domingo, 6 de mayo de 2018

Las Diferencias De Opinión


Una de las cuestiones que genera más problemas en la red es la de distinguir entre gustos y criterios. Es decir, entre juicios fruto de una pasión personal y los que lleguen como consecuencia de una experiencia en el tema.
La comunicación horizontal hace posible que todos emitamos nuestras opiniones y éstas sean conocidas por un creciente número de personas; el error está en la deducción subsiguiente de que todas las opiniones tienen el mismo valor. De hecho, todas las opiniones cuestan lo mismo -nada-, pero no todas valen lo mismo.

La comunicación horizontal, además, condena al receptor a ejercer el trabajo de distinguir quiénes lanzan sus opiniones a la red como fruto de un conocimiento sobre un tema, o quienes lo hacen como diletantes multidisciplinares, sin más afán que el de darse a valer ante el mundo. Antes eran los responsables de los periódicos quienes hacían esa distinción al publicar o no un texto. Ahora, por suerte, hay forma de sortear a los gatekeepers; pero hay que esforzarse para distinguir y atesorar las direcciones web de quienes aportan algo, una vez discriminadas de las mucho más numerosas que opinan diferente.

Todas estas afirmaciones pondrán de los nervios a buena parte de quienes me lean. Pero lo cierto es que, aunque todos los votos tienen el mismo peso en unas elecciones –y así debe ser-, y todas las opiniones deben ser respetadas, de ahí no debe colegirse que todas las opiniones son emitidas con el mismo fundamento y tienen la misma utilidad para los demás.

Por mi parte, hace tiempo llegué a la conclusión de que tengo algunos gustos que no necesariamente debo compartir con el mundo, porque igual no tienen valor por sí mismos.
Al abrirse las ventanas del mundo gracias a internet, espero que todos seamos capaces de conocer más y más cosas. Y de ser capaces de admitir plácidamente que algo no es necesariamente malo, si lo que ocurre es tan sólo que sentimos desinterés por profundizar en ello.

Aunque igualmente confío en que vayamos evitando el caer en el peligro opuesto: el de un relativismo que nos obligue a no descalificar algo que nos disguste, cuando se trate de una cuestión de la que tengamos la formación suficiente. 

La corrección política puede, a la larga, ser tan mala como la ignorancia orgullosa, si es que nuestro objetivo al comunicarnos a través de internet es el de contribuir a que nuestros lectores distingan el grano de la paja.


Conciencia Social


El término de conciencia social hace referencia a la capacidad de determinados individuos, grupos u organizaciones sociales de percibir aquellas realidades circundantes que requieren atención, de reflexionar sobre ellas y en algunos casos, de actuar para la transformación de las mismas.

La idea de conciencia social está hoy altamente extendido por el importante aumento de grupos poblacionales en inferioridad de condiciones (inferioridad que se representa a nivel económico, ideológico, étnico y sexual) y por la necesidad cada vez más acuciante de actuar de modo positivo en la modificación de esas realidades sociales alternativas a la de uno mismo.

Tener conciencia sobre algo significa tener el suficiente conocimiento. En otras palabras, cuando nuestra razón nos permite conocer una realidad, decimos que somos conscientes.

Desde el punto de vista de la psicología, la conciencia del individuo expresa su predisposición racional para entender el mundo que le rodea.

Como individuos somos conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor y ese grado de conciencia es, precisamente, la esencia de nuestra conciencia social como individuos. Por otra parte, la propia sociedad conforma una entidad autónoma y en este sentido una colectividad también tiene una cierta conciencia social. Así, cuando en el seno de la sociedad se reconocen ciertos problemas que afectan de alguna manera a todos se produce una conciencia social colectiva.

Ligado muy fuertemente a las ideas de solidaridad y compromiso, la conciencia social es el primer paso en el camino hacia la alteración de estructuras de discriminación voluntaria e involuntaria ejercidas sobre determinados grupos sociales dentro de una comunidad.


La conciencia social, por tanto, tiene que ver con la posibilidad de estar al tanto de los problemas intrínsecos a una sociedad que requieren solución. 

Si bien normalmente se utiliza la idea de conciencia social para hacer referencia a la necesidad de actuar en beneficio de aquellos que viven en situaciones de pobreza, marginalidad y exclusión, también con ella se puede hacer referencia a la importancia del cambio de estructuras o pautas de comportamiento que afectan al conjunto de una sociedad, por ejemplo, el cuidado del medio ambiente, el respeto por las normas de tránsito, etc.



sábado, 5 de mayo de 2018

La Renovación Personal


Es importante que te des cuenta del momento en que necesitas renovar tus recursos internos, aunque en ocasiones te suceda que por ir demasiado de prisa a dónde quieres llegar, dejas de ver los indicadores de que es tiempo de hacer un alto en el camino.     

No sea que te suceda como  el cuento del leñador, quien se propuso firmemente ser el mejor del lugar, así que el primer día tomó su sierra y logró talar 15 árboles en una jornada, muy emocionado, al día siguiente se levantó más temprano y se propuso elevar el número de árboles talados, sin embargo logró terminar  sólo 10, sorprendido por esto, al día siguiente llegó aún más temprano y se esforzó por hacer el trabajo más rápido que lo normal, sin embargo pasaron los días y por más que se esforzaba por aserrar más rápido y con más fuerza, cada vez su desempeño era peor, pues talaba menos árboles, a pesar de que le dedicaba más tiempo y esfuerzo a esa actividad.   

Esto era incomprensible para él, hasta que otro leñador le preguntó ¿Te has dado tiempo para afilar la sierra? Entonces descubrió que estaba trabajando con una herramienta ya casi inservible.  Nunca se dio tiempo para renovarse.

