miércoles, 8 de enero de 2020

Dialogar



El recurso del diálogo ha contribuido, según lo muestran los hechos, a resarcir diferencias y a fomentar los acuerdos a partir de la pluralidad; pero también y ante todo dicha  posibilidad, propia de los sujetos en calidad de hablantes debe estar dirigida al ámbito colectivo, de tal manera que se alcance a entender que en tanto se fomente la confianza y las acciones para facilitar el diálogo en todo orden, en particular en el social, se cumple con tareas básicas como: la prevención, la transformación de conflictos y la construcción de la paz. Se constata así como la mediación de la palabra y el establecimiento del diálogo propiciado desde y por diversos actores es quizá la mayor garantía para el alcance de la paz y en lo posible, para la recuperación de la credibilidad entre gobernantes y gobernados, en particular cuando se trata de sistemas democráticos.

Quizá ninguna otra actividad humana ha cobrado tanta importancia en los últimos tiempos, marcados por el conflicto y la dificultad para el acuerdo, como la del diálogo. Los sujetos en condición de hablantes y de seres de lenguaje hemos vivido gobernados por el “privilegio del diálogo”, circunstancia que ha operado más como intento que como realidad; a pesar del legado de dialogantes antiguos, para quienes la palabra siempre fue viva y cobró vida.

Sin embargo, en el actual panorama nacional e internacional son frecuentes los casos cuya salida a los conflictos se consigue por la fuerza, se desplaza a la palabra a una condición inferior e insignificante frente a las armas. Las guerras se explican por el temor a las armas; éstas, son las preferidas por quienes, en medio de documentos, persecuciones y legitimadas declaraciones, no ven otra alternativa más favorable a la solución de un conflicto, a diferencia de las palabras.

Casos recientes y de conocimiento mundial confirman esta afirmación, repetir esta patética realidad, es caer en una tautología.

La presente digresión encaminada a plantear algunas reflexiones en torno a la noción y a la práctica del diálogo y a la idea de que éste tenga alcances sociales partirá, entre otros, del referente teórico de la filosofía, pues esta disciplina tiene gran valor en la razón de ser de su discurso.

A la pregunta por la importancia de la filosofía puede resultarle persistente una preocupación hermenéutica fundamental que procure según plantean pensadores como Gadamer, la superación de la distancia entre el sentido de un discurso mantenido por quien escribe y por un lector que procura comprenderlo. 

Circunstancia que se registra cercana del ejercicio del diálogo, exaltado por la tradición humanista en oposición abierta al monólogo racional y reafirma, en cambio, la constante tendencia de un diálogo que se despliega en la comunidad, determinante del marco colectivo e histórico en que vive el individuo.



Personalidad Inestable



Siguiendo con los casos más perturbados, algunas personas con trastorno límite, personalidad inestable, pasan por períodos psicóticos. Así, por ejemplo, sufren alucinaciones y delirios (aunque nunca muy prolongados en el tiempo), caen en estados depresivos profundos, tienen experiencias disociativas, o sienten que no existen en absoluto. Estas experiencias ocurren con más frecuencia cuando aumenta el estrés psicosocial (por ejemplo, ante la muerte de alguien cercano, la pérdida de una relación o la mudanza de algún aspecto importante de su vida).
Su rendimiento académico suele ser mediocre, aunque no por falta de inteligencia. También son trabajadores inestables, con una eficacia continuada pobre y múltiples bajas laborales.

La impulsividad es otro de sus grandes problemas y les lleva a complicar su vida sobremanera. En concreto, es fácil que caigan en conductas de juego, que compren compulsivamente, que contraigan deudas desorbitadas, que se den atracones sin medida, que abusen de sustancias perjudiciales (tabaco, alcohol, café, etc.), que se involucren en prácticas sexuales de alto riesgo, que conduzcan de forma temeraria, que realicen ejercicios o actividades peligrosas, etc. Esto es especialmente arriesgado para aquellos que, en un momento de bajo estado de ánimo y hondos sentimientos de vacío, planifican el suicidio. De hecho, el suicidio consumado se observa hasta en un 8-10% de estos sujetos y, como ya hemos dicho, los actos de automutilación (cortarse o quemarse) y las amenazas e intentos suicidas son muy frecuentes.

En los sujetos con personalidad inestable son muy raros y breves los períodos en que se manifiesta alegría o, al menos, tranquilidad, bienestar o satisfacción vital. Pronto se aburren y buscan desesperadamente algo que hacer. También es muy habitual que se muestren iracundos y que sean incapaces de controlar su mal genio. Por eso, con frecuencia se muestran sarcásticos, crueles y amargos. Son especialmente críticos con aquellas personas que tratan de controlarlos y tachan a los que les cuidan de negligentes, autoritarios, represores o insensibles.





Libertad Irrestricta


Según Nietzsche, libre es “lo que no es perturbado ni desviado en su dirección, lo que no es objeto de coacción alguna”. Y para hacer uso de esa libertad, dice que no se debe sentir vergüenza de uno mismo. Ese es el sentido de la libertad realizada.

Pero esta libertad puede ser cubierta por el temor de asumir con decisión nuestro propio destino y enfrentarnos a él, por lo que terminamos no haciéndonos cargo de nuestra responsabilidad como individuos.

Entonces se hace muy difícil asumir que podemos elegir libremente, sin condicionamiento externo alguno que nos acote el abanico de posibilidades. En caso de haber alguno, este condicionamiento hará que optemos por lo que nos haga sentir más seguros. Queramos o no siempre estamos condicionándonos, ya que perseguimos la seguridad, conciente o inconscientemente.

Cada uno de nosotros se maneja con un margen de maniobra que nos permite una segunda oportunidad. Siempre podemos animarnos a tomar otra de las alternativas que tengamos a nuestro alcance. El problema radica cuando nuestras limitaciones, es decir, las seguridades que anhelamos, no nos permiten arriesgar e intentar elegir otra de las posibilidades por temor a fracasar.

La libertad es una facultad natural que posee el hombre de obrar o no hacerlo, y de elegir la manera en que lo hace, siendo por ello responsable de sus propios actos.

