sábado, 8 de septiembre de 2018

El Pensamiento Existencial



Filosofía
El Pensamiento Existencial
Preferiría hablarles de la filosofía de la existencia, antes que del existencialismo, por una razón que ustedes probablemente adivinarán.

El término 'existencialismo' ha terminado por designar casi exclusivamente el movimiento filosófico que se ha producido en Francia después de 1945 principalmente bajo el impulso de Sartre. Ahora bien, este movimiento filosófico, en realidad, tiene antecedentes; está ligado a toda una tradición de pensamiento filosófico, tradición que es complicada, que es larga, ya que se trata en realidad primero que todo de la filosofía de Kierkegaard, se trata a continuación, en Alemania, de filosofías como las de Husserl y Heidegger, se trata, en Francia, incluso antes de Sartre, de una filosofía como la de Gabriel Marcel.

Si bien es extremadamente difícil aislar la tentativa de Sartre en relación con las otras tentativas bastante conocidas que acabo de mencionar, me ha parecido que Sartre, teniendo una originalidad indiscutible –pero señalando Sartre toda una corriente de pensamiento- era verdaderamente imposible tomar su tentativa filosófica, filosófico-política en ella misma y separarla del resto. De suerte que me propongo darles primero una visión sobre lo que ha sido el inicio en Francia del pensamiento existencial.

Dicho inicio se dio en los años 1930-1939 (en los diez años que han precedido a la guerra) y es, ustedes lo saben, sobre todo a partir de 1944- 1945 cuando el existencialismo en el sentido sartriano se ha manifestado y se ha realizado, si bien yo me remontaré un poco antes del nacimiento de este existencialismo.

A continuación, como lo dije hace un instante, intentaré indicar cómo ese paisaje filosófico ha sido trastornado, profundamente modificado por la intervención de los autores que uno puede agrupar bajo el título de «filosofía de la existencia», lo que nos dará la medida para llegar a la tentativa sartriana y de ver exactamente en qué se emparenta con las otras tentativas y en qué, por el contrario, está ligada a lo que hay más personal, más original en el talento de Sartre.

La filosofía consistía precisamente en eso: La mirada que en los sabios está dirigida hacia el objeto retorna hacia el espíritu que construye sus objetos de creencia. He aquí lo que era en pocas palabras el aspecto de esta filosofía. Y por tanto, es necesario decirlo, el contenido de esta filosofía era bastante insipiente.

Pero lo que él tenía para enseñarnos como filósofo consistía casi siempre en esta reflexión cartesiana por la cual volvía de las cosas al sujeto que construía la imagen de las cosas. 

En materia de filosofía pura, en suma, su contribución esencial consistía precisamente en advertirnos que debemos volvernos hacia el espíritu, volvernos hacia el sujeto que construye la ciencia y que construye la percepción del mundo, pero que este espíritu, este sujeto no son cualquier cosa de la que se pueda hacer una larga descripción filosófica, de la cual se pueda dar la explicación filosófica. 


La Disposición


Una buena disposición del ánimo facilita la relación armónica y afectuosa con las personas, al igual que padecer de una mala disposición del ánimo dificulta las relaciones con los demás. Y siendo ambas disposiciones del ánimo tan excepcionalmente importantes para bien o para mal, ¿cuál es la razón de no trabajar por la primera y por extinguir la segunda? Simplemente, porque no se nos ha dicho cómo hacerlo.

Una buena disposición del ánimo impacta en las funciones fisiológicas y mecánicas de nuestro cuerpo: nos sentimos ligeros, nos levantamos y sentamos con facilidad, sentimos gusto por el movimiento corporal, nuestros desplazamientos físicos denotan energía. En cambio, si nos encontramos en una mala disposición del ánimo, nuestro cuerpo lo sentimos pesado, no hay ligereza ni soltura en nuestros movimientos físicos, se nos impone una fuerte rigidez; sentimos incomodidad con nuestras reacciones físicas.

Nuestra mala disposición del ánimo se manifiesta en una languidez de nuestro espíritu. "La pereza, que es una languidez del alma, constituye un manantial inagotable del tedio", escribió Fenelón. La mala disposición del ánimo irremediablemente nos conduce al mal humor, la irritabilidad, y a una visión pesimista de la vida y del mundo. Sobre esto, Goethe escribió una reflexión apropiada al caso: "Sucede con el mal humor lo que con la pereza. Hay una especie de pereza a la cual propende nuestro cuerpo, lo que no impide que trabajemos con ardor y encontremos un verdadero placer en la actividad si conseguimos una vez hacernos superiores a esa propensión" (la propensión al mal humor).

La buena disposición de nuestro ánimo es hermana de la jovialidad, entendida como alegría y una apacibilidad de nuestro ánimo. Estamos joviales cuando vemos que nuestro mundo interior encaja con el mundo exterior, cuando no necesitamos de nada extraordinario para sentir elevado nuestro corazón. Nuestra jovialidad es como un imán que atrae hacia nosotros a muchas personas.

La mala disposición de ánimo es hermana de la tristeza y hermano del pesimismo. De hecho, cuando una persona padece ya de una crónica mala disposición de ánimo, al saludarla con la mano o con un abrazo, sentimos que nuestra energía se vacía. Y en cambio, cuando saludamos a una persona con una buena disposición de ánimo, conservamos nuestra energía, o bien, la incrementamos.

Es absolutamente cierto que un ánimo triste y abatido entorpece las funciones fisiológicas del cuerpo, y es cierto también que la actividad física ligera modifica increíblemente, para bien, el ánimo abatido de una persona.

La persona triste y pesimista tiene estropeada la visión de sí misma y del mundo. Por lo general, se mete en su coraza y no quiere salir de ella. El mundo le parece difícil y siente que no encaja en él. Todo lo ve negro, complicado, y no se siente capaz de hacer lo que quiere. Se esconde en la resignación y renuncia a los placeres de la vida, los que le parecen inalcanzables.

Uno de los rasgos dominantes de estas personas consiste en que se sienten depositarias del dolor, como si fueran las únicas que sufrieran en el mundo; por ello, no son solidarias con nadie, pues nada tiene que compartir, y sí en cambio sienten que son los demás quienes deben acudir en su ayuda.

La persona jovial se siente con ganas para hacer las cosas, y goza de la íntima seguridad de que puede lograr muchos objetivos que se proponga. En cambio, quien padece de un ánimo triste y pesimista siente en su interior que no puede hacer lo que quiere. Por esto, no le dan ganas de actuar ni de vivir plenamente.
La gana es el deseo, la propensión y la inclinación hacia una cosa. Hacemos algo con ganas cuando actuamos con diligencia y esfuerzo. Y la desgana es todo lo contrario. La persona jovial tiene ganas para muchas cosas, y la persona con desgana carece de apetito por la vida, y por ello, no quiere salir de su coraza.


No es fácil que una persona con mala disposición de su ánimo pueda dejar la tristeza y el pesimismo como forma de vida. Pero no es cierto, tampoco, que estas personas en muy corto tiempo no puedan lograr extinguir ésta perniciosa disposición de su ánimo. 

Por lo general, la persona triste y pesimista no se ha dado cuenta de que sus males radican, fundamentalmente, en tres equivocadas distorsiones: a) creen que son incompetentes por naturaleza y que no pueden hacer lo que quiere; b) que el mundo que los rodea no le puede proporcionar lo que necesita, pues su mundo lo ve raquítico y pobre; y c) que su futuro nada tiene que ofrecerle. 

