domingo, 21 de enero de 2018

Concordemos


“Cambiar el mundo, amigo Sancho,
que no es locura ni utopía, sino justicia”.
Miguel de Cervantes

Que el Siglo XXI se nos presentó inesperadamente con una idea inequívoca : “cambiar el mundo”, que nos exigía el compromiso de todo el colectivo humano en su puesta en marcha, apremiándonos en la búsqueda de una solución urgente ante nuestra torpeza –de todos- por encontrar una vía saludable a la crisis global que nos inquieta y atemoriza, que de ninguna manera podemos hoy excusar, es una afirmación que difícilmente puede ser hoy discutida en ningún foro, cualquiera que sea su postulado filosófico o credo. 

Incluso cuando utilizamos la expresión “salir de la crisis”, estamos pensando en la necesidad de cambiar el mundo, el nuestro y el de los otros, porque estamos hablando del mundo de todos, global, planetario, hábitat de la humanidad.

Y aunque los seres humanos pertenezcamos a posiciones ideológicas y credos diferentes, no creo que haya nadie en desacuerdo con las palabras con las que Don Quijote ilustraba a su escudero Sancho, que hacemos nuestras dando contenido a cuantas ideas exponemos en esta ventana virtual con la que queremos dirigirnos (y sumarnos en su esfuerzo) a quienes en verdad anhelan una transformación radical del ser humano y del mundo que hemos construido hasta la fecha: “Cambiar el mundo, amigo Sancho, que nos es locura ni utopía, sino justicia”. Y aunque entonces, en el Siglo XVII, en el que vivió y escribió Don Miguel de Cervantes, la justicia era locura y utopía (del mismo modo que aún hoy algunos la consideran improcedente y exclusiva para sus intereses personales y de grupo -siempre de poder) la mayoría de los seres humanos comenzamos a pensar cuánta razón tenía el caballero de la triste figura cuando comunicaba tan sabias palabras (por ello hacen justicia) a su escudero amigo.

Porque es la justicia la que nos convoca hoy para cambiar el mundo. No la justicia que se discute y se reparte en los juzgados, que esa sí es locura, sino la que reclama la fraterna igualdad -que es humanidad sin diferencias y sin fronteras y humanamente digna-; la justa distribución de la riqueza -que es justicia social, además de honesta y equitativa-; la paz y la concordia; la cooperación sin exclusión… Justicia que antaño reclamaban las utopías, como la que Cervantes nos presentó en su innovadora y sabia novela. Y otras utopías que están en la mente de los lectores con memoria agradecida e integradora.

Sin duda que la idea de “cambiar el mundo” es la buena nueva que nos trae el nuevo siglo XXI. Sí o sí. Porque no hay otra elección.  Pero “cambiar el mundo” exige pensar en unas premisas o principios o valores que piloten el cambio de rumbo de la humanidad.


Cuestiones De Género Que Permanecen



Detrás de la campaña contra la llamada "ideología de género" se esconde una visión machista y conservadora de la vida y de las relaciones entre los seres humanos. Machista porque sus activistas buscan mantener los estereotipos de género, algo evidente en el uso del rosado (mujeres) y celeste (hombres), con toda la carga simbólica que esto representa. Y conservadora porque, según sus defensores, las personas de orientación no estrictamente heterosexual –lesbianas, gays, trans…– están excluidas del "plan de Dios", por más creyentes o buenas personas que puedan ser.

Es necesario, sin embargo, valorar en su exacta dimensión el hecho de que miles y quizá millones de personas se adhieran a las banderas de ese movimiento.

Cuando se debate con sus representantes o dirigentes, hay que tomar en consideración a todas las personas que se identifican con él, de cualquier condición social y lugar del país. Este no es solo un debate entre "élites" conservadoras y renovadoras. No se agota con criticar a personas como el demencial pastor cubano que alentó en una arenga religiosa el asesinato de lesbianas. 

Hay que hacer pedagogía constante, y permear los discursos radicales.
Es innegable que, por las dificultades que todavía implica en la convivencia social –más allá de las cuestiones religiosas–, muchos padres y madres temen que sus hijos sean homosexuales. 

Al mismo tiempo, no se puede dejar de tomar en cuenta que la versión tradicional "varón/celeste-mujer/rosado" la consideran más "segura" para, supuestamente, garantizar la heterosexualidad, y que representa una protección frente a posibles abusos en la escuela.

Frente a todo esto, el gran desafío es explicar –y convencer de– por qué el enfoque de igualdad de género –no la "ideología"–, así como la adecuada información sobre los otrora temas tabú, otorga mayores garantías a la integridad y a la mejor realización –incluso profesional– de sus hijos e hijas, además de que no alienta ninguna orientación sexual, sino que predomine el respeto.


Éticos


La ética es la habilidad para tener siempre presente cómo afectan nuestros pensamientos, palabras y acciones tanto a nuestra felicidad como la de los demás.

Aquello que piensas, dices o haces no debe minar tu felicidad ni la de los demás. En ningún aspecto.

¿Te imaginas un mundo donde nunca jamás nadie hiciese (ni dijese, ni pensase) nada que pusiese en peligro la felicidad de otro ser humano? Ese sería un mundo ético. Un mundo donde blindar la felicidad de uno mismo y la de los demás fuese la prioridad de todo pensamiento, de todo acto.

Así, podemos ser éticos (o no serlo) a tres niveles diferentes: pensamientos, palabras y acciones.

La ética es la habilidad para tener siempre presente cómo afectan nuestros pensamientos, palabras y acciones tanto a nuestra felicidad como la de los demás.

Aquello que piensas, dices o haces no debe minar tu felicidad ni la de los demás.

 En ningún aspecto.
¿Te imaginas un mundo donde nunca jamás nadie hiciese (ni dijese, ni pensase) nada que pusiese en peligro la felicidad de otro ser humano? Ese sería un mundo ético. Un mundo donde blindar la felicidad de uno mismo y la de los demás fuese la prioridad de todo pensamiento, de todo acto.

Estamos acostumbrados a creer que la ética solo se ve envuelta cuando hay palabras o acciones por el medio. Pero claro, siguiendo la definición anterior, cualquier pensamiento que afecte a tu felicidad de manera negativa (o a la de los demás en potencia) también podemos considerarlo como poco ético.

¿Sabes? Cualquier acción o palabra siempre ha comenzado con un pensamiento. 

Me gustaría expresar aquí la importancia crucial que tiene siempre aportar conciencia sobre la ética de los propios pensamientos ya que son la chispa de la hoguera de la falta de ética en las palabras y las acciones.

Prueba a estar una semana solo con pensamientos éticos (no pienses nada que vaya en detrimento de tu felicidad ni de la de los demás) y luego cuéntame qué es diferente en tu vida.


Intentarlo Todo



Todos huimos del fracaso. Al fin y al cabo, fallar no es algo positivo; implica no haber logrado lo que se quería, y es, en cualquier caso, tal como lo define la Real Academia Española, un “suceso lastimoso, inopinado y funesto”. Negativo, en cualquier caso, pero inevitable. Tal como dijo Truman Capote, “el fracaso es el condimento que da sabor al éxito”. No hay un gran logro que no vaya acompañado de decenas de fracasos.

Saber aprovechar nuestros fallos es la clave para el triunfo Desafortunadamente, mucha gente no sabe cómo superar sus errores. En vez de aprovecharlos para insistir en su objetivo su influjo les empuja a abandonar la empresa acometida, y esto es lo peor que se puede hacer ante un fallo. La habilidad para aprovechar las oportunidades que nos brindan los fracasos es la gran diferencia que distingue a la gente exitosa de la mediocre. Hay algo que hay que tener muy claro, y es que sólo a través del fracaso se puede lograr el éxito. Aprovecharse de él es la clave para el triunfo. Estos son unos consejos, alumbrados por grandes mentes de los negocios, la ciencia y la cultura, para aprovechar todo lo que el fracaso puede ofrecernos.