Eso hacemos en ocasiones con nuestra persona, queremos rendir y ser más productivos, pero no nos damos cuenta que estamos desgastándonos, en nuestra salud, usando herramientas obsoletas, o tratando de aplicar estrategias que ya no dan los resultados que esperábamos para nuevas situaciones, o no nos damos tiempo para descansar y desconectarnos del trabajo, etc.  

La falta de renovación es como olvidarnos de poner gasolina al coche, tarde o temprano nos quedaremos sin movimiento.  La naturaleza nunca perdona la falta de cuidado que tengamos con nuestro cuerpo y nuestra mente.     No nos damos tiempo para renovar nuestras capacidades,  simplemente tomamos el camino y nos vamos de frente sin “afilar la sierra” y terminamos cansados, enfermos y desgastados.

A veces las crisis existenciales o accidentales nos obligan a cambiar de perspectiva.  La muerte de un ser querido, una enfermedad, un problema de relaciones personales, la pérdida de un empleo, un cambio de ciudad, etc.  Son causas externas que nos obligan a detenernos y a replantear nuestra vida. ¿Qué debo hacer para superar esta situación? 

La respuesta es renovarse, principalmente en lo espiritual, hay que encontrar un ancla que te ayude a sortear las dificultades de la tormenta.  

Dependiendo de la situación, la pregunta más importante debe ser ¿Qué estoy aprendiendo de esto que me pasó?  ¿Qué necesito hacer para seguir adelante?  Es importante que tú seas quien tome la iniciativa, no le dejes a la vida que decida por ti, la vida no sabe quién eres ni lo que vales, hará cualquier cosa.  No te dejes llevar por la vida, toma tú el control.

Hay etapas en la vida en la que sientes la necesidad de madurar y dar un paso adelante, formalizar una relación, consolidarte en el trabajo, tener una familia.  
O bien cuando deseas dar la vuelta a la página, por ejemplo, cuando ya no quieres ser empleado sino convertirte en un empresario, tienes un proyecto que debes terminar, y llegas a la conclusión de que necesitas cambiar de lugar en donde vives, o tal vez debes ya terminar con esa relación que no va hacia ningún lado, etc.  

Esos son momentos en los que es necesaria la renovación personal.


La Suma De Nuestras Decisiones


Somos la suma de todas nuestras decisiones anteriores. El día de hoy es un resumen de todas las decisiones que tomamos ayer y anteayer. Cuando alguien se pregunta “¿Cómo he llegado a esto?”, debería repasar la larga lista de elecciones que ha tomado en los últimos años. Y quien se pregunte:  “¿Cómo será mi vida en el futuro?”, debería examinar las decisiones que toma hoy en adelante. Como dice el adagio: una cosa lleva a otra. Por todas estas razones, aprender a tomar decisiones es una habilidad fundamental en la vida que puede aprenderse.
Con cada decisión, la vida toma una dirección, se bifurca, se desdobla; por eso, decidir genera temor. Miedo a equivocarse. Así, algunas decisiones quedan suspendidas en el aire. Aunque “no decidir” es también una decisión, de modo que es literalmente imposible no tomar decisiones. De alguna manera, deliberada o no, ¡siempre estamos decidiendo! Y de todas, la peor decisión es la indecisión. Eso es peor que equivocarse.
Si decidir es un proceso tan importante, ¿cómo es que las personas no cuentan con un sistema que les ayude a hacerlo? Para tomar buenas decisiones se han de cumplir tres supuestos: aceptar la posibilidad de errar, definir con exactitud el problema e identificar las opciones, y usar como herramienta las buenas preguntas. Veámoslo más desarrollado.
EL VALOR DE EQUIVOCARSE
“Si no puedes fallar, entonces no vale la pena (Seth Godin)
Aquí la palabra “valor” tiene dos aceptaciones válidas: la de utilidad y la del atrevimiento. Una vez, alguien a quien leí expresó algo bello: “Si deseas tener más éxito, debes equivocarte más”. Estas sabias palabras me hicieron reflexionar sobre lo poco que nos permitimos probar, errar y aprender. Obviamente, el autor de ese pensamiento se refería al valor del error en el ciclo del aprendizaje: corregir a partir de las equivocaciones, más conocido como método de la prueba y el error ( el método científico). No le faltaba razón: todas las personas con logros significativos han conocido el fracaso y la caída en su camino hacia el éxito. Los errores son una etapa del éxito que no conviene evitar; son demasiado importantes como para tolerarlos o soportarlos. Cometer equivocaciones forma parte de la vida, son naturales y necesarios. Condicionar las decisiones o postergarlas para evitar el error es contraproducente.
En la cultura anglosajona se valora a las personas y empresas que han cometido errores, y los han corregido, por encima de quienes los quieren evitar a toda costa. La lista de empresas y emprendedores con éxito son un ejemplo de quienes, habiendo cometido errores, después, y una vez corregidos, triunfaron. En sus biografías se mencionan grandes errores, y no fracasos, como pueden interpretar algunos, porque solo fracasa de verdad quien no lo intenta. ¿Y la suerte? Me temo que no existe tal cosa: la buena o la mala suerte son una superstición.
Las empresa que mejor sobrevivirán al actual y doloroso reset económico son aquellas que priorizan la creatividad y el talento por encima de jugar a lo seguro. Empresas innovadoras. E innovar significa arriesgar todo lo conseguido para lograr algo aún más valioso para los clientes. Es probable que las empresas que no se atrevan a arriesgar lo conseguido hasta la fecha, para reinventarse de arriba abajo, se queden fuera del mercado.
Las personas extraordinarias son, en realidad, personas ordinarias, pero que en un momento decisivo de su vida toman decisiones extraordinarias. Su grandeza es fruto de una elección arriesgada. Y arriesgarse es precisamente el modo para lograr algo grande en la vida.