Estas tres suposiciones son falsas, por supuesto.

viernes, 7 de septiembre de 2018

Los Hilos Dorados De La Resiliencia

Nadie sabrá las veces que has logrado mantenerte en pie aun sabiendo que estabas cayéndote a pedazos. Solo tú sabes dónde se hallan las marcas de tus heridas, esas que has ido reconstruyendo muy poco a poco, con un hilo muy fino y la aguja de las decepciones. Porque la valentía nunca es ausencia de sufrimiento o dolor, sino la fortaleza de seguir adelante a pesar del miedo…

A menudo, los neurólogos y los biólogos nos recuerdan aquello de que nuestro cerebro está preparado evolutivamente para sobrevivir a todo tipo de adversidades. Ahora bien, cada vez que llaman a nuestra puerta la amargura y el sufrimiento siempre nos preguntamos eso de “por qué a mí”. Cuando ocurra, intenta sustituir esa pregunta por otra mejor: “para qué”.

Dicen que es de valientes sonreír mientras uno está hecho a pedazos, pero valentía es ante todo ser capaz de recoger cada retazo de esos sueños rotos y reconstruirnos de nuevo, para ser más fuertes, más dignos, más hermosos.

Pocos instantes vitales van a demandar tantos recursos internos como esos en los que de pronto sentimos como si todo nuestro ser se hubiera derrumbado por dentro y solo quedaran tristes escombros. Las depresiones, los traumas, las decepciones o las pérdidas son momentos de gran dificultad. Instantes en los que se pone a prueba valentía personal.

En Japón existe una técnica ancestral llamadaKintsugi“ mediante la cual se reparan objetos rotos de cerámica. Se realiza utilizando un adhesivo fuerte, sobre el que después se aplica polvo de oro. El Kintsukuroi es un arte delicado y excepcional donde no se busca que la pieza rota y fragmentada recobre su forma original.

Al contrario, para la cultura nipona, unir esos pedazos mediante el oro o la plata le confiere una vitalidad y una historia única a dicho objeto. Además, un hecho notable a tener en cuenta es que estas piezas de cerámica antes tan frágiles, ahora, además de bellas, son increíblemente resistentes. El sellado de sus heridas con oro las hace irrompibles.

Como dijo Ernest Hemingway, “la vida nos rompe a todos en algún momento, pero solo unos pocos logran hacer más fuertes sus partes rotas”. Así pues, merece la pena integrar en nuestro ser esta sencilla pero maravillosa metáfora: cuando algo valioso se quiebra, se rompe o se pierde, una forma de superarlo es no esconder nunca nuestra fragilidad, nuestra debilidad.

Porque esos vínculos lastimados pueden repararse gracias a la resiliencia, a esa aptitud para sobreponernos de toda dificultad  para sellar con oro cada herida, cada hueco, cada sueño roto,  y alzarnos así como criaturas aún más fuertes.

Según nos explica la psiquiatra Rafaela Santos en su libro Levantarse y luchar, a pesar de que la neurociencia nos diga que todos podemos ser ‘resilientes’, esta capacidad no parece tan sencilla de poner en práctica. De hecho, según sus propios datos citados en el libro, solo un 30% de la población logra, por ejemplo, superar un trauma.

Recoger nuestros “pedazos rotos” no es fácil, pero no por ello imposible. El cerebro humano tiene cerca de 100.000 millones de neuronas que crean a su vez un billón de conexiones neuronales. Es algo maravilloso.


Si aceptamos que todos, de algún modo, somos arquitectos de nuestros cerebros, también aceptaremos que somos muy capaces  de encender nuestra valentía personal, nuestra fuerza y optimismo para favorecer el cambio. 

Así, se producirá la sanación que refleja el arte de Kintsukuroi, a través de la que nos convertirnos en personas mucho más fuertes gracias a los hilos dorados de la resiliencia

Habilidad Para Desarrollar Habilidades


Las habilidades se han posicionado como uno de los temas más importantes, sino es que el más importante, en el ámbito educativo, precisamente cuando se registra los niveles educativos más altos en la historia mundial.

Justamente porque los policymakers se dieron cuenta de que más años de escolaridad no necesariamente se traducen en un mayor aprendizaje, desarrollo de habilidades o crecimiento económico, muchos países empezaron a implementar de forma progresiva, principalmente en los años dos mil, reformas educativas con enfoque en competencias.

Sorpresivamente, estas reformas no siempre han logrado mejorar los resultados en aprendizaje, o al menos no al ritmo que se esperaba. Por ello, una pregunta relevante es ¿cómo podemos, en la práctica, enseñar habilidades en cada aula y asegurarnos de que lo que decide la autoridad educativa se traduce en resultados medibles en cada estudiante?


Nunca antes ha habido tantos informes disponibles sobre políticas para el desarrollo de habilidades. Sin embargo, la mayoría de ellos se enfocan en recomendaciones para identificar brechas de habilidades e implementar estrategias de habilidades, a nivel agregado. Desafortunadamente, la evidencia sobre lo que los policymakers pueden hacer para desarrollar habilidades en las escuelas es más limitada. En mi experiencia como policymaker dirigiendo un programa de desarrollo de habilidades a gran escala, un paso crucial para facilitar este proceso, por más sencillo y obvio que parezca, es invertir tiempo suficiente en definir las habilidades que se busca enseñar, tan preciso como sea posible.

¿Pero qué son exactamente las habilidades?

Las habilidades son la capacidad de hacer algo bien. Así como el conocimiento alude a la manera en que percibimos, entendemos y recordamos la información, las habilidades se refieren a la manera en que elegimos, utilizamos y aplicamos conocimiento en diferentes circunstancias, al enfrentar retos diversos y frecuentemente impredecibles. 

Pensemos, por ejemplo, en escribir correos electrónicos: las personas podrán saber cómo escribir, e incluso qué es un email, pero eso no significa que saben cómo escribir emails bien, mucho menos cómo escribirlos en diferentes contextos y para diferentes audiencias y propósitos. 

Es decir, poder escribir es distinto que tener habilidades de comunicación. De hecho, una definición más técnica de habilidades –o competencias– involucra conocimiento, habilidades, actitudes y valores, lo que significa que, en el ejemplo del email, no solamente se espera que las personas hagan un buen uso de la gramática sino que además muestren empatía y respeto.
  

Mentes Innovadoras


La creatividad es la capacidad de ver asociaciones donde otros no pueden verlas. Ser innovador, por otra parte, es llegar a algo que otros no han pensado. 

Sea inventando un nuevo producto o llegando a una solución a un problema, la innovación requiere creatividad porque uno ha de ser capaz de conectar ideas abstractas y hechos con escenarios existentes antes de crear algo único y diferente.

Aunque algunas personas están más inclinadas que otras hacia la creatividad, esto no significa que no se pueda hacer algo para ampliar los límites de nuestras mentes creativas. Según Thomas Edison, “La genialidad es 1% de inspiración y 99% de transpiración. Por tanto, un genio con frecuencia es meramente una persona talentosa que ha hecho todas sus tareas”.
Esté usted intentando expandir sus capacidades innovadoras por trabajo o por desarrollo personal, nunca es demasiado tarde para comenzar.

Mantenga un entusiasta sentido de la curiosidad
Las personas más innovadoras en el mundo son también las más inquisitivas entre nosotros. Hacen muchas preguntas (con frecuencia acerca de lo que el resto de nosotros damos por sentado) y siempre están buscando formas de mejorar las cosas. Los innovadores aman desafiar lo que es aceptado ampliamente como la norma o lo estándar.

En vez de confiar en nociones preconcebidas sobre cosas y personas, prefieren buscar lo nuevo que van encontrando, desde varias perspectivas. Si bien no hay una fórmula prescrita que le ayude a adoptar esa forma de curiosidad, hacer un esfuerzo consciente de cuestionar todo bajo el sol es un buen primer paso. Con la ayuda de Internet a su disposición, no hay excusas para no conseguir las respuestas que desee.

Además, es importante mantener conversaciones con diferentes personas que encuentre, y escucharlas en sus perspectivas únicas sobre el mundo y sus vidas. A veces, las mejores percepciones, ideas y conclusiones llegan de nuestras interacciones con personas que tienen un punto de vista opuesto al nuestro.

