sábado, 6 de abril de 2019

La Desconexión Emocional

Hay momentos en la vida en los que tenemos malestar pero no logramos identificar su origen. En muchos casos, incluso, nos resulta imposible saber qué es lo que estamos sintiendo. No somos capaces de ponerle un nombre. Esto puede ser debido a que estamos desconectados de aquello que sentimos. Si queremos gozar de salud física y mental es muy importante que nos permitamos sentir, así como, dejar que esas emociones fluyan.

Las emociones siempre tienen su finalidad. De hecho, cuando se activa una emoción todo nuestro organismo se ve afectado de una manera u otra. Las emociones negativas tienen la finalidad de apartarnos de algo que nos desagrada. Las emociones positivas, por el contrario, nos acercan a personas o situaciones que nos hacen sentir bien, haciendo que nuestras mejores cualidades afloren.

La desconexión con nuestro interior es un mecanismo de defensa muy habitual. Se trata de una elección inconsciente con la que intentamos no sufrir. Podríamos decir que se trata de una protección para no enfrentarnos a nuevos fracasos, decepciones o diferentes heridas emocionales. Sin embargo, esta desconexión solo conseguirá apartarnos de participar de forma saludable en nuestra vida.

La desconexión emocional, en la mayoría de los casos, es inconsciente. En el proceso de sentir una emoción se diferencian varios pasos que, cuando hay desconexión, se cortan y se bloquean. Es durante esa interrupción donde suelen aparecer los mecanismos neuróticos característicos de cada persona.

No todo el mundo padece el mismo tipo de desconexión emocional. Hay personas que directamente no son capaces de sentir las emociones. En este caso, se está produciendo una represión de la emoción y, por lo tanto, la persona no sabe qué es exactamente lo que está sintiendo. Otras personas notarán una sensación pero no serán capaces de sentirla porque la censuran. Hay un tercer grupo en el que se encuentran las personas que, aunque son capaces de sentir la emoción, no son capaces de ponerle nombre.

Finalmente, habrá personas que si son capaces de reconocer, sentir, definir y expresar sus emociones pero no logran deshacerse de ellas. Aunque no lo parezca, esta también es otra forma de estar desconectados de la emoción.

¿Te preguntas alguna vez qué estás sintiendo? ¿Haces pequeñas pausas a lo largo del día para chequear tu interior? Seguro que no. Son muy pocas las personas, hoy en día, que son capaces de detener la frenética velocidad que todos llevamos. Sin embargo, esta sería la única manera de poder acceder a aquello que sentimos y a aquello que necesitamos de verdad.

Cuando vivimos desconectados de nuestro interior y envueltos en el ajetreo enloquecedor de nuestras vidas son muchas las cosas que se nos pasan por alto.

Muchas personas están cansadas, o incluso agotadas, y no son capaces de darse cuenta de ello. En otros casos, hay personas que sufren contracturas musculares, por ejemplo, y no se dan cuenta de que están tensos desde que se levantan hasta que se acuestan. Si pudieran conectar con aquello que sienten podrían ir aflojando y las molestias no aparecerían.

Nos hemos acostumbrado a no escuchar y a desatender nuestras necesidades. Vivimos sumergidos en un ritmo que nos descentra por completo. Confundimos, frecuentemente, deseos con necesidades o tener con ser. Todo esto no sucedería si tuviéramos más contacto con aquello que sentimos.


Los Inadaptados


“Este es un homenaje a los locos. A los inadaptados. A los rebeldes. A los alborotadores. A las fichas redondas en los huecos cuadrados.

A los que ven las cosas de forma diferente. A ellos no les gustan las reglas, y no sienten ningún respeto por el statu quo.

Puedes citarlos, discrepar de ellos, glorificarlos o vilipendiarlos. Casi lo único que no puedes hacer es ignorarlos.

Porque ellos cambian las cosas. Son los que hacen avanzar al género humano. Y aunque algunos los vean como a locos, nosotros vemos su genio.


 Porque las personas que están lo suficientemente locas como para pensar que pueden cambiar el mundo... son quienes lo cambian”

Compartir Lo Que Sabemos

¿Sabemos Compartir?
Hoy quiero comentar sobre el Compartir. Muchas veces nos cohibimos de compartir pensando que no tenemos nada que dar, que el dinero no nos alcanza, sin darnos cuenta que no solamente es algo material lo que podemos darle a otras personas.

Una palabra de aliento, compañía en la soledad, consuelo al enfermo o deprimido, en fin, son variados los modos en que podemos regalarle algo a otros y así de alguna manera devolverle al universo el regalo de la vida. Una de las cosas más valiosas que podemos dar o compartir es nuestro tiempo.

Resulta totalmente paradójico notar que en la era de la comunicación nos estemos muriendo de soledad. Entonces, regalemos nuestro tiempo, Mucha gente lo necesita.

Sin embargo, también es importante compartir lo que tenemos. Si tienes mucho, da mucho; si tienes poco da poco, pero da siempre. Eso sí, dar sin esperar algo a cambio. Cuando das esperando recibir algo te alejas de Dios, te alejas del Amor y anulas los beneficios de dar por el sencillo placer de hacerlo el cual nace del amor al ser humano.


Eso tiene nombre y apellido, se llama Ley del Dar y el Recibir o Ley de Causa y Efecto.

Civilización Y Barbarie

Filosofía
Civilización Y Barbarie
La civilización sólo puede entenderse a partir de la Barbarie. La “sustancia” de la Barbarie y de la Civilización es la misma: la “Cultura humana”. El tránsito de la Barbarie a la Civilización es un proceso necesario y determinista. La “Civilización” es la negación dialéctica de la Barbarie: ésta, a la vez que queda negada, resulta incorporada a la Civilización. La Barbarie la concebimos por medio de la forma lógica “Clase de clases”–cada una de las culturas bárbaras– generadas a partir de ciertas relaciones (no conexas, simétricas, etc.). Podemos pensar en un “esquema de transformación” que tenga la forma de negación de la configuración lógica (“Clase de clases”) en la cual se alcance una configuración lógica nueva: la “Clase de un solo elemento”. La Idea de Civilización se nos presenta entonces como la negación de la pluralidad de Culturas bárbaras, mediante la conversión de esta pluralidad en una única “Cultura universal” 

El advenimiento de la Civilización [432-435] –de la Historia– es un proceso progresivo cuya forma dialéctica es: la conexivización de las relaciones inter-culturales, a partir de la propagación de relaciones no-simétricas (dominación, explotación) sobre las cuales se pueden ir construyendo relaciones simétricas de más alto nivel material, y, con ellas, realizándose la transitividad de esa “identidad” que consideramos constitutiva de la sociedad humana. Gordon Childe ha subrayado dos criterios constitutivos, respectivamente, de Barbarie y de Civilización: la “revolución de la producción de alimentos” y la “revolución urbana”, que transformó la barbarie en civilización.

