Resulta difícil precisar qué es la conciencia, ya que no
tiene un correlato físico. Se trata del conocimiento reflexivo de las cosas y
de la actividad mental que sólo es accesible para el propio sujeto. Por eso,
desde afuera, no pueden conocerse los detalles de lo consciente.
La etimología de la palabra indica que la conciencia incluye
aquello que el sujeto conoce. En cambio, las cosas inconscientes son las que
aparecen en otro nivel psíquico y que son involuntarias o incontrolables para
el individuo.
Para la psicología, la conciencia es un estado cognitivo
no-abstracto que permite que una persona interactúe e interprete con los
estímulos externos que forman lo que conocemos como la realidad.
Si una persona no tiene
conciencia, se encuentra desconectada de la realidad y no percibe lo actuado.
La psicología
distingue entre los niveles consciente (establece
las prioridades), preconsciente (depende
del objetivo a cumplir) e inconsciente (no
se racionaliza). La estructura de la conciencia está dada por la relación que
establecen estos tres niveles.
A través de la
conciencia un individuo consigue tener una noción
de sí mismo y de su entorno; es uno de los elementos que asegura la supervivencia de un ser vivo, pues le permite estar
alerta a los peligros y actuar en consecuencia.
Este proceso,
aunque resulta sumamente sencillo a simple vista, es el resultado de varios
fenómenos psíquicos que tienen lugar en la mente de los individuos a cada
instante sin que él tenga total noción de ello. Para resumirlo, este proceso
consiste en percibir el entorno a través de
los sentidos y analizarlo
con la información que se tiene (las
cuales fueron desarrolladas a partir de las experiencias con las que el individuo haya tenido que
enfrentarse), la memoria.
Si la conciencia de un individuo funciona del modo
“adecuado”, las valoraciones que éste hará sobre su realidad serán claras y le
permitirán llevar una vida estable; si por el contrario, dado que ha
padecido determinadas situaciones traumáticas, puede que su manera de entender
en entorno no sea lúcida y, por ende, tome decisiones que causarán
desajustes en su entorno. En este punto puede decirse que lucidez y claridad
son sinónimos son para la psiquiatría los
aspectos que definen una conciencia sana.
Cuando estamos despiertos nuestra conciencia se encuentra
alerta y sólo se relaja cuando dormimos, momento en el que el subconsciente puede
expresarse y lo hace a través de los sueños; por eso muchos especialistas
basan sus estudios sobre el universo psíquico de los pacientes teniendo en
cuenta aquello que recuerdan de los sueños,
pues en ese momento no existen estructuras ni preconceptos y lo que se muestra
sale sin ser analizado, pudiendo acceder a un espacio del individuo que durante
el estado de conciencia se encuentra absolutamente oculto.
Es importante señalar que una de las causas de las
alteraciones en la conciencia pueden ser problemas biológicos y
psicológicos.
El abuso de ciertas sustancias tóxicas como alcohol y fármacos, puede afectar
determinadas zonas del cerebro y provocar alteraciones en la conciencia que
pueden ser de diferentes niveles. También ciertas enfermedades
psiquiátricas como la ansiedad y
la depresión, pueden causar
los mismos trastornos en la forma en la que el individuo concibe la realidad.
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