Anotar ideas y pensamientos
Usted necesitará algo para capturar y organizar sus ideas y pensamientos a medida que pasa el día aprendiendo cosas nuevas. Trate de anotar todo lo que venga a su mente, incluyendo palabras aleatorias, frases e incluso dibujos. Idealmente, puede intentar combinar sus pensamientos arbitrarios para “pintar un cuadro” de lo que su subconsciente intenta transmitir.

Recuerde que la innovación viene de la creatividad, y la creatividad se trata de cómo asociamos diferentes ideas y hechos. En la medida en que anota sus pensamientos en un diario o cuaderno de notas, no permita que sus inhibiciones lo estropeen. No importa cuán absurda pueda parecer una idea, véala como una pieza del puzzle de su mundo interior, que podría llegar a despertar una inspiración.

Escribir sus ideas no sólo le sirve para mantener un registro de sus pensamientos, sino que también estimula el proceso del pensamiento y lleva de una nueva idea a otra. ¡Deje que su imaginación fluya!

Busque nuevas experiencias
Apegarse a aquello a lo que está acostumbrado/a limita su proceso de pensamiento y percepción. Para pensar “fuera de la caja” usted debe salir de su zona de comodidad y mirar el escenario bajo una luz diferente.

De hecho, los mayores innovadores con frecuencia son individuos que aprenden de diferentes campos y los mezclan entre sí para dar lugar a algo extraordinario. Algunos pueden pensar que buscar nuevas experiencias en la vida requiere algo grande, como viajar al otro lado del mundo, presenciar una aurora boreal o conquistar el Everest. Pero no es necesariamente así. Todo lo que se necesita es buscar cosas que estimulen su mente y sentidos.


Tal vez pueda comenzar leyendo libros de un género diferente o empezando un nuevo hobby. Si se ve a usted mismo/a como alguien introvertido/a, trate de desafiar su auto-percepción y ábrase a conocer personas nuevas. 

Desarrollará nuevas capacidades para el proceso de innovación.

LAS APTITUDES


Llamamos aptitudes a las distintas capacidades que una determinada persona tiene para realizar algo adecuadamente. Las aptitudes se refieren tanto al ámbito psicológico como al físico o corporal. Se puede hablar de aptitudes innatas, es decir, que se poseen desde el mismo momento del nacimiento, que dependen de factores constitucionales.

Hay personas que nacen especialmente dotadas para ejercer una labor en determinados campos y, ya desde niños, vemos que tienen una constitución física ideal para algunos deportes, o habilidades manuales, artísticas, sociales, intelectuales, etc.; pero si estas aptitudes no se desarrollan lo suficiente, el resultado final puede ser que estas personas lleguen a cierta edad sin destacar en los ámbitos para los cuales habían nacido especialmente dotadas. Por tanto, hay que considerar también la importancia de los factores adquiridos.

Otras veces, las aptitudes iniciales no sólo no se ven progresivamente desarrolladas, sino que se pueden ver disminuidas por diversos factores a lo largo de la vida, como, por ejemplo, por traumatismos, deficiencias físicas o psíquicas o simplemente por la edad; es decir, las aptitudes pueden sufrir un deterioro.

En la práctica, el desarrollo de las diversas aptitudes individuales se ve influido por circunstancias que actúan dentro de tres líneas fundamentales: proporcionalidad con las tendencias, constancia y polarización.

Las aptitudes vienen a ser instrumentos de las tendencias, ya que, en definitiva, suponen la mayor o menor capacidad para lograr un objetivo concreto. Cuando el objetivo de las tendencias («lo que queremos conseguir») está en proporción con nuestras aptitudes («lo que podemos hacer para conseguirlo») es muy probable que lo logremos. En este caso actuamos con «realismo, trazándonos objetivos que podemos llegar a superar; durante el camino que necesitamos recorrer para alcanzar el éxito habremos desarrollado nuestras propias aptitudes, ganaremos seguridad en nosotros mismos y nos sentiremos gratificados.

Todo esto hace que nos dispongamos a intentar lograr objetivos progresivamente superiores, ya que, paulatinamente, podemos estar realmente capacitados para conseguirlos. De este modo, resulta importante fijarse objetivos concretos a corto plazo que estén en proporción con nuestras aptitudes, si queremos irlas desarrollando a la vez que logramos una serie de metas.

Por el contrario, si los objetivos son desmesurados en proporción a nuestras aptitudes, se produce inevitablemente el fracaso, con lo que nos sentimos frustrados y con deseos de abandonar ese campo de actuación.

Si los objetivos son demasiado sencillos desarrollamos menos nuestras aptitudes y alcanzaremos un nivel inferior al que hipotéticamente nos correspondería. Es importante, entonces, conocer nuestras aptitudes y sacarles el máximo partido posible.

La constancia es también importante. A pesar de que los objetivos que nos hayamos trazado estén en consonancia con nuestras aptitudes, podemos tener fracasos de mayor o menor envergadura si abandonamos, quedándonos sin lograr unos objetivos que realmente estaban a nuestro alcance, y que hubiéramos conseguido de mantenernos perseverantes. Además, se puede producir un trauma psicológico que afectaría negativamente a nuestra vida psíquica o incluso un complejo
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Por último, hay que considerar la necesidad que se establece en un momento dado de polarizar nuestros esfuerzos en un sentido determinado. El conjunto de aptitudes deben estar lo más orientadas posible hacia objetivos que se sitúen dentro de campos concretos, que, generalmente, corresponden al ámbito profesional o laboral.

La dispersión de objetivos dificulta extraordinariamente la posibilidad de alcanzar un nivel de cierta altura en algunos de ellos, por lo que, cuando una persona tiene tendencias muy diferentes, debe renunciar a algunas de ellas en provecho de la que considere más importante, que debe coincidir con la tendencia para la que esté más dotado. Esto no significa una especialización exagerada, sin más, sino una polarización de esfuerzos hacia un determinado campo para profundizar en él, ya que profundizar en varios, en la actualidad, es casi imposible.


Esta actitud es perfectamente compatible con el desarrollo de aptitudes relacionadas con el objetivo principal, ya que tienen una labor complementaria fundamental, y, por supuesto, con un progresivo enriquecimiento cultural que sirve de soporte imprescindible, ya que favorece la maduración de la personalidad, ejerce un gran poder formativo y aporta una amplitud de miras necesaria para encauzar adecuadamente nuestras tendencias.

El Valor De La Comprensión

La comprensión es la capacidad para captar y entender los distintos ánimos que influyen en la forma de ser, en el estado de ánimo y en el comportamiento de otras personas.

Comprender es sentir con el otro. Ser solidario. Ponerse en su sentimiento, pensamiento, ambiente, con su gente y en su lugar. La comprensión implica la empatía para percibir el mundo interior de la otra persona y sus circunstancias emocionales, como si uno fuera esa persona, pero sin perder la identidad de observador.

Para una clara comprensión es necesario esforzarse en entender con miras a ayudar, analizando o viendo las cosas desde puntos de vistas ajenos a los nuestros, y teniendo en cuenta las circunstancias.
Comprender es entender una idea o una situación, es captar el significado de algo, pero para comprender algo o a alguien hay que ponerse en sus zapatos o en su lugar.  La comprensión de los demás no tiene como objetivo cambiarlos, encasillarlos a nuestras medidas, sino tomar a las otras personas como son, con sus cualidades y defectos, es decir, con respeto.

Comprender no necesariamente significa aceptar todo. Puedo entender a una persona, pero puedo no aceptar su conducta. Son las ideas y la conducta lo que debemos juzgar y rechazar, no a la persona.

Cuando existe la comprensión es más fácil vivir la tolerancia. Pero tolerancia no implica indiferencia. Ser tolerante significa respetar a las personas aunque piensen distinto a mí; es discrepar de las ideas con razones sin atacar a nadie.

Entre los valores que caminan de la mano con la comprensión están la tolerancia, la sensibilidad, el respeto, la justicia, la sinceridad, la flexibilidad, la caridad.