El concepto de cultura bárbara lo definiremos aquí como una symploké en la cual las relaciones constitutivas, si bien han alcanzado la simetría, no han alcanzado la transitividad y, por tanto, tampoco la reflexividad. Si utilizamos el esquema matricial de los géneros combinatorios combinado con el criterio de la transitividad, como mecanismo de transformación del nivel de barbarie al nivel de civilización, podemos obtener un conjunto de resultados interesantes. Gordon Childe, en su análisis, percibe un aspecto esencial del proceso: la necesidad de un excedente de reserva, en los poblados neolíticos, para poder alimentar a los “forjadores, artesanos o sacerdotes” especialistas full time. 

Pero es preciso considerar también el aspecto recíproco del proceso: que, aun cuando una comunidad haya llegado a un nivel demográfico y económico que le permite alimentar a equipos de especialistas full time, en cambio no puede absorber la totalidad del proceso especializado.


Esto obliga a pensar en la necesidad de que el forjador o el sacerdote viaje a otras comunidades. De este modo la Ciudad aparece como la “negación de una negación”: el aislamiento, la no transitividad, incluso intransitividad) de las comunidades que se mantenían “a la defensiva” o, a lo sumo, dispuestas a emprender agresiones físicas biológicas, pero no “agresiones culturales”, como puedan serlo el proselitismo religioso, o el comercio que busca nuevos mercados, es decir, que realiza la transitividad recurrente de una simetría.

viernes, 5 de abril de 2019

El Canto De Las Sirenas


“Cantos de sirena: frase utilizada para todas las situaciones que embelesan, seducen o arrastran a una persona por su magnificencia, grandiosidad o por sus perspectivas de futuro, cuando en realidad son falsas, simples rumores.”

El 15 bitácora, tras navegar cerca de la costa norte de Rusia: “Esta mañana, uno de nuestra tripulación vio una de junio de 1608, el capitán inglés Henry Hudson escribió esto en su cuaderno de sirena por la borda. Los marineros Thomas Hilles y Robert Raynar dijeron que, aunque el cuerpo era grande como el de un hombre, tenía espalda de mujer y senos, piel pálida, cabello largo y negro y cola de delfín moteada como una caballa”.

Desde antiguo, las sirenas han formado parte de la mitología. En Babilonia, hacia el 5.000 a. C., existía la creencia en Oannes, diosa con forma de pez. También en Siria se adoraba a la diosa de la Luna, Atargatis, muy parecida en imagen. Durante el siglo XIX y XX se las representaba según el canon romántico de la época, sentadas en rocas y peinándose de forma sensual los largos cabellos dorados.

 Pero si hay un rasgo que define a este ser mitológico, ese es, sin duda, el gran poder de seducción que se atribuía a su voz. El primero en relatar esa cualidad terrible fue Homero, en cuyo célebre libro de La Odisea, las describe como seres que “hechizan a todos los hombres que se acercan a ellas”, puesto que aquel que escucha su voz “nunca se verá rodeado de su esposa y tiernos hijos (…). Antes bien, lo hechizan estas con su sonoro canto, sentadas en un prado donde las rodea un gran montón de huesos humanos putrefactos, cubiertos de piel seca”.

 Esas voces eran lo que se conocía como el canto de las sirenas, una terrible amenaza a evitar por los marineros de la Antigüedad durante sus navegaciones por el Mediterráneo, pero una herramienta de marketing en la Edad Media, cuando numerosas tabernas utilizaron la figura de la sirena para adornar los carteles de las posadas, en la creencia de que así atraerían a más clientes.

 También en el siglo XIX algunos desaprensivos intentaron realizar negocio con las sirenas, cosiendo la parte superior de un mono con la mitad inferior de un pez y exponiendo el resultado en ferias, previo pago de una cantidad para poder presenciar ese fenómeno.


 Ahora se piensa que la creencia en ellas podría haber surgido del avistamiento de focas y manatíes, también llamados vacas marinas, animales hoy bien conocidos pero misteriosos en aquellos tiempos.

Coléricos

El colérico es de un temperamento ardiente, ágil activo, práctico y de voluntad fuerte que se tiene por autosuficiente y muy independiente. Tiende a ser decidido y lleno de opciones, y le resulta fácil tomar decisiones por su cuenta, y por cuenta de otros también. Al igual que el sanguíneo, el colérico también es extrovertido, pero es mucho menos intenso.

El colérico se encuentra a gusto con la actividad. Para él la vida es actividad. No necesita que el medio lo estimule; antes bien él estimula al medio que lo rodea con sus ideas, planes, metas y ambiciones inacabables. No se dedica a actividades que no tengan un propósito concreto porque tiene una mentalidad práctica y aguda, capaz de tomar decisiones o de planificar actividades útiles en forma instantánea y acertada. No vacila ante la presión de la opinión ajena, sino que adopta posiciones definidas frente a las cuestiones, y con frecuencia aparece organizando cruzadas contra alguna injusticia social o alguna situación subversiva.

Al colérico no le asustan las adversidades; más aún, éstas tienden a alentarlo. Su tenaz determinación generalmente le hace tener éxito donde otros fracasan porque él sigue empeñado en la tarea cuando otros se desalientan. El colérico es un líder nato, lo que los expertos en administración empresarial llaman un líder natural fuerte.

La naturaleza emocional del colérico es la parte menos desarrollada de su temperamento. No siente compasión por otros fácilmente, no lo demuestra ni lo expresa. Con frecuencia se siente incómodo frente a las lágrimas ajenas, o simplemente le disgustan, y en general es insensible a sus necesidades. Demuestra poco aprecio por la música y el arte. Preferentemente busca los valores utilitarios y productivos de la vida.

El colérico reconoce rápidamente las oportunidades y con igual rapidez descubre la mejor forma de sacarle provecho. Tiene una mente bien organizada, aunque suelen aburrirlo los detalles. Como no es muy dado al análisis, sino más bien a una estimación rápida, casi intuitiva, tiende a poner la mira en la meta que quiere alcanzar sin tener en cuenta las posibles trampas y escollos en el camino. Tiende a ser dominante y autoritario y usa a al gente sin vacilación a fin de lograr sus fines. A menudo se le considera oportunista.

Toda profesión que requiera liderazgo, motivación y productividad es adecuada para el colérico, siempre que lo le exija demasiada atención en cuestiones de detalles y planificación analítica. Generalmente le gustan las tareas de construcción porque es una actividad muy productiva y es frecuente que el colérico termine siendo capataz o supervisor.

El colérico es desarrollista por naturaleza sueña con construcciones y maquinarias abriendo caminos.
La mayoría de los financistas son coléricos. Formulan sus ideas y tienen ese espíritu de aventura que los lleva a lanzarse en direcciones nuevas. No se limitan tampoco a sus propias ideas; a veces oyen hablar de alguna idea progresista y ellos la toman como bandera. Sin embargo, una vez que el colérico ha iniciado un nuevo negocio, no es difícil que se aburra muy pronto a pesar del éxito, por dos razones; cuando el negocio crece bajo su dinámica dirección necesariamente surgen muchas cuestiones de detalle. Pero como los coléricos son malos delegando responsabilidad terminan haciéndolo todo ellos mismos. Cuando descubre que está tan ocupado que le faltan manos para hacerlo todo, opta por buscar a alguien que le compre el negocio. Es pues común, que un colérico inicie entre cuatro y diez negocios en el curso de la vida.

