Generalmente estamos poco
acostumbrados al silencio. Vivimos rodeados de ruidos y sonidos constantes.
Tanto es así que cuando nos envuelve, solemos tener una sensación extraña que,
en cierta manera, nos sobrecoge.
Sin
embargo, lo fundamental es el silencio, no el ruido. Así, el silencio es la
ausencia del ruido, por tanto, siempre hay silencio, aunque no se perciba. Lo
envuelve todo.
Lo
que ocurre es que el sonido se superpone. De esta forma, antes y después de los
sonidos podemos percibir la presencia intensa del silencio.
Una
comunicación eficaz precisa del manejo de los silencios. Son áreas de respeto y
reflexión. Al no estar acostumbrados a él, producen un elevado impacto en el oyente.
Utilizar el silencio en su justa medida puede
mejorar sustancialmente nuestra comunicación. Por ejemplo, si se quiere
reforzar lo que se acaba de decir, puede mantenerse tres segundos de silencio
antes de continuar hablando captándose inmediatamente la atención de los
escuchantes.
Otra forma de utilizar los silencios es al inicio
de una presentación. De este modo, al dirigirse a un grupo de personas, después
del saludo inicial es aconsejable guardar silencio durante unos breves
segundos. El mensaje que se transmite a continuación habrá ganado mucha fuerza.
El silencio es una potente herramienta de
comunicación que puede utilizarse selectivamente siempre que se quiera captar
la atención o reforzar un mensaje.
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