Entre los contravalores que aplastan el valor de la comprensión podemos enumerar: la cerrazón, el prejuicio, la intolerancia, la arrogancia, el pesimismo, el irrespeto, el egoísmo.

REFLEXIONANDO SOBRE EL VALOR DE LA COMPRENSIÓN:
 
¿Casi siempre me pongo en el lugar del otro para tratar de comprenderle?¿Escucho para entenderle? ¿Trato de comprender en lugar de flagelar?  ¿Miro los conflictos desde varios puntos de vista? ¿Trato con simpatía a otros? 
¿Entiendo que los seres humanos vemos las cosas y las entendemos de manera diferente? ¿Hago uso del diálogo para resolver los conflictos? ¿Trato de colocarme en el lugar de los demás para comprender sus actitudes? ¿Trato con bondad y sensibilidad a los demás?  ¿Me preocupo por las situaciones de conflicto que viven otras personas?

El Ser Altruista


El ser humano es capaz de albergar en sus gestos, en sus palabras y, ¿por qué no?, en sus hábitos, una enorme grandeza, frente a los sinsabores que nos encontramos en el fascinante camino que es la vida. Pese a los pensamientos, sentimientos, vivencias y personas negativas (aunque todo ello, en algún momento, parezca arrastrarnos, deglutirnos, aunque en ocasiones nos “pueda”, nos invite a “tirar la toalla”), somos capaces de focalizarnos en lo que nos hace sentir bien, en lo positivo que nos rodea, en hacer de los comportamientos positivos, hábitos que nos produzcan gratificación personal y felicidad.

CUANDO DAMOS DE FORMA ALTRUISTA SENTIMOS UNA PROFUNDA SENSACIÓN DE BIENESTAR

Hay muchas cosas que, según nuestras preferencias, nos hacen sentir bien, el amor de nuestra familia, pasar tiempo con nuestros amigos, viajar, nuestros hobbies, etc. Pero si algo es común a todos los seres humanos, es el placer de ayudar, si algo es consustancial a nuestra especie, sea cual sea la cultura en la que se eduque o el momento histórico que le toque vivir, es la felicidad que produce el dar y el ayudar a los demás. Ayudar a los demás es una conducta que si realizamos como parte de nuestras vidas, como hábito, como leitmotiv, se traducirá en una vida plena y feliz.

Ayudar. Dar, sin esperar nada a cambio. Dar sin esperar recompensa. Ayudar por el simple placer de ayudar. No estamos hablando de cuando ayudamos esperando algo a cambio; cuando hay ese tipo de comportamiento, en realidad no damos, intercambiamos. Sin embargo, cuando damos de forma altruista sentimos una profunda sensación de bienestar. Actos pequeños que, en ocasiones, parecen insignificantes: sonreír a los demás, dejar pasar a otro delante de nosotros, recoger del suelo un objeto que se le ha caído a un desconocido para devolvérselo… Hay mil y un ejemplos. Actos, hábitos sencillos que forman parte de nuestra cotidianidad y, por tanto, de nuestra esencia, y que nos reportan placer y bienestar.


Actuar de forma desinteresada, sin recompensas, sin recibir aplausos, incluso sin que nadie lo sepa, sin testigos, sin alharacas, es un hábito que nos hará sentir bien con nosotros mismos y que hará sentirse bien a los demás. Ayudar a quien de verdad lo necesita, ayudar a personas cercanas o a personas totalmente desconocidas. Piensa en todo aquello bueno que ofreces, que haces, que das…

Da sonrisas y recibirás sonrisas; da bondad y sentirás en tu interior bondad. Te sentirás mucho más positivo y mucho más feliz. El altruismo es una conducta, una capacidad del ser humano de salir de sí mismo para ayudar a los demás, un hábito moral que nos aleja del materialismo, del egoísmo, del egocentrismo para poner el centro en el otro y, poniendo el centro en el otro, recibir la enorme satisfacción, la saludable sensación de felicidad. 

El altruismo nos hace experimentar una energía reconfortante, desbordante, que activa una parte de nuestro cerebro vinculada con la sensación de placer, alivia el estrés, fortalece la autoestima, los lazos afectivos y fomenta la superación personal.

El Equilibrio


Creo que en mi vida, sin saberlo, siempre ha estado presente el equilibrio. Lo he cultivado, cuidado, buscado, mimado, defendido, y se ha hecho con un lugar privilegiado en mi vida, el de un valor vital prioritario.

Es posible que no me haya dado cuenta de todo ello hasta que en un momento de mi vida sentí que lo perdía, que se ausentaba, que se alejaba, que me dejaba. Esos momentos en los que sabes que pasa algo pero no sabes qué, que no te encuentras en ti.

Es posible también que al ver a otros perderlo, mi necesidad de aferrarme a él se haya hecho cada vez más presente e intensa, siendo cada día más consciente de la necesidad de cultivarlo. Mi trabajo como coach me pone en frente de personas que buscan restablecer el equilibrio en sus vidas. Un equilibrio que se ha visto quebrado por un sistema de vida sobre acelerado, despersonalizado, y desconectado.

Tengo la sensación de que vivimos en los extremos, en los límites, y que forzamos tanto la oposición para reforzar nuestra identidad frente a los otros, que al final acabamos perdiendo el norte y el equilibrio. Comentarios de que “mi trabajo es mi pasión y por eso no necesito vacaciones”, o “el deporte es mi vida”, “la familia es mi vida”, y todo empieza a girar en torno a ella, olvidando todo lo demás, abren las puertas al desequilibrio. Esa tendencia casi compulsiva a vivir en las redes sociales, y digo literalmente vivir, cada minuto de tu vida, incluso la más íntima. Esa insistencia por mostrar, por contar, por compartir como si fuera un instinto básico y esencial del ser humano. ¿Dónde queda la necesidad de preservar, de callar, de conservar parcelas reservadas, de intimidad?

La pasión desmedida y concentrada en un sólo foco puede acabar en obsesión y locura. Mi trabajo me gusta, hago deporte, frecuento las redes sociales, escribo y me involucro en muy distintas actividades y proyectos, pero ninguno desata mi pasión por entero, ni son mi vida. Lo que verdaderamente me apasiona es mi vida, la vida. Y la vida son muchas cosas, en ella hay espacio para muchas pasiones que pueden vivir en armonía y equilibrio. Una vida plena y rica es una vida que cultiva el equilibrio de muchas pasiones. Una vida en la que hay lugar para lo intelectual, lo emocional, lo físico, lo espiritual… El equilibrio puede que sea el mejor indicador de la inteligencia emocional.

Una vida holística en la que experimentamos una pasión armónica, y no una pasión obsesiva, que acaba generando unos apegos que se convierten en dependencias (deporte, trabajo, redes sociales, amor, emociones fuertes…), que nos subyugan, nos limitan, nos van minando hasta lograr que nos perdamos. Dependencias y apegos que pueden ser tan devastadoras como las drogas, pero mucho más lentas y silenciosas.

El equilibrio es un suave balanceo, que se desplaza de un lugar a otro de forma constante, pero que siempre vuelve a un punto central para iniciar el cambio de desplazamiento.

Todo el movimiento gira en torno a un eje que se mantiene firme, y a la vez nos permite flexibilidad y movilidad. Ese punto central es nuestro eje vital, en el que se alinean todas las dimensiones esenciales de la persona (social, espiritual, emocional, intelectual, física..). Viviendo en el eje sabemos, en cada momento, qué dimensión de nuestra vida necesita más atención, más cuidado, y nos moveremos suavemente hacia ella en busca del equilibrio.

Somos un sistema vivo compuesto de muchas partes y elementos, en constante proceso de flujo y reorganización, que pasa por momentos de caos, pero que siempre tiende al equilibrio. Olvidarnos del equilibrio es tanto como olvidarnos de la vida.

