lunes, 13 de enero de 2020

Los Imponderables


Esto, que en apariencia es un contrasentido, en esencia no lo es: la eventualidad de un acontecimiento que ha sido programado, no reside en la falta de previsión de lo que pudo y debió ser previsto; un organizador que está planificando un encuentro al aire libre por ejemplo, no podría no prever que el día en que dé comienzo pueda llover. Lo eventual de un evento es un intangible que excede al organizador. 
Qué es entonces lo eventual de un evento. La respuesta comienza en el momento en que los actores desarrollan los contenidos programados y en este punto, quienes organizamos no tenemos injerencia ni responsabilidad alguna.


Está, por ejemplo, en la inspiración, predisposición e impronta de los disertantes en una conferencia o congreso; en la creatividad, entrega y dedicación de un deportista en una justa; en la empatía de actores y espectadores durante un espectáculo teatral o artístico, en un contexto socio económico adverso producto de variables no controlables que afectan la capacidad de compra de los potenciales asistentes a una feria o exposición; en la apreciación, percepción e impacto que las obras de arte expuestas generan en el público asistente a un vernissage. Todas éstas son parte del abanico de posibilidades de lo “eventual”.
Son justamente los imponderables mencionados los que transforman cualquier acontecimiento especial en un evento. Y qué bueno que así sea, qué poco atrayente sería un acontecimiento en el que pudiera preverse lo que debiera surgir naturalmente. Qué poco afortunado sería, por ejemplo, el intento de planificar las sensaciones del auditorio frente a un hecho programado. Qué fútil sería la intentona de condicionar emociones frente a un acontecimiento artístico.


Finalmente, la definición, la demostración empática y la ilustración por la negativa, nos muestran que un evento es tal porque sus artífices y protagonistas son los actores y no los organizadores. Por eso, es necesario que los que somos profesionales en esta materia (e incluso aquellos que, sin conocimientos ni capacitación, incursionan en este ámbito) no nos confundamos ni confundamos más al público diciéndole que lo que ellos llaman un evento en realidad no lo es, ya que son ellos los que lo constituirán en tal, y no es nuestra tarea aleccionarlos sino lograr que así sea.

Saber Y Comprender


Estudiar la evolución humana es una lente a través de la cual los estudiantes, y la gente en general, puede ver cómo estamos conectados con el mundo. Somos primates, igual que los animales que llamamos simios y monos, aunque nuestro propio camino evolutivo nos recompensó haciendo que camináramos sobre dos piernas y teniendo un cerebro realmente grande. La evolución no es direccional; no se esfuerza para mejor. 

Los animales que están mejor adaptados a su ambiente sobreviven el tiempo suficiente para reproducirse y dejar sus genes a su descendencia. Los rasgos únicos que nos definen como humanos no nos hacen mejores que nuestros parientes primates— simplemente nos hacen diferentes. Los chimpancés están bien adaptados a los ambientes en los que viven y prosperan; de ninguna manera son “menos evolucionados” que nosotros. Es cierto que los seres humanos hemos dominado y alterado el mundo que nos rodea, pero si entendemos nuestro lugar evolutivo en el mundo, se hace más difícil justificar la idea de que somos mejores que los organismos con los que compartimos el planeta. De este modo, el estudio de la evolución humana nos enseña humildad, y hoy en día, todos necesitamos un poco de humildad.

Nos enfrentamos a un cambio climático de una escala sin precedentes a causa de nuestras acciones, poniendo en riesgo la Tierra tanto para nosotros como para el resto de plantas y animales que viven aquí. Debemos empezar a utilizar bien nuestros grandes cerebros para detener los cambios que podrían significar el fin de nuestro camino en este planeta. Hubo especies de homínidos, 
como Australopithecus afarensis, que vivieron durante unos 900.000 años, casi cuatro veces más de lo que hemos existido nosotros, pero finalmente se extinguieron. 

Estos ejemplos enseñan a los estudiantes que nuestra especie no es el sine qua non de la evolución humana. No somos inmunes a las fuerzas que pueden causar la extinción. Ahora podemos ver lo vulnerables que somos a enfermedades epidémicas como el ébola, el VIH, e incluso la gripe común.

Los desastres naturales —en aumento debido al cambio climático— pueden dejarnos indefensos y vulnerables. La tecnología nos puede ayudar, pero no podemos dar por sentado que nos salvará.

Tenemos el deber de enseñar a la próxima generación de dónde viene, evolutivamente hablando, y luchar contra la idea de que somos de alguna forma invencibles y omnipotentes. Los estudiantes deben comprender cuál es nuestro lugar biológico en el mundo. 

La enseñanza de la evolución humana es demasiado importante como para eludirla por miedo a la controversia que la rodea. He visto el momento en el que un estudiante comienza a entender la imagen general de dónde venimos, y es increíble contemplarlo. 

Tenemos que darles más oportunidades para que vivan momentos como este, que pueden cambiar su perspectiva y mostrarles una nueva forma de pensar. Sólo cuando eso suceda será cuando esta generación vea lo precario que es nuestro lugar en este mundo, quizás esto les motivará para hacer todo lo que pueda por evitar que el cambio climático cauce estragos en el único lugar que nosotros, y el resto de la vida en la Tierra, llamamos hogar.



Tomar Las Riendas


Son muchas las personas que debido a determinadas experiencias vitales se sienten indefensas ante los vaivenes del destino. Vivir y sobrevivir no son términos intercambiables y, por desgracia, muchos seres humanos se limitan a cumplir rutinas y obligaciones sin reparar siquiera en qué es lo que verdaderamente desean lograr. En este artículo te contamos cinco verdades que te ayudarán a comprender que está en tus manos tomar las riendas de tu vida.