No te arrepientas, has gastado tu tiempo sabiamente

Cuando fallamos podemos tener la tentación de pensar que hemos malgastado nuestro tiempo en algo que no hemos logrado, y nos arrepentimos de haber empezado siquiera a intentarlo. Esto es un error. La realidad es que hacer algo, aunque sea errado, es siempre mejor que no hacer nada. La inacción es el peor de los fracasos, y muchas veces la gente que nos critica es la misma que prefiere no intentar absolutamente nada. No les hagas caso. Lo que es lamentable es no hacer nada, no intentarlo y fallar. 

Tal como explicó acertadamente el filósofo y teólogo Paul Tillich, “aquel que escala y cae puede ser olvidado. Aquel que nunca escala y nunca cae es un fracaso en todo su ser”.

El fracaso existe para ofrecer sabiduría
Los errores tienen el significado que queramos darle. Si lo consideramos como un aprendizaje nuestros fallos tendrán un sentido distinto, nos servirán para darnos la sabiduría que necesitamos para alcanzar el éxito. Y cada pequeño fracaso será un paso hacia el triunfo. Si cambias el punto de vista verás el fracaso de forma diferente: será una oportunidad para aprender. Henry Ford decía que el fracaso “es sólo una oportunidad para empezar de nuevo de forma más inteligente”.

Aprende todo lo que puedas de cada fracaso
“No he fallado la prueba, sólo he encontrado cien maneras para no hacerla mal”. Así explicaba Benjamin Franklin como los errores pueden verse como un éxito. Y es que, tanto en la ciencia como en la vida, un fallo nos enseña lo que no debemos hacer para lograr el éxito. Nuestra habilidad para identificar por qué hemos fallado es esencial en este sentido. Debemos reflexionar para encontrar la manera en la que no repitamos los mismos errores. Algo que es esencial para no caer en el mismo error una y otra vez.

No te rindas; quizá estás a sólo un paso del éxito
Nadie podría explicar esto mejor que Thomas A. Edison: “Muchos de los fracasos vitales son de gente que no se dio cuenta de lo cerca que estaba del éxito cuando decidió rendirse”. Tirar la toalla es muy tentador, especialmente cuando los fracasos se repiten. Pero es precisamente la concatenación de intentos fallidos lo que puede conducirnos al éxito. Si de verdad crees en lo que estás haciendo, sigue intentándolo. En algún momento lograrás tu objetivo. En caso contrario, al menos tendrás la satisfacción de que lo intentaste hasta el final.

Mantén tu entusiasmo
No basta con seguir intentándolo, además hay que hacerlo con el mismo nivel de entusiasmo con que se comenzó la empresa. De otra manera, los intentos serán cada vez menos poderosos. La clave reside en lograr que la emoción no decaiga. Una buena manera para lograrlo es poner sobre el papel los avances logrados, para tener claro que estás un paso más cerca del éxito. 

El fracaso puede ser una gran motivación. El dramaturgo Tennessee Williams contaba que siempre encontró impulso en las críticas negativas: “El fallo aparente de una obra me llevaba directo a la máquina de escribir, incluso antes de que salieran las críticas. Me sentía más obligado a trabajar que las veces en las que el estreno era un éxito”


sábado, 20 de enero de 2018

La Emoción Y El Intelecto


El problema verdadero no es el uso de demasiada inteligencia sino la falta de uso de la emoción. La emoción se desatiende totalmente en nuestra civilización, así que se pierde el equilibrio y se desarrolla una personalidad torcida. Si la emoción también es utilizada, entonces no hay desequilibrio.

Un equilibrio de la emoción y del intelecto se debe mantener en la proporción adecuada; de lo contrario la personalidad entera se enferma. Es igual que si únicamente se usa una pierna. Tú puedes seguir usándola, pero no llegas a ninguna parte; simplemente te agotas. La otra pierna debe ser utilizada. 

La emoción y el intelecto son como dos alas: cuando utilizamos solamente un ala el resultado será frustración. Entonces la dicha que llega al usar ambas alas simultáneamente, en equilibrio y armonía, nunca es alcanzada.

No tengas miedo de usar demasiado el intelecto. Solamente cuando se utiliza la inteligencia tú tocas las profundidades; sólo ahí tu potencial está estimulado. El trabajo intelectual no implica la utilización de tu inteligencia. 

El trabajo intelectual es meramente superficial; no se toca ninguna profundidad, nada es desafiado. Eso da lugar al aburrimiento; genera trabajo que no causa placer. El placer viene siempre cuando se desafía la individualidad y tú tienes que probarte a ti mismo y responder al desafío. Cuando son desafiadas, la inteligencia o la emoción crean ambas su propia dicha.

Una persona es esquizofrénica si solamente una porción de su personalidad está trabajando y la otra está muerta. Entonces hasta la parte que está en funcionamiento no trabajará realmente bien porque estará con exceso de trabajo.

La personalidad es una totalidad; no tiene ninguna división en absoluto. 

Realmente, la personalidad entera es una energía que fluye. Cuando la energía se utiliza de manera lógica se convierte en inteligencia, y cuando no se utiliza lógicamente sino emocionalmente se convierte en  corazón. Éstas son dos cosas separadas; es la misma energía que atraviesa dos canales diferentes.

Cuando no hay corazón sino sólo intelecto, nunca te puedes relajar. La relajación quiere decir que ahora la misma energía dentro de ti está trabajando en un canal diferente. 

La relajación no quiere decir que no hay trabajo en absoluto, significa trabajo en otra dimensión. Entonces la dimensión que está sobrecargada se relaja.

Una persona que sigue una búsqueda intelectual continuamente, nunca se relaja. No desvía su energía a otra dimensión, así que su mente sigue trabajando en una sola dirección innecesariamente. Eso crea aburrimiento. Más y más pensamientos vienen y van; se difunde la energía, se pierde. 

Tú no puedes disfrutarla; por el contrario, estarás decepcionado y disgustado con esta carga innecesaria. Pero la mente, o el intelecto, no es el culpable. Como una dimensión alternativa no se ha proporcionado, como no hay otra puerta abierta a ella, la energía continúa dando vueltas en tu interior.

La energía nunca puede estar estancada. Energía significa lo que no está estancado, lo que siempre está fluyendo. Relajación no significa la energía que está estancada o dormida; científicamente, la relajación quiere decir que ahora la energía está fluyendo a través de otro canal, de otra dimensión, — que ha entrado en otro espacio.

Pero aunque el espacio puede ser diferente, si no es completamente lo opuesto al espacio en el que te encontrabas antes, la mente no se relajará. Por ejemplo, si tú trabajas en un problema científico, entonces te puedes relajar leyendo una novela. 

El trabajo es diferente: ocuparse de un problema científico es ser activo — una modalidad muy masculina — mientras que leer una novela es ser pasivo, que es una modalidad absolutamente femenina. Aunque estás utilizando la misma mente estarás relajado, porque es el polo opuesto de la mente el que está siendo utilizado. Tú no estás solucionando nada, no estás activo; eres sólo un receptor, recibiendo algo. La dimensión es la misma excepto que la emoción, el polo opuesto, está siendo utilizada.

De la misma forma, cuando amamos, el intelecto no entra en juego en absoluto. Sucede justo lo contrario: la parte irracional de tu personalidad entra en acción. La inteligencia debe ser balanceada por el amor y el amor debe ser balanceado por la inteligencia. Ordinariamente, este equilibrio no se encuentra en ninguna parte.

