jueves, 7 de marzo de 2019

Empatía

La empatía nos ayuda a reconocer las emociones que puede sentir la otra persona, así como nos permite ponernos en su lugar para saber qué está pensando.

Últimamente escuchamos hablar sobre la importancia de que las personas tengamos empatía, de educar a los niños para que sean empáticos e incluso, se habla de que las marcas también deben tener empatía, pero ¿sabemos realmente lo que es?

La empatía es un sentimiento que nos permite percibir y comprender lo que otras personas pueden estar sintiendo y por lo tanto, una cualidad esencial para ver el mundo con más amor y compasión.
Partamos de la definición más sencilla de qué es empatía, que es la que nos da la RAE: ‘sentimiento de identificación con algo o alguien’, ‘capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos’.

Cuando hablamos de empatía, nos referimos justamente a la capacidad de una persona para percibir y entender lo que otra persona está sintiendo en un momento determinado, o como diríamos coloquialmente, la capacidad que tenemos de ponernos en los zapatos del otro.

Esto no quiere decir que tengamos las mismas opiniones, que estemos de acuerdo con sus emociones o que sintamos lo mismo y por eso lo comprendamos. En realidad, la empatía tiene que ver con la capacidad de ponernos en la piel de la otra persona y entender aquello que siente y que pasa por su mente, desde su perspectiva y no desde la nuestra.

Es por esto que para poder sentir empatía partimos de la validación de los sentimientos y motivaciones que tiene la otra persona, sin tener en cuenta si estos tienen la misma importancia si lo viéramos desde nuestra propia escala de valores.

Absolutamente todas las personas venimos al mundo con los componentes neurológicos apropiados para sentir empatía. Si lo piensas con detenimiento, la empatía es también un mecanismo de supervivencia que se activa para comprender mejor nuestro entorno, a la persona que tenemos frente a nosotros y ser capaces de generar vínculos y relaciones más profundas con ella.

Así como tenemos personas a nuestro alrededor que son capaces de comprenderlo todo, también hay personas que consideramos cero empáticas, egoístas y que no son capaces de ver más allá las situaciones de los demás; estas son personas que no han desarrollado empatía.

Pero lo cierto es que nuestro cerebro tiene unas neuronas encargadas de permitirnos establecer esta conexión con otras personas, poner a un lado nuestro mundo emocional para que seamos más receptivas hacia las personas o circunstancias en un momento dado.

Entonces, si todas las personas podemos sentir empatía, ¿por qué hay personas que muestran una ausencia total de esta? La realidad es que todas nuestras emociones y sentimientos se van moldeando según las experiencias que tengamos en nuestra infancia, por lo que el contexto social en el que crezcamos, nuestra familia, la educación y los estímulos que recibimos, son responsables de que seamos personas con una empatía desarrollada o no.

Afortunadamente la empatía es un sentimiento que podemos cultivar y ejercitar día a día, siendo más conscientes de ciertos aspectos para mejorar y activando los tres factores esenciales que definen lo que es empatía: la escucha activa, la comprensión y la ayuda emocional, empezando por interesarte un poco más por las personas que te rodean e involucrarte con ellas y con las situaciones.


Lo cierto es que la empatía mejora significativamente tus vínculos emocionales con otras personas, cambia tu perspectiva y tu visión de las cosas, te ayuda a resolver mejor los conflictos, te convierte en una persona más respetuosa, mejora tu inteligencia emocional y te ayuda a desarrollar capacidades de liderazgo, colaboración y negociación. 

Pero lo mejor de todo, es que te hace sentir mejor contigo mismo.

Añoranza

Recordar no es malo. Las personas estamos hechas de recuerdos, de experiencias y vivencias que edifican lo que somos en la actualidad. Dejar que la nostalgia nos acaricie de vez en cuando con su aire tibio y evocador no tiene por qué ser algo negativo. Según nos dicen los especialistas, el ser humano pasa gran parte del día “recordando cosas”, pero ahora bien, no debemos anclarnos a esos recuerdos de una forma obsesiva.

En ocasiones, dejamos de lado el momento presente para experimentar un pasado que parece que nunca se va. Nos da miedo soltar los recuerdos que una vez fueron tan importantes para nosotros. Esto puede hacernos mucho daño y evita que podamos disfrutar del ahora y seguir hacia delante.

“El crepúsculo de la desaparición lo baña todo con la magia de la nostalgia”
-Milan Kundera-

La nostalgia: la ventana del mundo emocional
Una de las facultades que nos propicia el mundo emocional es sin duda la sensación de nostalgia. Se trata de evocar un recuerdo, pero no un recuerdo cualquiera, sino uno querido, uno añorado de ese nuestro álbum particular del pasado.

Sin saber cómo, nos vemos de pronto arropados por multitud de imágenes, sensaciones, palabras y sonidos de ese ayer que nuestra memoria ha guardado con sigilo y ternura en una parte especial del arcón de nuestra memoria. Los recuerdos tejen lo que somos. Y la mayoría del tiempo, las personas somos nostalgia. Somos recuerdos.

Evocar situaciones, emociones, acontecimientos y personas se convierte en un acto que son sumerge en un estado de alegría y reflexión al mismo tiempo. Cuando la nostalgia hace acto de presencia corremos el riesgo de aferrarnos a ella y dejar de prestar atención a nuestro presente. Sin embargo, tenemos cada día la oportunidad de crear nuevos y preciosos momentos.

Como afirma Ignacio Quepons (2013), de la Universidad Nacional Autónoma de México, “la nostalgia no sólo advierte indirectamente el valor por un evento pasado sino que despierta un anhelo por volver a vivirlo tal y como se vivió entonces”. Si conseguimos vivir con plenitud, podremos sentir nostalgia de ciertos momentos, pero evitaremos sentirnos encallados en el pasado.

Cuando la nostalgia nos llena de tristeza
Pero a veces la nostalgia trae consigo un perfume triste. Trazos de una vida vivida que nos deja cierta sensación de añoranza y dolor en vista de un ayer que tal vez, concentró mucha felicidad, un bienestar del que carecemos en el presente. Es entonces cuando algunas personas pueden caer en el abismo de ese laberinto, obsesionándose en la nostalgia de recordar el ayer porque su vida, tal vez, solo encuentra sentido en esos momentos.

Un refugio adictivo al que vuelven repetidamente a través de fotografías, cartas, objetos… un exilio personal que les hace perderse el presente para llenar los vacíos actuales de su vida. Por la cabeza no se pasa en ningún momento la posibilidad de deshacerse de todo eso que, en realidad, es inservible e incluso hace daño. Eso, no es bueno.

El pasado nos debe servir como trampolín para nuestra realidad y no como una ventana donde quedarnos asomados diariamente, ahí donde perdernos a nosotros mismos y con riesgo de caer finalmente en una depresión.

La nostalgia debe servirnos para recordar lo que fuimos, lo que tuvimos y lo que vivimos para después sacar una valoración, un aprendizaje de la misma. Toda experiencia es un conocimiento para avanzar, no para quedar estancados.

La nostalgia debe ser algo que forme parte de nuestro archivo personal, ahí donde poder volver de vez en cuando. Pero nunca debemos convertirla en esa puerta que siempre dejemos abierta y cuya brisa, cuyo perfume, se entrometa continuamente en nuestro “ahora”.

Recordar pero no regresar
La palabra nostalgia tiene un interesante significado que ilustra toda su realidad: su raíz griega, de nostos, viene denesthai (regreso, volver a casa), y de algos (sufrimiento). Se explicaría pues como ese padecimiento por el deseo de regresar, de volver a un lugar determinado.

Debemos pensar en el pasado mediante una perspectiva de gratitud y agradecimiento por haber vivido dichas experiencias, verlas con tranquilidad. Con la satisfacción de haber tenido momentos realmente plenos. Pero no hay que caer en el error de valorar que todo era mejor antes, de dejar perder esa armonía entre lo vivido y el presente. Nuestra vida es un continuo donde fijar nuestras perspectivas en el futuro.