Las personas que poseen un locus de control interno tienden a ser más responsables y a realizar un mayor esfuerzo. Por ello obtienen mejores resultados a la hora de alcanzar sus metas. En cambio, quienes creen que los eventos se producen en función de la suerte o el azar, se sienten menos motivados a participar activamente en cambiar sus propias circunstancias.

Si este es tu caso, has de recordar que tú eres el único dueño de tu propio destino. Que tus pensamientos y acciones tienen un impacto en la realidad pero sobre todo en tu bienestar emocional. Sólo tú puedes proporcionarte la vida que deseas.

La gran paradoja del miedo consiste en que la evitación que provoca en nosotros es, precisamente, lo que lo refuerza. Cuando evades una situación por no enfrentar tus miedos, ellos están ganando poder y tú lo estás perdiendo. Cada evitación te hace percibirlos como más atemorizantes y a ti como más incapaz.

El día que decidas plantar cara a tus miedos, comenzarán a desvanecerse. Con cada exposición a los mismos irás ganando confianza y comprobando que lo peor sólo ocurría en tu mente. Nunca serás verdaderamente libre si tus temores condicionan tu vida. Toma las riendas y afróntalos, no temas pedir ayuda profesional si es necesario.

Es fácil sentirnos afectados por las circunstancias o las conductas de los otros. Si no trabajamos la regulación emocional el clima, el tráfico o un comentario de nuestra pareja pueden dominar nuestro estado de ánimo. Pero cuando permites que elementos externos generen en ti ira o tristeza estás perdiendo el control sobre ti mismo.

Esfuérzate en ser tu propio centro emocional. Cuando hayas construido un lugar seguro y pacífico dentro de ti, ninguna persona o circunstancia podrá quitártelo. No siempre puedes elegir lo que ocurre pero siempre está en tu mano decidir cómo sentirte.

Si quieres tomar las riendas de tu vida has de darte a ti mismo el lugar de capitán del barco. Cuando cedes constantemente a los deseos y peticiones de otros, te haces pequeño. Cuando ignoras a tu voz interior y traicionas tus principios y necesidades por miedo a ser abandonado, te vuelves indefenso. Recuerda siempre que ninguna relación saludable requerirá que te anules para ceder tu poder a otro.

Gran parte de nuestra realidad comienza a gestarse en nuestra mente. Si antes de comenzar una actividad o afrontar un reto no paras de repetirte que fracasarás, ten por seguro que es muy probable que falles. Ese constante diálogo interno negativo te dejará sin motivación, adoptarás una actitud pasiva y derrotista con la que es muy difícil avanzar.

Por el contrario, si te mantienes optimista y confiado realizarás tu mejor esfuerzo para lograr tus metas. Desarrollarás tus habilidades y mejorarás cada día. Quizá no alcances tu objetivo pero las posibilidades serán mucho mayores que en el primer caso.

La decepción, la frustración son parte inevitable de la vida. No obstante, muchas veces las adversidades esconden un mensaje muy valioso: no vas por el buen camino. En ocasiones el dolor nos ayuda a movernos de personas y situaciones que no nos convienen, que no nos permiten ser nosotros mismos. Trata siempre de encontrar el aprendizaje y seguir creciendo, no te estanques en el dolor.

Empieza a tomar las riendas de tu vida

Tu vida es una fascinante oportunidad que únicamente se te ha entregado a ti, no renuncies a hacer de ella una aventura. Conócete, compréndete y mejórate cada día. Visualiza tus objetivos y trabaja por ellos. Recuerda que tú eres el protagonista y el director de tu propia película, conviértela en una obra maestra.



La Capacidad De Comprender


Es evidente que el mundo en el que habitamos es complejo y se hace presente la incertidumbre, el cambio, usos y costumbres, la pluralidad social y cultural, política, económica, inseguridad, pobreza, marginación, el crecimiento vertiginoso de las redes sociales, la forma de comunicarnos y aproximarnos con los demás, de convivir, de actuar, de pensar, de sentir y así mismo, la manera de percibir y vivir los diferentes acontecimientos de nuestro entorno afecta continuamente nuestra vida cotidiana y nuestra historia.

Ante este entorno complejo así como sus estructuras subordinadas que lo conforman y cómo todo ello construyen y transforman el conocimiento humano y la forma de desarrollo individual y colectivamente es una manifestación relativamente nueva dentro del esquema del pensamiento contemporáneo.

La incertidumbre surge con las siguientes preguntas ¿Qué clase de ser humano se esta formando en este siglo XXI? ¿Qué significa ser humano? y ¿Qué es la comprensión humana? Edgar Morin (2001:23), en su texto titulado Los siete saberes necesarios para la educación del futuro menciona que la enseñanza de la comprensión humana es una relación de empatía que intenta ver en la subjetividad del otro.

Sin embargo, qué ironía, desarrollamos conocimientos científicos, se habla de economía, política etc., y que por algún motivo, esto no se aplica a la relación entre los seres humanos y su entorno natural para construir un mundo de paz y armonía. Difícilmente nos damos el permiso de ser el primero quien tome la iniciativa de romper el espacio de silencio para entablar un diálogo o más aún, para pedir una disculpa o aceptar alguna sugerencia del otro.

Si no propiciamos el diálogo no puede haber entendimiento, esto es un problema social. Aprendemos, conocemos por medio del entendimiento de la observación, vivimos en un mundo que emerge en la dinámica de nuestro comportamiento como seres humanos. Debemos entender en vez de dominar, aceptar al otro en la convivencia implica no exigir y la exigencia es anular la legitimidad de la otra persona para que actúe con responsabilidad.