Si alguien está enamorado y comienza a descuidar todas las búsquedas intelectuales, esto también creará aburrimiento. Incluso el amor se convierte en una tensión si es un asunto de veinticuatro horas al día. Una vez que el desafío se pierde, el placer también se perderá: el juego se perderá y se convertirá tan sólo en trabajo. La misma cosa sucede con un intelectual que descuida el lado emocional de su ser.


Estas dos piezas, estos dos polos, deben estar en equilibrio, sólo entonces nace un ser humano integrado e individual”.

Cultivando El Lenguaje


Mejorar el vocabulario y fluidez verbal puede realizarse a cualquier edad y sin importar el nivel educativo. Incluso los estudiantes universitarios pueden beneficiarse de tener un vocabulario más rico y variado que ayuda a mejorar la comunicación tanto oral como escrita a la vez que proporciona una comprensión más profunda del idioma. Es frecuente que la gente vea el aprendizaje de vocabulario como una prueba dura y aburrida pero también puede convertirse en un proceso ameno y divertido dependiendo de las herramientas que se utilicen. 

Leer, escribir, jugar a juegos de palabras y consultar el diccionario son las mejores formas de aprender nuevas palabras.
Lee y escribe más 
Esta es probablemente la mejor forma de mejorar y ampliar el vocabulario. Leer está directamente relacionado con una amplia variedad de palabras, especialmente si lees libros sobre temas con los que no estás familiarizado o de géneros literarios poco comunes. 

Aunque se suele recomendar leer libros que no sean de ficción, la verdad es que las novelas de ciencia ficción también pueden enseñarte nuevas palabras aunque hay que estar atento a su uso y significado correcto; mientras lees toma nota de las palabras que no conoces aunque deduzcas su significado al leer. Cuándo termines la lectura consulta su significado y escríbelo. 

Una práctica tan simple como leer el periódico cada día es un buen comienzo para ir adquiriendo el hábito de leer más. Y si leer es importante para adquirir nuevo vocabulario, escribir es primordial para interiorizar este aprendizaje. Al escribir te ves en la necesidad de explicar las ideas de una forma muy diferente a como las explicas de forma oral siendo frecuente el uso de palabras y  construcciones de frases que no utilizarías normalmente. 

Realiza juegos de palabras 
Si leer no te gusta, puedes intentar pasar un rato divertido jugando a juegos de palabras para aprender nuevo vocabulario. Algunos como el popular Scrabble® o Boggle® entrenan tu cerebro en combinar letras y encontrar palabras desconocidas o conocidas pero poco utilizadas. La mayoría de estos juegos son interactivos y se juegan en compañía por lo que pueden ser una forma de mejorar tu vocabulario a la vez que pasas un rato agradable con tu familia y amigos. 

Incluso puedes jugar desde tu tablet o smartphone, por ejemplo a través de Scrabble para Android, y mantener una partida a distancia. 
Sopas de letras y autodefinidos 

Las sopas de letras y autodefinidos son pasatiempos que juegan con el idioma y, a diferencia de otros juegos de palabras, puedes realizarlos sólo. 

Puedes encontrar revistas dedicadas a este tipo de pasatiempos o hacer los que vienen en la mayoría de periódicos. También puedes hacerlo en grupo si prefieres el estímulo de la competición. 

Utiliza el diccionario 
Utilizar el diccionario es una forma muy simple de mejorar el vocabulario. Crea tarjetas con palabras que no conoces o que no utilizas mucho. Mientras vas en el bus, esperas tu turno en la cola del super o en cualquier otro momento de espera práctica alguna de las palabras de estas tarjetas. 

Intenta utilizarlas en tu día a día de forma que te vayas acostumbrado a ellas. Si oyes a alguien decir alguna palabra poco común pregunta sobre su significado y luego búscala en el diccionario. En español puedes consultar el diccionario online de la Real Academia Española o el diccionario panhispánico de dudas. 

Recursos online 
Existen numerosos sitios web dedicados a la mejora del vocabulario y al aprendizaje de idiomas. Desde webs completamente dedicadas a juegos de palabras y otras actividades lúdicas relacionadas con el lenguaje. 

Puedes, por ejemplo, suscribirte para recibir una palabra cada día en tu correo electrónico. También puedes encontrar comunidades de usuarios con este mismo interés. Si estás intentando mejorar el vocabulario de tu idioma materno podrás encontrar gente con la que aprender juntos y si estás aprendiendo un nuevo idioma podrás encontrar comunidades en las que escribir, hablar e intercambiar experiencias con otros aprendices. 


Dato: 
El uso frecuente de muletillas, tales como: “tipo…”, “este…”, “am…”, “pa…”,“eeh…” hará que inclusive las personas con vocabularios más ricos y amplios parezcan incultas. Evita las palabras y contracciones innecesarias. 

Buscando Respuestas


Quizás llevas tiempo dándole vueltas a una pregunta a la que todavía no has encontrado ninguna respuesta. La has buscado leyendo libros, escuchando a gurús, asistiendo a cursos, haciendo terapias…

Es posible que la respuesta esté más cerca de lo que piensas, porque está en tu interior. Pero para encontrarla hay que desempolvar algún viejo archivador en tu subconsciente.

Te propongo que no esperes más. Puedes acceder a la respuesta que buscas si formulas una pregunta diferente.

Por ejemplo, imagina que, desde hace tiempo, no logras responder a la pregunta “¿qué sentido tiene mi vida?”. Para encontrar una respuesta podrías variar la pregunta y, por ejemplo, preguntar: ¿por qué no le encuentro sentido a mi vida? o ¿el sentido de la vida se busca? o ¿para qué quiero encontrar un sentido a mi vida? o ¿cómo podría encontrarle un sentido a mi vida? o ¿cómo sería mi vida si ya tuviera sentido? o ¿qué necesitaría para encontrarle un sentido a mi vida?  … u otras que se te ocurran.

O, si bien, por ejemplo, lo que te ocurre es que estás sumid@ en una depresión por algo que te ha sucedido.

Si tu pregunta sin respuesta es: “¿por qué me ha sucedido esto a mí?”, te propongo buscar preguntar alternativas como: ¿para qué me ha sucedido esto? o ¿cómo podría ver desde otra perspectiva lo que me ha sucedido? o ¿tiene alguna utilidad lo que me ha sucedido? o ¿cuándo podré superarlo? o ¿cuánto esfuerzo deberé emplear para salir de esta situación? o ¿qué herramientas necesito para salir de esa situación?… u otras que se te ocurran.

No te conformes con la primera respuesta que obtengas. Sigue el hilo a partir de ella, sigue preguntando. Llegarás al fondo de la cuestión.


Con Los Ojos En La Nuca


En tiempos de las redes sociales la conversación es un arte en decadencia. Se trata de una pérdida significativa.

Para Borges, la cultura se originó gracias a «unos cuantos griegos conversadores». 

Quien dialoga se sirve de la inteligencia en forma libre y gratuita; aplaza las certezas, las opiniones definitivas, la voluntad de tener razón, y descubre con asombro ideas propias.

A contrapelo de la celeridad contemporánea, Stavans y Villoro se han servido de internet para dialogar dilatadamente, como lo hubieran hecho en un café, explorando su pasión común por la literatura y las circunstancias en que ocurre.

El ojo en la nuca es una conversación en tono suelto, atrevido, que incluye las hipótesis, las confesiones, los desahogos, las bromas, las anécdotas y las interpretaciones que no siempre llegan a la versión definitiva de los textos pero los sustentan en secreto.

En este singular y fascinante intercambio de perspectivas, el ojo sólo podía estar en la nuca.


Las Cosas Sencillas De La Vida


Las cosas sencillas de la vida son como esas estrellas que relucen en las noches despejadas. Siempre están ahí, rodeándonos, ofreciéndonos su magia sutil; sin embargo, no todos los días nos detenemos a mirarlas ni recordamos que existen.