El colérico no es un perfeccionista sino un productor. Prefiere hacer veinte cosas con un setenta u ochenta por ciento de perfección a hacer unas pocas con un cien por cien.


El colérico tiende a desenvolverse muy bien en el comercio, en la enseñanza de asignaturas prácticas, en la política, en funciones militares, en los deportes. Por otra parte, raramente encontraremos un cirujano, un dentista, un filósofo, un inventor, un matemático o un relojero colérico. 

Normalmente es tan optimista que rara vez fracasa- excepto en su propia casa.

El Trastorno Evasivo

Los desdichados individuos que padecen este trastorno están siempre afuera, mirando hacia adentro.

Ansían mantener relación con otras personas, pero no soportan la sensación que experimentan al acercarse a los demás, se sienten inaceptables, incapaces de ser amados, e inexplicablemente, incapaces de cambiar.

Entonces se aíslan para poder sobrevivir.

El DSM-III-R describe el trastorno de la siguiente manera:

Un patrón de retraimiento social y expectativa temerosa de ser maltratado o humillado que comienza a manifestarse a principios de la edad adulta y se presenta en una variedad de contextos, tal como lo indicaría la presencia de por lo menos CUATRO de los siguientes síntomas:

El individuo se ofende fácilmente con las críticas y las manifestaciones de desaprobación.

No tiene amigos íntimos ni confidentes (o sólo uno), salvo los miembros de la familia.

No establece vínculos sociales a menos que esté seguro de caerle bien a la otra persona.

Evita las actividades sociales u ocupacionales que requieran un importante contacto interpersonal; por ejemplo, no acepta un ascenso si eso va a implicar más exigencias en el plano social.

Es muy reservado en una reunión social por miedo a decir algo inadecuado o tonto, o a no poder responder a una pregunta.

Tiene miedo a pasar la vergüenza de sonrojarse, de llorar o demostrar algún otro signo de ansiedad delante de la gente.

Exagera los riesgos, dificultades y peligros físicos potenciales que acarrea hacer algo común pero que esté fuera de su rutina habitual. Por ejemplo, puede llegar a cancelar los planes de una salida porque supone de antemano que va a quedar agotado por el esfuerzo de llegar hasta allí.

Los hombres y mujeres de este tipo se sienten atrapados en un universo angustioso.

Tienen tanto miedo a ser rechazados, y están tan convencidos de que lo serán, que se apartan de todos para evitar ese sufrimiento.

Cuando no pueden esquivar a los demás, se quedan aislados, mirando a cualquier parte en vez de establecer contacto con alguien.

Llevan una vida social muy pobre, y no suelen tener más que un único amigo fuera del marco de la familia.

La triste ironía del caso es que, evitando las relaciones íntimas, se ahorran la ansiedad de esperar que les caiga encima el hacha del rechazo, pero también se alejan de lo que desean más profundamente: la aceptación y el cariño de las demás personas.

A diferencia de quienes padecen el trastorno esquizoide, que no quieren el menor contacto con nadie, estos son individuos solitarios que sufren.

Ellos anhelarían participar, pero no saben cómo hacerlo.

Con razón se encierran en sí mismos; el trato con otras personas es como una pesadilla recurrente.

Por un lado, están seguros de que los van a tratar mal; por el otro, su terrible timidez aleja a la gente. Y es así como lo que temen casi siempre se produce; los demás no los aceptan.

En realidad, no se sabe cómo interpretarlos.

Debido a su aparente indiferencia, muchas veces pasan por individuos fríos, no deseosos de que se les dé participación.

Así, llegan a sentirse aislados, no queridos, distintos e incompetentes a pesar de todo lo que hagan.

Emocionalmente, rara vez se sienten a gusto.

Si no están ansiosos, están deprimidos, y a menudo ambas cosas a la vez.

Pero al menos cuando están lejos de los demás no tienen que experimentar eso tan horrible que es adivinar el rechazo.

Al igual que los paranoides, los evasivos tienen un muy sensible ‘sistema de alerta contra el peligro’.

Viven buscando manifestaciones de crítica o desaprobación.

El problema es que el más leve signo –ya sea una palabra de enojo o una mirada rara- hace sonar la alarma.

Son tan sensibles que, cualquier expresión que no sea de una aceptación total, la interpretan como rechazo.

Las expectativas que vuelcan en una relación son inmaduras e irreales.

Creen que aceptación es sinónimo de amor incondicional, que las personas que se quieren nunca se enojan una con la otra, nunca se señalan errores, nunca se hieren y siempre se aceptan sin reservas.

Al mismo tiempo suponen que, para que a uno lo acepten y lo quieran no debe tener defectos.

Cuando entran en un salón lleno de gente, están pendientes de sus propios fallos –uno de los más importantes, su incapacidad de competir y tener éxito en el plano social- y les aterra la posibilidad de que se note lo imperfectos que son.

No se dan cuenta de que la gran mayoría de la gente experimenta al menos cierta ansiedad de tipo social, lo que incluso llega a perturbar a muchos.

Por ejemplo, en un estudio se comprobó que el 40% de quienes están en los últimos años de la adolescencia y primeros de la edad adulta consideraba que una parte significativa de su personalidad la constituía la ansiedad social; uno de los autores de ese estudio llega a la conclusión de que entre el quince y el veinte por ciento de todos los adultos padecen una angustiosa ansiedad social.

Los evasivos están convencidos de que son terriblemente distintos de los demás. Y cuando deben afrontar una situación social, imaginan que todos le van a descubrir.

La Proactividad

Las definiciones que da la Real Academia Española para iniciativa son, entre otras, “que da principio a algo”, y “acción de adelantarse a los demás en hablar u obrar.”

Martha Alles, por su parte, la define como “la actitud permanente de adelantarse a los demás en su accionar. Es la predisposición a actuar de forma proactiva y no sólo pensar en lo que hay que hacer en el futuro. Implica marcar el rumbo por medio de acciones concretas, no sólo de palabras.”

La proactividad no está definida por la RAE, pero el portal definiciones la describe como “una actitud presente en algunas personas, que no permiten que las situaciones difíciles los superen; que toman la iniciativa sobre su propia vida y trabajan en función de aquello que creen puede ayudarlos a estar mejor.

Pero la proactividad no se limita a una toma de decisiones o a iniciar un proyecto: implica además hacerse cargo de que algo hay que hacer para que los objetivos se concreten y buscar el cómo, el dónde y el por qué.”

Vemos que ambos términos incluyen al otro en su definición.

