jueves, 8 de noviembre de 2018

La Fuerza Interior


Tener fuerza interior puede ayudarnos a salir airosos de cualquier situación desfavorable o puede, sencillamente, ayudarnos a evolucionar y seguir creciendo. También nos puede servir para saber cómo actuar ante los obstáculos que van surgiendo en nuestro andar por la vida. Entonces, es necesario reforzar ese poder interior que todos tenemos y que en algunos casos se halla “dormido”.
Si ante el fracaso te levantas una y otra vez, si tienes la capacidad de trabajar duro para conseguir tus metas, si nada ni nadie te detiene hasta obtener lo que deseas. Entonces, ¡enhorabuena! Tu fuerza interior es realmente poderosa.

“El verdadero buscador crece y aprende, y descubre que siempre es el principal responsable de lo que sucede.”
-Jorge Bucay-

La clave está en no desistir, en nunca “plantar bandera blanca” ni darnos por vencidos, aun cuando la tormenta haya creado tantas olas y estemos muy lejos del puerto más cercano. No se trata de una simple metáfora, sino de la vida misma, que a veces pareciera alejarnos de nuestras metas aunque sostengamos fuertemente el timón o icemos las velas.

En primer lugar, ellas tienen el control de lo que les ocurre, o al menos, actúan como si lo tuvieran. Algunos pueden decir que han sido bendecidos, otros que tienen buena suerte y otros que son empujados por una estrella, pero todos miran al futuro con esperanza.

Además, tienen esperanza porque saben que se van a equivocar pero también que van a aprender. Saben que no todo va a ser fácil, pero no encuentran una razón lo suficientemente poderosa que les diga que no van a poder.

En segundo lugar, las personas con una gran fuerza interior saben que hay cosas en las que no pueden influir ni cambiar, por lo tanto, no gastan sus energías en ellas. Por el contrario, se enfocan en aquello que está en sus manos y trabajan incansablemente para poder llevar a cabo lo que desean.
Esto se puede aplicar a cualquier ámbito de la vida diaria. Por ejemplo, si estamos en un embotellamiento de tránsito, ¿De qué nos sirve gritar, enojarnos o perder el control? Mejor es enfocar las energías en algo más productivo, como ser leer un libro, escuchar música, aprovechar para pensar temas para la siguiente reunión, etc (y siempre salir más temprano de casa para evitar estos eventos frecuentes en las grandes ciudades).

Cómo mejorar la fuerza interior
Si quieres mejorar tu fuerza interior deberás ver el pasado como una fuente de información a la cual puedes acceder cuando lo necesites. ¡Pero atención! Existen otras bases de datos para nutrirnos. Muchas personas viven atadas a su pasado y no es bueno. Todo lo que les ha ocurrido se convierte en un fardo o en una mochila pesada que no permite avanzar un solo paso. Los que realmente tienen una fuerza interior considerable saben que las vivencias del ayer son valiosas, pero que no hay que encadenarse a ellas.

Por otra parte, para ser una persona con una fortaleza interior, no hay que quejarse. En realidad, el problema no está en quejarse, sino en mantener esa actitud “de por vida”. Esto quiere decir, que es muy simple volverse un quejoso crónico, pero no hacer nada para cambiar aquello de lo que nos quejamos o criticamos.

No te centres en los aspectos negativos, no pierdas energías en nimiedades. Si hay algo que te molesta, actúa de tal manera que puedas cambiarlo. No te sientes a llorar sobre la leche derramada, como dice el refrán popular, ponte a limpiar el desastre.

“Es duro fracasar, pero es todavía peor no haber intentado nunca triunfar.”
-Theodore Roosevelt-

Y por último, los que pueden sentirse orgullosos de su fuerza interior no quieren impresionar a nadie más que a ellos mismos. No actúan para demostrar a los demás lo que son capaces de hacer, sino que son felices por su propios logros.


La motivación es algo que no pierden ni por un instante y estas personas la alimentan celebrando sus logros; no para presumir sino para disfrutar de lo que han conseguido. Esto no quiere decir que no puedan comunicar lo que consiguen, sino que saben cuándo, cómo y a quiénes contar sus buenas noticias.

El Valor De Lo Humano



Nada debe valorarse más que la vida humana, de la misma manera que no hay justificación para que un ser humano se considere superior a otro. Sin embargo, nos encontramos inmersos en un sistema deshumanizante que otorga valor a las personas por el dinero, posesiones o logros. Esto nos crea la necesidad de redescubrir el valor del ser humano.

Tenemos un valor incalculable; no somos el resultado de la evolución, de un accidente cósmico o una forma de vida biológica elevada que por casualidad adquirió conciencia. Fuimos creados como seres racionales, con moralidad, voluntad y discernimiento, únicos sobre la tierra con cuerpo, alma y espíritu, capaces de obrar para bien. Somos obra de un creador que con sabiduría e inteligencia nos hizo con un propósito, que no consiste en acumular posesiones o riqueza, sino en que tengamos como prioridad el cuidado y desarrollo integral de todo ser humano desde el momento de su concepción, utilizando para ello todos los recursos disponibles.

La racionalidad y moralidad nos da la capacidad de obrar para el bien, no solo para sí mismo, sino también para los demás. ¿Qué ha ocurrido entonces que hemos desvalorizado la vida, perdiendo la sensibilidad ante la necesidad y el dolor ajeno? Los grandes desafíos que tenemos en nuestro país, como la desnutrición infantil, carencia de atención en salud primaria y preventiva, el hambre y la miseria, el analfabetismo, la violencia que produce muerte y dolor a millares de familias o la desintegración familiar, exigen de cada uno de nosotros una respuesta concreta, comenzando con los gobernantes, puesto que han sido puestos en autoridad para servir, para buscar el bien común, no el beneficio propio.