Primero, hay que hacer una breve diferencia entre optar y elegir. Cuando uno opta por algo, lo hace entre varias posibilidades, seleccionando una por comodidad o seguridad más que por preferencia. En cambio cuando elegimos, estamos dando preferencia a esa posibilidad ya que existe un fin o un porque para decidirse por ella.

La opción es la facultad de elegir con un condicionamiento de por medio, en cambio la elección es absolutamente deliberada, teniendo plena libertad de acción para poder evaluar lo que queremos. Se opta por miedo, se elige porque se quiere.

La mayor parte de nuestra vida nos la pasamos optando, dejamos las cosas en manos del destino. Esto hace que no nos comprometamos con nuestra elección de vida, con lo que realmente queremos para nosotros.

Siempre creí que el compromiso pasa por uno mismo. Cuando uno se compromete con algo da su palabra. El compromiso es una elección. Salvo cuando optamos o dejamos que otro decida por nosotros, nos comprometemos por obligación.

Entonces llegó la hora de tomar las riendas de nuestro destino y empezar a elegir lo que realmente deseamos. Tenemos que comprometernos con nuestra propia libertad. La poca responsabilidad, el miedo y la comodidad hacen que no podamos llevar a cabo la vida que queremos.


La Mente Dispuesta


Poseer una mente positiva es una cualidad de las personas triunfadoras, porque cuando prevalecen pensamientos positivos en un individuo, este podrá enfrentar las vicisitudes de la vida con valentía, determinación y sabiduría a fin de lograr metas que lleven a la autorrealización.

La mente positiva significa creer en ti mismo, saber que puedes lograr todo lo que te propongas, tener una visión positiva del mundo, concentrarte en las cosas buenas de la vida y las oportunidades que abundan por todos lados.

Ejemplos que demuestran que tienes una mente positiva:

La actitud que demuestras ante las dificultades:
Una persona con mente positiva ante las dificultades usarás expresiones de este tipo: ¡estoy seguro que hay una solución!, ¡usaremos este mal momento para impulsar el negocio!, ¡estos problemas me han abierto los ojos a la luz!, ¡me siento motivado, porque estos obstáculos han aumentado mi sed de éxito!, etcétera. Esta es una demostración de la importancia de la actitud mental positiva para superar adversidades.

Una persona con mente positiva está orientada al bienestar y cuando observa alguna información negativa, simplemente la deja pasar y no gasta su tiempo o energía en cosas que no abonan en nada su crecimiento personal.


Los libros de desarrollo personal tienen un impacto favorable en la construcción de una mente positiva. Entre más información leas con relación al éxito, las buenas relaciones, el uso de la inteligencia emocional, el cuidado de la salud y una vida plena. Llegará un momento en que esas ideas formarán parte de tu rutina diaria, hasta volverse creencias arraigadas a tu forma de ser.


El Provocar Cambios


Nuestro radio de acción para influir en otras personas y el entorno es limitado, pero no debe hacernos dudar acerca de la capacidad que tenemos para hacerlo en nosotros mismos.

En realidad todo cambia, todo se mueve, nada permanece constante. La mayoría de las personas e incluso de las situaciones, sí cambian; lo que ocurre es que cambian cuando ellas quieren y no cuando nosotros queremos. Esta frase, tan ampliamente difundida en algunos sectores de la psicoterapia moderna, viene a decirnos lo siguiente: “Todos los cambios se generan desde adentro hacia fuera así que, si deseas nuevos resultados, cambia tú; si haces lo que siempre has hecho, obtendrás lo que siempre has obtenido: más de lo mismo. Si ésas no son buenas noticias, ¡¡¡ cambia!!!”.

Nuestro radio de acción para influir en los demás y en el entorno es, ciertamente, bastante limitado, pero no debe hacernos dudar acerca de la capacidad que tenemos para cambiarnos a nosotros mismos. En condiciones normales, todas las personas disponemos de los recursos (capacidades y habilidades) necesarios para realizar cambios importantes en nuestra vida.

Otra cosa diferente es que no creamos en nosotros mismos o en nuestros posibilidades, que no confiemos en nuestros propios recursos o que no sepamos cómo aprovecharlos al máximo. Dado que los recursos siempre están ahí, la pregunta clave es: “¿Cómo podemos acceder a ellos cuando los necesitamos?”. Es decir, ¿qué nos hace falta para cambiar?. Una pregunta que podría empezar a ser contestada de la siguiente forma:

· La motivación: Creer que el cambio es posible y querer realizarlo.

· Los medios: Saber cómo hacerlo y cómo acceder a los recursos que necesitamos.

· La oportunidad: Saber cuándo actuar y cómo reaccionar de forma eficaz ante las resistencias y las interferencias.

Podemos entender, planificar y estructurar este proceso de cambio personal y profesional a través del siguiente modelo. El esquema parte de la premisa de que un cambio nos impulsa y motiva para pasar de un estado actual y presente (insatisfactorio o, simplemente, que queremos mejorar) a un estado futuro y deseado (satisfactorio).

Algunas citas como las que reproducimos a continuación inspiran interesantes reflexiones sobre el proceso de cambio:

“Señor, dame valor para cambiar lo que puede y debe ser cambiado, serenidad para aceptar las cosas que no pueden cambiarse, y sabiduría para distinguir unas de otras” San Agustín

“Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino” Viktor E. Frankl

“Cuando yo era joven era un revolucionario, y en mi oración decía: Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo. Después de años no conseguir nada, modifique? mi oración: Señor, dame fuerzas para cambiar al menos a aquellos que están cerca de mi?. Hoy soy un viejo, y mi oración dice así?: Señor, dame fuerzas para cambiarme a mi? mismo. Si hubiera empezado por ahí?, no habría desperdiciado tanto tiempo” Said Beyahid

“Aquel que conoce a otros es inteligente. Aquel que se conoce a si? mismo es sabio” Lao Tse



Nuestro Yo Soy



"Antes de conocer esta cognitividad, esta yosoidad, ¿dónde está la ilusión? Antes de la consciencia, ¿dónde estaba la ilusión? La ilusión principal es sólo esta cognitividad yo soy. Antes de eso no había ninguna ilusión. Esta consciencia misma es la fuente de la ilusión. Esta ilusión o cono yosoidad no permanece como algo eterno."
Nisargadatta Maharaj

