Es el individuo, el real "espacio" donde se
cultiva valores. Los valores no
son algo abstracto, ellos se traducen en comportamientos y actitudes propios de
los seres humanos.
La persona es la responsable directa en el cultivo
de valores (semillas). Los referentes externos simplemente están como fuente
propositiva de valores ejerciendo más o menos su influencia sobre el individuo,
pero en últimas es éste quien por medio de su libertad toma la decisión de
elegirlos y configurar así su identidad personal.
Se realiza una analogía del terreno con la vida del
ser humano. Somos lo que hemos permitido sembrar en nuestra vida.
La riqueza de significado que nos ofrece la
consideración del ser humano como terreno apto para el cultivo de valores desde
esta pedagogía es bastante grande.
Así podremos confrontar en cada persona
la responsabilidad en el cultivo de su identidad personal, de su
carácter, sus puntos de vista, criterios, esquemas mentales, forma de pensar,
formas de reaccionar, el cultivo de su carácter, la configuración de su
personalidad, el manejo de sus emociones.
Y cuando el terreno son los hijos o estudiantes en
un proceso educativo, entonces podremos reflexionar en la influencia que
tenemos como padres o profesores para ofrecer la mejor semilla (valores) para
que ellos con su libertad tengan la opción de elegir para ser incorporada en su
identidad personal al traducirla como acción continua
y habitual por medio de su voluntad.
Entonces es importante entender la dinámica de
siembra y cosecha de todas las semillas posibles que pueden caer en el terreno
del ser humano en el contexto donde este se mueva o interactúe.
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