Humberto Maturana (1996:28), en su obra denominada El sentido de lo humano, sostiene que "las cosas no pasan afuera de  los seres, sino adentro de ellos", es decir que el propio individuo con su historia, educación, cultura, pensamiento es el responsable de construir un mundo más habitable usando como arma ideológica su capacidad de diálogo y educarse para la comprensión humana entre las personas como condición y garante de la solidaridad y del bienestar de la humanidad.

Nuestro Intelecto

Wallace y Darwin en el p roblema del intelecto humano.

La Teoría de la Evolución de las Especies, tal y como la enunció Charles Darwin, sirvió para despejar una serie de misterios sobre la naturaleza y fue revolucionaria por eso.

Sin embargo, precisamente por hacer saltar por los aires un montón de ideas ilógicas que antaño se daban por sentadas, abrió la compuerta a un aluvión de nuevas preguntas sobre el mundo.
Es lo que tienen las revoluciones, incluso las científicas, que después de destrozarlo todo, hay que volver a construir con calma y laboriosidad. 

Uno de los problemas más complejos al respecto, se dieron en el viejo problema del intelecto humano. 

Antes de Darwin, la situación estaba clara: el intelecto era una manifestación del alma, y el alma era un don de Dios. Después de Darwin, empero, cabía la siguiente pregunta: ¿puede haber surgido el intelecto humano meramente por evolución?
Charles Darwin y Alfred Russell Wallace, que por vías separadas habían los dos arribado a una Teoría de la Evolución consistente, y que estaban de acuerdo en muchas cosas, se enfrentaron aquí: mientras que Darwin, cristiano por salvar las apariencias y en el fondo agnóstico convencido, se inclinaba por una respuesta positiva (el intelecto humano es producto de la evolución), Wallace, irónicamente evolucionista a ultranza... se inclinaba por la negativa (¡el intelecto humano es creación de una potencia superior!). ¿Qué había ocurrido allí?

Lo que pasaba era un desafortunado cruce de dos ideas distintas. En primer lugar, se enfrentaban dos concepciones distintas de la evolución. Resulta irónico que se asocie a Darwin tanto con la selección natural, y en realidad sea Wallace el más fundamentalista en la materia. 
Para Wallace, la selección natural lo era todo, mientras que Darwin admitía la posibilidad de que existieran otros mecanismos evolutivos aparte de la selección natural (de hecho, el tiempo le dio la razón, aunque la selección natural sigue siendo probablemente el mecanismo evolutivo más importante de todos). 

En el fondo, había también una línea de fisura más profunda: Wallace entendía que cada adaptación tendía a producir una mejora, y el resultado era siempre, por lo tanto, una criatura "mejor". 
Esta idea estaba muy en consonancia con el optimismo decimonónico según el cual el mundo siempre "marchaba hacia adelante", por decirlo así, pero Darwin estaba en desacuerdo.

Para Darwin, una adaptación no necesariamente implicaba una "mejora" de la criatura como un todo, sino que simplemente mejoraba sus oportunidades de reproducirse y propagar sus propios cambios (quizás esta idea repugnara profundamente a Wallace y los suyos, prisioneros del puritanismo sexual del victorianismo decimonónico).

Por otra parte, estaba el racismo decimonónico. Alfred Russell Wallace había pasado muchos años de su vida viviendo en Indonesia (desarrolló su propia Teoría de la Evolución independiente basándose en sus observaciones de la flora y fauna de Indonesia, así como Darwin hizo lo propio a bordo del Beagle y en sus observaciones posteriores en su invernadero de Inglaterra), y estaba convencido de que todos los seres humanos eran iguales. 
Se requería de valor para afirmar esto en una época en que muchas personas respetables opinaban que la raza europea era biológicamente superior a todas las demás, pero esto le jugó a Wallace una mala pasada. 
Porque Wallace observaba, eso sí, que la cultura europea era con mucho, muy superior a la de muchos nativos. Wallace señala, con la encantadora jerga racialmente condescendiente del siglo XIX: "La selección natural sólo podría haber dotado al hombre salvaje de un cerebro en mínimo grado superior al de un mono, mientras que por el contrario posee uno que es poco inferior al de un filósofo". 

¿Para qué diablos querían los "salvajes" un cerebro tan grande y voluminoso como el que tenían, equiparable a los sesos de un europeo caucásico de toda la vida, si es que su cultura era tan ínfima, su horizonte de vida tan reducido, y su arte tan primitivo? 

La conclusión de Wallace era obvia: habían recibido cerebros grandes y capaces en previsión de que, en un futuro, aquellos nativos deberían llegar a usarlo. Pero entonces, la selección natural no tendría absolutamente nada que ver en aquello, porque ésta sólo produce adaptaciones útiles para responder a las presiones del medio ambiente, según la visión de Wallace. ¿Cómo salir de semejante callejón sin salida?

La solución de Wallace: "La inferencia que yo haría a partir de esta clase de fenómenos es que una inteligencia superior ha dirigido el desarrollo del hombre en una dirección específica y con un propósito específico".

Listo: Alfred Russell Wallace había llegado a la conclusión de que Dios mismo había creado el intelecto humano, apenas disfrazada por la expresión "inteligencia superior". Y sin embargo, estaba equivocado en un punto de su razonamiento.

Porque olvidaba algo que Darwin tenía muy claro: las adaptaciones no surgen para atender a una determinada función. 

En vez de ello, las adaptaciones surgen al azar, y las que mejor se presten para la supervivencia son las que prevalecen... sin que dicha adaptación se ajuste necesariamente como un guante a la necesidad que resuelven. Así, una adaptación que resulta útil para una determinada función, puede más adelante resultar útil para otra función diferente. 

El cerebro humano resultó útil para que los primitivos humanos pudieran cazar mamuts y osos cavernarios, pero no surgió exclusivamente para eso, sino que quienes desarrollaron tales cerebros quedaron en mejor posición para dicha caza, sobrevivieron... y sus descendientes descubrieron que ese mismo cerebro podía servir, además, para otras nobles funciones, tales como componer sinfonías o inventar la penicilina. 

