La concentración de carácter mental,
por otra parte, es el proceso de la mente que consiste en centrar
voluntariamente la atención sobre un objetivo. A través de la
concentración, la persona deja momentáneamente de lado todo aquello que puede
interferir en su capacidad de atención.
En este caso, por ejemplo, hay que decir que muchos son los
profesionales que requieren desarrollar la concentración para poder llevar a
cabo su trabajo. Así, en el caso del mundo de espectáculo hay artistas como
magos, mentalistas o trapecistas que necesitan de la citada concentración para
realizar sus números y de esta manera conseguir que ellos salgan tal y como
desean, lo que hará que el público asistente quede gratamente sorprendido.
Cabe resaltar que la concentración resulta vital para el aprendizaje (la adquisición de nuevos
conocimientos), la precisión en la ejecución de movimiento y la puesta en
marcha de una estrategia. Los deportistas, por ejemplo, deben estar
concentrados para enfocarse en sus acciones.
Nos encontramos rodeados de información y nuestros recursos
son limitados, por lo que debemos seleccionar aquellos estímulos considerados
relevantes. Para ello, está especialmente diseñado el mecanismo cognitivo de la
atención (atención y concentración). Esta capacidad de selección permite la
adaptación a un entorno complejo y cambiante, al mismo tiempo que posibilita la
interacción con el mismo.
La concentración está muy relacionada con otros procesos
psicológicos en los que influye o por los que se ve afectada (percepción,
aprendizaje, memoria, emoción, etc.). De forma general, la concentración tiende
a conceptualizarse de dos maneras:
Como un estado de concentración o focalización de
la conciencia. Es decir, entendida como habilidad compuesta por estrategias
para la optimización del funcionamiento del sistema cognitivo.
Como capacidad de procesamiento. Es decir, la
concentración entendida como mecanismo de activación de procesos.
Ambas perspectivas pueden considerarse complementarias.
Otra de las funciones de la concentración, una vez procesada
la información, es la de garantizar una respuesta, reducir el tiempo de la
misma o mantener el estado de alerta durante la ejecución de una tarea.
Aunque el control de la atención depende, en gran medida, de nuestra voluntad,
en ocasiones, escapa a nuestro control. Esto depende de las características de
los estímulos o del estado motivacional. Incluso la dirección o
intensidad de la concentración puede cambiar rápidamente.
Hugo W Arostegui
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