Sólo cuando nos faltan, sólo cuando la vida nos da un pequeño o gran revés, apreciamos de golpe lo que de verdad edifica nuestro corazón, lo que constituye cada una de esas cuerdas internas que dan música y sentido a nuestra existencia.
Las cosas sencillas, amables y discretas forman día a día la orilla de nuestra vida, ahí donde yacer en los días de tormenta y donde todas nuestras alegrías cobran sentido.

Hay quien suele decir que cuanto más sencilla sea nuestra forma de existencia menos preocupaciones tendremos y menos errores cometeremos. Ahora bien, cada cual es libre de complicarse la vida tanto como desee, todos tenemos derecho a asumir riesgos, proyectar sueños y a tener un círculo social tan amplio y variado como queramos.

Lo principal, la clave de todo no está en llevar una vida sencilla sino en ser sencillos de pensamiento y saber qué es lo importante, qué es lo que de verdad hace feliz a nuestro corazón y nos identifica. A partir de ahí, todos nosotros muy somos libres de edificar nuestros microuniversos particulares. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

Hay un dato que nos llama la atención, Google publicó hace sólo unos días cuáles son las búsquedas más comunes entre los usuarios. Entre ellas, la que casi siempre es tendencia es una en concreto: “¿cómo ser feliz?”

Ser feliz es cerrar los ojos y no desear nada más, y para ello, basta con que dejemos de medir la felicidad por el dinero que tenemos o dejamos de tener: sino por aquellas cosas sencillas que no cambiaríamos ni por todo el dinero del mundo.

Llevar una vida plena y consciente es saber entender en qué momento de tu vida estás, y en sentir tu presente, el aquí y ahora.

Hemos de ser conscientes de lo que nos dice nuestro corazón y de las necesidades que tienes a tu alrededor. Puede, por ejemplo, que trabajar más horas te dé la oportunidad de tener más cosas, pero tú eres consciente de que a pesar de todo, prefieres invertir ese tiempo en tu familia.

Vivir una vida plena es comprender también que cada esfuerzo vale la pena, porque cada cosa que haces te hace feliz y ofrece felicidad a los tuyos.

Si no hay reciprocidad no hay plenitud. Mira tu vida como si fuera un círculo: si no hay equilibrio contigo mismo y lo que te rodea, será difícil disfrutar de esa felicidad.

No todas las personas saben disfrutar de las cosas sencillas que les ofrece la vida. Tal vez porque son incapaces de verlas, otras porque no las aprecian y se inclinan más por el apego material, por la satisfacción inmediata, esa que no perdura…


Respira, ama, sé feliz, disfruta de las cosas sencillas de la vida… Esto es lo único urgente, lo demás, aunque no lo creas es secundario.

Pesimismo / Optimismo


La actitud es la base de todo en la vida. Como bien dicen, lo importante no es lo que te sucede, sino cómo reaccionas ante ello

Así, está comprobado que con una actitud adecuada, con pensamientos de poder y palabras que te empoderan, miles de personas hasta enfermedades supuestamente terminales a los ojos de los galenos, han ganado la batalla. Incluso un divorcio, la muerte de un ser querido, una pérdida económica, de un trabajo, alguna situación emocional, con optimismo, se convierte en un proceso mucho más llevadero.

Debes tener actitud, para no formar parte de la gran mayoría. Algunos ejemplos:
el pesimista ve un problema en cada necesidad, el optimista, ve una oportunidad; el optimista dice en la mañanas: “¡Buenos días, Dios!”. En cambio, el pesimista dice, “¡ay, Dios mío, otro día!”. el optimista encuentra una respuesta para cada problema, el pesimista ve un problema en cada respuesta; un optimista puede ver la luz donde no la hay, pero ¿por qué el pesimista siempre corre a apagarla?. El optimista es el realista que siempre tiene una salida; el pesimista ama el atardecer, el optimista el amanecer (ambos son hermosos, pero uno implica la entrada de la oscuridad y el otro su marcha). 

El optimista tiene siempre un proyecto; el pesimista, una excusa. El optimista cree en los demás y el pesimista sólo cree en sí mismo... O como bien dijo Napoléon Hill, “el optimista se equivoca con tanta frecuencia como el pesimista, pero es incomparablemente más feliz”.

El término optimismo surge del latín “optimum”: “lo mejor”. Este término fue utilizado por el filósofo alemán Gottfried Wilhelm Leibniz en su Ensayos de Teodicea sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal; según el cual, el mundo en el que vivimos es el mejor de los mundos posibles.

El psicólogo Daniel Goleman en su libro “Inteligencia Emocional, explica que el optimismo y la esperanza impiden caer en la apatía, la desesperación o la depresión frente a las adversidades. 

Los pesimistas consideran que los contratiempos constituyen algo irremediable y reaccionan ante la adversidad asumiendo que no hay nada que ellos puedan hacer para que las cosas salgan mejor y, por tanto, no hacen nada para cambiar el problema. Los pesimistas y pusilánimes deberían tener en cuenta que esa actitud no es algo con lo que se nace y por lo que no se puede hacer nada, sino que es una actitud que podemos cambiar a cualquier edad. Uno mismo es responsable de sus propias actitudes y, aunque puede no ser fácil, pueden cambiarse y uno debe estar siempre dispuesto a mejorarse a sí mismo.

Goleman lo resume: “es la combinación entre talento razonable y la capacidad de perseverar ante el fracaso lo que conduce al éxito”. Esta última actitud es básica en lo que llama “inteligencia emocional” que, resumiendo, la define como la “capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y, por último —pero no, por ello menos importante—, la capacidad de tener empatía y confiar en los demás.

La actitud de saber “diferir las gratificaciones” ha demostrado ser también muy importante, pues invoca la capacidad de saber que para conseguir ciertos éxitos hay que saber esperar y trabajar por ellos. 

Es un error buscar sólo las gratificaciones inmediatas o a corto plazo. En varios experimentos efectuados sobre niños se ha demostrado que aquellos con mayor capacidad para diferir las gratificaciones conseguían mayores éxitos en sus vidas adultas, mientras que el otro grupo era más propenso a tener una vida desordenada con delincuencia, drogas e insatisfacción, por ejemplo.

Tampoco se trata de caer en el extremo que todo va a ser color de rosa, la idea es encontrar un equilibrio en la vida y en vez de perder la paz, la paciencia, que la actitud sea encontrar qué es lo bueno que la vida nos está permitiendo vivir y qué lección de aprendizaje desea que aprendamos de lo que nos sucede y sobretodo, en medio de ello, tener la capacidad de no caer en la angustia, desesperación, tristeza, depresión o negatividad ya que si elegimos eso, los únicos que estaremos atribulados y haciéndonos daño a nosotros mismos somos nosotros.

Y no confundamos, una cosa es ser optimista y otra hacerse el mojigato. Hay situaciones en la vida que hay que afrontar y confrontar, solamente que debe ser desde la paz, con conciencia y optimismo.


Atrapados Por La Inercia


“Todo cuerpo en reposo tiende a seguir en reposo y todo cuerpo en movimiento tiende a seguir en movimiento a menos que una fuerza externa actúe sobre él.”

Esto significa que tanto para poner un cuerpo en movimiento como para pararlo es necesario aplicarle una fuerza. Es decir, si un coche está en marcha y dejas de apretar el acelerador, el coche seguirá moviéndose debido a la inercia hasta que una fuerza externa (el freno o el roce generado por el movimiento) le haga detenerse. Igualmente, si intentas empujar un coche que está parado y en punto muerto, necesitas hacer un gran esfuerzo inicial para vencer la inercia y que el coche se empiece a mover. Una vez echa andar, es mucho más sencillo mantenerlo en marcha.