Desatender nuestro equilibrio vital es matar lentamente nuestra vida.

Piensa en una familia, que también es un sistema. Una familia con dos progenitores y tres hijos. Imagina que algunos de los miembros de esa familia estuvieran desatendidos, o no recibiera la misma atención que el resto de forma permanente. ¿Qué crees que pasaría? Lo mismo que nos pasa a cada uno de nosotros cuando alguna de nuestras dimensiones vitales está desatendida o abandonada. El sistema se quiebra, la persona se resiente, se resquebraja.

El problema es que vivimos dopados por estímulos constantes, por la velocidad de la vida, porque vamos con el piloto automático, y no nos damos cuenta del desequilibrio.

De repente ocurre algo que nos saca de nuestra vorágine (un despido, una pérdida, una enfermedad, una separación, un accidente…) y comienzan a aparecer las grietas, y las heridas supuran, se escapa el dolor, que es el llanto de esas partes desatendidas de nuestra vida. Empiezan a aparecer los dolores físicos, los cambios de humor, los cambios físicos, los bajones y subidas de energía. Tras ellos surge la desmotivación, la desorientación, la desazón, la pérdida de sentido, las dudas sobre nuestra identidad, sobre nuestro lugar en el mundo.

El desequilibrio comienza a tomar posesión y nos invade una sensación de estar al borde del abismo, a punto de caer, de romper. Estos son los casos extremos, pero cada vez más frecuentes. Sin embargo, el desequilibrio está continuamente presente a nuestro alrededor y en nuestro día a día. Nos rodea de mil formas aparentemente inofensivas, alejándonos del eje central y llevándonos a los extremos: los abanderados de lo emocional frente a lo racional y viceversa, los defensores de los femenino frente a lo masculino, los partidarios de la apertura en canal frente a los reservados a ultranza, los que viven conectados de forma permanente y los que practican la desconexión total, los pesimistas frente a los optimistas, los prácticos frente a los utópicos, los creativos frente a los analíticos, etc., etc., etc.

Cada minuto se libra una batalla por defender algún extremo, como si con ello estuviéramos defendiendo nuestra vida.



jueves, 6 de septiembre de 2018

Ausencia De Contacto Humano


Hoy en día, parece ser como si la tecnología estuviera reemplazando el contacto humano que antes teníamos y esto se está viendo en todas partes. Usted lo puede presenciar en las tiendas en donde poco a poco ya no se está necesitando una cajera para cobrar sus artículos, ya hay máquinas en donde usted mismo puede pagar por lo que desea comprar. Sólo siga las instrucciones y puede pagar o en efectivo o con tarjeta de crédito. 

Usted ya lo puede presenciar por teléfono cuando llama una compañía, en vez de un ser humano responder a la llamada, es una máquina dándole instrucciones de que número marcar no una vez, no dos veces sino más de tres veces antes de poder hablar con una persona. Y esto ya se está viendo hasta cuando uno está en una cita romántica con alguien en donde ya la atención no sólo está en usted sino en otra persona también por el teléfono. Yo me pregunto hasta donde estamos llegando como sociedad con toda esta tecnología reemplazando lo que no se puede reemplazar que es el contacto humano.

En este mundo que se está convirtiendo cada vez más estresante y en donde parece ser como si estuviéramos más distantes el uno al otro, el contacto humano es esencial. Es ese contacto humano lo que nos hace sentir que todos estamos conectados, que nos hace sentir que nosotros importamos. La tecnología es una cosa hermosa porque nos permite acercarnos a las personas que están lejos físicamente. Pero por otro lado, a causa del mal uso de la tecnología, nos aleja de los que están cerca.

Mi consejo para combatir esto es de comenzar a cultivar las relaciones positivas que usted tiene. Comience por pasar más calidad de tiempo con sus hijos, sus padres, sus buenos amigos, etc. Dales su completa atención cuando esté con ellos. Prestarle atención a otra cosa mientras está con ellos no cuenta. Dándole su completa atención los hace sentir como si usted realmente está con ellos y que su tiempo con ellos realmente importa. Cuando usted cultiva relaciones saludables, usted va a notar que cualquier vacío que tenga o hambre de amor comienza a desvanecer.

Otra manera para combatir esta falta de contacto humano es siendo amable y sonreír a las demás personas, aunque usted no las conozca. Todos nosotros estamos conectados de una manera u otra y lo que nosotros le hagamos a los demás viene hacia uno también. 

Cuando usted es amable y le sonríe a los demás, el mundo también le sonríe. 

El regalo de su sonrisa puede ir tan lejos y hasta puede alegrar el día de otra persona. Su amabilidad puede derretir un corazón duro. Es tan bonito cuando se le provee un servicio a alguien oír las palabras “por favor” y “gracias”. Esto le da a entender a esa persona que se le aprecia el servicio que nos dieron.


Tenga respeto por la manera que son los demás, como piensan los demás, de donde son, sus gustos, etc. Todos nosotros merecemos respeto y a nosotros nos gusta las personas que nos respetan por cómo somos. Usted no puede esperar que los demás se sientan atraídos cuando se está lleno de tanta crítica y negatividad. 

Respetar a los demás es respetarse a si mismo. Hagámonos una meta de aprender sobre otras culturas, diferentes maneras de pensar, conocer sobre otras religiones para que así podamos aprender a tener más tolerancia. 

Esto lo ayudará a tener una mente más abierta y a tener más respeto hacia las diferencias de los demás.

La Cultura De La Inmediatez


Pero no todo ha sido bombos y platillos. Los avances tecnológicos han distorsionado nuestra percepción de la realidad. Esperamos, inconscientemente, conseguir todo lo que queremos en cuestión de segundos, minutos, o, en el peor caso, horas. Hemos desarrollado una cultura de la inmediatez que nos hace impacientes y podría, en el largo plazo, hacernos incompetentes.

Así como somos capaces de encontrar la ubicación de un restaurante en menos de cinco segundos en un aplicativo móvil, esperamos también que los procesos humanos complejos ocurran en un abrir y cerrar de ojos. Esperamos que la gente cambie aspectos fundamentales de su personalidad de la noche a la mañana. Del mismo modo, esperamos lograr lo extraordinario sin experimentar el crecimiento personal, los estudios académicos y el desarrollo profesional necesarios para tal fin. Del mismo modo, esperamos resolver problemas complejos con una sola instrucción.

En los negocios, muchas grandes empresas tienen la expectativa de lograr objetivos estratégicos desafiantes rápidamente mediante la asignación de presupuestos insuficientes y la ejecución de tácticas impracticables que ignoran la misma realidad que tratan de conquistar y transformar. 

En este sentido, muchas de las empresas más renombradas del mundo todavía permanecen en funcionamiento debido a la grandeza heredada de sus fundadores hace décadas, pero no por su genialidad actual. Además, muchas de estas empresas, según revelan sus propios estados financieros publicados, ganan más dinero en el mercado de valores que mediante la venta de sus productos y servicios. La impaciencia y su tenebroso aliado, la codicia, se han convertido, hoy más que nunca, en una fuerza muy poderosa en nuestra sociedad; precisamente a causa de las herramientas que la tecnología moderna ofrece al mundo de los negocios.

Esfuerzo, paciencia, compromiso, servicio al cliente, investigación, al igual que muchas otras labores que consumen tiempo, ya no son bien vistas. Cada vez más, la gente quiere salir del paso con sus obligaciones sin involucrarse en lo absoluto en lo que hacen. Un motor de búsqueda rápida, una simple hoja de cálculo, un resumen ejecutivo y una aplicación móvil parecen ser todo lo que las personas están dispuestas a usar. En otras palabras, la gente está empezando a rechazar las virtudes que le dieron origen a la tecnología moderna. Estamos en una encrucijada muy crítica como sociedad y debemos actuar con rapidez para evitar dar un giro definitivo en la dirección equivocada.