He aquí el error elemental de Wallace, error nacido, eso sí, de su propia honestidad científica y de sostener ideas que eran valientes para su época.

Con permiso para reproducir, siempre y cuando se enlace adecuadamente con un link a http://vidacotidianitica.blogspot.com


domingo, 12 de enero de 2020

El Placer De Aprender

Pero Qué Es Aprender?

Podríamos decir que aprender es el proceso por el que una persona o un grupo social adquieren conocimientos, capacidades, habilidades, bagaje cultural, lenguajes, normas, creencias, reglas de conducta, inteligencias, ….

Aprender significa «adquirir el conocimiento de algo por medio del estudio o de la experiencia o la vivencia. Si nos fijamos en la etimología apprehendere significaba «coger», «tomar». Este concepto de tomar nos lleva a una primera reflexión: Aprender es una acto de voluntad. Cuando tomamos algo: tomar decisiones, tomar compromisos, incluso tomar una bebida, …) hacemos un ejercicio de tomar partido, de haber elegido algo. Por lo tanto el aprendizaje cotidiano depende de la actitud que tenemos ante la posibilidad de adquirir nuevos conocimientos. El motor es el hecho de optar, de tener conciencia, desde la curiosidad.

Sólo aprendemos lo que queremos aprender, lo que no fijamos desde el aprendizaje es fugaz y no lo incorporamos en nuestros comportamientos ni acciones. Querer aprender es un hecho indispensable en la construcción del conocimiento propio que vivimos cada día. Para optar, para tomar una decisión necesitamos saber y tener conciencia, por tanto aprender es una forma de hacer consciente la vivencia, la experiencia, desde la voluntad desde la comprensión «comprender»

Sólo aprende quien quiere aprender, aprender nos pide unos comportamientos específicos que nos han de encaminar el aprendizaje significativo en el que los contenidos nuevos se relacionan con conocimientos previamente adquiridos por la persona y que por lo tanto son la base nuevos aprendizajes significativos, por lo que quedan asimilados a la estructura cognitiva personal. Es un cambio metodológico que implica que la capacidad de aprender es el eje vertebrador del progreso personal Somos protagonistas de nuestro proceso de aprendizaje.

Aprender nos pide no tener un rol pasivo, nos mueve a tener flexibilidad y mente abierta para vivir la experiencia. Este hecho que nos permite profundizar en lo que conocemos. Aprender requiere un compromiso claro y exigente que facilita que podamos alcanzar aprendizajes potentes y perdurables que no nos permiten volver atrás.

Para aprender debemos ser como una esponja. Debemos observar y absorber y exprimir los conocimientos adquiridos. La capacidad de aprender nos pide que seamos capaces de observar, en el sentido de prestar atención. Podríamos definir la observación como la mirada atenta y continuada que nos permite descubrir, la realidad del entorno que nos rodea. Esta mirada nos ayuda ampliar la visión y por tanto a conocer, vivir y reconocer nuevas posibilidades que se traducen en aprendizajes que podemos aplicar en nuestra vida cotidiana.

También debemos ser capaces de absorber. Absorber información nueva constantemente nos ayuda a descubrir un abanico de posibilidades. La capacidad de absorber se fundamenta en la curiosidad, querer conocer, querer saber. Cuanto más sabemos, más queremos saber. La curiosidad nos activa la capacidad de escucha, ya que es escuchando cómo podemos saber más.

Pero el aprendizaje no tiene sentido sino se traduce en acciones de utilidad, en acciones de valor hacia el entorno social o personal. No debemos hacer un uso egoísta de los aprendizajes que logramos, es necesario que desde la generosidad, entendida como capacidad de generar oportunidades en los otros, seamos capaces de exprimir el conocimiento para hacer que éste se traduzca en mejoras tanto a nivel personal como en la relación con los demás. El aprendizaje aplicado al mundo laborar nos permite ser creativos pero nos pide el compromiso, la exigencia de compartir lo que sabemos para construir una sociedad más justa.

Seamos esponjas !!!!

La Disposición De Servir


Si tienes vocación de servicio, tienes que saber que este aparte de ser un valor, en sí, es todo un arte. Es la cualidad sincera que puede nacer de ti para servir. Es cuando tienes empatía con el resto. Es cuando tienes ese compromiso real de ayudar desinteresadamente a los demás. También, significa que eres proactivo, es decir, que no esperas a recibir indicaciones para realizar alguna acción que cumpla las expectativas del otro. Por lo contrario, te adelantas a los hechos.

Si generas empatía, ya sea con un conocido, amigo, pariente, compañero de trabajo, clientes entre otros, tienes la mitad del camino ganado. Pero, ¿qué es tener empatía? Es cuando te pones en el lugar del otro. También, es cuando tratas a los demás como te gustaría que te traten, entre otros puntos.

Tener vocación de servicio significa cuando tienes siempre el compromiso necesario, esa disposición para servir al otro, en cualquier contexto y sin hacer ningún tipo de diferencias, superando cualquier tipo de “barrera” ya sea personal o social. Es cuando eres servicial aquí y allá, es decir en todos lados.
Vocación de servicio es cuando consideras al otro sin esperar nada a cambio. Es una cualidad que logra identificarte como ser humano por lo cual eres bien considerado tanto por los demás como por ti mismo. En conclusión, tener vocación de servicio es cuando tienes una actitud de vida y de colaboración para con los demás.