Y qué tiene que ver todo esto conmigo, te preguntarás. Pues mucho más de lo que crees. Porque aunque a Newton se le olvidó indicarlo explícitamente, la inercia también te afecta a ti.

Igual que ocurre con los coches, a los humanos lo que más esfuerzo nos cuesta es arrancar (y detenernos una vez estamos en marcha).

Utiliza este principio a tu favor y te ahorrarás muchos esfuerzos innecesarios, ya que hacer las cosas por inercia facilita el no tener que aplicar la misma voluntad y trabajo a cada uno de tus proyectos.

Aplicaciones prácticas de la inercia
Como soy una persona pragmática a la que le gusta ver resultados reales, no podía terminar este artículo sin antes compartir contigo algunas aplicaciones prácticas de todo lo que te acabo de contar. Son lecciones basadas en mi experiencia personal (la mayoría errores que cometí en su momento), pero estoy convencido de que las encontrarás útiles. ¡Ahí van!

1. Antes de empezar un nuevo proyecto, termina el anterior
¡En serio! No lo dejes al 95%, especialmente si sabes que tarde o temprano tendrás que acabarlo. Lo único que conseguirás es posponer lo inevitable y cuando por fin tengas que sentarte a hacerlo te costará 10 veces más de lo que te hubiese costado en su momento porque tendrás que empezar por re-aprender lo que ya sabías.

Este tipo de situaciones se dan mucho en la universidad. Mucha gente deja a medias los estudios porque les sale un trabajo o para hacer otra cosa y ya nunca los acaban pese a que sólo les queda una o dos asignaturas. Y es que cuando por fin deciden ponerse con ello, se dan cuenta de que no era tan fácil como pensaban. Su mente está centrada en otros asuntos y recuperar el ritmo de estudio requiere de un esfuerzo BRUTAL.

2. Si te das cuenta de que vas por el camino equivocado, corrige el rumbo cuanto antes
Seguro que conoces a algún compañero de universidad que empezó la carrera contigo y un año más tarde se dio cuenta de que no era lo suyo o no era lo que esperaba. En vez de reconocer que se había equivocado y rectificar lo antes posible se empeñó en acabarla a cualquier precio porque “ya había invertido un año”. Cada año que pasaba su inversión de tiempo y esfuerzo era más grande, y le resultaba más difícil dar marcha atrás. Hasta que un día se graduó y entonces se dio cuenta de que por fin había llegado a la playa, pero él donde quería ir era a la sierra.

Hacer algo por inercia, cuando no es realmente lo que quieres hacer, no te ahorrará esfuerzos. Tan solo te provocará problemas y acabar hundido por haber desperdiciado horas, días, semanas, meses o años de tu vida en algo que no te servirá para nada a largo plazo.

Esta situación también es muy común en el mundo de los negocios, donde no es fácil reconocer que te has equivocado. En vez de eso, muchos prefieren invertir más tiempo, dinero y esfuerzo en un proyecto que no tiene ningún futuro. Grave error.

Si te has equivocado, te has equivocado, y punto. Acéptalo y no hagas el agujero más grande de lo que ya es. En vez de eso, cambia de rumbo cuanto antes porque debido a la inercia cuanto más tardes en hacerlo más difícil te resultará frenar (y más metros tendrás que recorrer en la dirección opuesta).


Globalizados


Desde hace más de tres décadas hemos vivido una globalización acelerada, acompañada por la llamada cuarta revolución industrial, la cual ha permitido conectar a la mayoría de la humanidad entre sí, en todos los planos. Esta oleada de globalización hizo central el debate sobre el rol de los mercados, el papel del Estado y la cultura en estos procesos. Muchos creyeron que era el fin de la historia, y el triunfo del capitalismo liberal y el Estado democrático. 

La experiencia indicó rápidamente que las reacciones generadas por estos procesos crearon tantas tensiones que le recuerda a uno las tesis de Karl Polanyi, en su libro La gran transformación, ocurrida a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX.  Ello generó fracturas profundas que se resolvieron en dos guerras mundiales, el fascismo, el surgimiento del mundo socialista y el auge de la socialdemocracia.

La época actual nos invade con similares tensiones. La oleada globalizadora ha sido recibida por una respuesta que ha atizado los movimientos nacionalistas, populistas y religiosos. Ya no se discuten tanto los temas de las décadas recientes, sino el surgimiento de movimientos nacionalistas de derecha en Europa y otras partes del mundo, el rechazo a los migrantes y la lucha contra el fanatismo musulmán. Los Estados nacionales parecen ser cada vez más impotentes para enfrentar estas amenazas, y personajes histriónicos y peligrosos aparecen en la escena internacional. 

Los marginados de los supuestos beneficiarios de la globalización se sienten excluidos, olvidados, y desean recuperar la “grandeza” de sus naciones apoyando candidaturas que sorprenden, como es el caso de Trump en Estados Unidos, quien disputa en forma cerrada la presidencia. En Gran Bretaña, los excluidos de esta globalización apoyaron la salida de la Unión Europea. En Asia aparecen personajes como el Presidente de Filipinas. En el Oriente, la amenaza nuclear con Corea del Norte siembra incertidumbre.

América Latina no se queda atrás, al ver un chavismo aferrado al poder y saboteando un referendo que lo sacaría del mismo, pues en últimas es lo único que cuenta, a pesar de la posible implosión social. Brasil cae en el marasmo de la corrupción y Argentina se sacude con protestas sociales frente a las políticas de Macri. México está sumergido en la criminalidad del narcotráfico. La región se estanca en su crecimiento económico, y el desempleo empieza a crecer en todos los países.

Lo significativo es que nuestro país sea ahora portador de buenas noticias, con la firma en Cartagena de los Acuerdos de La Habana. ¡Quién lo creyera! El país parece dispuesto a escoger un sendero de desarrollo, inclusión y justicia social, en medio de los radicalismos universales.

Polanyi indicó hace mucho que la globalización obligaba a las naciones a construir cinturones sociales de protección. No para aislarse del mundo, sino para neutralizar los efectos negativos y desarrollar más equidad e inclusión. Empezar por el agro, ampliar nuestra limitada democracia, y utilizar políticas diferentes para el narcotráfico vale la pena.

El mundo nos observa.


viernes, 19 de enero de 2018

No Lo Dejes Para Mañana


Escuché una vez este comentario:

«Una vez le pregunté a mi madre cómo decidió tener su primer hijo, el pequeño yo. Su respuesta fue sencilla: ‘Era algo que queríamos y decidimos que no tenía sentido retrasarlo. Nunca es buen momento para tener un bebé’. ¿Estás esperando un buen momento para dejar tu trabajo? Las estrellas nunca se alinearán y los semáforos de la vida nunca se pondrán en verde todos al mismo tiempo. El universo no conspira contra ti, pero tampoco se volverá loco para apartarte obstáculos del camino. Las condiciones nunca serán ideales
.
Algún día es una enfermedad que hará que te lleves tus sueños a la tumba. Si algo es importante para ti y quieres hacerlo, hazlo y corrige el rumbo mientras caminas». 

Sí, nos aterra que las cosas vayan mal, porque ya se sabe que del árbol caído todo el mundo hace leña. Lo siento, no hay alternativa: las cosas te irán mal a veces. 

Los hemos dicho muchas veces: el fracaso no es lo contrario al éxito; el fracaso forma parte del proceso del éxito. El precio del éxito es el precio del aprendizaje y el precio del aprendizaje es el precio del error. Así lo expresaba Zig Ziglar: «El fracaso es un evento nunca una persona». El fracaso es NO intentarlo; el fracaso es NO perseverar; el fracaso es NO aprender...