“No hace falta renunciar al pasado al entrar en el porvenir. Al cambiar las cosas no es necesario perderlas”
-John Cage-


El pasado nos sirve para aprender. Es una experiencia que nos dota de madurez y nos permite crecer. Pero la felicidad se busca cada día en el presente, en las pequeñas cosas, en los pequeños detalles, sin olvidar nunca una cosa que “no hay peor nostalgia que añorar lo que nunca existió”. 

Si Percibes Tu Cambio


Si te sientes inquieto. Si sientes que tu vida ya no te llena. Si percibes que te falta algo. Si ya no te sientes identificado con tus relaciones. Si te sientes desconectado de tu trabajo. Si sientes que quieres otra cosa pero no sabes el qué. Si no te sientes a gusto con tus actuales identidades. Si deseas salir de tu zona de comodidad. Si quizás no duermes bien. E incluso tienes ganas de llorar. No te estás volviendo loco, es que estás mudando la piel. La piel interior de tu propio ser.

Pero aún te diré más. Si te encuentras perdido, pero no puedes volverte hacia atrás, y al mirar hacia los lados y hacia delante sientes vértigo, no estás enfermo, es que te encuentras en medio del puente colgante de la transición de todo cambio. Detrás de ti dejaste la naturaleza que ya no eres, y frente a ti, una vez que atravieses el puente, se encuentra tu nueva naturaleza en la que te estás transformando. Por eso te sientes perdido, porque aún estás en un punto indefinido del puente. Y por eso te sientes inquieto y con ciertos temores, porque ese puente es colgante.

El puente colgante de la transformación es un trayecto interno, construido por un entramado de peldaños emocionales por los que debes pasar para poder atravesarlo. O, ¿a caso te imaginabas que se puede transformar la energía de cada una de las células de tu ser sin sentir nada? La buena noticia es que, al igual que el proceso de la crisálida por el que pasa una oruga para transformarse en mariposa, tienes todo el potencial para convertirte en un ser con alas.

Ese entramado de peldaños emocionales del que está construido tu puente colgante es lo que posibilita el proceso del aprendizaje personal, único e intransferible, que te otorgará durante el camino un nuevo conocimiento y te permitirá durante el trayecto crecer como Ser Alado. Así que sé valiente y con la conciencia abierta camina hacia delante, hasta alcanzar la plena transformación de tu nueva naturaleza. Por el contrario, cabe la posibilidad que decidas congelarte en tu proceso natural y te quedes perdido durante mucho tiempo en medio del puente colgante, viviendo tu vida anterior sin ser ya el/la de antes, ni permitiéndote vivir en una nueva vida como un nuevo ser en el que debes renacer. Tuya es la decisión, y elijas lo que elijas estará bien.

Pero déjame decirte que por evolución natural entraste en el puente como un ser sin alas, y puedes salir de él habiéndote convertido en un Ser Alado. Y en el proceso transformador aprenderás que todo cambia en un eterno fluir, porque la impermanencia es ley de vida. Y que cuando sientes miedo no eres tú, sino los demás en ti, ya que los miedos no son más que sombras irreales proyectadas sobre las paredes de tu mente que solo quieren impedirte que despliegues las alas y vueles. Y aprenderás que Tú sí que puedes, sí que vales y sí que te lo mereces, todo aquello con lo que sueñes. Y descubrirás que el mundo no tiene horizontes. Y gozarás volando sobre mil paisajes. Y sabrás amar sin apegos, porque el amor encadenado es todo menos amor. Y disfrutarás al dejarte fluir intensamente por los instantes del continuo presente, que es la verdadera vida. Y serás feliz compartiendo momentos llenos de luz con otros Seres Alados. Y reconocerás la magia sanadora de un abrazo, una caricia, un beso y una sonrisa. Y te reconocerás dueño de tu propia existencia. Y con las alas bien extendidas bajo un día de radiante sol o de refrescante lluvia, te sentirás vivo, te sentirás originalmente Tú. Y en ese descubrirte reconocerás tus habilidades y dones naturales, y hallarás tu medio natural donde los desplegarás con gracia y sin esfuerzo, porque ya eres Tú mostrándote al mundo con plena ingenuidad.

Así que ya sabes. Si te sientes perdido, es que estás cambiando para convertirte en una versión mejorada de tu propia actual naturaleza. La transformación comenzó, y no tiene vuelta atrás. El paso por el puente colgante es un proceso de aprendizaje que te conduce al reencuentro con tu sabiduría interior, contigo mismo, donde llegarás a reconocerte y aceptarte tal y como eres, sin etiquetas con colorantes ni roles postizos edulcorantes impuestos por los demás. Y la mejor noticia de todas es que, si aún no te has dado cuenta, mírate en un espejo la espalda y verás cómo te están creciendo ya unas preciosas alas que en un día muy próximo te permitirán volar.

El Tiempo Que Importa


Me pregunto si cada día de tu vida le dedicas al menos 5 a 10 minutos a actividades que contribuyan con tus sueños.

Si eres una persona promedio, lo más probable es que me respondas que NO.

Y si este es el caso, no te preocupes, siempre estás a tiempo de cambiar y de mejorar estos aspectos de tu vida, ten en cuenta claro, que mientras más tiempo dejes pasar, más oportunidades se irán de tus manos, y menos beneficios podrás obtener en el corto y largo plazo.

Deberías tener una lista con todos tus propósitos allí plasmados y cada día de tu vida, dedicarle parte de tu tiempo a hacer algo al respecto.

Esta es quizás una de esas actividades que podrías reemplazar, dejando de lado las actividades por defecto (o de relleno).

Lo Más Importante Primero
Sin importar a la hora que te levantes día a día, deberías dejar las actividades con mayor orden de prioridad para ser realizadas antes que todas las demás.
Con esto, quiero indicarte que las primeras horas de tu día, son quizás las más productivas en el sentido en que tienes la mente libre de muchos pensamientos e ideas que podrías recolectar a lo largo del día.
Dedícale la parte inicial de tu día a las cosas que verdaderamente importan y que contribuyen con tu misión de vida.



No Dejar Para Después

En muchas ocasiones de nuestra vida dejamos aquello que tenemos pendiente para más adelante. Puede ser una pequeña tarea, pequeños pasos hacia un objetivo o nuestra toma de decisiones. Podemos estar viviendo acumulando tareas, obligaciones o deseos.

Así, pasa el tiempo, y lo que un día dijimos que haríamos queda pendiente y sin fecha por determinar, convirtiéndose en un “tengo que…” sin fin. En ocasiones puede que no genere demasiadas dificultades, sin embargo en otras puede que más tarde sea demasiado tarde.

Lo haré más tarde
Cierto es que nuestro día a día puede estar cargado de cosas que hacer, que nos impiden llevar todo hacia adelante, no somos ningún superhéroe ni super heroína.  Es normal que a veces no podemos con todo, por lo que es mejor hacer menos cosas y bien, que muchas y mal.

Pero cuando dejamos muchas cosas para más tarde y se nos acumulan, podemos experimentar altos niveles de ansiedad y de malestar con respecto al concepto que tenemos sobre nosotros mismos. Tenemos ansiedad cuando dejamos muchas puertas sin cerrar y cabos sin atar.

También podemos estar cayendo en el error de sobre estimar el tiempo y esfuerzo que pensamos que nos llevará hacer algo. Podemos pensar que tardaremos más tiempo del que realmente invertiríamos. A veces tardamos más en pensarlo que en hacerlo, tenlo en cuenta.

Demasiado tarde es un concepto que sólo se aplica a las cosas que ya son definitivas
Casi nunca es tarde, pero no lo dejes para más tarde.

Todas, o casi todas las decisiones pasan por un proceso lógico de toma de decisiones. Con la influencia de nuestras emociones, claro está. Lo cierto es que a veces, pensarlo demasiado significa imaginarnos los posibles finales y, casi siempre, todos malos.

