viernes, 8 de marzo de 2019

Cuando Mejor Es Ignorar

La ignorancia, el no saber, es la falta de conocimiento de la verdad, y para llegar a la verdad, el mejor camino es siempre la investigación propia y la experiencia.
La verdad absoluta no existe, existirá una única realidad y cada uno a través de su experiencia obtendrá su verdad.
Vamos a poner un ejemplo para que lo entendamos mejor: Si yo he estudiado psicología, y este campo del saber me ha abierto las puertas de un trabajo, y de una forma de enriquecer mi vida y de poder ayudar a la gente, podré decir que la psicología es una bonita profesión, que enriquece y te permite vivir dignamente. Si por el contrario, un compañero mío de estudios, que terminó también psicología, no encontró trabajo como psicólogo, y no le gustaron muchas asignaturas, ni le ha interesado estudiar más sobre estos temas, él dirá que la psicología es una tontería que no te enriquece ni te sirve para encontrar un trabajo. Los dos estamos diciendo la verdad, cada uno desde su propia experiencia y basándonos en la realidad. Es decir, la verdad es subjetiva y la realidad va a depender de cómo la afrontemos y de los recursos que tengamos para disfrutarla o sufrirla.
Démonos cuenta la importancia que tiene nuestra forma de percibir la realidad a través de nuestros sentidos, esa información tenemos que pasarla por el filtro de nuestro conocimiento y esto nos dará nuestra verdad con cada una de nuestras percepciones, si nuestro conocimiento es erróneo o está manipulado, todo lo nuevo que pasemos por ese filtro estará falseado sin que podamos hacer nada para darnos cuentas. Está claro que nuestro principal enemigo es la ignorancia y la manipulación por parte de otros, ya que la mayoría de las verdades no podemos experimentarlas, tan solo buscar información y contrastar datos de personas que lo vivieron o dicen haberlo vivido. En definitiva cuantas más personas nos den la información que no podemos vivir nosotros más probabilidad tendremos de llegar a la verdad, pero sólo probabilidad, nunca podremos defenderlo como verdad nuestra, esto nos ayuda a salir de la ignorancia teniendo ya conocimientos del hecho, poder darnos cuenta que los datos que ingerimos pasan por un filtro cada vez más fino de sabiduría y siempre con el prisma de que no existe la verdad única y que lo que yo no he vivido solo son datos probables de creer.
La búsqueda de la verdad, del conocimiento, es una actitud activa, es algo que debemos hacer para salir de la ignorancia que tenemos de nacimiento, cualidad con la que nacemos sin hacer nada. Debemos eliminarla para poder pensar, sentir y vivir una vida propia sin ser manipulados.
Hace 2500 años, Buda (Siddharta Gautama), se da cuenta de que la ignorancia nos lleva al sufrimiento, y que la verdad nos ayuda a llegar a la iluminación. describe tres tipos de impulsos destructivos que constituyen la causa fundamental de todo sufrimiento: la codicia, el odio y la ignorancia. Estos tres elementos son denominados los “tres venenos”. Los tres venenos son la esencia de todas las ilusiones y causas negativas que impiden la realización de nuestro potencial para lograr una vida feliz y creativa. La visión budista insta a la persona a luchar para salir adelante en la vida y en la sociedad con la luz de la sabiduría.
Según la tesis aristotélica, la teoría de la correspondencia, una creencia, enunciado o proposición es verdadera si existe un hecho que le corresponda. Pero no queda claro en qué tiene que corresponder la proposición con el hecho.
Una alternativa popular a la teoría de la correspondencia es la identificación de verdad y verificabilidad, supone que asumimos adicionalmente que la verificación es holista –es decir, que una creencia se verifica cuando forma parte de un sistema entero de creencias

Quien más se aproxima a la verdad sería el sabio, la persona que posee conocimientos amplios y profundos adquiridos mediante el estudio, mostrando buen juicio, prudencia y madurez en sus actos y decisiones. Ese buen juicio es lo que considero más importante para la vida en general junto con la prudencia, y sólo podemos llegar a tenerlo a través del conocimiento, para poder discernir entre todo lo que esta sociedad nos oferta y nos vende con el fin de que obtengamos lo que creemos querer.
En una sociedad de consumo, lo primero que hacen los vendedores es crearnos la necesidad, es decir, manipularnos para que creamos que nosotros necesitamos su producto y sintamos que lo queremos para mejorar nuestra vida, para ser felices, para gustar más a los demás… Estamos ante el primer momento donde el ignorante se lo cree por no tener filtros suficientemente fuertes para evitar esa “falsa” realidad y la persona que más filtros del saber tiene, podrá ver lo que están realmente intentando venderle y si lo necesita o si es una ilusión que crea el vendedor.
Nos damos cuenta que la manipulación nos llega por todas las direcciones y desde que tenemos uso de razón. A los niños se les hace creer que con las marcas van a ser más aceptados y queridos por los demás hasta el punto que se hace realidad y son las marcas las que se imponen en sus decisiones, a quien se acepta en el grupo y quien te gusta más por llevar su marca. Según vamos creciendo y buscando una identidad, las marcas ya han puesto las diferentes identidades que puedes elegir, es decir, tu no creas nada, solo eres una marioneta que puede elegir entre lo que ya está impuesto. Y vemos a los diferentes grupos o tribus sociales, con todos sus miembros perfectamente vestidos iguales, con los mismos peinados e iguales tendencias musicales defendiendo que esa identidad la han elegido ellos libremente. Que casualidad que ninguno libremente vista de romano o de vikingo y todos ellos vistan como se les vende que tienen que ir y tengan sus tiendas ya establecidas con sus identidades creadas antes que ellos lo eligieran. ¿Alguien duda que los jóvenes de ahora lleven barba, es por casualidad? O nos hemos dado cuenta como en cualquier anuncio o película ya nos dicen las características del joven con barba, un hombre moderno, interesante, que gusta a las mujeres y sabe lo que quiere. Es relativamente fácil crear un estereotipo y venderlo teniendo los medios adecuados.
Podemos pasar a la política donde dejaré que cada uno vea si ha elegido por sabiduría a su partido, tras pasarlo por el filtro del conocimiento, tras lo que hacen y predican, teniendo en cuenta que detrás hay un equipo de asesores de imagen que solo piensan en vendernos lo que ellos quieren en cada momento sin importar la verdad, es decir, tienen a expertos para engañar al pueblo a través de la comunicación, la imagen y los eslóganes que en cada momento interesen al partido.
Pensemos en lo que pensemos, el coche que tenemos, el teléfono, donde vivimos o que comemos, incluso donde vamos, hay expertos en ilusionismo y en dar más valor a sus productos.
Está claro que no podemos aislarnos de este mundo y tampoco creo haya que vivir con miedo y suspicacia, pero si intentar darnos cuenta que nuestra ignorancia es la culpable de lo que me pasa en casi todas las ocasiones y cuanto más sepa, mejores decisiones podré tomar sin influencias falsas. Tomemos medidas para evitar que nos sigan manipulando.
Recordemos las palabras del sabio que decía: Inteligente es quien cree la mitad de lo que escucha, brillante es quien sabe qué mitad creer.

Entre Todos

Si bien esperar que los hijos y los ciudadanos aprendan a valerse por sí mismos es una expectativa no sólo esperada sino válida, es importante recordar que todo eso que uno consigue hacer, siempre es producto de una relación con los otros.

Aquel que exalta sus logros como algo que se debe exclusivamente a sí mismo, no sólo está contándose una gran mentira, sino que está promoviendo el no reconocimiento de los otros, que es un camino que muchas veces conduce a la agresividad.  