Continuamente aplazamos nuestras decisiones en búsqueda de la opción perfecta, aquella que no pueda ir mal y que no pueda ser criticada, en la que todo marche según un plan perfectamente estructurado y ordenado. Pero eso es un brindis al sol. Todo es criticable porque cada persona ve la vida desde su atalaya. El propio Napoleón Hill en su obra recoge las 30 principales causas de fracaso de las personas y señala como una de las principales el aplazamiento:

«El aplazamiento es una de las causas más comunes del fracaso. La tendencia a dejar siempre todo para más adelante acecha a todos los seres humanos, a la espera de una oportunidad para echar a perder cualquier posibilidad de tener éxito. La mayoría andamos por la vida como unos fracasados porque estamos esperando el momento ideal para empezar a hacer algo que merezca la pena. 

No hay que esperar. El momento nunca será el mejor. Debemos empezar donde estemos y trabajar con las herramientas que tengamos a nuestra disposición, y a medida que avancemos hallaremos mejores instrumentos».

No hay nada peor que la indecisión permanente. No hay nada peor que esperar a que se despejen todas las incógnitas de la ecuación. El inmovilismo siempre es aliado de la mediocridad. 

La materia prima de la que está hecha la vida es el tiempo, porque cada hora que pasa ya no vuelve, o se aprovecha o se desaprovecha; cada hora no utilizada a nuestro favor se pierde. 

«Si no actúas sobre la vida, la vida actuará sobre ti: los días se convertirán en semanas;
Las semanas en meses; los meses en años, y cuando te quieras dar cuenta, 

Tu vida habrá terminado».

El Universo Que Construyes



Hoy, después de años de escribir y hablar en público estoy convencido que las ideas expresadas con fuerza a través de las palabras bien escogidas tienen vida propia y la capacidad de construir o destruir. Son tan concretas o incluso más concretas que las cosa materiales porque las palabras nacen de una esfera superior que tiene el poder de crear cosas nuevas que transformar la realidad.

No es por nada que la Biblia empieza por decir en Génesis 1:3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.

Esta misma capacidad de la palabra que utilizó Dios para crear la luz y separarla de las tinieblas la tenemos cada uno de nosotros y se manifiesta a cada instante de nuestras vidas a través de nuestros pensamientos que transforma “milagrosamente” tanto nuestros temores como esperanzas en realidad. 

Si nosotros creemos que el universo es hostil, lo será. Nuestros miedos más obscuros se materializarán. Por ejemplo si nos imaginamos que hay gente mala en todos lados, el universo nos mandará gente mala. Si nos imaginamos que nos vamos a enfermar, el universo nos mandará enfermedad. Y si nos imaginamos que nos vamos a  quedar sin trabajo el universo hará lo que le pedimos.

Ves el universo es infinitamente bueno y justo al mismo tiempo. Es infinitamente bueno porque nos colma de abundancia si abrimos nuestra mente y corazón y lo aceptamos. Pero es también infinitamente justo porque nos ha dotado del libre albedrío que nos permite vivir en la desgracia de una vida sin fe si así lo decidimos
.
La fe no es simplemente un principio teológico sino un músculo mental y emocional, y como cualquier músculo, hay que usarlo para que se desarrolle.
Al desarrollarlo nos percatamos que el universo está organizado para trabajar a nuestro favor y a manifestar a través de nosotros toda su creatividad y esplendor. Ninguno de nosotros somos insignificantes. Todos somos hijos de Dios, 
espléndidos y bellos. 

En los ojos del universo ninguno de nosotros somos demasiado viejos, feos o inadecuados. Todos somos perfectos y únicos. Todos tenemos una razón por vivir. Todos poseemos un ministerio. Todos somos co-crear con el universo en su misión de avanzar el amor.

Muchas veces tememos darnos al amor porque pensamos que nos hará débiles y vulnerables y menos eficientes en el mundo real. Decimos que está bien tener a Dios en nuestra vida espiritual, pero es mejor no entregarle nuestras finanzas.
Y sin embargo, el amor nos hace despertar cada mañana llenos de propósito, con una mente  más abierta y creativa que nos permite ver mejores soluciones y nuevas oportunidades.

A través de los ojos del amor nos presentamos ante la vida más positivos lo cual nos hace más atrayentes a clientes, a posibles empleadores y al mundo en general.

Al ver el universo como amigable dejamos de estar solos y nos integramos a la energía universal de un universo abundante que opera bajo la ley de la divina compensación.

¿Qué quiero decir con esto? Como comenté hace un momento, el universo es una fuerza creativa basada en el amor. Cada uno de nosotros poseemos una misión, un ministerio de co-crear abundancia con él. Se trata de cuidar con amor y esmero el mundo que se nos ha entregado y trabajar con fuerza, pasión y alegría todos los días de nuestras vidas para enaltecer la creación desarrollando nuestros talentos para servir a los demás y devolver a la creación un mundo un poco mejor que el que recibimos.

Al asumir nuestro rol de co-creadores con el universo activamos la ley de la divina compensación y la vida empieza a hacer fluir hacia nosotros todo lo que necesitamos para  proseguir en nuestro ministerio. Ante esta postura nos damos cuenta que no existe nada fortuito. Todo tiene una razón de ser. Por ejemplo, que hoy tú estás  aquí escuchándome.

Hoy mi deseo, mi misión es ayudar a liberarnos del hoyo negro del miedo y de la negación y a proyectarnos a la alegría de la luz, el propósito y la felicidad de sabernos infinitamente sabios y profundamente amados.

Por lo tanto hoy te invito a ser sabios como Einstein y a tomar la decisión más importante de tu vida hoy, aquí y ahora: ve al universo como amigable y de una vez por todas separa la luz de las tinieblas.


Controlar Nuestra Ira


De acuerdo al diccionario la rabia es un sentimiento muy fuerte de disgusto y generalmente antagonismo.

Cuando sentimos rabia, cólera o bronca nos sentimos invadidos, traicionados y desesperados. Sentimos que algo es más grande que nosotros y que no podemos hacer nada, nos sentimos impotentes. La rabia, bronca o cólera puede ser causada por eventos externos como se alguien en nuestro trabajo o pude ser causado por problemas internos o una memoria de nuestro pasado.

Yo nací con la creencia que enojarse es malo, por lo tanto he reprimido mucha bronca a lo largo de mi vida, hasta que un día entendí que la bronca es una emoción como cualquier otra.

La bronca no es buena ni mala. Nosotros podemos experimentar la bronca como saludable o tóxica.

Bradshaw dice, "Sin rabia, bronca o cólera no tenemos límites personales. La rabia nos sirve para mantener un sentido decente de nosotros mismos, de seres autónomos que podemos decir "no" cuando es necesario. Si alguien se está aprovechando de nosotros, podemos expresar nuestra bronca en una forma positiva. Por lo tanto esto sería una manera de manifestar una autoestima saludable porque podemos defendernos a nosotros mismos.

Por otro lado, si nosotros no podemos expresar nuestra bronca porque tenemos miedo que los demás nos rechacen, este sería un signo de baja autoestima. Si no podemos expresar nuestra bronca, lo que va a suceder es que la vamos a reprimir, o la vamos expresar violentamente contra alguien, o inclusive vamos a gritar o golpear objetos.

Si hay algún tema oculto , es decir conflictos no resueltos , los resolveremos haciéndonos preguntas. Gritando y golpeando cosas, o corriendo 10 km no nos va a ayudar a resolver nuestra bronca. 

La bronca y la ira son oportunidades para poder expresarnos a nosotros mismos. Abrazando y transformando nuestra bronca y trabajando para resolver nuestros conflictos no resueltos nos va a ayudar a liberar nuestra bronca y por lo tanto a crear una autoestima saludable. .

