Cuando todo parece enredarse en una maraña que pareciera carecer
tanto de principio como de su consecuente fin, cuando buscamos las supuestas
razones de nuestro embotamiento mental ante el cual nos negamos a siquiera
intentar comprender los por qué y por los cuántos sucede lo que nos sucede,
cuando todo gira y gira en esa espiral interminable de hechos fortuitos e
indeseables que nos obnubilan el pensamiento negándonos toda posibilidad de
retomar el control de nuestras acciones a un punto tal de llevarnos a dudar de
nuestra coherencia en la evaluación de tales circunstancias, es allí, en medio
de tal berenjenal, en que afloran y acuden a nuestro rescate toda esa tan
particular capacidad de respuesta que sólo es posible detectar en lo profundo
de nuestra esencia humana tan controversial en la detección de todas nuestras
contradicciones y su correspondiente riqueza existencial.
Es así que somos y es así que nos pasan las cosas que nos pasan,
intentar esbozar algún tipo de explicación a todo cuánto nos sucede sería algo
tan inútil como incomprensible, no existe razonamiento, ni capacidad de
análisis intelectual que pueda satisfacer nuestras demandas de comprender lo
que nos resulta incomprensible, tanto las preguntas como las consabidas
respuestas orbitan otros mundos, otras realidades, formando una constelación de
aconteceres donde lo humano engendra todo aquello que pudiera haber sido,
floreciente en una eclosión de innúmeras facetas donde todo tiene cabida en esa
dimensión de coloridos artificios que se multiplican incesantemente unos a otros
sin detenerse jamás.
Hugo W Arostegui
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