El término proactividad fue acuñado por el psiquiatra y neurólogo vienés Viktor Frankl en su obra El hombre en busca de sentido (1946). Frankl aseguró que la mejor forma de definir el concepto es como la libertad de escoger nuestra actitud frente a las diferentes situaciones que debemos enfrentar en nuestra vida.

Años después, Steven Covey, autor de Los siete hábitos de las personas altamente efectivas (1989), se referiría con el concepto a la capacidad de subordinar los impulsos a nuestra escala de valores, y así evitar que sea el deseo de llorar, y no la actividad, el que gobierne una situación adversa.

En el entorno laboral, una persona proactiva se adelanta a los problemas, los previene o está preparada para enfrentarlos eficientemente. Además es capaz de soportar las presiones del sector y siempre enfoca sus acciones en que las cosas mejoren, promueve los cambios, y no se deja vencer por los fracasos, buscando aprender de sus errores.


Lo opuesto a la proactividad es la reactividad: adoptar una actitud pasiva y quedar a merced de las circunstancias, dejándose superar por problemas sobre los que no se siente que se tiene control.

La Mente Condicionada


Cuando nuestra mente está condicionada – y casi siempre lo está- no puede ir más allá de sus propios límites,

De los muros que ha levantado alrededor de sí misma es muy difícil liberarse de los condicionamientos, es difícil apartar esas barreras que tenemos tan arraigadas en nosotros porque solo percibimos parcialmente la realidad,


Los condicionamientos son parciales, pero debemos tomar consciencia que estos condicionamientos no solo los impone la sociedad sino que también nos los imponemos nosotros mismos. 

Nuestra mente solo será libre cuando seamos capaces de romper los condicionamientos que la atan, cuando seamos capaces de manifestarnos sin juicios y sin expectativas, cuando seamos capaces de percibir la totalidad de la realidad.

Cuando El Rumbo Es Incierto


“Permiso para mostrarte las opciones en el juego, 
prometo yo revelarte lo hermoso del cielo y el pasto. 
Permiso para apoyarte si veo que estás cayendo, 
prometo yo acompañarte en cada paso y atajo. 
Permiso para guiarte por el rumbo del esfuerzo 
y yo prometo entrenarme para enseñarte jugando. 
Permiso pa´ regañarte, debo ser duro y sincero, 
y yo prometo escucharte sin pedirte nada a cambio. 

Permiso para prometerte un mundo inabarcable 
y comprometerme a un juego interminable. 
Permiso para comprometerte a vos a ir en busca de tus sueños, 
prometo permitirte volar rumbos inciertos 
y permitirte amarrar en otros puertos, 
prometo permitirnos, el milagro de la libertad.

Permiso para sufrir, si veo que estás sufriendo, 
prometo hacer lo posible para no estorbarte el paso. 
Permiso pa´ equivocarme en este eterno comienzo, 
prometo aprender de vos a iluminar el ocaso. 
Permiso para juntar las puntas que están distantes 
yo prometo no asfixiarte, si vos no las ves tan juntas. 
Permiso para llamarte al silencio algún instante, 
yo prometo valorar la intención de tus preguntas . 

Permiso para prometerte un mundo inabarcable 
y comprometerme a un juego interminable. 
Permiso para comprometerte a vos a encontrar tus sueños, 
prometo permitirte volar rumbos inciertos 
y permitirte amarrar en otros puertos, 
prometo permitirnos, el milagro de la libertad.”


Razón De La Sin Razón

Desde el espacio no se ven las fronteras ni las banderas, ni se escuchan himnos, ni se distingue a los héroes. Para ello hay que tener los pies en la Tierra.

Las fronteras están delimitadas o por accidentes geográficos o por ignominiosos muros. En el planeta hay odio y rencor.

Desde las ballestas hasta los misiles, las fronteras se han recorrido y los países se han dibujado y desdibujado muchas veces. La industria del armamentismo ha generado más terror y más muerte. La ciencia y la tecnología también se han puesto al servicio de la guerra.

Las guerras se han desatado ancestralmente por tres razones: 1) La conquista, esto es, el deseo de ampliar el dominio en un territorio y después a la inversa, la independencia del conquistador; 2) El interés por determinados recursos naturales o por el control de una posición geopolítica estratégica y 3) La forma de pensar, expresada como religión o ideología.

Los puntos cardinales han servido para enfrentar el este con el oeste y al norte con el sur. Hoy, el mediterráneo vuelve a estar en el mapa de un conflicto. Roma y Cartago, tres siglos antes de Cristo, se disputaron la hegemonía del Mediterráneo occidental; ahora el problema se focaliza en el oriente
.
En la Edad Media, las Cruzadas implicaron el choque entre cristianos y musulmanes. En nombre de Jesús y de Mahoma se enfrentaron y dividieron los pueblos. El imperio Bizantino en un mapa actual tendría, en parte, coincidencia geográfica con las últimas guerras del siglo XX y las primeras del XXI: Afganistán, Irán, Iraq y ahora Siria. El orden no es cronológico sino de Este a Oeste.
La historia la cuentan los vencedores, pero en tanto alguien vence —si alguien puede vencer— se distingue entre los buenos y los malos, entre los que tienen la razón y los que no la tienen, entre los extremistas y los moderados, entre los civilizados y los bárbaros. Maniqueísmo puro.

El siglo XX tuvo dos guerras mundiales. A la segunda le siguieron años de Guerra Fría e invasiones, aparentemente justificadas, para impedir el avance del comunismo. La guerra más desigual y condenada de la historia ha sido, sin duda, la de Vietnam.

En el ínterin, hubo en distintos países guerras civiles y guerras intestinas, guerras de baja intensidad y guerras denominadas no convencionales, guerras invisibles y guerras sin fin. Desde Iraq, con el ingrediente del terrorismo, puede que sea necesario ampliar la tipología.

Algunas guerras han terminado civilizadamente con Tratados de Paz y la ONU ha entrado a vigilar el cumplimiento de los pactos. Hoy se ve obligada a atender las consecuencias del conflicto más que sus causas. Tiene una de las misiones más difíciles desde su creación, porque desde el punto de vista institucional, el llamado Estado Islámico no tiene forma jurídica alguna.

Ha habido apoyo a los refugiados, pero la migración multitudinaria continúa y ahora, después de los atentados en París, se suma la agravante de que ningún sirio goza de la presunción de inocencia. Menos puertas les serán abiertas y miles de víctimas seguirán atrapadas entre el mar que ahoga y la tierra que incendia.

La imagen de Aylan, el niño encontrado muerto en las playas turcas conmovió al mundo, pero no de manera suficiente para parar la sinrazón. Después del 13 de noviembre, Aylan queda en el olvido y Occidente apoya con más fuerza a los suyos. Se recrudecen y profundizan las diferencias raciales y religiosas. El terrorismo es siempre condenable, pero se habla más de la reacción del Islam que de la acción de Occidente. Los intereses económicos y políticos soterrados se intuyen pero no se nombran.


