Nada regalan en la vida, la suerte no existe, solo el esfuerzo y el trabajo. Así es, o así debería ser siempre. Nuestra sociedad nos ha creado el falso sueño de que saliendo en los medios de comunicación, inventando un personaje o una estrategia, podemos ser ricos y famosos en un momento. Con todo eso, lamentablemente hemos perdido el valor del esfuerzo, ya no creemos en él.
Pensamos que ganarse la vida con esfuerzo día a día es una estupidez, y soñamos con una lotería basada en la mentira, en el engaño o en la falta de respeto hacia nosotros mismos o hacia los demás. Muchos quieren ese minuto de gloria que les haga conseguirlo todo en un momento, conseguir cosas materiales…
Queremos todo a corto plazo porque lo saboreamos más rápido, pero bien es cierto que los grandes éxitos se van cultivando con el paso del tiempo.
“Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total, es una victoria completa”.
-Mahatma Gandhi-
El esfuerzo es dignidad
Los grandes hombres y las grandes mujeres son aquellos que se esfuerzan sin descanso. Son los que pasan su vida encerrados en un laboratorio buscando un descubrimiento que ayude a la humanidad. Esos panaderos que se levantan antes que el sol para ofrecernos “el pan nuestro de cada día”. O esos médicos que deciden cruzar fronteras para ayudar a los demás.
Esos reporteros que arriesgan su vida para ofrecer testimonio de lo que ocurre al otro lado del mundo; los profesores que dedican su vida al estudio y ofrecen sus conocimientos a los demás; esas mamás que cada día hacen de enfermera, de psicóloga o de amiga con sus hijos. Todas esas personas que se levantan cada día dando gracias por tener un trabajo y ganarse el pan “con el sudor de su frente”. Esos son los grandes hombres y mujeres.
No nos engañemos, el esfuerzo es dignidad, es intentar hacer las cosas mejor con una sonrisa, con ganas de seguir luchando día a día, hora a hora y minuto a minuto, por conseguir nuestros sueños; el ser consciente de los errores que cometemos y buscar alternativas, aunque ese día hayamos trabajado el doble, eso es dignidad y esfuerzo.
No queramos, no soñemos con imitar a esos personajillos; no le enseñemos a nuestros hijos que las cosas se consiguen fácilmente, porque todo tiene un precio, y aprender que todo se consigue con el esfuerzo es una de las grandes enseñanzas que podemos recibir cuando somos pequeños.
El esfuerzo es como el cultivo de una semilla, que con el paso del tiempo hay que regar y cuidar, para que en el momento adecuado nos de sus frutos. El esfuerzo es amigo de la motivación y la constancia, no de la pereza y el desinterés.
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