Dr. Robert Anthony: "Las personas enojadas son aquellas que más miedos tienen."

“He aprendido a través de los años que para poder tener una autoestima saludable debo saber la diferencia que existe entre sentir pena y sentir lástima de sí mismo.


Cultivar Nuestro Carácter


Evita los pensamientos negativos porque estos debilitan la mente e incluso afectan a tu cuerpo. Es un ciclo difícil de parar, la mente y el cuerpo se alteran, lo que agita también el sistema nervioso. Hay que tener muy presente que las alteraciones emocionales son una energía destructiva muy poderosa. Por lo tanto nuestro consejo es controlar por medio de la observación directa nuestra actitud mental, cuando venga a tu mente un pensamiento que te altere o te encuentres en una situación que la origine, se consciente y trata de evitarlo

Utiliza la respiración, el poder del ahora, la conciencia presente.

Nuestra mente tiene un gran poder de atracción, ¡cuidado con lo que piensas! Los yoguis siempre han defendido que “atraemos hacia nosotros lo que corresponde a nuestra cualidad dominante de pensamiento”. Por lo tanto es mejor tener pensamientos positivos, visualizarnos siendo felices, con abundancia y sanos. 

Está en nuestras manos seleccionar que pensamientos mantenemos sobre nosotros mismos, debes tener claro que las personas que nos rodean no van a crear nuestro destino, ni mucho menos lo que puedan pensar de nosotros.

Conoce las leyes del pensamiento y así podrás controlar las emociones y modelar el carácter. Hay una ley que dice “En lo que una persona piensa en eso se convierte”. 

Los pensamientos tienen tanto poder que puede llevar a las personas a realizar acciones de las que pueden arrepentirse a la larga, en definitiva son las responsables de que nuestra vida sea positiva o no. 

Hay que aprender a distinguir que tipo de pensamiento surge de nuestra mente, si es constructivo o destructivo, trabajarlo cada día, mantenerse vigilante, dejar que prosperen los pensamientos positivos y esto hará que los pensamientos negativos se eliminen.

El efecto bumerán de la mente es una realidad, “si odias a alguien, el odio vuelve a ti y si amas a los demás, el amor vendrá a ti” así lo aseguraba en su libro “El Pensamiento y su Poder” el gran maestro de yoga Swami Sivananda. Hay que tener mucho cuidado con lo que pensamos, todo lo que emite nuestra mente acaba regresando. 

Si uno se convierte en aquello que piensa, la propia vida termina reflejando el carácter de los propios pensamientos, así que se hace imprescindible mejorar nuestro modo de pensar.

Debemos ser conscientes de esta ley natural, si tenemos pensamientos de calidad, nuestra vida y circunstancias serán de la misma forma. 

Por lo tanto creo que es una opción para no escatimar en el esfuerzo de conquistar nuestra mente y moldearla de tal forma que nos convierta en esa persona que queremos ser, esa persona con la vida que queremos tener.


Mentes Motivadas


La creatividad, en su definición más simple, es aquella capacidad que tenemos los humanos para inventar o crear cosas. Es una capacidad, además, que podemos cultivar a lo largo de nuestra vida. 

De hecho, ya hemos visto en alguna ocasión hábitos para potenciar nuestra creatividad y, por eso, hoy queremos explicarte algunas características que comparten las personas creativas.

Aunque es cierto que hay diferentes formas de mejorar nuestra creatividad, también es cierto que las personas creativas comparten unos rasgos comunes prácticamente inherentes a su persona. Nosotros te queremos destacar cinco características comunes a esas personas:

Son curiosas. Una persona creativa siente curiosidad por todo aquello que le rodea. Pregunta, lee, aprende, se cuestiona lo establecido, analiza las cosas desde varias perspectivas,… Siente curiosidad por aprender cosas nuevas o por profundizar en aquellas que ya sabe.


Son flexibles. Aquellas personas dispuestas a mirar las cosas desde todo los ángulos, cuestionándose sus propias creencias, son más proclives a desarrollar más su creatividad. Están dispuestas a cambiar si hace falta. No tienen problemas con ello.

Ciencia Y Conciencia: Universos Paralelos

Filosofía
Ciencia Y Conciencia: Universos Paralelos
La vida es una sucesión de experimentaciones sujetas a la interpretación. Nuestros órganos sensoriales se estimulan casi sin nuestro permiso por señales físico-químicas de los alrededores que confluyen en el sistema nervioso para dar lugar a la percepción de la realidad. 

Nuestras vidas no son más que una exposición constante a las imágenes que recogemos en el día a día y que, tras ser tratadas por nuestra mente, nos fuerzan a esgrimir una exégesis apoyada en información previa. Somos científicos de nuestra propia existencia: tomamos datos, los procesamos y, jugando con lo que ya conocemos, llegamos a conclusiones. No nos controlamos. Incluso cuando forzamos a nuestros sensores a reducir el flujo de señales a nuestra mente durante el sueño, esta sigue procesando información.

La ciencia es un universo paralelo de nuestra vida cotidiana. Si queremos entender un fenómeno, nos vemos obligados a medir, y medir es dejar hablar a la naturaleza mientras nosotros permanecemos callados, intentando no interferir en su dictamen. 

Pero medir es solo obtener una versión parcial de los hechos. Es el análisis posterior y la intuición anterior basada en nuestra memoria lo que nos permite colegir las visiones parciales para llegar a una perspectiva global del fenómeno, para interpretarlo. 

Además, al igual que en el quehacer científico, nuestra visión de la realidad está limitada por el tipo de señales que recogemos, por los rangos de valores a los que son sensibles nuestros órganos sensoriales y por la resolución que alcanzan para distinguir detalles en la información de dichas señales, sin olvidar que el proceso de recogida de datos puede alterar los hechos.

Dado que la vista es nuestro sensor principal, no es raro que usemos en nuestro lenguaje la palabra visión como sinónimo de percepción o espejismo de ilusión y que responsabilicemos casi totalmente a la retina del complejo proceso de contacto con el mundo que para los humanos desemboca en la consciencia. 

De hecho, los principales métodos de experimentación en la ciencia se basan en la microscopia, en la recolección de imágenes de aquello que estudiamos, en la transducción de la información recogida por una máquina sobre procesos naturales a retratos con los que nuestros ojos se puedan estimular.

En la Grecia clásica ya eran conocedores de lo engañoso de la percepción: con su alegoría de la caverna, Platón nos mostró que pretender esclarecer con una o varias imágenes la dinámica de la realidad es un presupuesto incompleto. Un fenómeno abarca un paradigma más amplio y contiene más detalles que los que podemos distinguir en la imagen a la que tenemos acceso desde nuestros microscópicos ojos. 

Y aquí no terminan nuestras dudas sobre cómo nos aproximamos a la realidad, pues esta sigue siendo intangible si no la podemos consensuar con los que nos rodean. Para ello, después de transformar nuestras vivencias o experimentos en ideas, las transcribimos al lenguaje para comunicarnos, y, al hacerlo contaminamos nuevamente nuestra percepción. 

La alteración de la realidad mientras hablamos, aunque no sea intencionada, forma parte de la desvirtuación que sufre su representación cuando, en vez de a través de vivencias, nos llega por mensajes. La información se devalúa cuando se canaliza a través de secuencias interlocutor-receptor.

En el siglo XX, bajo la corriente de la Filosofía Analítica, surgió la del Lenguaje, que englobó no solo a filósofos y lingüistas, sino también a matemáticos y lógicos, desde Frege a Russell. Llegaron al extremo de desconsiderar tanto a sus antecesores metafísicos que partieron del presupuesto de que todos los problemas de la filosofía lo eran en realidad del lenguaje. 