En esta guerra hay un dolor inenarrable que no se ve cómo se pueda aminorar en el corto plazo. ¿Qué puede dar aliento a la esperanza?

jueves, 4 de abril de 2019

Sensorialidad

Vivimos en una Cultura eminente visual, el 80 % de la información que recibimos todos los días es a través de la imagen. Nuestro proceso perceptual habitual está condicionado a percibir la realidad desde esta acentuación visual.

Por lo que nuestra capacidad de Ver, como un proceso de lectura y decodificación de la imagen está muy desarrollado en la cultura contemporánea. Basta una mirada al realismo e hiperrealismo del cine, la televisión y la publicidad para corroborar esta cualidad perceptual de nuestra contemporaneidad.

No obstante esta supremacía perceptual de la imagen, la capacidad de percepción del ser humano y de interacción con nuestro entorno, abarca todos los demás sentidos y la particular información que provee cada uno de ellos es una forma distinta de crear y procesar la realidad.

A esta capacidad perceptual de todos los sentidos de los seres vivos se le denomina Sensorialidad.

Y si bien es aceptada la idea de que la construcción de la realidad no es una entidad absoluta al margen de nosotros los individuos, si no la construcción que el sistema nervioso de cada individuo hace a partir de los estímulos que recibe.

Las posibilidades de comunicación que abre el espectro de sensorialidad de los seres humanos, apenas comienzan a investigarse y explorarse activamente en el mundo del arte, la gastronomía y el marketing.

El marketing sensorial y experiencial,  las salas cinematográficas de estimulación sensorial, las salas interactivas de los museos contemporáneos, el teatro sensorial, la poética sensorial son algunas estrategias de comunicación, que buscan ir mas allá de la imagen e impresionar en la esfera de sensorialidad de espectadores y clientes
.

En la búsqueda de esa experiencia significativa, de esa huella emocional que nos acerque y posibilite distintos caminos de comunicaciòn, 

La sensorialidad, nuestra gran capacidad de sentir, nos tiene reservada muchas y nuevas construcciones neuronales por descubrir y experimentar.

Cuando La Palabra Vale

La palabra veraz nos engrandece. La palabra mentirosa nos empequeñece.”
- Friedrich Schiller, filósofo    
                                  
Hay cosas que no pasan de moda, aunque lo parezca. Cuando la persona tiene palabra, es porque  tiene en alta estima su honor y se valora. Cuando alguien habla como piensa y así actúa, no engaña. Es congruente. Decimos que es persona íntegra y de fiar. 

La palabra, en una persona honorable, sirve para decir la verdad y no para encubrirla o disimularla. Si ofrece algún servicio o hace algún compromiso nadie duda que lo cumplirá a cabalidad, pues lleva el sello de su honestidad. Está en juego su honor. 

Lo importante no cambia en la persona que se valora; su fuerza y sus convicciones son validadas por su forma de vida. Se respeta a la persona que vive con sencillez, que habla sin alardear, y está dispuesta a colaborar en causas nobles para sí misma y para el bien común. 

Tiene buen ánimo y optimismo, reconoce las mil bendiciones que Dios le dispensa cada día y comparte lo que tiene. La persona de “palabra de honor” agradece por el pan de cada día, por el sol que vivifica y las maravillas de la naturaleza; por la casa que habita y el calor de hogar que alimenta para compartir con los que ama. 

La vida es pródiga, nos da de todo. Los días nublados que son presagio del agua que limpia y sacia la sed. La tormenta con rayos que rasgan el negro cielo y truenos que como impresionantes  trompetas nos recuerdan lo pequeños que somos ante la grandeza de los fenómenos naturales e indómitos que nos llenan de reverencia. 

Todo nos lleva al amor y al respeto a uno mismo, a la verdad y al prójimo. ¡Que se cumpla la promesa tal como fue expresada y se realicen las palabras en su integridad para que la confianza crezca al cumplir lo prometido!

Al hombre, a la mujer de palabra se le abren puertas y se le confían asuntos delicados. Vive como habla y habla como vive; se compromete por entero, cuida su buen nombre con honestidad y transparencia. 

Ser integr@ es indispensable para darle valor a nuestra palabra. Cuando se pronuncia revela lo que apreciamos y agradecemos. Comenzando por la maravillosa oportunidad de haber nacido.  


Asumir El Compromiso


“Vivimos en un mundo que nos ofrece muchas opciones. Es bueno tener por lo menos cierto número de opciones, por ejemplo, entre diferentes productos que se adaptan a diferentes gustos personales.”

Como no todos quieren el mismo automóvil, los fabricantes nos dan a escoger entre el Audi, el Toyota, el Kia, el Ford y el Citroën; y muchos más. Unas personas se apresuran a comprar el último iPhone y otras esperan el próximo Android o Windows Phone. Unos desean un cereal crujiente para el desayuno, otros prefieren avena. En casi todos los aspectos de la vida moderna estamos acostumbrados a contar con una amplia serie de opciones.

À veces, esta misma abundancia de opciones hace difícil elegir. Hace cuarenta años, el investigador Alvin Toffler publicó un libro titulado: El shock del futuro, en el cual describe el "exceso de opciones", conocido también como "sobrecarga de opciones". Por ejemplo, ciertos estudios encontraron que cuando los compradores ven 30 marcas de detergente para la ropa en el supermercado, no solo tardan más en elegir, sino que hay mayor probabilidad de que no elijan ninguno.

El problema es trivial cuando se trata de jabones, pero cuando se trata de comprometerse con una carrera, un matrimonio o incluso una religión; las consecuencias pueden ser mucho más graves.


¿QUIÉNES TEMEN COMPROMETERSE?
Entre muchos jóvenes de edad universitaria se ha puesto de moda una especie de "cohabitación parcial", en la cual una pareja pasa tres o más noches junta cada semana, pero conservando la opción de regresar a su propia casa. La profesora Tyler Jamison, investigadora en relaciones de familia, recientemente comentó: “La cohabitación es demasiado compromiso para las parejas de hoy. Estas parejas pretenden mantener abiertas sus opciones a la vez que disfrutan los beneficios de una relación. 

Muchos adultos de edad universitaria son estudiantes que pronto se hallarán en un punto de transición en la vida. La mayoría de los estudiantes no tienen un plan definitivo con respecto a dónde vivirán o trabajarán después de graduarse, y la cohabitación parcial es un modo de tener comodidad y facilidades sin el compromiso de vivir juntos ni de hacer planes a largo plazo".

Hace una generación muchos jóvenes no cristianos veían en la cohabitación un modo de evadir el compromiso matrimonial. Hoy, la cohabitación parcial les permite evadir incluso el compromiso mínimo de vivir juntos. La práctica no solamente es contraria a la Biblia, sino que es típica de una tendencia en la cual la búsqueda de "comodidad y facilidad" activamente impide que las personas asuman compromisos importantes.