Servir implica ayudar a alguien de una forma espontánea, es decir adoptar una actitud permanente de colaboración hacia los demás. Una persona servicial supone que traslada esta actitud a todos los ámbitos de su vida: en su trabajo, con su familia, ayudando a otras personas en la calle, cosas que aparecen como insignificantes, pero que van haciendo la vida más ligera y reconfortante. Es posible que recordemos la experiencia de algún desconocido que apareció justo cuando necesitábamos ayuda, que luego después de ayudarnos, se perdió y no supimos nada más.

Las personas que son serviciales están continuamente atentas, observando y buscando la oportunidad para ayudar a alguien. Siempre aparecen de repente con una sonrisa y las manos por delante dispuestos a ayudar, en todo caso, recibir un favor hace nacer en nuestro interior un profundo agradecimiento.

La persona servicial, ha superado barreras que parecen infranqueables para las otras personas:

– El miedo a convertirse en el que “siempre hace todo”, en el cual, las otras personas, descargarán parte de sus obligaciones, aprovechándose de su buena predisposición. Ser servicial no es ser débil, incapaz de levantar la voz para negarse, al contrario, por la rectitud de sus intenciones sabe distinguir entre la necesidad real y el capricho.

– Muchas veces nos molestamos porque nos solicitan cuando estamos haciendo nuestro trabajo, o relajados en nuestra casa (descansando, leyendo, jugando, etc).

En estos momentos pensamos ¡Qué molesto es levantarse a contestar el teléfono, atender a quien llama la puerta, ir a la otra oficina a recoger unos documentos… ¿Por qué “yo” si hay otros que también pueden hacerlo?

Cada vez que ayudamos a alguien, por pequeño que sea, nos proporciona esa fuerza para vencer la pereza, dando a quienes nos rodean, un tiempo para atender otros asuntos o simplemente, descansar de sus labores cotidianas.

Esperar a recibir atenciones tiene poco mérito y cualquiera lo hace, para ser servicial hace falta iniciativa, capacidad de observación, generosidad y vivir la solidaridad con los demás, haciendo todo aquello que deseamos que hagan por nosotros, viendo en los demás a su otro yo.




Tropezar Nos Enseña

Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.

Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añoraras terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado.

Con el tiempo aprendí que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo…. ante una tumba…, ya no tiene ningún sentido…

Pero desafortunadamente…esto solo lo entendemos con el tiempo.
Maduramos más con los daños que con los años

No es el tiempo el que nos hace entender que las derrotas merecen que miremos de frente y nos sintamos orgullosos de nosotros mismos. Son los daños y las punzadas en el estómago los que le dan la vuelta a nuestro mundo y desmantelan nuestra vida.

Con los daños aprendemos a resistir a lo que nos aprisiona, a pelear contra la fuerza de nuestros prejuicios, a dejar de lado nuestras ganas de rendirnos, a abandonar la queja, a hablar con nosotros mismos, a comprender la envidia, a deshacernos de modas y a descansar.

Cuando tropiezas y cuando sufres te das cuenta de que todo llega, todo pasa y todo se transforma. Y es que, por paradójico que resulte, el momento en el que empezamos a cambiar coincide con aquel en el que empezamos a aceptarnos tal y como somos.

Confianza Psíquica


“Aprender a usar la energía psíquica de manera sabia permite darle un mejor manejo a las adversidades que día a día enfrentan los humanos”

El cerebro es una estructura disipativa especialmente potente. Opera con la energía difusa de los entornos en los que se encuentra; una energía que parte del Sol, después pasa a los alimentos y, por último, llega al sistema digestivo. El cerebro convierte esa energía en energía psíquica (influjos nerviosos en el cerebro) para sentir, pensar, solicitar acciones al cuerpo y estructurar el entorno.

El cerebro es capaz de crear el orden y, potencialmente, joyas tecnológicas u obras de arte de una complejidad fuera de lo común.

Pero por supuesto, como todo sistema complejo, el cerebro humano puede permanecer también en un estadio yermo, estéril y desorganizado, incluso perjudicial.

Puede ser como un poderoso río que irriga las tierras fértiles y hace brotar culturas, jardines, ciudades y monumentos. Pero también puede ser como un impetuoso e incontrolado torrente montañoso que destruye todo a su paso.

En el primer caso, usted es el dueño de sus pensamientos y emociones:

Usted es capaz de movilizar su energía psíquica para tareas útiles que le aporten felicidad, serenidad y satisfacción. Va cada vez más lejos en el desarrollo de sus capacidades creativas y contribuye a mejorar el mundo a su alrededor.
Es apreciado en su entorno y los demás le tienen presente. Mantiene relaciones armoniosas con sus allegados y evita las situaciones complicadas y conflictivas.
En caso de decepción, problema o inconveniente, usted es capaz de reponerse y adoptar una estrategia transformadora.
La expresión “estrategia transformadora” fue creada por el psiquiatra George Vaillant en oposición a la idea de “estrategia regresiva”.
Adoptar una estrategia transformadora consiste, en caso de problema o accidente, en ajustar los objetivos a las nuevas restricciones y fijarse un nuevo fin realista, así como retomar tan pronto como sea posible la construcción, el avance y el progreso.
Esta capacidad de resiliencia, de acuerdo con la expresión consagrada por Boris Cyrulnik, le ofrecerá una felicidad auténtica y duradera, tanto ante los éxitos como en las adversidades.

En el segundo caso, en el que sus pensamientos son como torrentes salvajes que destruyen todo a su paso, usted se convierte en una víctima de sus emociones:
Pasa de una idea a la otra y de una exaltación excesiva al abatimiento más profundo con facilidad. Patalea sin aprender nada nuevo y perdiendo el tiempo, y haciéndoles perder también el suyo a los demás.
Cultiva pensamientos sombríos, pesimistas y que generan ansiedad. Deprime a los que le rodean, que tratan de evitarlo. No obstante, la primera víctima es usted mismo, ya que se impone un mundo interior que supone una prisión oscura y llena de criaturas hostiles e inquietantes.
Invierte demasiado tiempo en actividades que no le llevarán ni a ser más grande ni a progresar, como por ejemplo ver pasivamente la televisión, hojear las revistas sin interés, navegar por la red en busca de divertimento, vagar por las calles o los centros comerciales, pasar el rato en los bares o simplemente sentarse y no hacer nada.
A la mínima contrariedad usted explota o se hunde en una resignación enfermiza. Los desafíos le perturban e inquietan y prefiere huir de la realidad, por ejemplo, “ahogando” sus penas en alcohol u otros medios destructores. 

Vive en un estado de miedo, yendo desde la tristeza a la desesperación. Lo que usted sigue es una estrategia de regresión, y su vida parece dominada por el absurdo y el caos.

Si usted ha vivido episodios similares o se siente más identificado con el segundo caso, le invito a que siga leyendo. Está a punto de descubrir la fuerza de las estructuras disipativas en su cerebro para instalar en su mente el orden en lugar del caos.

Podrá convertir el torrente salvaje de su energía psíquica incontrolada en un tranquilo y poderoso río que le devuelva al camino del progreso y la felicidad.

Avanzar Paso A Paso


Seguro que a ti no te ha pasado pero, a que conoces a alguien que habiendo intentado algo una, dos o quizás tres veces, ha dicho algo parecido a: esto no me sale….yo no valgo para esto….. Esto no es para mí…… esto es imposible….. Estoy harto/a de fracasar….. Podría seguir pero creo que ya es suficiente y nos hacemos una idea.

Pues bien, esto que le pasa a gente a la que conocemos, es bastante común y me atrevo a decir que peligroso para cualquier tipo de avance o transformación personal.  En la vida real, las cosas no suceden al toque de una varita mágica, más bien requieren planificación, adquisición de herramientas y conocimientos, entrenamiento y perseverancia.

En los procesos de coaching hacemos mucho hincapié en la importancia de avanzar paso a paso. De hecho la mayoría de las veces lo más importante es dar el primer paso. Para dar ese primer paso en busca de un sueño o de una vida más plena y consciente, tenemos que traspasar un umbral.  Tenemos que cruzar esa línea imaginaria que nos enfrenta a nuestros miedos, que nos hace tomar conciencia de los obstáculos que vamos a encontrar.

Uno de esos obstáculos es el miedo a que como alguna vez lo intenté y no salió, ya nunca voy a poder hacerlo. Y yo me pregunto: ¿acaso tenemos una bola de cristal que nos indica el futuro? ¿quién te ha dicho que porque una vez o dos no salió es que nunca saldrá?

Tirar la toalla, y fingir que ya no nos interesa algo, puede salvarnos la cara delante de los demás, pero te aseguro que el daño interno es mucho más profundo.

Otro obstáculo muy común es proyectarnos a un futuro en el que todo ya está conseguido y olvidarnos de que para llegar allí, tenemos que avanzar paso a paso. Lo contrario será vivir de espejismos.

 ¿Podrías decirme cómo caminas? ¿Qué es lo que haces exactamente para caminar?

Ah!, pues va a ser lo mismo que yo, avanzar paso a paso, primero un pie y luego el otro y si te fijas y lo haces despacio, te darás cuenta de que pierdes un poco el equilibrio y parece que te vas a caer, pero no… sigues y das otro paso.

Pues esto mismo ocurre con todo en la vida real, esa que experimentamos instante tras instante.

En esta vida avanzamos paso a paso, nos caemos y nos volvemos a levantar, que nos miran y nos ven caer, pues genial, pero que nos vean también levantarnos, re-inventarnos, y darnos todas las oportunidades que necesitemos. 

Y si las cosas no salen a la primera recuerda que lo importante siempre es dar el siguiente paso.


Destraba Lenguas



 Los destrabalenguas se han hecho para destrabar la lengua. 

Para jugar a los trabalenguas con los niños se comienza diciendo lentamente cada frase y luego se continúa repitiéndolas cada vez más rápido.

Los trabalenguas son un juego de palabras con sonidos y presentan dificultad de pronunciación.

Puede ser muy divertido introducir los destrabalenguas en las actividades que tienen el propósito de enriquecer el lenguaje y favorecer la expresión oral de los niños. Permiten adquirir rapidez del habla, con precisión y sin equivocarse.

Los destrabalenguas permiten ejercitar y mejorar el lenguaje y la forma de hablar de los niños

1) Pablito clavó un clavito. ¿Qué clavito clavó Pablito?

2) Como poco coco como, poco coco compro

3) Tres grandes tigres tragones tragan trigo y se atragantan.

4) Me trajo Tajo tres trajes, tres trajes me trajo Tajo.

5) El hipopótamo Hipo está con hipo.
¿Quién le quita el hipo al hipopótamo Hipo?

6) Pepe Pecas pica papas con un pico.
Con un pico pica papas Pepe Pecas

7) Teresa trajo tizas hechas trizas

8) R con r cigarro, r con r barril,
rápido ruedan los carros,
cargados de azúcar del ferrocarril

9) Poquito a poco Paquito empaca poquitas copas en pocos paquetes.

10) ¿Usted no nada nada? No, no traje traje.

11) Juan junta juncos junto a la zanja.

12) ¡Qué ingenuo es Eugenio!
¡Y qué genio tiene el ingenuo Eugenio!

13) Cuca cose en casa de Coco Suca

14) Había un perro debajo de un carro,
vino otro perro y le mordió el rabo.

15) Las ruedas son redondas de aquel ferrocarril,
las ruedas son redondas para rodar sin fin.

16) Yo compré pocas copas, pocas copas yo compré,
como yo compré pocas copas, pocas copas yo pagué.