Y así dejamos pasar los días. Pensando y pensando que llegará el día en que algo cambiará sin movernos del sofá. Y claro, ese día nunca llega. Sabiendo que todo lo que está en nuestra mano es posible cambiarlo si somos nosotros mismos los que empezamos.

Tampoco el tiempo es un valor importante. Es cierto que hay cosas irrecuperables y que ya pasaron, de eso tan sólo nos queda aprender con la convicción de que todos cometemos errores. Pero nunca es tarde para cambiar cosas que aún podemos solucionar, tan solo hay que intentarlo.

Hablar con alguien con el que llevamos mucho tiempo sin hablar, solucionar conflictos del pasado, retomar esa pasión que nos hacía felices o cumplir los sueños realizables que tenemos apuntados tan sólo son posibles si nos ponemos en movimiento. Vamos, adelante.


miércoles, 6 de marzo de 2019

Crónicas Del Horror

Dentro de veinte años no quedará ningún superviviente del Holocausto. Por eso algunos supervivientes de aquel horror se apresuran a dejar por escrito su testimonio. Es el caso de Eva Schloss quien fue la hermanastra de Ana Frank, la mítica niña que nos dejó su diario para no olvidar errores catastróficos de la historia. Después de Auschwitz (Planeta) ilustra a quienes se preguntan cómo se logra sobrevivir a tamaña crueldad. Eva responde a La Vanguardia desde su casa londinense.

Ella también fue víctima de la persecución nazi y destinada a un campo de concentración, pero a diferencia de Ana, su hermanastra, sobrevivió. Hoy, a sus 86 años, lleva una vida tranquila en Londres. La publicación de su libro le ha reportado una popularidad que intenta dosificar. "Sabemos que tenemos una sola vida aquí en la tierra, con sus altibajos. Tienes que valorar los buenos tiempos -en el mundo hay belleza, personas maravillosas y momentos inspiradores- para encontrar las fuerzas que te permitan superar cosas difíciles".

Eva Schloss Geiringer, al igual que centenares de miles de judíos, tuvo que abandonar su ciudad natal -nació en Viena, 1929- para iniciar un viaje itinerante por varios países de Europa. Primero Bruselas, después Amsterdam. Cuando los alemanes invaden Holanda a su familia -como a todas las judías- se le despoja de sus derechos y son obligados a llevar la estrella amarilla identificativa. Les separan: Eva y su madre por un lado, su hermano Heinz y el padre por otro.

Conoció o a Ana Frank de niña, antes de ser su hermanastra era una de sus amigas en Amsterdam. La recuerda como una criatura sonriente, soñadora, preocupada por sus vestidos y absolutamente confiada en que un futuro mejor estaba por llegar. Todo lo contrario de Eva. Y a pesar de eso sus destinos se unirían. "Era mi contrario, algo espectacular. Yo era un potro de pelo rubio, curtida por el sol, ropa desaliñada de montar en bici. Ana se peinaba primorosamente, vestía blusas y faldas inmaculadas, calcetines blancos y zapatos de charol. Vivíamos frente a frente, a cada lado de la plaza".

Cuando la madre de Eva, Mutti, ya viuda, se reencontró con el padre de Ana, Otto Frank, también viudo, le pareció "un hombre amable, un caballero, a pesar de estar atormentado por la muerte de sus hijas, una de ellas Ana Frank". Ambos habían pasado por situaciones similares y ese conocimiento y el dolor compartido les unió.

Fue de esa manera que Eva Schloss se convirtió en hermanastra de Ana Frank.

Eva Schloss pasó décadas sin querer recordar su pasado, no hablaba de él ni siquiera con sus hijas. "Durante mucho tiempo, interiormente, quise hablar a la gente de ese sufrimiento atroz que padecimos. pero después de la guerra en Holanda y más tarde en Inglaterra, la gente no quería oír hablar de adversidades -lamenta Eva- la gente quería seguir adelante y tratar de olvidar"

Pero un día, ya mayor, lo hizo. De golpe. Era 1986 y había sido requerida para pronunciar unas palabras sobre su hermanastra Ana Frank en una exposición sobre ella, en Londres. Todavía hoy no se explica lo que le ocurrió pero, de repente, sus palabras estallaron y soltó todo lo que había callado en 60 años y "todo el dolor acumulado se rebajó".

Desde entonces le han ocurrido buenas cosas: conferencias por todo el mundo, la publicación de este libro, incluso el príncipe Carlos la nombró -hace tres años- miembro de la orden del imperio británico por su labor en la Fundación Ana Frank.

Volvamos al pasado. Eva llama cariñosamente a sus padres Pappy y Mutti y a su hermano mayor, Heinz. El libro detalla cada nuevo temor: los cambios de domicilio, registros, la escucha clandestina de la BBC... Sorteando riesgos durante dos años.

"Fui capturada por los nazis el día en que cumplí 15 años", recuerda perfectamente Eva. Era el 11 de mayo de 1944. Siete días después de pasar por el despacho de la Gestapo la familia es incluida en la lista de transportados con destino a Auschwitz. 

Eva es la más pequeña de la fila pero su madre la ha vestido pare que parezca mayor. Eso le salva la vida porque todos los menores de 15 años son separados a la derecha, "la cola que iba directamente a la cámara de gas. Así que fui una de los siete únicos niños que sobrevivieron de los 68 que viajaban en nuestro transporte". Madre e hija pierden el rastro de padre e hijo ("Dios te protegerá, Evertje, se despidió Pappy abrazándome con fuerza").

El peor momento, sin duda, llegó cuando llevaba unos cuatro meses en Auschwitz. "El Doctor Mengele eligió a mi madre para ser gaseada. Fue el shock más horrible. Caí en una depresión y estuve a punto de tirar la toalla, perdí las ganas de seguir viva", explica Schloss, que reconoce que el segundo momento más terrible fue regresar a Amsterdam y saber "que mi padre y mi querido hermano habían muerto. Nunca he conseguido superar esas pérdidas aunque... la vida sigue y consigues coexistir con ese dolor".

Las escenas de la vida en los barracones que describe Eva son espeluznantes. Las condiciones infrahumanas, los abusos, los rapados ("mi madre le suplicó que me dejar algo de pelo, que era sólo una niña"), el número tatuado en el brazo con aguja y tinta, el tifus -del que se salvaron ella y su madre gracias a la intervención de la prima Minni- las noches ("dormíamos apretadas literalmente, ocho mujeres. Cuando una se daba la vuelta, todas nos girábamos. Las chinches caían de los camastros") y el tormento que le adjudicaron por ser la más joven: ser la última en utilizar el cubo de orines y transportarlo veinte barracones más allá para vaciarlo.

Y algo todavía más perverso. Tienen la "suerte" de ser trasladadas para trabajar en "Canadá". Esa suerte de almacén donde se acumulaban las pertenencias de los judíos en montañas gigantes: gafas, ropas, zapatos... "Los alemanes aprovechaban incluso el pelo que cortaban a los prisioneros para construir alfombras".

Lo macabro del hecho es que muchas de esas posesiones judías se enviaron de vuelta a Alemania, donde se repartieron entre familias de soldados. "Los hombres alemanes -incluso sin saberlo- se afeitaban con cuchillas judías, mientras que las buenas madres alemanas empujaban carritos de bebés judíos y los abuelos usaban gafas de judíos para leer noticias del periódico sobre el devenir de la guerra". Se enviaron 2.500 relojes de pulsera de judíos a residentes de Berlín.

En invierno de 1944 desmantelaron el campo. No es fácil sobrevivir en un lugar abandonado sin comida, sin agua, sin luz, sin otra compañía que los cuerpos inertes de compañeros que tienen que sacar al exterior. "Arrastrarlos muertos es lo peor que he tenido que hacer en mi vida. Aquellos ojos abiertos con la mirada extraviada, esas grandes bocas me decían que habían resistido mucho para llegar casi al final".