Como consecuencia, filósofos como Wittgenstein, en su esfuerzo por aumentar el rigor en el lenguaje, se aproximó a una versión lógico-matemática que eliminara en lo posible las trampas de la comunicación verbal.

Además de que la ausencia de errores en el lenguaje es una idealización, hemos de plantearnos si el rigor absoluto es una ventaja. La redundancia e incluso la especulación probablemente no sean solo inevitables, sino también necesarios. 

La generación de información tras estímulos, su transferencia y transcripción existen en la naturaleza antes que los propios seres humanos. El ADN almacena información y su procesamiento por parte de la maquinaria nanoscópica en las células tiene una precisión tan alta que permite la pervivencia de la especie. De este mismo ejemplo, sin embargo, conocemos que los errores en estos pasos favorecen la variabilidad genética, lo cual es clave para la adaptabilidad de las especies.

El contacto con el mundo y la transmisión de  la información, aunque tramposos, no parecen, pues, ilusiones. En este sentido, el hecho de que la ciencia avance es indicativo de que nuestra comprensión de la naturaleza crece, de que no estamos fabricando argumentos vacíos que nos lleven a una especulación circular sobre la realidad a la que solo le cambiamos el disfraz. Que la realidad se deja tocar, y además representar de manera unívoca si somos capaces de integrar a lo largo de los tiempos las vivencias de nuestros antecesores y las de los coetáneos.

Es posible que algunos asuntos personales de nuestra vida en sociedad no tengan la duración y el impacto necesarios como para que merezcan el esfuerzo de la interpretación global. Pero nos resulta útil creer que las verdades absolutas existen aunque no estén a nuestro alcance, y que parece ser que nos aproximamos a ellas a través de la percepción al igual que el conocimiento científico crece a partir de la experiencia.


Anhelos De Independencia


Debe ser un placer vivir en la ignorancia más absoluta sin tener información de lo que nos rodea ni tener que decidir entre varias opciones, porque, entre otras muchas cosas, el pequeño mundo del que formamos parte nos proporciona todo lo que necesitamos para ser felices.

Las sensaciones contradictorias que tenemos los seres humanos, aunque decir eso de humano quizás sea mucho para algunos que se comportan más como bestias que como seres racionales, están llenos de dudas, dudas que se aparecen y se desvanecen, no porque no tengamos las ideas, objetivos y metas bien claros, sino porque no creemos del todo en los hombres y mujeres que deben llevar hacia adelante nuestros anhelos.

Somos diferentes y solo nos unen ciertos intereses, llámense como se quiera, para defender aquello que creemos nos hará mejores o nos mejorará socialmente, casi siempre lo segundo, pero algunos nos moriremos siendo unos idealistas, luchando siempre que tengamos ocasión del lado de lo justo, aunque este concepto de justicia y justo, y no me refiero a las acepciones jurídicas, puede que no sean iguales en todos los bandos. No lo sé, en este aspecto estoy hecho un lío.

La última lucha de los últimos cuarenta años, del postfranquismo, es por la independencia de Cataluña, su derecho a decidir y el derecho a la autodeterminación de los pueblos, aunque nos encontramos con detractores y enemigos por todas las partes, incluso dentro del bando del independentismo, pues no sé muy bien si en realidad esas personas quieren un mundo mejor o un mini mundo feliz para ellos y que los demás se fastidien, porque no conocen lo que significa el internacionalismo y tampoco les interesa, pues en su pensamiento está la supremacía, el creerse mejores que los demás, llenos de odio y prejuicios, habiéndose quedado anclados en el pasado, sin querer aceptar que la historia avanza y evoluciona y que los objetivos de la gente, de los ciudadanos no están en los sentimientos sino en la razón de los acontecimientos y lo que significa cambiar para cambiarlo todo, pero estos conceptos son duros de digerir.

Nadie se levanta una mañana y dice: “yo soy independentista y lucharé por la independencia de este país hasta la muerte”, entre otras cosas porque no es verdad y porque tampoco, como es mi caso, el sentimiento de patria, palabra de otros tiempos y malos recuerdos vuelven a emplearla líderes políticos para reafirmar, digan lo que digan, la unidad de España, pero no cualquier unidad sino la “España una” esculpida en piedra y el águila imperial bicéfala del escudo de Carlos I, porque el concepto o la idea de España como imperio sigue anidando en el pueblo español sin importar que seas de derechas, de centro o de izquierdas y es que esa fina línea que divide las opciones políticas se hace invisible.


Al final, cuando día tras día meditas, confrontas ideas, te haces un mapa mental de lo que sucede y porque sucede y te das cuenta que ha sido provocado sin tener ninguna razón para ello por los mismos que hoy abogan por la unidad de la patria y no como dicen algunos porque te han abducido, engañado y vendido un paraíso imposible de alcanzar, pero todo esto convence a unos, da argumentos a otros y produce mil dudas en los que viendo el futuro cercano se preguntan si se está ciego, porque no están confundidos, eso lo aseguro, pues un pueblo no puede movilizarse al unísono sin que nadie le indique el camino, porque son ellos solos los que se organizan, definen sus estrategias y fijan su rumbo hacia el objetivo, que durante años han ido confeccionando cuidadosamente, sin violencia, uniendo y no dividiendo, porque lo importante no es el origen, lo importante es el destino.

Nuestro Tesoro



Cuando decidimos pelear para alcanzar un objetivo, tenemos en nuestra mente una imagen muy definida de aquello que queremos lograr. Idealizamos y dedicamos mucho tiempo y energía en definir cada ínfimo detalle de nuestro deseo.

Recreamos mil y una situaciones en las que todo va tomando forma, experiencias que queremos vivir, dónde, cómo, con quién queremos compartirlas, celebraciones en las que sabemos hasta las canciones que queremos bailar, momentos difíciles en los que somos capaces de enfrentarnos a cualquier obstáculo,  encontrando a nuestro alcance todos los recursos y herramientas  para lograrlo.

Sí, en nuestra imaginación tenemos el poder de crear una realidad paralela en la que todo es tal y como a nosotros nos gustaría, y cuando no es como yo quiero puedo manejar las circunstancias para que al final todo salga bien (como a mi me da la gana), total solo tengo que pensarlo para que la película siga su curso y acabé con final feliz.

Pero a la hora de la verdad no es tan bonito, ni tan fácil.  Tienes todas las dudas habidas y por haber, no sabes si merece la pena luchar por algo que parece imposible o al menos, bastante improbable. Más siendo consciente de que por el camino tendrás que asumir ciertos daños colaterales, que te encantaría omitir, pero forman parte ineludible de esta búsqueda.

Hay algo dentro de ti (conciencia lo llaman) que se esfuerza en recordarte que tu deseo no es del todo ético, que estás pasando por alto ciertos detalles que tal vez no estén bien, incluso puede que estés haciendo daño a otras personas por tu tozudez, por negarte a renunciar a eso que tanto anhelas.

Y sí, es cierto, cuando nos decidimos a buscar nuestro propio tesoro, nos olvidamos un poco de que a nuestro alrededor hay muchas personas que nos han ayudado a llegar hasta este punto. Esas mismas personas que no paran de recordarte que te vas a equivocar, que no te dejes llevar porque te vas a dar una golpe  monumental. Te quieren mucho, demasiado para permitir que te hagas daño, pero sabes…la vida es muy loca y no conozco a nadie que haya sido capaz de volar sin caer de bruces al suelo al menos un puñado de veces.

Así que sí, siempre, atrévete a buscar el tesoro. Aunque el resto del mundo te diga que no está bien. Si tu sientes la necesidad, hazlo, no eres tonto sabes que puede salir mal, incluso que lo más seguro es que salga mal, pero da igual, tienes que hacerlo, porque te lo pide el cuerpo. Hazlo!