Una buena base para triunfar en la vida es aspirar a lo
mejor en todo, porque existe suficiente abundancia para que cada persona
obtenga aquellas cosas que le satisfacen.
Muchas personas viven limitadas porque aspiran a muy poco:
La expectativa que una persona va construyendo a lo largo de
su vida luego se vuelve una profecía hecha realidad, quienes aspiran a muy
poco, al final obtendrán poco, porque así trabajaron en su programación mental.
Una buena base para triunfar en la vida es aspirar a lo
mejor en todo, porque existe suficiente abundancia para que cada persona
obtenga aquellas cosas que le satisfacen.
Muchas personas viven limitadas porque aspiran a muy poco:
La expectativa que una persona va construyendo a lo largo de
su vida luego se vuelve una profecía hecha realidad, quienes aspiran a muy
poco, al final obtendrán poco, porque así trabajaron en su programación mental.
Ante cualquier dificultad que encontremos en la vida,
podemos reaccionar llenándonos de ansiedad, de frustración y de resentimiento o
podemos responder de una forma más serena y equilibrada. No es fácil que se
despliegue nuestra creatividad si previamente no nos encontramos con un muro
que parece insalvable y, a pesar de ello, no nos damos por vencidos.
Si no somos más creativos a la hora de
encontrar nuevas oportunidades de mejora, no es porque nos falte la capacidad
para serlo, sino porque o no creemos lo suficientemente en nosotros
mismos, o porque nos falta hambre por triunfar. La fe no hace que las cosas se
resuelvan como por arte de magia. Lo que la fe hace es que, por largo y difícil
que sea el camino, sigamos esforzándonos y buscando soluciones sin desfallecer.
No podemos
estar constantemente recordando fracasos pasados y pensar que vamos a triunfar
en el presente Muchos conocemos historias de seres humanos que se encontraron
con dificultades en su vida, que parecían del todo imposibles de superar. Sin
embargo, lo hicieron, las superaron. La pregunta es ¿por qué las superaron?
Posiblemente, porque todos ellos tenían el
convencimiento de que podían aspirar a una vida mejor y, estaban
dispuestos a hacer lo que hiciera falta hacer, para lograr ese tipo de vida al
que aspiraban.
Muchos de nosotros nos hemos acomodado y ya no tenemos ambición.
La ambición por mejorar es saludable. Lo que no es saludable es la avaricia. La
ambición deja espacio para que los demás crezcan y prosperen, mientras que la
avaricia no permite que esto suceda.
No podemos
estar constantemente recordando fracasos pasados y pensar que vamos a triunfar
en el presente. Hay que enfocarse casi con obsesión en la propia meta y saber
poner distancia con el pasado. La duda y el miedo no pueden ser
nuestros compañeros de viaje. Con
ellos no se llega a ningún sitio al que valga la pena llegar.
Quien queda
amarrado por su pasado, no puede crear un nuevo futuro. Las personas que tengan
una mentalidad derrotista tendrán que resignarse a que su futuro sea una simple
prolongación de su pasado. No crearán nada nuevo. Por eso, enfóquese en lo que
de verdad quiere lograr y conviértase en lo que en potencia ya es: un ser
excepcional. No se conforme con menos.
Usted no tiene que deslumbrar a nadie,
pero sí puede sentirse orgulloso de sí mismo. Son las decisiones que hoy tome,
lo que hoy resuelva, lo que va a variar el rumbo de su vida. Hoy en una
sociedad en la que hay tanta desesperanza, hay muchas personas que piensan que
tener un estado de ánimo positivo es una utopía o un lujo. No hay manera de
salir de la oscuridad sin un poco de luz. No hay forma de encontrar un camino si
no hay nada que lo ilumine.
Dejemos
de esperar a que lleguen una serie de “salvadores” que nos muestren el camino.
Los “salvadores” ya han llegado y somos cada uno de nosotros, haciendo lo que
podamos para llevar ilusión, alegría y confianza donde no existe. Si no lo
hacemos nosotros no lo va a hacer nadie.
Recuerde que en la vida podemos elegir
entre tener excusas o tener resultados. Esta es una decisión personal que le
corresponde a cada uno tomar.
Hugo W Arostegui
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