Con frecuencia argumentamos que somos un país pobre, dependiente y limitado para enfrentar estos desafíos. Sin embargo, somos un país rico en recursos y potencial humano, con capacidad de generar oportunidades para el desarrollo integral de todos sus habitantes. El verdadero problema radica en que no estamos valorando la vida en la dimensión correcta, nos hemos vuelto indiferentes ante el drama de nuestros semejantes. Esto se evidencia, por un lado, en la forma como se administran y distribuyen los recursos públicos (actos de corrupción o en la priorización de cosas que no buscan satisfacer las necesidades primarias de la población) y por el otro, en la negativa o evasiva de cumplir a cabalidad la responsabilidad de pagar impuestos. Tanto lo uno como lo otro es inmoral y condenable.

La valoración del ser humano es un desafío ético para todos los que formamos parte de la sociedad. La riqueza y las posesiones son instrumentos que deben servir para el beneficio de los demás, no para fines egoístas.

Evaluemos nuestro actuar, cumpliendo de manera justa y honesta con el rol que nos corresponda y en cuanto tengamos la oportunidad y la posibilidad ayudemos al necesitado, recordando que aquel que sabe hacer el bien y no lo hace, le cuenta como pecado, porque pudiendo hacer algo por sus semejantes y no lo hizo, se hace parte del problema, no de la solución. Solo con Dios es posible construir una sociedad distinta.


Dignidad Humana


La reflexión filosófica ha acompañado al hombre a lo largo de su existencia, puesto que es el único ser que se cuestiona sobre sí mismo y sobre el mundo que lo rodea. La historia de la filosofía, nos dice Nicol, se desarrolló en tres temas centrales: primero, la metafísica, después la epistemología y, finalmente, la antropología. Esto se debe a que primero se preguntó el hombre sobre el ser, luego sobre la forma en que se obtenía el conocimiento sobre ese ser y posteriormente sobre el ser que conoce al ser, es decir el hombre mismo.

De la comprensión que se tenga de la naturaleza humana deriva el trato que debe dársele a todo ser que posea dicha naturaleza, a lo que denominamos “dignidad”. Vocablo que deriva del latín dignitas, que a su vez deriva de dignus, cuyo sentido implica una posición de prestigio o decoro, “que merece” y que corresponde en su sentido griego a axios o digno, valioso, apreciado, precioso, merecedor.

La dignidad es ser tratado como lo que se es. La pregunta entonces, ya no solamente para poder comprender lo que somos en un sentido metafísico, sino para poder dar un trato digno al ser humano, en un sentido ético, es ¿cuál es la naturaleza o physis ontológica del hombre? ¿Qué es el hombre? 

Así, sabiendo lo que el hombre es podremos tratarle como tal, como merece, es decir tratarlo dignamente. La respuesta a esta interrogante puede ser muy variada, dependiendo de la concepción desde la que se formule, del ámbito cultural e incluso de las creencias personales de cada individuo.

El hombre tiene una naturaleza distinta de la de los demás seres: capaz de autogobernarse y además posee la cualidad de poder comprenderse a sí mismo como un ser individual y, a la vez, como parte de una sociedad en la que interactúa con sus semejantes. Aunque se identifica con sus iguales no se comporta de manera idéntica a ellos, puesto que no solamente tiene un ser sino que puede tener modos de ser, como les llama Nicol.

La noción de dignidad humana es uno de los conceptos que en el ámbito del derecho y la filosofía presentan mayores problemas para su esclarecimiento y definición, en gran medida porque depende de la concepción filosófica en la cual se fundamente la argumentación; por ello tal vez la conceptualización de la dignidad más utilizada en la actualidad tiene un carácter meramente instrumental, en la que se hace referencia a la dignidad como el trato o respeto debido a las personas por su sola condición de seres humanos, pero sin entrar a señalar las razones o por qué se le debe ese trato, con lo que se deja a otros ámbitos de reflexión el indagar sobre la naturaleza humana o las características de lo humano que sustentan la dignidad.

Incluso, una práctica actual en las reflexiones tanto en el campo de los derechos humanos como en la bioética, con la finalidad de obviar o evadir el problema de las distintas perspectivas, consiste no en definir ni conceptualizar la dignidad, sino que dándola por supuesta se tratan de identificar las conductas que la lesionan o dañan, lo que algunos identifican como conceptualización de la dignidad por su contrario.


Desde nuestro punto de vista, una perspectiva de la dignidad así, sin una determinación clara, sin vocación de valor absoluto o al menos definido es sumamente peligrosa, pues deja al concepto vacío de contenido y difícilmente defendible o sostenible ante los posibles ataques, e incluso hace sumamente difícil la construcción de un marco institucional para tutelarla; además de que permite el uso del concepto dignidad de manera ambigua, para argumentar en defensa, por ejemplo, tanto de la legalización como de la prohibición de determinadas situaciones que son objeto de profundo debate social, como la eutanasia o el aborto, por lo que consideramos que sólo con un concepto claro y preciso de dignidad es posible construir los medios para su defensa y desarrollo en la convivencia social, pues en un aspecto tan relevante no basta confiar en el sentido común o la intuición.

Lucidez Mental


Un sueño premonitorio con el perro de una amiga y, sobre todo, la última conversación con su madre fallecida de cáncer de ovario en el año 2000, le han llevado a Jesse Bering, profesor de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda, y que se declara escéptico-racionalista, a investigar el extraño fenómeno de la lucidez terminal. “Estaba en coma irreversible y yo no había tenido tiempo de agradecerle lo que había hecho por mí”, recuerda en Scientific American. “Pero mientras la acompañaba en el hospital, en torno a las tres de la madrugada, me desperté con su mano junto a la mía; parecía muy consciente. Estaba demasiado débil para hablar, pero sus ojos lo decían todo.

Pasamos unos cinco minutos cogidos de la mano: le dije todo lo que había querido decirle antes. Después cerró los ojos de nuevo, esta vez para siempre”. La lucidez terminal fue analizada por el biólogo alemán Michael Nahm en un artículo de 2009 en The Journal of Near-Death Studies donde describía a personas con deterioro cognitivo que despiertan poco antes de morir.