"Yo soy", "yosoidad", eseidad o consciencia son diferentes palabras que Nisargadatta utiliza para referirse a lo mismo: la sensación que los seres vivos tenemos de ser, de existir, de estar vivos. Este es un aspecto fundamental y al que N.M. se refiere de manera constante. Es muy importante entenderlo bien. De aquí en adelante te recomiendo que cuando se hable de "Yo soy", "yosoidad", eseidad o consciencia tengas presente que se está haciendo referencia a esa sensación de ser, de existir, a esa experiencia tan íntima. Esta "yosoidad" es la primera sensación que nos asalta cuando nos despertamos, y nos acompaña a lo largo de nuestro estado de vigilia. En cambio, cuando estamos en el sueño profundo, nos desmayamos o cuando decimos que una persona ha muerto, esta sensación no está ahí. Lo real es todo aquello que permanece siempre y que no experimenta cambio alguno.

Podemos deducir entonces que esta sensación de ser, esta "yosoidad", este "yo soy", es algo irreal, porque aparece y desaparece, no está siempre presente.

Sin "yo soy" no hay mundo
El mundo, y todo lo demás, surgen después del "yo soy". Sin "yo soy" no hay mundo. N.M. compara el "yo soy" con la semilla de un baniano, pequeña de tamaño pero potencialmente un árbol de grandes dimensiones. Asimismo, esta "yosoidad" hace aparecer el inmenso mundo y toda su "Maya". Cuando surge el "yo soy" aparece todo (estado de vigilia). Cuando el "yo soy" se sumerge, se sumerge todo (estado de sueño profundo, desmayo, muerte). Si el "yo soy" es irreal, todo lo que surge de él debe ser también irreal. Por lo tanto el mundo es irreal, es falso, es ilusión y engaño. Sí, es una frase tremenda, que a muchas personas no les va a gustar, porque para ellas el mundo es todo: sus esperanzas, placeres, ansias, sueños, recuerdos, experiencias y un larguísimo etcétera.

Hasta que no se vea con claridad que el mundo es irreal será imposible escapar de la miseria, el sufrimiento y el tormento.
Si el "yo soy" es irreal, y por tanto el mundo que procede de él también es una ilusión, ¿hay algo que sea real? Para afirmar que algo cambia debe haber un trasfondo sin cambio, que sea testigo de dicho cambio. Esté o no presente el "yo soy", siempre hay un trasfondo que es testigo de la aparición y desaparición de esta eseidad: lo Absoluto.

Siempre estuviste en el estado Absoluto, sin saberlo
Tú no sabías que eras, no sabías de tu existencia. Estabas en el estado Absoluto, que siempre prevalece. Sin necesidades de ningún tipo, sin imperfecciones, sin problema alguno. De repente se formó un cuerpo físico a partir de los cinco elementos y la "yosoidad", que está latente en ese cuerpo, empezó a mostrarnos un espejismo, a engañarnos desde el primer momento en que fue sentida. Esta "yosoidad" o consciencia nos muestra el mundo manifiesto, el mundo ilusorio al que ignorantemente consideramos como real. Nada de lo que experimentamos es real, y las experiencias solo tienen lugar mientras esta consciencia está aquí. Y esta consciencia estará aquí mientras haya un cuerpo vivo. 

Porque la consciencia necesita una forma física, un cuerpo, para poder manifestarse. Todo este juego de la consciencia es Maya, es un fraude. Entender esto es, ello mismo, estar a salvo de la muerte. La muerte del cuerpo hace que la consciencia no se pueda sentir más y, por tanto, tampoco el mundo podrá sentirse. Lo que queda entonces es lo que no desaparece nunca, lo que es antes, durante y después del surgimiento del cuerpo y la consciencia: lo Absoluto, lo Eterno. La "yosoidad", pues, es la fuente misma de toda miseria. Con ella aparece el sufrimiento, la imperfección, la esclavitud de la identificación con el cuerpo. 

La eseidad, esa sensación de ser, no es nuestra identidad, nosotros no somos eso. Pero es de gran importancia. Mientras esté disponible esa "yosoidad" (y lo estará mientras el cuerpo físico esté vivo), es nuestra mejor herramienta para llegar a conocer nuestra verdadera identidad: lo Absoluto.



Mantener La Ilusión


La ilusión es la “chispa de la vida”, sin ella, la vida pierde color, todo se vuelve monótono, apagado y nada tiene sentido. Recuperar la ilusión o volver a ilusionarnos conlleva buscarla, y salir del momento apático en el que vivimos. 

La ilusión, hace que cada momento de la vida sea especial y único, además vivir con ilusión nos permite adelantar el momento deseado, ya que la ilusión nos motiva a visualizar, a proyectar y desear lo que queremos vivir, de manera que lo disfrutamos antes de que llegue.

“No rechaces tus sueños. ¿Sin la ilusión el mundo que sería?”
-Ramón de Campoamor-

¿Dónde habita la ilusión?

La ilusión habita en aquellos instantes de la vida que nos acercan a nuestros proyectos. Se trata de desear conseguir algo, y poner toda nuestra energía en conseguirlo. La ilusión es ese sentimiento interno que nos hace disfrutar antes de que nuestro deseo se haya cumplido. Podemos potenciar la “chispa de la vida”, si nos proponemos hacerlo cada día.

La Ilusión habita en nuestro interior y en la forma en la que hacemos las cosas. Podemos vivir nuestro día a día, de forma monótona, sin ganas, rutinariamente, en automático, es decir, sin ilusión por vivir.

Pero también podemos proponernos vivir cada instante, como si fuera único, poniéndole todas nuestras ganas, nuestra alegría, toda la ilusión, porque sabemos que estamos más cerca de conseguir aquello que queremos conseguir.

Vive cada instante con la misma ilusión que cuando eras niño, expresándolo a quienes te rodean, sacándole la parte buena de lo que vives hoy, aprendiendo, disfrutando y sintiéndote en el camino de conseguir lo que te propones.

Agradece a la vida cada instante, bueno o malo, porque todos nos hacen aprender y mejorar en la vida, y esto también forma parte de la vida que estás deseando vivir, ya que para llegar a dónde te propones, también tienes que crecer y aprender para poder conseguirlo.

