Yo diría que no se trata de «pensar» (aunque a veces no está
de más pensar un poquito también antes de ponerse a escribir), pero sí de ser
consciente de que toda narración (en realidad todo texto) tiene una temática, y
que lo que sea que vayamos a contar no se va a componer de hechos enlazados por
una mera relación de contigüidad, sino que con esos hechos vamos a estar
«significando» algo, algo que no se ve a simple vista y que el lector tendrá
que interpretar.
Así pues, no hay que pensar mucho de antemano, y ni siquiera
hemos de ser capaces de verbalizar aquello que nos impulsa a querer escribir un
texto sobre ciertas cosas y no sobre otras. Precisamente para eso escribimos,
para averiguarlo. Pero esa conciencia o esa intención de partida ya nos va a
condicionar un poco a la hora de elegir determinados personajes, determinada
ambientación, determinados gestos, una voz narrativa en particular, etc.
Por otra parte es conveniente que nos abramos, mientras
estamos escribiendo, a que la misma escritura nos desvele qué es, en realidad,
lo que está pasando ahí. Si nos dejamos en paz, la escritura dará sus propios
signos. Yo muchas veces me pongo a escribir sin más, y al cabo de un rato leo
lo que llevo escrito para tratar de descifrar qué diablos me quiero decir a mí
mismo.
Y, sobre todo, es muy importante tener en cuenta la unidad de sentido y la temática a la
hora de revisar el relato, después de terminar el primer borrador. Porque
teniendo eso en la cabeza, veremos un montón de cosas que a lo mejor no veíamos
al ponernos a escribir, y vamos a poder trabajar (o reescribir, o lo que haga
falta) el relato desde la perspectiva de la significación.
Toda narración es un universo de interconexiones, todo
lo que en ella encontramos tiene una intención subyacente.
Toda narración (toda buena narración, me refiero) es un
universo de interconexiones, y cualquier palabra, escena, coma o incluso
elipsis no da la impresión de que sea fruto del azar, sino de tener una
intención subyacente. Eso no quiere decir que el buen escritor esté todo el rato
«pensando» qué incluye o no incluye en el texto… Se trata más bien de que
alcanza un estado de conciencia en que se quita de en medio como persona y se
convierte en canal de algo superior. Solo en ese estado de conciencia abierta
se puede crear una verdadera obra de arte. Y no tiene nada que ver con pensar;
es otro tipo de cognición mucho más amplia.
Aunque nosotros no estemos en ese punto, es bueno saber que
todos los elementos de un relato apuntan a una unidad de sentido. Tampoco hay
que agobiarse, porque es importante estar relajado y abierto a la hora de
escribir. Así que donde hay que prestar más atención a esto es a la hora de
revisar.
Escribir es observar el mundo con una mirada nueva y
trasladar al lector esa visión por medio de la literatura.
Hay que tener en cuenta que el hecho de que algo suceda no
significa que merezca ser plasmado sobre el papel. Dichos sucesos hay que
mirarlos con criterio de escritores y dotarlos de significación (en eso
consiste lo literario). Escribir no es poner una
palabra detrás de otra. Ni tampoco poner un hecho detrás de otro.
Escribir es observar el mundo
con una mirada nueva, y trasladar al lector esa visión por medio de la
literatura.
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