sábado, 1 de septiembre de 2018

Las Razones De Todos


Somos adictos a "tener razón", pero quedar cautivos de nuestras opiniones es una trampa
Escuchar a los demás es prueba de empatía y respeto, claves para crecer y estar en paz 

La mayoría de nosotros creemos que podemos cambiar lo que los demás piensan; de otro modo, no pasaríamos tanto tiempo en la vida dándole vueltas a “qué opinan los demás de nosotros” y tratando de mejorar su juicio sobre nuestra persona. 

Eleanor Roosevelt dijo: “Nadie puede hacer que te sientas inferior si tú no lo permites”. Esta afirmación pone el foco de atención hacia nosotros mismos y no en los demás; por ello, quizá el único pensamiento que precisa ser cambiado es la creencia de que “los demás deberían pensar diferente”.

Querer tener razón es la enfermedad crónica de la humanidad, seguramente una de las causas que han enfrentado más a las personas, las naciones y las religiones organizadas del planeta. La posesión de las personas por sus propias ideas es siempre una causa de sufrimiento. El problema, al consistir las creencias en “posesiones mentales” no visibles, ha sido buscar la solución a nuestras diferencias tratando de cambiar a los demás antes que examinar la causa real de los conflictos (la necesidad de tener razón).

En demasiadas ocasiones comprobamos cómo querer imponer nuestras razones y opiniones a los demás nos cuesta caro. Tal vez logremos desautorizar las ideas de alguien, pero al final acabamos con una razón más y un amigo menos. ¿Vale la pena? Seguramente no. El resultado es que querer estar siempre en posesión de la verdad consume una gran cantidad de energía y tiempo que nos impide disfrutar de los demás y de la paz mental de saber que en el fondo todos tenemos nuestra propia lógica.

¿Es mejor tener razón a toda costa antes que ser feliz? Que cada uno responda esta pregunta con sinceridad.

La perspectiva materialista o newtoniana del universo nos conduce a cosificar todo con lo que entramos en contacto, ya sea algo material o inmaterial. Incluso lo no material, como un pensamiento, acaba tomando forma y se convierte en objeto de conflicto. Así, una idea o una creencia se acaban convirtiendo en una posesión, una propiedad, algo que debe ser defendido para que no perezca.

Todo pensamiento consciente, repetido durante un tiempo, se convierte en un programa mental invisible. Con el tiempo acumulamos opiniones, creencias, que pasan a conformar lo que llamamos identidad construida o ego. Si alguien agrede esas posesiones mentales, en realidad es como si lanzara un ataque personal, porque confundimos pensamiento e identidad. No parece sensato confundir lo que somos con lo que pensamos, pero esto no lo tienen tan claro quienes se aferran a sus creencias con desesperación.

Tener opiniones es normal, también tener gustos y preferencias… pero que esas ideas y predilecciones le tengan a uno cautivo o secuestrado es una trampa. El libre pensamiento es una conquista humana, pero la libertad de opinión se convierte en una desventaja cuando las posiciones mentales impiden abrirse a nuevas perspectivas o puntos de vista que no concuerdan con las propias.

La pregunta ¿somos nuestras creencias? se responde con un rotundo no. Desde luego, tenemos convicciones, pero en esencia no somos lo que pensamos; a un nivel profundo y esencial, nuestras opiniones no pueden definirnos. Pero llegar a esta claridad no es sencillo ni rápido. De hecho, los conflictos del mundo son tanto disputas por pertenencias materiales (cosas) como por posesiones inmateriales (ideales). Cuando entendemos que tenemos una mente y la usamos, pero que no somos esta, nos liberamos de su contenido y nos autoexcluimos de cualquier conflicto y, por tanto, sufrimiento.

El disgusto que sentimos ante las ideas que no nos son afines es proporcional al grado de apego que tenemos a las propias (o la poca disponibilidad para cambiarlas por otras). Cuanto más apego tenemos a una creencia, más disgusto sentiremos cuando nos enfrentemos a las contrarias. Es fácil deducir que no es la idea del otro lo que nos causa molestia, sino nuestro rechazo a aceptar puntos de vista diferentes. No es su creencia el problema, sino nuestra posición contraria a ella.

Para llevar todo lo anterior a la práctica sirve recordar que cada vez que alguien exprese una creencia alejada de las propias, y ello genere un cierto disgusto, podemos preguntarnos: “¿qué está sucediendo ahora en mi mente?”. Y “¿en qué parte de mi cuerpo siento el rechazo?”. No se trata de cambiar nada, sino simplemente de observar lo que sucede. La observación desapegada y neutral hará posible la aceptación.

Disponemos de una técnica para aceptar comportamiento y creencias ajenas, y se llama asertividad. Consiste en no reaccionar al pensamiento o comportamiento de los demás de forma vehemente, pero sí con autorrespeto y autoestima. Es decir, no adoptando una actitud defensiva o agresiva (ambas son el mismo error), sino reafirmando y expresando la posición personal sin tratar de imponerla al otro.


Y una palabra final: escuche. Escuchar con interés a las personas, aunque lo que digan esté en contra de la propia opinión, es la prueba máxima de la empatía, el respeto y la aceptación, claves todas ellas para la paz en el mundo. Escuchar a los demás les hace sentir valorados, entendidos, importantes. 

Tal vez eso sea todo lo que necesitan de verdad, y al conseguirlo podría ser que renunciaran a imponer sus opiniones y creencias.

Saber Lo Que Sabemos

Filosofía
Saber Lo Que Sabemos
¿Has pensado alguna vez cómo sabes las cosas que sabes? Algunas las sabemos porque alguien nos lo contó, otras porque las hemos visto, otras porque las hemos pensado... ¿Cuántas cosas podemos saber? Por lo que respecta a cuánto podemos saber, es decir, a los grados de conocimiento, Platón diferencia dos grados. Y lo hace atendiendo a su definición del mundo en dos regiones.

¿Es posible que alguna vez alguien sepa absolutamente todo, referido a todo? ¿Y si alguien te preguntara que le digas qué es una idea? ¿Qué dirías? Entre otras cosas, de las condiciones, límites y posibilidad de lo que podemos conocer se ocupa la teoría del conocimiento. Vamos a ver aquí, que decía Platón de este asunto.