Es a la vuelta de esa sinrazón cuando se reencuentran con Otto, el padre de Ana Frank. Un día Otto llega con un pequeño paquete en las manos, envuelto en papel marrón y atado con un cordel. Es el diario de su hija Ana, que encontró Miep Gies, una de las personas que les escondió. Ana Frank murió de fiebre tifoidea -como su hermana Margot- en marzo de 1945 en el campo de concentración. 

Desde entonces, la vida de Eva Schloss ha dado muchas vueltas, incluso podría decirse que le ha permitido estadios de felicidad. Se casó con Zvi Schloss, tuvo tres hijas y viarios nietos. "Ahora tengo una familia adorable. Uno termina aceptando que la vida tiene momentos buenos y malos. Tienes que construirte tu fortaleza".

Estar En Paz Consigo

Nada nos proporciona más confort espiritual que estar en paz con nosotros mismos. Eso solo se logra cuando tenemos la convicción de que hemos actuado de la manera y en el momento correctos, guiados por decisiones personales y conscientes de que la solución a los problemas propios depende de nosotros mismos, de nadie más.

La paz interior es un privilegio sublime y tonificante que repleta de gozo el alma, es patrimonio de los que luchan por sus objetivos en la vida, de los seres exitosos. Es, me atrevo a asegurar, un reconocimiento divino. Logramos ese sosiego espiritual cuando enfrentamos la vida llenos de autoconfianza y optimismo, y estamos dispuestos a luchar por la conquista de los sueños sin esperar por soluciones ajenas y, mucho menos, por la llamada buena suerte.
Me viene a la mente el líder independentista indio Mahatma Gandhi, quien se caracterizo no solo por ser un gran luchador por la libertad de su pueblo, si no también por su profunda espiritualidad, por su vocación humanista y por una proyección de paz pocas veces igualada en la historia de la humanidad.
Gandhi vivía convencido de que si no alcanzamos la paz dentro de nosotros mismos, siempre estaremos en guerra con los demás. ¡Nada más acertado! La armonía interior es la que nos permite interactuar en conformidad con nuestros semejantes y aceptar aquellas cosas que no podemos cambiar en ellos.
Quien no encuentra armonía en sí mismo, vive con la costumbre de quejarse constantemente, asume siempre el papel de víctima, achaca a los demás sus descalabros y culpa de su infelicidad a quienes lo rodean. ¡Eso es estar en guerra con los demás!
Un ser humano inconforme consigo mismo no se acepta como es y lo peor, y más contradictorio, es que se hace inmune a los cambios, porque desconoce que el cambio real debe producirse dentro de sí mismo, que no viene del exterior. Espera a que otros cambien por él. Llegado el momento, la autoconfianza lo abandona por completo, entonces, el síndrome del fracaso y el desasosiego se apodera de su alma.
Por el contrario, la paz interior es consecuencia de la autosatisfacción que se siente cuando hacemos lo correcto, cuando perseveramos y estamos seguros hacia donde nos dirigimos, cuando vivimos y aprovechamos el presente porque somos realistas y positivos, y somos capaces de convivir en armonía con los demás. La paz con nuestros semejantes depende de nuestra propia paz.
Vivir en armonía con uno mismo significa no dejarse arrastrar por falsos temores, pensar y actuar movidos por intereses propios, dejar de juzgar a los otros, ser agradecidos y no preocuparse sin razón. Este regocijo del alma le da alas al amor tanto por nosotros mismos como al amor hacia los demás.
También es cierto que estas las personas son propensas a reír. ¡Es lógico que así sea! La paz interior es sinónimo de felicidad y, según la madre Teresa de Calcuta, el primer gran síntoma de la felicidad es una sonrisa. Riamos, demostrémosle a Dios y a nuestros semejantes que somos seres terrenales felices y dispuestos a entregar amor.

El éxito y la paz interior vienen de la mano, uno depende del otro. ¿Cuál llega primero? Eso no importa… ¡el primero que lo haga, bienvenido sea!

Hacer Más De Lo Que Esperan De ti

En un mundo donde se te da lo que corresponde por hacer lo que debes hacer no es sorprendente ver lo que pasa cuando haces más de lo que se espera que hagas.

Son pocas las personas que hacen más de lo que deben hacer, de eso que establece su cargo, la gran mayoría se limita a hacer lo básico, lo normal, lo suficiente para quedar bien, para recibir ese pago tan anhelado.

Pero hay otro grupo que siempre da más, hace más y contribuye más. Lo tiene como un hábito, como parte de su día a día, como algo de su naturaleza. No se concibe haciendo sólo lo que le piden.

Por tanto, siempre están recibiendo más de diferentes formas, algunas veces puede ser en forma de dinero, otras veces les llega en forma de bendiciones diversas, asensos inesperados, reconocimientos de personas que no sabían que los estaban observando, entre otros.

No es común, y es por eso que esas personas resaltan del resto. Lo vemos en actores, en figuras públicas, en políticos, en empresarios, y también en el señor o señora de la esquina, en el maestro del colegio, en el carnicero de enfrente.

Por supuesto las grandes figuras son las más llamativas, porque son famosas y las redes sociales lo amplifican todo, pero es cierto que también lo podemos ver cerca de nosotros si prestamos atención.
Dar más de lo que se espera tiene un gran poder. Puede ser saludar con entusiasmo en las mañanas cuando llegamos al trabajo, o prestar una ayuda espontánea a alguien que lo necesita, o donar una cantidad de dinero anónima a alguna institución que viene realizando un gran trabajo en la comunidad.

El común denominador siempre es el mismo: Dar o  Hacer más de lo que se espera.
No sé en qué te desempeñas, si eres empleado o empresario, o ama de casa, o trabajador independiente. Pero estoy seguro de que si adquieres el hábito de dar o hacer más de lo que se espera tu vida empezará a tener una inspiración diferente, una frescura de satisfacción nueva, y también importante, un impacto mucho mayor.

Hay cosas que no tenemos por qué hacer pero si las hacemos estaremos haciendo una diferencia y ya esa es una razón para hacerlas. Simplemente porque podemos hacerlas.

No dejes de dar o hacer algo que pueda hacer una diferencia o aportar un valor a otros, porque el efecto de esa acción puede ser determinante para alguien
.
No necesitas saber el nombre de ese alguien, no necesitas saber a cuántas personas impactantes, quédate tranquilo y satisfecho de saber que lo hiciste y punto. El Universo/Dios/La Vida sabrá recompensarte. Créeme. Nada se le escapa.


Así que sé el líder que puedes ser y forma el hábito de dar y hacer más de lo que se espera!

Compromiso Personal

Explorar nuestro mundo interior puede ser el viaje más intenso y fascinante que existe. Muchas veces transitamos por el mundo sin darnos cuenta de nuestras verdaderas capacidades y talentos, pensando que la persona de al lado es más virtuosa o merecedora que nosotros de cosas buenas, sintiéndonos con ello inferiores y poco afortunados. Esta conciencia de víctima hace que desaprovechemos tiempo y oportunidades valiosas para desplegar distintos aspectos de lo que realmente somos, los cuales no son, necesariamente, los que el resto dice o quiere para nosotros.

Nuestro compromiso personal comienza a adquirir cada vez más fuerza, y es éste mismo el que nos impulsa a desafiar nuestros propios límites, a tomar riesgos y a seguir, finalmente, a nuestro corazón. No se trata de ser irresponsables y dejar completamente de lado todo lo que hemos construido con esfuerzo hasta ahora. Se trata, más bien, de tomar todas aquellas cualidades y fortalezas que nos han llevado a ser lo que somos ahora y, desde ahí, fundar una nueva forma de vida basada en nuestras verdaderas pasiones, combinadas equilibradamente con nuestra experiencia cotidiana actual.

