domingo, 24 de marzo de 2019

El Precio De La Civilización

Los hombres eran tan pocos y el mundo manifiestamente tan extenso que habría sido extraño que se limitase a reflexionar filosóficamente sobre su condición y sobre el destino de las riquezas naturales. Incluso en el siglo actual, los hombres se vanaglorian de los resultados obtenidos en lo que consideraban su obligación de vencer al desierto. Los que estudian la condición humana, aunque defiendan la idea de la conservación, habrán de aceptar, sin embargo, la pérdida de muchas riquezas naturales, como precio de la civilización. ¿En qué momento crucial el hombre se dará cuenta de esta acción demoledora y sustituirá la simple explotación de la naturaleza por la unida a la regeneración? Ese momento ha llegado ya quizá. Es posible lograr una regeneración o bien las causas y las consecuencias de esta acción destructora se propagarán como las ondas en el agua hasta el punto de no poder dominarse.

Conviene intentar una clasificación de los efectos de la actividad humana sobre la biosfera, teniendo en cuenta, si es posible, sus características intrínsecas y su evolución para poder situarlos en un diagrama ecológico de factores correlacionados. Este puede ser muy extenso y dar una nueva visión del problema. No hay que considerar siempre los efectos de la actividad humana como destructores de riqueza, aunque así sea en general. Ciertas transformaciones introducidas por el hombre en el medio que le rodea pueden representar un sistema ecológico de igual o mayor valor de producción y de creación de riquezas que las condiciones naturales. La creación de riqueza en este sentido significa la acumulación de capital orgánico, como ocurre en la selva tropical o en los suelos Chernozem.


Es preciso también identificar los nuevos problemas que plantea el desarrollo acelerado y determinar las diversas disposiciones tomadas hasta ahora por el hombre para mantener la calidad del medio que le rodea.

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