Comprendiéndonos


“No podrás nunca dominarte si no te comprendes
a ti mismo, en inteligencia y saber,
en órdenes y amores. Los espejos hacen fácil conocer
tu rostro, pero no hay espejos del alma: tu único
camino de conocerla es una cuidadosa reflexión sobre
ti. Puedes olvidarte de la forma de tu rostro, pero nunca
debes olvidarte de cómo es tu alma e interior, para
poder enmendarte y mejorar faltas. Convéncete de
que te hacen fuerte la cordura y ponderación en tus
acciones, en tanto que la ira te esclaviza. Ten siempre
bien vista la profundidad y alcance de todo”

Conocerse a uno mismo implica un análisis del plano intelectual y emocional, una cuidadosa reflexión sobre ti. No podemos limitarnos al análisis superficial, a lo físico, pues es un medio pero nunca un fin. Hay que trabajar el alma, el interior siempre con un afán de superación de los fallos y defectos y potenciando las virtudes.

En nuestras relaciones con los demás, que nacen desde el «yo», tiene que prevalecer la cordura en las acciones pues la rabia o ira nunca nos llevará a conseguir el efecto deseado. La reflexión y la calma han de ser las bases de nuestras acciones, siempre teniendo en cuenta que la realidad se construye con muchas realidades de  «otros yoes».

Es, por tanto, necesario, tener una visión previa del alcance de nuestros actos, hacia los demás y hacia uno mismo. Una sonrisa, una actitud positiva, unas buenas palabras son más efectivas que lo contrario. Nuestra actitud hacia la vida nos puede abrir o cerrar puertas; es, por tanto, necesario empezar conociéndose a uno mismo en toda su plenitud, en todas sus partes.

El camino de la vida requiere que tengamos unas bases sólidas y que luchemos por nuestros ideales. Nunca va a ser fácil pues siempre nos encontraremos con momentos buenos y malos. Los primeros serán para disfrutarlos, los segundos para aprender y superarlos pero siempre bajo un prisma de compromiso ético hacia los demás y afán de superación.

La Fortaleza De Carácter



Las fortalezas del carácter son un conjunto de rasgos positivos presentes en el ser humano que ayudan a que las personas tengan vidas satisfactorias. Su estudio forma parte de la psicología positiva, cuyo objetivo principal el promover el potencial humano centrándose en el estudio de aquellas experiencias que aportan a las personas una sensación subjetiva de bienestar, así como el estudio de los rasgos positivos individuales y el estudio de las instituciones que permiten que tengan lugar las experiencias y los rasgos positivos.

El libro Character Strengths and Virtues: A Handbook and Classification, de Martin Seligman y Christopher Peterson, es un extenso manual que describe dichas fortalezas. Para desarrollar esta clasificación, un grupo de psicológicos estudió durante tres años diversos textos de diferentes culturas sobre filosofía, religión y psicología y encontraron seis virtudes principales que se repetían de manera consistente en dichos textos. 

Cada una de esas virtudes está a su vez formada por diversas fortalezas, sumando un total de 24. "Las fortalezas son los ingredientes psicológicos que definen las virtudes".

Son las fortalezas que implican cuidar de los demás y ser amistoso.

Amor. Valorar las relaciones cercanas con otros, sentir cercanía con otras personas.

Amabilidad. Ser generoso, compasivo, altruista, agradable con los demás, cuidar de ellos, ayudarles, etc.

Inteligencia social. Capacidad para darse cuenta de los motivos y sentimientos de los demás y de uno mismo, saber qué hacer para encajar en diferentes situaciones y qué cosas son importantes para los demás; 

empatía.
Son las fortalezas que ayudan a llevar una vida en comunidad saludable.

Trabajo en equipo. Responsabilidad social, trabajar como miembro de un equipo, hacer la parte que te corresponda y ser leal al grupo.

Sentido de la justicia. Tratar a los demás de manera justa, sin dejar que los sentimientos personales nos hagan ser imparciales, dar a todos una oportunidad justa.

Liderazgo. Animar al propio grupo a hacer las cosas, manteniendo buenas relaciones entre sus miembros, organizar actividades de grupo que se lleven a cabo.

Son las fortalezas que nos protegen contra los excesos.

Perdón. Ser capaces de perdonar, aceptar los defectos de los demás, no ser vengativo.

Humildad. No considerarse por encima de los demás, dejar que nuestros actos hablen por sí mismos.

Prudencia. Tomar decisiones con cuidado, sin asumir riesgos indebidos, no decir o hacer cosas de las que luego te vayas a arrepentir.


Auto-regulación o autocontrol. Ser capaces de regular lo que haces o sientes, ser disciplinado, controlar las emociones e impulsos.

Imperturbables


Existen distintas características del carácter que definen el modo de ser de una persona. El modo de ser de una persona no se describe, únicamente, por un rasgo en concreto sino por la suma de varias cualidades. Un rasgo habitual de aquellas personas que tienen una gran fortaleza emocional es que son imperturbables, es decir, pueden permanecer inalterables a nivel anímico ante un estímulo externo.

Una persona imperturbable es aquella que tiene un gran control sobre su estado de ánimo y sus sentimientos potenciando el valor de la fortaleza como muestra el estoicismo. Desde el punto de vista de las relaciones personales, aquellas personas que tienen un modo de ser de estas características pueden mostrarse distantes en ciertos momentos al parecer frías.
Sin embargo, no se trata de que las personas que son imperturbables no sientan como las demás sino que sus manifestaciones externas ante un dolor determinado o una emoción intensa, es distinta.