Si no puedo reconocer la importancia de los demás en mi vida, si no soy consciente de que mi futuro y mi destino están entrelazados al de los demás, preparo el terreno para sentir, más bien, que los demás son mis rivales, los obstáculos que debo apartar.  

Al desvalorizar o excluir al resto de nuestra historia, estamos negando una parte de lo que somos, y en esa medida, perdemos referentes y lazos sociales que nos completan, que nos dignifican.

Y en este sentido, la tecnología moderna, si bien es un magnífico logro de la humanidad, cuando engendra la sensación de que ya uno puede hacer cualquier cosa sin necesidad de los otros, entonces está constituyendo el camino de la autodestrucción, individual y social.

Es importante recordar que la tecnología siempre es un medio, mas no un fin. Y que lo que nos hace humanos se despliega en la relación con las otras personas.

La Apertura Al Saber



Filosofía

La Apertura Al Saber

Si la Filosofía es Amor a la Sabiduría, en virtud de ese amor, debe provocar el movimiento. El amor no puede quedarse quieto porque busca lo que necesita, lo que ansía.

Lo que está escondido no intenta escapar de la búsqueda sincera del que participa de la naturaleza filosófica. Solamente pide una búsqueda más profunda, dirigida a las causas y no a los efectos evidentes…

La sabiduría no es llenarse la cabeza con ideas que nunca se aplicarán (por miedo, por cobardía, o por comodidad); sabiduría es aprender a vivir, a evolucionar, llegar a sentirse más firmes y seguros.

Es evidente que para llegar a la sabiduría hay que atravesar muchos caminos desconocidos, hay que abrirse paso por la intrincada selva de las experiencias; quedarse atrás por miedo, creer que evitaremos estos encuentros con lo desconocido, es apenas aplazar el sentido inexorable de la vida, y vivir lo que nos queda por delante con la sombra permanente del temor, de lo que se pudo hacer y no se hizo…

La vida es un tesoro de sabiduría cuando se aprende a vencer el miedo en cada paso. Se trata de tu vida, de tus pasos. No tengas miedo.

Huellas O Cicatrices


Hay una diferencia enorme entre dejar huella o dejar cicatrices. Las cicatrices son señales de daño, de dolor, de heridas abiertas, de emociones que necesitamos limpiar y tratar. Las cicatrices son marcas que no elegimos tener y que nos recuerdan un dolor que se podía haber evitado.

Sin embargo, las huellas son marcas imborrables en la piel y en la memoria que nos hacen rememorar momentos de amor, de aprendizaje y de crecimiento.

Por lo tanto, no importa tanto la cantidad como la calidad de la gente que nos rodea. Si alguien nos hiere de manera sistemática, deberíamos plantearnos limpiar nuestro entorno, enfocar mejor y dejar que permanezcan relaciones que resulten en aportes y crecimientos mutuos.

Son personas que te abrazan y reconstruyen tu interior

Los pequeños detalles otorgan significado al sentido de la vida, lo cambian todo, hacen de lo diario lo importante. Así, no se hace tan necesario lo que nos dan como la forma de darlo.

Digamos que, si te abrazan, logran recomponer tus partes rotas, te enseñan a vivir y a revivir tu interior. Las personas especiales no esperan a que las cosas sucedan, hacen lo que desean y persigue lo que quieren hasta que lo consiguen.

“La manera de dar vale más que lo que se da.”
-Pierre Corneille-

Hay personas que dejan una huella imborrable en tu corazón, porque ha habido un tiempo que has seguido un mismo camino con ellos. Y, aunque ya no estén contigo, nunca podrás olvidarlos.

No se esfuerzan por dejar esa marca, sino que aparece sin que te des cuenta. Son esas personas que te ofrecen otra visión de tu mundo, que te ayudan a cuestionarte tu pasado, tu presente y tu futuro.
“Cada persona que pasa por nuestra vida es única.
Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.

Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada
Esta es la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.”
-Jorge Luis Borges-

Por eso, un alma gemela es una especie de salvavidas. Llegan por casualidad, o tal vez de manera intencionada, y te cambian para siempre. Te abren los ojos, te hacen ver lo que duele, lo que puede llegar a doler y lo que tiene un significado maravilloso.

Sin embargo, con ellos al lado, nada duele tanto. Porque las personas que dejan huella no ocasionan daños permanentes, no se dedican a marcarte porque sí. Y, aunque pongan tu vida patas arriba y eso te incomode, si pones en tu diccionario la palabra Suerte, aparecerán ellos.

“La gente cree que un alma gemela es la persona con la que encajas perfectamente, que es lo que quiere todo el mundo. Pero un alma gemela auténtica es un espejo, es la persona que te saca todo lo que tienes reprimido, que te hace volver la mirada hacia dentro para que puedas cambiar tu vida. Una verdadera alma gemela es, seguramente, la persona más importante que vayas a conocer en tu vida, porque te tira abajo todos los muros y te despierta de un portazo. Pero, ¿vivir con un alma gemela para siempre? Ni hablar. Se vive demasiado mal. Un alma gemela llega a tu vida para quitarte un velo de los ojos y se marcha.”

-Elizabeth Gilbert-

Aprender Siempre

Durante toda la vida siempre se aprende algo nuevo. De hecho los expertos en el comportamiento humano, educativo y médico a través de los años mediante sus investigaciones se han preocupado por entender los procesos fisiológicos, psicológicos y sociales que intervienen en el aprendizaje, así como demostrar los beneficios de mantenerse activos en continua preparación.

El que diga que no puede adquirir otros conocimientos o que está muy viejo para ello está equivocado. Todas las personas tienen la oportunidad de aprender a través de todo tipo de experiencias, sea porque han buscado conscientemente hacerlo o porque las circunstancias y oportunidades llegaron a sus vidas fácilmente.

Asimismo, a muchos individuos que no solo se cultivan de los aspectos positivos de la vida, también les ha tocado reconocer que de los errores se logran cambios favorables para el propio ser, e incluso para quienes les rodea.

Las personas que no se actualizan y que consideran que no es necesaria la capacitación están, metafóricamente, muertas”, Verónica Villacís Plúa

Por eso, dice la psicóloga educativa Jenny Alvarado Pozo, el hombre no solo aprende con la experiencia, la lectura o la observación, sino con la práctica. Más aún si tiene una actitud de apertura para adquirir nuevos conocimientos que serán útiles para su vida e interacción, social y laboral.

Para la psicóloga clínica Verónica Villacís Plúa, todas las facetas de la vida son giros y resoluciones que implican modos de aprendizajes. A nivel profesional, sobre todo, es absolutamente indispensable nunca dejar de aprender, por eso hay que cultivarse, capacitarse, actualizarse, pero no solamente en el conocimiento específico de la profesión, sino en relación a otros saberes que le van a permitir a ese profesional tener una perspectiva interdisciplinaria o multidisciplinaria en lo que se ha denominado la sociedad del conocimiento.

Según la psicóloga clínica Mónica Llanos, docente de la universidad Ecotec, es precisamente en este siglo en que se hace énfasis en los estudios formales. “El desarrollo de los países está vinculado estrechamente a los niveles de educación de sus ciudadanos y la educación constituye la puerta de ingreso a los avances científicos, tecnológicos y económicos de los mismos”.

Las naciones de varias regiones, agrega, se han preocupado en los últimos años en alcanzar calidad en los diferentes niveles de educación y en realizar acuerdos que los beneficie a todos. En este marco, agrega, surge el Proyecto Tunning de los países de la Unión Europea y posteriormente de América Latina y el Caribe, cuyo propósito es contribuir a la educación mediante acuerdos que propendan a mejorar la calidad de las titulaciones y de los programas educativos.

