El ser humano es capaz de albergar en sus gestos, en sus
palabras y, ¿por qué no?, en sus hábitos, una enorme grandeza, frente a los
sinsabores que nos encontramos en el fascinante camino que es la vida. Pese a
los pensamientos, sentimientos, vivencias y personas negativas (aunque todo
ello, en algún momento, parezca arrastrarnos, deglutirnos, aunque en ocasiones
nos “pueda”, nos invite a “tirar la toalla”), somos capaces de focalizarnos en
lo que nos hace sentir bien, en lo positivo que nos rodea, en hacer de los
comportamientos positivos, hábitos que nos produzcan gratificación personal y
felicidad.
CUANDO DAMOS DE FORMA ALTRUISTA SENTIMOS UNA PROFUNDA
SENSACIÓN DE BIENESTAR
Hay muchas cosas que, según nuestras preferencias, nos hacen
sentir bien, el amor de nuestra familia, pasar tiempo con nuestros amigos,
viajar, nuestros hobbies, etc. Pero si algo es común a todos los seres humanos,
es el placer de ayudar, si algo es consustancial a nuestra especie, sea
cual sea la cultura en la que se eduque o el momento histórico que le toque
vivir, es la felicidad que produce el dar y el ayudar a los demás. Ayudar a los
demás es una conducta que si realizamos como parte de nuestras vidas, como
hábito, como leitmotiv, se traducirá en una vida plena y feliz.
Ayudar. Dar, sin esperar nada a cambio. Dar sin
esperar recompensa. Ayudar por el simple placer de ayudar. No estamos hablando
de cuando ayudamos esperando algo a cambio; cuando hay ese tipo de
comportamiento, en realidad no damos, intercambiamos. Sin embargo, cuando damos
de forma altruista sentimos una profunda sensación de bienestar.
Actos pequeños que, en ocasiones, parecen insignificantes: sonreír a los demás,
dejar pasar a otro delante de nosotros, recoger del suelo un objeto que se le
ha caído a un desconocido para devolvérselo… Hay mil y un ejemplos. Actos,
hábitos sencillos que forman parte de nuestra cotidianidad y, por tanto, de
nuestra esencia, y que nos reportan placer y bienestar.
Actuar de forma desinteresada, sin recompensas, sin
recibir aplausos, incluso sin que nadie lo sepa, sin testigos, sin alharacas,
es un hábito que nos hará sentir bien con nosotros mismos y que hará sentirse
bien a los demás. Ayudar a quien de verdad lo necesita, ayudar a personas
cercanas o a personas totalmente desconocidas. Piensa en todo aquello bueno que
ofreces, que haces, que das…
Da sonrisas y recibirás sonrisas; da bondad y
sentirás en tu interior bondad. Te sentirás mucho más positivo y mucho más
feliz. El altruismo es una conducta, una capacidad del ser humano de salir de
sí mismo para ayudar a los demás, un hábito moral que nos aleja del
materialismo, del egoísmo, del egocentrismo para poner el centro en el otro y,
poniendo el centro en el otro, recibir la enorme satisfacción, la saludable
sensación de felicidad.
El altruismo nos hace experimentar una energía
reconfortante, desbordante, que activa una parte de nuestro cerebro vinculada
con la sensación de placer, alivia el estrés, fortalece la autoestima, los
lazos afectivos y fomenta la superación personal.
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