Ilusiónate, emociónate, sorpréndete por todo lo que te ocurre, la vida sigue siendo tan mágica como cuando eras pequeño, sólo tienes que querer que sea así y sentirlo, y entonces recuperarás la ilusión de la infancia, con la madurez del adulto.




martes, 7 de enero de 2020

La Información


Asimilar El Enorme Caudal De Información

Ciudadano informado es el que se comprende a sí mismo y al mundo que le rodea y puede interactuar conscientemente con él.

No es fácil conseguirlo porque el objetivo de los medios de comunicación comerciales, más que informar al público, es obtener el máximo beneficio y cuidar sus intereses empresariales y políticos. 

La financiación de los medios comerciales procede en su mayor parte de la publicidad. En el caso de los de pago, en los medios importantes, son mayores los ingresos por publicidad que por la compra del consumidor. Por eso los intereses de las marcas anunciadas son fundamentales y sólo en casos de protestas sociales, algunos medios prefieren perder anunciantes que perder consumidores.

En esta situación, para estar bien informado hace falta saber procesar bien la información, conocer los medios, de quién son y cómo funcionan, elegir los que más nos interesan y reivindicar una información de calidad porque la pagamos, bien por la compra o bien por la vía de la publicidad que encarece los productos que compramos.

Es un “lugar común” hablar de la importancia de estar informado. La frase la escuchamos en varias partes, principalmente, en los medios de comunicación, también sucede en institutos educativos e incluso en nuestros círculos sociales.

Pero, ¿por qué es importante estarlo? Quizás pocas veces nos planteamos esa pregunta.
Hay muchas respuestas, puede ser que muchas sean totalmente válidas. Me concentraré en lo que se refiere a lo que va con la acertada capacidad para criticar, para entender a la sociedad en la que vivimos y para poder, legítimamente, estar conforme o inconforme con nuestro alrededor.

Es muy frecuente que protestemos, nos manifestemos o sencillamente tiremos pestes de nuestro país (por ejemplo), sin conocer el fondo de los diferentes asuntos.

Con lo que escuchamos o brevemente leemos por ahí, pensamos que ya tenemos los elementos necesarios para emitir juicios o tomar acciones de manera radical. Informarse requiere de un esfuerzo, de un análisis y de una reflexión.

Son muchos los que a su conveniencia dicen mentiras y lo hacen para lograr que la opinión pública esté de su lado, para tener poder.

¿Qué significa estar informado, en un mundo de abundancias en el que todos tienen algo que comunicar? Desde vallas publicitarias en las vías públicas y llamadas de teléfono comerciales en la privacidad del hogar, a noticias en tiempo real por la televisión y actualizaciones de redes virtuales; muchas son las tentativas de informarnos sobre aquello que los emisores consideran importante que los destinatarios sepan. 


La primera distinción que es necesario hacer en este ejercicio inquisitivo sobre el significado de estar informado, es entre cantidad y calidad. El rápido desarrollo técnico de los medios de comunicación nos ofrece por un lado un bombardeo informativo y por otro hay que distinguir cuántos de estos códigos se traducen en conocimiento y sirven para la mejoría ciudadana y moral. 


Superarse


La vida es un continuo ejercicio de superación. Todos queremos alcanzar la máxima felicidad posible, y sabemos que esta pasa por lograr ser mejores personas, pero solemos fallar al enfocar nuestras decisiones vitales. En general, las personas no actúan de forma injusta –o directamente mala– con sus congéneres de forma consciente: lo hacen porque creen que están haciendo lo correcto, aunque no lo sea, o porque no han valorado las consecuencias que sus decisiones tienen sobre otras personas.

Muchas veces estamos tan enfrascados en lograr el éxito (a todos los niveles), que nos olvidamos de mejorar la forma en que tratamos a los demás, y a nosotros mismos. Nunca seremos felices si no logramos antes ser mejores personas y la bondad, como todo en esta vida, se puede educar y entrenar. 

Dice el refrán que “es de bien nacidos ser agradecido”, lo que no dice es que, además de ser positiva para los que nos rodean, la gratitud es una herramienta poderosa para sentirnos bien con nosotros mismos y así mismo el aspecto de nuestro carácter más fuertemente asociado a la satisfacción vital. La gratitud nos puede ayudar a superar los traumas y el estrés, aumenta nuestra autoestima y nos ayuda a disolver las emociones negativas.

La mayor expresión de gratitud es el altruismo: hacer el bien sin esperar nada a cambio. Numerosos estudios han demostrado que la solidaridad está directamente relacionada con el bienestar, la salud, y la longevidad. Los actos de bondad hacen que nos sintamos bien con nosotros mismos y las emociones positivas que generamos hacen que tengamos una mayor capacidad de recuperación psicológica y física. Por ello, el voluntariado es una de las actividades más saludables que pueden realizar las personas mayores.

Las personas pesimistas no son peores personas, pero de forma casi inconsciente tienden a generar un entorno desmotivador que no es beneficioso ni para ellos mismos, ni para la gente que les rodea. Si queremos mejorar como personas, y ser más felices, debemos pues trabajar nuestra actitud frente a la vida, algo muy estudiado en los últimos años por la psicología positiva. Tal como promulga esta corriente de la psicología, la felicidad no es algo que se pueda alcanzar: no es una meta, es un estado que debe entrenarse todos los días. En el fondo, todo lo que nos rodea puede tener una lectura negativa, máxime en estos días en los que el pesimismo es abrumador. Si no buscamos una lectura optimista de las cosas la infelicidad será una constante y contagiaremos a nuestros seres más queridos.

No importa el dinero que ganes: nunca serás feliz si dedicas tu tiempo a hacer algo que no te gusta. Está claro que no todo el mundo tiene la suerte de trabajar en aquello que le resulta más atractivo, pero todos podemos cambiar a mejor. Para ello debemos trabajar la autoeficacia: la confianza y convicción de que es posible alcanzar los resultados esperados para cada meta propuesta. Evidentemente, no vamos a lograr todo lo que nos proponemos, pero el problema para muchas personas es que ni siquiera se plantean cambiar, por miedo a enfrentarse a las dificultades que puedan surgir, y acaban generando problemas inexistentes.

