Uno de los rasgos de una buena persona es que suelen ser
personas empáticas. El dolor ajeno no debe de ser invisible a los ojos de
nadie. La empatía, la humanidad y la solidaridad muestran que una
persona se siente mejor consigo misma cuando se implica en las circunstancias
de su entorno para poder aportar su granito de arena en la construcción de un
mundo mejor.
Las personas que practican la empatía se rigen bajo un lema
claro y conciso: "No hagas a los demás lo que no te gustaría que te
hicieran a ti". Esta es su base en la vida y, desde aquí, actúan, hablan,
reaccionan y se relacionan con los demás. Es un principio básico de respeto y
tolerancia que hace que te puedas poner en la piel de otra persona y, así, comprender
mejor sus emociones y su forma de vivir la vida.
El perfil de una persona buena también se caracteriza por
practicar la sinceridad. Pero no nos
equivoquemos: hay personas sinceras que también son groseras e hirientes. Las
buenas personas, al ser empáticas, saben cómo tienen que decir las cosas y
respetan, mucho, las emociones de los demás. Por tanto, serán sinceras siempre contigo
pero cuando te digan algo que no te gusta, lo harán con sumo cuidado para no ofenderte.
El corazón de una buena persona se nota incluso en sus
palabras y en la forma que tiene de hablar de los demás. Una buena persona no
pierde el tiempo en crear rumores falsos sobre terceras personas o en criticar
de forma constante a alguien a sus espaldas. Tiene objetivos más productivos en
los que aprovechar su tiempo.
Otra de las características de las buenas personas es que
también dedican parte de su vida a realizar actos positivos y bondadosos. Las
acciones igual que las palabras son un efecto de los sentimientos del corazón.
Una buena persona se define a sí misma a través de los hechos que reflejan una serie
de valores y de normas.
También suelen tener unas escalas de valores muy firmes que
suelen cumplir a rajatabla. Son personas optimistas, soñadoras e idealistas que
intentan vivir de una forma positiva tanto a nivel individual como social.
Intentan ofrecer pequeños granitos de arena para que el mundo pueda ser un lugar mejor para vivir y, muchas veces, ¡lo
consiguen!
Una buena persona es aquella en la que puedes confiar de verdad.
Incluso en el caso de no tener mucha confianza, es una persona responsable que
no juega con los sentimientos de nadie. Una buena persona no utiliza a los
demás como si fuesen objetos. Suelen ser personas que, gracias a los valores
tan firmes que tienen, tienen muy claro que el respeto es un elemento básico en
las relaciones humanas.
Por eso, son personas que te respetarán y que no irán
escampando tus secretos o intimidades a nadie. Además, gracias a su sinceridad,
son personas que pueden convertirse en amigos del alma ya que querrán lo mejor
para ti y no les costará nada decirte si hay algo que no les termina de
convencer. En general, suelen crear relaciones muy sanas con la gente de su
entorno y ayudar a que los demás también se puedan convertir en buenas
personas.
Y, por último, otro de los rasgos de una buena persona es
que suelen ser humildes. Es decir, nunca se sentirán superiores a los demás ni mirarán a nadie por
encima del hombro. Saben que todo el mundo tiene su vida y sus propias metas,
por tanto, respetarán cada éxito de cada uno y nunca se interpondrán en ellos.
No necesitan demasiadas cosas para vivir: ni lujos, ni
dinero, ni reconocimiento. Son personas sencillas que se sienten la mar de
felices disfrutando de un bonito atardecer, despertándose con sus seres
queridos o dando un paseo por la playa. Valoran que en la sencillez de la vida es donde se encuentra
la auténtica felicidad y la auténtica belleza.
Y, por último, otro de los rasgos de una buena persona es
que suelen ser humildes. Es decir, nunca se sentirán superiores a los demás ni mirarán a nadie por
encima del hombro. Saben que todo el mundo tiene su vida y sus propias metas,
por tanto, respetarán cada éxito de cada uno y nunca se interpondrán en ellos.
No necesitan demasiadas cosas para vivir: ni lujos, ni
dinero, ni reconocimiento. Son personas sencillas que se sienten la mar de
felices disfrutando de un bonito atardecer, despertándose con sus seres
queridos o dando un paseo por la playa. Valoran que en la sencillez de la vida es donde se encuentra
la auténtica felicidad y la auténtica belleza.