Y a Platón se le planteaba un problema: ¿cómo conocemos las ideas si pertenecen a un mundo (el inteligible) en el que el hombre no está porque vive en el sensible? Para responder a esto, Platón lo explicó gracias a dos conceptos que son importantes: la reminiscencia o recuerdo, y la dialéctica.

¿Has pensado alguna vez cómo sabes las cosas que sabes? Algunas las sabemos porque alguien nos lo contó, otras porque las hemos visto, otras porque las hemos pensado... ¿Cuántas cosas podemos saber? Por lo que respecta a cuánto podemos saber, es decir, a los grados de conocimiento, Platón diferencia dos grados. Y lo hace atendiendo a su definición del mundo en dos regiones.

¿Recuerdas? Mundo de las ideas y mundo de las cosas. Al mundo de las cosas corresponde la opinión y al de las ideas la ciencia.

¿Cómo conocemos las ideas si están en el mundo inteligible? Básicamente Platón sostiene que podemos conocerlas recordando. Pero puede recordarlas a través de las cosas del mundo sensible. Se trata de recordar lo que hay en el alma y que ésta conoció cuando estuvo en el mundo inteligible. Según Platón, solamente la contemplación directa de las ideas en el mundo inteligible nos permite conocerlas. 

Y el alma humana vivió en ese mundo, contemplándolas allí. Cuando nuestra alma cayó al mundo sensible y se unió al cuerpo las olvidó. La reminiscencia, por tanto, es recordar.

¿A qué te recuerda esto? La religión cristiana, siglos después de Platón, también habló de un paraíso original perdido, de un alma que es "castigada" a vivir en la tierra... Son muchas las semejanzas que hay entre el pensamiento platónico y la religión cristiana. O dicho de otra manera, el cristianismo asumió y transformó en religión conceptos filosóficos de Platón.



Vicisitudes De La Vida


Vicisitudes es el plural de vicisitud. Este término deriva del latín vicissitūdo, que significa cambio. Por lo que se entiende como una serie de circunstancias cambiantes, una sucesión de sucesos, eventos o acontecimientos que alternados por cuestiones favorables y otras adversas.

La primera definición de vicisitud que describe la Real Academia Española en su diccionario es de un orden disyuntivo o periódico de alguna cosa. Otra definición de este vocablo es una sucesión de hechos positivos y negativos que se desarrollan en cierto tiempo.

Las vicisitudes, en general, están fuera del control de las personas ya que suelen ser sucesos que no se planean sino que simplemente ocurren, y solo se puede aceptarlas. No se pueden evitar estos eventos o cambios ya que solo aparecen en el momento que no lo esperamos.

Uno de los usos más frecuentes a nivel popular de la palabra vicisitudes es la frase “las vicisitudes de la vida”. Este concepto hace referencia al conjunto de momentos o eventos buenos o malos que le toco experimentar, a cierta persona en su vida. Todos los individuos pasan por vicisitudes que surgen de pronto como enamorarse, contraer una enfermedad repentina, un viaje, un accidente, entre otros.

También se aplica el concepto de vicisitudes en el ámbito deportivo para describir momentos de una competencia o las circunstancias que vivió un deportista o equipo. 

Las vicisitudes también pueden ser analizadas a nivel social por lo que un pueblo o país tiene afrontar diferentes vicisitudes como una crisis económica, un desastre natural o las medallas de oro que gana en las olimpiadas. Todos estos hechos positivos y negativos marcan la historia de las personas pero también a nivel país.


Algunas personas creen que las vicisitudes son parte del destino de cada individuo y para otras son simplemente parte de la vida.

La Cognición


¿Qué es la cognición? La palabra cognición viene del latín "cognoscere", que significa conocer. Por lo tanto, cuando hablamos de lo cognitivo normalmente nos estamos refiriendo a todo aquello que pertenece o que está relacionado con el conocimiento, es decir, el cúmulo de información que hemos adquirido gracias al aprendizaje o la experiencia.

La definición más aceptada de cognición es la capacidad que tenemos los seres vivos de procesar la información a partir de la percepción (estímulos que nos llegan del mundo exterior a través de los sentidos), el conocimiento adquirido con la experiencia y nuestras características subjetivas que nos permiten integrar toda esta información para valorar e interpretar el mundo.

Es decir, la cognición es la habilidad que tenemos para asimilar y procesar los datos que nos llegan de diferentes vías (percepción, experiencia, creencias…) para convertirlos en conocimiento. La cognición engloba diferentes procesos cognitivos como el aprendizaje, la atención, la memoria, el lenguaje, el razonamiento, la toma de decisiones, etc… que forman parte del desarrollo intelectual y de la experiencia.

Distintas disciplinas han abordado el estudio de la cognición, la neurología, la psicología, la antropología, la filosofía e incluso las ciencias de la información. Pero fue la psicología cognitiva la que empezó a estudiar cómo el procesamiento de la información influía en la conducta y qué relación tenían los diferentes procesos mentales en la adquisición del conocimiento. 

La psicología cognitiva surgió a finales de los años 50 como contraposición al conductismo imperante de la época. Autores como Piaget y Vigotsky revolucionaron el panorama científico gracias a sus teorías sobre el desarrollo y aprendizaje cognitivo, que aún hoy siguen vigentes.

A partir de la década de los 60, el interés por la cognición y las capacidades cognitivas aumentó exponencialmente, y el número de investigaciones que se generaron permitió incrementar el conocimiento que tenemos sobre estos procesos.

Actualmente, los avances en neuroimagen nos permiten añadir un conocimiento fisiológico y neuroanatómico muy importante para la comprensión de los procesos mentales y cómo estos influyen en nuestras conductas y emociones.



Relaciones Humanas


Todo acto en el que intervengan dos o más personas es una relación humana. Se considera que las relaciones humanas son el contacto de un ser humano con otro respetando su cultura y normas, compartiendo y conviviendo como seres de un mismo género en una sociedad.

El ser humano se relaciona con los demás, ya sea de manera familiar, colectiva o laboral. Éste intercambia con otras ideas, opiniones, anécdotas, experiencias, inclusive cosas más personales
.
Una de las finalidades de las relaciones humanas es favorecer un buen ambiente y convivencia para lograr así la comprensión de las demás personas; ponerse en el lugar de otro ayudará a ese individuo a sentir más confianza y seguridad en momentos difíciles y de tensión para él.