Casos de este tipo se han registrado desde Hipócrates, pero nadie los había formalizado. Nahm define la lucidez terminal como “el (re) surgimiento de capacidades mentales normales o inusualmente mejoradas en pacientes inconscientes o con enfermedad mental poco antes de la muerte”. Algunos la incluyen dentro de las experiencias cercanas a la muerte. En un artículo del mismo año en Journal of Nervous and Mental Disease, Nahm precisaba que de los 49 casos de lucidez terminal que había estudiado, la gran mayoría (84 por ciento) ocurrieron una semana antes de la muerte y el 43 por ciento, el último día. Así, un paciente esquizofrénico ruso que había estado totalmente catatónico durante casi dos décadas “se convirtió en casi normal” antes de fallecer.

En otro estudio, el 70 por ciento de cuidadores de un hogar de ancianos británico dijeron que habían observado a personas con demencia resucitar mentalmente poco antes de morir. Una mujer de 92 años con Alzheimer avanzado no había reconocido a su familia durante años, pero el día antes de su muerte conversó con ellos con normalidad, recordando el nombre de todos.


Nahm no descarta una explicación fisiológica-cerebral, pero en pacientes casi vegetativos es un auténtico misterio médico, algo más que una colección de anécdotas. “Sigo siendo escéptico”, dice Bering. “Aun así, no sé cómo mi madre se las arregló en esos cinco minutos de perfecta comunión conmigo. ¿Era su alma inmortal? ¿Una última tormenta química de su cerebro moribundo? 

Sea lo que fuere, me alegro de que ocurriera”.

Abrirnos De Par En Par


Para superar a la competencia tenemos que mejorarnos, aprender más habilidades y desarrollarnos de manera que mejoren nuestros conjuntos de habilidades.

Cuantas más habilidades tengamos más valorados estaremos por la sociedad. Nos pagarán más y disfrutaremos de una mejor calidad de vida. Más vacaciones, mejor comida, mejor cuidado personal físico y mejor salud. Para adquirir nuevas habilidades y mejorar, la mente necesita estar receptiva y abierta. Una mente despejada ayuda a revelar el camino correcto, tomar decisiones acertadas y establecer metas definidas.

El ejercicio es una forma de mantenerse sano, física y mentalmente para que la mente y el cuerpo estén conectados. Practicar un deporte nos mantiene en forma y nos ayuda a ser más felices. Algunos meditan, practican yoga y algunos prefieren pasar tiempo tranquilos, en soledad, de manera introspectiva para armonizar el cuerpo y el alma.

Cuando se está libre de estrés, ruido e interrupciones, uno puede deshacerse del equipaje, el desorden, la contaminación y recuperar su estado óptimo de relajación. Los resultados pueden ser asombrosos.

Una mente sana abre nuevas puertas, invita a nuevas perspectivas y mejora la capacidad de mediar con las tormentas y retos, de este carrusel que es la vida.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Realización Personal


Sentirse realizado ¿qué es? Para cada persona podría ser una cosa diferente en cuanto al modo de conseguirlo, pero como significado, podríamos hablar de estar orgulloso de lo que has conseguido, de haberse propuesto un objetivo, y poder alcanzarlo. De tal modo que hayas logrado la plenitud como persona respecto a tu vida personal, profesional, o por tu manera de pensar.

Sentirse realizado es una meta que algunas personas tienen, pero que también muchas otras pierden por el camino, dejándose llevar por la necesidad, o por la falta de ambición y propósitos.

Es una meta que todos deberíamos poseer, para buscar un fin que nos llene de verdad, sino pasaremos por la vida trabajando, haciendo algunas cosas, igual teniendo familia, pero qué pasa con nosotros, qué pasa con lo que nos hará sentirnos completos y orgullosos de nosotros mismos.

Para cada uno sentirse realizado puede significar una cosa, puede ser una ambición profesional, pero siempre tiene que tener un componente moral, es decir lograr alcanzar una meta profesional, siempre siguiendo determinados principios, y haciendo lo que uno ama. También puede ser algo más común como lograr encontrar una persona que te acompañe toda la vida, tener familia, y hacerles felices. 

Para otros puede ser algo más complejo, como pudiera ser abandonar toda la vida que tiene aquí y emprender una nueva, en un lugar totalmente diferente, realizando lo que realmente quiere, y sin presionarle ningún ámbito social o profesional que le lleve a encaminar proyectos que no desea. 

Muchas personas también asocian el sentirse realizado, con ayudar a personas necesitadas, con todo lo que puedan.

Pero si hay un objetivo común para sentirse realizado, es lograr ser feliz. Todos los supuestos anteriores tienen éste denominador común, y es que si no, sentirse realizado no tendría ningún sentido.

Si observáramos la vida, como cualquier trabajo o carrera o proyecto, comprobaríamos que sentirse realizado es algo esencial. Me refiero a que en cualquier proyecto antes de iniciarlo, se propone cada persona un o unos objetivos, como llegar a ser alguien, lograr titularte para conseguir trabajo, o cualquier cosa parecida que nos haga luchar por ese objetivo. Pues sentirse realizado sería ese objetivo que nos hace pelear en nuestra vida, nunca conformarnos, y seguir adelante. 

Muchas veces nos presionará la necesidad, e intentaremos dejar de lado este objetivo, pero sin duda aún así, tendremos la posibilidad de seguir dando pasos hacia delante, aunque sea en las pequeñas acciones que hacemos cada día.


Vivir conforme a los objetivos que uno se ha planteado es el verdadero éxito de una vida completa, así que no dudéis y luchad por ello. Para terminar me gustaría poneros la frase de Jawaharlal Nehru, que donde comprenderemos que ser feliz es un objetivo, y sentirse realizado es la meta final.

El Ser Interior


¿Sientes que estás triste sin razón aparente? Si te invaden sentimientos de tristeza y no encuentras ninguna causa específica para sentirte de esta manera, probablemente lo que te haga falta es conectarte con tu esencia, descubrir –desde tu interior- qué te FALTA para reencontrar un estado de armonía.

 “Si tengo todo en la vida, ¿por qué me siento mal?”