Este consejo no se debe aplicar sólo a nuestro trabajo. Quizás, tal como están las cosas, es poco realista encontrar un puesto más interesante que el que tenemos (aunque sí podemos realizar nuestra labor de una manera que nos resulte más satisfactoria), pero podemos hacer lo que realmente nos gusta en nuestro tiempo libre. Según un estudio japonés realizado entre jubilados, la tasa de mortalidad es significativamente menor en aquellas personas que practican una afición concreta. La ecuación es sencilla: si nos llena lo que hacemos, seremos más felices, y esta felicidad se contagiará a nuestro entorno. 

Es muy fácil distinguir a una persona que está haciendo lo que le gusta: irradia felicidad y contagia optimismo.


Brilla La Vida

Hay luces que se apagan
hay luces que se encienden
que iluminan a la gente
y te cuentan la verdad
Hay otras que te marcan
te cuentan un camino
tan clarito como el agua
y uno lo puede tomar
Hay luces que encandilan
que te dan solo mentiras
confunden, enceguecen
te hacen mal
Hay otras que acompañan
calientan en la noche
y pueden encender tu soledad
Cada mirada lleva encendida
una luz que cuida tu corazón
Cuando uno brilla, brilla la vida
y se enciende todo a tu alrededor
A veces llega el viento
sin preguntarte nada
va soplando, apaga todo
no hay lugar para soñar
Se acaban los destellos
se pierde el horizonte
nos quedamos indefensos
en completa soledad
Entonces llega alguien
con antorchas encendidas
enfrenta todo
hasta la oscuridad
Se encienden las estrellas
muy dentro de mi alma
y ríe la esperanza una vez más
Cada mirada lleva encendida
una luz que cuida tu corazón
Cuando uno brilla, brilla la vida
y se enciende todo a tu alrededor
Esa luz es un regalo de Dios

Puedes Hacerlo



 Estudiar y trabajar al mismo tiempo exige un gran esfuerzo. Pero se puede. Requiere ser organizado, metódico y con una gran fuerza de voluntad, y cuando el objetivo se cumple, la recompensa es doble.

Lo ideal es tener unos padres sobrados dispuestos a financiarnos la carrera, la ropa, las vacaciones, el coche, las cañas en los bares… Pero las circunstancias no siempre son las ideales. Unas veces la vida no es fácil para los padres y hay que contribuir a la economía familiar; otras, se nos pasó la época de vivir a pensión completa en la casa paterna, hemos ido cumpliendo años y repitiendo cursos hasta que hemos encontrado el camino que buscábamos; hay casos en los que es mejor buscarse la vida compartiendo piso con amigos que prolongar una mala relación con papá y mamá; puede ser que necesitemos estudiar en la etapa adulta porque las condiciones de trabajo nos exigen una puesta al día en los conocimientos… En fin, que las razones son muchas y que no pocas personas se ven abocadas a la titánica tarea de estudiar y trabajar al mismo tiempo.

No vamos a negar que con lo duro que es estudiar y lo insoportable que resulta a veces levantarse cada mañana para ir al trabajo, juntar las dos cosas puede parecer una proeza. 

Pero se puede. El primer pensamiento en nuestro punto de mira debe ser:


«Si otros pueden, yo también puedo».


El Ser Asertivo


“Me siento mal por lo que me ha dicho mi amigo, pero no le he dicho nada para que no se enfade”, “no le puedo decir a mi pareja que quiero romper para no hacerle daño” ¿Cuántas veces no te has animado a decir lo que sientes? Nos callamos por miedo a la reacción de los demás, por temor a mostrar lo que sentimos, pero al final los que nos sentimos mal somos nosotros. 

Si no decimos lo que pensamos o lo que sentimos las otras personas no lo podrán adivinar y nos sentiremos cada vez peor. Decir lo que sientes, comentar tu opinión, dar ideas, decir que no, te hará sentirte liberado y dueño de tu vida. Ser asertivo es afirmarse uno mismo.

“Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas.”

-Gabriel García Márquez-

Decir lo que pensamos nos puede producir temor y ansiedad, pero no decir lo que pensamos o sentimos puede afectar a la relación con otras personas. Por eso, a continuación te proponemos 5 razones para decir lo que realmente sientes.

Te sentirás liberado

Cuando expresas tus opiniones o sentimientos con respeto, con amor y con cariño, y dejas salir fuera lo que te preocupa o lo que te molesta, vas a sentir una profunda liberación, porque no expresar nuestras emociones es un peso que llevamos día a día, que va perjudicando nuestras relaciones con los demás sin que nos demos cuenta.

Te sentirás más cercano respecto a la otra persona

Cuando ya no hay barreras porque dos personas han expresado todo lo que querían decir, se crea una cercanía, una intimidad en la que la confianza se refuerza y la relación mejora. Ya sabemos cómo se siente la otra persona y cómo nos sentimos nosotros y eso proporciona una gran paz.

Serás tú

Si escondes lo que piensas, te estás escondiendo a ti mismo, creas un muro que no se ve alrededor tuyo y nadie puede ver cómo eres realmente. Sin embargo, al hacer salir todos tus sentimientos, con palabras, con miradas, con abrazos, con besos, te sientes más vivo, porque eres tú, ya no te ocultas detrás de lo que no dices y te permites disfrutar de tus sentimientos expresados en palabras y gestos.

Si no te muestras como eres, los demás tendrán una idea equivocada de ti, una imagen que es sólo eso: imagen; no te verán y no podrán apreciar por lo que realmente eres y las virtudes que tienes.

“La vida no es fácil, para ninguno de nosotros. Pero… ¡Qué importa! Hay que perseverar y, sobre todo, tener confianza en uno mismo. Hay que sentirse dotado para realizar alguna cosa y que esa cosa, hay que alcanzarla cueste lo que cueste.”

-Marie Curie-

Mejorarás tu comunicación

Cuando aprendes a decir no, a decir lo que sientes, la comunicación con otras personas pasa a otro plano donde todo es transparente y no hay nada que ocultar. Un plano en el que te sentirás mucho más cómodo puesto que ya no tendrás miedo de expresar lo que tu mente y tu cuerpo desean.

Alcanzarás la coherencia

Si no decimos lo que sentimos, se crea una incoherencia muy grande entre lo que somos y lo que estamos mostrando de nosotros mismos. Sin embargo, cuando aprendemos a hablar, a verbalizar lo que nos preocupa, alcanzamos la coherencia entre nuestro interior y nuestro exterior.

Para decir lo que sientes simplemente tienes que aprender a ser asertivo. La asertividad se utiliza para exponer a otras personas cuáles son tus verdaderos deseos, qué es lo que necesitas, demostrando así dignidad y confianza en uno mismo. En un artículo de la psicóloga María Luisa Naranjo (2008) aborda el concepto de asertividad desde las muchas definiciones que han aportado diferentes estudiosos, y entre ellas podemos encontrar la asertividad como «la expresión apropiada de las emociones en las relaciones, sin que se produzca ansiedad o agresividad» (Güell y Muñóz, 2000) 0 como «la expresión de nuestros sentimientos de una manera, sincera, abierta y espontánea, sin herir la sensibilidad de la otra persona» (Melgosa, 1995).

Para ser asertivo, te damos algunos consejos:

Cambia tus pensamientos negativos por otros positivos

A veces tendemos a decirnos a nosotros mismos cosas muy negativas, como “No puedo”, “no soy capaz”, “¿qué van a pensar los demás si digo lo que quiero, se van a enfadar conmigo?”. Todos esos pensamientos afectan a lo que sentimos y van construyendo una barrera entre nosotros y los demás. Una barrera de palabras sin pronunciar, de sentimientos sin expresar.

Intenta cambiar todos esos pensamientos negativos por frases más positivas: ¡Lo voy a intentar, si no lo consigo no pasa nada, habré aprendido! ¡Voy a decir lo que pienso con respeto hacia los demás y siendo fiel a mi mismo!

Ten claro que otras personas no pueden leer tu mente

Aunque resulta obvio, a veces nos enfadamos y tendemos a decir que no nos pasa nada, pero sentimos rabia o enfado y cuanto más tiempo los retengamos va a ser peor para nosotros. Ten en cuenta que los demás no tienen la capacidad de leer tus pensamientos, ni de adivinar lo que sientes, es necesario que lo verbalices para que sepan qué te ocurre.

Es más, en muchas ocasiones podemos llegar a sentir malestar e ira hacia otros porque no son capaces de adivinar qué nos ocurre. Esto se da sobre todo en parejas, cuando escuchamos frases como: «me conoces lo suficiente como para saber lo que me ocurre». También se da entre padres e hijos y entre amigos. Es importante saber que por mucho que nos conozcan no siempre van a saber lo que nos ocurre, por lo que antes de enfurecernos y esperar a que lo adivinen, es más sano comentarlo abiertamente.

Recuerda tu objetivo

Cuando te propongas decir lo que sientes, no te desvíes de tu objetivo, recuerda por qué lo quieres hacer, no te eches atrás y piensa en que seguro que te vas a sentir mejor. Además en la mayor parte de las ocasiones, lo que tememos no ocurre, por lo que muchas veces nos preocupamos inútilmente.

Un gran número de veces solemos adelantar un resultado exagerado por parte de la persona receptora de nuestro malestar y cuando por fin nos decidimos a hablar, ocurre todo lo contrario. Es importante no adelantar acontecimientos negativos para no frustrar nuestro objetivo, pero sí es fundamental decir las cosas con comprensión y respeto.

Sé claro en lo que expresas

Para comunicarte adecuadamente debes ser claro en lo que dices, no te compliques dando rodeos, comienza por lo importante y dilo claramente. Utiliza las palabras que describan con exactitud lo que deseas y tus interlocutores te lo agradecerán. Es recomendable utilizar un lenguaje directo y que no de pie a las malas interpretaciones. Mucha gente, por miedo o por inseguridad, intenta abordar el tema de forma indirecta antes de «ir al grano». Lo mejor es ser sincero, claro y directo y si hay alguna duda, resolverla de la mejor forma posible.

Positivos Por Convicción



La superación personal se alcanza cuando se tiene debidamente fundamentada una mentalidad positiva y orientada al éxito. Cuando tú tienes el deseo de realizar un proyecto, una idea, una actividad determinada, esta idea es creada dos veces: una en su mente y otra, cuando se lleva a la práctica. 

Si tienes el talento de visualizar lo que deseas hacer, por ejemplo, disfrutar de unas vacaciones en balneario, tu mente crea la idea de la playa, la brisa, y el mar y tu probablemente caminando por la arena bajo un radiante sol. Cuando las cosas se dan y puedes disfrutar en la vida real de ese paseo por la playa, la idea la habías concebido en tu mente! Así funcionan las cosas en la vida! eres y tienes lo que inicialmente piensas!

Tu superación personal depende entonces de lo que inicialmente crees en tu mente. Siendo las cosas así, que puedes crear, recrear y visualizar lo que deseas, comienza por crear imágenes mentales positivas, de éxito, felicidad, abundancia, salud, dinero, amor y todas las bendiciones que ofrece la vida.

Muchas personas hacen lo contrario. Crean las cosas dos veces pero de manera negativa: por ejemplo, realizar un negocio. El primer pensamiento que acude a la mente, invadido probablemente de inseguridad, les dice que ese negocio va a fracasar. Cuando se llega el momento de hacer el negocio, este efectivamente fracasa.

Los estudios científicos han comprobado que la mente tiene poder, que lo que se crea en ella, es lo que realmente, se produce en la realidad.

Crea riqueza en tu mente para que obtengas prosperidad.


Concibe imágenes de felicidad para que tu vida sea siempre feliz.

Pon en tu mente seguridad en ti mismo para que actúes con confianza y seguridad en la vida real.

Vive rodeado de gente positiva en tu mente para que en el diario vivir, estés rodeado de gente positiva.

Cierra grandes negocios en tu mente para que mañana estés firmando grandes negocios.

Disfruta de tu billetera llena de dinero en tu mente para que cuando vuelvas a la realidad, este llena de dinero.