Cuando hacemos un cambio desde adentro, todo en nuestro exterior comienza a cambiar: Sentimos que la vida fluye más fácil; que nuestra energía interna es más potente; que nuestro sentido del humor mejora; que tenemos mayor flexibilidad, alegría y confianza en el poder que alberga cada momento.
Sin duda, esto no es una tarea a cumplir a cabalidad de un momento a otro: Requiere de cierta práctica y de la intención de internalizar los hábitos que brindarán excelencia a nuestros pasos: La perseverancia, el amor y apreciación hacia nosotros mismos; la toma de responsabilidad por cada una de nuestras decisiones como motor de constante direccionamiento; la alegría de ser y de estar y cultivar el perdón constituyen un camino que vale la pena recorrer.


La importancia del compromiso personal, desde mi propia experiencia, brinda un mayor sentido a nuestro día a día. Convertirnos en nuestra propia causa y trabajar comprometidos por ella es, quizás, la razón más importante de estar viviendo, aquí y ahora.

Con La Frente En Alto

La distraída’ porque se pasa de frente o ‘Perfil de Volkswagen’, son algunos apodos con los que se suele llamar a quienes poseen una frente demasiado amplia. ¿Pero quién ha dicho que este es un rasgo de fealdad?

Todo lo contrario, una frente grande  puede suavizar ópticamente otros rasgos de la cara. 

Una nariz demasiado recta, una quijada hundida u ojos pequeños  pasan desapercibidos cuando existe una gran frente que desvía la atención. Además, mucho se habla sobre la relación entre la inteligencia y el tamaño de la frente. Hipótesis que podría ser solo un mito, pero que, sin embargo, tampoco ha sido desmentida.

No es por gusto que aunque el flequillo esté de moda, la mayoría de famosas con frente amplia prefieran llevarla al descubierto. Pero ¿cuál es la medida ideal de una frente? No hay un rango determinado. Puede variar de 2  a 10 cm como máximo.

Aun así, a continuación mostramos algunas soluciones para disimular esos centímetros de más que a muchas incomodan: 

-Aplicar sombras marrones en la parte alta de la frente, donde nace el cabello. Es el mejor engaño óptico. Pero debe ser algo muy ligero, nadie debe detectar el camuflaje.
-Si no llevamos cerquillo, la raya al medio será nuestra peor enemiga. Hagamos la raya a un lado y no olvidemos dejar caer algo de cabello sobre un costado del rostro.
-Maquillemos nuestros ojos con tonos oscuros. Resaltar esta parte del  rostro restará importancia a nuestra frente.
-Las cejas no deben ir rectas. Intentemos arquearlas o depilarlas de forma triangular con la ayuda de pinzas.
-Olvidémonos de los moños o colas muy tirantes. Dejarán al descubierto, de la manera más obvia, lo que tanto queremos esconder.


La Revolución Digital

Esta novedosa manifestación cultural que surge como convergencia tecnológica de la electrónica, el software y las infraestructuras de telecomunicaciones, originó lo que hoy se denomina: revolución digital. La electrónica ha aportado el desarrollo de equipamiento del proceso de la información a un ritmo muy acelerado. Luego, el desarrollo de soporte lógico para esas máquinas, que ha crecido en complejidad a medida que el soporte constituido por las maquinas ha evolucionado.

Ese soporte lógico o software se ha diseñado para mejorar su interactividad con el usuario, bajo la concepción de que sea más simple para un usuario que eventualmente, no evoluciona en sus conocimientos a la misma velocidad que lo hace el resto del sistema, permitiendo una masificación en el uso de los ordenadores. En ello desempeñado un rol importante la perspectiva de los fabricantes de software, de hacerlo en forma atractiva para el usuario y permitir el juego intuitivo de ese usuario en el desarrollo del funcionamiento y de la utilidad de las aplicaciones mencionadas.

Por otra parte, los avances incorporados a la compresión de datos hacen que el usuario consiga un mejor rendimiento de sus equipos, contribuyendo a minimizar las limitaciones físicas del hardware. A eso se suma, el desarrollo del software de comunicaciones, que ha viabilizado el uso de las redes desde los grandes laboratorios universitarios y de los complejos militares a empresas y hogares de cada usuario conectado con la Red. Las telecomunicaciones han dado a lo anterior la capacidad de interconexión y, en si mismas ofrecen un ejemplo claro de la convergencia que se viene de mencionar y del desarrollo técnico en ese sentido. Se ha permitido la coexistencia y utilización de cables de fibra de cobre, el coaxial, la fibra óptica, las transmisiones a través del satélite y las emisiones de radio de onda corta.

Este proceso de coexistencia es posible, porque las bases sobre las que se asientan los sectores involucrados en el proceso de convergencia tecnológica, utilizan tecnologías digitales, emplean un soporte físico común, como es la microelectrónica, a lo que se añade el alto componente de software incorporado a sus productos, y por el uso intensivo de infraestructuras de comunicaciones que posibilitan la deslocalización de los diferentes elementos del proceso de la información en contextos geográficos diferentes.

La sumatoria es que la asociación de estas tecnologías, da lugar a una nueva concepción del proceso de la información, en el que las comunicaciones abren nuevos horizontes y paradigmas, lo que hace a la revolución digital beneficiable e inevitable. Este procesamiento se realizaba casi exclusivamente en entornos locales, por lo que la comunicación era una función poco valorada. Por otra parte, la estrategia centralista de las corporaciones, hacía compatible la existencia de un departamento de sistemas de información centralizado en una única máquina.


Esta limitación se soluciona a partir de que con el desarrollo de las fuerzas productivas, las nuevas formas de trabajo y la globalización de la economía imponen la necesidad del acceso instantáneo a la información, y por tanto, de interconectar las distintas redes que se han ido creando, diseñándose nuevas arquitecturas de sistemas, en las que la función de comunicación es de igual importancia o superior por lo estratégico de la disponibilidad instantánea de la información. 

A esto se añade, la existencia de unas infraestructuras de comunicación muy extendidas y fiables; y un abaratamiento de los costes de comunicación, lo que estimuló la aparición de nuevos servicios adecuados a las estrategias de las corporaciones.

Somos Memoria

¿Qué somos sin memoria? Nada, un cuerpo animado, capaz de llevar a cabo las funciones primarias y poco más. La memoria nos constituye, nos hace humanos, capaces de relacionarnos con nuestro entorno, capaces de aprender (sin recuerdo no hay aprendizaje), capaces de reconocer objetos y personas, capaces de amar y de odiar. Pero nuestra memoria no es infalible, no es ni siquiera muy fiable, en la mayoría de las ocasiones. A veces recordamos demasiado poco, a veces lo que creemos recordar no es lo que sucedió en realidad. Como dice Oliver Sacks:

Parece que no hay en la mente o el cerebro ningún mecanismo que asegure la verdad o, al menos, el carácter verídico, de nuestros recuerdos. No tenemos acceso directo a la verdad histórica, y lo que sentimos o afirmamos que es la verdad depende tanto de nuestra imaginación como de nuestros sentidos (como Helen Keller observó con fundamento). No forma de que los sucesos del mundo puedan ser transmitidos directamente o grabados en nuestro cerebro; los experimentamos y los construimos de una manera altamente subjetiva, que de entrada es diferente para cada individuo, y cada vez que son recordados se reinterpretan o se vuelven a experimentar de un modo distinto.
 Porque el funcionamiento de la memoria es (aún) misterioso. El propio Sacks cuenta en algunos de sus siempre amenos libros -como El hombre que confundió a su mujer con un sombrero- algunas peculiaridades de esta facultad tan necesaria como desconocida.

Si dejamos de recordar, si -como les ocurre a los enfermos de Alzheimer- nuestra memoria se desvanece, es como si nuestro "yo" se hubiese apagado. La literatura -que tanto debe apoyarse en la memoria para existir- ha plasmado a menudo de los efectos devastadores de este fenómeno
Aun así, aun sabiendo la escasa fiabilidad de los recuerdos, sigo leyendo con gusto libros de memorias. Muy consciente de que es muy posible que en ellas haya más de recreación que de verdad. 

