Una buena actitud puede
hacer la diferencia en muchas experiencias de la vida, la gente que posee una actitud
positiva es
capaz de enfrentar con valentía las vicisitudes de la vida, mantiene la calma
cuando surgen los problemas, tiene la mirada puesta en todo lo que puede lograrse
hacia el futuro, supera con inteligencia emocional los conflictos
interpersonales, y más.
Una buena actitud ante la vida no es algo que se crea de la
noche a la mañana. Una persona puede decir “desde hoy mi actitud será diferente”. Y comienza el día
con el pie derecho, sin embargo al poco tiempo, se olvida de la meta inicial y
vuelve a caer en las quejas, la conducta reactiva, pereza, etc.
Esto se debe a que la programación mental es muy poderosa y
esta se construye a lo largo de años de trabajo concentrado en metas de
crecimiento personal.
Si quieres adquirir una buena actitud, entonces
necesitas un trabajo disciplinado en base a un plan de trabajo exigente que te
permita una alta concentración en ideas positivas.
Es fundamental realizar una autoevaluación continua de las
actividades que se están realizando, al igual que una introspección de como se
anda a nivel de las ideas. Así se van haciendo las correcciones en el momento
adecuado y poco a poco se superan los malos hábitos, el pesimismo y la actitud
negativa.
El tipo de palabras que te dices a ti mismo y las que
escuchas en el medio ambiente, también influyen en tu actitud.
Después de adquirir una buena actitud, podrás ver el
lado positivo en todo, tu capacidad de resilencia será muy alta, emplearás
palabras de motivación de forma constante, te mantendrás sereno en medio de las
dificultades y experimentarás una gran creatividad para resolver cualquier
problema.
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