Sigo insistiendo que para alcanzar el éxito en todo lo que te propongas, debes aprender a desarrollar el Arte de la Mentalidad Positiva, colocando imágenes con emoción y convicción de lo que deseas en la vida.

Esta técnica de autoayuda es poderosa: Borra de TU diccionario palabras tales como Imposible, no se puede, poco probable, nunca, jamás. Solamente TU tienes el control sobre tu mente y sobre los resultados que deseas obtener. Dios te dio el poder de elección, entre lo bueno y lo malo, y de hecho te creó como un ser de luz no de oscuridad. TU ELIGES!

No recuerdo quien dijo alguna vez: ” Bien sean cosas buenas o malas que escojas para tu vida, cualquiera que escojas, esa es tu realidad.” Así que elige muy bien!

Aunque es tu decisión elegir el colocar pensamientos positivos o negativos, es mi deber, a través de estas palabras motivarte a que elijas pensamientos positivos para que tu vida sea positiva en todo sentido.

Comprender Las Limitaciones


«Quod natura non dat, Salmantica non præstat» (en español: Lo que la naturaleza no da, Salamanca no (lo) otorga) es un proverbio latino que significa que una universidad no puede darle a nadie lo que le negó la naturaleza. 

De este modo, ni la inteligencia, ni la memoria ni la capacidad de aprendizaje son cosas que una universidad pueda ofrecer a sus alumnos.

Se ha creído erróneamente que esta frase corresponde al lema de la propia Universidad de Salamanca, lo cual es un error, ya que los lemas de las universidades son frases alentadoras, promotoras del estudio y de la propagación del conocimiento y las ciencias. 

El lema de la Universidad de Salamanca es: «Omnium scientiarum princeps Salmantica docet» («Los principios de todas las ciencias se enseñan en la Universidad de Salamanca»).
El emblema aparece esculpido en la piedra que recibe al visitante en el edificio de las escuelas menores de la Universidad de Salamanca.

Esta aseveración condena a los que, a pesar de estudiar, no presentan una gran capacidad intelectual o no ostentan una cultura general muy frondosa. Aquello que la genética ha negado no podrá ser reemplazado por la mejor educación. Se puede exhibir un importante curriculum vitae, pero ello no garantiza ser un erudito ni, mucho menos, una persona inteligente. 

Con Salamanca se apunta a la célebre Universidad ubicada en esa ciudad española, creada en 1218. La expresión se atribuye al filósofo y escritor hispano Miguel de Unamuno (1864-1936), quien ocupara el cargo de rector en dicha casa de altos estudios.

Desde el tiempo de nuestros abuelos, fue tema de discusión si la gente era tonta o mala porque no estudiaba o porque sus problemas los traían de nacimiento. Y se discutía que al malo y al tonto había que conducirlos por el camino del conocimiento para hacer de ellos personas buenas, útiles, brillantes.

Otros, decían que el malo lo era porque ya había nacido con alma mala, que más bien necesitaba redención, que le hablaran de las cosas de Dios.

Sin embargo, una tercera opinión decía que si se era tonto de nacimiento, bien poco se podía hacer por un individuo y remataban con el dicho del encabezado que reza: Lo que natura no da, Salamanca no lo presta; en alusión a la prestigiosa y antigua Universidad de Salamanca, España.

Hay alumnos que ponen sus codos en el pupitre, pero su mente está en otra parte: Dice el dicho que no hay peor sordo que el que no quiere oír.

Hay estudiantes que en vez de poner sus ojos en el pizarrón, ponen su mirada al interior de su mundo atormentado por la problemática propia de la adolescencia y se sienten negados para aprender; y no porque no puedan, sino porque como dice otro dicho de origen bíblico: no hay peor ciego que el que no quiere ver.

Así las cosas, para lograr la superación personal hay que poner en juego, la voluntad, el esfuerzo, y sobre todo, procurar una mente sana y despejada, de lo contrario, no se esfuerce: pues lo que natura no da, Salamanca no lo presta. O como dice mi compadre Pancho: me sales más caro que un hijo tonto en el Tecnológico. O sea, de qué sirve que te tenga en la escuela más cara, si tú nunca pondrás nada de tu parte.

Muchos estudiantes conocí que traían sobre sus espaldas una carga social y económica que no les dejaba avanzar para llegar a la ansiada meta que habían soñado. Problemas como la pobreza que no les daba para cubrir cuotas ni de una escuela pública y vivían siempre con hambre y mal vestidos. 

Otros, con problemas morales por padres desordenados o de familias desintegradas; siempre inmersas en un medio social que los arrastraba a la violencia o a los vicios como puerta de escape.

Algunos resistieron heroicamente para mantenerse en el camino; pero otros, sin apoyos de ninguna especie, renunciaron a todo convencidos que habían nacido para macetas y jamás pasarían del corredor.


Lo Que La Mente Puede


Todos tenemos el mismo cerebro, es decir, está compuesto por los mismos elementos.
No son idénticos pero si tienen la misma estructura y lo que realmente los diferencia es la mente.

¿Pero que es la mente?
La mente es la forma como usas el cerebro, es decir, el cerebro es el órgano y la mente es la forma como lo usas.

Y es allí donde radica la gran diferencia. En la mente, en la forma en que usamos el cerebro.
Esa mente o esa mentalidad no es más que un patrón de pensamiento que fue forjado por las creencias que se fueron almacenando durante tu crecimiento.

Y eso es lo que está determinando tu realidad actual, esa forma en que usas tu cerebro es lo que te mantiene atascado(a) o te permite progresar, también se conocen como creencias limitantes.
La mente o mentalidad es tu conjunto de pensamientos actuales, siempre está funcionando y no descansa nunca.

Recuerda que la ley de la atracción dice que todo lo que piensas lo atraes a tu vida, entonces la clave está en dirigir esos pensamientos por el mejor camino posible ya que siempre estarás pensando. Esta es una de las claves para ser feliz

Afortunadamente esa mentalidad o esa manera de pensar se pueden cambiar para que así puedas entender como desarrollar el poder de la mente.

Toma el control de tu mente, de tus pensamientos y sentimientos.

Recuerda que tú eres el responsable de todo lo que ocurre dentro de ti.