Un profesional de cualquier carrera, dice Villacís, es un ciudadano y no está fuera de un contexto social e histórico determinado. “A mi juicio debe aprender a desarrollar lo que Delors en 1996 especificó como los ejes fundamentales de la educación: aprender a hacer, aprender a aprender, aprender a convivir y aprender a ser”.

Precisamente este “aprender a aprender”, dice Llanos, implica que todas las personas independientemente de su edad, condición social, económica o formación académica pueden desarrollar la motivación, constancia y disciplina necesaria para estar en un continuo aprendizaje que les ayude a ser mejores.

Para el psicólogo clínico Octavio Huerta, docente de la Escuela de Psicología de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), una persona nunca debe dejar de aprender porque parte de la superación personal y profesional es la búsqueda de conocimientos que la ayuda a crecer y a adaptarse a nuevas situaciones, a tener una visión de la realidad y un criterio bien formado sobre el acontecer diario.

Los beneficios que se obtienen por una educación continua, agrega, son el mantenerse al día con las nuevas tendencias e innovaciones, así como descubrimientos científicos que van revolucionando a diario el mundo laboral. Además, mantiene al profesional actualizado y en constante exposición con su área de especialidad.

Es una responsabilidad que tienen no solo los médicos, ingenieros, ambientalistas o educadores, sino todos los profesionales que trabajen al servicio de la sociedad.

Incluso, al dejar de aprender, agrega Huerta, corren el riesgo de quedarse atrás con las últimas investigaciones o descubrimientos que se realicen en el área en la que se ejerce. Además, muchos de los conceptos que se aprenden en la universidad cambian o se vuelven obsoletos.

Para Villacís, “las personas que no se actualizan y que consideran que no es necesaria la capacitación están, metafóricamente, muertas”.

El individuo que aprende cada día algo nuevo, dice Huerta, por lo general es muy curioso y no se contenta con los conocimientos que le dan en un tiempo determinado, sino que está constantemente queriendo aprender más y poniéndose al día con los adelantos en la ciencia y la tecnología. Es alguien a quien le apasiona el conocimiento y se siente a gusto en ambientes en los cuales se motiva y se comparten ideas, para construir continuamente el saber.

Según Alvarado, la imagen que transmite a los demás es de alguien inteligente o intelectual. Esto provoca que otras personas lo admiren por sus conocimientos e incluso en muchas oportunidades y dependiendo del liderazgo puede hacer que los demás imiten su ejemplo convirtiéndose en alguien valioso y positivo.

También, dice Huerta, transmite una imagen de profesionalismo e interés en lo que hace. Es decir, alguien preocupado por el desarrollo y mejoramiento de su profesión y de su práctica. “Es un sujeto que está constantemente retándose a ser mejor y aprender algo nuevo cada día. Por eso suele ser percibido como un profesional preparado y capaz de desenvolverse en su área con excelencia”, asegura.


Por último, dice Villacís, está demostrado que aprender es vivir, que es tener la posibilidad de variar, cambiar, transformar, gestionar o resolver. Y que la vida personal y profesional exige como condición cruzar las sombras de la ignorancia.

jueves, 7 de marzo de 2019

Concepto De Rispidez

Rispidez es aquello que tiene la cualidad de ríspido, del latín rhispidum” “re” que indica una reiteración o abundancia más “hispidum” que indica pelo duro y punzante.

La rispidez, en sentido amplio, se aplica a todo aquello que es contrario a lo suave, resultando áspero, molesto, tenso e hiriente, pudiendo aplicarse a las cosas, a los hechos, a las ideas, al carácter, a las palabras, a las relaciones entre individuos o a los sentimientos.

Ejemplos: “Estas sábanas son muy ríspidas, prueba agregarles suavizante en el enjuague”, “Las montañas ríspidas hacían el camino intransitable”, “La rispidez del camino rompía los neumáticos”, “Se vivió un momento ríspido cuando la mujer golpeó a su novio delante de todos”, “Sus ideas son tan ríspidas que resulta ofensivo”, “Su carácter ríspido lo vuelve solitario”, “Sus palabras ríspidas la hicieron llorar” o “Sus ríspidos sentimientos lo han llenado de odio”.

Es bastante frecuente que la rispidez acompañe cualquier tipo de debates, donde se enfrentan diferentes posiciones, y no se logra un diálogo constructivo, sino que cada uno intenta hacer prevalecer su opinión, por ejemplo: “Los diferentes candidatos políticos se enfrentaron en una ríspida discusión sobre los mejores modos de mejorar la economía del país” o “Fue muy ríspido el enfrentamiento entre los partidarios de legalizar el consumo de drogas y los que se oponen a ello”.


En materia de relaciones entre países, la rispidez suele surgir cuando existen conflictos de intereses, ya sea por soberanía, territorios, manejos económicos, etcétera: “En la Guerra Fría ambos bloques, capitalista y comunista, mantenían una ríspida relación” o “Al no permitir la importación de productos, el Estado generó rispidez con los países que le vendían los productos hasta entonces”

Cuando La Vida Nos Duele


Pocas experiencias humanas alcanzan tal grado de universalidad como el dolor. Su registro es tan común como inevitable. De una u otra forma, todos somos personas dolientes, desde el primer sollozo, desde esa primera bocanada de aire que nos entrega a la vida, a pesar de que el ser humano no nace configurado para herir ni para que le hieran. 

Pero antes de seguir, distinga primero el lector entre dolor y sufrimiento, pues ambas experiencias no son similares. No puede haber más alegría en una madre que pare a su hijo en medio de dolores de parto y no puede caber más sufrimiento en aquel o aquella que pierde a un ser querido, o recibe una ofensa, o ve sufrir a un inocente, o se sabe solo, o rechazado, o sin recursos... aunque en realidad, por todo ello, no le duela más que el alma.

El dolor es parte de nuestra vida cotidiana y tiene el poder de contribuir a hacernos caminar hacia la madurez o de derribarnos hundiendo nuestra existencia en la amargura. Nos duele nuestro dolor y nos duele el de los otros... El mundo está lleno de crucificados, está lleno de personas que sufren, crucificadas por la desgracia, la injusticia, el olvido: enfermos solos y sin cuidados, mujeres maltratadas, ancianos ignorados, niños y niñas violados, emigrantes sin futuro y mucha, mucha gente hundida en el hambre, la miseria o la guerra. Vivimos tiempos dolorosos configurados por la angustia, la incertidumbre, la precariedad económica, la violencia, la crisis de valores sociales, familiares, éticos y morales, el miedo, la indignación y la desconfianza.

Al ser humano le duele la vida y ese dolor desafía nuestro sentido de búsqueda de paz y de alegría. El filósofo alemán Robert Spaemann plantea esto mismo diciendo que Allí donde no se acierta a integrar una determinada situación dentro de un contexto de sentido, allí comienza el sufrimiento. 

El verdadero sufrimiento no es otra cosa que no saber darle sentido al dolor humano: ¿por qué sufrimos? Y, sobre todo, ¿para qué? Para muchos, las experiencias de aflicción son señales indicadoras de las que se vale la vida para irnos conduciendo hacia el sosiego, el abandono, la falta de codicia, de ansiedad, de egolatrías, de temor... y entienden que el dolor es el colirio que ayuda a ver aún mucho más lejos. 

Pero para muchos otros, el dolor humano es inadmisible. Estamos en una cultura para la cual el dolor es un contravalor. No tenemos motivos para soportarlo, no tiene sentido. Hemos caído en la trampa de pensar que somos capaces de combatirlo, ignorándolo, trivializándolo, volviéndole la espalda..., lo que nos empequeñece e infantiliza. Según Viktor Frankl no fueron los más fuertes quienes superaron la experiencia de Auschwitz, sino los que tenían un motivo para la esperanza: mujer, hijos, una tarea, ideales, Dios, etc., en una palabra, aquellos que no podían defraudar abandonándose a una muerte indigna y miserable. Los que sobrevivieron sabían que aquello no les aniquilaba, les fortalecía; que si no podían esperar nada de la vida, era cuestión de preguntarse por lo que la vida esperaba de ellos.

Tendemos siempre a erradicar a manotazos el propio sufrimiento. 

Es lógico porque de ninguna manera hemos de buscarlo. Pero llega una y otra vez. Y nos reconstruye o nos destruye. Nos obliga a mirarnos para sentir que somos vulnerables y, sobre todo, exactamente iguales a los otros. Hay que dejar que nos habite. No hay otro modo de conocer y conocernos, de que se ensanche lo que somos y de que, cuando venga la alegría, tenga más sitio donde enseñorearse.

Empatía

La empatía nos ayuda a reconocer las emociones que puede sentir la otra persona, así como nos permite ponernos en su lugar para saber qué está pensando.

Últimamente escuchamos hablar sobre la importancia de que las personas tengamos empatía, de educar a los niños para que sean empáticos e incluso, se habla de que las marcas también deben tener empatía, pero ¿sabemos realmente lo que es?

La empatía es un sentimiento que nos permite percibir y comprender lo que otras personas pueden estar sintiendo y por lo tanto, una cualidad esencial para ver el mundo con más amor y compasión.
Partamos de la definición más sencilla de qué es empatía, que es la que nos da la RAE: ‘sentimiento de identificación con algo o alguien’, ‘capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos’.

Cuando hablamos de empatía, nos referimos justamente a la capacidad de una persona para percibir y entender lo que otra persona está sintiendo en un momento determinado, o como diríamos coloquialmente, la capacidad que tenemos de ponernos en los zapatos del otro.

Esto no quiere decir que tengamos las mismas opiniones, que estemos de acuerdo con sus emociones o que sintamos lo mismo y por eso lo comprendamos. En realidad, la empatía tiene que ver con la capacidad de ponernos en la piel de la otra persona y entender aquello que siente y que pasa por su mente, desde su perspectiva y no desde la nuestra.

Es por esto que para poder sentir empatía partimos de la validación de los sentimientos y motivaciones que tiene la otra persona, sin tener en cuenta si estos tienen la misma importancia si lo viéramos desde nuestra propia escala de valores.

Absolutamente todas las personas venimos al mundo con los componentes neurológicos apropiados para sentir empatía. Si lo piensas con detenimiento, la empatía es también un mecanismo de supervivencia que se activa para comprender mejor nuestro entorno, a la persona que tenemos frente a nosotros y ser capaces de generar vínculos y relaciones más profundas con ella.

Así como tenemos personas a nuestro alrededor que son capaces de comprenderlo todo, también hay personas que consideramos cero empáticas, egoístas y que no son capaces de ver más allá las situaciones de los demás; estas son personas que no han desarrollado empatía.

Pero lo cierto es que nuestro cerebro tiene unas neuronas encargadas de permitirnos establecer esta conexión con otras personas, poner a un lado nuestro mundo emocional para que seamos más receptivas hacia las personas o circunstancias en un momento dado.

Entonces, si todas las personas podemos sentir empatía, ¿por qué hay personas que muestran una ausencia total de esta? La realidad es que todas nuestras emociones y sentimientos se van moldeando según las experiencias que tengamos en nuestra infancia, por lo que el contexto social en el que crezcamos, nuestra familia, la educación y los estímulos que recibimos, son responsables de que seamos personas con una empatía desarrollada o no.

Afortunadamente la empatía es un sentimiento que podemos cultivar y ejercitar día a día, siendo más conscientes de ciertos aspectos para mejorar y activando los tres factores esenciales que definen lo que es empatía: la escucha activa, la comprensión y la ayuda emocional, empezando por interesarte un poco más por las personas que te rodean e involucrarte con ellas y con las situaciones.


Lo cierto es que la empatía mejora significativamente tus vínculos emocionales con otras personas, cambia tu perspectiva y tu visión de las cosas, te ayuda a resolver mejor los conflictos, te convierte en una persona más respetuosa, mejora tu inteligencia emocional y te ayuda a desarrollar capacidades de liderazgo, colaboración y negociación. 

Pero lo mejor de todo, es que te hace sentir mejor contigo mismo.

Añoranza

Recordar no es malo. Las personas estamos hechas de recuerdos, de experiencias y vivencias que edifican lo que somos en la actualidad. Dejar que la nostalgia nos acaricie de vez en cuando con su aire tibio y evocador no tiene por qué ser algo negativo. Según nos dicen los especialistas, el ser humano pasa gran parte del día “recordando cosas”, pero ahora bien, no debemos anclarnos a esos recuerdos de una forma obsesiva.

En ocasiones, dejamos de lado el momento presente para experimentar un pasado que parece que nunca se va. Nos da miedo soltar los recuerdos que una vez fueron tan importantes para nosotros. Esto puede hacernos mucho daño y evita que podamos disfrutar del ahora y seguir hacia delante.

“El crepúsculo de la desaparición lo baña todo con la magia de la nostalgia”
-Milan Kundera-

La nostalgia: la ventana del mundo emocional
Una de las facultades que nos propicia el mundo emocional es sin duda la sensación de nostalgia. Se trata de evocar un recuerdo, pero no un recuerdo cualquiera, sino uno querido, uno añorado de ese nuestro álbum particular del pasado.

Sin saber cómo, nos vemos de pronto arropados por multitud de imágenes, sensaciones, palabras y sonidos de ese ayer que nuestra memoria ha guardado con sigilo y ternura en una parte especial del arcón de nuestra memoria. Los recuerdos tejen lo que somos. Y la mayoría del tiempo, las personas somos nostalgia. Somos recuerdos.

Evocar situaciones, emociones, acontecimientos y personas se convierte en un acto que son sumerge en un estado de alegría y reflexión al mismo tiempo. Cuando la nostalgia hace acto de presencia corremos el riesgo de aferrarnos a ella y dejar de prestar atención a nuestro presente. Sin embargo, tenemos cada día la oportunidad de crear nuevos y preciosos momentos.

Como afirma Ignacio Quepons (2013), de la Universidad Nacional Autónoma de México, “la nostalgia no sólo advierte indirectamente el valor por un evento pasado sino que despierta un anhelo por volver a vivirlo tal y como se vivió entonces”. Si conseguimos vivir con plenitud, podremos sentir nostalgia de ciertos momentos, pero evitaremos sentirnos encallados en el pasado.

Cuando la nostalgia nos llena de tristeza
Pero a veces la nostalgia trae consigo un perfume triste. Trazos de una vida vivida que nos deja cierta sensación de añoranza y dolor en vista de un ayer que tal vez, concentró mucha felicidad, un bienestar del que carecemos en el presente. Es entonces cuando algunas personas pueden caer en el abismo de ese laberinto, obsesionándose en la nostalgia de recordar el ayer porque su vida, tal vez, solo encuentra sentido en esos momentos.

Un refugio adictivo al que vuelven repetidamente a través de fotografías, cartas, objetos… un exilio personal que les hace perderse el presente para llenar los vacíos actuales de su vida. Por la cabeza no se pasa en ningún momento la posibilidad de deshacerse de todo eso que, en realidad, es inservible e incluso hace daño. Eso, no es bueno.

El pasado nos debe servir como trampolín para nuestra realidad y no como una ventana donde quedarnos asomados diariamente, ahí donde perdernos a nosotros mismos y con riesgo de caer finalmente en una depresión.

La nostalgia debe servirnos para recordar lo que fuimos, lo que tuvimos y lo que vivimos para después sacar una valoración, un aprendizaje de la misma. Toda experiencia es un conocimiento para avanzar, no para quedar estancados.

