Las implicaciones
de estar en la zona gris, me parecen más importantes de lo que aparentan,
porque es eso que no es tan claro definir… probablemente es algo que sabes que
no es tan bueno, pero como no es tan malo, no te tomas la molestia de
deshacerte de ello.
Lo increíble de
esto, es que aplica para lo que sea, en tu vida profesional, personal y todo
entre las dos.
Por ejemplo, hay un
empleado, que en realidad no es el del mejor desempeño, pero tampoco es de los
peores, entonces cuesta mucho trabajo el decidir cambiarlo, porque bien dice el
dicho: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”… ¡está en la zona gris!
Piensa ahora cuando
estás limpiando tu clóset, y llegas a esos jeans, que en realidad no son un
claro “¡ya no los quiero!”, no están tan mal y a lo mejor un día te van a
quedar… ¡zona gris!
En ambos casos ¿qué
haces?, te quedas con el empleado mediocre y con los jeans que nunca vas a
usar.
En primera
instancia no hay ningún problema, en realidad él/ella no es tan malo(a) y los
jeans posiblemente algún día te quedarán. Lo que es interesante es cuando
piensas en el costo de oportunidad.
Imagínate que esa
persona es tu único vendedor, ¿sería rentable tu negocio? si esos fueran los
únicos jeans que tienes, ¿te los pondrías? Lo más probable es que tus dos
respuestas hayan sido negativas, por ahí un “no” y un “a lo mejor” (todas
pensamos que algún día vamos a volver a entrar en esos jeans).
Ahora, piensa qué
pasaría, si estuviéramos hablando de tu mejor vendedor y tus jeans
favoritos. Seguramente al hacerte la pregunta no lo dudarías ni tantito.
Desde mi
perspectiva, si somos capaces de reducir nuestra zona gris tenemos más
posibilidades de ser exitosos y felices. Tomemos decisiones, vayamos por el
¡obvio sí! o el ¡obvio no!, pintemos la raya, y pintémosla donde mejor nos
parezca… no hay reglas. Lo que no se vale es ser tibio, estar en una zona gris
donde ni fu ni fa, porque la indiferencia mata.
Hoy como
siempre, ¡mucho éxito y a trabajar sonriendo!
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