 Muchas personas se preguntan esto en algún momento de su existencia. Se sienten decaídos, sin motivación alguna, tristes todo el día, a pesar de tener un buen trabajo, una hermosa familia y, aparentemente, ningún problema demasiado serio.

Lo que sucede en ocasiones es que estamos tan pendientes de los asuntos laborales, del hogar y de atender a los demás, que nos olvidamos de prestar atención a nuestras necesidades más íntimas. En otras palabras, nos hemos desconectado de nuestro propio ser.

Muchas personas se alimentan correctamente, realizan ejercicio físico y cuidan muy bien de su salud, pero aun así son invadidas por estos sentimientos inexplicables de infelicidad. 

Es que, además de tener en cuenta todo lo anterior, es preciso también “escuchar” aquello que su esencia les está pidiendo, lo que realmente necesitan hacer o decir para lograr un estado de paz interior.


La Elegancia Interna


La elegancia va más allá de usar ropa y complementos de lujo. Ser socialmente elegante es sinónimo de sencillez, buen gusto, educación y de actitud. Realmente no es tan complicado como parece porque tod@s, si queremos, podemos ser elegantes cuando lo decidimos.

Por eso, hoy te traigo algunos conceptos y tips para que consigas impactar con tu elegancia sin dejar de ser tu mism@ desde la autenticidad.

Antes que nada, me gustaría que profundizáramos un poco en este concepto. ¿Piensas que con la elegancia se nace o se hace?

Yo soy de las personas que piensa que cualquier cualidad se puede cultivar y trabajar. Además, como todo en la vida, si de verdad trabajamos en ello, podemos hacer cambios y convertirnos en nuestro mejor “YO”. Sin embargo, aún existen personas que piensan que la elegancia es un Don con el que se nace.

Es por eso que quiero invitarte a la siguiente reflexión:

¿Cuántas veces hemos pensado que hay ciertas personas que parecen tener el Don innato de la elegancia y nos resultan altamente atractivas? Y por el contrario, ¿Cuantas veces hemos visto a alguien que en el pasado no llamaba mucho la atención y por circunstancias de la vida o por decisión propia, al cabo de unos años lo hemos vuelto a ver y nos ha impresionado su grado de elegancia?
Si bien es cierto que algunas personas nacen con cierta gracia que las hace ver resplandecientes cuando se muestran ante los demás, personalmente, pienso que la elegancia se puede aprender y  hasta cierto punto es una filosofía  de vida.


La elegancia sale siempre de dentro hacia afuera, por lo tanto es una cualidad interior…...Y todos hemos nacido con esa cualidad que, aunque no nos lo creamos, la podemos desarrollar. Así como otros muchos encantos de la personalidad, que tienen que ver con el trabajo del crecimiento interior.

Dos Dedos De Frente



Franz Joseph Gall fue uno de los más relevantes, a la vez que polémicos, anatomistas que desarrolló gran parte de su trabajo durante el primer cuarto del siglo XIX. Una de sus teorías más notable fue la frenología, una supuesta ciencia (que realmente era una pseudociencia) capaz de predecir el carácter, rasgos, anomalías mentales, aptitudes y personalidad de una persona a través del tamaño, forma y protuberancias de la cabeza.

Entre las muchas demostraciones que intentó hacer con el fin de argumentar sus teorías, está la que la persona que poseía determinado tipo de cráneo tenía unas dotes innatas para el cálculo numérico, algo a lo que llamaba protuberancia de las matemáticas.

Otra de sus conjeturas versaba sobre el tamaño de la frente, estando convencido de que cuanto más ancha fuese ésta más inteligente era el individuo, algo que hizo pensar a aquellos que creían en su pseudociencia que cuanto menos frente se tuviera sería a la inversa. Por esa razón no tardó en ponerse como ejemplo que aquellos que tenían una frente estrecha con un ancho menor a dos dedos eran menos inteligentes.

La expresión «no tener dos dedos de frente» se popularizó llegando hasta nuestros días como sinónimo de persona limitada y de pocas luces.

                            

El Fin Y Sus Medios


El fin justifica los medios es una frase atribuida erróneamente al escritor y personaje relevante de la Italia renacentista, Nicolás Maquiavelo. La misma expresa que cuando el objetivo o la causa son importantes, cualquier medio utilizado para lograrlo es válido.

Habitualmente, muchos han atribuido esta frase como postulado a Nicolás Maquiavelo incluido en su obra El Príncipe, escrita en el año 1513 y publicada en 1532 en la que el autor defiende la imposición de cualquier teoría o plan político por parte del gobernante para permanecer en el poder ante cualquier incidencia.

En consideración a lo anterior, lo más parecido a esta frase se encuentra en la obra El Príncipe, en el capítulo XVIII:

En las acciones de los hombres, y particularmente de los príncipes, donde no hay apelación posible, se atiende a los resultados. Trate, pues, un príncipe de vencer y conservar el Estado, que los medios siempre serán honorables y loados por todos; porque el vulgo se deja engañar por las apariencias y por el éxito; y en el mundo sólo hay vulgo, ya que las minorías no cuentan sino cuando las mayorías no tienen donde apoyarse.

Así, el postulado “el fin justifica a los medios” no aparece textualmente en las palabras de Maquiavelo pero se atribuye como conclusión a la idea dada por el escritor en sus narraciones. Sin embargo, existen historiadores que atribuyen la frase al teólogo alemán Hermmann Busenbaum, extraída del libro en latín “Medulla theologiae moralis”, bajo la frase:

“Cum finis est licitus, etiam media sunt licita”, que traducido al español es “Cuando el fin es lícito, también lo son los medios”.

Según otras teorías, indican que Napoleón Bonaparte, en el libro de El Príncipe, anotó una frase con un significado parecido “Triunfad siempre, no importa cómo, y siempre tendréis razón” que lleva al individuo a la misma conclusión.

Fingir Lo Que No Eres





Dentro de nosotros sabemos que nos incomoda, que no deberíamos, que no somos así. Entonces, ¿Por qué? ¿Por aceptación social? ¿Para caer bien? ¿Para obtener un beneficio? En Fingir el fondo no sacamos gran provecho y somos conscientes de ello.