La nostalgia debe ser algo que forme parte de nuestro archivo personal, ahí donde poder volver de vez en cuando. Pero nunca debemos convertirla en esa puerta que siempre dejemos abierta y cuya brisa, cuyo perfume, se entrometa continuamente en nuestro “ahora”.

Recordar pero no regresar
La palabra nostalgia tiene un interesante significado que ilustra toda su realidad: su raíz griega, de nostos, viene denesthai (regreso, volver a casa), y de algos (sufrimiento). Se explicaría pues como ese padecimiento por el deseo de regresar, de volver a un lugar determinado.

Debemos pensar en el pasado mediante una perspectiva de gratitud y agradecimiento por haber vivido dichas experiencias, verlas con tranquilidad. Con la satisfacción de haber tenido momentos realmente plenos. Pero no hay que caer en el error de valorar que todo era mejor antes, de dejar perder esa armonía entre lo vivido y el presente. Nuestra vida es un continuo donde fijar nuestras perspectivas en el futuro.

“No hace falta renunciar al pasado al entrar en el porvenir. Al cambiar las cosas no es necesario perderlas”
-John Cage-


El pasado nos sirve para aprender. Es una experiencia que nos dota de madurez y nos permite crecer. Pero la felicidad se busca cada día en el presente, en las pequeñas cosas, en los pequeños detalles, sin olvidar nunca una cosa que “no hay peor nostalgia que añorar lo que nunca existió”. 

Si Percibes Tu Cambio


Si te sientes inquieto. Si sientes que tu vida ya no te llena. Si percibes que te falta algo. Si ya no te sientes identificado con tus relaciones. Si te sientes desconectado de tu trabajo. Si sientes que quieres otra cosa pero no sabes el qué. Si no te sientes a gusto con tus actuales identidades. Si deseas salir de tu zona de comodidad. Si quizás no duermes bien. E incluso tienes ganas de llorar. No te estás volviendo loco, es que estás mudando la piel. La piel interior de tu propio ser.

Pero aún te diré más. Si te encuentras perdido, pero no puedes volverte hacia atrás, y al mirar hacia los lados y hacia delante sientes vértigo, no estás enfermo, es que te encuentras en medio del puente colgante de la transición de todo cambio. Detrás de ti dejaste la naturaleza que ya no eres, y frente a ti, una vez que atravieses el puente, se encuentra tu nueva naturaleza en la que te estás transformando. Por eso te sientes perdido, porque aún estás en un punto indefinido del puente. Y por eso te sientes inquieto y con ciertos temores, porque ese puente es colgante.

El puente colgante de la transformación es un trayecto interno, construido por un entramado de peldaños emocionales por los que debes pasar para poder atravesarlo. O, ¿a caso te imaginabas que se puede transformar la energía de cada una de las células de tu ser sin sentir nada? La buena noticia es que, al igual que el proceso de la crisálida por el que pasa una oruga para transformarse en mariposa, tienes todo el potencial para convertirte en un ser con alas.

Ese entramado de peldaños emocionales del que está construido tu puente colgante es lo que posibilita el proceso del aprendizaje personal, único e intransferible, que te otorgará durante el camino un nuevo conocimiento y te permitirá durante el trayecto crecer como Ser Alado. Así que sé valiente y con la conciencia abierta camina hacia delante, hasta alcanzar la plena transformación de tu nueva naturaleza. Por el contrario, cabe la posibilidad que decidas congelarte en tu proceso natural y te quedes perdido durante mucho tiempo en medio del puente colgante, viviendo tu vida anterior sin ser ya el/la de antes, ni permitiéndote vivir en una nueva vida como un nuevo ser en el que debes renacer. Tuya es la decisión, y elijas lo que elijas estará bien.

Pero déjame decirte que por evolución natural entraste en el puente como un ser sin alas, y puedes salir de él habiéndote convertido en un Ser Alado. Y en el proceso transformador aprenderás que todo cambia en un eterno fluir, porque la impermanencia es ley de vida. Y que cuando sientes miedo no eres tú, sino los demás en ti, ya que los miedos no son más que sombras irreales proyectadas sobre las paredes de tu mente que solo quieren impedirte que despliegues las alas y vueles. Y aprenderás que Tú sí que puedes, sí que vales y sí que te lo mereces, todo aquello con lo que sueñes. Y descubrirás que el mundo no tiene horizontes. Y gozarás volando sobre mil paisajes. Y sabrás amar sin apegos, porque el amor encadenado es todo menos amor. Y disfrutarás al dejarte fluir intensamente por los instantes del continuo presente, que es la verdadera vida. Y serás feliz compartiendo momentos llenos de luz con otros Seres Alados. Y reconocerás la magia sanadora de un abrazo, una caricia, un beso y una sonrisa. Y te reconocerás dueño de tu propia existencia. Y con las alas bien extendidas bajo un día de radiante sol o de refrescante lluvia, te sentirás vivo, te sentirás originalmente Tú. Y en ese descubrirte reconocerás tus habilidades y dones naturales, y hallarás tu medio natural donde los desplegarás con gracia y sin esfuerzo, porque ya eres Tú mostrándote al mundo con plena ingenuidad.

Así que ya sabes. Si te sientes perdido, es que estás cambiando para convertirte en una versión mejorada de tu propia actual naturaleza. La transformación comenzó, y no tiene vuelta atrás. El paso por el puente colgante es un proceso de aprendizaje que te conduce al reencuentro con tu sabiduría interior, contigo mismo, donde llegarás a reconocerte y aceptarte tal y como eres, sin etiquetas con colorantes ni roles postizos edulcorantes impuestos por los demás. Y la mejor noticia de todas es que, si aún no te has dado cuenta, mírate en un espejo la espalda y verás cómo te están creciendo ya unas preciosas alas que en un día muy próximo te permitirán volar.

El Tiempo Que Importa


Me pregunto si cada día de tu vida le dedicas al menos 5 a 10 minutos a actividades que contribuyan con tus sueños.

Si eres una persona promedio, lo más probable es que me respondas que NO.

Y si este es el caso, no te preocupes, siempre estás a tiempo de cambiar y de mejorar estos aspectos de tu vida, ten en cuenta claro, que mientras más tiempo dejes pasar, más oportunidades se irán de tus manos, y menos beneficios podrás obtener en el corto y largo plazo.

Deberías tener una lista con todos tus propósitos allí plasmados y cada día de tu vida, dedicarle parte de tu tiempo a hacer algo al respecto.

Esta es quizás una de esas actividades que podrías reemplazar, dejando de lado las actividades por defecto (o de relleno).

Lo Más Importante Primero
Sin importar a la hora que te levantes día a día, deberías dejar las actividades con mayor orden de prioridad para ser realizadas antes que todas las demás.
Con esto, quiero indicarte que las primeras horas de tu día, son quizás las más productivas en el sentido en que tienes la mente libre de muchos pensamientos e ideas que podrías recolectar a lo largo del día.
Dedícale la parte inicial de tu día a las cosas que verdaderamente importan y que contribuyen con tu misión de vida.



No Dejar Para Después

En muchas ocasiones de nuestra vida dejamos aquello que tenemos pendiente para más adelante. Puede ser una pequeña tarea, pequeños pasos hacia un objetivo o nuestra toma de decisiones. Podemos estar viviendo acumulando tareas, obligaciones o deseos.

Así, pasa el tiempo, y lo que un día dijimos que haríamos queda pendiente y sin fecha por determinar, convirtiéndose en un “tengo que…” sin fin. En ocasiones puede que no genere demasiadas dificultades, sin embargo en otras puede que más tarde sea demasiado tarde.

