miércoles, 20 de marzo de 2019

Sobre La Percepción


Filosofía
Sobre La Percepción
La percepción –término que etimológicamente (del latín, perceptio) significa captación– es una operación o acto cognitivo por el que captamos inmediatamente una realidad o un objeto, básicamente gracias a la estimulación sensorial, al menos por lo que se refiere a cosas corpóreas y sensibles. Así, decimos que percibimos un parque, un partido de fútbol, un grupo de amigos almorzando. 

En principio compartimos con los animales esta capacidad, sólo que el hombre, en lo que percibe sensorialmente advierte aspectos que el animal no puede alcanzar, y además el ser humano puede expresar con palabras lo que percibe, lo cual es fruto no sólo de una percepción, sino de un juicio intelectual. Un animal puede notar que estamos nerviosos, pero no lo sabe ni puede decirlo. El ser humano puede percibir el nerviosismo de otra persona, pero sabe qué es estar nervioso y por eso puede reflexionar sobre este estado anímico, para analizar sus posibles causas y consecuencias, cosa que hace contando con el lenguaje y la racionalidad.

En sus escritos sobre el hombre y el conocimiento –antropología o psicología filosófica, gnoseología–, los filósofos han planteado diversos interrogantes sobre la percepción, dándoles más o menos importancia en el cuadro del conocimiento humano. Uno de los aspectos filosóficos centrales es situarla en el contexto del conocimiento en general, es decir, con relación a actos o procesos como son las sensaciones, la memoria, el pensamiento y la justificación de los conocimientos verdaderos. 

Otro punto es indicar qué se puede conocer, o no, mediante la percepción. Los temas gnoseológicos se refieren a la interpretación del alcance cognitivo de la percepción, un punto en el que se ven involucradas las distintas posiciones gnoseológicas (realismo, idealismo, escepticismo, etc.).

Otro enfoque disciplinar que estudia la percepción es la psicología científica y la neurociencia. Estas dos aproximaciones hoy pueden considerarse convergentes. La psicología estudia en detalle los procesos estimuladores que, a través de diversos canales sensoriales, confluyen en la captación de un objeto visto, oído, tocado, etc., tanto externo como interno (una mesa, la propia mano, etc.). Se puede ir siguiendo la base neural que posibilita la puesta en acto del acto perceptivo y su posterior influjo en la memoria. Además pueden estudiarse las relaciones entre percepción –junto con las sensaciones–, emociones y conducta. Puede plantearse, asimismo, si el fenómeno perceptivo es siempre consciente o si puede ser también inconsciente.

Las perspectivas filosófica y científica sobre la percepción se entrelazan (para una visión histórica del problema filosófico de la percepción, ver Hamlyn 1961). No siempre pueden delimitarse entre sí con nitidez. La filosofía de la percepción se basa en experiencias psicológicas comunes o estudiadas por las ciencias, a las que busca dar una última interpretación. Pero las investigaciones neuropsicológicas pueden tener, por su parte, presupuestos filosóficos, o pueden entrar en discusiones, incluso técnicas, de las que no es ajena la filosofía.


En esta exposición, dado su carácter fundamental, seguiremos un planteamiento filosófico, aludiendo de modo más secundario a detalles conocidos en el campo de la psicología y la neurociencia. 

Comenzaremos presentando nuestro conocimiento ordinario, tal como se manifiesta en el lenguaje común, y a la vez lo analizaremos críticamente. Seguimos este método fenomenológico-crítico porque, en una primera fase, parece el más adecuado para la filosofía. Es decir, no partimos sin más de lo que dicen sobre estos temas las ciencias, ya que estas presuponen muchas experiencias y elaboraciones hechas previamente. Lo propio de la filosofía es, en cambio, no dar por supuesto cosas ya sabidas, sino analizar la realidad partiendo de nuestras experiencias primarias. 

Esto no significa que al hacer filosofía se ignoren los conocimientos científicos. Al contrario, atendemos a las experiencias primarias teniéndolo en cuenta, precisamente para comprender e interpretar más a fondo el enorme caudal de conocimientos científicos sobre la percepción de que hoy disponemos.

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