Es importante saber que para lograr una excelente relación humana lo primero y principal es aceptarse a uno mismo, así aceptarás a los demás y por consecuencia serás aceptado.

En el trabajo, es indispensable crear buenas relaciones humanas debido a que nos permitirá encontrar satisfacción por nuestro propio trabajo, aumentar la productividad, incrementar el desarrollo personal con base en un buen equipo, y lograr el reconocimiento de los demás.


Nuestro Medio Ambiente


El medio ambiente de un ser vivo está formado por todo aquello que le afecta.

Los seres humanos vivimos en un espacio, en un entorno natural, rural o urbano y debemos entender que respetar este entorno es un deber que tenemos como ciudadanos.

Las personas modificamos el medio ambiente con nuestras actividades: al talar árboles, al quemar combustible, al cultivar la tierra..., puesto que somos miles de millones de personas y disponemos de mucha tecnología, estas modificaciones pueden ser muy importantes y afectar, en general, a todos los ecosistemas. 

En estos últimos años hemos participado responsablemente en la conservación del medio ambiente, conscientes de la importancia de su conservación. Entre otras razones porque disponemos de los medios para lograrlo.

Veamos los principales problemas medioambientales que se derivan de la actividad humana:
       • LA CONTAMINACIÓN: se produce al liberar al medio sustancias que tengan efectos negativos sobre el mismo.
      • EL CALENTAMIENTO GLOBAL: efecto provocado por el exceso de dióxido de carbono en la atmósfera, que impide que parte de la radiación sea emitida hacia el espacio. Este fenómeno provoca que poco a poco la Tierra vaya aumentando la temperatura, lo que tiene como consecuencia inmediata el cambio acelerado del clima.
     • LA DEFORESTACIÓN: la deforestación es la pérdida de bosques. Se produce para conseguir espacios para cultivos, para aprovechar la madera o construir carreteras, urbanizaciones, etc.
     • LA PÉRDIDA DE BIODIVERSIDAD: la biodiversidad es la variedad de especies de seres vivos que hay en un ecosistema. La pérdida de biodiversidad es consecuencia directa de los tres problemas medioambientales anteriormente citados.

El respeto se refiere al saber valorar, el reconocer las necesidades de otro y de tener consideración.

Cuando el respecto se relaciona con la naturaleza ,se refiere a la valoración del medio ambiente en el que vivimos, de los animales, plantas y todo aquello que hace posible la vida en el planeta. Asimismo se refiere a la consideración hacia la naturaleza, y al reconocimiento de las "necesidades" de la misma, que vendrían a ser las condiciones necesarias para que pueda seguir existiendo y desarrollándose como tal.

O sea el respecto por la naturaleza no sólo es valorarla, sino que tomar las medidas necesarias para no dañarla, lo que viene a ser una conciencia ecológica.
Por tanto, el respeto a la naturaleza y al entorno es, ante todo, una cuestión de sentido común puesto que nuestro entorno influye y repercute directamente sobre nuestra salud y nuestro propio bienestar. 

Atacar el entorno y atacar a la naturaleza es, a la larga, atacarnos a nosotros mismos. Si no sabemos utilizar de manera lógica y equilibrada los recursos que la naturaleza nos ofrece estamos rompiendo una cadena de equilibrio y armonía, que se volverá en contra nuestra.

Participación

La participación es el actuar cuando podemos ser fichas clave en un conjunto.

Participar es aportar lo que podemos dar, cuando es necesario para llegar a un fin en conjunto.

Por ejemplo, en clase, nuestra participación con preguntas al profesor y aclaración de dudas, es lo que permite el mejor entendimiento propio y el de los compañeros a nuestro alrededor.

La participación, nos ayuda a dar lo mejor de nosotros para conseguir un propósito, nos permite aportar algo positivo a un grupo, impactar a otros con lo que tenemos dentro.

Del latín participatĭo, participación es la acción y efecto de participar (tomar o recibir parte de algo, compartir, noticiar). El término puede utilizarse para nombrar a la capacidad de la ciudadanía de involucrarse en las decisiones políticas de un país o región.

En este sentido, puede hablarse de la participación ciudadana a través de las elecciones, los referendos o los plebiscitos. El método más habitual de participación es el sufragio cada una determinada cantidad de tiempo para escoger a los representantes del pueblo. Esto se conoce como democracia representativa (la gente elige a los integrantes del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo).

Participación es, por otra parte, un aviso o parte que se da a alguien: “¿Sabías que Claudia se casa? Ayer me llegó la participación”, “No te preocupes, voy a enviarte una participación”.

No obstante, tampoco hay que olvidar que también se conoce por el nombre de participación a la parte que se juega de un número de lotería. Así, por ejemplo, en muchos casos existen los billetes y luego están las participaciones, que cuestan menos que los billetes y que son una parte de aquellos. De ahí que si toca el premio quien tenga un billete completo conseguirá una mayor cuantía que aquel que tenía una participación.





Generar Confianza

La confianza es el pilar sobre el que se construyen las relaciones.

Relaciones entre personas, y entre éstas y marcas.

Y como ya me habrás escuchado decir en otras ocasiones, sin confianza no hay ventas, y sin ventas no hay negocio.

Pero la confianza no sólo es importante en los negocios, sino que su relevancia va mucho más allá, pues afecta a nuestro día a día.

Nuestro éxito personal depende directamente de la confianza que otros nos tengan. No te olvides que, como dijera Aristóteles, el hombre (entiéndase el ser humano) es un animal social.

Nos desarrollamos en el seno de una comunidad (en realidad de múltiples comunidades) y dependemos literalmente de otros para conseguir nuestros fines y para sentirnos satisfechos con nuestra vida.

Vivimos en sociedad, necesitamos del favor ajeno, y quien no goza de la confianza del prójimo tampoco recibirá su favor, por lo tanto, no gozar de la confianza de otros es una forma de destierro, de rechazo social.

A nadie apetece el ostracismo, ni hace dos mil quinientos años ni ahora, pues significa la ruptura del ser con sus raíces, el abandono por largo tiempo del lugar donde uno tiene la mayor parte de, sino todos, sus intereses (propiedades, inversiones, familia, etc.).

Pues bien, algo parecido sucede cuando una persona, marca o entidad pierde la confianza de aquellos a quienes necesita para prosperar.

