viernes, 17 de abril de 2020

Los Irresponsables


¿Qué es la irresponsabilidad? Es la conducta de una persona que se caracteriza por el desorden, la poca medición de la consecuencia de sus actos y el incumplimiento de los deberes.

Ejemplos de irresponsabilidad:
La gente que no está cumpliendo el horario de trabajo por constantes llegadas tardes y faltas injustificadas.
La persona que conduce su vehículo de forma temeraria, poniendo en riesgo su vida y la de otra gente.
El mecánico de aviación que se “hace de la vista gorda” ante una falla que parecía sin importancia y luego ocurre un accidente fatal.
La persona que no tiene responsabilidad financiera y cae en un terrible endeudamiento sin que existiera una razón justificable para ello.
Etc.

Las consecuencias de la irresponsabilidad:
Se puede afectar la vida de un gran número de personas:
En el mundo se han observado muchos actos de irresponsabilidad con consecuencias fatales, tal y como ocurre en los accidentes, donde en su mayoría suceden por fallas humanas. A veces un pequeño descuido es suficiente para que una catástrofe ocurra.

Se daña la imagen personal o corporativa:
Una falla en el sistema de atención al cliente es suficiente razón para que esa empresa dañe su imagen corporativa. Una persona que cae en la irresponsabilidad va cerrando sus puertas y luego puede estar atado a la adversidad.

Se va perdiendo el control de la vida:
Debes cuidarte de los actos irresponsables, porque las reiteradas fallas personales van ocasionando una tendencia a hacer de la negligencia un estilo de vida. Esto es similar a lo que ocurre con las adicciones, todo puede comenzar como un juego, de seguir en lo mismo, se va cayendo gradas, hasta tocar fondo.

Es uno de los venenos para el desarrollo personal:
La gente irresponsable, definitivamente no puede avanzar en sus metas de desarrollo personal, porque sus mentes están tan ancladas a la mediocridad que no son capaces de ver la luz, a menos que se pueda despertar del letargo y tomar la decisión de un cambio.
Etc.

¿Cómo superar la irresponsabilidad?
Aceptando que se ha caído en la irresponsabilidad:
A veces resulta difícil determinar las fronteras entre la responsabilidad e irresponsabilidad, porque no existe un modelo de conducta perfecto y siempre ocurren pequeñas fallas. Sin embargo un buen parámetro es hacer una comparación positiva en las condiciones de vida y observar qué están logrando las otras personas, especialmente las ideas vinculadas con tu misión de vida. Es bueno tener algunos modelos en los cuales quieras reflejarte. Quizás ahí puedas llegar a la conclusión que has sido irresponsable en algunas acciones.

Define exactamente en qué te consideras irresponsable y trabaja por puntos específicos:
Tus fallas pueden ser: impuntualidad, pereza, apatía hacia tu trabajo, incumplimiento de las obligaciones financieras en tu hogar, descuido en tu estado físico, etc. Una vez que ya sabes en qué cosas necesitas trabajar, requieres un plan para solucionar cada falla.

Define un proyecto de vida que abarque todas tus facetas, cuando tienes un panorama claro de la vida que deseas para el futuro, es mucho más fácil ir trabajando en el refinamiento personal y progresivamente podrás superar los malos hábitos. La experiencia ha demostrado que la mayoría de gente que cae en la irresponsabilidad es porque están desmotivadas, no les gusta la labor que hacen o no poseen objetivos.


Cada una de tus acciones van edificando tu destino, es fundamental que aprendas a ser responsable en todo lo que haces, ahí está la clave de un cambio permanente y sustentable


Mantener La Lucidez


Una de las mayores aspiraciones de los seres humanos es lograr vivir muchos años y en las mejores condiciones posibles. Es por ello que mantener nuestra salud física y mental se ha vuelto una de las prioridades en el andar cotidiano.
tenerA la lucidez sólo es posible evaluarla en relación con las habilidades que cada uno desarrolló en su juventud. Por eso la vejez, aun cuando forma parte de la naturaleza, constituye uno de los grandes temores humanos.

En la actualidad, existen ejercicios y tratamientos específicos para la preservación de las capacidades cognitivas, aunque no hay estándares universales ni garantías, ya que cada persona es diferente. No obstante, se pueden tener en cuenta algunas recomendaciones:

Estimular las capacidades cognitivas durante la juventud, a través de la actividad social e intelectual, del juego y de todo aquello que estimule el ejercicio de la inteligencia y la salud mental. Realizar palabras cruzadas, sopas de letras, sudokus, ejercitar la mano izquierda cuando uno es diestro, o viceversa, ejercitar la memoria con actividades tan simples como no consultar la lista de compras mientras se está en el supermercado y corroborar sólo al llegar a la caja.

El razonamiento se estimula mediante ejercicios que trabajen la capacidad de clasificar características de los objetos, mientras que los aspectos del lenguaje y la capacidad visoespacial se ejercitan mediante la escritura, el dictado y el dibujo.

Por otro lado, el ejercicio físico y la alimentación sana, mejoran indudablemente la calidad de tus habilidades cognitivas. Por ejemplo, el consumo los alimentos ricos en Omega-3, como los pescados grasos y los aceites de lino, nuez y soja son los más adecuados para mantener las membranas celulares flexibles y sanas, ayudando a mejorar el funcionamiento de nuestro cerebro. 

De por sí, la deficiencia de Omega-3 se ha relacionado con problemas como la depresión, pérdida de la memoria, menos inteligencia, dificultades en el aprendizaje, falta de concentración, Alzheimer, esclerosis múltiple, problemas oculares, irritabilidad y tendencia al suicidio; por lo que es sumamente importante consumir alimentos ricos en este ácido graso.


Lo Que Aparentamos


Vivimos en un mundo, donde las apariencias y lo físico cobran un sentido bastante importante. Para nadie es un secreto que nos hemos convertido en una cultura visual, pues todo entra por los ojos y la sociedad está llena de estereotipos, que generan a su vez una presión social para todos y afectan nuestro desarrollo interior. En otras palabras, las personas están en constante búsqueda de aceptación e inclusión, y se ha considerado que esto se logra si se tiene un buen físico, es decir, si uno es bello. 

Ahora bien, ¿qué es bello y qué no lo es? A lo mejor este tema parece inclinarse hacia las mujeres, sin embargo, va dirigido a todos sin excepción: hombres, mujeres, niños, adultos, ancianos, jóvenes, personas con alguna discapacidad, enfermedad, etc. Nadie queda por fuera.

A partir de ahora entenderemos que nada ni nadie determina quién es bello y quién no; lo importante y realmente bello es aceptar nuestra apariencia, independientemente de lo que sea.

Al momento de mirarnos en un espejo surgen sentimientos y complejos que por lo general preferimos esconder y hundir en nuestra mente. Esta, es precisamente la acción que limita nuestro crecimiento personal y nos aleja del objetivo para vivir en paz con nosotros mismos, aceptarnos tal y como nos vemos.

¿Estás un poco gordo? ¿No te gusta tu nariz? ¿Sufres de alguna enfermedad cutánea de la que te avergüences? ¿Te hace falta una pierna? Respóndete la verdad, tu verdad y ahora acéptala con amor. Todo lo que consideremos un defecto lo será y será nuestro para siempre. Entonces, ¿Por qué no mejorar la relación con nuestros complejos?

El autoestima propio esta sin duda alguna, siempre expuesto a ser afectado y a su vez nuestro desarrollo interior. Lo mencionado se debe a esos estereotipos existentes que van catalogando a la humanidad y generando una cantidad de problemas como la depresión, la soledad, la anorexia, la bulimia, el rechazo, la discriminación, entre otros que pueden llevar a la muerte. 

Con respecto a esto, hay que poner un freno y ser conscientes de que estos estereotipos no determinan nada en el espíritu, ni hacen a nadie menos merecedores.

Hoy día, una persona puede creer firmemente en que por ser obesa, es imposible ser amada; o por tener la cara manchada no tiene derecho a salir sonriente en las fotografías o con la cara en alto por las calles. 

Estos simples ejemplos son tan solo dos de muchas personas que no se aceptan como son y esperan aún ser aceptados y felices. Asimismo, condicionan su vida de una manera desgraciada y se ponen límites que los vuelven infelices de inmediato.


Pero entonces, ¿Cómo podemos ser felices con nuestra apariencia?

La respuesta es aceptarla y no negarnos la verdad. 


Nuestro Intelecto

Cuando nos encontramos con desorientación y confusión, es menester reconocer sin reservas la pobreza del intelecto humano e iniciar su nutrición y vigorización por medio de sus propios recursos, proponiendo el siguiente método: 

la naturaleza dotó al individuo de herramientas limitadas para conocer el exterior.

Esta condición natural de la debilidad intelectual del hombre debe generar la obligación individual de percibir intensa y ampliamente un objeto para entenderlo y conocerlo en su estructura fundamental, compartiendo esta percepción, entendimiento y conocimiento con los demás individuos, quienes también están obligados a tener su propia experiencia intelectual o mental en los mismos términos antes señalados y compartirla con otros individuos.

Así, compartiendo las experiencias de percepción, entendimiento y conocimiento individual de un objeto determinado, la humanidad se acercará un poco más a la certeza del conocimiento de la esencia de ese objeto. Sin olvidar la inevitable y constante transformación del objeto, es decir, la percepción, entendimiento y conocimiento que hoy se tiene de ese objeto mañana carecerá de certeza y será quizá una mentira y por este mismo ejercicio intelectual que se realice mañana hoy su certeza es nula y es una mentira. 

Por este motivo, la búsqueda del conocimiento es permanente, la propiedad del conocimiento es retrógrada.

Esta razón, de la obligación de buscar y compartir el conocimiento, es la base para fundamentar de manera sólida el considerar un crimen grave contra la humanidad la creencia falsa de ser propietario de la verdad absoluta -independientemente que cancela y obstaculiza la búsqueda del conocimiento de aquel que se crea propietario de la verdad total-, al convertir en un peligroso delincuente agresor de la humanidad al que pretende, como pastor, imponer a los demás individuos su estéril verdad producto de una creencia para muchos engañosa.

Por otro lado, y en estas mismas condiciones, el individuo que por temor y ocio no busca percibir y entender, incumpliendo su obligación de tener un conocimiento propio, se someterá inevitablemente al conocimiento de otro individuo convirtiéndose en su esclavo o en su borrego y es también un delincuente que lesiona de gravedad a la humanidad.

El sentimiento de ser propietario de un conocimiento únicamente oscurece el camino hacia las tinieblas; al contrario, la constante búsqueda del conocimiento es la generadora de la luz que ilumina un poco más el camino del hombre: es menester que el hombre reconozca la pobreza de su intelecto y así estar en condiciones de enriquecerlo.

El proceso para enriquecer el intelecto humano está en ejercitar las facultades de percepción, entendimiento, pensamiento, razonamiento y en otras más con los que la naturaleza dotó al hombre y no en la dogmática creencia en factores ajenos y extraños a su esencia; complementando este proceso enriquecedor con la actitud individual de compartir esa experiencia personal en la búsqueda del conocimiento con otros individuos que a su vez compartían esta misma experiencia.

 Este intercambio de conocimientos debe estar dominado por una actitud de duda y de crítica para aproximarse a la certeza momentánea; alejado este intercambio, del dogmatismo que genera una conducta totalitaria por la falsa creencia de ser poseedor de la verdad absoluta e intentar imponerla a los demás individuos y, lejana también, a la permanente tentación del individuo de someterse por la ociosidad y cobardía convirtiéndose en el más ruin de los estados del hombre: el ser esclavo.


Agresividad

Existen niños y niñas, que en verdad, golpean a los otros, como todos lo saben; hasta se podría afirmar que todo niño que golpeó o golpeará a otro a alguna vez en su vida.

Pero hay diversos motivos que pueden conducir a un niño a golpear a otro.

1. Cuando la agresividad se dirige hacia una persona determinada (padre, madre, hermano) puede ser que la causa sea la incomprensión de los educadores o celos inconscientes cuyos orígenes deben descubrirse.  Los niños celosos son fácilmente hostiles hacia sus compañeros.   Esto es, por otra parte, lo primero que de debe de averiguar.  Si la brusquedad tiene por origen los celos, son ellos los que se deberán de evitar.  Ha menudo los celos son provocados y mantenidos por errores de la educación.
2. La brusquedad puede también ser el resultado de un ataque verbal o físico.  Podemos citar un niño acusa a otro de ladrón; como éste no conoce otro medio, ataca para defenderse de la acusación.  Es deber de los padres indicar otros caminos para defenderse y solucionar problemas.
3. Existe un tipo de agresividad “gratuita”; el niño ataca de repente y sin ningún motivo a cualquier compañero.  En este caso se puede tratar de un equivalente a alguna enfermedad o de una ausencia de control cerebral motivada por otro tipo de enfermedad.

En una sociedad como la nuestra, con tanta ambigüedad y contradicciones en el mundo adulto, los niños y adolescentes no saben qué es la verdad y qué no. Crecen confundidos porque en numerosas ocasiones los adultos les mienten para “protegerlos”. Esto puede reflejarse en expresiones comunes en las que los adultos presentan la mentira como solución y alternativa a la verdad u honestidad (por ejemplo “Es chico para contarle que murió un amiguito, no lo va a entender”, “Decile a la maestra que lo hiciste vos, aunque te lo hice yo, así aprobás”, “Shh, no digas que no me cobraron tal producto en la caja del súper, total ellos ganan tanto…”).

Hasta el primer año de vida -período en el que todo ser humano necesita la máxima atención y cuidado-, las emociones son como ríos sin cauce y necesitan del adulto para no desbordarse. Gradualmente, el bebé desarrollará estrategias para encauzar esas emociones y afianzar sus formas de afrontamiento, las que se consolidarán durante los primeros 20 años de vida. Durante este desarrollo cognitivo y emocional, surge la capacidad de discernir y evaluar por sí mismo y se desarrolla la conciencia moral, que permite medir las consecuencias de las elecciones y hacerse cargo de las acciones.

En términos generales, las mentiras y los robos integran el grupo de las llamadas “conductas antisociales o rebeldes”, en las que parece no respetarse los derechos de los demás ni las normas sociales. Los dos parámetros esenciales para medir la gravedad de la mentira son la intención que la impulsa y el efecto que ésta causa.

Se sabe que las mentiras aparecen de forma frecuente en el desarrollo normal de cualquier  niño pero, en el momento en que éstas son frecuentes y persisten en el tiempo, se puede pensar en una conducta problemática. Las mentiras pueden clasificarse como acordes al momento evolutivo, conductas rebeldes reactivas o defensivas o conductas rebeldes cronificadas -posible expresión de una patología-.

¿Cómo diferenciar las mentiras propias del desarrollo de las mentiras patológicas?
La frontera entre una mentira como fenómeno normal del desarrollo y una conducta  mentirosa reactiva a factores del contexto es extremadamente difusa. Se debe agudizar el diagnóstico diferencial en este aspecto para poder tomar las medidas adecuadas para su abordaje.
Cuando la mentira se presenta como parte del desarrollo del niño, requerirá una aproximación psicoeducativa, que será importante para evitar el viraje a esa “reactividad”, que probablemente venga acompañada de otras actitudes o conductas transgresoras.

Cuando las mentiras son reactivas, la atención debe ser mayor. Se deberá consultar con un pediatra, psiquiatra o psicólogo capacitado para identificar los factores de riesgo que facilitan la rebeldía. En estos casos, es recomendable trabajar con el niño y la familia para generar un cambio en la situación. Algunos factores que pueden precipitar la aparición de mentiras y  robos reactivos suelen ser: disfuncionalidad familiar, violencia familiar, crianza coercitiva o en exceso autoritaria, crianza negligente, modelos inadecuados de afrontamiento de conflictos, abuso intrafamiliar, entre otros.

Entender las mentiras o robos como conductas reactivas no implica justificar la conducta del niño, sino que permite abordar el tema de manera integral para obtener mejores resultados que los que se obtendrían catalogando al niño o adolescente de  “mentiroso”. Además, facilita intervenciones multidimensionales (terapia individual, familiar, vincular, eventual uso de psicofármacos o de otras medidas correctivas.)

Cuando pensamos en mentiras o robos como expresión de psicopatología hacemos referencia a la cronicidad y gravedad en relación al momento evolutivo del niño y a las formas esperables de acción, a la presencia de otras actitudes o conductas inapropiadas y al nivel de riesgo para el niño o adolescente y otros significativos.

Mentiras esperables
Hasta los 4 ó 5 años el niño puede decir mentiras sin tener intención de engañar, ya que se confunde la realidad con lo imaginado. El  pensamiento es mágico, los niños hacen existir lo que desean y suprimen lo que no les gusta. Aquí, la recomendación para los padres y educadores es no precipitarse y rotularlo de mentiroso. Es la etapa en que habrá que utilizar el humor para mostrarle que exagera pero sin descalificarlo, ya que se está sembrando la confianza mutua.
A partir de los 5 ó 6 años, los niños empiezan a mentir realmente, es decir, cuentan cosas falsas a medida que van distinguiendo lo real de lo imaginario o fantasioso. En estos casos, conviene evitar la brusquedad y, de a poco, enseñarles a distinguir qué cosas son reales y qué cosas no

Mostrar los beneficios de utilizar la verdad para relacionarnos con las demás personas y cómo eso influye en la confianza y la credibilidad. Cuentos como el pastorcito y el lobo y otras versiones más actuales son herramientas útiles.
En la pubertad y adolescencia -mientras se afianzan la autonomía y el criterio propio-, las mentiras y algunos robos menores pueden responder a infinidad de razones, que deberán analizarse mientras se tiene en cuenta la singularidad de cada individuo y su contexto familiar y social más amplio.



jueves, 16 de abril de 2020

La Educación


¿Ciencias y letras? ¿Por qué nos empeñamos en separar disciplinas? ¿Por qué seguir insistiendo en el falso mito de las dos culturas? Recordemos que la primera acepción de la palabra cultura en el diccionario de la RAE es la siguiente: Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico. Saber razonar, desarrollar la creatividad y adquirir un pensamiento crítico son parte de la educación y la cultura y, en esta tarea, las ciencias y las letras deben aportar sus especiales particularidades, sin prejuicios ni recelos, sin enfrentamientos, complementándose.

En las siguientes líneas quiero dar unos pocos ejemplos de cómo la literatura bebe de las matemáticas, y de cómo algún teorema matemático se ha basado en estructuras poéticas. Se pueden aprender ciencia leyendo una novela, y un texto literario puede enriquecerse, por ejemplo, a través de un toque matemático. 

¿Empezamos?
Es muy habitual afirmar que cualquier civilización (incluso extraterrestre) podría comunicarse a través de las matemáticas, que tendrían la particularidad de ser un lenguaje universal. El protagonista de El Planeta de los Simios de Pierre Boulle utiliza precisamente esta técnica para captar la atención de Zira, la mona científica de la historia:

¿Cómo no se me había ocurrido utilizar este medio tan sencillo? Tratando de recordar mis estudios escolares, tracé sobre el carné la figura geométrica que ilustra el teorema de Pitágoras. No escogí este tema por casualidad. Recordé que, en mi juventud, había leído un libro sobre empresas del futuro en el que se decía que un sabio había empleado este procedimiento para entrar en contacto con inteligencias de otros mundos.

Así, el astronauta John Brent consigue establecer contacto con la científica, que lo descubre como un ser inteligente gracias a sus conocimientos de geometría.
¿Qué sería de Gulliver en la historia de Jonathan Swift sin algunos conocimientos del cálculo de proporciones? Su relación volumétrica respecto a la de los liliputienses aparece calculada de manera explícita en la novela:
[…] el Emperador estipula que se me conceda una cantidad de comida y bebida suficiente para mantener a 1.728 liliputienses. Algún tiempo después, habiendo preguntado a un amigo de la Corte cómo se las arreglaron para fijar una cifra tan concreta, me dijo que los matemáticos de su Majestad, tras medir la altura de mi cuerpo usando un cuadrante y descubrir que era más grande que el suyo en la proporción de doce a uno, concluyeron por la semejanza de sus cuerpos que el mío debía contener, al menos, 1.728 de los suyos y consecuentemente requeriría tanto alimento como se necesitaba para mantener el mismo número de liliputienses.

Observemos, por si alguien no se ha dado cuenta, que 1.728 es precisamente 12 x 12 x 12.

En la obra de Julio Verne abundan las referencias científicas. En La isla misteriosa el ingeniero Cyrus Smith da una magnífica, y bien razonada, lección de geometría: utiliza como parte importante de la trama el teorema de Tales de proporcionalidad de triángulos:

Había que completar los elementos de las observaciones de la víspera, mediante la medición de la altitud de la meseta panorámica sobre el nivel del mar. […] Acabo de construir dos triángulos semejantes, ambos rectángulos. El primero, el más pequeño, tiene por lados la vara perpendicular y la línea entre la estaca y la base de la vara, y por hipotenusa, mi radio visual. El segundo, tiene por lado la muralla perpendicular cuya altura queremos medir y la distancia de su base a la vara, y por hipotenusa, también mi radio visual, que prolonga la del primer triángulo. […] Cuando hayamos medido las dos primeras distancias conociendo la altura de la vara, no tendremos más que hacer un cálculo de proporción para saber la altura de la muralla, sin tener que medirla directamente.
Pasemos a la poesía. Se piensa que el trovador provenzal Arnaut Daniel fue el creador de una forma poética denominada sextina; siendo su Lo ferm voler qu’el cor m’intra  la primera sextina de la historia de la literatura. Una sextina es un poema formado por seis estrofas de seis versos cada una de ellas, que finaliza con una contera de tres versos. Cada línea pertenece a uno de los seis grupos de rimas identidad de acuerdo con el esquema:
ABCDEF – FAEBDC – CFDABE – ECBFAD – DEACFB – BDFECA – ECA;
es decir, solo hay seis palabras que riman (las hemos denotado A, B, C, D, E y F; dependerán de cada poema) que se intercambian según se indica arriba. En términos matemáticos se trata de una permutación de orden seis, es decir, cuando se hacen seis iteraciones (y no antes), se reencuentran las palabras de rima en su forma original. Observar que, en cada cambio de estrofa, la palabra que ocupaba el sexto lugar pasa al primero, la que se situaba en el primero va a parar al segundo lugar, la que iba en el quinto puesto se traslada al tercero, la que ocupaba la segunda posición pasa a la cuarta, la que estaba en la cuarta va a parar a la quinta y, finalmente, la palabra situada en tercer lugar pasa a ocupar el sexto lugar de la estrofa.

El escritor Raymond Queneau se preguntó si era posible generalizar la estructura de la sextina, reemplazando 6 por n, para escribir un poema de n estrofas, cada una formada por n versos, todos terminados por las mismas n palabras, intercambiadas por una permutación de orden n, generalizando la configuración inventada por el trovador. Queneau enunció y demostró un bello teorema, usando la teoría matemática de congruencias, afirmando que no siempre es posible escribir una n-nina y determinando para que valores de n un tal poema se puede construir: no es posible por ejemplo, componer 4-inas, 7-inas, 8-inas, 9-inas, 10-inas, 12-inas…

¿Sigues pensando que las matemáticas y la literatura no se dan la mano? Innovar es también atreverse a salir de nuestro cascarón protector para cruzar fronteras y aprender de manera diferente. Lo importante, como explica de manera exquisita Gabriel Celaya, es educar mezclando, con criterio, ingredientes diversos:

Educar es lo mismo
Que poner motor a una barca…
Hay que medir, pesar, equilibrar…
… y poner todo en marcha.
Para eso,
Uno tiene que llevar en el alma
Un poco de marino…
Un poco de pirata…
Un poco de poeta…
y un kilo y medio de paciencia
Concentrada.
Pero es consolador soñar
Mientras uno trabaja,
Que ese barco, ese niño
Irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
Llevará nuestra carga de palabras
Hacia puertos distantes,
Hacia islas lejanas.
Soñar que cuando un día
Esté durmiendo nuestra propia barca,
En barcos nuevos seguirá
Nuestra bandera
Enarbolada.


Nuestra Esencia


El hombre tiene esencia en sentido propio, el animal no. El animal está al servicio de la esencia del universo.

El hombre tiene naturaleza (materia + forma + vida), como el animal, pero el hombre se autoperfecciona perfeccionando esa naturaleza.
La esencia humana es la perfección de la naturaleza humana ejercida por la persona humana.
En cuanto que tiene naturaleza, el hombre pertenece a la especie humana.

Esa naturaleza, además de estar finalizada por la especie (como los otros vivientes intracósmicos) es susceptible de una perfección de la que los otros vivientes intracósmicos no pueden dotarse. 

Es la perfección ejercida por la persona humana, que perfecciona la naturaleza.

Llamamos esencia humana a esa autoperfección (que se consigue perfeccionando el mundo).

Vivimos en un mundo carente de amor, de afecto, de compartir; con seres humanos llenos de depresión, con ausencia de propósito que le de sentido a su vida, lo cual genera mucha frustración y violencia. 

Es necesario retomar la dimensión humana y espiritual del ser. Para ello, tenemos que creer en el propio potencial y sentirnos responsables por el logro de nuestras metas y de la creación de nuestro destino.

También tenemos que generar una autoimagen positiva y una autoestima saludable, como fuerzas motivadoras y autodeterminación, para alcanzar nuestros sueños. Así somos en nuestro estado más puro, seres de inmensa luz, que esparcen amor infinito e incondicional. 

Así es como debemos de vernos a nosotros mismos, por más que nos sintamos opacos, siempre estamos brillando. Formemos parte de los que creemos en la victoria de la vida, en el milagro y la magia del amor, así como en la capacidad transformadora de los seres humanos.


No nos olvidemos nunca de vivir la verdadera esencia de la vida, las cosas sencillas, trascendentes, que nos dan felicidad.


Nuestra Identidad


hablamos de identidad pensamos en quiénes somos, cómo nos ven los demás y cómo nos vemos a nosotros mismos. La identidad nos define tanto como individuos cuanto como grupo al que pertenecemos.

La identidad de un individuo humano incluye género, raza, grupo étnico, clase, cultura, lengua, edad, sexo, entre otras referencias. Todas se combinan para definir un ser único. Pero, asimismo, compartimos algunas como miembros de una comunidad.

El lenguaje es factor de identidad, que nos une al pasado y proyecta al futuro. Además, es un vínculo de símbolos que aglutina  a la comunidad que comparte el mismo código. No sólo es un método de comunicación, lo trasciende porque es una institución social, lazo incuestionable que nos une al pasado, que lo mantiene gravitando sobre nuestra actualidad, que aglutina y es un motor de identificación. Watkins ha dicho que “our ancestors, in a real cultural sense, are our linguistic ancestors.”

Desde un punto de vista científico, a partir de Ferdinand de Saussure se entiende por lengua el sistema de signos orales y escritos del que disponen los miembros de una comunidad para realizar los actos lingüísticos cuando hablan y escriben. 

La lengua es un inventario que los hablantes no pueden modificar, sólo emplearlo a través del habla, es decir, el conjunto de emisiones que los hablantes producen gracias al inventario del que disponen. Este concepto fue ligeramente modificado por Noam Chomsky, que entiende la lengua como el sistema interiorizado que poseen los hablantes, capaz de generar sus realizaciones lingüísticas. 

El hablante las evalúa gracias a la competencia, o sea, el dominio inconsciente que tiene de su lengua.

De ninguna manera podemos considerar al lenguaje como algo acabado, inmodificable, terminado, invariable. Debemos sentirnos promotores y formadores del lenguaje, en cuanto somos integrantes de la comunidad hablante.

Decía Borges: “El lenguaje no lo hace la Academia, ni el Poder, ni la Iglesia, ni los escritores. El lenguaje lo hacen los cazadores, los pescadores, los obrajeros, los campesinos, los caballeros y los tipos sinceros. Hay que acudir a las bases, donde se forma la lengua”. Hablar claro y en buen idioma nos da la identidad.


Los Prejuicios De Lado


Todos en algún momento de nuestra vida, nos hemos sentido con el derecho de juzgar al otro de acuerdo con su vestimenta, su forma de actuar, su forma de hablar o de pensar. 

Estos prejuicios no son beneficiosos para nosotros ni para la otra persona, ya que limita la capacidad de goce de ambos. En nuestra sociedad existe una dificultad para poder aceptar al otro tal cual es sin criticarlo negativamente. Esta capacidad de juzgar la hemos aprendido a lo largo de la vida, ya sea en nuestra familia, en la educación formal o en el ámbito en el cual nos movemos. Pero una vez que alcanzamos la adultez, somos capaces de modificar estos pensamientos y conductas y reconvertirlos en acciones positivas.


A continuación, te presentaremos, como evitar ser prejuicioso.

Prejuicio. Como lo dice la palabra, un prejuicio implica juzgar anticipadamente un hecho, una persona, una conducta. No debemos anticiparnos a lo que realmente es. Muchas veces, la primera impresión de una persona suele ser equivocada. Es importante, poder tener la capacidad de mantener una mentalidad abierta y flexible para poder evitar prejuicios equivocados.

Tiempo. Antes de emitir un comentario o de catalogar a una persona, debes tomarte el tiempo necesario para conocerla bien. Nos podemos sorprender positivamente si le damos la oportunidad. Observa con cierta distancia y trata de no actuar impulsivamente, para que la otra persona pueda actuar libremente y desenvolverse con naturalidad. Si no le damos la oportunidad, nunca sabremos si estábamos en lo cierto con lo que pensábamos.

Sinceridad. No des por hecho algo basado en suposiciones. Si tienes algún tipo de dudas en relación a ciertas situaciones, pregúntale directamente a la persona implicada. Sobre todo, si se trata de actitudes o reacciones.

En ocasiones, lo que nosotros consideramos como un agravio, en realidad para la otra persona no lo es, por eso es necesario no dar por hecho ciertas cosas, sino consultar antes.

Claridad. Debes tratar de evitar todas aquellas palabras que sean destructivas tanto para ti como para la otra persona. Debes tratar de pensar positivamente, mantenerte abierto ante la situación, para de este modo aceptar las diferencias y no juzgarlas. Nosotros no somos jueces de las demás personas, no somos ni mejores ni peores, somos distintos y por eso resulta importante aprender a convivir con la diversidad en lugar de criticarla

Prevenir. No hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti. Si no te gusta que te critiquen sin motivo, tú no hagas lo mismo. Cada uno tiene derecho a ser como quiere mientras que no haga daño a los demás. Respetar las distintas opiniones y las diferentes maneras de enfrentar la vida, es la clave fundamental.

Aprendemos más de las diferencias que de las igualdades.

Ignorante Soberbia

Hay personas que consideran que los docentes ganan muy poco, y deberían ganar más; hay personas que consideran que los docentes ganan muy poco, y deberían jorobarse o inmolarse. 

Hay personas que consideran que los docentes llevan a cabo una labor indispensable, y que eso habría que reconocerlo pagándoles salarios dignos; hay personas que consideran que los docentes llevan a cabo una labor indispensable, y que en razón de eso hay que despojarlos del derecho a hacer huelga (aunque sea constitucional). 

Hay personas que inquieren, con espíritu patronal, por la carga horaria efectivamente dictada frente a cursos; hay personas que se interesan, en cambio, por la preparación de las clases y la planificación de los cursos, por la coordinación y la actualización, por los formatos y los tiempos de evaluación (todo eso que, fuera del aula, mejora lo que pasa en el aula). 

Hay personas que consideran que los dirigentes gremiales reclaman de manera justa, hay personas que consideran que van demasiado lejos, hay personas que consideran que se quedan demasiado cortos.

Existe este espectro diverso de enfoques y de ideologías. Pero tal vez nunca habíamos caído tan bajo como sociedad, en lo que a la educación se refiere, como con la premisa, recientemente lanzada y debatida, de que cualquiera puede enseñar. La figura del maestro ignorante, esgrimida por Jacques Rancière, sirve a un propósito emancipatorio, pues desactiva el mecanismo de poder que funda todo un paradigma didáctico. 

Me temo que aquí tenemos una penosa inversión, la figura del ignorante maestro. No el que enseña lo que no sabe, porque quiebra las subestimaciones y revela a los alumnos su propia potencia de aprendizaje, sino más bien lo opuesto: el soberbio que cree que sabe, o que sabrá enseñar lo que sabe, subestimando petulantemente a todos. 

A los que quieren estudiar, no menos que a los que estudiaron y estudian.


Lo Que Nos Cueste Lo Vale


Ante cualquier actividad, posesión, incluso en las relaciones de pareja, cuando algo se siente como seguro, se produce pérdida de interés.

La chispa que causa interés, es saber que algo no es seguro, que es una suerte tenerlo, pero hay que cuidarlo para mantenerlo.

Si sabemos que nada es seguro, valoraremos mucho más las cosas y relaciones.
Un jugador de fútbol excelente. Siempre lo sacan al campo de juego y es titular desde hace años.

Su entrenador lo halaga y lo admira tanto que sabe que contarán siempre con él. Esa seguridad de saber que tiene su plaza garantizada puede hacer que pierda un poco el interés y euforia de jugar a un deporte que siempre le ha apasionado.

En cambio un jugador que no siempre es titular, tiene siempre la duda de si saldrá al campo de juego o no. Cuando lo saquen, disfrutará mucho más del partido, porque valora esos momentos que sabe que no van a ser siempre concedidos.

Igual en un trabajo. Una persona que sea fija desde hace años y que los jefes estén muy contentos. Verá muy seguro su puesto y por ello la motivación será mucho menor que la de una persona que no tiene tanta estabilidad, porque cada día será un reto y se sentirá afortunada de tener trabajo.

Las personas ricas que no tengan que esforzarse en ganar dinero para darse caprichos, tendrán menos ilusión cuando se compren algo que les guste, que otra persona que tenga que estar ahorrando un tiempo para darse su gran capricho.
Al obtener esa posesión después de tanto esfuerzo, hará que la disfrute mucho más que alguien que obtiene lo que quiere sin esfuerzo.

La costumbre y la seguridad de saber que puede comprarse los caprichos que le apetezcan, hará que el interés y la ilusión sean mucho menores que el de la persona que se tenga que esforzar para poder comprarse cosas.

Se puede demostrar amor, pero de una manera equilibrada, haciendo ver que somos independientes y aunque deseamos y escogemos estar al lado de nuestra pareja, no dependemos tanto de ella.

Las parejas que continuamente demuestran su amor, llaman a todas horas, regalan a menudo, se vuelcan en exceso y no tienen vida propia, se hacen dependientes del otro y no saben que hacer de su vida sin el otro…. éstas personas, con esas actitudes, contribuyen a que se pierda el total interés por ellas.

 Nada tan fácil produce interés. Hay que valorarse, tener vida propia a parte de la pareja, demostrar que hemos escogido compartir nuestra vida con el otro, pero no somos dependientes.


Elevar Tu Valor


No puedes lograr que los demás te respeten si primero no tienes una idea clara de qué es el respeto. Es más fácil entender lo que significa este valor si traemos a nuestra conciencia recuerdos, a modo de ejemplos, en el que se manifieste. En este sentido, respetamos a alguien cuando le reconocemos como un igual y lo aceptamos como es.