Desde un punto de vista positivo, una persona imperturbable es aquella que tiene una gran inteligencia emocional para resistir una situación de tensión manteniendo la tranquilidad de ánimo. Por ejemplo, tienen una claridad mental importante para tomar decisiones al trabajar bajo presión ya que no se dejan desbordar por la emoción.

Una persona imperturbable es aquella que no pierde la tranquilidad en situaciones en las que otras sí pierden dicha serenidad. Una de las virtudes de una persona que se muestra imperturbable es la paciencia y la capacidad de observación
En ocasiones, las personas que permanecen inalterables ante ciertas situaciones pueden aparentar cierta indiferencia. Sin embargo, que a nivel externo no muestren signos de intranquilidad no debe confundirse con que a nivel interno, no exista una respuesta del sujeto por parte de ese estímulo externo.

Cada ser humano es único e irrepetible. Existen distintas formas de reaccionar ante una misma situación externa. Existen personas que ante una situación determinada sienten una gran inquietud interior mientras que otras logran mantener la serenidad la tranquilidad anímica. Desde este punto de vista, no es posible establecer conclusiones generales y universales sobre el comportamiento humano ya que cada ser humano es diferente. 


Pero además, aquello que una persona muestra a nivel externo no siempre es reflejo de su modo de sentir interno.


viernes, 4 de mayo de 2018

La Buena Lectura



Dicen que a la lectura sólo hay que dedicarle los ratos perdidos, que se pierde vida mientras se lee. Lo cierto es que, agradable pasatiempo para muchos, obligación para otros, leer es un beneficioso ejercicio mental. 

Rendir culto al cuerpo está en boga, pero ¿y dedicar tiempo al cultivo de la mente? “Al igual que nos cuidamos y vamos cada vez más al gimnasio, deberíamos dedicar media hora diaria a la lectura”, sostiene el escritor catalán Emili Teixidor, autor de La lectura y la vida (Columna) y de la exitosa novela que inspiró la película Pa negre.

Favorecer la concentración y la empatía, prevenir la degeneración cognitiva y hasta predecir el éxito profesional son sólo algunos de los beneficios encubiertos de la lectura. Sin contar que “el acto de leer forma parte del acto de vivir”, dice el ex ministro Ángel Gabilondo, catedrático de Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid y autor del reciente ensayo Darse a la lectura (RBA). Para Gabilondo, la lectura “crea, recrea y transforma. Una buena selección de libros es como una buena selección de alimentos: nutre”.

De la lectura de los primeros jeroglíficos esculpidos en piedra a la de la tinta de los pergaminos, o a la lectura digital, el hábito lector ha discurrido de la mano de la historia de la humanidad. 

Si la invención de la escritura supuso la separación de la prehistoria de la historia, la lectura descodificó los hechos que acontecían en cada época. Los primeros que leyeron con avidez fueron los griegos, aunque fuesen sus esclavos quienes narraban en voz alta los textos a sus amos. Siglos más tarde, la lectura se volvió una actividad silenciosa y personal, se comenzó a leer hacia el interior del alma. “Los grecolatinos vinculaban la lectura a la lista de actividades que había que hacer cada día”, sostiene Gabilondo. “Convirtieron el pasatiempo en un ejercicio: el sano ejercicio de leer”. Fueron los romanos quienes acuñaron el “nulla dies sine linea” (ni un día sin [leer] una línea).

¿Por qué es tan saludable? “La lectura es el único instrumento que tiene el cerebro para progresar –considera Emili Teixidor–, nos da el alimento que hace vivir al cerebro”. Ejercitar la mente mediante la lectura favorece la concentración. 

A pesar de que, tras su aprendizaje, la lectura parece un proceso que ocurre de forma innata en nuestra mente, leer es una actividad antinatural. El humano lector surgió de su constante lucha contra la distracción, porque el estado natural del cerebro tiende a despistarse ante cualquier nuevo estímulo. 

No estar alerta, según la psicología evolutiva, podía costar la vida de nuestros ancestros: si un cazador no atendía a los estímulos que lo rodeaban era devorado o moría de hambre por no saber localizar las fuentes de alimentos. 

Por ello, permanecer inmóvil concentrado en un proceso como la lectura es antinatural.

Según Vaughan Bell, polifacético psicólogo e investigador del King’s College de Londres, “la capacidad de concentrarse en una sola tarea sin interrupciones representa una anomalía en la historia de nuestro desarrollo psicológico”. Y aunque antes de la lectura cazadores y artesanos habían cultivado su capacidad de atención, lo cierto es que sólo la actividad lectora exige “la concentración profunda al combinar el desciframiento del texto y la interpretación de su significado”, dice el pensador Nicholas Carr en su libro Superficiales (Taurus).

Aunque la lectura sea un proceso forzado, la mente recrea cada palabra activando numerosas vibraciones intelectuales.

En este preciso instante, mientras usted lee este texto, el hemisferio izquierdo de su cerebro está trabajando a alta velocidad para activar diferentes áreas. Sus ojos recorren el texto buscando reconocer la forma de cada letra, y su corteza inferotemporal, área del cerebro especializada en detectar palabras escritas, se activa, transmitiendo la información hacia otras regiones cerebrales. 

Su cerebro repetirá constantemente este complejo proceso mientras usted siga leyendo el texto.


La actividad de leer, que el cerebro lleva a cabo con tanta naturalidad, tiene repercusiones en el desarrollo intelectual. “La capacidad lectora modifica el cerebro”, afirma el neurólogo Stanislas Dehaene, catedrático de Psicología Cognitiva Experimental del Collège de France en su libro Les neurones de la lecture (Odile Jacob). 

Es así: hay más materia gris en la cabeza de una persona lectora y más neuronas en los cerebros que leen. El neurocientífico Alexandre Castro-Caldas y su equipo de la Universidad Católica Portuguesa lo demostraron en uno de sus estudios, junto a otro curioso dato: comparando los cerebros de personas analfabetas con los de lectores, se verificó que los analfabetos oyen peor.

Entre La Vida Y La Muerte

Cualquiera que sea nuestra fe, es a menudo incomodo el enfoque de la muerte, y el morir no refleja lo que creemos. Eso de saber que hay más allá de la vida y la muerte con frecuencia a mucho nos hace sentir írritos cuando estamos sobre el tema. De lo contrario, ¿Por qué el miedo a la muerte siendo cristianos, y sabiendo que el cielo está en el otro lado? ¿Por qué el ateo se aflige, cuando él es de la opinión de que nuestro intervalo de tiempo en esta tierra no es más que una mota efímera e irrelevante de polvo?

Si la reencarnación fuera nuestra creencia, entonces ¿Por qué habríamos de ser afectados tan profundamente y por qué habríamos de llorar si sabíamos que estábamos regresando? Nuestro enfoque de la muerte en ocasiones no es simplemente hipócrita, simplemente no tiene sentido.

La muerte es la parte más inevitable de la vida, y que optamos por ignorar su inminente llegada, lo mirarmos en su mayor parte por con el miedo y el desprecio. Sin embargo, a menudo se encuentra en presencia de la muerte nuestras más grandes revelaciones. La muerte pone las cosas en perspectiva. 

Esas cosas que pensamos importante pronto tienen poca relevancia, y empezamos a reflexionar sobre todo lo que es importante para nosotros. Es un momento que dejamos, que consideramos… para reflexionar.

Uno de nuestras más grandes revelaciones es la forma que tenemos de expresar nuestro verdadero afecto no contenida para otro, hasta que hayan pasado por esto, cuando somos consumidos de repente por el dolor de lo que hemos perdido.
Las emociones hierven por encima, y todas las cosas que nos hubiera gustado haber dicho llegan a la superficie de nuestros pensamientos. En ese momento en que suelen tener en cuenta que quizás tanto dolor no es suficiente para reparar su muerte.

En verdad, nuestro dolor es una pena que nace del hecho de que llevamos a cabo nuestra expresión. Pero cómo nos sentimos realmente mientras que la persona estaba viva, ¿Es nuestro dolor igual sabiendo que tal relación no fue vivida a plenitud como fue ofrecido por la constelación?

La tragedia de nuestro enfoque de la vida y la muerte, es que no queremos ver a la muerte como un ciclo continuo de la vida. Es el secreto a voces que todo el mundo sabe, pero no se atreve a hablar. Y así, cuando otro muere, actúan sorprendidos, como si fuera algo que no se pudo prever, cuando la verdad es que la muerte podría amanecer sobre todos nosotros, desde el día en que nacimos.

De la vida y la muerte, es necesario aprender que debemos apreciar más, amar más, dedicar más tiempo a reflexionar sobre la grandeza de nuestro ser, abrirse, tener el valor de expresar su ternura, olvidar el argumento, y dejar que sea necesario demostrar que tenía razón y aceptar que simplemente estaba equivocado, de amar sin nada que lo detenga, de dar cariño entero a sus hijos, hermanos, madre, padre, abuelos tíos, amigos y hasta los enemigos.

Porque cuando a tu alguien tú te entregas todo tu amor y lo hace realmente feliz, y vives plenamente los momentos que pasan juntos, tú no tienes deudas con él, sabes que lo hiciste bien aunque haya partido temprano.

Pero no lo hacemos. La defensa es nuestro juego final, y vivimos protegidos hasta el final.

La ansiedad y el ajetreo nos consumen, y la vida pasa, pasa y sigue pasando. No es de extrañar que lloremos cuando otra muerte cerca de nosotros pasa por encima, aunque nosotros realmente nunca llegamos a conocerlos.

Así que nos aferramos, se aferran a la ilusión de que lo era, todavía lo es, cuando la verdad es que lo que era, ya no se puede, y en verdad tal vez nunca lo fue.

Nos ligamos en las memorias aunque no fuera cierto… incluso, nos desesperada al tratar de recordar algo bueno. Hemos sido consumidos por el dolor y la culpa, sin darnos cuenta de que la vida, por su parte, continúa floreciendo en nuestra puerta, bailando al ritmo eterno de un ritmo armónico y divino que nos llama constantemente para saber y entender que la vida no tiene fin, ni principio, sin alta, sin ninguna baja, sin términos medio. ¡Es simplemente la vida!


Es simplemente un pulso universal, un pulso a la que todos pertenecemos. El ciclo de vida es tal que siempre hay una oportunidad de volver a vivir lo que no hemos elegido antes. Esa es su verdadera belleza. No hay muerte, sólo el amor, y es un amor que eternamente debemos recordar.

Las Aptitudes


Llamamos aptitudes a las distintas capacidades que una determinada persona tiene para realizar algo adecuadamente. 

Las aptitudes se refieren tanto al ámbito psicológico como al físico o corporal. 

Se puede hablar de aptitudes innatas, es decir, que se poseen desde el mismo momento del nacimiento, que dependen de factores constitucionales.

Hay personas que nacen especialmente dotadas para ejercer una labor en determinados campos y, ya desde niños, vemos que tienen una constitución física ideal para algunos deportes, o habilidades manuales, artísticas, sociales, intelectuales, etc.; pero si estas aptitudes no se desarrollan lo suficiente, el resultado final puede ser que estas personas lleguen a cierta edad sin destacar en los ámbitos para los cuales habían nacido especialmente dotadas. Por tanto, hay que considerar también la importancia de los factores adquiridos.

Otras veces, las aptitudes iniciales no sólo no se ven progresivamente desarrolladas, sino que se pueden ver disminuidas por diversos factores a lo largo de la vida, como, por ejemplo, por traumatismos, deficiencias físicas o psíquicas o simplemente por la edad; es decir, las aptitudes pueden sufrir un deterioro.

En la práctica, el desarrollo de las diversas aptitudes individuales se ve influido por circunstancias que actúan dentro de tres líneas fundamentales: proporcionalidad con las tendencias, constancia y polarización.

Las aptitudes vienen a ser instrumentos de las tendencias, ya que, en definitiva, suponen la mayor o menor capacidad para lograr un objetivo concreto. Cuando el objetivo de las tendencias («lo que queremos conseguir») está en proporción con nuestras aptitudes («lo que podemos hacer para conseguirlo») es muy probable que lo logremos. 

En este caso actuamos con «realismo, trazándonos objetivos que podemos llegar a superar; durante el camino que necesitamos recorrer para alcanzar el éxito habremos desarrollado nuestras propias aptitudes, ganaremos seguridad en nosotros mismos y nos sentiremos gratificados.

Todo esto hace que nos dispongamos a intentar lograr objetivos progresivamente superiores, ya que, paulatinamente, podemos estar realmente capacitados para conseguirlos. De este modo, resulta importante fijarse objetivos concretos a corto plazo que estén en proporción con nuestras aptitudes, si queremos irlas desarrollando a la vez que logramos una serie de metas.

Por el contrario, si los objetivos son desmesurados en proporción a nuestras aptitudes, se produce inevitablemente el fracaso, con lo que nos sentimos frustrados y con deseos de abandonar ese campo de actuación.

Si los objetivos son demasiado sencillos desarrollamos menos nuestras aptitudes y alcanzaremos un nivel inferior al que hipotéticamente nos correspondería. Es importante, entonces, conocer nuestras aptitudes y sacarles el máximo partido posible.

La constancia es también importante. A pesar de que los objetivos que nos hayamos trazado estén en consonancia con nuestras aptitudes, podemos tener fracasos de mayor o menor envergadura si abandonamos, quedándonos sin lograr unos objetivos que realmente estaban a nuestro alcance, y que hubiéramos conseguido de mantenernos perseverantes. Además, se puede producir un trauma psicológico que afectaría negativamente a nuestra vida psíquica o incluso un complejo.

Por último, hay que considerar la necesidad que se establece en un momento dado de polarizar nuestros esfuerzos en un sentido determinado. El conjunto de aptitudes deben estar lo más orientadas posible hacia objetivos que se sitúen dentro de campos concretos, que, generalmente, corresponden al ámbito profesional o laboral.

La dispersión de objetivos dificulta extraordinariamente la posibilidad de alcanzar un nivel de cierta altura en algunos de ellos, por lo que, cuando una persona tiene tendencias muy diferentes, debe renunciar a algunas de ellas en provecho de la que considere más importante, que debe coincidir con la tendencia para la que esté más dotado. 

Esto no significa una especialización exagerada, sin más, sino una polarización de esfuerzos hacia un determinado campo para profundizar en él, ya que profundizar en varios, en la actualidad, es casi imposible.

Esta actitud es perfectamente compatible con el desarrollo de aptitudes relacionadas con el objetivo principal, ya que tienen una labor complementaria fundamental, y, por supuesto, con un progresivo enriquecimiento cultural que sirve de soporte imprescindible, ya que favorece la maduración de la personalidad, ejerce un gran poder formativo y aporta una amplitud de miras necesaria para encauzar adecuadamente nuestras tendencias.


Dar O No Dar: He Ahí La Cuestión


El término mendigo, es utilizado para referirse a aquellos pobres que piden limosna procede de la palabra en latín mendīcus que era el modo como se denominaba en la Antigua Roma a aquellas personas que tenían algún defecto físico.

Aquellos que habían tenido la desgracia de sufrir un accidente o tenían algún ‘medum‘ [defecto en latín] no solían encontrar empleo o estaban impedidos para desempeñar algún trabajo (teniendo en cuenta que en aquella época la práctica totalidad de los empleos requerían algún esfuerzo físico), por lo que, ante la falta de una faena remunerada, la mayoría de los ‘mendīcus’ acababan pidiendo limosna para poder subsistir.

Con el tiempo acabó generalizándose el término mendigo para referirse a todos aquellos que habitualmente piden caridad, tengan algún defecto o no.

 Se conoce como ‘pordiosero’ a aquella persona sin recursos que vive y se sustenta de pedir limosna.

El término surgió en la Edad Media y comenzó a utilizarse para hacer referencia a aquellos individuos que se ganaban la vida pidiendo limosnas a los demás, ya que éstos utilizaban la coletilla ‘por Dios’ con cada petición: ‘Deme una limosna, por Dios’, ‘Por Dios dele una limosna a este pobre mendigo’, ‘Por Dios, una limosna’.

Al estar convencidos de que se trataba de auténticos profesionales de la mendicidad, se le añadió el sufijo ‘ero’ al final de la coletilla que utilizaban (invocando a Dios), al igual que se hacía con otros oficios: tabernero, alfarero, herrero, carpintero…

Así es como surgió el término pordiosero: ‘por-dios-ero’.