¿Qué hay detrás de esta tendencia? Un documental transmitido por PBS en el año 2006, sugiere varios factores: "Afán de aventura, deseo de avanzar en la carrera, y adolescencia prolongada. La falta de compromiso también está llegando con fuerza al campo de la religión. Algunos estudios sugieren que los jóvenes de la generación del iPod están eligiendo qué aspectos de la fe adoptarán para formar su propia "’lista de reproducción’ espiritual".


Y tú, ¿qué piensas? ¿Quieres llegar a los 30 años en soltería y viviendo aún con tus padres? ¿Te da miedo "lanzarte" a la edad adulta? Si por el contrario, quieres comenzar bien tus años de adulto, es importante que aprendas a asumir compromisos con sabiduría, ¡y a cumplirlos!

El Dominio Propio

Tener dominio propio es simplemente contar con un gran autocontrol orientado al éxito en la vida.

Las personas que tienen dominio propio, pueden gozar fácilmente de tener lo que quieren justo en sus manos.

En ocasiones, los fracasos llegan a nuestra vida debido a la falta de control y de dominio sobre nuestras propias decisiones.

El dominio propio es uno de esos valores que te permite gozar de una vida absolutamente consciente. 

Te da las riendas de tus decisiones y el poder para crecer en todo momento.

Quien no tiene dominio propio, básicamente se encuentra en una lucha constante consigo mismo. Desafortunadamente hay personas que no saben que esto es un problema.

Cuando te das cuenta de que es indispensable que cuentes con Dominio Propio, te comprometes con un mejor futuro.

Perseverancia

Se conoce como perseverancia a la duración permanente o continua de una cosa o la firmeza y constancia en una acción.

El término perseverancia proviene del latín perseverantia.

La perseverancia es sinónimo de constancia, persistencia, firmeza, dedicación y tesón. En este sentido, se aplica tanto en las ideas, como en las actitudes, en la realización de algo, en la ejecución de propósitos o en las resoluciones del ánimo.

El término perseverancia puede ser empleado en cualquier circunstancia de la vida. Para ser perseverante se debe tener un objetivo claro o una meta que justifique el esfuerzo o dedicación en un período de tiempo generalmente extenso. Es por ello que se dice que la perseverancia es la clave del éxito en muchas situaciones, a pesar de que lo importante es saber cuándo perseverar y cuándo no.

De esta manera, perseverar también puede ser negativo. Una persona puede gastar mucho esfuerzo y tiempo en algo que no produce ni va a producir ningún resultado. Por lo tanto, una persona debe saber no sólo cuándo perseverar, sino también hasta qué punto abandonar el proyecto u objetivo. Así, centra sus esfuerzos en otras estrategias para alcanzar el objetivo deseado y rescata lo aprendido frente a los errores cometidos.

La perseverancia es un valor importante que forma parte del desarrollo de la persona y de las relaciones interpersonales. En toda relación se presentan conflictos y es necesario tener perseverancia y control para resolverlos y no tener miedo al fracaso o a los errores para superarlos y así mejorar y crecer personalmente.
En inglés, perseverancia se traduce como perseverance.

Perseverancia como valor
La perseverancia es un valor humano fundamental. Permite al individuo continuar hacia adelante no rendirse a pesar de las dificultades, los obstáculos, la frustración, el desánimo, el aburrimiento, la tendencia o los deseos de rendirse o abandonar una situación.

La perseverancia es un valor positivo que ayuda, o aumenta la probabilidad de alcanzar metas difíciles, y a apreciar más los logros obtenidos.

La perseverancia aumenta la autoestima cuando el individuo alcanza el éxito, ayuda a mejorar sus capacidades y habilidades, desarrolla nuevas técnicas para superar los obstáculos y enseña de los errores.


La perseverancia permite al individuo conseguir grandes logros individuales, en cualquier ámbito de su vida, bien sea amorosa, profesional, económica, cultural o social.

Inserción Social

La reinserción social es entendida como un proceso sistemático de acciones orientado a favorecer la integración a la sociedad de una persona que ha sido condenada por infringir la ley penal. Estas acciones buscan abordar la mayor cantidad de factores que han contribuido al involucramiento de una persona en la actividad delictiva, con el objetivo de disminuir sus probabilidades de reincidencia y promover el cambio hacia conductas prosociales.

La reinserción social como proceso se inicia durante el periodo de cumplimiento de una condena, y continúa cuando la persona retorna a su vida en la comunidad. Se caracteriza por el desarrollo de competencias en el ámbito individual, social y laboral; y por el fortalecimiento de los aspectos protectores que facilitan la integración a la sociedad.

Alianzas público – privadas para el fortalecimiento de la reinserción. Entendiendo que la reinserción social y la reincidencia deben ser abordadas desde una perspectiva integral, se requiere que no solo el Estado promueva espacios de reintegración social y laboral, sino que adicionalmente es necesaria la participación del sector privado y la sociedad civil, junto con promover la intersectorialidad y la coordinación con otros actores públicos, para alcanzar una estrategia efectiva de reinserción.

El respeto y garantía a los derechos humanos. Los derechos humanos se fundamentan en el reconocimiento de la dignidad de todas las personas y el respeto y garantía de sus derechos. Cuando se trata de personas que se encuentran en una especial situación de vulnerabilidad, por ejemplo, por sus condiciones de vida al interior de recintos penales, el Estado debe tomar medidas especiales para resguardas los derechos fundamentales de ellos.

Condiciones de vida dignas. El que una persona haya sido condenada a una pena no la excluye de su dignidad y del ejercicio de derechos –salvo los limitados en la condena-. Para ello es necesario contar con una infraestructura adecuada, buenas condiciones de habitabilidad y espacios menos violentos, todas condiciones que apuntan a que los internos e internas cumplan sus sanciones en espacios que realmente posibiliten la reinserción social.


Reinserción social desde un enfoque local. El apoyo pos penitenciario es fundamental en el proceso de integración en la comunidad de las personas que han cometido delito. En este proceso son importantes los esfuerzos del gobierno central y los privados, pero además es sustantivo el apoyo de los gobiernos locales, ya que es en el municipio donde el Estado ofrece la mayor gama de prestaciones y servicios sociales, y es por tanto, un espacio fundamental para que quienes hayan cometido delito se integren a la sociedad vía el acceso a estas prestaciones.

miércoles, 3 de abril de 2019

Megalomanía

"Son personas con un concepto elevado de sí mismos, narcisistas, con un comportamiento que roza los delirios de grandeza y la omnipotencia. Aunque en el espejo la realidad sea otra, su aplomo les puede servir en muchas ocasiones para abrir las puertas del éxito social"

La megalomanía está asociada al poder. Julio César, Napoleón o Hitler son personajes históricos a los que se les ha atribuido rasgos megalómanos y narcisistas que les impulsaron a conquistar el mundo.

Este rasgo o trastorno de la personalidad ha salido ahora a la palestra con el caso del joven Francisco Nicolás Gómez Iglesias, de 20 años, en libertad provisional por hacerse pasar por asesor del Gobierno y del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) con uso de documentación falsa. El informe médico forense, que recoge el auto de la jueza de instrucción número 24 de Madrid, ha observado en él “una florida ideación delirante de tipo megalomaniáco”.