Y ya sabes lo que dicen, la confianza puede tardar años en ganarse y un momento en perderse. Y una vez perdida recuperarla puede resultar imposible.

Ahora bien, gozar de la confianza del prójimo pone a tu alcance un mundo de oportunidades. Dejas de ser un extraño. Su puerta está abierta para ti. Ahora formas parte de su círculo de confianza. Si puede hacer algo por ti lo hará.
Veamos ahora cómo generar confianza y cómo mantenerla y no perderla.

Estamos siendo continuamente evaluados y clasificados.
Todo cuanto hacemos y decimos es examinado y conduce a una clasificación, la cual se va reajustando con cada nueva información sobre nosotros que recibe la persona, ya provenga de nosotros mismos o de otros.
Somos evaluados por 4 cosas:
1- Qué hacemos.
2- Qué decimos
3- Cómo lo hacemos y decimos
4- Nuestra imagen.

Cada una de estas 4 cosas habla de nosotros, manda un mensaje a la persona que nos observa. La suma de todos los mensajes permite esa clasificación, la cual se va reajustando con cada nueva información que se recibe.



viernes, 31 de agosto de 2018

La Voz De Nuestras Pertenencias

Tanto nuestras pertenencias, como nuestros hábitos de compra, nos pueden dar información acerca de creencias distorsionadas acerca de nosotros mismos. Al observarnos, podemos detectar áreas de nuestra vida abandonadas o desequilibradas.

Nuestras pertenencias y adquisiciones nos permiten caer en cuenta de algunos extremos malsanos en los que nos podemos estar moviendo.

Si tenemos muchas cosas nuevas que no hemos usado, podemos ser compradores compulsivos.

Si compramos cosas que nunca usaremos o no sabemos para qué sirven simplemente porque nos atrajo el precio, probablemente somos compradores compulsivos.

Si la mayoría de nuestras posesiones son de segunda mano, o conservamos utensilios dañados o ropas raídas, probablemente vivimos en la privación. Eso trae consigo una serie de creencias negativas acerca del mundo y de uno mismo, tales como: “No hay suficiente”, “No voy a poder proveer en el futuro”, “Hay escasez” o “No me lo merezco”.

Si pedimos a otros que hagan las compras por nosotros porque no tenemos tiempo para comprar, probablemente somos trabajadores compulsivos.

Si compramos mucha comida, probablemente somos comedores compulsivos.
Si nos toma mucho tiempo o invertimos mucho dinero en conseguir alimentos saludables, podríamos tener un problema de ortorexia.

¿Cuál es tu tendencia?
¿Compras mucha comida?
¿Compras mucho alcohol?
¿Compras cosas que no necesitas?
¿Siempre compras en promoción?
¿Siempre buscas en los canastos de ofertas, saldos y segundas?
¿No compras nada para ti y muchas cosas para los demás?
¿No compras nada? ¿No te das gustos? ¿Vives en la privación?

¿A pesar de tener el dinero, no tienes tiempo para comprar y pides a otros que hagan las compras por ti?

El Ser Libre


Filosofía
El Ser Libre
Ser libre significa soltar, dejar ir, desapegarse, no esforzarse en contra de lo dado, porque los apegos no son reales, son ilusorios, es creer que producirán felicidad, sin embargo es lo que produce sufrimiento.

Lo único que queda después de la liberación, es lo real, lo verdadero, Dios, si creemos en Él.

Las personas pueden estar dispuestas a dejar ir lo que les hace mal, como por ejemplo, cónyuges abusadores, familias codiciosas, trabajos mal remunerados, drogas que los están matando; sin embargo, estos acosos permanecen como pegados a sus vidas y les resulta difícil deshacerse de ellos, aunque los hagan iracundos, temerosos y violentos.

Estos obstáculos para vivir son difíciles de erradicar porque de algún modo sirven de pretexto para liberarse de la energía reprimida.

Dejar ir a la ira y al temor, que son las más comunes de las emociones reprimidas, constituye un proceso que exige estar alerta, o sea prestar atención a los sentimientos que emergen de la interioridad, y darse cuenta de qué es lo que hace sentir enojo y ansiedad; porque cuanto más atención se ponga en estos sentimientos más fácil será dejarlos ir.

Es necesario ser objetivo y ver la ira solamente como la energía que se relaciona con las cosas negativas, por ejemplo, con la injusticia, con los abusos y con las cosas que producen temor, o sea con todo aquello que parezca peligroso o inseguro.

Estas energías se adhieren a ciertas circunstancias específicas ligadas con las emociones, como una pelea con la pareja, un choque con el auto, un disgusto serio en el trabajo, una pérdida, etc.

El proceso exige desligar la ira o el temor de la situación que la produce y dejarla ir.

Desde el punto de vista espiritual, no importa quién es el que está equivocado en una discusión, porque la energía es la de uno y lo importante es liberarse de ella; y el camino de la libertad depende nada más que de nosotros mismos.

Lo importante es que si uno es responsable de sus actos ya no será manejado por las circunstancias; porque no podemos esperar que los demás se ocupen de nosotros; nos tenemos a nosotros mismos y la ayuda divina si creemos en ella.

Despojarnos de las energías negativas ligadas a situaciones que nos han hecho infelices requiere de la participación de la mente y del cuerpo.

Hay que dejar que el cuerpo haga lo que quiera hacer, o sea que tenga las reacciones naturales que le sirvan, mientras no afecten a otras personas.

La mayoría no vive sus propias vidas porque está influenciada por los demás, porque está esclavizada por el pasado y porque solamente conoce lo que ha aprendido y jamás se atrevió a escuchar su voz interior.

Cuando nos conformamos a una situación lamentable, estamos demostrando que tenemos miedo a ser libres.

La libertad es el valor supremo para desarrollarnos y crecer, que no significa libertad de nuestros compromisos y de nuestras responsabilidades.

Por ejemplo, deseamos hacer algo, sin embargo decidimos hacer otra cosa porque tenemos miedo.

Uno puede ser lo que desea ser y hacer cualquier cosa que le guste desde el Ser y no desde el ego o desde lo que quieren o hacen los demás; porque solamente los impulsos genuinos nos llevan en la dirección correcta.

La mayoría depende de las experiencias pasadas, que son las que la obliga a continuar siendo como era antes, una persona temerosa, insegura y carenciada de afectos; y esa dependencia la lleva a un futuro falso.