La Dignidad Del Trabajo


Un trabajo debe reunir varios factores para ser considerado un Buen Trabajo. No basta con un buen salario, un buen horario o buenas relaciones por separado. 

Debe existir una integración entre dichos factores y otros tantos más. Por ello, en hemos desarrollado un Decálogo del Buen Trabajo para que sepas cuáles son las condiciones mínimas, más allá de las legales, que un trabajo debiese tener para ser satisfactorio.

El primer requisito y más fundamental es que en tu lugar de trabajo se respete la dignidad del ser humano. Pero ¿qué entendemos por dignidad?

La dignidad hace referencia al valor inherente del ser humano por el simple hecho de serlo en cuanto a ser racional y dotado de libertadEs el derecho que tiene cada ser humano, de ser respetado y valorado como ser individual y social por el solo hecho de ser persona, independientemente de cualquier característica particular que pudiera poseer. 

La dignidad no es una cualidad accidental (como la de ser hombre o mujer, sano o enfermo, rico o pobre), sino que es algo esencial. En otras palabras, no hay ser humano que esté desprovisto de valor intrínseco, de dignidad.

Para comenzar debemos entender que el respeto a la dignidad es extensivo a todas las personas con las que interactuamos o compartimos en nuestros trabajos. Esto incluye a trabajadores, empleadores, clientes y proveedores. Es necesario considerar al otro como a uno mismo, cuidando su vida y en la medida de lo posible facilitándole los medios para vivirla dignamente.

Se oponen a la dignidad humana, los tratos humillantes, discriminatorios, la violencia y la desigualdad legal. Por tanto para cuidar la dignidad de las personas en nuestro trabajo debemos pensar siempre si nuestra acción, actitud u omisión está perjudicando en alguna u otra forma la dignidad del otro.

La dignidad implica además la libertad de trabajar y el derecho de acceder a un puesto de trabajo en igualdad de condiciones, sin discriminaciones de sexo, raza, creencia.

Por tanto, cada vez que una mujer es discriminada salarialmente, cada vez que un migrante es discriminado en cuanto a que no posee las mismas condiciones de trabajo que sus compañeros, es una falta a la dignidad humana. 

Cada vez que en nuestro lugar de trabajo se pone en riesgo nuestra vida por falta de sistemas de seguridad es una falta grave a nuestra dignidad humana, así como cada vez que somos víctimas de acoso laboral.

La persona denominada trabajador debe considerarse siempre como sujeto de protección, cuidando tanto la integridad corpórea como la moral en el desempeño de su labor, no pudiendo posibilitarse cualquier injerencia hacia su privación o violación.

La dignidad y la sana convivencia son la base fundamental para que pueda existir una sociedad en armonía, y se pueda lograr el pleno respeto de la persona. Es a partir del reconocimiento y el respeto a la dignidad humana que en las comunidades se otorgan e imponen derechos y obligaciones para la vida en sociedad. 

Implica la obligación de asumir, de manera solidaria, el desarrollo de las potencialidades, presentes en la naturaleza de todo ser humano y hace posible la realización de la persona en todos sus aspectos.


Cabe insistir en que todo trabajo es digno e importante por el hecho de ser realizado por una persona. 

La dignidad del trabajo no reside en el tipo de trabajo que uno realiza sino en la persona humana que lo realiza. Por ello, es la persona humana quien confiere dignidad a cualquier trabajo y es el trabajador quien hace digno el trabajo. 

El trabajador debe por tanto siempre, tratar y ser tratado dignamente.

Entrometidos


En estos días estuve leyendo una fábula que me enviaron por correo y la verdad para reenviárselas es como demasiado larga, pero luego de leer y leer y leer lo que más  me gustó fue la moraleja del cuento.  

¿Qué cuál fue la moraleja? Pues ahí les va:

Cada quien mete y saca de su saco lo que quiere.

Claro, para entender esto debería reenviar la fábula, pero es muy larga así que yo solo la traduzco más criollamente de la siguiente manera:  

No te metas con mis temas porque son míos y no son problemas tuyos.  

 Yo siempre digo que la gente es tan cómoda, tan fresca, tan metida, tan metiche,  tan CHISMOSA (porque si fuera de buena intención no lo harían a escondidas, ¿no?) que le encanta meterse en la vida de los demás sin ver que su propia vida da más tela para cortar que la que están criticando o chismoseando.  

Yo por eso VIVO Y DEJO VIVIR.

No me meto en la vida de nadie para que NO SE METAN EN LA MÍA.  

Hago mi vida como mejor me place porque estoy consciente y feliz de saber que no le hago daño a nadie y sobre todo NO ME METO EN LA VIDA DE LOS DEMÁS.  

Pero, como en esta vida todo no es perfecto, siempre hay quien se mete donde no le importa, pregunta lo que no es asunto suyo y chismosea como si la vida que llevara no diera ya bastante pena.  

En fin, me gustó mucho esa fábula y quise traducir la moraleja porque nunca esta demás, ¿verdad ?

Displicencia


Quien se comporta con desprecio hacia los demás, actúa con desgana y expresa indiferencia por los otros, tiene una conducta displicente. Supone una actitud muy poco respetuosa y propia de personas soberbias e intolerantes.

Etimológicamente, el término displicencia proviene del latín, concretamente del vocablo displicentia.

La actitud displicente es la cara opuesta de la amabilidad, el respeto y la buena educación. En el trato con los demás hay una norma general no escrita que conviene recordar: hay que tratar a los otros como nos gustaría ser tratados.

