El trastorno de
conducta es una alteración del comportamiento, que a veces es diagnosticada en
la infancia, caracterizada por un comportamiento antisocial que viola los
derechos de otras personas, las normas y reglas adecuadas para la edad.
Entre los
comportamientos antisociales podemos citar la irresponsabilidad, la trasgresión
(como las ausencias escolares o el escaparse), la violación de los derechos
ajenos (robo, por ejemplo) y/o la agresión física hacia otro (asalto u otra
violación). Estos comportamientos a veces se presentan juntos, pero puede
suceder que aparezca uno o varios de ellos sin estar acompañado por alguno de
los demás.
Los factores que
contribuyen al desarrollo del trastorno de conducta disocial son varios, los
exámenes neuropsicológicos indican que los individuos que tienen este trastorno
parecen tener afectado el lóbulo frontal del cerebro, lo cual interfiere con su
capacidad de planificar, evitar los riesgos y aprender de sus experiencias
negativas.
Se considera que el
temperamento de los sujetos tiene origen genético. Los niños o adolescentes que
provienen de hogares en desventaja, disfuncionales o desorganizados tienen
mayor probabilidad de desarrollar este tipo de trastornos. Se sabe que los
problemas sociales y el rechazo por parte de sus compañeros contribuyen a la
delincuencia. Existe también una relación entre el bajo nivel socioeconómico y
los trastornos de conducta.
Este trastorno se
presenta con una frecuencia mayor en los hombres que en las mujeres. Los
individuos que padecen trastornos de la conducta, en ocasiones presentan
también otros problemas psiquiátricos que pueden contribuir al desarrollo de
este trastorno. En las últimas décadas, los trastornos de la conducta han
aumentado considerablemente.
La conducta
agresiva es la causa de entre un tercio y la mitad de las derivaciones a los
servicios de salud mental.
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