Conocimiento y desigualdad social. Existen
evidentes diferencias en cuanto a la capacidad de producción y el acceso al
conocimiento y la información. Estas desigualdades amplían las distancias entre
las naciones y entre los grupos humanos. La integración económica, política y
cultural de la sociedad, condicionada por las aplicaciones del conocimiento a
las más diversas actividades humanas, coloca a los países con mayor producción
de conocimientos y más capacidad de innovación tecnológica a la vanguardia de
las transformaciones y el crecimiento económico.
El acceso diferenciado al
conocimiento y la información ensancha las desigualdades entre los grupos
sociales: ¡A mayor capacidad de producción científica y tecnológica, mayor
aprovechamiento de las oportunidades ofrecidas por la mundialización de los
mercados! ¡A mayor inversión relativa en procesos sistemáticos de investigación
y en la educación de la población, mayores posibilidades de estimular el
desarrollo tecnológico, la innovación, la calidad y la equidad! ¡A mayor rezago
en las inversiones en educación e investigación y en la capacidad de producir y
acceder a la ciencia y la tecnología, menor capacidad competitiva y mayores
obstáculos para alcanzar el desarrollo humano sostenible!
Política nacional de conocimiento. En
el país no se conoce, con certeza, la magnitud del esfuerzo realizado en
investigación y desarrollo. Los datos oficiales indican que el porcentaje del
PIB destinado a esta estratégica inversión es del 1,3 por ciento. Oficiosamente
se cuestiona ese dato y se le ubica, sin contar con una fuente segura, en el
0,5 por ciento (según el BID, en los países de altos ingresos ese porcentaje
alcanza entre el 2 por ciento y el 3 por ciento). En correspondencia con el
aumento de las inversiones en educación, se deben destinar más recursos
públicos y privados a producir y aplicar conocimientos.
Los principales centros de investigación y de producción
científico-tecnológica de Costa Rica son las universidades estatales; la
cooperación internacional es un factor esencial en la construcción de esa
fortaleza universitaria. El sector privado y algunas instituciones públicas,
vinculadas sobre todo con la salud y la producción, llevan a cabo acciones
investigativas y crean conocimientos.
Sin subestimar las experiencias
significativas, los entrelazamientos entre las acciones de estos sectores son
aún incipientes y los montos de las inversiones, insuficientes. Siguiendo el
ejemplo exitoso de la Unión Europea, donde el conocimiento es un eje
fundamental de sus políticas, el país puede formular una política nacional de
conocimiento, ofreciendo un marco a los procesos de innovación, investigación,
educación y formación.
El esfuerzo mancomunado del sistema educativo, los sectores
productivos y el Gobierno puede propiciar la incorporación continua de conocimientos
en los procesos de producción y avanzar en la creación de un sistema nacional
de innovación. La distribución del conocimiento y la información, la
incorporación del eje ambiental en las innovaciones y la investigación en las
ciencias sociales, las letras, las artes y las humanidades deben ser parte
integral de este proceso.
Solo así se avanzará por la ruta del humanismo y del
desarrollo humano sostenible.
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