gloria. Usted, como todo ser humano, debe apuntarles a nuevas emociones como una manera de crecer. No puede abrir los brazos al tedio, porque él lo envolverá y le hará desperdiciar su vida.

Puede ser ‘aterrador’ ver el calendario y comprobar que los años están pasando sin lograr ‘nada de nada’.

Hacer cosas nuevas le ayudará a entender la importancia de correr ciertos riesgos. No tiene que tomar salidas radicales, pero sí deben ser acciones distintas a lo normal.

Empiece con pequeños cambios, pues ellos le abrirán la mente y le permitirán alimentar su espíritu.
Además, esas pequeñas cosas que emprenda le devolverán la confianza a usted mismo y le permitirán estar más abierto a opciones diferentes o a proyectos valiosos.

Yo creo que, de alguna forma, le hace falta poner los pies sobre la tierra y situarse en el camino que lo lleve a la renovación.

Lo que tiene que hacer es cambiar su forma de pensar y aprovechar las oportunidades que tiene a su alrededor.

Si se organiza mejor, si visualiza un mejor futuro, si tiene voluntad y si decide alzar el vuelo, luego de ese ‘plan de ajustes’ verá que las cosas empezarán a marchar mejor.

Está a tiempo de realizar modificaciones en su vida que, de alguna manera, le permitirán enfocar su existencia hacia mejores propósitos.

Ahora bien, incluir a Dios en estos planes de renovación le permitirá aumentar su fe y tener la certeza de que él le bendecirá. No le quepa la menor duda de que el Señor le enseñará a mirar con ojos nuevos y su corazón se expandirá.

Lo que quiero decir es que, en cada cosa nueva que emprenda podrá notar las manos de Dios, pues el encuentro con Él garantizará una continuidad entre su vida espiritual y su cotidianidad.

La experiencia de la fe se va haciendo más creíble en lo cotidiano y en nuestro estilo de vida, siempre y cuando decidamos renovarnos.

Solo me resta recordarle que la vida empieza todos los días y que, si lo analiza bien, hoy es un buen momento para comenzar a disfrutarla.


¡Adelante!

Influencias


Así, referida a las personas, la influencia es el poder o la autoridad de alguien sobre otro sujeto. Ese poder puede utilizarse para intervenir en un negocio, para obtener una ventaja o para ordenar algo. En otras palabras, la influencia es la capacidad de controlar y modificar las percepciones de los demás.

Este concepto es subjetivo y, como tal, la percepción de la influencia de una persona sobre otra varía según el observador. Existe una serie de situaciones que son mal vistas por la mayoría de los individuos de una misma cultura, como sucede con el consumo de estupefacientes, los asaltos a mano armada, los abusos sexuales y los asesinatos; cada una posee un nivel de gravedad diferente, pero todas estas acciones son consideradas delitos para la mayoría de las sociedades. Por lo tanto, si un padre sabe que su hijo ha entablado amistad con una persona adicta a alguna droga, seguramente se opondrá a la relación alegando que se trata de una mala influencia.

Del mismo modo, frente a una persona estudiosa y trabajadora, dentro de los parámetros normales, su cercanía a otro individuo será vista como una potencial buena influencia. Sin embargo, si dejamos a un costado los crímenes, dado que atentan contra la libertad de los demás y de ninguna manera pueden ser vistos como un acto positivo, la mayoría de las costumbres y de los gustos pueden ser vistos desde dos posturas opuestas.

Por ejemplo, un apasionado del cine que desea estudiar una carrera universitaria para convertirse en editor profesional puede encontrarse con la oposición de sus padres y con la sugerencia de escoger un camino tradicional, considerado más redituable. Otras personas con la misma visión de la vida pueden considerar que este joven representa una mala influencia para sus amigos. Este caso, que parece extremista, es muy común en muchas familias y resulta absurdo que todas ellas consuman arte en varias de sus formas: leen novelas y poesía pero aborrecen la idea de que sus hijos se conviertan en escritores; adoran el cine pero temen estar criando a futuros actores.


En la eterna lucha por la razón, alguien que en un entorno determinado tiene el poder para decidir qué está bien y qué está mal, puede ser considerado como una mala influencia por otra persona, y la complejidad de esta red de diferencias conceptuales es potencialmente infinita.

martes, 23 de mayo de 2017

Tu Luz Propia


Este relato tradicional tailandés expresa de una forma sencilla el sentido de “tu luz propia”.
La pequeña luciérnaga.

Había una vez una comunidad de luciérnagas que vivía en el interior del tronco de un altísimo lampati, uno de los árboles más majestuosos y viejos de Tailandia.