Lo haré más tarde
Cierto es que nuestro día a día puede estar cargado de cosas que hacer, que nos impiden llevar todo hacia adelante, no somos ningún superhéroe ni super heroína.  Es normal que a veces no podemos con todo, por lo que es mejor hacer menos cosas y bien, que muchas y mal.

Pero cuando dejamos muchas cosas para más tarde y se nos acumulan, podemos experimentar altos niveles de ansiedad y de malestar con respecto al concepto que tenemos sobre nosotros mismos. Tenemos ansiedad cuando dejamos muchas puertas sin cerrar y cabos sin atar.

También podemos estar cayendo en el error de sobre estimar el tiempo y esfuerzo que pensamos que nos llevará hacer algo. Podemos pensar que tardaremos más tiempo del que realmente invertiríamos. A veces tardamos más en pensarlo que en hacerlo, tenlo en cuenta.

Demasiado tarde es un concepto que sólo se aplica a las cosas que ya son definitivas
Casi nunca es tarde, pero no lo dejes para más tarde.

Todas, o casi todas las decisiones pasan por un proceso lógico de toma de decisiones. Con la influencia de nuestras emociones, claro está. Lo cierto es que a veces, pensarlo demasiado significa imaginarnos los posibles finales y, casi siempre, todos malos.

Y así dejamos pasar los días. Pensando y pensando que llegará el día en que algo cambiará sin movernos del sofá. Y claro, ese día nunca llega. Sabiendo que todo lo que está en nuestra mano es posible cambiarlo si somos nosotros mismos los que empezamos.

Tampoco el tiempo es un valor importante. Es cierto que hay cosas irrecuperables y que ya pasaron, de eso tan sólo nos queda aprender con la convicción de que todos cometemos errores. Pero nunca es tarde para cambiar cosas que aún podemos solucionar, tan solo hay que intentarlo.

Hablar con alguien con el que llevamos mucho tiempo sin hablar, solucionar conflictos del pasado, retomar esa pasión que nos hacía felices o cumplir los sueños realizables que tenemos apuntados tan sólo son posibles si nos ponemos en movimiento. Vamos, adelante.


miércoles, 6 de marzo de 2019

Crónicas Del Horror

Dentro de veinte años no quedará ningún superviviente del Holocausto. Por eso algunos supervivientes de aquel horror se apresuran a dejar por escrito su testimonio. Es el caso de Eva Schloss quien fue la hermanastra de Ana Frank, la mítica niña que nos dejó su diario para no olvidar errores catastróficos de la historia. Después de Auschwitz (Planeta) ilustra a quienes se preguntan cómo se logra sobrevivir a tamaña crueldad. Eva responde a La Vanguardia desde su casa londinense.

Ella también fue víctima de la persecución nazi y destinada a un campo de concentración, pero a diferencia de Ana, su hermanastra, sobrevivió. Hoy, a sus 86 años, lleva una vida tranquila en Londres. La publicación de su libro le ha reportado una popularidad que intenta dosificar. "Sabemos que tenemos una sola vida aquí en la tierra, con sus altibajos. Tienes que valorar los buenos tiempos -en el mundo hay belleza, personas maravillosas y momentos inspiradores- para encontrar las fuerzas que te permitan superar cosas difíciles".

Eva Schloss Geiringer, al igual que centenares de miles de judíos, tuvo que abandonar su ciudad natal -nació en Viena, 1929- para iniciar un viaje itinerante por varios países de Europa. Primero Bruselas, después Amsterdam. Cuando los alemanes invaden Holanda a su familia -como a todas las judías- se le despoja de sus derechos y son obligados a llevar la estrella amarilla identificativa. Les separan: Eva y su madre por un lado, su hermano Heinz y el padre por otro.

Conoció o a Ana Frank de niña, antes de ser su hermanastra era una de sus amigas en Amsterdam. La recuerda como una criatura sonriente, soñadora, preocupada por sus vestidos y absolutamente confiada en que un futuro mejor estaba por llegar. Todo lo contrario de Eva. Y a pesar de eso sus destinos se unirían. "Era mi contrario, algo espectacular. Yo era un potro de pelo rubio, curtida por el sol, ropa desaliñada de montar en bici. Ana se peinaba primorosamente, vestía blusas y faldas inmaculadas, calcetines blancos y zapatos de charol. Vivíamos frente a frente, a cada lado de la plaza".

Cuando la madre de Eva, Mutti, ya viuda, se reencontró con el padre de Ana, Otto Frank, también viudo, le pareció "un hombre amable, un caballero, a pesar de estar atormentado por la muerte de sus hijas, una de ellas Ana Frank". Ambos habían pasado por situaciones similares y ese conocimiento y el dolor compartido les unió.

Fue de esa manera que Eva Schloss se convirtió en hermanastra de Ana Frank.

Eva Schloss pasó décadas sin querer recordar su pasado, no hablaba de él ni siquiera con sus hijas. "Durante mucho tiempo, interiormente, quise hablar a la gente de ese sufrimiento atroz que padecimos. pero después de la guerra en Holanda y más tarde en Inglaterra, la gente no quería oír hablar de adversidades -lamenta Eva- la gente quería seguir adelante y tratar de olvidar"

Pero un día, ya mayor, lo hizo. De golpe. Era 1986 y había sido requerida para pronunciar unas palabras sobre su hermanastra Ana Frank en una exposición sobre ella, en Londres. Todavía hoy no se explica lo que le ocurrió pero, de repente, sus palabras estallaron y soltó todo lo que había callado en 60 años y "todo el dolor acumulado se rebajó".

Desde entonces le han ocurrido buenas cosas: conferencias por todo el mundo, la publicación de este libro, incluso el príncipe Carlos la nombró -hace tres años- miembro de la orden del imperio británico por su labor en la Fundación Ana Frank.

Volvamos al pasado. Eva llama cariñosamente a sus padres Pappy y Mutti y a su hermano mayor, Heinz. El libro detalla cada nuevo temor: los cambios de domicilio, registros, la escucha clandestina de la BBC... Sorteando riesgos durante dos años.

"Fui capturada por los nazis el día en que cumplí 15 años", recuerda perfectamente Eva. Era el 11 de mayo de 1944. Siete días después de pasar por el despacho de la Gestapo la familia es incluida en la lista de transportados con destino a Auschwitz. 

Eva es la más pequeña de la fila pero su madre la ha vestido pare que parezca mayor. Eso le salva la vida porque todos los menores de 15 años son separados a la derecha, "la cola que iba directamente a la cámara de gas. Así que fui una de los siete únicos niños que sobrevivieron de los 68 que viajaban en nuestro transporte". Madre e hija pierden el rastro de padre e hijo ("Dios te protegerá, Evertje, se despidió Pappy abrazándome con fuerza").

El peor momento, sin duda, llegó cuando llevaba unos cuatro meses en Auschwitz. "El Doctor Mengele eligió a mi madre para ser gaseada. Fue el shock más horrible. Caí en una depresión y estuve a punto de tirar la toalla, perdí las ganas de seguir viva", explica Schloss, que reconoce que el segundo momento más terrible fue regresar a Amsterdam y saber "que mi padre y mi querido hermano habían muerto. Nunca he conseguido superar esas pérdidas aunque... la vida sigue y consigues coexistir con ese dolor".

Las escenas de la vida en los barracones que describe Eva son espeluznantes. Las condiciones infrahumanas, los abusos, los rapados ("mi madre le suplicó que me dejar algo de pelo, que era sólo una niña"), el número tatuado en el brazo con aguja y tinta, el tifus -del que se salvaron ella y su madre gracias a la intervención de la prima Minni- las noches ("dormíamos apretadas literalmente, ocho mujeres. Cuando una se daba la vuelta, todas nos girábamos. Las chinches caían de los camastros") y el tormento que le adjudicaron por ser la más joven: ser la última en utilizar el cubo de orines y transportarlo veinte barracones más allá para vaciarlo.