La mala costumbre de adoptar una personalidad que no es la propia forma parte de muchas personas, para bien o para mal. Y ésta creación de la inseguridad, llevada al extremo, acaba en una especie de destrucción de la propia personalidad, un punto sin duda doloroso. Porque darse cuenta de no saber quién eres por culpa de tanto fingir va acompañada de un gran resentimiento y sentido de culpa.

El fingir no deja de ser una forma de mentir, y fingimos por falta de confianza en uno mismo. Pensamos que no gustaremos al otro, que no seremos aceptados en un grupo por ser diferentes o que nos despreciaran y humillarán por ser de la manera que somos. Y luego adoptamos conductas que nos hacen sentir incómodos y que oprimen nuestros verdaderos gustos e intereses. Aquí es donde nacen las personalidades estándares, prefabricadas y superficiales.

¿Para qué perder el tiempo y lo que nos hace únicos? ¿De veras vale la pena perderte a ti mismo para formar parte de un grupo al que no perteneces? NoBúscate unas personas de acorde a ti, que es donde estarás verdaderamente cómodo y donde podrás desarrollar todo tu potencial. Los vínculos que formas con gente que son como tú son mucho más fuertes que los que formas usando tu personalidad fingida. Porque fingiendo estás viviendo una vida que no es la tuya. Dices tener unos intereses que en realidad no te interesan. Y todo es mentira y superficial. Yo creo que eso te deja vacío (en el mal sentido) e incompleto.

No hay que tener miedo al rechazo. Porque, ¿qué es el rechazo? Que unos pobres (necios) que no son como tú te desprecien no quiere decir que ellos estén en posesión de la verdad. Más bien al contrario. No eres tú el que te denigras atacando al otro con intención de destrozarle, tú sigues entero y limpio.

seguras Las personas verdaderamente de sí mismas y completas – espirituales o iluminados para algunos – no sienten ninguna necesidad de criticar ni despreciar, porque no hay nada que criticar o despreciar. Ninguna personalidad es mejor que la otra y da igual como seamos… los planetas seguirán moviéndose igual. Eso sí, hay personalidades más abiertas y que saben entender mejor a las demás.

Mi conclusión es, queridos lectores, que no os destrocemos y no perdamos vuestro valioso tiempo intentando gustar a quien no sabe (o puede) entender como somos, ya que sólo nos traerá dolor y malestar con nosotros mismos (los otros que digan lo que quieran, los que tienen el problema son ellos, si acaso). En vez de eso, mejor aprovechar la vida estando con gente similar, con gente en la que unos a otros se ayudan a crecer, porque tienen los mismos intereses y objetivos. Dispuestos a convivir con más seres humanos, mejor nos juntamos con personas que nos entienden y aceptan por lo que somos, ¿no?

martes, 6 de noviembre de 2018

Reflexiones De La Vida


Ya son muchas las veces que me ocurre lo mismo.

​En mi cabeza surge un pensamiento o una intuición, pero solo cuando encuentro que esa opinión coincide con la de algún ilustre pensador, o que es respaldada por alguna investigación científica, me atrevo a considerarla como factible.

Mientras no encuentre confirmación externa, sigo dudando de ella. Mal asunto.

Hace casi 2.000 años el poeta satírico Persio nos advertía contra esta nociva inclinación:
​Ne te quaesiveris extra, (No busques fuera de ti mismo).

En tiempos más recientes, aunque no actuales, el gran pensador americano Ralph Waldo Emerson hacía eco de las palabras de Persio en su indispensable obra Auto-Confianza:

Hay un momento en la formación de todos los hombres cuando se llega a la convicción de que… la imitación es un suicidio. Creed en vuestro propio pensamiento; creed que lo que es verdadero para uno en la intimidad del corazón, es verdadero para todos los hombres: eso es el genio. Expresad aquello de lo que estás convencido en tu interior y se convertirá, a su tiempo, en opinión universal; ya que lo más íntimo llega a ser lo más externo.

Pues bien, resulta que desde hace un tiempo vengo alejándome cada vez más del teléfono móvil. Quiero dejar de utilizarlo cada que hay un espacio en blanco.

Muchas de las mejores cosas de la vida se nos pasan inadvertidas por andar embelesados con la centelleante pantalla.

No solo cosas que ocurren en el exterior, sino también las que ocurren en nuestro interior, que quizá, son aún más importantes.

Esta afición nos priva de una diversión mucho más cautivadora y necesaria: pensar.

Fue Einstein el que dijo:
La alegría de ver y entender es el más perfecto don de la naturaleza.
Permanecer mucho tiempo con la mirada puesta en la pantalla no nos permite ni ver ni entender.

En lugar de ver la vida de forma directa, lo hacemos a través de un dispositivo.

La reflexión mental es mucho más interesante que la televisión, es una pena que más personas no se cambien a ella. Probablemente piensan que lo que escuchan en su mente no es importante, pero si que lo es.
Estas palabras, publicadas hace más de 40 años, cuando no había todavía internet, son hoy aún más pertinentes.

A mí me divierte mucho pasar el tiempo jugando con ideas, pero dudaba de que mucha gente lo pudiera encontrar interesante. Por ello me agradó ver confirmada mi intuición por parte del eminente Robert Pirsig, autor del libro mencionado antes.

No obstante, ese párrafo también es un gran reproche a la desconfianza con que trato a mis propias ideas.

Dicho lo anterior, volvamos al asunto de pensar, o mejor dicho, el de no pensar por andar entretenidos.

Estar siempre mirando una pantalla nos priva de utilizar los tiempos de quietud para entendernos mejor, para descubrirnos. Estamos siempre escapándonos de nosotros mismos; le damos la espalda a nuestra realidad. De esta manera, nos negamos la oportunidad de reflexionar sobre lo que nos ocurre y así establecer correctivos.

Y en ausencia del necesario espacio de reflexión, terminamos viviendo muy por debajo de nuestras posibilidades y necesidades.

