«La juventud es el paraíso de la vida, la alegría es la juventud eterna del espíritu».
–Ippolito Nievo–
Existe un consenso social. A la hora de responder a determinadas preguntas («¿Cómo estás?», «¿Cómo te va?»), solemos utilizar una única palabra «bien», cuando en realidad muchas veces no es así. Parece que hay una obligación de estar felices constantemente, o al menos de mantenernos a salvo de dar explicaciones. Nos cuesta mucho construir un relato cuando las emociones que nos invaden son el enfado, la tristeza o el miedo. Existe un consenso social. A la hora de responder a determinadas preguntas («¿Cómo estás?», «¿Cómo te va?»), solemos utilizar una única palabra «bien», cuando en realidad muchas veces no es así. Parece que hay una obligación de estar felices constantemente, o al menos de mantenernos a salvo de dar explicaciones. Nos cuesta mucho construir un relato cuando las emociones que nos invaden son el enfado, la tristeza o el miedo.
Enfriar las emociones que podemos interpretar como negativas con el distanciamiento y la disociación genera una manera de relacionarnos con las emociones que también afecta a las emociones positivas. Piensa que expresando las emociones que nos resultan desagradables nos mostramos vulnerables y que esa vulnerabilidad, en el caso de ser reconfortada, es en sí misma una fuente de alegría.
Tampoco se trata de forzar la emoción como si fuera un traje que en ese momento nos queda pequeño. De hecho, forzar la emoción puede hacernos sentir todavía más tristes, al incrementar la sensación de sentirnos incomprendidos. Nos ponemos una máscara, pero al mismo tiempo podemos llegar a sentir rabia porque «el mundo» no es capaz de ver a través de esa máscara.
¿Cómo ayuda la emoción de alegría a nuestra vida? Aquí doy algunas claves para identificarla y así poder empezar a ponerla en práctica.
Mantiene el equilibrio y el bienestar interno: el bienestar psicológico puede estar relacionado con emociones de alegría y sentimientos de felicidad.
Ocurre espontáneamente: no es un sentimiento forzado ni planificado, sino que surge de manera natural y no controlada.
Empuja a querer compartir con los demás y a la cohesión social: es un nexo de unión entre las personas, ayudando a crear nuevas relaciones y fomentando la unión social.
Proporciona paz interna: aumenta la autoestima y la autoconfianza de cada uno fomentando sentimientos y pensamientos positivos.
Es una energía que está en movimiento: si la energía está estancada no es posible que sintamos ninguna emoción placentera, por tanto, la auténtica alegría viene y se va dando paso a otras emociones que necesitan ser expresadas (miedo, enfado, tristeza, tranquilidad..).
Permite emprender nuevos proyectos: facilita la energía para encaminarnos hacia nuestros objetivos.
Permite entrar en contacto con emociones placenteras: a menudo gastamos más tiempo tiempo quejándonos de lo que no tenemos, en vez de valorar lo que nos da la vida.
Por tanto, para conectar con esta emoción es importante que practiquemos el «estar presente en cada cosa que hagamos», así como, que podamos experimentar los pequeños placeres del día a día. Fomentar la ternura y la curiosidad por nosotros mismos hace que sea más fácil acceder a nuestro interior y que la alegría surja de forma espontánea y expansiva.
La alegría surge de dentro, no tiene nada que ver con el exterior. Rara vez la causan los demás, sino que está plenamente relacionada con nuestros pensamientos y emociones internas. La felicidad está relacionada con «el darse cuenta» y la consciencia que le dedicamos a las pequeñas cosas, no con nuestro carácter exclusivamente.
·
Proporciona paz interna: aumenta la autoestima y la autoconfianza de cada uno fomentando sentimientos y pensamientos positivos.
Es una energía que está en movimiento: si la energía está estancada no es posible que sintamos ninguna emoción placentera, por tanto, la auténtica alegría viene y se va dando paso a otras emociones que necesitan ser expresadas (miedo, enfado, tristeza, tranquilidad..).
Permite emprender nuevos proyectos: facilita la energía para encaminarnos hacia nuestros objetivos.
Permite entrar en contacto con emociones placenteras: a menudo gastamos más tiempo tiempo quejándonos de lo que no tenemos, en vez de valorar lo que nos da la vida.
Por tanto, para conectar con esta emoción es importante que practiquemos el «estar presente en cada cosa que hagamos», así como, que podamos experimentar los pequeños placeres del día a día. Fomentar la ternura y la curiosidad por nosotros mismos hace que sea más fácil acceder a nuestro interior y que la alegría surja de forma espontánea y expansiva.
La alegría surge de dentro, no tiene nada que ver con el exterior. Rara vez la causan los demás, sino que está plenamente relacionada con nuestros pensamientos y emociones internas. La felicidad está relacionada con «el darse cuenta» y la consciencia que le dedicamos a las pequeñas cosas, no con nuestro carácter exclusivamente.
·