viernes, 26 de abril de 2019

El Pensamiento Crítico

Filosofía
El Pensamiento Crítico

¿Estaremos entrando en una era donde el pensamiento deja de ser relevante y lo esencial será sólo la acción del instinto?

 Luego busqué vía what Sap replicar una de esas preguntas y obtuve algo más que me alentó a pensar que aún es posible generar un espacio para el pensamiento crítico.

En un caso contestaban a mi pregunta sobre si es buena la riqueza con la siguiente respuesta: “La riqueza no es un fin en sí mismo. La riqueza para mi está relacionada con la satisfacción del espíritu. 

Un auto me sirve para viajar de un lugar a otro. Pero no es mi objetivo el dinero. Lo primero que pregunto cuando voy a una casa es dónde está la biblioteca. Lo digo como metáfora”. La riqueza pasa por la satisfacción intelectual. Es rico aquel que forma su espíritu, su inteligencia”.

La respuesta por la misma vía de otra persona, conocida y muy apreciada por su formación intelectual y ser un referente espiritual personal me conmovió y me abrió un horizonte de esperanzas nuevas. Su respuesta a la pregunta sobre si la riqueza es buena fue breve pero contundente: “No tiene moralidad. La persona que se sirve para bien o mal es el único ser moral”.

Según las referencias bibliográficas sobre los Cínicos, fue un ratón el que hizo que Diógenes se hiciera filósofo y adhiriera a la escuela cínica fundada por Antístenes en el siglo IV a. C.

Diógenes ocioso observaba las idas y venidas del animal y comprendió que el ratón era un modelo de despreocupación, independencia y libertad. Iba y venía sin importarle la oscuridad o el futuro, solo estaba absorto en un puro presente. Cuenta la historia que Diógenes intentaba dormir en un rincón de Atenas mientras a unos centenares de metros del lugar, algunas familias acomodadas celebraban una suntuosa fiesta. En el festejo no faltaban los más variados manjares mientras que Diógenes se había contentado con mordisquear una galleta dura de la cual caían de vez en cuando algunas migajas. Se preguntaba Diógenes si no era conveniente que él se acercara a la fiesta para tomar algunas de las sobras del ágape. En ese cavilar estaba cuando aparecer al ratón que se regocija y se da un festín con los restos de su galleta caídos al suelo. La escena impresionó de tal manera al cínico que lo hizo meditar sobre la lección recibida: ¿Qué te parece Diógenes,  ahí un ratón se regocija y alimenta con tus sobras mientras tú, en cambio te lamentas por no embriagarte en la fiesta?
 Con ironía y ardor los cínicos atacaban las manifestaciones de la riqueza material y mostraban una ética distinta.

Para otra de las preguntas iniciales -¿podemos controlar nuestros deseos? los Cínicos también tenían una respuesta: ¿Cómo comportarnos en relación con los deseos? ¿Debemos refrenarlos, contenerlos, tratar de ignorarlos? Para Diógenes, cada vez que sentía un deseo debía ser satisfecho a fin de no ser esclavizado por él y de conservar libre el espíritu. En relación a los deseos carnales él sostenía que si no encontraba prostitutas, mujeres fáciles o complacientes, siempre podía recurrir al onanismo antes que a la continencia. 

Onán es la respuesta a Afrodita. En su reflexión Diógenes señalaba que “en ese sentido, los peces demuestran tener más inteligencia que los hombres: cuando sienten la necesidad de eyacular, salen de su retiro y se frotan contra alguna superficie áspera”. El sabio no permite que el deseo lo aliene y  lo encauza a través del placer, único remedio a la libido. Obedecer al deseo es la mejor manera de olvidarlo.

La idea de riqueza para el fundador de la Academia está directamente relacionada con el concepto de felicidad. Platón señalaba que nadie rico puede ser feliz. La tesis platónica señala  que la felicidad es propia de los ciudadanos. En este sentido la riqueza es algo a eliminar para favorecer la creación de un Estado basado en la virtud que hará la felicidad de la comunidad organizada, desterrando a los ciudadanos ricos. En su diálogo “Las leyes”, un texto de su vejez, Platón señala al comunismo como un sistema irrealizable pero sin embargo sostiene que es la mejor manera de distribución de la riqueza y en consecuencia la construcción de una sociedad más justa.

 ¿Y la justicia? En “La República” Platón señala cuatro virtudes principales, la Sabiduría, el Coraje o Fortaleza, la Templanza y la Justicia. Esta última, según el filósofo, es una virtud general, que consiste en que cada parte del alma cumpla su propia tarea con la debida armonía. La injusticia, es la peor de todas las cosas que le pueden pasar al hombre pues no hace más que confirmar al alma en el mal, por lo tanto el ejercicio de la justicia consiste en obrar haciendo el bien. En este sentido y desde nuestra actualidad solemos calificar con frecuencia de “malo” aquello que es “injusto”.

 En la “felicidad” del hombre, Platón responde a la pregunta ¿Cómo hago que mi vida sea mejor? El súmmum bonum del hombre, la felicidad que para él por supuesto, incluye el conocimiento de dios (escribo dios con minúscula marcando mi propia subjetividad). Ahora bien, la felicidad para Platón solo es posible alcanzarla mediante la práctica de la virtud, que para él equivale a hacerse tan semejante a dios como al hombre le sea posible. Se puede decir la felicidad divina es el modelo de la felicidad humana.

 Conclusión provisoria:

Las preguntas iniciales y las respuestas de grandes filósofos en la antigüedad aún hoy marcan el horizonte y el accionar ético de nuestras sociedades. La construcción de modelos inclusivos, de contextos de mayor justicia solo podrá surgir de las respuestas en este siglo XXI, apropiadas a nuestra actualidad. 

Ninguna civilización o país sobrevivió sin la existencia de un pensamiento crítico y sin responder a las preguntas básicas y esenciales del hombre.

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