lunes, 22 de abril de 2019

El Destino Humano


Filosofía
Blaise Pascal
El Destino Humano

¿Se puede conocer el secreto que ha permanecido oculto desde el principio de los siglos? "No sé quién me puso en el mundo, ni lo que es el mundo, ni lo que soy yo mismo; estoy en una ignorancia terrible de todas las cosas. No sé lo que es mi cuerpo, ni mis sentidos, ni mi alma, ni esa parte de mí mismo que piensa lo que digo, que reflexiona sobre todo y sobre sí misma; y que tampoco se conoce ella misma". Así se expresó una de las mentes más preclaras que la culta Francia ha producido en toda su historia.

La corta vida de Blaise Pascal, genio matemático, inventor, científico, filósofo y teólogo; fue un esfuerzo desesperado por comprender. En lo más profundo de su ser, alcanzaba a columbrar que había una dimensión del conocimiento que se escapaba a las matemáticas, a la física, a la filosofía y aun a la teología.

Por extraño que parezca, el propósito de la existencia y el destino del ser humano están íntimamente ligados al propósito de la existencia misma del Universo.

La ciencia puede explicar y utilizar las leyes físicas que rigen la materia y el movimiento de los astros. La prueba más reciente es el logro magistral de la puesta en Marte del laboratorio rodante Curiosity. Sin embargo, cuando se trata de explicar el propósito de la existencia del Universo, la ciencia se halla ante una barrera impenetrable.

Así lo expresó Steven Weinberg, premio Nobel de física en 1979: "Mientras más comprensible parece ser el Universo, más parece carecer de propósito". El mismo Blaise Pascal, a quien acabamos de citar, lo dijo con profunda elocuencia: "Veo los aterradores espacios de Universo que me encierran y me hallo pegado a un rincón de esta vasta inmensidad, sin que sepa por qué fui puesto en este lugar y no en otro; ni por qué el poco tiempo que me es dado para vivir me es asignado en este punto y no en otro de toda la eternidad que me precede y de toda la que queda por delante. No veo más que infinitos por doquier, que me encierran como un átomo y como una sombra sin retorno que no dura más que un instante. Todo lo que sé es que pronto he de morir; pero lo que más ignoro es esa misma muerte que no podré evitar" (Blaise Pascal, Pensées, versión nuestra).

He aquí el eco sonoro de los interrogantes profundos que todos llevamos en el alma. Pero sumergidos en la continua agitación y en la absorbente y creciente distracción de la vida moderna, nos da miedo hacerles frente
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Como ya mencionamos, los filósofos tampoco han podido explicar la razón de la existencia y el destino del ser humano
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Entre los pensadores más destacados del siglo 20, surgió en Alemania Martín Heidegger, quien tuvo gran influencia en el pensamiento existencialista de Jean Paul Sartre. En su obra filosófica titulada Sein und Zeit (El ser y el tiempo), Heidegger hace un profundo análisis de la existencia humana y de cómo el hecho de existir está íntimamente ligado a lo temporal, de lo cual surge el tema ineludible de la relación del ser humano con la muerte. La cual, al erigirse como una barrera impenetrable al pensamiento de Heidegger, constituye la realidad existencial del ser humano, de la cual no debemos sustraernos.

Según Heidegger, al olvido masivo de la conciencia de la existencia, se debe la crisis de la civilización occidental.

Por su parte, Jean Paul Sartre nos presenta al ser humano como un solitario, ante la responsabilidad de escoger que le da su libertad. Pero tiene que escoger ante la incertidumbre de la acción en un mundo sin Dios y sin valores morales.

Gran parte del pensamiento teológico del mundo occidental y su concepto del destino del ser humano se sostiene sobre dos pilares fundamentales: Agustín de Hipona y Tomás de Aquino.
Agustín fue profundamente influido por la filosofía de Platón, la cual conoció por medio de los escritos de Plotino, discípulo de Platón.

Por su parte, Tomás de Aquino fue profundamente influido por la filosofía de Aristóteles.

En lo que respecta a la explicación del destino del ser humano, tanto Agustín de Hipona como Tomás de Aquino se basaron en el concepto de la inmortalidad del alma, el cual recibieron los griegos de la religión egipcia; y a su vez los egipcios de la religión babilónica.


La explicación teológica del destino del ser humano como un etéreo ocio eterno en el Cielo, sin un propósito específico ni definido, o el horripilante destino de quemarse para siempre en medio de atroces tormentos en un infierno como lo describe Dante Alighieri, basado en los escritos de Virgilio, a su vez inspirados en las mitologías de Roma, de Grecia y del Islam; nos deja perplejos y en profunda incertidumbre.

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