domingo, 21 de mayo de 2017

Cimientos Culturales Las “Cajas Negras” De La Civilización.

“En el presente vivimos los años mozos de la época denominada por el gran filósofo polaco, Zygmunt Bauman (1925), como “modernidad líquida” o posmodernidad, durante la cual van disminuyendo gradualmente los habitantes de la Tierra que recurren a los tesoros del saber, por considerarlos “inútiles” ante el delirio materialista imperante.

El planeta gime ante la displicencia generalizada en la consecución de los nutrientes intangibles que alimentan el intelecto. Estos, reemplazado a su vez, por remedios materiales que sacian los ímpetus a veces incomprensibles, de su desviada realidad.

En consecuencia, el “homo económico”, llevan la delantera en la carrera para sustituir y aun aproximarse al “homo sapiens”. ¿Pero, se preguntan algunos, de que sirven los deleites del espíritu, si tantos son los focos de atención que nos dirigen hacia los indispensables requerimientos de la población consumista?

A esta interrogante de la actualidad responde en el siglo pasado el genial filósofo y escritor español, Miguel de Unamuno, que : “Sólo el que sabe es libre, y más libre es el que más sabe. Sólo la cultura da libertad. No proclaméis la libertad de volar si no das alas; no la de pensar, si no das pensamiento”. Para terminar diciendo: “La verdadera libertad que hay que dar al pueblo es la cultura”.

Somos, sin duda alguna, mitad materia que compone la armadura del animal viviente que vino al mundo; y como tal, comemos, hablamos, nos movemos, defecamos y hacemos el amor, entre otras actividades; pero sobre todo, sobresalimos en la creación porque somos los únicos seres provistos de la venerada capacidad de pensar, lo cual nos distingue orgullosamente de los demás animales y otros entes.

Y tanto necesita nuestro cuerpo de los alimentos para poder sobrevivir como también requiere nuestra mente del combustible intangible del saber, para con estas herramientas, hacernos siempre más libres y más felices.

Deplorable debe ser la realidad de los analfabetos, y aun de algunos que simplemente desestiman las bondades que ofrece la cultura, puesto que en una mente y una mirada vacías de tantos conocimientos distanciados de los rudimentos del diario vivir, se ven obligados a conformarse sólo con lo esencial, siendo ellos incapaces de analizar y conceptuar sobre los infinitos recursos de que disponemos en esta posmodernidad, para colmar cada uno dentro de su propia capacidad, esta efímera existencia terrenal, disfrutando así del conocimiento que nos brinda todo este grandioso universo.”

En el día de ayer participamos de un encuentro, para ser precisos se trataba de desarrollar un tema con un muy valioso contenido " El Placer En Nuestras Vidas” en un ciclo de encuentros que se realizan en “Sala Brocos” en el edificio “La Casa De La Cultura, en la ciudad de Tacuarembó, me resultó muy claro e interesante el desarrollo de una temática que forzosamente (despierta la curiosidad que les caracteriza) la necesidad de “buscar en sus registros” las mencionadas “cajas negras” que todos guardamos en algún recóndito lugar de la memoria.

Escuchando la muy buena disertación de los expositores, algunas expresiones lograron “activar” el añejo contenido de mi memoria y claro lo que surgió fue que comparando lo registrado en las “cajas negras” de mi niñez, no pude evitar la humorada que me causó tal comparación, a modo de ejemplo, les diré, que llegaron a mis oídos palabras tales como: "sexo oral” ocasionando que del contenido de lo registrado en mi memoria surgieran situaciones relacionadas con  la “oralidad” es que en mis registros sobre el tema obviamente no teníamos mayores referencias, para nosotros, setenta años atrás, cuando recibíamos la infausta noticia de que tendríamos una “prueba oral” significaba que todos y cada uno deberíamos exponer en palabras todo aquello que entendíamos que debíamos decir sobre alguna temática en cuestión.

Claramente se puede observar la gran diferencia generacional que separan a nuestros registros.

Es por eso que no he podido evitar “sofrenar al vasco medio loco” que todavía me caracteriza y me dije: por qué no decir algunas cosas que puedan ser captadas por los registros albergados en la memoria colectiva de los participantes, entonces es que no pude evitar, confieso que no he realizado ningún esfuerzo por evitarlo, y entonces “dije lo que dije” demás está decir de que acompaño el pedido de disculpas correspondiente.

Resumiendo: una hermosa oportunidad de “cultivar el pensamiento” en la fértil tierra de los “Viviendo”, muchas gracias.

Hugo W Arostegui


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