17) Cuando cuentes cuentos, cuenta cuantos cuentos cuentas,
porque si no cuentas cuantos cuentos cuentas, nunca sabrás cuantos
cuentos cuentas tú.


18) En el juncal de Junqueira juntaba juncos Julián.
Juntóse Juan a juntarlos y juntos juntaron más.


19) Si tu gusto gustara del gusto que gusta mi gusto,
gustaríamos los dos del mismo gusto.
Pero como tu gusto no gusta del gusto que gusta mi gusto,
disgusto se lleva mi gusto al saber que tu gusto no gusta del
gusto que gusta mi gusto.

20) María Chuchena su techo techaba, y un techador le pregunta:
“¿Que techas Maria Chuchena? O techas tu choza o techas la ajena?”
“No techo mi choza ni techo la ajena. Yo techo el techo de María
Chuchena.”

21)Erre con erre, guitarra; erre con erre, carril:
rápido ruedan los carros, rápido el ferrocarril.

22) Un podador podaba la parra y otro podador que por allí pasaba le
preguntó: Podador que podas la parra. ¿Qué parra podas?
¿Podas mi parra o tu parra podas?
Ni podo tu parra, ni mi parra podo, que podo la parra de mi tío Bartolo.

23) Mariana Magaña desenmarañará mañana
la maraña que enmarañara Mariana Magaña

Cualidad De Persona


Persona, en nuestra cultura, se opone a cosa y a animal, aunque de distinto modo. En cuanto opuesto a cosas y a animales el término persona se aproxima al término hombre. Sin embargo no se superpone con él:

(1º) Porque existen, entre las creencias de nuestra cultura, y sobre todo en el lenguaje, personas no humanas (personas divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo; personas angélicas o diabólicas; o incluso las extraterrestres).

(2º) Porque hay seres o cosas que son humanos, pero no son personales (por ejemplo el «hombre de Neanderthal» –nadie dice: «la persona de Neanderthal»– o bien una máquina, un mueble, y en general, la «cultura extrasomática», que es humana, «cultura humana», y no es personal).

Persona humana añade algo no sólo a «persona» sino también a «humano». El hombre recibe una determinación importante cuando se le considera como persona así como la persona recibe una determinación no menos importante cuando se la considera como humana. Por tanto, no es lo mismo hombre que persona, como tampoco es lo mismo hombre que ciudadano. «Hombre» es un término más genérico o indeterminado, que linda con el «mundo zoológico» (decimos hombre de las cavernas pero sería ridículo decir persona de las cavernas); «persona» es un término más específico que tiene que ver con el «mundo civilizado» o, si se prefiere, con la constelación de los valores morales, éticos o jurídicos propios de este mundo.

La misma etimología de la palabra persona demuestra que es un concepto sobreañadido al concepto de hombre. Un refrán de origen jurídico, también lo recuerda: homo plures personas sustinet, es decir, el hombre sostiene o desempeña muchas máscaras o papeles (un mismo hombre es empresario y delincuente, es padre y metalúrgico, &c.). «Persona» era, en efecto, la máscara o careta que usaban los actores de la tragedia para hablar –per sonare–. No decimos que los hombres actuales puedan no ser personas; decimos que cabe un concepto de hombre al margen del concepto de persona.

En el derecho romano los esclavos eran hombres pero no eran personas. Lo que queremos subrayar es que aquellos juristas romanos que usaban el concepto de hombre lo disociaban del concepto de persona; de suerte que, históricamente, ocurre como si nuestro concepto actual de persona, como equivalente a hombre, fuese el resultado de una ampliación del concepto de persona a los esclavos. 

Según esto cabría decir que el concepto de persona apareció como resultado de un proceso vinculado a la liberación, al menos teórica, de los esclavos (o de los bárbaros) y no como un mero concepto abstracto, mental, intemporal. {SV 115-119}


El Lenguaje


¿Formamos parte los seres vivos de la Tierra de un macroorganismo que se encuentra en la actualidad en fase reproductiva? ¿Cómo podemos estar seguros de ello y hasta qué punto? La posibilidad de dar respuesta a estas dos cuestiones se encuentra en el lenguaje y desde una perspectiva racional nunca llegaremos más lejos de lo que alcance el tipo de código lingüístico que utilicemos.

El lenguaje es un instrumento básico para los humanos. Del mismo modo que observando una herramienta nos hacemos una idea de sus posibilidades funcionales, igualmente analizando el lenguaje, es posible caer en la cuenta de lo que podemos realizar mediante su empleo e incluso establecer sus límites de eficacia. El lenguaje es sin duda un instrumento fabuloso, nos permite utilizar la razón, una capacidad característica nuestra por la que nos calificamos de racionales, sin embargo la irracionalidad también se muestra en el lenguaje humano, más de lo que pudiéramos pensar a priori.

El lenguaje como todo instrumento arrastra un error en su uso, es más, al ser una herramienta dotada de una notable imprecisión y ambigüedad, no es nada desdeñable el factor de distorsión que introduce sobre la realidad que creemos percibir.

Nos tenemos que enfrentar a la vida, y por tanto al conocimiento, con un instrumento limitado en el que la racionalidad se manifiesta, pero también la irracionalidad, en el que la ambigüedad es una propiedad básica del instrumento, y en el que hemos podido comprobar la existencia de unos límites que probablemente nunca podremos atravesar.


Este instrumento nos transmite visiones borrosas de la realidad. Es importante considerar que tener una seguridad total en este tipo de imágenes es un error, por tanto debemos guardar una cierta duda y procurar incrementar nuestro grado de información a partir de otras perspectivas. Así hacemos en el acto de mirar un cuadro, donde la proximidad nos puede dar una visión más cercana de las partes, pero la lejanía nos ofrece otra clave en la que veamos una imagen global y más completa, otra dimensión de la información a nuestra disposición.