El que se libera a sí mismo está ayudando a la humanidad a hacer lo mismo.


jueves, 30 de agosto de 2018

Momentos De Reflexión


“Encontrar momentos para dedicarse al pensamiento contemplativo siempre ha sido un reto, ya que siempre hemos estamos sujetos a la distracción”, afirma Nicholas Carr, autor de The Shallows, de acuerdo a la nota de Teddy Wayne para el New York Times.

“Pero ahora que llevamos con nosotros estos dispositivos multimedia todo el día, esas oportunidades se vuelven aún menos frecuentes por la sencilla razón de que tenemos esta capacidad de distraernos constantemente”.

La neuroplasticidad (esto es, la capacidad que tiene el cerebro de cambiar y adaptarse a nuevas situaciones constantemente), estimulada por la tecnología, es un arma de doble filo.

Si bien, por ejemplo, los videojuegos ayudan a mejorar la memoria y la concentración en personas de avanzada edad, e incluso aumentan la materia gris, estas habilidades no están relacionadas con los procesos reflexivos. 

Estrictamente hablando, son capacidades relacionadas exclusivamente con la planificación y la navegación espacial.

Escribe Wayne: “en un mundo donde un teléfono o un ordenador casi nunca están fuera de nuestro alcance, ¿estamos eliminando la introspección en momentos que podrían haber estado dedicados a eso? ¿Acaso la profundidad de esa reflexión está en peligro porque nos hemos acostumbrado a buscar la gratificación inmediata de los estímulos externos?”.

Los números no son del todo alentadores: un grupo de participantes en un estudio calculó que utilizaban sus dispositivos electrónicos al menos 37 veces a lo largo del día (incluyendo todas las ocasiones en las que se enciende una pantalla, sea por la razón que sea). Para su sorpresa (o su decepción), el número real estaba más cerca de  85.

En 2010, investigadores del Wellcome Trust Center for Neuroimaging del University College en Londres, dirigidos por el médico Stephen Fleming, publicaron un artículo en el que establecieron la correlación entre la habilidad introspectiva (entendiendo esta como la capacidad de medir el propio desempeño en una tarea de percepción visual, o como la capacidad de “pensar acerca de pensar”), y la cantidad de materia gris en la corteza prefrontal.

Utilizando esta información, Brian Maniscalco y Hawkwan Lau publicaron, a su vez, otro artículo que medía la habilidad introspectiva mientras los sujetos del estudio podían concentrarse en una tarea o se distraían con una segunda tarea difícil.

Distraerse con la segunda tarea no afectó el desempeño real de la primera tarea, pero sí impidió que los sujetos tuvieran la habilidad de ser introspectivos.

El hallazgo respalda estudios anteriores que indican que hacer varias cosas al mismo tiempo disminuye el desempeño cognitivo.

Por lo tanto, de acuerdo con el doctor Fleming, es una “conjetura razonable” que si pensamos en que navegar el mundo es una primera tarea (físicamente, como cuando caminamos sin rumbo determinado o, mentalmente, cuando sopesamos algo) y revisar el teléfono es una segunda tarea, esta última dificulta nuestra capacidad de reflexionar.


“La corteza prefrontal es buena para hacer una sola cosa a la vez”, dijo el especialista. “Si sometes a las personas a un contexto donde hay dos tareas, parte de la razón por la que las cosas se dificultan es que la tarea secundaria interfiere con las funciones involucradas en la introspección”.

La Imagen Que Irradiamos


La imagen personal es nuestra carta de presentación.

Refleja la manera en que queremos relacionarnos con el mundo y con los demás.
 Decimos más con el cuerpo que con las palabras y somos más sinceros.
 El cuerpo es un elemento magnífico de comunicación y es la tarjeta de presentación de una persona, que debe ir acompañado del control del lenguaje verbal y no verbal.

Cuando hablamos de Imagen personal, no nos referimos solo a la vestimenta sino a algo mucho mas amplio que incluye también la postura, los movimientos, los rasgos físicos, la manera de caminar, la mirada, la risa, el tono de voz, la higiene, la cortesía, la educación, etc.  Es decir, es un estilo de vida, una forma de ser y actuar y cada persona tiene la suya.

Es muy importante cuidar nuestra imagen personal porque es lo primero que los demás ven de nosotros y, aún sin pronunciar palabra, podemos transmitir datos y proyectamos nuestra personalidad a través de la imagen que ofrecemos al exterior.

Es necesario mantener una coherencia entre cuatro canales de información que se utilizan al transmitir cualquier mensaje: apariencia exterior, tono y modulación de la voz, gestos e indumentaria. 

Cuando alguno de los elementos no armonizan con el resto coloca al oyente en la disyuntiva de creer lo que escucha o lo que ve.

“La primera impresión es la que cuenta”
Según los psicólogos sociales, cuando se produce el encuentro con una persona, el período crítico son los primeros 5 minutos y las impresiones que se formen durante ese tiempo persisten y se refuerzan.  Como dicen las frases populares: “La primera impresión es la que cuenta” y “No existe una segunda oportunidad para causar una primera impresión”.

La imagen personal es como una foto, lo que los demás ven de nosotros en una mirada rápida.

Por otro lado, la buena presencia, ser y sentirse agradable a la vista de los demás, hace a las personas más seguras de sí mismas, lo cual mejora su desarrollo personal, profesional y social.

La regla de oro para transmitir una buena imagen es: “estar a gusto y seguro con uno mismo”.

Los Medios De Comunicación


La comunicación como modo específico en las relaciones humanas, puede consistir en relaciones de participación recíproca o de comprensión, de interacción humana con los otros o el conjunto de formas que puede adoptar la convivencia.

Los hombres para formar una comunidad tienen que comunicarse, porque participan unos con otros sus modos de ser y de esa manera adquieren nuevos significados; pero es preciso tener en cuenta elementos adversos que atentan contra la comunicación: el rumor y el ruido, y factores que intervienen en una satisfactoria comunicación: la empatía y la retroalimentación.

A pesar de las limitaciones participativas, los medios de difusión masiva han favorecido un innegable enriquecimiento cultural a nuestros pueblos ampliando la acción formadora de las escuelas y otras instituciones, y ofreciendo un esparcimiento accesible para las grandes mayorías.

