Esta novedosa manifestación cultural que surge como
convergencia tecnológica de la electrónica, el software y las infraestructuras
de telecomunicaciones, originó lo que hoy se denomina: revolución digital. La
electrónica ha aportado el desarrollo de equipamiento del proceso de la
información a un ritmo muy acelerado. Luego, el desarrollo de soporte lógico
para esas máquinas, que ha crecido en complejidad a medida que el soporte
constituido por las maquinas ha evolucionado.
Ese soporte lógico o software se ha diseñado para mejorar su
interactividad con el usuario, bajo la concepción de que sea más simple para un
usuario que eventualmente, no evoluciona en sus conocimientos a la misma
velocidad que lo hace el resto del sistema, permitiendo una masificación en el
uso de los ordenadores. En ello desempeñado un rol importante la perspectiva de
los fabricantes de software, de hacerlo en forma atractiva para el usuario y
permitir el juego intuitivo de ese usuario en el desarrollo del funcionamiento
y de la utilidad de las aplicaciones mencionadas.
Por otra parte, los avances incorporados a la compresión de
datos hacen que el usuario consiga un mejor rendimiento de sus equipos,
contribuyendo a minimizar las limitaciones físicas del hardware. A eso se suma,
el desarrollo del software de comunicaciones, que ha viabilizado el uso de las
redes desde los grandes laboratorios universitarios y de los complejos militares
a empresas y hogares de cada usuario conectado con la Red. Las
telecomunicaciones han dado a lo anterior la capacidad de interconexión y, en
si mismas ofrecen un ejemplo claro de la convergencia que se viene de mencionar
y del desarrollo técnico en ese sentido. Se ha permitido la coexistencia y
utilización de cables de fibra de cobre, el coaxial, la fibra óptica, las
transmisiones a través del satélite y las emisiones de radio de onda corta.
Este proceso de coexistencia es posible, porque las bases
sobre las que se asientan los sectores involucrados en el proceso de
convergencia tecnológica, utilizan tecnologías digitales, emplean un soporte
físico común, como es la microelectrónica, a lo que se añade el alto componente
de software incorporado a sus productos, y por el uso intensivo de
infraestructuras de comunicaciones que posibilitan la deslocalización de los
diferentes elementos del proceso de la información en contextos geográficos
diferentes.
La sumatoria es que la asociación de estas tecnologías, da
lugar a una nueva concepción del proceso de la información, en el que las
comunicaciones abren nuevos horizontes y paradigmas, lo que hace a la
revolución digital beneficiable e inevitable. Este procesamiento se realizaba
casi exclusivamente en entornos locales, por lo que la comunicación era una
función poco valorada. Por otra parte, la estrategia centralista de las
corporaciones, hacía compatible la existencia de un departamento de sistemas de
información centralizado en una única máquina.
Esta limitación se soluciona a partir de que con el
desarrollo de las fuerzas productivas, las nuevas formas de trabajo y la
globalización de la economía imponen la necesidad del acceso instantáneo a la
información, y por tanto, de interconectar las distintas redes que se han ido
creando, diseñándose nuevas arquitecturas de sistemas, en las que la función de
comunicación es de igual importancia o superior por lo estratégico de la
disponibilidad instantánea de la información.
A esto se añade, la existencia de
unas infraestructuras de comunicación muy extendidas y fiables; y un
abaratamiento de los costes de comunicación, lo que estimuló la aparición de
nuevos servicios adecuados a las estrategias de las corporaciones.
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