Debemos recordar que la eficiencia tecnológica de hoy es el resultado de siglos de exigente investigación y desafiante experimentación. El Renacimiento, la Revolución Científica, la Revolución Industrial y la Revolución Tecnológica están detrás de cada automóvil que conducimos, cada avión que abordamos, cada aplicativo informático que utilizamos, cada selfie que tomamos y cada like que le damos a un post en las redes sociales.

Cada vez que enviamos un correo electrónico, por ejemplo, el mensaje llegará a su destinatario en menos de un segundo. Sin embargo, a la humanidad le tomó al menos cinco mil años de historia documentada en la búsqueda del conocimiento, la ciencia y la tecnología para que podamos enviar dicho correo electrónico. 

Los beneficios de la tecnología moderna son el resultado de la determinación incansable, la reflexión sincera y la capacidad de observación detallada de nuestros predecesores. Tomar conciencia de ello puede ayudarnos a ser más agradecidos por vivir en esta época y motivarnos a utilizar la tecnología de hoy de forma más inteligente y responsable.

Sería inaceptable dejar que la impaciencia, la codicia y la vanidad dominen nuestra cultura de hoy. No sólo sería esto una falta de respeto a nuestros antepasados, también podría ser el camino para perder todo lo que hemos logrado como especie con tanto esfuerzo.


La Arrogancia

Que levante la mano quienes se sienten a gusto con las personas arrogantes.
Si hiciéramos esta pregunta en un grupo de 10, 100 o 1000 personas, no debería sorprendernos que nadie levantase la mano. 

A la mayoría de la gente no le gustan las personas arrogantes, entre otras cosas porque nos hacen sentir mal, nos menosprecian y generan la sensación de inferioridad. De hecho, la arrogancia es una creencia de superioridad y autoestima exagerada que se manifiesta con afirmaciones excesivas y presuntuosas. 

Sin embargo, la actitud arrogante se desarrolla muy temprano en la vida. Un estudio realizado en la Universidad de Yale descubrió que los niños pequeños de entre 5 y 7 años ya muestran cierto pensamiento arrogante pues creen que pueden saber más de los adultos. En algún momento a lo largo del desarrollo, abandonamos esa postura egocéntrica y nos formamos una imagen más objetiva de nosotros mismos y del mundo. 

Al parecer, la persona arrogante no da ese paso madurativo, sigue creyendo que puede ganar siempre y, lo que es aún peor, cree que merece ganar siempre. Esto nos indica que, en la base de la arrogancia se esconde una actitud infantil y un problema de autoestima. De hecho, creerse superiores suele ser un mecanismo de defensa que demuestra que en realidad esa persona no tiene tanta confianza en sí misma. Al respecto, Fulton John Sheen dijo que “la arrogancia es la manifestación de la debilidad, el miedo secreto hacia los rivales”. 

¿Cómo es una persona arrogante? 
La persona arrogante puede parecer atractiva y agradable al inicio ya que suele transmitir una imagen de seguridad y confianza. Por eso, es normal que caigamos en sus redes, hasta que nos damos cuenta de que todo comienza a girar a su alrededor y dejamos de sentirnos bien en su compañía ya que cada vez nos sentimos más pequeños y menospreciados. 

Un rasgo distintivo de la gente arrogante es que buscan constantemente la admiración de los demás. La arrogancia se alimenta de los halagos, por lo que estas personas siempre intentarán sacar a colación sus logros, ya sean reales o ficticios. 

Por eso, no les gustan las personas seguras que se muestran indiferentes y no caen rendidas a sus pies. 


Raigambre Solidaria


Las condiciones contextuales en las que nos movemos concitan la crisis del ser humano contemporáneo, que no es solo crisis económica sino social, una crisis de modelos vivenciales que trae en algunos casos el auge de los fascismos y las convulsiones políticas y sociales. 

En esta coyuntura de crisis de valores, de expansión del individualismo más atroz y la cultura sin salida, la creación literaria, y el arte en general, están obligados a responder, si bien esta respuesta debe de plantearse no desde postulados metafísicos ni instrumentos de conocimiento, sino con actitudes concretas ante la realidad social e inmediata, planteando respuestas e interpretaciones en términos éticos, sociales e ideológicos.

Frente a esta situación se impone la necesidad de un replanteamiento esperanzado y firme del hecho literario y artístico creando los resortes de una nueva educación de la subjetividad, de una nueva educación sentimental que conlleve las condiciones más propicias para encontrar una voz teórica y legítima entre los signos exteriores de la modernidad y las señales inconfundibles de raigambre clásica.

Así, ante el inmovilismo que se ha venido vislumbrando durante los últimos años, en el ámbito de la creación y de la crítica, un grupo de creadores y críticos han decidido alzar su voz, hundiendo sus raíces en el neorromanticismo cívico, hasta alcanzar lo que llamaríamos la literatura de la condición humana, ajena a los resortes antiintelectualistas y centrada en la noción de la crisis del ser humano contemporáneo, que rechaza el artificio y la idea cultural anterior, y promueve una individualidad socializadora, una individualidad de lo humano que declina todo principio de actuación política o manipuladora, como necesidad de respuesta de la realidad que se viene materializando en el ámbito geográfico más cercano y global, desde la  última década. 

De ahí nace la necesidad de crear y desarrollar una corriente crítica y creadora que, bajo la denominación de Humanismo solidario, eclosiona como testimonio de resistencia alternativo ante la convicción de que las corrientes oficiales se abocan al agotamiento, tomando conciencia de la crisis social y proponiendo como centro al ser humano y que este se erija en afán de su pensamiento y creación. 

Lo que en términos poéticos significaría que la poesía no se inscriba en un mundo regido por reglas de orden metafísico, sino en un mundo regido por un sistema de valores materiales y humanos.

Humanismo solidario es una corriente crítica e intelectual de personas libres que, desde la heterodoxia estética, asumen el uso de la palabra como obligación social bajo los irrenunciables principios del compromiso y el comportamiento ético, sin estar sometidos a ideología, filosofía, política o religión alguna. 

Desde el libre discurrir del pensamiento de sus componentes nace la necesidad de rebelarse contra los sistemas y organizaciones que  oprimen y asfixian a la mayoría de la humanidad. Ajenos a toda ideología dominante, Humanismo solidario propugna el destierro del pensamiento único en cualquiera de sus manifestaciones, fundamentando sus principios rectores, y su obra individual y colectiva, sobre los términos morales que emanan de la idea irrenunciable de la fraternidad universal.




La Honorabilidad

El honor es una cualidad moral, un concepto ideológico instaurado en nuestras relaciones sociales, que justifica conductas y explica relaciones con los demás.

Muy vinculado al honor, está la honestidad, como valor de auténtica honorabilidad, y la dignidad, otro valor intrínseco a la condición humana, que dentro de la racionalidad resalta el status personal.

No es casual, pues, que dedique estas líneas a reflexionar sobre estos conceptos, que cada vez  más a menudo escucho, en cualquier comunicación pública o privada de más de dos personas.

 Siempre estos conceptos han estado ligados a una valoración, que la razón, individual o social, hace de las personas y los hechos, hasta el punto de que un principio consuetudinario acuñado dice que “la honorabilidad se presupone”, con lo cual hay que deducir que sólo se destruye, como la buena fe, con la demostración de los hechos reprochables.

 Y hago todas estas reflexiones por pura necesidad de objetividad, que es lo que quiero conseguir, frente a tanta intoxicación de mensajes, noticias, discursos y demás, que quieren distraernos de lo cierto, de la verdad, ¡si es que existe!. No en vano estamos en la época de la postverdad.

Y por eso ya no sé si atender a los hechos, contados por unos y otros, a los relatos, que transcriben historias, a las opiniones alejadas de toda lógica, o sencillamente abstraerme de todo porque verdaderamente no me interesa. Para centrarme, eso sí, en el momento, en el presente, olvidándome de los diseños que unos y otros, interesadamente, difunden sobre nosotros.