En las situaciones más opresivas en que la historia latinoamericana se ha visto comprometida en esta última década, pueden encontrarse rasgos de una comunicación liberadora: Apoyo mutuo de los sectores marginados económica y socialmente, defensa ante medidas arbitrarias de represión, ayuda internacional de emergencia, etc., aunque los dones creados para el progreso y la comunicación no los eximimos de un discernimiento crítico de abismales murallas de incomunicación que aún existen en Latinoamérica.

La formación de un comunicador está situada en su forma de elevarse digno e interviniendo con rasgos profundos de convivencia fraterna abierta y sin límites.

Sería bueno señalar cómo el hombre moderno, tan sofisticado en su tecnología y tan abierto al progreso ha descuidado su capacidad comunicativa para sostener relaciones más profundas y fraternas.

miércoles, 29 de agosto de 2018

Las Falsas Apariencias


No es fácil trazar un semblante certero, incluso superficial, de una persona. Hay quienes comparten sus vidas durante años y no llegan a conocerse más allá de la cocina.

El conocimiento personal requiere de grandes dosis de atención. A pesar de que el refranero nos hable de que no hay hombre ni flor que no cobre a la tarde su color, hay maestros en el arte del disimulo capaces de llevar a error al observador más perspicaz.

Nos advierte de ello la escritora Mercedes Salisachs cuando al discurrir sobre la precariedad de las relaciones amistosas destaca hasta qué punto el ser humano puede disfrazar sus sentimientos aparentemente honestos mientras bordea el crimen. Por ello si enfatizando el adjetivo simpático, por poner un ejemplo, se pretende con ello una calificación global en positivo de alguien, siempre me digo, buen comienzo, pero según para qué no obviemos nunca indagar si tras la encantadora flor se oculta la aviesa espina.

Aparte de la gente que aparenta a conciencia lo que no es, está aquella que carente de criterio es como la veleta que dirige el viento. Ni a los unos ni a los otros hay que darles valor alguno, y cuanto más lejos los tengamos mejor. Aunque los de la primera especie son sin duda los peores, ojo con los de la segunda.

Con razón me confesaba hace años un agricultor de mi pueblo que nada quería con los que cada vez le venían de una distinta forma. Entre los carentes de criterio, aunque excepcionalmente pueda haberlos inteligentes, predominan los de mente confusa o insuficiente, aquellos de los que solemos decir que no tienen dos dedos de frente. Y por supuesto, de sentido común. De lo que dicen, lo dicho, ni caso.

Pero si traspasan el umbral de las palabras, de lo que hacen o puedan hacer, ¡ojo!, que tampoco para ellos hay vacuna contra la maldad. Cuando ésta y la locura se dan la mano, la mezcla puede ser explosiva. No hay más que pensar, por poner casos extremos, en algunos tiranos y asesinos en serie, monstruos de ayer y de hoy que están en el imaginario colectivo como paradigma de la maldad humana.

Volviendo al ámbito de las apariencias habremos de convenir que el mismo comparte espacio con el de la mentira, pues igual miente quien niega la verdad que quien la disfraza. Una variante muy en boga de lo que hablamos consiste en solemnizar lo trivial para hacerlo pasar, así revestido, por sustancial, estrategia de excelentes resultados que sitúa en los primeros puestos de la escala de valores de algunos toda una sarta de banalidades, dimes y diretes y prosaicos intereses.

Hay políticos que con uno u otro grado o matiz recurren con frecuencia a esta práctica. Un ejemplo de ello sería la adopción de la misma actitud solemne al tratar públicamente los asuntos de interés general que los de índole particular propios de la lucha política partidista. Tanto en este supuesto como en el anterior la conclusión que cabe sacar es la siguiente: o sus protagonistas mienten o en el fondo les importa un bledo aquello de que hablan. En definitiva, pose, teatro y pantomima.

Llegados a este punto cualquiera podría cuestionarnos sobre la dificultad de conocer a los demás si apenas nos conocemos a nosotros mismos.

Esto es en parte cierto, pero es también una excusa para evitar complicarnos la cabeza porque no nos gusta lo que vemos y no tenemos fuerza o no queremos luchar por lo que podríamos o nos gustaría ser.

Si realmente queremos saber, además de prestar atención a los hechos y a las palabras, debemos dedicar, aunque sólo sea de vez en cuando, media horita a pensar.

Por último, y teniendo en cuenta que podemos equivocarnos, salvo con la falsedad perversa e inmisericorde, seamos siempre prudentes y tolerantes en nuestras valoraciones de los demás.

Poner Límites A Los Desbordes

Si alguien está faltándote el respeto, quejándose de ti e intimidándote, no trates de hacer algo para caerle bien. Eso solo producirá que tu campo de energía se reduzca y que te hagas dependiente energéticamente de su opinión. Es imposible que le caigas bien a todo el mundo. Si te quieres y respetas, crearás un campo de energía alrededor tuyo que te protegerá de ser afectada por las opiniones del resto.

Si dejas que alguien se quede en tu hogar el fin de semana, intentará quedarse la semana completa. Es muy bueno ser generoso, pero esto puede ser la base para dejar entrar a alguien en tu vida. Escoge muy bien, no querrás que alguien comience a contaminar tu vida.

Un parásito necesita un huésped para sobrevivir. Cuando le prestas atención a otra persona, le das energía. Es por eso que si sentimos que cierta persona nos trasmite sus frustraciones, debemos de tener la fortaleza y sutileza de decirle que no podemos seguir escuchándolo, ya que todas esas emociones se drenarán de diferentes maneras y formas que no serán productivas en nuestra vida. Escuchar a otras personas es maravilloso, pero hay una línea que debemos mantener a raya.

Acércate a la naturaleza, medita, relájate y respira en ella, debes purificar tu interior. La respiración aumenta la circulación del flujo sanguíneo en todo el cuerpo, ayudándote a prevenir absorber la mala energía de quienes te rodean. Camina con confianza, manteniendo la cabeza en alto y no permitiendo que cualquier persona te haga sentir inferior.


Tú eres 100% responsable de cómo te sientes. La percepción que tenemos de nosotros mismos es mayor que la percepción que otros tienen de nosotros. No eres una víctima, nadie tiene poder sobre ti. Considera cómo tus pensamientos o expectativas pueden haber manifestado la situación que te está molestando. 

Cuando te haces responsable de la forma en que respondes a algo, te conectas contigo mismo a un nivel más profundo. Cuando estas conectado contigo mismo a un nivel más profundo, nadie logrará sacarte de tu centro.

martes, 28 de agosto de 2018

Filosofar Para Abrir Nuestra Mente

Filosofar significa “pensar por uno mismo” ya que no solo deseamos conocer las ideas de otros, sino que debemos tener las propias. Por eso, la Filosofía se convierte en un inmenso campo de entrenamiento para ejercitar la mente.

Una especie de taller práctico que requiere una participación activa es lo que propone el filósofo alemán Robert Zimmer (Tréveris, 1953) en su libro “La filosofía como gimnasia mental” (Editorial Ariel), concebido como una tabla de ejercicios para que el lector lo utilice, pero sin necesidad de leerlo en el sentido habitual.

Para este autor de obras de divulgación filosófica, “la Filosofía es algo universal que trata temas con los que todos nos topamos en algún momento, está en todo lo que nos rodea” y por eso “la gente vuelve a la filosofía una y otra vez”, aunque algunos la consideren como algo “pedante y abstracto”.

Este libro no se dirige al filósofo de academia, “sino al aprendiz y aficionado a la filosofía que practica en casa” y a quien quiera plantearse el reto de resolver problemas filosóficos y rompecabezas mentales que ayudan a mantener en forma nuestra capacidad cognitiva.

“La mayoría de las veces, enfrentarse a un problema filosófico significa encontrar buenos y mejores argumentos, o bien poner a prueba la relación lógica y la ausencia de contradicciones en un enunciado”, explica Zimmer quien también pretende provocar una tormenta e intercambio de ideas.

Porque “la auténtica filosofía tiene lugar allí donde haya más gente, no en la torre de marfil académica, sino en la calle” ya que “no existe una filosofía privada”.


Vulgaridad

La vulgaridad es el aguafuerte de la mediocridad. En la ostentación de lo mediocre reside la psicología de lo vulgar; basta insistir en los rasgos suaves de la acuarela para tener el aguafuerte.

Diríase que es una reminiscencia de antiguos atavismos. Los hombres se vulgarizan cuando reaparece en su carácter lo que fue mediocridad en las generaciones ancestrales: los vulgares son mediocres de razas primitivas: habrían sido perfectamente adaptados en sociedades salvajes, pero carecen de la domesticación que los confundiría con sus contemporáneos. 

Si conserva una dócil aclimatación en su rebaño, el mediocre puede ser rutinario, honesto y manso, sin ser decididamente vulgar. La vulgaridad es una acentuación de los estigmas comunes a todo ser gregario; sólo florece cuando las sociedades se desequilibran en desfavor del idealismo. Es el renunciamiento al pudor de lo innoble. Ningún ajetreo original la conmueve. Desdeña el verbo altivo y los romanticismos comprometedores. Su mueca es fofa, su palabra muda, su mirar opaco. Ignora el perfume de la flor, la inquietud de las estrellas, la gracia de la sonrisa, el rumor de las alas.

La vulgaridad es el blasón nobiliario de los hombres ensoberbecidos de su mediocridad; la custodian como al tesoro el avaro. Ponen su mayor jactancia en exhibirla, sin sospechar que es su afrenta. Estalla inoportuna en la palabra o en el gesto, rompe en un solo segundo el encanto preparado en muchas horas, aplasta bajo su zarpa toda eclosión luminosa del espíritu. Incolora, sorda, ciega, insensible, nos rodea nos acecha; deleitase en lo grotesco, vive en lo turbio, se agita en las tinieblas.

Los hay en todas partes y siempre que ocurre un recrudecimiento de la mediocridad: entre la púrpura lo mismo que entre la escoria, en la avenida y en el suburbio, en los parlamentos y en las cárceles, en las universidades y en los pesebres. En ciertos momentos osan llamar ideales a sus apetitos, como si la urgencia de satisfacciones inmediatas pudiera confundirse con el afán de perfecciones infinitas. Los apetitos se hartan; los ideales nunca.

El hombre sin ideales hace del arte un oficio, de la ciencia un comercio, de la filosofía un instrumento, de la virtud una empresa, de la caridad una fiesta, del placer un sensualismo. La vulgaridad transforma el amor de la vida en pusilanimidad, la prudencia en cobardía, el orgullo en vanidad, el respeto en servilismo. Lleva a la ostentación. a la avaricia, a la falsedad, a la avidez, a la simulación; detrás del hombre mediocre asoma el antepasado salvaje que conspira en su interior acosado por el hambre de atávicos instintos y sin otra aspiración que el hartazgo.


Crisis De Identidad


Una Crisis de Identidad es un periodo en el que la persona experimenta profundas dudas sobre sí misma, acompañadas de sentimientos de vacío, soledad e incluso baja sensación de existencia.

Los seres humanos atravesamos varios periodos de crisis a lo largo de nuestra vida, y algunos de ellos, se den a la edad que se den, sirven para ir construyendo lo que somos como personas, pues la palabra crisis significa cambio y el cambio es, casi siempre, la antesala del crecimiento.

Entre las crisis más frecuentes están:
La crisis de identidad, donde la persona se siente como perdida y en ocasiones asustada ante la idea de no saber muy bien quién es.
La crisis por pérdidas personales; se trata de la elaboración de procesos de duelo ante divorcios, abandonos, traiciones, muertes, etcétera
Crisis de adolescencia; periodo emocionalmente convulso donde el ser humano conquista su intimidad y gestiona las similitudes y diferencias en referencia a sus grupos de pertenencia.


Las intervenciones en el tratamiento de una Crisis de Identidad son abordadas desde la Terapia Sistémica Constructivista, que contempla toda la influencia de los factores familiares y sociales sobre la creación de las diferentes narrativas personales y la manera en que cada individuo reconstruye su realidad.

Lo Que Quieres Hacer Mientras Vives


Es una pregunta muy directa y posiblemente, si te la preguntan sin contexto, empezarías una larga lista con todas las cosas que disfrutas, que te apasionan y que te gusta hacer.

El problema viene cuando le damos un contexto, cuando el sentido de la pregunta cambia: ¿qué te gusta hacer en la vida? ¿A qué te gustaría dedicarte? ¿Cómo te gustaría ganarte la vida?

Por culpa de ese contexto viene el cortocircuito, el bloqueo mental.

Normalmente no asociamos el trabajo a algo que nos guste o a una pasión. A decir verdad, pocas personas lo hacen. No contemplamos disfrutar de nuestro trabajo como si de un hobby se tratase…

No es que no queramos, es que simplemente ni nos lo llegamos a plantear. ¿Un trabajo tiene que ser divertido?

Nos hemos acostumbrado a que el trabajo sea una obligación y da igual si lo disfrutamos o no.

Ese pensamiento, obviamente, no viene de nosotros, nos viene impuesto. Ningún niño pequeño piensa así, todo el que quiere ser policía, bombero o astronauta piensa que es el mejor trabajo del mundo.

¿Por qué hay que conformarse con eso?

¿Y si te dedicaras a aquello que te gusta hacer? ¿Cambiaría en algo tu vida?


“Si vives cada día como si fuera el último, algún día tendrás razón”

Seguridad Y Confianza


La confianza en uno mismo es una manera sana de comunicarse. Es la capacidad de defenderse de forma honesta y respetuosa. Todos los días, nos enfrentamos a situaciones en las que tener confianza y seguridad en nosotros puede ser de gran ayuda; por ejemplo al invitar a alguien a una cita, al acercarse a una maestra para hacerle una pregunta o presentarse a una entrevista para la universidad o un trabajo.

No todos tienen confianza en sí mismos naturalmente. Algunas personas se comunican de manera demasiado pasiva. Otras personas tienen un estilo demasiado agresivo. Un estilo seguro es el equilibrio ideal entre estos dos extremos.

Ser seguro significa lo siguiente:
Puedes expresar una opinión o decir cómo te sientes.
Puedes pedir lo que deseas o necesitas.
Puedes expresar tu desacuerdo de manera respetuosa.
Puedes hacer sugerencias o dar a conocer tus ideas.
Puedes decir "no" sin sentirte culpable.
Puedes defender a otra persona.

Un estilo de comunicación seguro puede ayudarnos a hacer los que deseamos, pero es mucho más que eso. Cuando nos sentimos seguros de nosotros mismos, nos respetamos y respetamos a otros.

Las personas que hablan con seguridad y confianza demuestran que creen en sí mismas. No son demasiado tímidas ni demasiado avasalladoras. Saben que sus ideas y sus sentimientos son importantes. Tienen confianza.

Las personas seguras de sí suelen hacer amigos con más facilidad. Se comunican con respeto hacia las necesidades de las otras personas y a sus propias necesidades. Suelen ser buenas para resolver conflictos y desacuerdos. 

Las personas que respetan son respetadas.


lunes, 27 de agosto de 2018

Mi Amiga Soledad

En la sociedad en que vivimos, la palabra “soledad” tiene muy mala prensa.
La pobrecita está muy mal vista y todo el mundo parece que huye de ella; en cambio, unos pocos han descubierto su lado tierno, amable y cautivador.

La soledad no siempre tiene que ver con el sentimiento de tristeza y la falta de compañía. Hay personas que encuentran en la soledad una sensación muy cercana a la libertad.

Si eres de los que piensan que hacer cosas solo es aburrido, triste y que indica carencia, te invito a que sigas leyendo y descubras otra forma de enfocar este tema.

Si eres de los que disfruta de esos momentos de intimidad, si saboreas esa sensación de conexión interior y sabes aprender al ritmo de tu propio ser, seguro que te gustará este artículo, porque te verás reflejado en él.

Todos, en algún momento, tenemos la necesidad de estar solos, aunque algunos sólo puedan soportarlo durante unos minutos.

Hay personas que nunca saldrían a comer solos; personas que, si no tienen amigos disponibles para ir al cine, prefieren ponerse una peli en casa antes que ir solos.

Estas personas jamás viajarían o pasarían un fin de semana fuera sin la compañía de alguien más. Puede que ellas no hayan descubierto el placer de estar con uno mismo.

Cuando uno se permite salir a dar un paseo, pararse a contemplar el mar o simplemente sentarse en un rincón de su casa sin más compañía que la suya propia, es posible que empiece a disfrutar de su intimidad, que valore un silencio y, con el tiempo, quizás hasta desarrolle la capacidad de ejercitar su vista, atender a los sonidos y, algo más hermoso todavía, escucharse a sí mismo.

Hay una parte de ti que necesita esos momentos para manifestarse; 

¿le vas a privar de hacerlo?


Reconectar Nuestra Mente

Cambiar nuestra forma de ser es mucho más complejo que una simple desconexión. Requiere una planificación equilibrada del tiempo de comunicación y de silencio. Todo individuo puede experimentar la fuerza dinamizadora de la soledad percibida no como un desierto improductivo, sino como una oportunidad real para la puesta a punto de las herramientas de autocontrol.

Sentirnos vivos cada día propicia tanto el deseo de compartir la vida misma como el de disfrutar íntimamente de la evocación de cualquier experiencia gratificante o de repartir la carga de una pena. 

El pretendido anonimato de un cibernauta, más real que ficticio pese a la gran cantidad de contactos que pueda mantener a lo largo de una conexión, no hace sino agudizar y poner de manifiesto la imperiosa necesidad de controlar todo lo que sucede en su entorno más inmediato y de transmitir sus sentimientos afectuosos con la esperanza de encontrar un interlocutor capaz de empatizar hasta donde el límite establecido por el sistema lo permita

Ambas partes de un proceso comunicativo son esenciales y complementarias, su densa porción suculenta donde reside todo el potencial energético de su alimento para el pensamiento y el espacio vacío reservado para alojar el silencio y también la profunda alegría de sentirse aceptado por los que disfrutan compartiendo su mensaje.

Desde esta perspectiva,  aprovechar el valor esencial de la comunicación positiva exige reservar tiempos específicos de reflexión meditativa personal para realizar trabajos de fortalecimiento espiritual  y consolidar la expresión de nuestras emociones.

Si en esos momentos de observación íntima percibimos con claridad los mensajes autocompasivos que elabora nuestra mente, cabe esperar que también surja de forma espontánea la reconciliación con nuestro entorno.


Seguramente en la fusión de ambas experiencias emocionales  radique el mayor grado posible de conciencia plena y aceptación de lo que somos.