La psicología afirma que el ego es la instancia
psíquica que permite que un sujeto sea consciente de su propia identidad y se
reconozca como yo. El ego media entre los
deseos del ello y los mandatos morales del superyó para que el individuo logre
satisfacer sus necesidades dentro de los parámetros sociales.
Se conoce como egoísmo al amor excesivo que una persona tiene sobre sí misma,
el cual la lleva a atender solamente su propio interés, sin interesarse por el
bienestar ajeno. El egoísmo es, por lo tanto, lo opuesto al altruismo.
El egocentrismo, un término que
hace referencia a centrarse en el ego (es
decir, el yo), es la exagerada exaltación de la propia personalidad.
El egocéntrico hace de su personalidad el centro de la atención.
Los psicólogos resaltan que el egocentrismo consiste en
creer que las opiniones y los intereses propios
son más importantes que los pensamientos de los demás. Lo que el egocéntrico
pretende es, según su óptica, lo único que tiene valor.
Diversos pensadores han expresado sus ideas acerca del
egocentrismo y sus consecuencias, y resulta muy interesante observar que se
trata de un comportamiento extremo, el cual priva
a una persona de la felicidad tanto
como lo hace su contracara, la entrega absoluta a los demás, la negligencia de
las propias necesidades.
En una de sus citas célebres, el filósofo suizo Henri
Frédéric Amiel expresó que “una manera laboriosa de no ser nada, es serlo todo…
de no querer nada, es quererlo todo“; esto resume de forma muy explícita el vacío que acarrea el egocentrismo.
Cuando una persona centra toda la existencia en sí misma,
la repercusión más evidente es la desconexión con el resto de los seres vivos,
la falta de compromiso e interés hacia los demás; sin embargo, se pasa por alto
que el egocentrismo es también
una forma de aislamiento.
Al enfocarse exclusivamente en las propias necesidades,
se elimina la presencia de las potenciales amistades.
Muchas veces se define a los individuos egocéntricos como
seres que sólo pueden amarse a sí mismos; esto puede significar también que se
consideren demasiado buenos para ser apreciados por los demás, dado que no
pueden comprender su superioridad.
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