Hay
momentos que sentimos que todo está mal, que nuestras vidas se hunden en un
abismo tan profundo, que no se alcanza a ver ni un pequeño resquicio por el que
pase la luz.
En esos momentos
debemos de tomar todo nuestro amor, nuestro coraje, nuestros sentimientos,
nuestra fuerza y luchar por salir adelante.
Muchas veces nos
hemos preguntado si vale la pena levantarnos de nuevo, y solo puedo contestar
una cosa; hagamos que nuestra vida valga la pena.
Vale la pena
sufrir, porque he aprendido a amar con todo el corazón.
Vale la pena estar
en la oscuridad y caer hasta lo más profundo, porque ya no puedo ir hacia más
abajo, de ahí en adelante todo va a ser hacia arriba hasta que vea la luz.
Vale la pena
agachar la cabeza y bajar las manos, porque al levantarlas seré más fuerte de
corazón.
Vale la pena una
lagrima, porque es el filtro de mis sentimientos, a través de ella me reconozco
frágil y me muestro tal cual soy.
Vale la pena
cometer errores, porque me da mayor experiencia y objetividad.
Vale la pena volver
a levantar la cabeza, porque una sola mirada puede llenar ese espacio vacío.
Vale la pena volver
a sonreír, porque eso demuestra que he aprendido algo más.
Vale la pena
acordarme de todas las cosas malas que me han pasado, porque ellas forjan lo
que soy el día de hoy.
Vale la pena
voltear hacia atrás, porque así sé que he dejado huella en los demás.
Vale la pena vivir,
porque cada minuto que pasa es un oportunidad de volver a empezar.
Todo esto son solo
palabras, letras entrelazadas con el único fin de dar una idea. Lo demás,
depende de cada uno de nosotros.
Dejemos que nuestras acciones hablen por
nosotros.
SE FELIZ
Colaboración de María Fernanda Muñoz Tostado.
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