¿Qué es la megalomanía?
Los psiquiatras y los psicólogos distinguen entre:
Rasgos o trastorno de personalidad megalomaniáca: Cuando la forma de ser de una persona está influida por un concepto grandioso de sí mismo, una autoestima alta que les lleva a sesgar, alterar o filtrar la realidad. En general, están satisfechos con su forma de ser. Sin embargo, con tratamiento pueden llegar a darse cuenta de esta alteración.

Trastorno delirante megalomaniáco: Cuando una persona, en un momento de su vida y durante al menos un mes, se ve inmersa en un delirio y se ve alguien único, grandioso. Dentro de ese delirio, existe un corte abrupto con la realidad objetiva. Para estos individuos, su visión de sí mismos y de la realidad es la única posible. La inflexibilidad para reconocer otro tipo de realidad, es muy marcada.

Para el psicólogo José Serrano, del gabinete Área Humana, mientras los rasgos megalomaníacos forman parte de una personalidad conformada desde la infancia y que se desarrolla plenamente en la edad adulta, el trastorno delirante aparece en un momento dado.

Laura Ruiz, psiquiatra en los centros médicos Milenium Sanitas y en el centro Área Humana, explica que en el trastorno megalomaníaco aparecen ideas delirantes, como creerse dios o un profeta, por ejemplo. Siempre fuera de la realidad y con una idea fija difícil de revocar.

Por otro lado, los rasgos megalomaníacos son más frecuentes en la sociedad como parte de los trastornos de personalidad que “pueden pasar desapercibidos en puestos de más capacidad o de más poder, en personas relevantes”.

Las personas con rasgos megalómanos “creen que tienen una capacidad mayor de la que realmente tienen y eso hace que puedan llegar a puestos de poder o de más influencia. Además, socialmente están bien vistos y valorados, pero no son empáticos”, apunta la psiquiatra.

Sin embargo, aunque muestren mucho aplomo y seguridad en sí mismos, cuando se hace un análisis en profundidad de su personalidad se detecta que pueden ser individuos con muchas carencias y con un sentimiento de inferioridad o vacío desde los primeros vínculos con los padres.

“En los narcisistas se ha estudiado que las relaciones con los padres son de muy poca afectividad positiva. Los padres, o no están presentes, o no son capaces de darse cuenta de las necesidades del niño, quien tiene que mostrar una imagen de sí mismo grandiosa para que el padre lo vea, se fije”, señala Laura Ruiz.

Aunque cada personalidad se conforma en función de su biología y del aprendizaje familiar, en la mayoría de los casos se describe el narcisismo en personas seguras, que incluso quedan por encima de los demás, con éxito social, con afán de notoriedad, indica.

“Pero también -apunta la doctora- aparecen comportamientos narcisistas en personas que aparentemente son más sumisas pero que se hacen imprescindibles de cara a los demás, que están por vocación al lado de los demás, ofrecen la imagen de “yo soy la buena”.

La megalomanía puede estar asociada tanto al complejo de superioridad como al de inferioridad. “El individuo puede pasar de un estado de exaltación a sentirse humillado, avergonzado. Florece esa parte escondida que coincide con la baja autoestima o inferioridad. Conviven las dos personalidades, vive una dicotomía, por eso es un trastorno”.

Pero también la megalomanía se considera un síntoma o la expresión de trastornos de personalidad como el narcisismo, la psicopatología o trastorno social o el histriónico, trastorno este último que lleva al individuo a necesitar reconocimiento continuo y ser el centro de atención, además de presentar rasgos dramáticos, susceptibles, emocionales que rayan en la extravagancia.


Aparece asimismo en el trastorno bipolar y en los trastornos delirantes crónicos como aquella mujer, por ejemplo, que cree que un personaje televisivo está enamorado de ella, comenta la psiquiatra.

Indiscreción Y Torpeza

“Nada soporto menos en una persona que la indiscreción y la torpeza. Creo que ambas “cualidades” van de la mano. Una persona indiscreta, que no mide las consecuencias de sus comentarios, es manifiestamente torpe. Torpe, incapaz de corregirse e incapaz de calcular como digo el daño causado. Si no eres consciente de que tienes ese perfil es imposible la corrección, burro viejo no aprende idioma. Me consta las barbaridades que una tipa ha dicho o hecho a una persona cercana que me ha costado creerlo. Ahí va una muestra.

Dos amigas de mi familia son pareja desde hace muchos años. Muchos. Son amigas heredadas que con el tiempo son mías. De aquí, de Las Palmas de GG, su ciudad, se fueron a la Península para vivir su amor en tiempos difíciles. De eso hace como 30 años. Dos o tres veces al año vuelven a la isla y cada vez que lo hacen mantienen encuentros con amigas, familiares, nuevas amigas, amigas de amigas. Discretas, buenas, en su mundo y ahora delicadas de salud.

Un día a través de las redes la mujer indiscreta y torpe a la que me refiero se acercó a ellas con la coartada de tener amigas comunes y por tanto conocerlas. Ese acercamiento culminó con una cita, algo que entra en el terreno de la normalidad. En el encuentro, recuerden que era la primera vez que se veían, la primera pregunta que formuló la indiscreta a bocajarro un “¿Ustedes son lesbianas?”. 

Para premio. La pareja se quedó tan disgustada por la intromisión en su intimidad que fueron incapaces de pronunciar una sola palabra. Insisto; son personas mayores, educadas y discretas. Ante eso optaron por guardar silencio e ignorarla hasta que transcurrido veinte minutos la indiscreta se marchó en vista de que captó que no querían ni verla. Esas dos personas a las que quiero y admiro me contaron el desagradable episodio y a su vez me pidieron que no le comentara nada. Y así ha sido. 

Sin embargo, desde ese momento la he sacado de mi vida, conociendo como conocí más tarde su absoluta falta de respeto en situaciones similares con otras personas, incluyendo la mía. Ella, que tiene el cerebro de un mosquito, no ha sido capaz de percatarse de mi alejamiento y el de otras personas con las que ha cometido imprudencias del mismo calibre.

Resumiendo, que hay personas a las que el victimismo, la tragedia y los inventos les sirven de coartada para creer que la lástima es amistad.

No. La lástima es otra cosa.”

@marisol_Ayala 


La Elocuencia Del Silencio


Generalmente estamos poco acostumbrados al silencio. Vivimos rodeados de ruidos y sonidos constantes. Tanto es así que cuando nos envuelve, solemos tener una sensación extraña que, en cierta manera, nos sobrecoge.

Sin embargo, lo fundamental es el silencio, no el ruido. Así, el silencio es la ausencia del ruido, por tanto, siempre hay silencio, aunque no se perciba. Lo envuelve todo.

Lo que ocurre es que el sonido se superpone. De esta forma, antes y después de los sonidos podemos percibir la presencia intensa del silencio.