¿Formamos parte los seres vivos de la Tierra de un macroorganismo que se encuentra en la actualidad en fase reproductiva? ¿Cómo podemos estar seguros de ello y hasta qué punto? La posibilidad de dar respuesta a estas dos cuestiones se encuentra en el lenguaje y desde una perspectiva racional nunca llegaremos más lejos de lo que alcance el tipo de código lingüístico que utilicemos.

El lenguaje es un instrumento básico para los humanos. Del mismo modo que observando una herramienta nos hacemos una idea de sus posibilidades funcionales, igualmente analizando el lenguaje, es posible caer en la cuenta de lo que podemos realizar mediante su empleo e incluso establecer sus límites de eficacia. El lenguaje es sin duda un instrumento fabuloso, nos permite utilizar la razón, una capacidad característica nuestra por la que nos calificamos de racionales, sin embargo la irracionalidad también se muestra en el lenguaje humano, más de lo que pudiéramos pensar a priori.

El lenguaje como todo instrumento arrastra un error en su uso, es más, al ser una herramienta dotada de una notable imprecisión y ambigüedad, no es nada desdeñable el factor de distorsión que introduce sobre la realidad que creemos percibir.

Nos tenemos que enfrentar a la vida, y por tanto al conocimiento, con un instrumento limitado en el que la racionalidad se manifiesta, pero también la irracionalidad, en el que la ambigüedad es una propiedad básica del instrumento, y en el que hemos podido comprobar la existencia de unos límites que probablemente nunca podremos atravesar.


Este instrumento nos transmite visiones borrosas de la realidad. Es importante considerar que tener una seguridad total en este tipo de imágenes es un error, por tanto debemos guardar una cierta duda y procurar incrementar nuestro grado de información a partir de otras perspectivas. Así hacemos en el acto de mirar un cuadro, donde la proximidad nos puede dar una visión más cercana de las partes, pero la lejanía nos ofrece otra clave en la que veamos una imagen global y más completa, otra dimensión de la información a nuestra disposición.



sábado, 11 de enero de 2020

Dualismo Ético


Aunque “fuerza de voluntad” es una expresión que todos usamos sin reparar en ello, la verdad es que se trata de un concepto frente al cual hay grandes controversias.

Desde el punto de vista filosófico, tiene su origen en la metafísica, particularmente en Aristóteles. Desde allí se introdujo en las diversas religiones occidentales, convirtiéndose en una virtud de primer orden.

La fuerza de voluntad se define como la capacidad para dirigir y controlar las acciones propias.
Los metafísicos y las religiones señalan que esa fuerza nace exclusivamente de la libre determinación de cada persona.

Sin embargo, el psicoanálisis planteó serios reparos tanto al concepto de “voluntad”, como al de “fuerza de voluntad”, debido al descubrimiento del inconsciente.

Lo que se sale de control
Para el psicoanálisis, los procesos conscientes son solo “la punta del iceberg” en la actividad mental. En realidad, los pensamientos y los actos están determinados por una fuerza que no es la de la voluntad, sino la del inconsciente.

Ese descubrimiento permitió explicar muchos hechos. Por ejemplo los “lapsus linguae”, o episodios en los que una persona quiere decir algo, pero, “sin quererlo”, termina diciendo otra cosa.

También el inconsciente es el responsable de los llamados “actos fallidos”: la persona se propone conscientemente hacer algo, pero termina realizando una acción muy diferente.

Lo vemos todos los días en la vida cotidiana. Alguien que quiere llegar temprano a su cita, pero “sin querer” se retrasa o nunca llega. O los que quieren “poner empeño en su trabajo”, pero terminan ocupándose en otras cosas, mientras laboran.

Para el psicoanálisis, entonces, la voluntad no es una fuerza, sino la expresión de un deseo inconsciente. Solo cuando una persona es consecuente con su deseo, acude la voluntad. Si no es así, esa “voluntad le traiciona”.

Por eso hay planes que siempre se posponen, decisiones de cambio que nunca se hacen realidad, o intenciones que jamás se convierten en actos.

Las filosofías orientales, como el Zen, tampoco abordan la llamada “fuerza de voluntad” en sus prácticas. Sostienen que la misma es una autoagresión y que debe ser sustituida por el entendimiento y el amor, que son, finalmente, las fuerzas que llevan a la acción.

La voluntad y la conciencia
Lo que hay en común entre el psicoanálisis y las filosofías orientales es la idea de que la voluntad no es un acto de fuerza. Y que, en cambio, solo puede nacer de la comprensión y, por lo tanto, de la conciencia.

Quizás necesitamos menos forzarnos y más comprendernos para lograr que las intenciones se conviertan en actos. Y que esos actos sean coherentes con lo que realmente queremos hacer de nuestra vida.


Cuando Acabe La Función



Nunca se puede estar sin ser. La vieja escolástica decía: operari sequitur ese. Es decir: el obrar sigue al ser.
Pretender estar en un lugar geográfico manteniendo un ser de otro diverso, es vivir de modo desquiciado.
Este desequilibrio conduce a enfrentamientos con los naturales del terreno donde pisas, porque pretender a hacer a los demás al modo y manera particular y subjetiva, es un papel imposible.
Por eso, el paso por los lugares varios supone vivir en un permanente teatro, donde aplauden los bufones solamente. El resto de espectadores está deseando que acabe pronto la función, de la que procurarán olvidar sus contenidos cuanto antes.
Cuando llega el final inevitable, quedarse en la única "tierra" es la mejor solución, y demuestra cómo toda una vida ha sido un puro teatro de estar sin ser, de aparentar sin convencer, de vivir con careta de cartón piedra.