¿Cómo podría ser de otro modo?  El banal ejercicio de rememorar un acontecimiento determinado junto a otra persona que también lo vivió demuestra, casi indefectiblemente, que cada uno recuerda algo distinto. Cada cual reconstruye su propia historia como una narración, ordena los elementos, elimina aquellos que estorban, magnifica los que concuerdan con su versión. Es decir, todos somos memorialistas de nosotros mismos. Pero algunos poseen el don de hacer esa narración tan fascinante y vívida que estamos dispuestos a jurar que se trata de la pura verdad. Y si no lo es, desearíamos que lo hubiese sido. ¿Alguien puede creer que Nabokov -por muy niño prodigio que fuese, que sin duda lo era- era capaz de recordar con todo detalle cosas sucedidas cuando tenía tres años? Sin embargo, pocas lecturas hay más deliciosas que su Habla, memoria, esas memorias atípicas y nostálgicas que son al mismo tiempo todo un monumento literario. 

He encontrado alguna vez personas que decían "no tener ganas" de leer a Nabokov (quizás escandalizadas, sin razón,  por su Lolita). A todas ellas -y, de paso, a todos aquellos que aún no conozcan este libro- les digo que Habla, memoria es un deleite, goce literario en estado puro. Reivindicación de la memoria que somos. Sólo que Nabokov lo dice mejor:  

“Soy feliz testigo del supremo logro de la memoria, que es el de la magistral utilización que hace de las armonías innatas cuando recoge en sus repliegues las tonalidades suspendidas y errantes del pasado”.


martes, 5 de marzo de 2019

De Poetas Y de Locos…

 “Esta es mi nave de los locos de la locura es el espejo. Al mirar el retrato oscuro todos se van reconociendo. Y al contemplarse todos saben que ni somos ni fuimos cuerdos, y que no debemos tomarnos por eso que nunca seremos. No hay un hombre sin una grieta, y nadie puede pretenderlo; nadie está exento de locura, nadie vive del todo cuerdo”. 
Sebastian Brant en La nave de los locos“.

La verdad es que la posible relación entre enfermedad mental y creatividad (pdf) puede ser tan sólo un lugar común, pero no se podrá negar que muchos de estos comportamientos rozan, cuanto menos, lo anómalo. Sobre este particular podrán encontrar diferentes opiniones: la de quienes identifican genio y patología mental, y la de quienes niegan tal correspondencia. Nosotros, por nuestra parte, no estamos en condiciones de identificarnos con uno de los bandos, aunque no creemos que una psicopatología haga mejor o peor la obra de un escritor (pero si podemos afirmar que con harta frecuencia convierten su vida en un infierno) por mucho que a nosotros esas anomalías puedan hacernos esbozar una sonrisa.

Crean que no es fácil hablar de ese territorio que la lengua común identifica con la locura, el territorio de los “pirados” y “chiflados”, de los que “están como una cabra”…. Siempre entre la compasión y el temor de lo que no alcanzamos a comprender, la sociedad ha tendido en muchas ocasiones a excluir a los enfermos mentales del conjunto del cuerpo social. Tal vez sea en esta alienación en donde podamos observar un punto de encuentro entre la figura del demente y la del escritor (aunque cada vez menos, claro). Pero por lo visto hasta hoy y si quieren que seamos francos, los primeros abundan mucho más entre ustedes, queridos lectores, que en el gremio de los escritores. De todos modos, y como nos pagan por ello, vamos a recomendarles algunas obras sobre el asunto que nos ocupa y que han coincidido en las librerías. Allá vamos:

Pocas obras habrán sido tan glosadas por los psicoanalistas como las memorias del presidente de la Corte de Apelaciones de Dresde, Daniel Paul Schreber(1842-1911), que acaban de ser (magníficamente) editadas por Sexto Piso con el título de “Memorias de un enfermo de nervios“. Schreber estaba convencido de que Dios pretendía apoderarse de su alma, destruir su entendimiento y transformar su cuerpo en el de una mujer, y todo ello con la ayuda de su psiquiatra.

Freud, Jung, Lacan y toda una pléyade de especialistas se han ocupado de esta obra en cuyo delirio han sustentado diferentes teorías acerca de los procesos paranoicos o incluso una prefiguración del nazismo. El tomo incluye una luminosa introducción de Roberto Calasso (no dejen pasar “El rosa Tiépolo” que acaba de lanzar Anagrama) y textos de Freud y Canetti acerca del caso.

Todavía recuerdo el pasmo que me produjo la lectura de “Inferno” de August Strindberg (1849-1912) en el que el escritor sueco, acosado por la esquizofrenia (y un consumo nada desdeñable de drogas, que todo hay que decirlo) se figuraba víctima de diferentes conspiraciones, ya sean éstas de naturaleza humana o sobrenatural, para acabar con su persona. Esas manifestaciones patológicas ya estaban presentes en su obsesivo “Alegato de un loco” (El Olivo Azul) en el que no deja de verse continuamente atacado, engañado y perseguido por su propia mujer. A lo largo de sus páginas asistimos al desmoronamiento de su matrimonio y a un creciente odio hacia su esposa que hace extensible a todo su género, confabulado en contra suya. En esta obra atroz (el adjetivo es del propio autor) Strindberg abre las esclusas de los políticamente correcto para liberar un torrente esquizofrénico y misógino que no deja nada a su paso.

Y ahora por favor tomen papel y apunten un nombre y un título: William Styron; “Esa visible oscuridad“. La ligereza con la que los no iniciados solemos emplear los términos clínicos tiene su máxima expresión en el inconsciente uso que hacemos de la palabra “depresión” y la facilidad con la que nos declaramos presas de tal estado. Quien quiera adentrarse en el proceloso laberinto de la depresión mejor que lo haga desde la barrera, leyendo la lacerante “Esa visible oscuridad” de Wiliam Styron (1925-1906) recientemente editada por Belacqua. Afortunadamente Styron logró salir de esa selva oscura y contarlo. 

Muchos otros (aquí pueden escribir Plath, Pavese, Hemingway, Woolf…) no consiguieron atravesar la negra noche del alma. Un libro extraordinario (y no lo decimos sólo nosotros).

Pero si hay una estrella que brilla en toda esta constelación es la del dramaturgo, opiómano, vanguardista, inventor de lenguajes secretos, ocultista, dibujante, actor de culto —créanme si les digo que me dejo cosas por el camino— Antonin Artaud (1896-1948). Su internamiento durante nueve años en varios centros para enfermos mentales cuando estos se parecían más a las mazmorras medievales que a las actuales clínicas acabaron por arrasar su cuerpo enfermo y dejar escaso su ‘Teatro de la Crueldad’. 

El otro día cerró sus puertas la extraordinaria exposición “Artaud” en la madrileña Casa Encendida. Para quienes no hayan podido asomarse por allí tienen la oportunidad de hacerse con el catálogo de la muestra que incluye varios textos iluminadores sobre su figura (entre ellos el de nuestro amigo y maestro Ángel González García, quien bien podría estar aquí por otros motivos).

Percibir Lo Que Vemos


Nos comunicamos en base a lo que entendemos que está sucediendo y muchas veces los problemas surgen porque nuestra percepción está distorsionada.

Imaginaos la situación: mi pareja está callada durante un largo rato  y eso me incomoda.

Veamos qué podría decir según distintas interpretaciones y cuál podría ser la respuesta que obtengo
Opción 1: interpreto que está ocultándome información y eso me irrita
Digo: No me cuentas nada! Parecemos extraños
Posible respuesta que obtengo: Eso no es verdad, si te cuento (reacción defensiva)
Opción 2: interpreto que le sucede algo
Digo: Qué te pasa ¿podrías compartirlo? No soy adivina!!
Posible respuesta que obtengo: Ya estás otra vez con que hable, necesito pensar un poco tranquilamente!! (Irritado y/o cansado)
Opción 3: simplemente observo
Digo: Te veo callado
Posible respuesta que obtengo: Si, estoy dándole vueltas a cómo hacer una cosa (natural)
Habrían mil opciones más pero lo importante es que notemos la diferencia en el efecto de los dos primeros, donde lo que conseguimos es alejarnos del otro y la tercera opción donde nos acercamos.