Una comunicación eficaz precisa del manejo de los silencios. Son áreas de respeto y reflexión. Al no estar acostumbrados a él, producen un elevado impacto en el oyente.

Utilizar el silencio en su justa medida puede mejorar sustancialmente nuestra comunicación. Por ejemplo, si se quiere reforzar lo que se acaba de decir, puede mantenerse tres segundos de silencio antes de continuar hablando captándose inmediatamente la atención de los escuchantes.

Otra forma de utilizar los silencios es al inicio de una presentación. De este modo, al dirigirse a un grupo de personas, después del saludo inicial es aconsejable guardar silencio durante unos breves segundos. El mensaje que se transmite a continuación habrá ganado mucha fuerza.


El silencio es una potente herramienta de comunicación que puede utilizarse selectivamente siempre que se quiera captar la atención o reforzar un mensaje.

Las Entrañas De La Mente

La naturaleza de la consciencia es uno de los grandes problemas que la moderna Biología tiene aún por resolver. Es un problema muy especial, pues ni siquiera sabemos bien cómo abordarlo. Abundan, no obstante, las reflexiones de todo tipo sobre el mismo, y, en menor cuantía, las observaciones clínicas en pacientes anestesiados o los trabajos experimentales con humanos sobre percepción consciente, particularmente la visual. 

Lo más especial es que el problema de la naturaleza de la consciencia no se agota en el conocimiento de los circuitos y la actividad cerebrales que la hacen posible, pues lo que más nos intriga a los científicos es cómo esa actividad cerebral genera el estado consciente, es decir, cómo tiene lugar la emergencia o cambio cualitativo que convierte la actividad de las neuronas y los circuitos cerebrales en percepciones conscientes tan específicas y genuinas como el dulzor del dulce, la rojez del rojo, el dolor de lo doloroso o el sentimiento de miedo, es decir, cómo son posibles las diversas experiencias o percepciones conscientes, reales o ilusorias, que invaden nuestra mente y que los filósofos llaman qualia.

Si nos preguntamos cómo el cerebro hace posible la experiencia consciente, es decir los qualia, ¿qué tipo de respuesta estamos esperando?, ¿cómo entender el cambio cualitativo del fenómeno fisiológico al fenómeno mental, la transformación de la materia biológica objetiva en imaginación o experiencia consciente subjetiva?, ¿acaso algoritmos informáticos o fisiológicos?, ¿nos valdría una fórmula matemática, nuevas partículas físicas, como el recientemente conocido bosón de Higgs, o alguna forma de energía hasta ahora desconocida? Quizá no, pues cada una de esas y otras posibles respuestas podrían no ser concluyentes y generar a su vez nuevas preguntas. 

Cuando nos preguntamos sobre posibles seres en otros planetas, cuya existencia desconocemos, podemos imaginar cómo serían, es decir, podemos concebir ideas o hipótesis sobre su forma, tamaño, inteligencia, etc., aunque después esas hipótesis no se compadeciesen con la realidad. Pero en el caso de la consciencia lo que ocurre es que ni siquiera somos capaces de concebir hipótesis sobre su naturaleza. Es decir, cuando estudiamos la naturaleza íntima de la consciencia ni siquiera sabemos lo que estamos buscando y quien no sabe lo que busca difícilmente podrá entender lo que encuentre.

Una metáfora muy utilizada para explicar la consciencia es la que afirma que de la misma manera que la temperatura no es más que la cinética o velocidad de movimiento de las partículas que integran un cuerpo, la consciencia debería ser lo mismo que la actividad fisiológica cerebral que la hace posible, y punto. Es decir, lo mismo aunque visto desde otra perspectiva. Pero no podemos conformarnos con esa explicación, porque aunque la temperatura que evalúa un termómetro sea únicamente una manera macroscópica de observar el movimiento de las partículas, el cerebro, a diferencia del termómetro, no sólo evalúa, sino que convierte el resultado de su evaluación en la experiencia que llamamos calor. Si entonces decimos que el calor no es otra cosa que el modo que tiene nuestro cerebro de percatarse del movimiento de las partículas de un cuerpo, seguimos sin explicar la naturaleza o cualidad de esa percepción consciente.

¿Tiene entonces solución el problema de la naturaleza de la consciencia? Yo, personalmente, creo que no, e intentaré explicar por qué mediante otra metáfora. Para preparar una comida sabrosa necesitamos una buena receta, adecuados ingredientes y un buen cocinero o cocinera. Pero, si además supiésemos cómo la combinación de ingredientes y su cocinado originan finalmente el sabor de esa comida, la experiencia consciente de degustarla, ¿podría ese conocimiento mejorar el sabor de lo cocinado? ¿Le aportaría alguna nueva propiedad, ventaja o utilidad práctica? Probablemente no. Es decir, a priori parece más relevante y necesario conocer los ingredientes y la mezcla precisa que hacen posible un sabor que conocer la naturaleza del propio sabor como experiencia mental consciente. 

Pues igualmente, si tuviésemos alguna explicación convincente sobre cómo la fisiología inconsciente se convierte en psique consciente y en qué consiste esta última, es muy posible que ese conocimiento no sirviera para mucho más que para satisfacer nuestra curiosidad científica, sin aportar ninguna ventaja práctica.


Y esa es para mí la clave dado que, a lo largo del proceso evolutivo, la selección natural tiende a promover cosas útiles, cosas que sirvan para una mejor adaptación de los organismos a su medio. Por tanto, aunque conocer los mecanismos bioquímicos y neuronales que hacen posible la consciencia es algo que podremos lograr y que tendrá sin duda consecuencias prácticas en la clínica o la educación, 
conocer cómo esos mecanismos generan la cualidad de la experiencia consciente, sería probablemente de poca o ninguna utilidad práctica. 

Y quizá esa es la razón por la que la selección natural puede no haber promovido un desarrollo suficiente del cerebro humano que permitiera entender la naturaleza de la consciencia. Es decir, del mismo modo que un chimpancé no tiene un cerebro capacitado para entender la raíz cuadrada o el concepto de sobrenatural, el cerebro humano puede no estar capacitado para entender la naturaleza de la consciencia. Ésta fue promovida por la selección natural en respuesta a los cambios y desafíos que se produjeron en determinados momentos de la evolución en el entorno de los animales como un medio para favorecer su adaptación a esos cambios o desafíos. Para sobrevivir los animales tuvieron que desarrollar flexibilidad mental y conductual, que es lo que proporciona la consciencia. Un chimpancé no puede hacer raíces cuadradas, pero no tiene el problema de cómo la materia se convierte en imaginación. Ese problema lo tiene cuando su cerebro evoluciona hasta convertirse en un cerebro humano y pueda hacer raíces cuadradas. 

Del mismo modo, nuestra capacidad cerebral para entender la naturaleza de la mente consciente evolucionará cuando nuevas condiciones o desafíos ambientales hagan verdaderamente necesario ese entendimiento, pero es muy posible que entonces surjan nuevas y más difíciles cuestiones que muy probablemente serán el precio de tal promoción.