Posee raíces muy profundas el conflicto árabe-israelí; lo
suficiente como para que alcanzar la paz y una convivencia duradera, parezca
lejano. Es mucho tiempo el que alimenta las distancias subyacentes bajo la
realidad de los dos pueblos. Mucho dolor, muchas muertes y la desconfianza
mutua que enciende la violencia de manera periódica.
Escenarios repetidos de atentados, plagados de sangre, sin
lugares seguros, ni esperanzas de que el próximo día pueda cambiar las cosas.
La tensión no deja respiro, ni siquiera para que exista un “acuerdo tácito”,
acerca de que algunas situaciones y algunos temas, no implican una nueva
escalada de agresiones. Y que tal vez, existan caminos alternativos como
ejemplo de que no todo es oscuridad.
El anuncio del casamiento, mantenido en secreto hasta el
último momento, entre un actor judío israelí y una presentadora de televisión
árabe israelí desató pasiones en Israel, donde se mezclaban las condenas y los
buenos deseos. El maniqueísmo como principio básico, enfrentado a una “simple
pareja”, de enamorados.
Lucy Aharish, procedente de una familia musulmana y primera
árabe que presenta un programa en hebreo en la televisión israelí; y Tsahi
Halevi, actor en la exitosa serie de televisión “Fauda", se casaron hace
unos días, en una ceremonia revelada por los medios, horas después.
Los recién casados, de 37 y 43 años, respectivamente y que
llevan varios años como pareja, querían que su casamiento se celebrara en
secreto por el temor a las “reacciones de los extremistas”, según la prensa.
Desde las altas esferas del poder, le dieron la razón a los miedos de los
enamorados: el ministro del Interior israelí, el ultraortodoxo Arie Déry,
consideró en una emisora de radio militar que este matrimonio “no es algo
bueno” y expresó su preocupación por sus futuros hijos, invitando a la esposa a
convertirse al judaísmo. También aludió a los estragos de “la asimilación que
consume al pueblo judío”.
Un cierto número de judíos se opone a la “asimilación”, a
través, por ejemplo, de los matrimonios mixtos. Esa voz del gobierno, sin
embargo, no fue el único caso extremista: Bentzi Gopstein, jefe de la
organización de extrema derecha Lehava (“La Llama”), conocida por sus campañas
contra las relaciones mixtas, reprobó el matrimonio y pidió al marido
“preservar la dignidad del pueblo judío”.
Por su parte, el diputado Oren Hazan, quien suele realizar
provocadoras declaraciones, consideró en Twitter que Lucy Aharish “sedujo a un
judío con el objetivo de debilitar a nuestro país e impedir que los
descendientes judíos continúen con la dinastía judía. Reprocho a Tsahi que se
islamice”, dijo este diputado del Likud, el partido de derecha en el poder.
Pero también hubo lugar para otras miradas. Las
declaraciones de malos augurios motivaron una ola de apoyo con los recién
casados. “Enhorabuena y felicidad a esta magnífica pareja”, declaró en Twitter
la diputada laborista Shelly Yachimovich. “Lucy Aharish entiende mejor qué
quiere decir ser judío que quien escribió un tuit racista y nauseabundo”,
insistió la diputada también laborista Stav Shaffir, en referencia a Oren
Hazan. La diputada de centro-derecha Meirav Ben Ari también felicitó a la
pareja con un “Mabruk” (“Enhorabuena”, en árabe).
Lucy Aharish es una mujer árabe con ciudadanía israelí. Los
árabes israelíes representan 17,5% de la población del país. En su página en la
red Facebook la presentadora dice que estuvo escolarizada en un ambiente judío
y que celebra tanto las fiestas judías como las musulmanas.
La serie “Fauda”, en la que trabaja Tsahi Halevi, ha logrado
éxito internacional al representar de manera brutal el conflicto
israelí-palestino y dando, según los críticos, una dimensión humana a todos los
personajes, tanto israelíes como palestinos.
Es una pareja de enamorados que se
casó. Lo demás, está demás.
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