Comparto, que no es fácil, que es bueno estar informado, y curiosear la realidad, opinando de ella. Que el control social es la verdadera fuerza de la democracia, y que como ciudadanos que decidimos, debemos demandar, controlar y fiscalizar. 

Sí, debemos exigir que aquellos valores que como sociedad nos autoimponemos, se cumplan por todos.

Creo que aquí está la clave y la dificultad a su vez, debemos exigir a todos nuestros representantes los mismos valores, independientemente de la línea política de donde provengan, porque nuestros valores universales, entre los que está la honorabilidad, son exigibles a cualquier persona.

Evidentemente ningún hecho es ajeno a las pequeñas o grandes luchas humanas, lo ideal, no siempre fácil, es ser capaz de aplicar la razón en la reflexión, y concluir con la aseveración, o la duda, por nosotros mismos. Es preferible a seguir los dictados.

De cualquier manera, los valores humanos de la honorabilidad, la honestidad y la dignidad deberán formar parte de los incondicionales que transmitamos a las futuras generaciones.


Principios

Los principios son normas impuestas por el hombre que buscan guiar las acciones del propio ser humano. 

Podemos decir que estos principios en parte son culturales, pues aunque existen principios universales (no mentir, respetar la vida etc.) asociados a la condición humana, existen muchos otros que variarán dependiendo del país y cultura en el que nos encontremos.

Podemos decir que los principios nos ayudan a desenvolvernos en el día a día. Así, gracias a ellos, podemos actuar siguiendo ciertos patrones a la hora de encontrarnos ante un dilema. Asimismo, gracias a estos principios podemos dar pasos importantes en nuestra vida, por ejemplo en el terreno laboral, pues principios como la ética en el trabajo pueden abrirnos muchísimas puertas.

A nivel comunal, los principios son normas de comportamiento que ayudan y fomentan la convivencia entre personas. Por este motivo, es importantísimo que estos principios sean lo más parecidos posibles en una sociedad. Varios individuos con diferentes principios pueden llegar a chocar entre ellos y terminar discutiendo, pues es evidente que ambos tienen formas diferentes de ver la vida y sus prioridades.

Si bien es cierto que los principios pueden afectar la vida en general del ser humano (principios como amar al prójimo o respetar a los demás), también existen principios en otros ámbitos de nuestra vida como por ejemplo nuestro trabajo; y es que muchas empresas establecen una serie de principios ante los cuales los trabajadores deben responder.

Cabe destacar que principios y ética están indiscutiblemente relacionados. La ética se encarga de estudiar aspectos como la moral, y lo cierto es que los principios forman parte de la moral del individuo.

Un individuo sin principios será un individuo vacío, sin normas ni reglas morales. Su comportamiento no estará regido por ningún tipo de objetivo ético, pudiendo así comportarse de forma ruin.

Fomentar los principios de nuestra sociedad es una tarea realmente importante. Debemos inculcar dichos principios en los más pequeños desde edades ya tempranas. Es la única forma de formar individuos que estén comprometidos con nuestra sociedad. Individuos que posteriormente aceptarán y cumplirán esta especie de normas morales que facilitan la convivencia entre personas.

Así, algunos principios básicos y universales que siempre debemos respetar e inculcar a nuestros pequeños son el respeto a los demás, sin distinción de sexo, cultura o religión; la tolerancia, ya sea con personas de otras etnias o con opiniones diversas a las nuestras; o sinceridad y honestidad, para conseguir que las relaciones con terceros sean mucho más sanas.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

La Mente Que Piensa

Los pensamientos de autoevaluación son particularmente seductores y convincentes. Aparecen en la mente disfrazados de verdad absoluta. Cuando aparecen pensamientos como: “No sirvo para nada”, “No soy querible”, “He defraudado a la gente” o “No tengo remedio”, enseguida nos quedamos atrapados en ellos y los separamos de otros comentarios internos como si fuesen verdades con autoridad.

En la psicología budista, la mente es descrita como un sexto sentido, que se suma a los cinco habituales (vista, oído, olfato, gusto y tacto). Desde esta perspectiva, del mismo modo que el ojo percibe todo tipo de formas, colores y luces, el oído toda clase de sonidos, y la nariz todos los olores, la mente percibe todo tipo de pensamientos: grandes y pequeños, hermosos y feos, interesantes y aburridos, sabios y ridículos, etc. 

La mayoría de las personas no se identifican a sí mismas con los colores y las formas que ven, ni con las texturas que tocan. Normalmente no pensamos, por ejemplo: “Soy verde claro” o “soy rugoso”, cuando vemos algo verde o tocamos algo rugoso. Pero los pensamientos, como objetos de la mente, son un poco distintos y, quizás porque son inmateriales e internos, somos más propensos a confundirlos por quienes somos.

Los pensamientos de autoevaluación son particularmente seductores y convincentes. Aparecen en la mente disfrazados de verdad absoluta. Cuando aparecen pensamientos como: “No sirvo para nada”, “No soy querible”, “He defraudado a la gente” o “No tengo remedio”, enseguida nos quedamos atrapados en ellos y los separamos de otros comentarios internos como si fuesen verdades con autoridad. Aunque esto no les ocurra a todas las personas, muchos tenemos la tendencia profundamente arraigada de desestimar las fantasías y otras categorías de pensamientos como fabricaciones de la mente, y, en cambio, tomamos cualquier juicio sobre uno mismo como una verdad absoluta. 

Esta es precisamente la razón de que el reconocimiento de que los pensamientos no son la realidad pueda brindarnos una gran paz emocional.

Dependiendo de su grado de elaboración, los pensamientos pueden ir de simples movimientos rápidos de energía de la mente, a pensamientos diferenciados, hasta ensoñaciones elaboradas. 

Es importante saber que no hay nada inherentemente negativo en la asociación libre y la ensoñación —en realidad son dos magníficas capacidades de la mente humana que se pueden utilizar de forma creativa—. El problema surge cuando no somos conscientes de nuestro proceso de pensamiento y sin darnos cuenta nos entregamos a pensamientos que dan lugar a juicios negativos, miedos, autocríticas, ira, preocupación, suspicacia, desconfianza y otras emociones que sabotean la paz de la mente y el equilibrio emocional.

Tal vez te preguntes: “¿Qué parte de mí es la que sabe que estoy pensando?” Vamos a llamarla “conciencia”. Aunque pueda parecer escurridiza, cuanto más llegues a conocerla y más aprendas a volver a ella y confiar en ella, más feliz serás. La mayor parte del tiempo, los pensamientos simplemente se producen sin ser conscientes de ellos.

La práctica de mindfulness no implica generar pensamientos voluntariamente, controlar los propios pensamientos ni tampoco manipularlos. Al contrario, supone ser consciente de los pensamientos como pensamientos, dejando que surjan y desaparezcan sin retenerlos ni rechazarlos. Esta capacidad de ser consciente de los pensamientos puede ser usada cada vez que te acuerdes de prestar atención, ya sea meditando o en la vida cotidiana.


Esta conciencia no es algo nuevo que necesites aprender. Ya está ahí y la tienes a tu disposición en cualquier momento, sin importar lo que está ocurriendo. La conciencia está ahí de forma natural, pero puede pasar inadvertida durante toda una vida, por lo que es necesario explorarla y conocerla experiencialmente. 

A medida que te familiarices con tu conciencia, te darás cuenta de que se puede convertir en tu refugio último, un lugar natural de equilibrio para la mente y el corazón, con una capacidad ilimitada para encontrarse con la experiencia y abrazarla.

La Soberbia

La soberbia representa el alarde del poder, su exposición de manera exagerada o de forma ruin. El hombre soberbio ha transgredido límites que los dioses consideran importantes, ha sobrepasado barreras en cuya irrupción se incurre en el pecado.

