Mirar dentro de uno mismo es muy necesario para
hacer pequeños ajustes o grandes cambios. Es como ver nuestra
imagen en un espejo y descubrirnos con nuestras fortalezas y nuestras
debilidades, nuestros errores y nuestros aciertos, etc.
Podremos escuchar a
nuestras emociones, identificar todo
aquello que no nos está haciendo felices, solucionar problemas que nos están
impidiendo crecer. Así, es imprescindible para realizar cualquier diagnóstico.
Pero, mirar demasiado puede volvernos personas
ciegas. Por eso, es necesario saber encontrar el equilibrio. Porque
analizarnos es positivo, siempre y cuando no caigamos en el extremo de ignorar
totalmente lo que ocurre fuera. La siguiente fábula ilustra a la perfección de
lo que estamos hablando:
“Un día una mariposa encontró un ciempiés. Nunca había visto
un animal así y le asombró cómo podía mover las patas de una forma tan
coordinada. Su asombro fue tal que no pudo esconderlo.
-Ciempiés, ¿cómo haces para mover los pies con tanta
precisión?
El ciempiés nunca había pensado sobre ello, simplemente lo
hacía, le salía de forma natural. Sin embargo, se detuvo a reflexionar sobre su
“asombrosa capacidad”.
Al cabo de un rato, y después de mucho pensar, descubrió que
ya no podía moverse”.
¿Alguna vez te has parado a pensar en el latido de tu corazón?
Cuando empiezas a reflexionar sobre cómo late sin que tú lo controles, cómo se
puede parar en cualquier momento porque sí, puede que empieces a
agobiarte. Estás intentando buscar una explicación para algo que no la
tiene. El resultado no es muy positivo, pues se traduce en ansiedad y estrés.
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