Y algo todavía más perverso. Tienen la "suerte" de ser trasladadas para trabajar en "Canadá". Esa suerte de almacén donde se acumulaban las pertenencias de los judíos en montañas gigantes: gafas, ropas, zapatos... "Los alemanes aprovechaban incluso el pelo que cortaban a los prisioneros para construir alfombras".

Lo macabro del hecho es que muchas de esas posesiones judías se enviaron de vuelta a Alemania, donde se repartieron entre familias de soldados. "Los hombres alemanes -incluso sin saberlo- se afeitaban con cuchillas judías, mientras que las buenas madres alemanas empujaban carritos de bebés judíos y los abuelos usaban gafas de judíos para leer noticias del periódico sobre el devenir de la guerra". Se enviaron 2.500 relojes de pulsera de judíos a residentes de Berlín.

En invierno de 1944 desmantelaron el campo. No es fácil sobrevivir en un lugar abandonado sin comida, sin agua, sin luz, sin otra compañía que los cuerpos inertes de compañeros que tienen que sacar al exterior. "Arrastrarlos muertos es lo peor que he tenido que hacer en mi vida. Aquellos ojos abiertos con la mirada extraviada, esas grandes bocas me decían que habían resistido mucho para llegar casi al final".

Es a la vuelta de esa sinrazón cuando se reencuentran con Otto, el padre de Ana Frank. Un día Otto llega con un pequeño paquete en las manos, envuelto en papel marrón y atado con un cordel. Es el diario de su hija Ana, que encontró Miep Gies, una de las personas que les escondió. Ana Frank murió de fiebre tifoidea -como su hermana Margot- en marzo de 1945 en el campo de concentración. 

Desde entonces, la vida de Eva Schloss ha dado muchas vueltas, incluso podría decirse que le ha permitido estadios de felicidad. Se casó con Zvi Schloss, tuvo tres hijas y viarios nietos. "Ahora tengo una familia adorable. Uno termina aceptando que la vida tiene momentos buenos y malos. Tienes que construirte tu fortaleza".

Estar En Paz Consigo

Nada nos proporciona más confort espiritual que estar en paz con nosotros mismos. Eso solo se logra cuando tenemos la convicción de que hemos actuado de la manera y en el momento correctos, guiados por decisiones personales y conscientes de que la solución a los problemas propios depende de nosotros mismos, de nadie más.

La paz interior es un privilegio sublime y tonificante que repleta de gozo el alma, es patrimonio de los que luchan por sus objetivos en la vida, de los seres exitosos. Es, me atrevo a asegurar, un reconocimiento divino. Logramos ese sosiego espiritual cuando enfrentamos la vida llenos de autoconfianza y optimismo, y estamos dispuestos a luchar por la conquista de los sueños sin esperar por soluciones ajenas y, mucho menos, por la llamada buena suerte.
Me viene a la mente el líder independentista indio Mahatma Gandhi, quien se caracterizo no solo por ser un gran luchador por la libertad de su pueblo, si no también por su profunda espiritualidad, por su vocación humanista y por una proyección de paz pocas veces igualada en la historia de la humanidad.
Gandhi vivía convencido de que si no alcanzamos la paz dentro de nosotros mismos, siempre estaremos en guerra con los demás. ¡Nada más acertado! La armonía interior es la que nos permite interactuar en conformidad con nuestros semejantes y aceptar aquellas cosas que no podemos cambiar en ellos.
Quien no encuentra armonía en sí mismo, vive con la costumbre de quejarse constantemente, asume siempre el papel de víctima, achaca a los demás sus descalabros y culpa de su infelicidad a quienes lo rodean. ¡Eso es estar en guerra con los demás!
Un ser humano inconforme consigo mismo no se acepta como es y lo peor, y más contradictorio, es que se hace inmune a los cambios, porque desconoce que el cambio real debe producirse dentro de sí mismo, que no viene del exterior. Espera a que otros cambien por él. Llegado el momento, la autoconfianza lo abandona por completo, entonces, el síndrome del fracaso y el desasosiego se apodera de su alma.
Por el contrario, la paz interior es consecuencia de la autosatisfacción que se siente cuando hacemos lo correcto, cuando perseveramos y estamos seguros hacia donde nos dirigimos, cuando vivimos y aprovechamos el presente porque somos realistas y positivos, y somos capaces de convivir en armonía con los demás. La paz con nuestros semejantes depende de nuestra propia paz.
Vivir en armonía con uno mismo significa no dejarse arrastrar por falsos temores, pensar y actuar movidos por intereses propios, dejar de juzgar a los otros, ser agradecidos y no preocuparse sin razón. Este regocijo del alma le da alas al amor tanto por nosotros mismos como al amor hacia los demás.
También es cierto que estas las personas son propensas a reír. ¡Es lógico que así sea! La paz interior es sinónimo de felicidad y, según la madre Teresa de Calcuta, el primer gran síntoma de la felicidad es una sonrisa. Riamos, demostrémosle a Dios y a nuestros semejantes que somos seres terrenales felices y dispuestos a entregar amor.

El éxito y la paz interior vienen de la mano, uno depende del otro. ¿Cuál llega primero? Eso no importa… ¡el primero que lo haga, bienvenido sea!

Hacer Más De Lo Que Esperan De ti

En un mundo donde se te da lo que corresponde por hacer lo que debes hacer no es sorprendente ver lo que pasa cuando haces más de lo que se espera que hagas.

Son pocas las personas que hacen más de lo que deben hacer, de eso que establece su cargo, la gran mayoría se limita a hacer lo básico, lo normal, lo suficiente para quedar bien, para recibir ese pago tan anhelado.

Pero hay otro grupo que siempre da más, hace más y contribuye más. Lo tiene como un hábito, como parte de su día a día, como algo de su naturaleza. No se concibe haciendo sólo lo que le piden.

Por tanto, siempre están recibiendo más de diferentes formas, algunas veces puede ser en forma de dinero, otras veces les llega en forma de bendiciones diversas, asensos inesperados, reconocimientos de personas que no sabían que los estaban observando, entre otros.

No es común, y es por eso que esas personas resaltan del resto. Lo vemos en actores, en figuras públicas, en políticos, en empresarios, y también en el señor o señora de la esquina, en el maestro del colegio, en el carnicero de enfrente.

Por supuesto las grandes figuras son las más llamativas, porque son famosas y las redes sociales lo amplifican todo, pero es cierto que también lo podemos ver cerca de nosotros si prestamos atención.
Dar más de lo que se espera tiene un gran poder. Puede ser saludar con entusiasmo en las mañanas cuando llegamos al trabajo, o prestar una ayuda espontánea a alguien que lo necesita, o donar una cantidad de dinero anónima a alguna institución que viene realizando un gran trabajo en la comunidad.

El común denominador siempre es el mismo: Dar o  Hacer más de lo que se espera.
No sé en qué te desempeñas, si eres empleado o empresario, o ama de casa, o trabajador independiente. Pero estoy seguro de que si adquieres el hábito de dar o hacer más de lo que se espera tu vida empezará a tener una inspiración diferente, una frescura de satisfacción nueva, y también importante, un impacto mucho mayor.

Hay cosas que no tenemos por qué hacer pero si las hacemos estaremos haciendo una diferencia y ya esa es una razón para hacerlas. Simplemente porque podemos hacerlas.

