En algún momento de
nuestras vidas, todos nos hemos quejado por el caos de la ciudad en la que
vivimos, pero, ¿hacemos algo al respecto? Pareciera que, a medida que pasan los
años, es más difícil desenvolverse en un contexto que no esta acondicionado
para todas las personas. Vemos como no existen suficientes rampas requeridas
para adultos mayores, ni suficientes lugares para que ellos tengan espacios de
esparcimiento, por lo que nuestra actitud hacia ellos es clave al momento de
convivir dentro de la sociedad que compartimos. Si ahondamos un poco en esta
situación veremos, que podemos hacer muchas cosas para ayudar a que esto
disminuya.
La solidaridad es
una herramienta que nos permite convivir adecuadamente y permanecer en un
ambiente más tranquilo. Es un valor muy importante en los seres humanos, por lo
que debemos construirlo a diario. La solidaridad se evidencia en muchas
circunstancias, ya sea cuando sucede una catástrofe natural o en etapas de
crisis de un país. Sin embargo, en nuestro día a día podemos ser solidarios de
diferentes formas.
No, si alguien
necesita ayuda prestémosela, sin importar de quien se trate, si es un
desconocido o la edad que tenga, esas variables deben independientes de lo que
hagamos. La solidaridad no tiene condiciones, cuando alguien atraviesa por
alguna dificultad, ofrezcamos nuestra ayuda sin tener en cuenta, género, edad o
situación económica. Por ejemplo, si vemos que una persona lleva muchos
paquetes de compras, siempre podemos darle una mano.
La cooperación
dentro de una sociedad está directamente relacionada con la inclusión. Rechazar
a personas por su procedencia o características, es discriminación. Así que, si
consideramos que tenemos un alto grado de compromiso social, veamos qué tanta coherencia
hay en nuestras acciones.
Desde nuestro hogar demos el ejemplo, ayudémonos entre
quienes integramos la familia, promovamos que los niños tengan conductas
proactivas con los demás miembros. La solidaridad debería ser una filosofía
social, esta implica muchos detalles, desde orientar a alguien con una
dirección, hasta ayudar a un adulto mayor a cruzar la calle.
Tener conductas
sociales adecuadas nos favorece de muchas formas. El hecho de ayudar al otro,
incrementa nuestra capacidad de ponernos en su lugar, lo que a su vez nos
beneficia mejorando nuestras relaciones.
Por otra parte, ayudar genera una satisfacción personal, que
da pie al buen humor y a sentirnos orgullosos de nosotros mismos.
Solemos aprender a través del modelamiento, lo que quiere
decir, que aprendemos y hacemos de lo que vemos. Así, si somos solidarios,
nuestro ejemplo puede ser adoptado por otras personas que tal vez ni siquiera
conocemos.
Aprovechemos y demos lecciones de vida en cualquier momento.
Tengamos en cuenta al adulto mayor como nuestra responsabilidad, asimismo
seamos parte de su integración, valorándolos y al hacerlos partícipes para
convivir adecuadamente.
Ejercitemos una escucha activa, una disposición positiva,
recordemos que la eterna juventud es un mito. Construyamos para nuestros
adultos mayores un lugar donde quisiéramos vivir nosotros mismos. Recordemos
que somos seres sociables por naturaleza y aislarnos puede enfermarnos.
Ayudar
a otros es una linda manera evitarlo.
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