Filosofía
Civilización Y
Barbarie
La civilización
sólo puede entenderse a partir de la Barbarie. La “sustancia” de la Barbarie y
de la Civilización es la misma: la “Cultura humana”. El tránsito de la Barbarie
a la Civilización es un proceso necesario y determinista. La “Civilización” es
la negación dialéctica de la Barbarie: ésta, a la vez que queda negada, resulta
incorporada a la Civilización. La Barbarie la concebimos por medio de la forma
lógica “Clase de clases”–cada una de las culturas bárbaras– generadas
a partir de ciertas relaciones (no conexas, simétricas, etc.). Podemos pensar
en un “esquema de transformación” que tenga la forma de negación de
la configuración lógica (“Clase de clases”) en la cual se alcance una
configuración lógica nueva: la “Clase de un solo elemento”. La Idea de
Civilización se nos presenta entonces como la negación de la pluralidad de
Culturas bárbaras, mediante la conversión de esta pluralidad en una única “Cultura
universal”
El advenimiento de
la Civilización [432-435]
–de la Historia– es un proceso progresivo cuya forma dialéctica es: la conexivización de
las relaciones inter-culturales, a partir de la propagación de relaciones
no-simétricas (dominación, explotación) sobre las cuales se pueden ir
construyendo relaciones simétricas de más alto nivel material, y, con ellas,
realizándose la transitividad de esa “identidad” que
consideramos constitutiva de la sociedad humana. Gordon Childe ha subrayado dos
criterios constitutivos, respectivamente, de Barbarie y de Civilización: la
“revolución de la producción de alimentos” y la “revolución urbana”, que
transformó la barbarie en civilización.
El concepto de
cultura bárbara lo definiremos aquí como una symploké en la
cual las relaciones constitutivas, si bien han alcanzado la simetría, no han
alcanzado la transitividad y, por tanto, tampoco la reflexividad. Si utilizamos
el esquema matricial de los géneros combinatorios combinado con el criterio de
la transitividad, como mecanismo de transformación del nivel de barbarie al
nivel de civilización, podemos obtener un conjunto de resultados interesantes.
Gordon Childe, en su análisis, percibe un aspecto esencial del proceso: la
necesidad de un excedente de reserva, en los poblados neolíticos, para poder
alimentar a los “forjadores, artesanos o sacerdotes” especialistas full
time.
Pero es preciso considerar también el aspecto recíproco del
proceso: que, aun cuando una comunidad haya llegado a un nivel demográfico y
económico que le permite alimentar a equipos de especialistas full
time, en cambio no puede absorber la totalidad del
proceso especializado.
Esto obliga a
pensar en la necesidad de que el forjador o el sacerdote viaje a otras
comunidades. De este modo la Ciudad aparece como la “negación de una negación”:
el aislamiento, la no transitividad, incluso intransitividad) de las
comunidades que se mantenían “a la defensiva” o, a lo sumo, dispuestas a
emprender agresiones físicas biológicas, pero no “agresiones culturales”, como
puedan serlo el proselitismo religioso, o el comercio que busca nuevos mercados,
es decir, que realiza la transitividad recurrente de una simetría.
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