Para afrontar la adversidad necesitamos recordar cuál es
nuestro sentido vital. Clarificar propósitos y despertar la resiliencia nos
ayudará a transitar por este proceso con mejores recursos y entereza.
Todos atravesamos momentos difíciles a lo largo de nuestras vidas. Afrontar la adversidad es
algo más que un deseo o un propósito, es una necesidad, una obligación que
integrar en la mente y el corazón. Ahora bien, si hay algo que todos sabemos es
que aplicar este enfoque y desplegar adecuados recursos del cambio no siempre
es fácil.
Las dificultades que nos encontramos en uno
u otros momentos de nuestras vidas como la pérdida de un ser querido, una
ruptura amorosa o la mala noticia de un despido pueden ahogarnos en un océano
de malestar. Tanto si lo queremos como si no, nadie es inmune a la
adversidad. Ninguno nos encontramos a salvo de los vaivenes del destino,
buenos y malos.
Es en estos momentos de adversidad cuando atravesamos
emociones muy poderosas como la tristeza, la impotencia, la frustración, etc…
Ahora bien, hay un dato interesante que vale la pena tener en cuenta.
En un estudio llevado a cabo por los
psicólogos Linley, PA, y Joseph, S. de la Universidad de Warwick, Reino
Unido se demostró que las personas
capaces de afrontar los momentos difíciles, adquieren valiosos aprendizajes
para encarar el futuro con mejores recursos.
“Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el
desafío de cambiarnos a nosotros mismos”
-Viktor Frankl-
Cuando la adversidad decide golpearnos y experimentamos esas
emociones tan poderosas, resulta beneficioso expresar aquello que sentimos.
Podemos hacerlo con un familiar o amigo,
o a través de la escritura, para llegar a hacerlo cada vez más consciente y
poder desahogar esos nudos emocionales.
Si ponemos palabras a cómo nos sentimos, nos será más fácil
ir canalizando presiones, miedos, angustias. De ese modo, podremos asociar
nuestros pensamientos con los sentimientos de forma rápida y casi simultánea.
Por eso, cuando nuestras emociones sean demasiado negativas, podemos emplear
la escritura como medio para expresarlas, librándonos de ellas sin tener
repercusiones exteriores.
Expertos en el tema como Scott Barry Kaufman, autor del
libro Conectado para Crear, nos explica que hacer uso de la
creatividad, es un mecanismo idóneo para liberar emociones.
Cualquier situación adversa puede ser vista como una
interrupción de nuestra trayectoria vital, pero si la relatamos y la
expresamos, estaremos más cerca de la posibilidad de aceptarlo y seguir
avanzando.
Incluso si tenemos dificultades a la hora de la escritura,
también podemos utilizar otro tipo de actividades como la pintura, el baile, el
deporte o el teatro… Todos estos tipos de arte son canales para poder llegar a controlar y elaborar
lo que sentimos.
Tras esto, podemos poner en marcha todo nuestro propio
mecanismo de resolución de problemas, ahí donde utilizar nuestros
propios recursos para avanzar y hacernos paso ante la dificultad que se
nos presenta.
Ante una situación difícil hay veces que nos cuesta aceptar que
nos está afectando. Todo
ello pone murallas a la hora de afrontar la adversidad. Si nos negamos a
reconocer lo que duele no avanzamos. De algún modo, estamos obligados a
entender que el dolor, es parte del proceso de recuperación.
Aceptarlo, integrarlo, desmenuzarlo y
canalizarlo es parte de todo proceso terapéutico.
Hay que clarificar propósitos, darle un sentido a la
vida. Cada prueba superada nos irá fortaleciendo. Y aunque las
dificultades o adversidades nos muestren nuestras partes más vulnerables, el
hecho de superarlas nos ayudará a avanzar con más seguridad y confianza.
Pensemos en ello. Aprendamos a ser resilientes, encendamos
esa fuerza interna para afrontar la adversidad con éxito y sabiduría.
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