Pero el soberbio no es un hombre hiperbólico, aunque finge serlo, es más bien un ser que se ha consumido en la carencia, en la mendicidad, su miseria consiste en ser menos que los demás, en tener menor poder sobre sí mismo.

Hay varios ejemplos en la mitología que muestran las consecuencias de la ubris (hybris). En la tradición hebrea encontramos el mito de la Caída, éste relata como cierto dios prohíbe a sus hijos primigenios, llamados Adán y Eva, comer del fruto de un árbol ubicado en el centro del paraíso construido para ellos. Sin embargo, una serpiente, cuya identidad es ambigua, insta a Eva a probar la fruta aciaga. Ella lo hace, luego convida a Adán.

Aquel dios es omnipresente, y al saber que sus hijos le han desobedecido los destierra del paraíso y los arroja a la mortalidad. Dos seres con llameantes espadas guardan, mientras tanto, la entrada a la tierra del origen. Tal desfallecimiento del espíritu es una emulación de una anterior revuelta instada por el ángel lucifer, con ello notamos que los mitos judíos son cíclicos en sus temas.

Otra mitología semejante es el de Prometeo, en la cultura griega. Prometeo era hijo de Yapeto y de Climena, hija de Océano. Entre sus hermanos se encontraban el gran Atlas, Meniteo y Epimeteo. Hesíodo caracterizo a Prometeo como “sagaz y astuto”, luego cuenta: “…cuando los dioses y los hombres mortales disputaban en Melona, Prometeo mostró un gran buey que adrede había repartido, queriendo engañar al espíritu de Zeus”.

Prometeo había recubierto los huesos con la grasa del animal para que así fueran, los restos, más apetecibles para Zeus y por consiguiente la carne pudieran apropiársela los hombres, no obstante Zeus era muy sabio y descubrió la treta, aun así siguió el juego de Prometeo sólo para poder dar un justo castigo a la humanidad.
“Y desde aquel tiempo, acordándose siempre de ese fraude, rehusó la fuerza del fuego inextinguible que brota del roce de los maderos de encina a los míseros hombres mortales que habitan sobre la tierra.”

“Pero todavía le engaño el hijo excelente de Yapeto, robándole una porción esplendida del fuego inextinguible, que oculto en una caña hueca”
La nueva ofensa no hizo sino enfurecer más al gran Zeus que le deparo un cruel castigo al insubordinado hijo de Yapeto:
“Y sujetó Zeus con cadenas sólidas al sagaz Prometeo, y le ató con duras ligaduras alrededor de una columna. Y le envió un águila de majestuosas alas que le comía su hígado inmortal. Y durante la noche renacía la parte que le había comido durante todo el día el ave de alas desplegadas.” Tal es la descripción que nos brinda Hesíodo.

Este castigo ejemplar fue acompañado con la liberación de las calamidades que Pandora, accidentalmente, desato sobre los hombres. Por ahora no importa si Prometo fue liberado por Heracles y recibió gloria posteriormente, lo que interesa es que Prometeo desafió a los dioses y fue castigado. Ícaro, Sísifo, Aracne y Medusa son otras figuras que acompañan a los griegos en la imaginería concerniente a la soberbia.

La soberbia acaece ante la indigencia del ser, el sujeto se eleva hasta cimas inalcanzables en un acto de equilibrio, como una forma de compensación ante su falta de poder sobre su propio campo de acción. 

Alguien me dijo alguna vez, y aún resuena en mi memoria alto y fuerte, “no te presentes tan grande, pues no eres tan pequeño”. Esa frase resume muchas vidas desgraciadas.

El Legado Humano

Nuestra especie ha dejado una señal imborrable en el planeta. Tanto es así, que cuando desaparezcamos perdurará durante mucho tiempo nuestra distintiva huella fósil.

Eso es lo que sostiene, al menos, un equipo de investigadores de distintas instituciones británicas y estadounidenses en la revista The Anthropocene Review.

En su estudio, que ha coordinado el geólogo Jan Zalasiewicz, de la Universidad de Leicester, en el Reino Unido, estos científicos afirman que la marca de la humanidad es de tal magnitud que no es posible encontrar nada remotamente parecido en toda la historia de la Tierra, incluso si nos remontásemos a su formación, hace 4.500 millones de años.

Según describe el ensayo, al igual que hoy podemos estudiar los dinosaurios a partir de sus huesos y las huellas que han llegado hasta nuestros días, los humanos dejaremos un rastro de objetos que estos científicos han denominado tecnofósiles. “De la mayoría de los animales se recuperan pocos vestigios, como restos óseos, por ejemplo.

 Los Homo sapiens, por el contrario, producimos millones de cosas y de muy distinto tipo, desde estructuras nanométricas a ciudades”, indica Zalasiewicz. “Es más, el rastro producido por otros organismos siguen patrones que cambian, por así decirlo, con una lentitud geológica, a lo largo de millones de años.

Por el contrario, nuestros bienes evolucionan a gran velocidad. Los nuevos hacen que los viejos queden obsoletos rápidamente. Con el tiempo, desde aeropuertos a cepillos de dientes podrían quedar enterrados entre los sedimentos de tal forma que acabarán convirtiéndose en tecnofósiles”.


Para el paleobiólogo Mark Williams, coautor del estudio, “dentro de millones de años, mucho después de que nuestra especie haya desaparecido, los tecnofósiles definirán los estratos de la época humana, lo que llamaríamos Antropoceno.

Si un paleontólogo examinara la Tierra en un lejano futuro, probablemente consideraría estos objetos los más valiosos de todo el registro fósil".

Poner Lo Que Importa


Lo que mueve al mundo
La pasión mueve al mundo y eso es innegable. Es fácil distinguir a alguien que realmente vibra con su vida e imprime un entusiasmo especial a sus palabras, acciones y al modo de relacionarse con el resto. Tener pasión y propósito debiese ser nuestro principal objetivo para desenvolvernos en este mundo, y aunque pueda parecer tremendamente difícil mantener un estado de contemplación y positivismo frente a tantas realidades paralelas y situaciones que nos rodean, siempre está la invitación a volver a nuestra verdadera casa. En este sentido, los siguientes aspectos han sido esenciales en mi proceso personal de la integración de la pasión en mi día a día:

1)    Internalizar la gratitud: Estamos vivos, somos autosuficientes e independientes en muchos aspectos y estamos en mejor pie que muchas otras personas. Como primera aproximación, son hechos que nos hacen volver a nuestra situación actual y sentirnos agradecidos de lo que ya somos y tenemos. Por ello, al poner las cosas en perspectiva, son más los atributos buenos y razones por las cuales estar tranquilos y agradecidos al final del día. Mi artículo sobre la gratitud explica con más detalle cómo lograr ese estado a voluntad y sin esfuerzo.

2)    La importancia de la alegría: Simplemente, sonreír y reírnos con frecuencia activa potentes neuroquímicos en nuestro cerebro, liberando el estrés y brindándonos una sensación de mayor liviandad y genuina felicidad, en muchos momentos. 
3)    El camino es lo que importa: Definir con claridad qué es lo que somos y qué deseamos en última instancia para nosotros -elevándonos por sobre metas basadas en lo que otros esperan acorde a nuestra situación- nos lleva a un estado de mayor profundidad que nos puede llevar, entre otras, a valorar más cada instante y darnos cuenta de lo realmente importante. Una vez descubierto esto, el resto de los distractores cae y se va afirmando la esencia dentro de nosotros.


Todo lo anteriormente dicho es, sin duda, una primera aproximación de una experiencia que cada uno debiese vivir individualmente. La pasión, por tanto, no se trata de hacer ni de lograr en la dimensión material, sino más bien del ser y acceder a un estado que es parte intrínseca y permanente en nosotros. 

Podemos estar lavando platos o dirigiendo un grupo importante de personas y tener la misma sensación, energía y entrega. Eso es lo que yo llamo “acción inspirada”, y la decisión de integrarla a nuestra vida está, en cada momento, en nuestras manos.