Cuando no sabemos quienes realmente somos, cuales son nuestros intereses y potencialidades, no es posible crear una vida que refleje esa singularidad. Vivimos la vida que viven los demás, no la nuestra.

Y es una pena, que por andar chismeando en otras vidas, se nos pase sin darnos cuenta la nuestra, la que de verdad importa.


El Valor De La Sensibilidad


Puede parecer extraño, pero en cierta forma somos insensibles con nosotros mismos, pues generalmente no advertimos el rumbo que le estamos dando a nuestra vida: pensamos poco en cambiar nuestros hábitos para bien; casi nunca hacemos propósitos de mejora personal o profesional; fácilmente nos dejamos llevar por el ambiente de los amigos o del trabajo sin poner objeción alguna; trabajamos sin orden y desmedidamente; dedicamos mucho tiempo a la diversión personal. Dejarse llevar por lo más fácil y cómodo es la muestra más clara de insensibilidad hacia todo lo que afecta nuestra vida. Actúe con sensibilidad, preocúpese también por usted.

En todas partes se habla de los problemas sociales, corrupción, inseguridad, vicios, etc. y es algo tan cotidiano que ya forma parte de nuestra vida, dejamos que sean otros quienes piensen, tomen decisiones y actúen para solucionarlos. La sensibilidad nos hace ser más previsores y participativos, pues no es correcto contemplar el mal creyendo que somos inmunes. Lo que pasa en cualquier espacio del mundo debe ser objeto de preocupación para cualquiera. Siempre debemos vernos en el espejo de los otros.


La sensibilidad nos hace despertar hacia la realidad, descubriendo todo aquello que afecta en mayor o menor grado al desarrollo personal, familiar y social nuestro y de los demás.

Intuición Y Prejuicio


Existe mucho material para ayudarnos en la planificación a la hora de resolver problemas, pero ¿qué hay de eso que llamamos pálpito? Es algo que trasciende a la razón. Si buscamos en el diccionario de la Real Academia Española por esos términos relacionados con las corazonadas aparece la palabra “presentir”. La definición que lo acompaña nos habla de intuir, adivinar o tener la impresión de que algo va a suceder.

Sí, tenemos capacidad para tomar decisiones en cuestión de segundos y no equivocarnos. Por tanto, parece imposible que un mecanismo que contribuye de un amanera tan importante a nuestra supervivencia esté gobernado por el azar. Sobre todo, si tenemos en cuenta la cantidad de veces que acierta.

Sabemos que no siempre podemos confiar en nuestras primeras impresiones. Todos guardamos en la memoria varias veces en las que nos hemos fiado de ellas y ha fallado. Por otro lado, también sabemos que nuestra intuición trabaja con heurísticos o atajos que por su carácter globalizador y generalista distan mucho de ser precisos.

“Probamos por medio de la lógica, pero descubrimos por medio de la intuición”.
-Henri Poincaré-

Por otro lado, la intuición ha sido un mecanismo más asociado a la mujer (no en vano utilizamos en el lenguaje popular la expresión de “intuición femenina”). Además, siempre se ha pensado que es algo “mágico”: una habilidad o un don. Sin embargo, pese a que parte de la ciencia no ha podido explicar determinadas situaciones, sí sabemos que su funcionamiento tiene una explicación más cercana y comprensible que la magia.

Los mecanismos de asociación que tenemos en nuestro cerebro, muchos de ellos rápidos y veloces, se encuentran en la base de nuestra intuición. Son tan rápidos porque son capaces de trabajar con una gran cantidad de información y porque además pueden hacerlo en un foco alejado de la atención de nuestra consciencia.

La historia de Abbie Conant que nos cuenta Malcom Gladwell en su libro “Inteligencia Intuitiva” no es solo una historia de lucha contra el machismo en la música. También es un reflejo de cómo se puede favorecer a la intuición cuando la razón se interpone. Abbie tocaba el trombón – instrumento históricamente masculino – en Italia en el año 1980. Envió muchas solicitudes para orquestas europeas y solo respondió la Orquesta Filarmónica de Múnich.

La audición se hizo detrás de una cortina porque uno de los aspirantes era hijo de una persona conocida por el jurado. Abbie Conant interpretó el Concertino para trombón de Ferdinand David y falló en una nota. Pese a que salió pesimista de la prueba fue la elegida por el tribunal para formar parte de la orquesta.

“El intelecto confunde la intuición”.
-Piet Mondrian-

Los expertos musicales reconocieron en cuestión de segundos la calidad de una interpretación. Con Conant lo tuvieron claro y después de escuchar la pieza tocada por ella no quisieron escuchar a nadie más.

La sorpresa para ellos fue cuando pidieron que saliera a escena el trombonista elegido y apareció una mujer en el escenario. Una mujer que en sus mentes no podía tener la capacidad para tocar ese instrumento. Pese a que la contrataron, le hicieron pasar un sinfín de pruebas hasta llegar a los tribunales para poder ser reconocida.

Este es el ejemplo de cómo podemos manipular el entorno para dejar que la intuición fluya. La cortina es la clave en esta historia. Al anular la parte de pensamiento únicamente quedó la sensibilidad y lo puro. Sin la cortina el valor de Abbie hubiera quedado enturbiado por otro enemigo de la intuición: el prejuicio.


Pese a lo que hemos dicho, la intuición suele ser fiable cuando tenemos poco tiempo para tomar una decisión. Imagina que te ofrecen cambiar de departamento en la empresa en la que estás y además te dicen que es una decisión que tienes que tomar con urgencia porque necesitan cubrir ese puesto. 

En los casos en los que los que no tenemos tiempo para tomar una decisión fiarnos de la intuición es la opción más adecuada.

Crece Desde El Pie


(Candombe)

Crece desde el pie, musiquita,
crece desde el pie
uno dos y tres, derechita,
crece desde el pie.

Crece la pared por hiladas
crece la pared
crece desde el pie amurallada
crece desde el pie.

Crece desde el pie, musiquita,
crece desde el pie
uno dos y tres, derechita,
crece desde el pie.

Crece la pared por hiladas
crece la pared
crece desde el pie amurallada
crece desde el pie.

Dentro de su lata la mata
crece desde el pie,
crece desde el pie la fogata
crece desde el pie.

Crecen los mejores amores
crecen desde el pie,
para sus colores, las flores
crecen desde el pie.

Crece desde el pueblo el futuro
crece desde el pie,
ánima del rumbo seguro
crece desde el pie.

Cantan para usted los cantores
crecen desde el pie
un poco de fe y los tambores
pueden florecer.

Crece desde el pie la mañana
crece desde el pie
el sonido de la campana
crece desde el pie.

Crece desde el pie la semana
crece desde el pie
no hay revoluciones tempranas
crecen desde el pie.

No olvides que el día y la hora
crecen desde el pie
después de la noche la aurora
crece desde el pie.

Crece la pared por hiladas
crece la pared
crece desde el pie amurallada
crece desde el pie.

No olvides que el día y la hora
crecen desde el pie
después de la noche la aurora
crece desde el pie.

Crece desde el pueblo el futuro
crece desde el pie
ánima del rumbo seguro
crece desde el pie.


(La versificación y la puntuación son de Alfredo Zitarrosa.)

Espejitos De Colores


Esta frase es un recurso explicativo tan frecuente que prácticamente se ha convertido en un proverbio o refrán. “Cambia oro por espejitos” es una metáfora que quiere poner de manifiesto la ingenuidad y, si se quiere, hasta la torpeza de alguien cuando cambia algo muy valioso por algo que carece por completo de ello y es hasta una trivial objeto desdeñable.

Como ya sabemos, la frase proviene del hecho, real o leyenda, de cuando los conquistadores españoles llegaron a América, entre otras cosas en búsqueda del Dorado y se encontraron con los pueblos indígenas a los cuales les ofrecían barata bisutería, simples espejitos, a cambio del “valioso” oro. 

Al hacer referencia a esta aparentemente indigna transacción, se pretende poner de manifiesto el implícito engaño que se realiza entre los avezados y “conocedores” conquistadores por un lado y los ingenuos, “tontos” o candorosos indígenas, que por falta de conocimiento eran tan fáciles de engañar.

¿Pero esto es realmente así? ¿Quién era realmente el engañado? O más bien, ¿existía tal engaño o solo una de las partes creía estar engañando a la otra sin que esto fuera realmente cierto? Para responder estas preguntas debemos tomar conciencia, que esta transacción se realizaba entre dos culturas, es decir entre dos paradigmas referenciales completamente diferentes. Los españoles consideraban muy valioso el oro que para los indígenas solo eran piedras que encontraban con relativa facilidad a orillas de sus majestuosos ríos. Que les ofrecieran unos objetos tan extraños y maravillosos, casi mágicos, como un espejo, a cambio de unos trozos de piedra, les debe haber parecido sumamente extraño y bastante “tonto”. Los nativos de América no tenían acceso a espejos, eran objetos extraños, apetecibles y que tenían el mágico poder, entre muchos otros de reflejar sus rostros. 

Cambiar piedras amarillas de la orilla del río por espejos les debe haber parecido un extraordinario “buen negocio”. Por su parte, la cultura y los paradigmas referenciales de los conquistadores, los llevaban a pensar que dar espejos por oro les generaba una ganancia incalculable.


Cada uno de los actores de esta acción, mítica o real, estaba imbuido dentro de una marco de creencias, pensamientos y sensaciones que les hacían ver la realidad de una manera predeterminada. 

Nosotros, ahora mismo, también estamos inmersos dentro de un paradigma referencial que nos condiciona a percibir e incluso a fabricar una realidad determinada, que nos parece la única y verdadera realidad.

Seguridad Y Confianza


La confianza en uno mismo es una manera sana de comunicarse. Es la capacidad de defenderse de forma honesta y respetuosa. Todos los días, nos enfrentamos a situaciones en las que tener confianza y seguridad en nosotros puede ser de gran ayuda; por ejemplo al invitar a alguien a una cita, al acercarse a una maestra para hacerle una pregunta o presentarse a una entrevista para la universidad o un trabajo.

No todos tienen confianza en sí mismos naturalmente. Algunas personas se comunican de manera demasiado pasiva. Otras personas tienen un estilo demasiado agresivo. Un estilo seguro es el equilibrio ideal entre estos dos extremos.

Ser seguro significa lo siguiente:
Puedes expresar una opinión o decir cómo te sientes.
Puedes pedir lo que deseas o necesitas.
Puedes expresar tu desacuerdo de manera respetuosa.
Puedes hacer sugerencias o dar a conocer tus ideas.
Puedes decir "no" sin sentirte culpable.
Puedes defender a otra persona.

¿Por qué es importante?
Un estilo de comunicación seguro puede ayudarnos a hacer los que deseamos, pero es mucho más que eso. Cuando nos sentimos seguros de nosotros mismos, nos respetamos y respetamos a otros.
Un estilo de comunicación seguro puede ayudarnos a hacer los que deseamos, pero es mucho más que eso. Cuando nos sentimos seguros de nosotros mismos, nos respetamos y respetamos a otros.

Las personas que hablan con seguridad y confianza demuestran que creen en sí mismas. No son demasiado tímidas ni demasiado avasalladoras. Saben que sus ideas y sus sentimientos son importantes. Tienen confianza.

Las personas seguras de sí suelen hacer amigos con más facilidad. Se comunican con respeto hacia las necesidades de las otras personas y a sus propias necesidades. Suelen ser buenas para resolver conflictos y desacuerdos. Las personas que respetan son respetadas.

                                     

El Sentido De La Felicidad


Pocas personas se atreven de buenas a primeras a encontrar ese propósito y menos aún a ser felices.
Es algo que veo constantemente en reuniones con amigos o encuentros con conocidos. Las personas se auto-sabotean una y otra vez, y no se permiten crecer para llegar al punto donde podrían encontrar y vivir ese propósito, y además tampoco se dan permiso para hacerlo desde un estado de felicidad.

