Tristemente en la vida tienen que pasarnos muchas cosas para aprender a valorar nuestra existencia,
lo que tenemos o aquello de lo que carecemos, la vida nos enseña que nacemos
indefensos y que debemos recorrer un largo camino para alcanzar un ápice de
sabiduría y sensatez, recorremos una vida muchas veces llena de alegría, de
éxitos, de logros, de triunfos y otras veces de terribles pesares e
irreparables pérdidas
Lamentablemente rara vez aprendemos a través de la alegría,
es a través del sufrimiento y del dolor donde comienzan a caerse las caretas y
donde lo material pierde importancia y entonces podemos dar vuelta atrás y
fijarnos en aquello que hemos perdido, o que no hemos aprovechado, el verdadero
bienestar, nuestra familia, nuestros hijos, nuestra pasión en la vida, la
manera que encontramos de vivir intensamente y eso que tuvimos que dejar a un
lado por pretensión o por simplemente no haber tenido la entereza suficiente de
valorarlo.
Se ha hecho prácticamente costumbre para el ser humano, tener que atravesar penas muy duras,
accidentes, catástrofes naturales o situaciones trascendentales, para que se
despierte en su interior ese sentido de la verdadera conciencia, del
disfrute y la plenitud de la vida, en lugar de darnos cuenta que todo lo que
amamos y lo que necesitamos en la vida, está frente a nosotros, que se nos ha
dado todo, que no nos falta nada y que todo aquello con lo que venimos al
mundo, forma parte de lo que necesitamos aprender.
Valorar la vida, a través de las penas, indudablemente es
una manera dura de ver la realidad, pero el caso es que no somos conscientes de esta elección,
no nos damos cuenta de que en la alegría y en la prosperidad pocas veces somos
compasivos.
La vida nos enfrenta con las situaciones más dolorosas,
aquellas que tocan nuestra alma, que nos sensibiliza y nos recuerda lo que
debemos apreciar, sin embargo, la capacidad de olvido de los seres humanos
puede llegar a ser sorprendente y pocas personas realmente asimilan
permanentemente la secuela que deja el sufrimiento, esos
detalles de luz y de verdadera cordura.
No esperes que lleguen las penas para entender que todo
siempre ha estado allí, para dar esa palabra de aliento, para hacer esa
llamada, para tomar ese riesgo… vive y valora la vida hoy, en el presente
eterno y continuado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario