miércoles, 13 de mayo de 2020

Distancia Entre Acción E Intención


En algún momento, todos hemos tenido la experiencia de que nuestras acciones no
correspondan a lo que pensamos. Sin embargo, cuando sucede resulta imperativo cuestionarnos, pues la armonía de la familia y la sociedad dependen de ello.

De buenas intenciones está empedrado el camino hacia el infierno, afirma la  sabiduría popular, cuando alguien alega que sus propósitos eran correctos para así excusar los daños de sus acciones.

Es alarmante notar que cada vez con más frecuencia la satisfacción inmediata de cualquier impulso se lleva por delante los valores y, con ello, el destino de muchos. Desde banqueros entrenados para cuidar los dineros de otros, hasta gobernantes que velan por el progreso de las sociedades, pasando por los padres de familia que sucumben ante la tentación de la vida sin disciplina. Pirámides, estafas y agresiones que desencadena  algún ego ofendido se han vuelto cotidianas.

Por ejemplo, frente al hecho grave de que los niños se inicien en el consumo de sustancias a temprana edad, y que los jóvenes deambulen por las calles de la ciudad a altas horas de noche, sin conciencia e incapaces de cuidar de sí mismos, las autoridades —con la intención de protegerlos de sus propios excesos— decidieron tomar medidas.

Parecía entonces apropiado que la Policía, entrenada para proteger la vida, honra y bienes de los ciudadanos, inclusive con su propia vida, los detuviera y cuidara hasta que sus padres se hicieran cargo de ellos. Esta era la intención. Pero lo que les ocurrió a los jóvenes que resultaron lesionados está muy lejos de esa finalidad. El ego ofendido, la incapacidad de controlar el impulso agresivo creó consecuencias que durarán por el resto de la vida de esos jóvenes.

Desde luego, se requiere disciplina emocional para lograr  que las conductas correspondan siempre a los pensamientos o a los propósitos. Aprender a tolerar la frustración y postergar la gratificación son las herramientas para que nuestras respuestas emocionales correspondan con los valores.

Muchas de las secuelas que dejan los comportamientos que buscan satisfacción inmediata del deseo no se reparan con el castigo individual y personal que puedan sufrir los directamente responsables del acto, pues son acciones que sencillamente no debieron ocurrir.


Sólo cuando la reflexión y no el impulso guíen nuestra conducta, ésta hará honor a los principios y los seres humanos podremos confiar los unos en los otros.



Encuentro Conmigo

Sin importar nuestra edad, puede que hayamos llegado a la conclusión que nos conocemos lo suficiente para afirmar: "soy así" porque nos hayamos basado en un registro de reacciones, formas de pensamiento, actitudes, aptitudes de las que somos conocedores.

La historia personal también nos ha permitido conocernos en los distintos roles (como hijos, padres, amigos y otros) y ensayar definiciones de quiénes somos para irnos acostumbrando a "ser de un modo establecido". Re-definirnos, desaprendiendo y cambiando las auto-imágenes, será una tarea difícil de afrontar cuanto mayor haya sido el grado de identificación con ese "soy así" que inicialmente forjamos.

Cuando las circunstancias de la vida nos generan dudas, crisis, incertidumbre y nos enfrentamos a lo desconocido; ser de un modo u otro, parece no alcanzar para sortear los nuevos desafíos; quizás entonces hasta sin proponernos, descubramos que somos un misterio. Sí, un misterio que se devela o revela según las circunstancias que vivimos, seres en proceso de crearnos.

Pero ¿de dónde surge lo misterioso que hay en nosotros, aquello que de descubre? Del propio inconsciente, necesitamos bucear en sus aguas, estableciendo una relación o vínculo de amistad que implica respeto y cuidado. La aceptación de que sólo conocemos aspectos superficiales de nosotros mismos cuyo conjunto llamamos personalidad, nos permite comprender que conocernos implica incorporar al inconsciente profundo permitiéndole que se revele.

Cuando deseamos explorar y conocer el misterio que somos, emprendemos un viaje simbólico de reencuentro con nosotros que puede significar atender alguna herida emocional, reparándola, cicatrizando el tejido enfermo. Así como un hábil cirujano repara una herida corporal, el inconsciente tiene capacidad de cerrar y sanar heridas en el tejido emocional.
También en este viaje vendrá la renuncia al pasado "no digerido" para aprovechar los aprendizajes y la renuncia al futuro con su ansiedad; para experimentar el presente. Habrá tiempo para explorar las Creencias abandonando las que ya no funcionen e incorporando otras nuevas en su reemplazo y se abrirán los senderos que conducen a una sana valoración de sí mismo, que se aleja de los vínculos y las relaciones tóxicas.

Además de explorar y develarnos quiénes somos, el inconsciente nos permitirá mirar los acontecimientos de nuestra vida en perspectiva, como piezas de un todo integrado. La comprensión de que los sucesos están encadenados en una cadena que nos invita a crecer y evolucionar o a sufrir una y otra vez por la reiteración de los errores, nos sorprende y maravilla. Cuando vemos la totalidad que sólo integrar el inconsciente a nuestra conciencia proporciona, hallamos la calma y la esperanza.

La calma para sobrellevar los momentos difíciles como parte del proceso y la esperanza en que avanzamos a una nueva integración, hacia un nuevo todo, forma parte del Conocernos y penetrar el misterio.

Por mucho tiempo, los seres humanos hemos temido al inconsciente con cierta razón, ya que es poderoso, misterioso y reacciona a la falta de cuidado o de respeto; pero se puede ingresar a él en forma amorosa y obtener de él la colaboración para procesos tanto físicos, como emocionales y mentales.

Su sabiduría se basa en que es la primera estructura psíquica que se forma durante la vida fetal y es la fuente del misterio de la vida que se despliega a medida que vivimos.

Aprendemos a confiar en él y en sus orientaciones a medida que nos alejamos de los estereotipos de la personalidad y sus defectos, porque el inconsciente nos abre todas las posibilidades del Ser, devolviéndonos la posibilidad de elegir libremente.


Intenciones Ocultas


IAlgunas personas aprenden que es beneficioso ocultar su verdadera motivación para alcanzar sus metas. En vez de preguntar directamente lo que quieren, inventan razones superficiales para sus peticiones o para justificar sus acciones.

Estos individuos manipulan a los demás, manteniendo su verdadera agenda oculta. Ellos no dicen las verdaderas razones detrás de sus acciones. Esto puede ocurrir en el lugar de trabajo, así como con amigos y miembros de la familia. Protégete de que se aprovechen de ti aprendiendo cómo reconocer cuando alguien tiene una agenda oculta.

Aprende a leer el lenguaje corporal. Para las personas manipuladoras es fácil controlarse a sí mismos y no hablan de sus pensamientos en voz alta, pero no es tan fácil para ellos ocultar sus verdaderos sentimientos en sus gestos y expresiones faciales. 

Busca las incoherencias entre las palabras pronunciadas y la mirada en sus ojos. Por ejemplo, un compañero de trabajo podría sugerir que propongas un tema específico del programa para la reunión de personal. Te dice que no va a ser un tema controvertido, pero su rostro podría sugerir lo contrario. Si parpadea o se mueve nerviosamente mientras habla, eso podría sugerir que está ocultando algo.

Observa a las personas cuidadosamente con tiempo para detectar patrones en su comportamiento. Si sospechas que alguien tiene una agenda oculta, presta especial atención a lo que te piden y le piden a otros. Presta atención a los resultados cada vez que hagas lo que soliciten. Por ejemplo, si alguien con frecuencia te da sugerencias aparentemente útiles que acaban causándote problemas, es sabio sospechar que él sabía que esto iba a suceder.

Anticipa todas las posibles consecuencias cada vez que alguien hace una sugerencia manipuladora. Pregúntate a ti mismo: "¿Quién realmente se va a beneficiar?" Las personas con agendas ocultas han aprendido con el tiempo a fingir que no están cuidando sus propios intereses. Ellos te darán buenas razones para sus peticiones que parecen beneficiarte a ti o a otros. Mira todos los ángulos de la situación para determinar quién tiene realmente más probabilidades de beneficiarse.

Sospecha cuando algo suena demasiado bueno para ser verdad. Si alguien hace una oferta que parece ponerlo en riesgo mientras que te da una ventaja, mira más cuidadosamente lo que podría salir mal. No vale la pena ser demasiado confiado cuando se trata de personas que no son directas sobre sus verdaderas intenciones.

Haz muchas preguntas cuando sospechas que alguien tiene una agenda oculta. Incluso si ellos no responden a tus preguntas con la verdad, tus preguntas los harán sentir incómodos y a la defensiva. 

Esto probablemente será evidente en su lenguaje corporal. Vacilaciones largas antes de contestar también pueden sugerir que tienen algo que ocultar.



Ser Responsables

Las personas que tienen una autoestima elevada son responsables de su propia vida y toman un rol activo y no pasivo ante las dificultades. Buscan las maneras de solucionarlas en lugar de culparse o buscar a alguien que arregle sus problemas. Además, luchan por conseguir sus metas por sí mismos, sin esperar que otra persona o el destino les ayude a cumplirlas.

Estas personas, que han asumido la responsabilidad de su propia existencia, tienen más confianza en sí mismas y están más preparadas para la vida, por lo cual, su autoestima continuará aumentando.

Por el contrario, la gente que no asume la responsabilidad de sus propias acciones se siente víctima de los demás y se lamenta por su mala suerte. No tiene el control de su propia vida, ya que ha sido él mismo quien se lo ha dado a los demás. Así, cuando fracasa, siempre puede culpar a alguien pero jamás podrá sentir que tiene el poder de cambiar o mejorar su existencia.

Para empezar a vivir de manera responsable, es necesario admitir que nadie va a venir a ayudarnos cada vez que necesitemos algo. Una vez que hemos aceptado que la responsabilidad de nuestra vida está en nosotros mismos, nos volveremos más activos y capaces y, por este simple hecho, nuestra autoestima aumentará.

Asumir la responsabilidad de nuestra vida implica ser responsable de nuestras elecciones y acciones, de nuestro tiempo, de nuestro trabajo, del cuidado de nuestro cuerpo, de nuestras relaciones personales y cómo las tratamos, del significado de nuestra existencia, de nuestras emociones y pensamientos…

Por último hay que tener en cuenta que no todo se puede controlar en la vida. 

Puede haber hechos accidentales de los que no podemos responsabilizarnos. 

Tanto culparnos por hechos que escapan a nuestro control como no aceptar nuestra responsabilidad de los hechos que sí podemos controlar, conducirán a que nuestra autoestima se reduzca. 

Hay que saber qué cosas dependen de mí y cuáles no para poder mantener una autoestima equilibrada.

Nuestras Castañas

La expresión “Sacar las castañas del fuego” se usa cuando queremos indicar que alguien ha sacado de un apuro a otra persona.

El origen lo encontramos en la famosa fábula “El mono y el gato” de Jean de La Fontaine; en la que un mono y un gato asan castañas juntos.

Llegado el momento de sacarlas del fuego, el mono empieza a alabar al gato diciéndole innumerables halagos sobre su valentía, fuerza, etc... Algo que el gato recibe con cada vez más orgullo, lo que hace que se sienta más o menos como un superhéroe y se lance sin pensarlo  por las castañas que estaban en el fuego, provocando que casi tengamos un gato chamuscado en la historia.

Es una expresión que se usa para decir que se saca de un apuro a alguien aún a riesgo de recibir daño? Según el DRAE  se trata de una frase coloquial que significa ‘ejecutar en beneficio de alguien algo de lo que puede resultar daño o disgusto para sí’.

Por eso se utiliza cuando se ayuda a alguien solucionándole la situación apurada en la que pudiera encontrarse, incluso con cierto riesgo por nuestra parte.

La explicación de este modismo es la asimilación de un hecho real: el que acerca las manos al fuego para recoger las castañas que se están asando, sabe que se puede quemar por la proximidad de las brasas, pero por amistad o afinidad o por la razón que sea, podemos asumir ese riesgo en lugar de la persona encargada de sacar las castañas del fuego, para ayudarle.

Nuestro Campo Expresivo


El hombre es un ser corpóreo y vive realmente su unidad con el cuerpo, por lo tanto el cuerpo es el campo expresivo de la persona. En todos los aspectos, ese cuerpo participa de las realizaciones personales. 

No existe un sujeto humano realizado y completo en la interioridad de la conciencia sin que tenga expresión a través de su cuerpo. El hombre se realiza comunicándose y expresándose en la visibilidad del cuerpo y en la realidad concreta del mundo.

El cuerpo es el lugar de toda humanización, de toda cultura, y al revestirse el cuerpo de significado humano, se humaniza y el hombre entra al mundo humanizándolo. 

No existe una idea o un pensamiento que hayan nacido sin la participación del cuerpo, sin el uso de las palabras, que le permitan al pensamiento ser lo que es. De esta manera, la sonrisa no es una señal que se esconde detrás de la fachada del cuerpo, sino que es la alegría de un ser corpóreo. 

En las obras de arte, el hombre se hace y se realiza como artista. Cuando un actor crea su personaje, se convierte verdaderamente en actor. Trabajando y cansándose, en el estudio y en el trabajo, que transforma al mundo, el hombre realiza su inteligencia, su voluntad y su libertad.

Por consiguiente, el cuerpo humano es la persona en cuanto se expresa y se realiza visiblemente en el mundo, en la comunicación con los demás y en la transformación del mundo. 

Hablando en sentido religioso, podemos decir que el cuerpo tiene un significado sacramental, que quiere decir «mención de lo sagrado», en cuanto que la realidad espiritual e interior se expresa visiblemente en el cuerpo y a través de él en el mundo.



Los Vínculos Del Afecto


Las relaciones afectivas que mantenemos con personas allegadas como nuestra pareja,
amigos íntimos, padres o hermanos se diferencian de las que mantenemos con compañeros de trabajo o vecinos por el sentimiento de cercanía, de confianza mutua y lo mucho que significan para nosotros. 

La construcción de un vínculo adecuado implica expresar abiertamente el afecto que sentimos, hacer sentir a la persona querida y aceptada tanto por las cualidades que nos gustan de ella, como por las que no. Conlleva crear espacios de intimidad, dedicar tiempo e implicarnos activamente en conseguir el bienestar del otro, escucharnos, abrazarnos.

Las principales figuras vinculares para los niños y las niñas son aquellas personas que se hacen cargo de su cuidado y protección sean o no sus padres biológicos. Este proceso se da durante la interacción diaria entre el niño o niña y sus cuidadores (cuando el adulto responde ante las necesidades básicas de cuidado, afecto y protección) pero no perdura por sí misma, es necesario alimentarla y dedicarle tiempo a lo largo de nuestra vida.

Los vínculos afectivos que se crean los primeros años de vida son esenciales en la construcción de nuestra identidad y nuestro equilibrio emocional. 

Aunque el niño o la niña al nacer dependa totalmente de sus cuidadores, a medida que crecen y se hacen más autónomos siguen necesitando su afecto y apoyo incondicional. 

La imagen que vamos construyendo de nosotros mismos es el reflejo de lo que nuestros seres más queridos nos devuelven y condiciona las relaciones que tenemos con los demás, nuestra autoestima y la forma de afrontar los problemas.

Un vínculo afectivo sano con tu hijo o hija garantizará relaciones futuras de confianza, procurará en el niño o niña mayor seguridad en sí mismo y servirá de “salvavidas” cuando surjan los conflictos. Permite que el niño o la niña desde pequeño desarrolle esquemas mentales en los que asocie a sus padres con sentimientos de seguridad, afecto y tranquilidad, percibiendo así el mundo como un entorno amable y poco amenazante.

El vínculo no es un fenómeno rígido e inalterable en las relaciones humanas, puede ir cambiando según el contexto social, la familia, el momento de vida y la persona con la que surja la relación. Es posible que un niño establezca un vínculo poco seguro con su madre o padre durante su primera infancia, pero existe la posibilidad de que cambie, tornándose más seguro y estable si existe voluntad y compromiso real por parte del adulto en mejorar la relación. 

Lo que el niño y la niña aprende es aquello que prevalece en el tiempo, lo que se ha repetido con sus principales figuras vinculares a lo largo de su vida.



Lo Indeleble

Según la Real Academia de la Lengua Española, vínculo significa “unión o atadura de
una persona o cosa contra otra”.

Entonces, entendemos que “vínculo afectivo” sería la unión afectiva que tenemos con otra persona, pero he de añadir que es importante resaltar que esa “persona” sería una persona “significativa” para nosotros. Es decir, una persona “importante” para nosotros con la cual hemos tenido algún tipo de relación, y fruto de esta relación y del significado que hemos otorgado a ese “otro significante”, surge la “vinculación afectiva”.

Una figura relevante en el estudio de los vínculos afectivos o del apego fue el psicoanalista inglés Jonh M. Bowbly.

Bowlby formuló una Teoría del Apego en la cual postulaba “el apego afectivo de aves y mamíferos es un proceso del desarrollo psicológico del animal, incluyendo el humano, que se desarrolló como una tendencia de adaptación para mantener proximidad a la figura del progenitor.”

Mary Ainsworth, realizó diversos trabajos relacionados con el estudio de los vínculos afectivos. Mediante la creación de una situación experimental a la cual denominó “Situación extraña”, Mary Ainsworth pudo observar y estudiar los distintos tipos de apego.

Esta investigación fue desarrollada en 1960 por Ainsworth como parte de un estudio longitudinal del proceso de apego.

La “situación extraña” es un proceso de laboratorio en el cual se observa y estudia al niño, en su interacción con la madre (o cuidador) y con un adulto (extraño) en un entorno no familiar.

Dicho experimento se diseñado para estudiar la calidad de la relación entre el bebé y su cuidador/a o madre, por ello, durante la observación es importante estudiar las reacciones que tiene el niño al separarlo de la madre, así como cuando vuelve a reunirse con ella.

Se obtuvo una información muy valiosa para el estudio de las diferencias en la “calidad de la interacción” entre la madre y el hijo, así como su influencia sobre la formación del apego. M. Ainsworth encontró tres patrones principales de apego:

(1) niños de apego seguro, que lloraban poco y se mostraban contentos cuando exploraban en presencia de la madre.

(2) niños de apego inseguro, que lloraban frecuentemente, incluso cuando estaban en brazos de sus madres.

(3) niños que parecían no mostrar apego ni conductas diferenciales hacia sus madres.

Heridas Del Alma


En todo el tiempo que ha pasado desde que llegamos al mundo, han ocurrido un sinfín de cosas. Unas buenas y otras, las heridas del alma, no tanto. Llevamos una mochila de experiencias que, por mucho que intentemos obviarla, está ahí.

Echamos “mano de ella” cuando queremos volver a recordar las cosas que nos hicieron felices. Para otras no olvidamos, pero a veces intentamos tener una “amnesia selectiva” por el dolor que nos causan. Hay que estar orgulloso de la mochila de cada uno, aunque jamás pensásemos cargar con ella con determinados hechos que quizás a veces nos generen sufrimiento…

Esa mochila tiene más sabiduría sobre ti que cualquier libro y que cualquier opinión. Conoce los demonios que arrastras desde la infancia y las veces que te han hecho daño. Las veces que te has sentido en tu lugar y las veces que has sentido que un lugar era de todo menos el tuyo… Es la mochila de tus vivencias, de tus experiencias más íntimas…

Todas las experiencias conforman lo que eres ahora, y algunas veces te sentirás feliz y en otras profundamente desdichado. En esos momentos de desdicha nuestras heridas del alma se abren, causadas por un daño hacia nuestra persona…

Quizás creíamos que ya solo eran cicatrices, pero en algunas ocasiones vuelven a escocer porque su naturaleza es la de hacernos una llamada de atención, porque quizás ese daño se está reproduciendo otra vez en tu vida.

Por ello, existen numerosas heridas del alma que vamos curando, pero que nunca terminan de cicatrizar, para recordarnos que alguien o algo nos las lastiman de nuevo y sentimos ese malestar. 

En un mundo en el que a veces es complicado encontrar personas honestas y dispuestas a amar y ser amadas de verdad, cualquier pérdida de una persona con estas características, que además ha compartido gran parte de su vida con nosotros, con el cariño y los recuerdos que eso implica, puede ser devastadora.

Aunque lo superemos, hay heridas del alma que vuelven a doler cuando somos más vulnerables. 

En cualquier momento de nuestra vida en el que nos sintamos perdidos o tristes, que no sepamos encajar ciertos aspectos… el hecho desgarrador de ser conscientes de que nuestro consuelo en esa situación ya no está con nosotros siempre va a resultar duro, por mucho tiempo que haya pasado



La Memoria Inteligente


La capacidad de razonar y de retener recuerdos durante mucho tiempo, son cualidades sobresalientes de la mente humana que han sido objeto de numerosos estudios científicos, sin que hasta el momento se tenga un conocimiento exacto y minucioso al respecto.

Lo cierto es que el cerebro tiene más poder en el individuo del que este se imagina, y vale bien la pena conocer qué tanta injerencia posee sobre la inteligencia y la memoria.

INTELIGENCIA HUMANA
Se dice que los humanos son inteligentes porque son capaces de razonar, pensar con lógica, aprender con base en la experiencia, tomar decisiones, comprender conceptos abstractos y usar su conocimiento para manejar el ambiente que lo rodea.

Pero no existe una definición universalmente aceptada de inteligencia, y se ha dicho que existen varios tipos de ella (de acuerdo con la teoría de las inteligencias múltiples), por lo que un humano inteligente no es precisamente el que obtiene las notas más altas en las pruebas escolares.

A menos que se compruebe científicamente lo contrario, los humanos son los animales más inteligentes que pisan este mundo, y después de ellos están los delfines y los chimpancés. ¿La razón? Probablemente su gran y desarrollado cerebro, dotado de áreas especializadas en ciertas capacidades.

El procesamiento de las funciones mentales se lleva a cabo en regiones específicas de la corteza, sin embargo, su funcionamiento se produce a partir de la comunicación continua entre sí, de modo que no trabajan aisladamente.

Funciones mentales muy desarrolladas como el aprendizaje, la imaginación, el pensamiento y la toma de decisiones de modo consciente se realizan en la corteza cerebral, la capa más externa del encéfalo en la que se halla la materia gris, conformada por dendritas, somas y sinapsis, y que está vinculada con el control muscular y las percepciones.

A grandes rasgos, el hemisferio izquierdo del cerebro se encarga de la actividad de análisis, brinda racionalidad a la resolución de problemas y tiende a la objetividad.

El concepto de inteligencia integra múltiples funciones cognitivas, relacionadas con el conocimiento a partir del entorno: la percepción, el lenguaje, la planeación, la atención y por supuesto, la memoria.

MEMORIA HUMANA
La memoria es la capacidad de almacenar y recordar datos en función de hechos, experiencias pasadas, contextos y estados emocionales relacionados con situaciones específicas. Por lo general, las personas recuerdan los eventos más sobresalientes de su vida, aquellos vinculados con emociones: su primer día de clases, su primer día de trabajo, su boda, etcétera, y olvida muchos detalles “triviales”, como la temperatura de un día específico.

Las siguientes áreas tienen relación con la memoria: el fórnix en la construcción de recuerdos y el reconocimientos de palabras y situaciones, el putamen en la memoria procedimental y las habilidades motoras bien aprendidas (por ejemplo, movimientos corporales estudiados conscientemente para ser aprendidos), el cuerpo mamilar procesa recuerdos y permite su recuperación, la corteza prefrontal recupera información de otras áreas y no menos importante, el hipocampo selecciona los eventos o experiencias que se recuerdan y las almacena a largo plazo.

Ahora bien, ¿cómo el cerebro forma los recuerdos? Existen 4 tipos de memoria: memoria de trabajo (a corto plazo), memoria semántica (encargada de recordar datos ajenos a una persona determinada), episódica (recupera eventos personales ligados a las propias emociones) y procedimental (memoria de acciones motoras aprendidas, como caminar).

La conjunción de algunas áreas da lugar a los 4 tipos; el tálamo, el núcleo caudado, el putamen, el hipocampo y el cerebelo se coordinan y forman la memoria procedimental. El tálamo, el lóbulo frontal, el lóbulo temporal, la amígdala, el fórnix y el hipocampo elaboran la memoria semántica; el tálamo, el cuerpo mamilar, el lóbulo frontal, la amígdala, el hipocampo, el lóbulo temporal, el fórnix, el bulbo olfatorio y la circunvolución cingulada realizan la memoria episódica, y por último, el tálamo, el lóbulo parietal, el núcleo caudado, el putamen, el lóbulo frontal, el hipocampo, la circunvolución cingulada, el fórnix y la corteza prefrontal llevan a cabo la memoria de trabajo.

Para que un evento sea procesado, primero tiene que ser percibido y registrado, después debe ser almacenado y por último, puede ser recuperado. Un aroma, una palabra o una imagen son capaces de activar un recuerdo y recuperarlo. 

Existen 3 “almacenes” de memoria que constituyen el sistema de memoria humano. Las percepciones basadas en los sentidos (vista, oído, tacto, etc.) son almacenados primero en la memoria sensorial por ¡menos de 2 segundos!, después pasan a la memoria de trabajo.

El olvido puede ocurrir si se excede la capacidad de la memoria de trabajo (7 bits). De lo contrario, la información pasa a la memoria de largo plazo, donde se almacena de forma relativamente permanente.

Todos Somos Los Otros


No es un valor establecido, aun cuando, como término, es de uso frecuente. Se le encuentra también, y más filosóficamente, como “otredad”La condición de la gente que no es como yo o está más allá de YO. Ahora se hace imperativo su cultivo, tanto en su compresión política como en su acepción ética de mucha mayor amplitud. Necesidad de los otros, de los que no son como yo tanto para el juego social como para la propia realización.

En las artes, se discute cuestionando la existencia es sí misma de la obra de arte, argumentando que ella realmente comienza a existir solo cuando otro la contempla. 

Implica comunicativamente pasar del dominio actual del discurso leccionario y predicativo, tanto en los medios como en las aulas, de quien asume la posesión de una verdad preexistente, que solo requiere ser expresada –o impuesta– insistentemente y con todo tipo de argucias técnicas y desde el poder que en ello se guisa, al conocimiento y la verdad como procesos constructivos que se fecundan en el acopio de lo que ya se tiene, del acervo, activado por la demanda y el asedio de los problemas y que tendrían que ser procesados socialmente.

El autoritarismo niega la diversidad y, por tanto, la riqueza de los procesos constructivos.
La instalación de la diversidad como valor exige una práctica reiterada y consiguiente y unas maneras, que podemos llamar métodos, de cultivarla. 

Estos no son enunciados nuevos. Tienen tiempo militando en las discusiones epistemologías y pedagógicas. Pero ahora y para esta muy difícil situación del país, toma la vigencia de lo urgente.

Puede ser molesta y hasta repugnante la actitud y posiciones de los diversos, y puede resultar cómodo, confortable (cuando no muy útil) encerrarse en la absolutización de los propios intereses o convicciones. Pero la exigencia actual es de diversidad y su verificación en la negociación comunicativa, social y, por supuesto, política.

Un imprescindible aprendizaje. La diversidad supone no solo esa necesidad del otro sino que ese otro seguirá existiendo. El ir y venir político, y en sus usos más frecuentes, no es raro que deje vencedor y derrotado y la amargura de los segundos. Sobre todo cuando se había cultivado una suerte de predestinación fácil y presuntuosa que implicaba una natural superioridad que ha resultado violada.

Independientemente de los resultados de las posibles elecciones, la construcción del país será larga y compleja, y pasará por una necesaria comprensión de sus condiciones y características, que escapa de estándares o estereotipos, fáciles de abordar con paquetes de “medidas”.

Estamos en ese trajín que puede resultar en grandes aprendizajes y, con ellos, una profundización de la democracia.



Valor Del Tiempo


Tenemos la mala costumbre de no valorar el tiempo que los demás nos dedican. Una conversación, un abrazo, una sonrisa, un cómo te encuentras, un “lo hago porque sé que te gustaría” o simplemente un gesto de acompañamiento.

Hay miles de actos diarios de las personas que nos rodean que no valoramos.

No hace falta que los segundos, horas o minutos procedan de nuestros familiares, amigos o pareja. El tiempo de los desconocidos también se vuelve importante cuando por ejemplo, gracias a ellos el día puede comenzar con una sonrisa porque sus buenos días estaban cargados de alegría o nos dan ese empujón que necesitábamos. La grandeza de las personas está en esos detalles de pequeño tamaño, pero de grandes efectos y afectos.

Valoro los segundos de escucha, apoyo y aprecio que los demás me dedican porque me ofrecen parte de su vida. Ellos saben que compartir el tiempo es regalar vida.

“Cuentan que un viajero cruzando el desierto vio a un árabe pensativo sentado al pie de una palmera, junto a sus camellos cargados. El viajero supuso que era un mercader de objetos de valor y que se dirigía a vender sus joyas, perfumes y tapices a alguna ciudad vecina.

Como llevaba demasiado tiempo sin hablar con alguien, se acercó al mercader pensativo y le dijo:

-Buen amigo, ¡salud! pareces muy preocupado. ¿Puedo ayudarte en algo?
-¡Ay! -respondió el mercader– Me encuentro muy afligido porque acabo de perder la joya más valiosa de todas…

-Bueno, la perdida de una joya seguro que no es gran cosa para ti. Llevas gran cantidad de ellas en tus camellos y seguro que no te costará reponerla.

-¿Reponerla? -exclamó el mercader- ¡Si fuera tan sencillo! No conoces el valor de mi pérdida…-¿Cuál es la joya que has perdido? – preguntó el viajero.

-Una joya como ninguna otra, que no volverá hacerse jamás. Se encontraba tallada en un pedazo de piedra de la vida y realizada en el taller del tiempo. Sus adornos eran veinticuatro piezas brillantes, agrupados a su alrededor sesenta más pequeños… Es imposible que se llegue a reproducir otra joya con similares características.

-Debía ser preciosa, sí – expresó el viajero – Pero, con mucho dinero ¿no podrías hacerte otra igual?
–La joya perdida era un día… Y un día que se pierde, no vuelve a encontrarse...”

Tras este cuento, ¿qué es un día para ti? ¿qué significa tu tiempo? Un minuto es suficiente para dejar una huella imborrable en el corazón de otra persona, elegir lo que quieres hacer o disfrutar de lo que acontece. 

Lo importante es ser consciente del momento presente y aprovecharlo con las personas que deseas y de la manera que gustes, sabiendo valorar también la dedicación hacia ti de los otros.

Mientras que el dinero aunque se pierda puede recuperarse, el tiempo perdido no vuelve. No desperdicies ni gastes el tiempo en lamentarte por no haberlo sabido aprovechar en su momento. A partir de ahora, aprovéchalo y valóralo como unos de bienes más preciados que existen.

El tiempo no se exige, se elige
Hay quien no es capaz de percibir el esfuerzo de otras personas por hacerle su rutina más llevadera, dar color a sus días grises o querer disfrutar de su compañía. Hay personas que ven como obligación lo que en realidad es una elección por parte de los otros. Hay para quien el tiempo de los demás pasa desapercibido, quien lo valora como si fuera un tesoro y quien lo exige al otro, como si fuera suyo.

Cada uno de nosotros es libre de a quién y cómo dedicar su tiempo. No olvidemos que los minutos, horas y segundos son fragmentos de nuestra vida y nadie tiene potestad para decidir libremente sobre ellos.

Dedicar tiempo se traduce en me importas, te quiero, te apoyo, adoro tu compañía y eso no tiene precio ni un equivalente material. Porque definitivamente, dedicar tiempo es dedicar vida.

Por eso, ni debemos exigir a los demás parte de su tiempo, ni tenemos que mendigarlo a quien solo piensa en sí mismo. El tiempo no se compra, no se intercambia ni se vende. 

Pasar tiempo con el otro es una elección que brota desde el interior y permite conectarnos emocionalmente con los otros.

Valora a quien te escribe, a quien te habla, te escucha, te hace un favor, te acompaña o se acuerda de ti porque lo quiere, porque le gusta, porque lo siente. 

Las personas que te regalan su tiempo comprenden que es lo más grande que pueden darte ya que saber ofrecerlo es hablar el lenguaje del corazón. 

Agradéceselo porque además el tiempo ofrece la posibilidad de forjar recuerdos que despertarán más adelante sentimientos de alegría, nostalgia y aprecio.
El mejor obsequio que podemos hacer a las personas que nos dedican su tiempo es valorarlo y regalarles parte del nuestro.

Cuando Imitamos


Lo hacemos desde que nacemos, y no dejamos de hacerlo nunca, aunque hay épocas de nuestra vida en que este proceso de imitación está mucho más arraigado que en otras. Imitamos a las personas que admiramos, y rehuimos imitar aquellas que no nos agradan, pero puede ser que también las acabemos imitando, aún sin querer.

Y con todo ello creamos nuestra auténtica personalidad, única e inimitable, aunque muchos de sus aspectos serán asimismo imitados por otros. ¿Qué conseguimos con tanta imitación?

LOS NIÑOS, LOS MEJORES IMITADORES DEL MUNDO
No nos resulta nada extraño, cuando vamos por la calle, ver niños y niñas que imitan los gestos, las palabras y el andar de sus padres y madres o los de otras personas con quienes por algún motivo se sienten o se quieren sentir identificados. Tampoco resulta extraño ver a niños y niñas imitándose entre sí o a bebés de pocos meses imitando gestos de adultos con su carita. 

Al nacer, disponemos de un cerebro en construcción, de unos circuitos neurales que se van estableciendo y madurando y de unos programas génicos que nos permiten alcanzar y superar las diversas etapas de nuestro desarrollo –niñez, adolescencia, juventud, madurez–, lo que incluye algunos comportamientos específicos y la maduración de las emociones, la sexualidad y la capacidad de raciocinio, entre muchos otros aspectos que nos permiten encajar en la sociedad. Pero, a pesar de este hardware ineludible, que poseemos todos con independencia de donde hayamos nacido o de la cultura en que vivamos, buena parte del software lo tomamos del entorno, un software que funciona a través del hardware de cada uno –porque cada persona tiene uno ligeramente diferente al de los demás, en función de su genoma, su cerebro...–. Y qué mejor manera para encajar en nuestro entorno que imitar los comportamientos de las personas que ya encajan en él.

¿Tan imitadores somos? Empecemos con un pequeño experimento. Victoria Horner y Andrew Whiten, responsables de un centro de acogida para crías de chimpancé huérfanas situado en la isla de Ngamba, en el lago Victoria (Uganda), quisieron medir la capacidad de raciocinio de estos animales a partir de su ya conocida capacidad de aprendizaje por imitación.

A un grupo les mostraron una caja negra con un agujero en la parte superior y otro a un lado completamente abierto. Primero, les mostraron cómo introducían y sacaban un palo varias veces por el orificio superior sin sacar nada, y después introdujeron una sola vez el palo por el orificio lateral y con él extrajeron una porción de alimento, no accesible desde el superior (los chimpancés usan palos para obtener alimento, como por ejemplo sus muy apreciadas y nutritivas termitas). Para poder obtener el alimento, todas las crías imitaron todos los pasos realizados por los experimentadores. A un segundo grupo, en cambio, les mostraron una caja transparente, con los mismos agujeros, y realizaron el mismo experimento, de manera que podían ver lo que sucedía dentro de la caja. En estas condiciones, todos los chimpancés del segundo grupo omitieron los primeros pasos y directamente introdujeron el palo por el orificio lateral para obtener el alimento. 

Hasta aquí, todo muy lógico: los chimpancés, nuestros parientes evolutivos vivos más cercanos, son capaces de imitar lo que ven y, al mismo tiempo, están dotados de un cierto raciocinio que les permite obviar pasos innecesarios.

La sorpresa vino cuando se repitió el experimento con humanos de 2-3 años de edad de una guardería escocesa e, independientemente, de una de Pittsburgh, en Pensilvania (EE.UU.). En vez de ­introducir un palo por los orificios de la caja, a los niños se les enseñaba a hacerlo con los dedos, y en lugar de comida para chimpancés había golosinas. Tanto en el grupo de niños que utilizó una caja negra como en el que utilizó una transparente, el 80% repitió todos los pasos de los experimentadores, incluidos aquellos completamente inútiles, a pesar de que podían ver en la caja transparente que en ese compartimento no había golosinas. 

Los resultados se publicaron en el 2005 en Nature, y la revista se preguntó:

“¿Son los chimpancés unos imitadores más racionales que los niños?”. 

La respuesta es que los niños, las crías de nuestra especie, son los mejores imitadores del mundo.


martes, 12 de mayo de 2020

A pensar también se aprende


 Las formas estilísticas, es decir, el estilo de la expresión lingüística, modifican nuestra percepción de la vida. Pero no solo eso: hay que prestar atención a la gramática, como principio y fundamento de la forma lógica que adquiere el lenguaje; al vocabulario, como portador de contenido a través de las palabras; y a la metáfora consciente, pues parábolas y alegorías son herramientas para comprender.

También hoy, como en el mundo clásico, existen sofistas. Y los sofistas modernos, como era de esperar, ponen los recursos expresivos del lenguaje a su servicio, no al servicio de la verdad. Con ello se bloquea de forma fraudulenta pero muy eficaz el entendimiento de los receptores del mensaje.

¿Consecuencias?: se desarticulan las estructuras mentales que orientan la vida intelectual, volitiva y emocional del ser humano en su vida en sociedad.

Cuando los tecnócratas se refieren al «comportamiento» de los precios, desvían la idea del comportamiento hacia los precios; la mentira está en que el comportamiento es de las personas que los fijan. Todo el idioma está integrado por un cableado formidable del que apenas tenemos conciencia, y que, sin embargo, atenaza nuestro pensamiento.

Los mecanismos de defensa de una persona ante tales cargas de profundidad se relacionan directamente con su capacidad de reflexión sobre el lenguaje, con su propio dominio del idioma. Hay una relación directa entre el antídoto contra la manipulación y nuestro conocimiento del lenguaje. Es decir, nos conviene familiarizarnos con los entresijos del idioma.

Leer y escribir: una virtud
¿Por qué es importante leer? ¿Es importante aprender a utilizar el lenguaje escrito? La verdad es que estas preguntas equivalen a decir: ¿para qué sirve el entender? Julián Marías propone que hay que escribir para pensar.

La escritura solo es un conjunto de rasgos sobre el papel si falta un lector que ponga en marcha esa memoria colectiva que se aglutina en cada lengua. 

Cada texto es, en sí mismo, una propuesta de reconstrucción. La inteligencia del que lee es activada cuando resuena interiormente el lenguaje que nos habla desde lo escrito. Surgen los ecos, las ideas, las referencias, las alusiones, mediante los cuales el texto será recobrado y comprendido por el intérprete. Lo escrito es lo que permite convertir el pasado en presente.

Nada más importante en la formación humana –dice López Quintás– que acostumbrarse a pensar, hablar y escribir con propiedad y precisión. El lenguaje que utilizamos va creando un camino en el que se da el fluir del pensamiento. 

Este discurrir origina la reflexión y, con ella, el pensamiento abstracto.

Es importante aprender a escribir, pero no de cualquier manera, sino de forma reflexiva y rigurosa con el lenguaje, permitiendo aflorar esos otros resultados que aparecen después del primer acercamiento. Ante el esfuerzo que supone el cultivo del lenguaje y el respeto por las palabras, podemos conseguir llegar a otros niveles, y entonces obtenemos el regalo de entender.


Rectas intenciones, rectas palabras. Recomendaciones antiguas para un mundo moderno, donde el ser humano necesita, hoy como siempre, herramientas para caminar correctamente por la vida.