Ser feliz es una herramienta que puedes usar para vivir tu vida con sentido.

Ser feliz no es quedarse solo en las emociones positivas, sino aprender a vivir con las emociones que tienes (buenas o malas), aceptarlas e integrarlas dentro de ti.

La felicidad no es una emoción pasajera. Ser feliz no es una meta que hay que alcanzar; ser feliz es una decisión que debes tomar día a día, y desde esa decisión podrás encontrar el propósito de tu vida y darle sentido a todo lo que haces.

¿Por qué no lo hacemos?
La mayoría de las personas se quedan pegadas en la zona de confort que han creado en sus vidas.
Muchas de ellas lo han hecho de forma inconsciente y simplemente siguiendo los pasos de aquello que es supuestamente correcto de hacer.

Muchos incluso se han acercado a ser capaces de entregar su don único al mundo, y lograron sobreponerse a grandes adversidades externas para hacerlo, pero se quedan allí en el muelle inmóviles e incapaces de dar el paso que les permitiría vivir la vida que quieren.

Porque entregar ese don único implica abrirte completamente al mundo y ser capaz de básicamente desnudarte y mostrarte tal cual eres más allá de las creencias que tienes y los que los otros podrían pensar de ti.

El miedo viene usualmente porque nos asusta el entregarnos a dar nuestro don único y lo hacemos temerosos de ser criticados o no aceptados.

Se necesita fuerza para crear conscientemente, se necesita seguridad valentía y por sobre todo el hacerlo desde el estado de felicidad interna que sólo tú puedes alcanzar por ti mismo. Nadie te puede entregar o prestar, debes cada mañana ser tú quien se ponga eso como si fuese una prenda de ropa.
Sin embargo, si en ese proceso puedes sostenerte a ti mismo en un estado de felicidad y sentido, 
entonces será mucho más fácil hacerlo, porque la felicidad real, la felicidad interna, es capaz de disolver la angustia, el miedo y la ansiedad. Emociones que son naturales que sientas justo en el momento en que debes dar el gran paso.

Para conectarte con la felicidad solo tienes que respirar profundo y ver lo maravilloso que es este momento, sin importar lo que está sucediendo. Amar que estás vivo, darte permiso para quererte. Anda y mírate al espejo y decite cuánto te amas.


La felicidad no llenará el vacío, pero te ayudará a tener fuerzas para darle sentido a la vida y estar más en paz.

lunes, 5 de noviembre de 2018

Habilidades Metacognitivas

La importancia que se otorga desde los marcos teóricos del aprendizaje significativo a la metacognición por su incidencia en la capacidad de aprender a aprender es uno de los factores que exige nuevos planteamientos en la evaluación. La metacognición es aquella habilidad de la persona que le permite tomar conciencia de su propio proceso de pensamiento, examinarlo y contrastarlo con el de otros, realizar autoevaluaciones y autorregulaciones. Es un “diálogo interno” que nos induce a reflexionar sobre lo que hacemos, cómo lo hacemos, y por qué lo hacemos.

Desde la evaluación debemos estimular estas habilidades metacognitivas para que el alumno tome conciencia de su propio proceso de aprendizaje, de sus avances, estancamientos, de las acciones que le han hecho progresar y de aquellas que le han inducido a error. La evaluación se convierte así en un instrumento en manos del estudiante para tomar conciencia de lo que ha aprendido, de los procesos que le han permitido adquirir nuevos aprendizajes, así como para regular dichos procesos.

A fin de que esto sea así la evaluación y las estrategias evaluativas que se planteen en el aula deben facilitar el desarrollo de habilidades de autoconocimiento y autorregulación. Por estas causas toda estrategia debe facilitar:

el autoanálisis respecto a sus actitudes y el control del esfuerzo y dedicación que pone a las distintas tareas de aprendizaje.
el control ejecutivo de la evaluación, o sea, la capacidad para planificar las acciones que implique la evaluación, para valorar en qué medida se aparta del plan previsto y para adoptar las medidas oportunas de acuerdo a las posibles desviaciones.
el control de la adquisición de los conocimientos y las habilidades a fin de identificar estados iniciales que le dificultan o facilitan la adquisición de nuevos conocimientos, y tomar conciencia de sus propias estrategias de aprendizaje (identificación de los procedimientos más efectivos para su estilo y ritmo de aprendizaje, fuente de errores, etc.)

Junto a estas estrategias metacognitivas, es necesario que el estudiante conozca los criterios e indicadores de evaluación que se han de tener en cuenta para valorar sus acciones: procedimientos y productos. Es preciso hacer explícito los aspectos que toman en consideración para emitir el juicio valorativo y los indicadores de nivel de logro. Esto no es tarea fácil en muchas ocasiones. En la práctica estos criterios e indicadores son más implícitos que explícitos. Se ha de analizar cómo un docente plantea la evaluación y cuál es el contenido de esta para extraer los criterios y niveles de evaluación que utiliza.

El conocimiento de estos criterios es una información clave para el alumnado. Es más, dentro de un aprendizaje auténtico y significativo, la participación del alumno y de la alumna es fundamental en el momento de establecer los criterios y los niveles de logro. Cuando dispone de este conocimiento puede orientar su aprendizaje, centrándose en los aspectos que son básicos y estableciendo decisiones discriminativas efectivas.

Las estrategias de evaluación de naturaleza metacognitiva tales como los diarios reflexivos, el portafolios, la autorregulación del aprendizaje mediante la elaboración de mapas conceptuales, la auto observación y valoración de las adquisiciones mediante el uso de parrillas de evaluación (Juba y Sanmartí, 1996) son recursos favorecedores de una evaluación centrada en el proceso más que en los resultados.


Desde estas perspectivas, la evaluación se convierte en un instrumento poderoso para que el estudiante aprenda a evaluar y a “entender cuál es su aprendizaje individual” y, de esta manera, desarrollar una de las habilidades clave del “aprender a aprender