La comunicación eficaz es la que me acerca al otro, la ineficaz es la que me aleja de él.
Para limpiar nuestra mirada es importante observar conductas, en lugar de ir colocando etiquetas a las personas y situaciones según nuestras interpretaciones y juicios. La conducta es observable, es algo que puede ser visto o escuchado, es algo que alguien hace o dice.

Ejemplos de conducta son: escribir, fruncir el ceño, sonreír, andar, colocar algo en un lugar, decir lo que se siente, tener una pila de papeles encima del escritorio… no son descripciones de conductas : enfadarse, alegrarse, huir de los problemas, ser ordenado/desordenado, ser impertinente… esto último son etiquetas.

Las etiquetas nos limitan la realidad, porque ya no dejamos opción a que sea de otra forma. Y nos hace iniciar la comunicación desde un sitio donde muchas veces no vamos a hacer más que alejarnos del otro porque presuponemos cosas de él equivocadas y desde el juicio.


Así que te invito a que te acerques a la observación limpia de las cosas, de las personas, de las distintas situaciones.  Verás cómo se abren  posibilidades, sobre todo a conocer, entender y acercarte a la persona que tienes delante. Se abre el camino a la comunicación efectiva.

El Lado Falso

Hay una relación entre lo que se piensa y la expresión de la cara. La habilidad de los políticos es saltase esta cognición facializada. La mayoría de las ocasiones lo logran, es parte de su oficio, pero hay instantes en que no, por qué también son seres humanos y el total control es imposible ¿creo?  

Este es le momento en que la racionalidad y la motividad se cortocircuitan. La naturaleza ha dotado al hombre de que si “uno quiere” y se fija en el rostro de un individuo te viene un haz intuitivo advirtiéndote  si el que tienes delante, te está mintiendo o no. La excepción está en los estafadores que como actores de primera línea, su trabajo es representar y ahí tenemos la batalla perdida. 

Forzarse en estos tiempo difíciles, donde el: “qué hacer”, “para quién”, y que futuro podemos esperar en esa dirección. Es la actividad más efectiva que debemos hacer. Tenemos mecanismos de reconocimiento de los demás, empléalos y el resultado de la prospección no te gusta y sospechas de falta de verdad, acéptalo: es los que es. La verdad duele muchas veces pero se basa en la ausencia de la mentira que a mi entender es donde debemos de focalizar el acose y derribo.

Las emociones las refleja el rostro humano, nacen en la amígdala del cerebro. Mira de establecer una catalogación entre individuos de tu red de relaciones que creas conocer bien y familiarízate con sus reacciones causa-efecto en su imagen facial. Y, determina un plan respuesta por tu parte. Los individuos transmiten información sobre ellos mismos, su entorno y su mundo de forma automática; lee el mensaje y la hoja de ruta de emociones que transmiten y verás con qué facilidad podrás poner el blanco sobre el negro es decir: Detectar al mentiroso

¿Puedo fiarme de esta persona? Piensa que hay miles de personas que trabajan para poder venderte la verdad de ellos, que para nada, puede ser la que más te conviene. Trabajan en falsear la información y lo que quede transmitírtelo mediante una comunicación subliminal pero directa a tu inconsciente. 

Poco puede hacer por evitarlo. Por lo menos haz algo para defenderte. Cuando dudes se tú el que cierres tus oídos, ojos y ordena trabajar tu mente para que tu conocimiento cognoscitivo te ilumine y no te dejes seducir por unos efectos faciales que te pueden meter en el saco del otro. Tú futuro depende de no dejarte seducir por imágenes retocadas no por rostros maquillados para un evento. 

Hay una relación entre lo que se piensa y la expresión de la cara. La habilidad de los políticos es saltase esta cognición facializada. La mayoría de las ocasiones lo logran, es parte de su oficio, pero hay instantes en que no, por qué también son seres humanos y el total control es imposible ¿creo?  Este es le momento en que la racionalidad y la motividad se cortocircuitan. La naturaleza ha dotado al hombre de que si “uno quiere” y se fija en el rostro de un individuo te viene un haz intuitivo advirtiéndote  si el que tienes delante, te está mintiendo o no. La excepción esta en los estafadores que como actores de primera línea, su trabajo es representar y ahí tenemos la batalla perdida. 

Forzarse en estos tiempo difíciles, donde el: “qué hacer”, “para quién”, y que futuro podemos esperar en esa dirección. Es la actividad más efectiva que debemos hacer. Tenemos mecanismos de reconocimiento de los demás, empléalos y el resultado de la prospección no te gusta y sospechas de falta de verdad, acéptalo: es los que es. La verdad duele muchas veces pero se basa en la ausencia de la mentira que a mi entender es donde debemos de focalizar el acose y derribo.

Las emociones las refleja el rostro humano, nacen en la amígdala del cerebro. Mira de establecer una catalogación entre individuos de tu red de relaciones que creas conocer bien y familiarízate con sus reacciones causa-efecto en su imagen facial. Y, determina un plan respuesta por tu parte. Los individuos transmiten información sobre ellos mismos, su entorno y su mundo de forma automática; lee el mensaje y la hoja de ruta de emociones que transmiten y verás con qué facilidad podrás poner el blanco sobre el negro es decir: Detectar al mentiroso

¿Puedo fiarme de esta persona? Piensa que hay miles de personas que trabajan para poder venderte la verdad de ellos, que para nada, puede ser la que más te conviene. Trabajan en falsear la información y lo que quede transmitírtelo mediante una comunicación subliminal pero directa a tu inconsciente. Poco puede hacer por evitarlo. Por lo menos haz algo para defenderte. Cuando dudes se tú el que cierres tus oídos, ojos y ordena trabajar tu mente para que tu conocimiento cognoscitivo te ilumine y no te dejes seducir por unos efectos faciales que te pueden meter en el saco del otro. 

Tú futuro depende de no dejarte seducir por imágenes retocadas no por rostros maquillados para un evento. Tu futuro está en que sepas analizar los sucesos subyacentes de quienes luchan por liderar poder político. En las próximas elecciones, date un tempo de menos fútbol…y más pensar que el futuro de tus hijos depende de tu decisión como votante… en este país dictatorialmente democrático.    


El Valor De Lo Auténtico


Como cada vez todo está más globalizado, es muy posible que en el futuro sólo exista una moneda en todo el mundo.

¿Cuál crees que será, el euro o el dólar? Un chelín de plata recorría feliz Inglaterra de mano en mano. Era por todos apreciado: el avaro lo retenía en sus bolsillos, el niño lo hacía girar entre sus dedos, el jugador lo lanzaba al aire...

Cierto día, su último dueño lo metió en el monedero y se embarcó para llegar al Nuevo Mundo. Pero en tierra firme, lejos de la patria, el chelín no tenía valor. Todo el mundo lo consideraba moneda falsa, y fue de mano en mano, de monedero en monedero, siendo un estorbo. La moneda sentía que su fama y valor habían cambiado de la noche a la mañana, y esto le irritaba.

Cierto día cayó en manos de una pobre anciana, pero la echaron a patadas del mercado por querer engañar al tendero. Pasaron los años, y fue a parar a manos de una mujer supersticiosa que la metió en vinagre, le hizo un agujero y se la colgó al cuello para atraer a la buena suerte.

Pero la mujer cayó en deudas, echó la culpa a la moneda y la vendió a un coleccionista. Éste pronto reconoció su gran valor a pesar del agujero, y la colocó en un sitio de honor entre sus más preciadas antigüedades.

.El chelín de plata por fin ocupó su sitio. En la vida tenemos que pasar por muchas experiencias, algunas no del todo agradables, hasta llegar a nuestro destino.

Pero todo tiene su recompensa

Incongruencias

La incongruencia es aquello que se dice o hace y que carece de sentido o coherencia. También se refiere a lo que es contradictorio e ilógico.

La palabra incongruencia deriva del latín incongruentia, es decir que tiene falta de congruencia.
Entre los sinónimos que se pueden emplear entorno a este término son: incoherencia, contradictorio, absurdo, desproporción y contrasentido. Su antónimo es congruencia.

