Llamamos aptitudes a las distintas capacidades que una
determinada persona tiene para realizar algo adecuadamente.
Las aptitudes se
refieren tanto al ámbito psicológico como al físico o corporal.
Se puede hablar
de aptitudes innatas, es decir, que se poseen desde el mismo momento del
nacimiento, que dependen de factores constitucionales.
Hay personas que nacen especialmente dotadas para ejercer
una labor en determinados campos y, ya desde niños, vemos que tienen una
constitución física ideal para algunos deportes, o habilidades manuales,
artísticas, sociales, intelectuales, etc.; pero si estas aptitudes no se
desarrollan lo suficiente, el resultado final puede ser que estas personas
lleguen a cierta edad sin destacar en los ámbitos para los cuales habían nacido
especialmente dotadas. Por tanto, hay que considerar también la importancia de
los factores adquiridos.
Otras veces, las aptitudes iniciales no sólo no se ven
progresivamente desarrolladas, sino que se pueden ver disminuidas por diversos
factores a lo largo de la vida, como, por ejemplo, por traumatismos,
deficiencias físicas o psíquicas o simplemente por la edad; es decir, las
aptitudes pueden sufrir un deterioro.
En la práctica, el desarrollo de las diversas aptitudes
individuales se ve influido por circunstancias que actúan dentro de tres líneas
fundamentales: proporcionalidad con las tendencias, constancia y polarización.
Las aptitudes vienen a ser instrumentos de las tendencias,
ya que, en definitiva, suponen la mayor o menor capacidad para lograr un
objetivo concreto. Cuando el objetivo de las tendencias («lo que queremos
conseguir») está en proporción con nuestras aptitudes («lo que podemos hacer
para conseguirlo») es muy probable que lo logremos.
En este caso actuamos con
«realismo, trazándonos objetivos que podemos llegar a superar; durante el camino
que necesitamos recorrer para alcanzar el éxito habremos desarrollado nuestras
propias aptitudes, ganaremos seguridad en nosotros mismos y nos sentiremos
gratificados.
Todo esto hace que nos dispongamos a intentar lograr
objetivos progresivamente superiores, ya que, paulatinamente, podemos estar
realmente capacitados para conseguirlos. De este modo, resulta importante
fijarse objetivos concretos a corto plazo que estén en proporción con nuestras
aptitudes, si queremos irlas desarrollando a la vez que logramos una serie de
metas.
Por el contrario, si los objetivos son desmesurados en
proporción a nuestras aptitudes, se produce inevitablemente el fracaso, con lo
que nos sentimos frustrados y con deseos de abandonar ese campo de actuación.
Si los objetivos son demasiado sencillos desarrollamos menos
nuestras aptitudes y alcanzaremos un nivel inferior al que hipotéticamente nos
correspondería. Es importante, entonces, conocer nuestras aptitudes y sacarles
el máximo partido posible.
La constancia es también importante. A pesar de que los
objetivos que nos hayamos trazado estén en consonancia con nuestras aptitudes,
podemos tener fracasos de mayor o menor envergadura si abandonamos, quedándonos
sin lograr unos objetivos que realmente estaban a nuestro alcance, y que
hubiéramos conseguido de mantenernos perseverantes. Además, se puede producir
un trauma psicológico que afectaría negativamente a nuestra vida psíquica o
incluso un complejo.
Por último, hay que considerar la necesidad que se establece
en un momento dado de polarizar nuestros esfuerzos en un sentido determinado.
El conjunto de aptitudes deben estar lo más orientadas posible hacia objetivos
que se sitúen dentro de campos concretos, que, generalmente, corresponden al
ámbito profesional o laboral.
La dispersión de objetivos dificulta extraordinariamente la
posibilidad de alcanzar un nivel de cierta altura en algunos de ellos, por lo
que, cuando una persona tiene tendencias muy diferentes, debe renunciar a
algunas de ellas en provecho de la que considere más importante, que debe
coincidir con la tendencia para la que esté más dotado.
Esto no significa una
especialización exagerada, sin más, sino una polarización de esfuerzos hacia un
determinado campo para profundizar en él, ya que profundizar en varios, en la
actualidad, es casi imposible.
Esta actitud es perfectamente compatible con el desarrollo
de aptitudes relacionadas con el objetivo principal, ya que tienen una labor
complementaria fundamental, y, por supuesto, con un progresivo enriquecimiento
cultural que sirve de soporte imprescindible, ya que favorece la maduración de
la personalidad, ejerce un gran poder formativo y aporta una amplitud de miras
necesaria para encauzar adecuadamente nuestras tendencias.