La persona displicente puede tener sus motivos personales para comportarse con altanería e indiferencia, ya sea porque se cree superior o porque no le interesa lo que ocurre a los otros. A pesar de sus razones, su actitud indica mala educación y una nula empatía.

La palabra displicencia no siempre se usa para describir el comportamiento despreciativo hacia alguien, ya que en ocasiones hace referencia al escaso interés en una actividad. Cualquier persona que realice una tarea o actividad sin determinación e interés también puede considerarse como displicente. 

En este sentido, su actitud no se proyecta sobre otra persona sino que se manifiesta en una actividad concreta.

El estudiante desmotivado por sus estudios o el trabajador que no se compromete en su actividad laboral, son ejemplos típicos de comportamientos displicentes. 

En ocasiones, ciertos gestos o tonos de voz (por ejemplo, un bostezo o una mueca expresando falta de interés) se pueden considerar como displicentes.

Las personas que se comportan normalmente con apatía a la hora de realizar una tarea se sienten desconectadas emocionalmente. 

En otras palabras, cumplen con sus obligaciones, pero sin ningún tipo de entusiasmo por lo que están haciendo.

Si bien en algunos casos puede haber una razón que justifique este comportamiento (por ejemplo, alguien que trabaja en una situación de explotación laboral), la actitud displicente es una reacción psicológicamente dañina y poco recomendable. 

Así, si tenemos que cumplir con una obligación porque no queda más remedio, es preferible hacerlo con un mínimo de entusiasmo y no con indolencia y dejadez.


Para comprender el verdadero significado de una palabra puede ser útil recordar las palabras con un significado contrario, es decir, los antónimos. 

En este sentido, cortesía, amabilidad, agrado o satisfacción son algunos de los antónimos de displicencia.



Solución De Conflictos


El conflicto forma parte de la vida y es un motor de progreso, pero en determinadas condiciones puede conducir a la violencia. Para mejorar la convivencia educativa y prevenir la violencia, es preciso enseñar a resolver conflictos de forma constructiva; es decir, pensando, dialogando y negociando.

Un posible método de resolución de conflictos se desarrolla en los siguientes pasos:

Definir adecuadamente el conflicto.
Establecer cuáles son los objetivos y ordenarlos según su importancia.
Diseñar las posibles soluciones al conflicto.
Elegir la solución que se considere mejor y elaborar un plan para llevarla a cabo.
Llevar a la práctica la solución elegida.
Valorar los resultados obtenidos y, si no son los deseados, repetir todo el procedimiento para tratar de mejorarlos.

Una buena idea puede ser ir escribiendo las distintas fases del proceso, para facilitar su realización.

En los programas de prevención de la violencia escolar que se están desarrollando en los últimos tiempos, se incluyen la mediación y la negociación como métodos de resolución de conflictos sin violencia.




La Lucidez


La lucidez es un estado de ánimo doloroso. Estar lúcido implica “conocer” en su sentido más amplio. Es percibir hasta en las menores cosas las distintas facetas de la vida. Es una duermevela, una vigilia en medio de la noche.

Estar lúcido es alcanzar un nivel de conciencia trascendente que  provoca la complejidad del ser y sus circunstancias. Es ver claramente, como decía Pablo, Apóstol de Jesucristo, no por un espejo, sino cara cara. Es no intuir la entropía sino abarcarla en su conjunto con todo lo que ello implica.

Estar lúcido es asimilar la esencia del conocimiento primordial. Es un abarcar en la milésima de un segundo las viejas claves perdidas en el tiempo. Y saber de veras. Saber que el equilibrio supremo está en soportar las vicisitudes cotidianas con una mirada “más allá del bien y del mal” al decir de Nietzsche, el más atroz de los desesperados.

Estar lúcido es alcanzar el punto culminante del hombre y de las cosas.  Es el “estar iluminado”, es  el “entender” soportando los mayores dolores con los más desenfrenados placeres.  Es estar abierto al Todo, al Todo, así con mayúsculas. Y es aterrarse por ese conocimiento que alguna vez estuvo vedado a los hombres, pero que algunos lograron alcanzar.

Estar lúcido es traspasar los umbrales de lo cotidiano. Es ver más allá. Es “aprehender” de una forma total, circular. Estar lúcido es descarnarse. Ser un atalaya en la soledad como Ezequiel, profeta en medio de Israel.

Saber las verdades y tolerar ese conocimiento que puede ser atroz, es estar lúcido. Porque es ver hacia adentro y hacia afuera al mismo tiempo. Es “asir” lo inasible. Es “vivir de veras”. Es ver sin los celajes de la costumbre.

Alejandra Pizarnik, esa gran desesperada de nuestra literatura lo supo. Es que los artistas alcanzan ese estado pavoroso de lucidez. Por eso escribió:

“La lucidez es un don y es un castigo, está todo en la palabra, lúcido viene de Lucifer, el arcángel rebelde, el demonio. Pero también se llama Lucifer, el lucero del alba, la primera estrella, la más brillante, la última en apagarse. 

Lúcido viene de Lucifer, y Lucifer viene de Lux y de Fergus que quiere decir, el que tiene luz, el que genera luz, el que trae la luz que permite la visión interior, el bien y el mal, todo junto: el placer y el dolor. La lucidez es un dolor y el único placer que uno puede conocer, lo único que se parecerá remotamente a la alegría, será el placer de ser consciente de la propia lucidez, el silencio de la comprensión, el silencio del mero estar, en esto se ven los años y en esto se fue la bella alegría animal”.


Han alcanzado esa lucidez, entre otros, los místicos y los locos. Por eso es que la lucidez pocas veces se perdona y que a algunos ha llevado al ostracismo o al cadalso.