Cada anochecer, cuando todo se quedaba a oscuras y sólo se oía el murmullo del cercano río, todas las luciérnagas abandonaban el árbol para llenar el cielo de destellos. Jugaban a hacer figuras con sus luces bailando en el aire para crear un sinfín de centelleos más brillantes y espectaculares que los de un castillo de fuegos artificiales. Pero entre todas las luciérnagas que vivían en el lampati, había una muy pequeñita a la que no le gustaba salir a volar.-

No, no, hoy tampoco quiero salir a volar- decía todos los días la pequeña luciérnaga-.

Tanto sus abuelos como sus padres, hermanos y amigos esperaban con ansiedad a que llegara la noche para salir de casa y brillar en la oscuridad. Se lo pasaban tan bien que no comprendían cómo la pequeña luciérnaga no les acompañaba nunca. Le insistían para que fuera con ellas a volar, pero no había manera de convencerla.

– ¡Que no quiero salir a volar!- repetía la pequeña luciérnaga.

Toda la comunidad de luciérnagas estaba muy preocupada por la actitud de la pequeña. Pasaban los días y la pequeña seguía encerrada sin salir de casa.

Un anochecer, cuando todas las luciérnagas habían salido a volar, la abuela luciérnaga se acercó a la pequeña y le preguntó con delicadeza:

– ¿Qué te sucede, mi pequeña niña? ¿Por qué nunca quieres salir de casa? ¿Cuál es la razón por la que nunca quieres venir a volar e iluminar la noche con nosotros?

– ¡No me gusta volar!- respondió la pequeña luciérnaga
– Pero, ¿por qué no te gusta ni volar ni mostrar tu luz?

– Pues…- explicó por fin la luciérnaga-, ¿para qué he de salir si con la luz que tengo nunca podré brillar como la luna?. La luna es grande y brillante y yo a su lado no soy nada. Soy tan pequeñita que a su lado no soy más que una ridícula chispita. Por eso nunca quiero salir de casa y volar, porque nunca brillaré como la luna.-

¡Ay, mi niña!- sonrió la abuela-. Hay una cosa de la luna que has de saber y que desconoces
– ¿Y qué es lo que debo saber?

– Has de saber que la luna no tiene la misma luz todas las noches. La luna cambia todos los días. Hay noches en que está radiante. En cambio en otras se esconde, su brillo desaparece y deja al mundo sumido en la más profunda oscuridad.

– ¿De veras que hay noches en que se esconde la luna?

¡Claro que sí, mi niña! Hay noches en que la luna es enorme y otras en que se hace invisible. La luna no siempre brilla con la misma intensidad. La luz de la luna depende del sol. En cambio tú, pequeña, siempre brillarás con la misma fuerza y lo harás con tu propia luz.

A partir de entonces la pequeña luciérnaga salió cada noche a volar con su familia. Y así fue como aprendió que cada uno ha de brillar con su propia luz.

Relato tradicional de Tailandia extraído del libro de J.M. Hernández y A. Sáinz de la Maza. “Cuentos de todos los colores”. Ed. RBA-Libros, 2004.

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.

Eduardo Galeano “El libro de los abrazos”




Que Decir Y Cómo Decirlo



Solo puedes cuestionarte aquello que elegiste desde la mente.

Solo puedes temer equivocarte si no es tu mente quien está al mando.
Solo puedes arrepentirte cuando no has sido totalmente tú quién conduce tu expresión.

Cualquier experiencia vivida desde la verdad de tu corazón, contiene el saber necesario para volver la vista atrás y comprender el sentido de caminar rumbo a lo desconocido.

No hay que proponerse escribir una novela sino simplemente escribir, lo que se pueda, aquello que uno es capaz. Eso es lo que he aprendido con los últimos trabajos. ¿Qué quiero decir? Que el acto de escribir es lo más importante y es anterior a todo, al plan, a la posible estructura del libro. Es anterior a la idea de libro.

Escribir es lo que define al individuo, es lo que lo hace ser el que es. Es lo que me hace a mí ser el que soy y ser de este modo y no de otro. No importa si escribo una novela, fragmentos, reflexiones o simplemente juegos.

Negarse a escribir, resistir la intención, también es parte de la vida del escritor. 

Escribir solo cuando ya no se puede resistir más. Escribir es una doble resistencia. 

Se escribe para resistir las servidumbres que la vida impone y  se escribe para expresar nuestra opinión la cual puja dentro de nosotros con total prescindencia de cualquier estado anímico o condicionamiento.


Hugo W Arostegui