Esto quiere decir que toda conducta dirigida a menospreciar a otro es una falta de respeto. Como también lo es cualquier acción destinada a rechazar, negar o anular lo que piensa o siente. Es posible no compartir, o no estar de acuerdo con ello. Pero de ahí a tratar de desvalorizarlo o de cambiarlo hay un gran trecho.

No puedes lograr que los demás te respeten, si primero no te respetas a ti mismo. Esto significa que debes percibirte como igual a los demás, en términos de valor. En otras palabras, no sentirte ni más, ni menos que nadie. También, por supuesto, aceptarte. Sentir que vales como eres y por lo que eres.

“Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas”.
-Jean Jacques Rousseau-

La aceptación y la valoración de uno mismo se expresan a través de actitudes y acciones. No son una realidad abstracta ni tienes que decirlo para que otros sepan que eso es lo que sientes. Quien se respeta a sí mismo tiene tres cualidades: autoestima, asertividad y autenticidad.
La autoestima, si queremos definirla de manera sencilla, es tener una buena opinión de uno mismo. Tiene muy poco que ver con el narcicismo. Se trata simplemente de “caerse bien”. Sentir simpatía por lo que piensas, dices y haces, sin que eso signifique pensar que eres mejor que los demás. Tan especial como solo tú eres y tan igual como lo es cualquier ser humano.

La asertividad, por su parte, tiene que ver con ser capaz de defender tus derechos y de expresar tus opiniones. Es especialmente importante cuando estamos rodeados de un contexto poco favorable, en el que pensamos lo contrario a lo que piensa la mayoría o la figura de autoridad. Por otro lado, este atributo es hijo directo de la autoestima y una condición necesaria para lograr que los demás te respeten.

Además, la autenticidad se refiere a el hecho de mantener nuestra esencia, valores y creencias, aunque egoístamente no sea lo mejor para nosotros en esa situación. Esto es, expresar lo que piensas y lo que sientes en cualquier contexto.

No simular o falsearte para causar una determinada impresión. Actuar de forma espontánea. Piensa que solo puedes ser auténtico si tienes conciencia de tu valor como persona.

Lograr que los demás te respeten no es un objetivo que se consiga a corto plazo, especialmente si ya te has faltado al respeto en numerosas ocasiones. Necesitas la decisión firme de conseguirlo y una voluntad férrea para mantenerte en ese propósito. Sin embargo, vale la pena. 

La falta de respeto solo trae males mayores y muchos sufrimientos innecesarios.
No puedes lograr que los demás te respeten si primero no tienes una idea clara de qué es el respeto. Es más fácil entender lo que significa este valor si traemos a nuestra conciencia recuerdos, a modo de ejemplos, en el que se manifieste. En este sentido, respetamos a alguien cuando le reconocemos como un igual y lo aceptamos como es.

Esto quiere decir que toda conducta dirigida a menospreciar a otro es una falta de respeto. Como también lo es cualquier acción destinada a rechazar, negar o anular lo que piensa o siente. Es posible no compartir, o no estar de acuerdo con ello. Pero de ahí a tratar de desvalorizarlo o de cambiarlo hay un gran trecho.

No puedes lograr que los demás te respeten, si primero no te respetas a ti mismo. Esto significa que debes percibirte como igual a los demás, en términos de valor. En otras palabras, no sentirte ni más, ni menos que nadie. También, por supuesto, aceptarte. Sentir que vales como eres y por lo que eres.

“Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas”.
-Jean Jacques Rousseau-

La aceptación y la valoración de uno mismo se expresan a través de actitudes y acciones. No son una realidad abstracta ni tienes que decirlo para que otros sepan que eso es lo que sientes. Quien se respeta a sí mismo tiene tres cualidades: autoestima, asertividad y autenticidad.
La autoestima, si queremos definirla de manera sencilla, es tener una buena opinión de uno mismo. Tiene muy poco que ver con el narcicismo. Se trata simplemente de “caerse bien”. Sentir simpatía por lo que piensas, dices y haces, sin que eso signifique pensar que eres mejor que los demás. Tan especial como solo tú eres y tan igual como lo es cualquier ser humano.

La asertividad, por su parte, tiene que ver con ser capaz de defender tus derechos y de expresar tus opiniones. Es especialmente importante cuando estamos rodeados de un contexto poco favorable, en el que pensamos lo contrario a lo que piensa la mayoría o la figura de autoridad. Por otro lado, este atributo es hijo directo de la autoestima y una condición necesaria para lograr que los demás te respeten.

Además, la autenticidad se refiere a el hecho de mantener nuestra esencia, valores y creencias, aunque egoístamente no sea lo mejor para nosotros en esa situación. Esto es, expresar lo que piensas y lo que sientes en cualquier contexto.

No simular o falsearte para causar una determinada impresión. Actuar de forma espontánea. Piensa que solo puedes ser auténtico si tienes conciencia de tu valor como persona.

Lograr que los demás te respeten no es un objetivo que se consiga a corto plazo, especialmente si ya te has faltado al respeto en numerosas ocasiones. Necesitas la decisión firme de conseguirlo y una voluntad férrea para mantenerte en ese propósito. Sin embargo, vale la pena. 

La falta de respeto solo trae males mayores y muchos sufrimientos innecesarios.