Rechaza todo pensamiento y sentimiento negativo, utiliza la ley de la sustitución para neutralizar los pensamientos y sentimientos negativos.

Aprende a establecer y a llevar a cabo tus metas, defínelas con claridad y elabora un plan de acción para cumplirlas.

Se honesto(a) contigo, aprende a relajarte y a disfrutar de tus logros.

Tener el control de tu mente es lo mismo que tener poder mental, el saber dirigir tus pensamientos y alinearlos con tus metas es lo que te va ayudar a desarrollar y aplicar el poder de la mente.

Llego la hora de que tomes el control de tu mente y comiences a construir el futuro que hasta hoy te ha parecido inalcanzable.


Náufragos En La Costa

Amín Maalouf: El naufragio de las civilizacionesMadrid: Alianza Editorial, 2019 (280 páginas). Traducción de María Teresa Gallego Urrutia.


Más conocido (y reconocido) por su obra literaria que por la ensayística, Amín Maalouf retoma en este ensayo algunos de los temas abordados en los dos anteriores: Identidades asesinas (1999) y El desajuste del mundo   (2009)todos publicados por Alianza Editorial, al igual que sus textos literarios.

Narrado de una manera amena, en la que entremezcla la visión personal (e incluso familiar) y la colectiva (o generacional), el autor invita a la reflexión sobre el mundo árabe y musulmán para luego pasar, en los últimos capítulos, a extender sus reflexiones al conjunto de la sociedad mundial.

En concreto, contrapone la experiencia existencial de su cohorte generacional durante la década de los sesenta y setenta en Oriente Próximo con la situación actual. Entonces, afirma, la juventud árabe participaba de los mismos anhelos de libertad y progreso que la de otras partes del planeta y, en particular, del entonces denominado Tercer Mundo. Algo que, conviene recordar, no ha cambiado sustancialmente, como muestran las reiteradas manifestaciones antiautoritarias desde Magreb hasta Oriente Próximo: Marruecos, Argelia, Egipto, Líbano e Irak, entre otros países.

Mayor cambio advierte Maalouf en el ámbito ideológico marxista predominante entonces (combinado con fuertes dosis nacionalistas como en buena parte del mundo poscolonial), que fue gradualmente reemplazado por el ascenso del islamismo; y, en particular, contaminado por su corriente más radical, violenta, sectaria, fanática y oscurantista.

Sin embargo, convendría igualmente matizar que no cabe definir el todo por una de sus partes y, menos aún, por una minoritaria (aunque, eso sí, extremadamente ruidosa y destructiva). De hecho, esta minoría violenta ha cobrado un notable impacto mediático y político innegable, sobre todo en situaciones de conflicto armado y Estados fallidos como han mostrado, entre otros, los casos de Irak, Siria o Libia; o bien acaparando igual o incluso mayor atención si atentan fuera del espacio del mundo árabe como, por ejemplo, en Europa.

Pese a que esta imagen es la que prolifera en muchos medios de comunicación, flaco favor se hace a la comprensión de las sociedades árabes si no se advierte toda su variedad y complejidad; además de recordar que la violencia ha sido, por lo general, la respuesta otorgada desde el poder a las protestas pacíficas de la ciudadanía desde 2010-2011 hasta la actualidad.

Sin olvidar, por último, cómo se ha instrumentalizado el descontento y la radicalización por parte de diferentes poderes regionales y mundiales rivales, retroalimentando la violencia (sí, también la terrorista) al secundar la máxima de que “el enemigo de mi enemigo, es mi amigo”.

Más preciso parece Maalouf al despejar cualquier tipo de duda sobre una supuesta excepcionalidad del mundo árabe a la hora de ser estudiado o comprendido; y reivindicar su “normalidad”, por cuanto dicho mundo también compartió “durante mucho tiempo los mismos sueños y las mismas ilusiones que el resto del planeta”.

Considera que el reemplazo del auge de las ideologías políticas seculares, modernizadoras e integradoras de la diversidad étnica y confesional de la región, por el posterior ascenso del islamismo (más excluyente y sectario) se ha debido en buena medida al fracaso de la modernización política y social. En su opinión, la responsabilidad de este fracaso descansa tanto en las experiencias autoritarias de gobierno como en las políticas de las grandes potencias occidentales, que han desvirtuado los valores que supuestamente defienden.

Maalouf advierte que el punto de inflexión de ese giro político e ideológico remite a la derrota árabe de 1967, que supuso un drama colectivo y se llevó por delante el atractivo de las ideologías políticas seculares y, también, del nacionalismo árabe que, a su vez, cedieron su espacio en favor de los islamismos. Tesis que, en buena parte, han sostenido previamente diferentes autores, entre otros, Fouad Ajami: Los árabes en el mundo moderno. Su política y sus problemas desde 1967 (FCE, 1983)

En el ámbito internacional, el autor destaca el año 1979, primero, como inicio de la revolución conservadora liderada por Margaret Thatcher, junto a Ronald Reagan, aunque habrá que recordar que las primeras políticas neoliberales se implementaron en Chile a raíz del golpe de Estado de 1973 como apunta David Harvey: Breve historia del neoliberalismo (Akal, 2007); y, segundo, de vuelta al espacio regional de Oriente Medio, por la revolución iraní, que supuso el pistoletazo de salida de la emergencia de los movimientos islamistas.

Maalouf otorga cierta centralidad al mundo árabe y musulmán en los asuntos mundiales. Sin duda, resulta innegable su ubicación e importancia geoestratégica, pero quizás resulte algo forzado este argumento, sobre todo si se toma en consideración la dependencia externa de una buena parte de sus economías extractivas y rentistas; unida a la dependencia de los apoyos externos y las alianzas estratégicas con las grandes potencias.

Por último, el autor pasa por encima de algunos de los desafíos más importantes a los que se enfrenta el conjunto de la sociedad internacional, desde el cambio climático, la carrera de armamentos, la posibilidad o tentación de un mundo orwelliano que abre la progresiva implantación de la inteligencia artificial; y, en suma, la ausencia de un liderazgo político y ético en el mundo actual en el que, en su criterio, ni Estados Unidos ni la Unión Europea parecen estar a la altura de las exigencias.