Por ejemplo, “Tus acciones son incongruentes en relación a tus actos”. “Los colores con los que pintaron la oficina son incongruentes, no son armoniosos”.

La incongruencia puede ocurrir tanto en una acción, como en el lenguaje y otras situaciones. En las acciones las incongruencias suceden cuando las personas afirman hacer algo que en realidad no cumplen.

Por ejemplo, “Yo no digo mentiras”, pero hace pocos minutos le mentiste a tu jefe del por qué habías llegado tarde al trabajo.

Las incongruencias en cuanto a lo que se afirma y las acciones ocurren en cualquier espacio y circunstancia. Hay personas que afirman tener un estilo de vida saludable pero, la incongruencia se observa cuando los consigues más de una vez comiendo alimentos pocos saludables como golosinas.
En el lenguaje las incongruencias se pueden generar por diversas causas, una de ellas puede ser cuando se habla en una lengua extranjera y se dominen las reglas gramaticales.

Otra incongruencia es cuando se piensa una cosa pero se dice otra. Por ejemplo, “Me gustan los animales, pero yo no adopto, los compro”.

Cabe destacar que no se pueden incluir como incongruencias las figuras literarias, ya que éstas funcionan como un recurso del lenguaje a fin de enriquecer un texto, describir una imagen, sentimiento o sensación.


El Hábito De Postergar Todo


Postergar o retrasar actividades y obligaciones suele ser una actitud frecuente para buena parte de la población, en casi todas las geografías. Sin embargo, hay casos en que este tipo de conducta se vuelve patológica: son aquellos en que, de manera permanente, las obligaciones o acciones que la persona se impone (o le imponen) no se concretan o finalizan nunca. En esos casos es que se habla de un trastorno de comportamiento específico, que requiere tratamiento psicológico.

Al momento de intentar identificar las conductas que exceden lo que podría ser calificado como vagancia o pereza –y, como se dijo, definen una patología-,  un primer indicador es que la actitud de postergación (no poder concretar las acciones deseadas o previstas) se ha vuelto habitual, y genera sufrimiento en la persona.

“La cuestión entra en el terreno de la ‘anormalidad’ -y merece ser atendida por un especialista- cuando es continua, prolongada o indefinida”, explica el psiquiatra Norberto Abdala. “En otras palabras, sentirse indeciso algunas veces no tiene nada de malo, lo problemático es que la indecisión se transforme en el eje de la conducta personal, e impida llevar a término lo que la persona se propuso. Sean cuales fueren las causas de la indecisión, las consecuencias posibles son, eventualmente, ‘quedarse sin el pan y sin la torta’ y la pérdida de oportunidades convenientes, lo que de por sí ya suma una alta cuota de sufrimiento a la sensación de que no se terminó aquello que se había comenzado”.

La procrastinación es un fenómeno complejo incluso para los especialistas en salud mental: resulta difícil analizarlo, tanto por las complicaciones que presenta para identificar sus causas, como para anticipar o dimensionar las consecuencias que puede provocar.

En general, el "procrastinador" suele, o bien sobrestimar el tiempo que le queda para realizar una tarea, o bien subestimar el tiempo necesario para realizarla -según sus recursos propios, a menudo sobrevalorados-. También puede tratarse de personas excesivamente perfeccionistas que, por miedo a errar, no finalizan lo que inician.

La inseguridad o la excesiva confianza también pueden ser razones que den origen al trastorno; en el primer caso porque se teme fallar, en el segundo porque se sobreestiman las capacidades y el dominio de los plazos. Existen también los casos en los que el procastinador privilegia aquello que le da placer por sobre las obligaciones, y esa puede ser otra de las causas que lo conduzcan a demorar o aplazar la concreción de tareas.

Los perfeccionistas suelen tener tendencia a procastinar, porque suponen que nunca estarán a la altura de lo que esperan, por lo que corrigen indefinidamente y suelen tener más dificultades para asumir la finalización de sus proyectos. La baja tolerancia a la frustración atenta contra la practicidad de estas personas, que suelen “enrollarse” intentando mejorar lo que impulsan.

También están quienes tienen una personalidad con tendencia a la hiperactividad y se dispersan o distraen en exceso generando siempre nuevas ideas y proyectos. En estos casos las dificultades tienen que ver con la organización mental: si se comienzan simultáneamente diferentes proyectos, difícilmente puedan ir cerrándose en tiempo y forma, ya que se tienen demasiados “frentes abiertos”.
Algunos tips para superar o moderar la tendencia a procastinar son:


1) Aprender a priorizar. Es importante pensar qué cosas son las más importantes para poder enfocarse.
2) Planificar las tareas con anticipación. Esto supone organizar de forma estratégica las tareas pendientes. Se pueden hacer listas para cumplir con las actividades por orden de prioridad.
3) Dividir los proyectos en pasos, sobre todo los más arduos, para no dispersarse en el proceso. (Si en lugar de escribir 500 páginas o adelgazar 15 kilos se piensa en escribir un libro de a tramos de 15 páginas o bajar dos kilos por vez, los objetivos tienen más posibilidades de llegar a cumplirse.)
4) Imponerse plazos para terminar las cosas, de modo de ir cumpliendo los objetivos pautados antes de iniciar otros proyectos.
5) Pensar en recompensas a medida que se cumplen los objetivos deseados, para alimentar la motivación personal y el deseo de superación y cumplimiento.

Estar Desenfocados


A lo largo de nuestra vida profesional vivimos varias etapas, unas más fructíferas ,donde tenemos objetivos claros o es lo mismo estamos enfocados, pero también existen etapas menos fructíferas ,  aquellas etapas en las cuales lo que hacemos y lo que conseguimos no se alinean.

Entra en juego la desmotivación, que transforma la confianza en duda y como un filtro en nuestro objetivo comienza a desenfocar nuestro proyecto profesional o personal diluyendo expectativas e ilusiones.

 ¿Cómo nos desenfocamos?

Cuando la atención se nos desvía , perdemos el enfoque en nuestro objetivo principal y por lo tanto las metas que nos trazamos no son efectivas.

¿Tirarías una flecha si vieras borroso?
NO, por supuesto. Visualiza  al tirador con su arco como apoya los pies firmes, respira hondo, mira directamente a su objetivo y sin dudar lanza la flecha. Ahora piensa que pasaría si en el último momento duda o se levanta un viento que puede desviar su trayectoria, fácil, se desviaría la flecha hacia otro punto.

A nosotros en nuestra vida profesional o personal nos puede pasar lo mismo, nos olvidamos de lo que realmente nos importa y nos alejamos de nuestros objetivos, entonces entramos en una etapa de dudas, de centrarnos en lo que no conseguimos y  saturamos nuestro tiempo en cosas que realmente no son importantes, creyendo que cuanto más hagas mejor te irá. Esta idea solo te lleva a comenzar proyectos que luego no terminas y  te conducen a desmotivarte y desear abandonar.

Es ahí donde tienes que parar, anclar los pies en el suelo y recalcular tus objetivos hacia lo que te motive, te devuelva tu idea inicial.

Reorganiza, revisa tu plan de acción y enfocarlo de nuevo.

Sí, así de fácil y a la vez complicado, PARA, RESPIRA Y SIENTE donde o cuando perdiste el objetivo, donde tu foco empezó a difuminar tus ideas, porque nunca olvides que todo empieza por una primera idea.

Calla a tu saboteador interior y comienza una lista escribiendo:
 Los objetivos que quieres conseguir
Trazar las metas
Revisar tu plan de acción
Reajustar tus valores
Prestar atención en lo realmente importante
Nuestro enfoque va hacia donde la mente dirige nuestras acciones.


Tú diriges tus acciones y recuerda no lo tienes porque hacer solo, como coach puedo ayudarte a encontrar tu foco, crear estrategias que muestren el camino que en su día trazaste y sino trazar un camino nuevo.