No dejes de dar o hacer algo que pueda hacer una diferencia o aportar un valor a otros, porque el efecto de esa acción puede ser determinante para alguien
.
No necesitas saber el nombre de ese alguien, no necesitas saber a cuántas personas impactantes, quédate tranquilo y satisfecho de saber que lo hiciste y punto. El Universo/Dios/La Vida sabrá recompensarte. Créeme. Nada se le escapa.


Así que sé el líder que puedes ser y forma el hábito de dar y hacer más de lo que se espera!

Compromiso Personal

Explorar nuestro mundo interior puede ser el viaje más intenso y fascinante que existe. Muchas veces transitamos por el mundo sin darnos cuenta de nuestras verdaderas capacidades y talentos, pensando que la persona de al lado es más virtuosa o merecedora que nosotros de cosas buenas, sintiéndonos con ello inferiores y poco afortunados. Esta conciencia de víctima hace que desaprovechemos tiempo y oportunidades valiosas para desplegar distintos aspectos de lo que realmente somos, los cuales no son, necesariamente, los que el resto dice o quiere para nosotros.

Nuestro compromiso personal comienza a adquirir cada vez más fuerza, y es éste mismo el que nos impulsa a desafiar nuestros propios límites, a tomar riesgos y a seguir, finalmente, a nuestro corazón. No se trata de ser irresponsables y dejar completamente de lado todo lo que hemos construido con esfuerzo hasta ahora. Se trata, más bien, de tomar todas aquellas cualidades y fortalezas que nos han llevado a ser lo que somos ahora y, desde ahí, fundar una nueva forma de vida basada en nuestras verdaderas pasiones, combinadas equilibradamente con nuestra experiencia cotidiana actual.

Cuando hacemos un cambio desde adentro, todo en nuestro exterior comienza a cambiar: Sentimos que la vida fluye más fácil; que nuestra energía interna es más potente; que nuestro sentido del humor mejora; que tenemos mayor flexibilidad, alegría y confianza en el poder que alberga cada momento.
Sin duda, esto no es una tarea a cumplir a cabalidad de un momento a otro: Requiere de cierta práctica y de la intención de internalizar los hábitos que brindarán excelencia a nuestros pasos: La perseverancia, el amor y apreciación hacia nosotros mismos; la toma de responsabilidad por cada una de nuestras decisiones como motor de constante direccionamiento; la alegría de ser y de estar y cultivar el perdón constituyen un camino que vale la pena recorrer.


La importancia del compromiso personal, desde mi propia experiencia, brinda un mayor sentido a nuestro día a día. Convertirnos en nuestra propia causa y trabajar comprometidos por ella es, quizás, la razón más importante de estar viviendo, aquí y ahora.

Con La Frente En Alto

La distraída’ porque se pasa de frente o ‘Perfil de Volkswagen’, son algunos apodos con los que se suele llamar a quienes poseen una frente demasiado amplia. ¿Pero quién ha dicho que este es un rasgo de fealdad?

Todo lo contrario, una frente grande  puede suavizar ópticamente otros rasgos de la cara. 

Una nariz demasiado recta, una quijada hundida u ojos pequeños  pasan desapercibidos cuando existe una gran frente que desvía la atención. Además, mucho se habla sobre la relación entre la inteligencia y el tamaño de la frente. Hipótesis que podría ser solo un mito, pero que, sin embargo, tampoco ha sido desmentida.

No es por gusto que aunque el flequillo esté de moda, la mayoría de famosas con frente amplia prefieran llevarla al descubierto. Pero ¿cuál es la medida ideal de una frente? No hay un rango determinado. Puede variar de 2  a 10 cm como máximo.

Aun así, a continuación mostramos algunas soluciones para disimular esos centímetros de más que a muchas incomodan: 

-Aplicar sombras marrones en la parte alta de la frente, donde nace el cabello. Es el mejor engaño óptico. Pero debe ser algo muy ligero, nadie debe detectar el camuflaje.
-Si no llevamos cerquillo, la raya al medio será nuestra peor enemiga. Hagamos la raya a un lado y no olvidemos dejar caer algo de cabello sobre un costado del rostro.
-Maquillemos nuestros ojos con tonos oscuros. Resaltar esta parte del  rostro restará importancia a nuestra frente.
-Las cejas no deben ir rectas. Intentemos arquearlas o depilarlas de forma triangular con la ayuda de pinzas.
-Olvidémonos de los moños o colas muy tirantes. Dejarán al descubierto, de la manera más obvia, lo que tanto queremos esconder.


La Revolución Digital

Esta novedosa manifestación cultural que surge como convergencia tecnológica de la electrónica, el software y las infraestructuras de telecomunicaciones, originó lo que hoy se denomina: revolución digital. La electrónica ha aportado el desarrollo de equipamiento del proceso de la información a un ritmo muy acelerado. Luego, el desarrollo de soporte lógico para esas máquinas, que ha crecido en complejidad a medida que el soporte constituido por las maquinas ha evolucionado.

Ese soporte lógico o software se ha diseñado para mejorar su interactividad con el usuario, bajo la concepción de que sea más simple para un usuario que eventualmente, no evoluciona en sus conocimientos a la misma velocidad que lo hace el resto del sistema, permitiendo una masificación en el uso de los ordenadores. En ello desempeñado un rol importante la perspectiva de los fabricantes de software, de hacerlo en forma atractiva para el usuario y permitir el juego intuitivo de ese usuario en el desarrollo del funcionamiento y de la utilidad de las aplicaciones mencionadas.

Por otra parte, los avances incorporados a la compresión de datos hacen que el usuario consiga un mejor rendimiento de sus equipos, contribuyendo a minimizar las limitaciones físicas del hardware. A eso se suma, el desarrollo del software de comunicaciones, que ha viabilizado el uso de las redes desde los grandes laboratorios universitarios y de los complejos militares a empresas y hogares de cada usuario conectado con la Red. Las telecomunicaciones han dado a lo anterior la capacidad de interconexión y, en si mismas ofrecen un ejemplo claro de la convergencia que se viene de mencionar y del desarrollo técnico en ese sentido. Se ha permitido la coexistencia y utilización de cables de fibra de cobre, el coaxial, la fibra óptica, las transmisiones a través del satélite y las emisiones de radio de onda corta.

Este proceso de coexistencia es posible, porque las bases sobre las que se asientan los sectores involucrados en el proceso de convergencia tecnológica, utilizan tecnologías digitales, emplean un soporte físico común, como es la microelectrónica, a lo que se añade el alto componente de software incorporado a sus productos, y por el uso intensivo de infraestructuras de comunicaciones que posibilitan la deslocalización de los diferentes elementos del proceso de la información en contextos geográficos diferentes.

La sumatoria es que la asociación de estas tecnologías, da lugar a una nueva concepción del proceso de la información, en el que las comunicaciones abren nuevos horizontes y paradigmas, lo que hace a la revolución digital beneficiable e inevitable. Este procesamiento se realizaba casi exclusivamente en entornos locales, por lo que la comunicación era una función poco valorada. Por otra parte, la estrategia centralista de las corporaciones, hacía compatible la existencia de un departamento de sistemas de información centralizado en una única máquina.


Esta limitación se soluciona a partir de que con el desarrollo de las fuerzas productivas, las nuevas formas de trabajo y la globalización de la economía imponen la necesidad del acceso instantáneo a la información, y por tanto, de interconectar las distintas redes que se han ido creando, diseñándose nuevas arquitecturas de sistemas, en las que la función de comunicación es de igual importancia o superior por lo estratégico de la disponibilidad instantánea de la información. 

A esto se añade, la existencia de unas infraestructuras de comunicación muy extendidas y fiables; y un abaratamiento de los costes de comunicación, lo que estimuló la aparición de nuevos servicios adecuados a las estrategias de las corporaciones.