Las condiciones contextuales en las que nos movemos concitan
la crisis del ser humano contemporáneo, que no es solo crisis económica sino
social, una crisis de modelos vivenciales que trae en algunos casos el auge de
los fascismos y las convulsiones políticas y sociales.
En esta coyuntura de
crisis de valores, de expansión del individualismo más atroz y la cultura sin
salida, la creación literaria, y el arte en general, están obligados a
responder, si bien esta respuesta debe de plantearse no desde postulados
metafísicos ni instrumentos de conocimiento, sino con actitudes concretas ante
la realidad social e inmediata, planteando respuestas e interpretaciones en
términos éticos, sociales e ideológicos.
Frente a esta situación se impone la necesidad de un
replanteamiento esperanzado y firme del hecho literario y artístico creando los
resortes de una nueva educación de la subjetividad, de una nueva educación
sentimental que conlleve las condiciones más propicias para encontrar una voz
teórica y legítima entre los signos exteriores de la modernidad y las señales
inconfundibles de raigambre clásica.
Así, ante el inmovilismo que se ha venido vislumbrando
durante los últimos años, en el ámbito de la creación y de la crítica, un grupo
de creadores y críticos han decidido alzar su voz, hundiendo sus raíces en el
neorromanticismo cívico, hasta alcanzar lo que llamaríamos la literatura de la
condición humana, ajena a los resortes antiintelectualistas y centrada en la
noción de la crisis del ser humano contemporáneo, que rechaza el artificio y la
idea cultural anterior, y promueve una individualidad socializadora, una
individualidad de lo humano que declina todo principio de actuación política o
manipuladora, como necesidad de respuesta de la realidad que se viene
materializando en el ámbito geográfico más cercano y global, desde la
última década.
De ahí nace la necesidad de crear y desarrollar una corriente
crítica y creadora que, bajo la denominación de Humanismo solidario, eclosiona
como testimonio de resistencia alternativo ante la convicción de que las
corrientes oficiales se abocan al agotamiento, tomando conciencia de la crisis
social y proponiendo como centro al ser humano y que este se erija en afán de
su pensamiento y creación.
Lo que en términos poéticos significaría que la
poesía no se inscriba en un mundo regido por reglas de orden metafísico, sino
en un mundo regido por un sistema de valores materiales y humanos.
Humanismo solidario es una corriente crítica e intelectual
de personas libres que, desde la heterodoxia estética, asumen el uso de la
palabra como obligación social bajo los irrenunciables principios del
compromiso y el comportamiento ético, sin estar sometidos a ideología,
filosofía, política o religión alguna.
Desde el libre discurrir del pensamiento
de sus componentes nace la necesidad de rebelarse contra los sistemas y
organizaciones que oprimen y asfixian a la mayoría de la humanidad.
Ajenos a toda ideología dominante, Humanismo solidario propugna el destierro
del pensamiento único en cualquiera de sus manifestaciones, fundamentando sus
principios rectores, y su obra individual y colectiva, sobre los términos
morales que emanan de la idea irrenunciable de la fraternidad universal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario